Traigo parte de un artículo de la fAu que he visto en facebook. Se queda ahí a medio camino, parece que habla bien de las comunas pero también pone sombras.
Del 28 de abril de 2017, acto anarquista previo al 1º de Mayo.
"Por otro lado tenemos el tipo de penetración imperial hoy en nuestra área.
Nos referiremos especialmente a un caso. Hoy presenciamos una campaña sistemática de toda la derecha y de todos los consorcios informativos contra Venezuela. Se distorsiona y desproporciona la información que se da. Miles de acontecimientos crueles, asesinos, ocurren en otras partes pero ellos casi no cuentan. No se pone el acento sobre ellos como contra Venezuela. Es cínico pero deliberadamente intencional, toda una política del imperio y la derecha. Sí, lo vemos a diario cientos de muertos en otros lados no pesan, para ellos, tanto como 2 ocurridos en Venezuela. Por supuesto no decimos que en Venezuela no pasa nada, más bien que es dramática y conmocionada la situación existente allí, más cuando cierto descontento popular con el gobierno es capitalizado en gran medida por la derecha. Por esa derecha que quiere quitar las conquistas logradas, esas que son en última instancia el fruto de exigencias y luchas populares.
La situación social en efervecencia de Venezuela la tenemos todos los días en los medios, con medias o falsas informaciones y también con informaciones honestas de prensa independiente. El tema no da para ninguna posición en blanco y negro. Pero aquí pondremos el acento en sólo algunos aspectos que nos parecen de interés más allá de todo el bombo que hay.
Hay referencias constantes e interesadas de muchos escribas; de los fundamentales medios de comunicación; de toda una estructura de derecha de que todo lo malo que ocurre en América Latina, se intenta explicar con tesis conspirativas exteriores, especialmente lo referido a países donde gobierna el progresismo, más si es Ecuador, Bolivia o Venezuela.
Por ello es conviene agregar aquí aunque sea unas breves líneas que consideren este tema. Es claro que muchos gobiernos, intelectuales y militantes de izquierda han recurrido a la teoría de la conspiración para dar cuenta, relacionado con los progresismos, de fracasos, traiciones a postulados populares, incapacidad administrativa gubernamental, corrupción, toma de distancia de movimientos sociales en favor de alianzas con derechas poderosas, o el disminuir o anular la real participación social. Estos y otros factores han producido descontento alto en las bases populares que apoyaron gobiernos progresistas. Que las fuerzas de derecha estimuladas y apoyadas por el imperio aprovechen al máximo tales oportunidades sociales no es nada extraño, para eso están. Pero lo que no debe confundir a nadie es que ese uso conspirativo para justificar horrores cometidos no anula el hecho de la existencia de la permanente acción imperial. Son dos problemas que hay que separar claramente, la demagogia o las excusas del progresismo y aliados y la sólida y constante presencia del imperio a través de sus diversos tentáculos.
No hay duda, la penetración con finalidad de control y dominio de parte del imperio es sistemática y llevada adelante por diferentes organismos que cumplen roles diferenciados. No obstante esos roles específicos hay coordinación y complementación entre ellos. Si consideramos que estamos ante un poder que quiere seguir dominando el mundo y que sus intereses y órdenes sean aceptados, y que especialmente confía en la fuerza para ello, sería ingenuo pensar que este espectro de organismos que intentan asegurar esa orientación imperial no existiera. Tienen una tarea regular que llevan adelante todos los días del año con medios técnicos y económicos exuberantes. Nos referiremos ahora a una parte de ello. Tomaremos lo más vinculado a lo militar en primer término.
Tenemos que Existen referencias y denuncias concretas que de manera silenciosa o medio silenciosa hay despliegue de fuerzas militares estadounidenses en todo Centro y Sur América. La militarización de las fuerzas nacionales de policía ha sido una tarea directa con cierto camuflaje. La DEA y el Equipo Asesor de Soporte en el Extranjero (FAST)... llegaron a Honduras para entrenar a una unidad y ayudar en el plan de antinarcóticos de la policía local y ejecutar operaciones. Estas operaciones fue difícil diferenciarlas de las misiones militares. Después abarcaron más países. Según el New York Times, cinco "escuadrones tipo comando" de equipos de FAST se han desplegado en toda América Central para capacitar y apoyar a las unidades antinarcóticas locales. ¿antinarcóticos? No me diga.
El despliegue de este tipo de combinación de militares, paramilitares, y policía militarizada es indicativo de la estrategia de Estados Unidos para la re-militarización de la región. En lugar de la ocupación militar, simplemente manifiesta, Washington "provee asistencia" en forma de ayuda militar.
En 2013 se informó que el ex comandante de los EE.UU del Comando de Operaciones Especiales, William Mc Raven, "tomó la decisión de desplegar [Fuerzas de Operaciones Especiales] a distintos países sin consultar a los embajadores en dichos países o incluso al Comando Sur. "De hecho, el despliegue de tropas de las Fuerzas Especiales, Mc Raven llegó a más de 65.000, muchos extendidos por toda América Latina”.
Al mismo tiempo tenemos que la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana (CARSI) creada por Obama en 2011 recibió más de 2,5 billones de dólares para sus objetivos. Se sabe que la financiación masiva se ha canalizado principalmente a través de programas militares y paramilitares.
El Ejército de Estados Unidos ha afianzado aún más su posición al establecer cooperación entre la OTAN y Colombia.
Tal vez esta es una parte inevitable del imperialismo. Tal vez es indicativo de la menguante influencia de un Imperio y su desesperado intento de recuperar las perdidas esferas de influencia. Como sea que uno interprete sus motivos, los EE.UU están consolidando inequívocamente su poder militar en América Latina dentro de su estrategia de poder.
Simultáneamente EEUU ha multiplicado las bases militares en la región, agregó siete nuevas bases en Colombia en el último período. También en Paraguay, donde Estados Unidos se involucró para apoyar el golpe de Estado mencionado como “institucional”.
Pero la penetración imperial no es solo en lo militar, con su CIA al frente, también lo es en lo “cultural” a través de sus medios de comunicación globalizados, transformados en poderosos aparatos ideológicos-políticos, conceptores, que fabrican nociones favorables al sistema, desprestigio para sus enemigos y, de paso, una gama de consumos.
Tenemos amenazas políticas directas de bien arriba como: la Orden Ejecutiva firmada por Barack Obama en marzo de 2015 en la cual se declaraba a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los EEUU. Y actualmente las amenazantes declaraciones del Jefe del Comando Sur, el Almirante Kurt W. Tidd (6 de abril de 2017), planteando que la ‘crisis humanitaria’ en Venezuela podría obligar a llevar adelante una respuesta regional.
Por otro lado están cumpliendo un rol similar de penetración imperial una serie de ONGs, y otras organizaciones, casi todas dicen defender derechos humanos, la democracia y cuestiones culturales (NED, USAID, IRI) por ejemplo. Precisamente la USAID mencionando la nueva situación latinoamericana solicitó para el año fiscal 2017 incrementar su presupuesto para Venezuela en más de un millón de dólares, a un total de 5 millones 500 mil, para, dicen: “defender prácticas democráticas, instituciones y valores que apoyen los derechos humanos, la libertad de información y la participación de la sociedad civil”. Pura generosidad, No.
Venezuela y Bolivia dos experiencias gravitantes
Ciertas particularidades de sus procesos
Venezuela y Bolivia son dos experiencias que tienen particularidades especiales en el marco de los gobiernos progresistas. Interesa tener presente estas experiencias que tienen su originalidad y sello del contexto en que se desarrollan. Temáticas como Poder Popular y Buen Vivir.
Claro está tienen todas las limitaciones de políticas realizadas desde el Estado capitalista, impulsadas y digitadas desde allí, desde arriba. Contienen igualmente aspectos que bien vale la pena repasar ya que plantean algunas cuestiones que desde otro enfoque y otra dinámica son de importancia. Por otra parte ellas nos interrogan, nos desafían en cuanto a producir propuesta de acción social-política independiente que guarde adecuada convocatoria con el interés de los de abajo en el avance de un proceso de ruptura.
En el caso venezolano el proyecto de Poder Popular y de Comunas contó con participación y respaldo popular importante. Pero dependían en lo fundamental del arriba, de mecanismos y burocracia estatal. Las trancas eran muchas para un desarrollo autogestivo que fuera en profundidad. Tal es así que Chavez, poco después de ganar las elecciones presidenciales de octubre, criticó públicamente a su gabinete por no haber impulsado suficiente ese modelo. Fue en el momento de la frase: “Comuna o nada, o si no, ¿qué es lo que hacemos aquí?”, se preguntó durante un consejo de ministros en el que encargó a su delfín Nicolás Maduro impulsar el “poder popular”. Pero el impulso seguía siendo limitado y aumentaba el control burocrático sobre él.
Qué se decía era una comuna. Hay largas explicaciones. Tratamos aquí, de manera breve, sólo de dar una idea general. Teóricamente se trataba de una organización política popular, basada en los principios de cooperación, que por medio de delegados iba tomando sus propias decisiones. Aquí, normalmente están organizadas por consejos comunales, que son organizaciones más chicas, más locales, que van haciendo sus políticas en función de las necesidades que tienen en sus localidades. Una Comuna comprende carios Consejos Comunales.
Las comunas permitirían resolver problemas y necesidades comunes, repartición de tierras, bienes culturales, necesidades de viviendas. La integración con otras comunidades cercanas facilita resolver problemas de envergadura, como la necesidad de construir puentes u obras de infraestructura, traer agua o electricidad a una zona, y otro tipo de decisiones que normalmente estarían fuera del alcance de un consejo comunal.
Hay en el 2012 unas 500 Comunas en todo el país. En cada una se reúnen voceros (portavoces) elegidos por los consejos comunales de cada barrio junto a otros colectivos (asociaciones culturales, deportivas, gremiales...) de ese territorio, normalmente una ciudad pequeña o una zona de una ciudad grande
En sus definiciones establecen que no tienen como fin generar riquezas y lucros particulares, sino generar un beneficio social. Las comunas están vistas en esta concepción enunciada como la esencia del poder popular.
Un ejemplo que grafica el funcionamiento de una Comuna es el caso Ataroa, reúne a medio centenar de consejos comunales del sur de Barquisimeto (la cuarta ciudad más grande de Venezuela) y otros tantos colectivos sociales, y donde, entre otras pequeñas empresas, se ha formado una de ladrillos que provee de material a las obras que se hacen en esos barrios.
También la comuna ha asumido la gestión de un sistema de transporte urbano con ocho autobuses; de una televisión, Lara TV. Agrega un integrante activo de esta Comuna que la gente resuelve naturalmente sus problemas pero que: “la experiencia no ha estado exenta de problemas internos y externos, pugnas por acaparar cierto poder, burocracia, y conflicto con otras instituciones del Estado”.
Pese a múltiples dificultades en su funcionamiento algunos analistas estiman que el sistema de Comunas no sería fácilmente reversible en el supuesto de un cambio de gobierno. Estaría el problema de la gestión de los servicios que estas han asumido y que el estado nunca había prestado allí. No en vano, algunas de estas personas no tenían ni carné de identidad ni derechos de ningún tipo, ni atención de salud ni de educación. Sí, puede haber algo de esto, más todo lo que se haya formado en el plano de la subjetividad que la acción efectiva produjo.
Justamente la problemática que mucho nos interesa en relación a esta experiencia es qué imaginario produjo, qué grado de empoderamiento, qué capacidad social-política le trajo la participación activa, qué esperanzas y sueños quedaron grabados. No hay duda, gran parte del pueblo no tuvo una participación pasiva en este proceso. De estos lugares puede surgir la esperanza de construcción de una acción política independiente y que verdaderamente vaya a fondo con las necesidades y aspiraciones del movimiento popular.
En total, el Consejo Federal de Gobierno destinó durante un tiempo entre un 18 y 25% del PIB, procedente de los ingresos por el petróleo, a las iniciativas de sociedad civil, organizada en consejos comunales o a través de las instituciones tradicionales (alcaldías) y gobernaciones. Hace unos años atrás, cuando el petróleo estuvo a 100 o más dólares esto era mucho dinero. Hoy esto ha cambiado sustancialmente. Pese a todas las limitaciones burocráticas y de estar en el seno de un estado capitalista se trató de una experiencia curiosa y original no hay duda.
Pero, lógicamente, atravesó todo un proceso de tensiones y contradicciones entre Estado capitalista y Poder Popular en desarrollo.
Esa contradicción entre el Estado capitalista existente con gobierno bolivariano y el Poder Popular en construcción fue en aumento. Un proceso que se arrastró por más de década y media. Donde hay pocos cambios de importancia en una economía basada en la renta petrolera. Lejos de una economía centrada en lograr un tipo de producción que asegura mayor autonomía y bienestar.
Se había teorizado desde tiendas bolivarianas lo que citamos a continuación.
“El desafío de construir el socialismo del siglo XXI nos obliga a repensar, de manera creativa, las formas de concebir esta relación entre la Red del Poder Popular y el Estado, para que no se cometan, de nuevo, los errores históricamente conocidos. Definir erróneamente esta relación traería como consecuencia, por un lado, que el Estado termine secuestrando la voluntad popular; por otro, que se establezcan relaciones de representación que diluyan la creatividad, la iniciativa y el poder participativo de la gente. En suma, que se reste potencia a los grandes cambios sociales que se están impulsando, y que debemos continuar impulsando en los años por venir”. Mucho de esos errores que se temían fueron justamente lo que ganaron terreno rápidamente. La institucionalidad estatal fue la preocupación por lejos fundamental y lo del poder popular quedó en un muy segundo plano. Pese a todo hubo quienes creían que desde esa estructura capitalista que es el Estado se podía desarrollar un poder popular con verdadera autonomía. . Esto a lo máximo fue una declaración de buenas intenciones.
El Poder Popular estuvo en tensión creciente con las instituciones del Estado, con su burocracia, con su dinámica centralista, con su tendencia de control y de subordinar políticas en curso. Quedó relegado y aumentó su debilidad y dependencia.
El planteo de Hugo Chávez, que por momentos fue expreso era: realizar desde el Estado a través de una serie de medidas y mecanismos el empoderamiento popular. Tratando que el Estado fuera perdiendo poder a favor de esa forma de organización popular. O sea, una estatalidad que opera contra su propio futuro. Un estado que decide ir extinguiéndose. Lo contrario de lo que ha sido históricamente la dinámica y lógica del Estado. Era esta, en términos de mediano plazo, un “misión imposible”. Poco antes de morir Chávez criticó este proceso que veía crecer y que era contrario al Poder Popular. Una oportunidad es cuando hace una cita de Kropotkin de una carta a Lenin. Esto está en la declaración de FAU cuando la muerte de Chávez.
El empoderamiento del pueblo desde arriba, una vez más, se comprobaba que no era posible. Entonces fueron llegando las tensiones predecibles, planes que eran trancados; finanzas que no llegaban, burocracias que controlaban a su arbitrio ciertos proyectos; cooptaciones de “cuadros” del poder popular para integrarlos al Estado; corrupción promovida por burócratas; sabotaje de la “boliburguesía” y burguesía tradicional a proyectos que no les convenía. Alianzas con burguesía antipueblo y hasta acuerdos con petroleras depredadoras e identificadas con el imperio.
Agregan, a hechos de este tipo, aquellos que desde esferas oficiales impulsaban el Poder Popular: “ser sobre un territorio determinado, un gobierno que emane de abajo hacia arriba y que de a poco esta nueva forma institucional, que se va multiplicando a lo largo y ancho del país (el objetivo son tres mil comunas para 2019), sea donde vaya residiendo el poder y se convierta en el nuevo espacio a través del cual se regula la vida cotidiana del pueblo”. Vale decir sustituir al Estado, con este mirando cómo se le va la vida, e instalar, en el marco de una estructura capitalista, construida con herramientas del sistema, una nueva forma organizativa de la sociedad. Todo sin confrontación de ruptura. Nada lo del ojo. Intenciones aparte, un mundo de fantasía.
Este tipo de planteo, tomar el Estado a través del gobierno, e ir instalando la sociedad futura sigue siendo sostenido hoy día. Intelectuales y políticos definidos como de izquierda lo fundamentan con largas, contradictorias y confusas teorizaciones. Se ha podido leer planteos que hacen lo imposible por salvar la concepción de que se puede cambiar desde el estado capitalista la sociedad actual. Aparece el Estado, en tales circunstancias, como teniendo con total independencia la capacidad de regular todo lo que sea necesario y poner límites al poder. Inventan un Estado que no está articulado y en interinfluencia con una economía, una ideología, con grandes medios de comunicación en manos del poder, con toda una estructura jurídica reproductora. Más que una teoría política esto ya es una fantasía. Ese animal no existe.
Nuestra identificación siempre con la lucha de los pueblos que buscan su destino político, con independencia de Estados y partidos burgueses. Contra toda injerencia e intervención imperialista. Afirmamos una vez más: por la autodeterminación del pueblo venezolano y de todos los pueblos.
Bien se sabe ya, en este mundo capitalista, el poder que viene de arriba no es popular. Si el pueblo no ejerce el poder, entonces este no existe verdaderamente en el pueblo.
El Poder Popular se crea todos los días ejerciéndose, si no se ejerce no existe.
El Poder Popular construido como proceso y como dinámica social choca necesariamente con la estructura de privilegios existente. Con una estructura capitalista, toda una institucionalidad reproductora, distintos circuitos ideológicos, una sociedad dividida en clases donde una pequeña minoría oprime y explota a una gran mayoría. Justamente a esa mayoría en la que debe asentarse el Poder Popular.
Queremos remarcar algo. El análisis del arriba, de las políticas gubernamentales, no debe anular un análisis de lo que puede haber transcurrido en el abajo. El mundo “plebeyo” estuvo activo, hizo experiencias, tuvo vivencias que no necesariamente deben ser identificadas con el proceso de los progresismos a nivel de gobierno. ¿Qué pasó en el imaginario de nuestros pueblos en estos más de 15 años? ¿Es el pueblo acaso “un organismo vacío” que no agrega lo propio o aquello que pasa por él sin modificarlo de alguna forma? ¿No se producen determinados procesos de subjetivación? ¿la lucha y la participación no son buenos maestros?
Los pueblos estuvieron activos no solo electoralmente. En todos estos procesos que hubo, en los que participó, seguramente se le incorporaron nuevos elementos, nuevas nociones. Se movilizó, ganó las calles, fue reprimido y asesinado, creyó en propuestas “progresistas”, apoyó electoralmente a gobiernos que le pareció traían la nueva propuesta. Tuvo desengaños políticos y siguió creyendo en necesidades de cambios. Hubo de todo eso y mucho más. Estuvo ahí no solamente como elemento totalmente pasivo. No confundir ni subestimar su actual estado subjetivo.
Ya está planteada una interrogante política para este momento. ¿En qué situación se encuentran hoy lo que queda de esos gobiernos progresistas, están llegando al fin de su camino? ¿Por cuánto tiempo pueden mantener algo de expectativa en los pueblos? ¿Cuál es el grado de descreimiento que ya han cosechado? No es notorio hoy que a esa política que ligeramente podemos decir produjo “desgaste” con su soporte popular, está al acecho para sustituirla una cruda derecha que quiere lo más rápido posible quitar conquistas que en gran medida fueron en última instancia logros populares. Esta situación ya en curso, con todo un avance en corto tiempo, está el ejemplo ya de Brasil y Argentina, nos plantea nuevos problemas. ¿Cómo acomoda su discurso y su práctica social-política la “izquierda” rupturista para no quedar prisionera o inoperante ante esa política por derecha cruda, “restauradora y antipueblo, que hasta aparece a veces operando cínicamente con algo de sutileza y demagogia?
Sí, todo un desafió específico. En la medida que partidos y frentes, y la inmensa mayoría de su militancia, han ido girando hacia el centro y hasta con prácticas que antes se denunciaban como de derecha, en oportunidades con represión ante reclamos populares. Sí, sabemos, no será sencillo la elaboración durante la acción social-política de una línea propia y por izquierda. Línea propia que implica tener claridad en el análisis y saber diferenciar a los distintos sectores y sus distintas políticas, amigos y enemigos, como así también los diferentes procesos político-sociales que se vayan dando; tener rigor en el análisis para evitar caer en “todo es lo mismo”, discurso que puede emparentarse con el de derecha o el escepticismo político. Es un desafío y es la tarea política obligatoria que tenemos por delante.