Hace unos días se publicó este texto en internet. Su autor, Emilio Santiago Muiño, ha sido militante de lo libertario durante muchos años, desde el ghetto profundo hasta los entornos más abiertos. Ahora es director de Medio Ambiente en el ayuntamiento de Móstoles. Su principal ámbito de actuación ha sido todo lo relacionado con el colapso energético y civilizatorio que se nos viene encima.Viejos planes, nuevas estrategias
Se publica a continuación un texto escrito en verano de 2016, unos días antes de comenzar mi actual trabajo como Director de Medio Ambiente de la ciudad de Móstoles, y que hasta hoy se ha movido solo en pequeños círculos de amigos y compañeros activistas cercanos. Se trata de una reflexión necesaria en el plano personal que quizá puede aportar algo a un debate colectivo en marcha: un cierto replanteamiento de la crítica anarquista al Estado, que se viene formulándose en algunos ambientes libertarios (en la imagen la escultura El Quijote de América, en La Habana, símbolo que canta a la necesidad de la desmesura utópica y la mentira existencial en el impulso de los proyectos revolucionarios -fotografía personal, tomada en marzo de 2012-).
https://enfantsperdidos.wordpress.com/2 ... trategias/
Creo que su crítica es dura, pero es inevitable verse reconocido en muchos temas. La autocrítica al anarquismo actual, para mi, es acertada: falta de proyecto, falta de organización coherente, un anti-estatismo alejado de la realidad, una incapacidad de realizar una acción política y social que sea fructífera de forma masiva...
Básicamente el anarquismo más inmiscuido en si mismo ("ghetto") tiene un discurso y una ideología que han fracasado, hemos sufrido (TODAS las ideologías revolucionarias) una derrota histórica y lo que debería tocar es hacer balance, aprender, y dotarse de nuevas perspectivas con toda la experiencia histórica acumulada (dialéctica, vaya). El centrar un discurso político en las sociedades del "estado del bienestar" europeas en la despiadada crítica al Estado es un suicidio político, y te hace compañero de viaje de lo peor del neoliberalismo.
Esto no quita que la estrategia libertaria se centre y fundamente en la construcción de todo un sistema social "desde abajo" y no desde el Estado. Eso no quita que haya otras corrientes políticas más o menos revolucionarias que hagan del Estado un frente de lucha. Creo que ambas estrategias pueden retroalimentarse. Y si pensamos en términos de largo plazo y poniendo la cuestión energética y medioambiental en el centro, la acción inmediata desde el Estado es indispensable, por mucho "que nos joda".