A finales de 2015 tuvo lugar un nuevo ciberdebate sobre "el futuro de la fotovoltaica" y, en general, de las energías renovables, contrastando mensajes optimistas con mensajes pesimistas. El foto de este debate fueron las páginas
The Oil Crash -en castellano- y la del
Grupo de Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid, donde se puede encontrar de un solo golpe
la lista de todos los mensajes.
La cosa empezó con un mensaje de Antonio García - Olivares sobre qué instalaciones harían posible sustituir a nivel de toda la Tierra lo que hoy en día depende de los combustibles fósiles por energías renovables. Aunque Antonio García-Olivares ve factible llevar a cabo esas instalaciones -y, por lo tanto, que la civilización sobreviva al agotamiento de los yacimientos útiles de combustibles fósiles-, lo cierto es que el nivel de las reformas, obras, ocupaciones territoriales y nuevas instalaciones exigidas (especialmente redes informáticas de interconexión entre plantas productoras y demandantes) motiva que otros participantes del debate -Pedro Prieto y Carlos de Castro- se hayan mostrado escépticos y concluyan que el agotamiento de minas y pozos habrá de provocar un gran colapso social.
Tal y como entiendo lo leido, las críticas de Prieto y de Castro se pueden resumir así:
1. Las previsiones de lo que puede rendir la tecnología de explotación de energías renovables no son seguras; en las revistas científicas se pueden encontrar tanto argumentos optimistas como pesimistas, y no hay ninguno que pueda zanjar el debate. Por ejemplo, no hay seguridad de si se puede instalar una red informática con tanta capacidad, no hay seguridad sobre la capacidad de los vehículos eléctricos de gran volumen... Se dan pruebas de que los argumentos optimistas están vinculados con la industria y las clases dominantes.
2. El esfuerzo social y laboral que exige instalar y mantener una red renovable mundial es tan grande que es improbable que la humanidad tenga capacidad y tiempo para afrontarlo.
3. La instalación de la red supone cambios sociales -inevitablemente, una reducción del consumo- y territoriales -ocupación de desierto, expropiación de territorios- que la humanidad no podrá afrontar sin aumentar los conflictos que ya existen.
Estos problemas parecen tan graves a los críticos que invitan a no perder el tiempo en investigar alternativas tecnológicas y/o políticas y a fiarlo todo a una conversión "milagrosa" tipo "revolución holística de las conciencias" -esto es especialmente notable en las intervenciones de Carlos de Castro, que debe creerse que hace una gracia cuando titula su última aportación
¿10 TW de renovables? No, gracias, parodiando el lema del movimiento antinuclear y dando a entender que la apuesta por las renovables es igual de antiecológica que Lemoniz-.
... las propuestas de Antonio García no deben intentarse porque nos llevarían igualmente a un decrecimiento grande pero con menos posibilidades del tipo decrecimiento “ordenado”. En mi caso creo que el decrecimiento ordenado implica también un decrecimiento poblacional que voluntariamente es muy difícil de conseguir... con lo que la biosfera y/o dictaduras regionales se encargarán del tema. Eso significa que la prioridad máxima y única no es la tecnología sino el cambio cultural. En lo que nos presenta Antonio García-Olivares nos pone el ejemplo de Desertec (figura 6 de su primer post) o reconoce que parte de los desiertos de Méjico alimentarían Norteamérica, se olvida de todo el sur del Sahara, se olvida de que dentro de 30 o 40 años Nigeria va a tener más población que todo Europa en su conjunto (salvo colapso-debacle), se olvida de la India y de Sudamérica y del patriarcado (cómo se vuelve al feminismo con molinos de 5MWe?) y de las resistencias de los estados (¿dan los desiertos de Chile para toda la población de América del Sur de 2050? ¿y con qué desarrollo?). No se puede separar las “soluciones” tecnológicas de estas cuestiones porque parecería que Antonio García-Olivares defiende un reparto desigual en un modelo planificado a escala mundial con redes mundiales y sé que no está ni en el pensamiento de Antonio ni en su corazón, pero es, desde mi punto de vista, una contradicción con la que vive... Como sé que nuestro “metabolismo” cultural ha crecido durante más de dos milenios y se ha desarrollado para imponerse en estos últimos siglos, sé también que es inevitable un fuerte descenso (entre las curvas de la permacultura y el colapso Mad Max)... Por tanto, el sistema metabólico energético que vamos a tener es 100% renovable, estilo Mad Max o estilo ecogranja con bajísimos insumos de electricidad (anecdótica) de pequeños molinos para bombear agua, paneles solares para bombas de calor etc. La oportunidad está ahí. La opción de molinos de viento de 5 MW offshore no solo no es viable, es un dispendio de recursos energéticos, materiales, sociales y humanos que frenarían en vez de promocionar el cambio cultural que necesitaríamos para hacer una transición menos dolorosa y menos caótica.
Cuando leo estos sermones, me resulta inevitable pensar en lo resistente que es el virus de la religión del miedo y en cómo se inocula mediante los pretextos más imprevistos, incluyendo los gráficos de dinámica de sistema de los que tanto presume de Castro. Al margen de esto, no tengo muy claro que nadie debamos dar por descontado de qué es capaz o no es capaz la humanidad manteniéndonos en el plano de la teoría, fuera de las acciones cotidianas. No digo que sea fácil llegar a lo que apuesto, porque es difícil, pero hay que tener en cuenta siempre lo que podría dar de sí la tecnología no en el mundo de hoy, sino en una sociedad sin la dictadura del capital en que los medios de producción estuvieran en manos de los trabajadores federados; una posibilidad que los escépticos no contemplan en sus críticas, refugiándose de los problemas sociales en la invocación al decrecimiento cultural y la vida sencilla como el avestruz se protege de los peligros metiendo la cabeza en un agujero para no verlos.
En mi opinión, es más razonable la apuesta que hace Antonio García-Olivares para cerrar el debate:
No. Yo no veo ninguna limitación material insoslayable, hasta que unos 12 TW de potencia secundaria sean renovables. De modo que una transición 100% Energía Renovable como la esbozada es posible y si la conseguimos la vida humana será más cómoda y próspera. ¿Cuál será la principal dificultad para tal transición? En mi opinión, acabar con el crecimiento capitalista antes de que decline la producción de alimentos per cápita, la disponibilidad de agua, y colapse la biodiversidad y el clima. Y luego, vencer la resistencia de las clases privilegiadas y las élites políticas a su servicio para que dejen paso a una economía basada en las cooperativas y las empresas solidarias, desmantelar los grandes oligopolios inútiles, y construir todo el sector planificado que necesitará una economía estacionaria simbiótica.
Todo esto será equivalente a desmantelar el capitalismo y sus valores, lo cual será lo más duro de todo. Y para una tarea tan dura, el contar con una base instalada potente de energía renovable será de gran ayuda en la transición a una sociedad realmente sostenible.
Por lo demás, Prieto, De Castro, Turiel y yo mismo creo que compartimos la idea de que el sistema capitalista es insostenible y es la principal amenaza ahora mismo para que nuestros descendientes puedan tener una vida digna y sostenible. Yo creo que es un acuerdo bastante importante como para andar matándose por quién tiene razón en los detalles. El desacuerdo está en que Prieto y De Castro han llegado a la conclusión de que la inversión en ER a gran escala no resuelve el declive energético y económico a largo plazo y sólo contribuye a detraer esfuerzos del tema principal, que es decrecer lo antes posible; y yo en cambio he llegado a la conclusión de que las renovables sí son capaces de mantener un nivel de industrialización parecido al actual, y podrían ser un gran aliado para evitar un decrecimiento descontrolado.
Como el tema a nivel técnico-científico está lejos de estar resuelto y hay tantas incertidumbres, cualquiera de las dos partes podría estar equivocada, y lo más plausible es que el futuro demostrará que lo están las dos en detalles importantes. Y en esta tesitura, yo creo que lo mejor sería que apoyáramos ambas partes iniciativas que serán beneficiosas incluso si todos estamos equivocados. Es el mismo “principio de precaución” que muchos recomiendan aplicar en las políticas para mitigar el cambio climático.
Apoyar en exclusiva la energía renovable, sin prestar atención al decrecimiento, puede llevarnos a un estado de superpoblación y sobreconsumo de recursos del cual sólo se pueda salir colapsando socialmente, sobre todo si la ER no cumple las expectativas. Apoyar en exclusiva el decrecimiento, sin prestar atención a la ER, puede llevarnos a un declive energético tras el pico de los combustibles fósiles que nos lleve a una economía pre-industrial, a fuentes de energía medievales, y a la desaparición de miles de millones de personas que una economía un poco más industrializada podría haber sostenido con un nivel de vida mejor.
Por ello, mi opinión es que tanto el decrecimiento como la instalación de renovables descentralizadas deberían ser apoyadas por todo el mundo, pues ambos elementos serán una ayuda vital cuando haya que sustituir al capitalismo por un sistema estacionario sin combustibles fósiles. Mi impresión es que un despliegue amplio de renovables, sobre todo fotovoltaica distribuida, en un momento de crisis profunda permitirá que la gente sea más autónoma, menos miserable y menos dependiente de las migajas que les ofrezcan los grandes propietarios para que obedezcan. Y ese empoderamiento mínimo puede ser clave para que el 99% pueda auto-organizarse desde abajo en centros de nucleación alternativos al capitalismo.
Sin unos mínimos existenciales la gente se vende a los poderosos para sobrevivir, por siniestra que sea la situación; con unos mínimos cubiertos desde abajo, unas redes solidarias y cooperativas alternativas al modo de producción dominante y unas fuentes energéticas locales que alimente a esa economía de base, la gente, ya organizada económicamente de forma alternativa, es capaz de auto-organizarse políticamente también. Y esto sí que puede socavar profundamente al capitalismo en un momento de crisis profunda, cuando los poderes económicos dominantes y sus mayordomos políticos estén desconcertados sin saber hacia dónde continuar con los negocios a los que están acostumbrados.