Una revolución, o cambio social, o como se le quiera llamar, debería garantizar que la gente vive mejor, no igual o peor que antes. Porque para quedarme igual, dice el refrán, yo me quedo como estoy. Y si la gente empieza a sufrir cortes de luz, racionamiento y caída de servicios, ni os cuento. Tú le sueltas a mi abuela el "eres libre" en la cola de la panadería, y se mea de la risa.Lebion escribió:Es que no es solución, para mi, la soberanía energética basándonos en el enfoque antitecnológica, eso sería optar por la autarquía total y el plegarse a sí mismo; lo que deja ver la vista y hacer la mano. Es decir, un sistema de supervivencia y no de bienestar social.
El suministro energético entra en ese lote del bienestar social.
Está también el problema de las reparaciones. Ante una expropiación masiva, los intereses de corporaciones, metanacionales pueden resentirse mucho y echar mano de invasiones, bloqueos y demás. Por ejemplo.
Así que esas cosas hay que tenerlas vistas. Lo que ocurre en realidad, es que un cambio social se antoja tan imposible, que quienes lo defienden solo plantean un deseo teórico, y dejan a un lado las implicaciones prácticas.
Hay que levantar mucha organización en el camino, y dejar a un lado muchas diferencias o disputas de tipo doméstico.
Es un fuera de tema.