Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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Comunista integral
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 07 Sep 2008, 17:23

Lo que veo como peligro es que se desvirtúe este hilo manifestándose como una puja entre nacionalismo y anti-nacionalismo.

Porque la discusión en este subforo no es esa. De manera que textos contra el estatismo, el nacionalismo burgués, la xenofobia, y el imperialismo poco aportan al hilo, porque en esas cosas no hay desacuerdo dentro del movimiento libertario.

La divisoria de aguas es qué posición debe tomar el anarquismo frente a la opresión nacional. Está la posición anarco-independentista, que dice que es posible y necesario intervenir de manera libertaria en los conflictos nacionales, y la posición de la ortodoxia anarquista que dice que intervenir en ellos sería hacerle el juego al nacionalismo.

Este tópico debería dedicarse a aportar textos que fundamenten una y otra postura. Pretender fundamentar la posición contraria al independentismo libertario con saludos a la bandera por la unidad internacional de los trabajadores, la lucha contra los Estados, contra el nacionalismo burgués, contra la xenofobia, etc. termina siendo una falacia, porque da a entender que el independentismo libertario se opone a todo ello.
Para todas las ocasiones en que lo amerite (y no son pocas):

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 07 Sep 2008, 18:13

No. Yo no pretendía que este hilo tuviese por referente qué posición debe tomar el anarquismo frente a la opresión nacional. Mi intención era que los textos que se aporten contribuyan de algún modo a esclarecer la relación entre los anarquistas, el concepto de nación y la lucha por la emancipación. Puede parecer lo mismo, pero no lo es. Por otro lado, no sé hasta qué punto tiene sentido hablar de una posición antiindependentista en el anarquismo. Hasta donde yo sé, jamás he visto a nadie cuestionar el derecho a la libre federación ni a la secesión, ni mucho menos oponerse (dentro del movimiento libertario, se entiende).

Saludos.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 07 Sep 2008, 18:19

Ah, yo pensé que este hilo iba en función de las discusiones que se han dado en este subforo, y que iba a ser una herramienta para que esas discusiones se den con más fundamentos.
Para todas las ocasiones en que lo amerite (y no son pocas):

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 07 Sep 2008, 19:48

Desde luego, ése es uno de los objetivos. Pero no pretendo que se quede ahí la cosa, me interesaba que los conocimientos que aquí recopilemos sirvan más allá de los foros.

Digamos que, a mi entender, aclarar qué relación tiene el concepto de nación con el anarquismo y con su lucha por la emancipación sería en todo caso el paso previo para determinar asuntos como qué posición debe tomar el anarquismo ante la cuestión nacional.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 26 Sep 2008, 01:57

Fragmento de la obra Anarquismo y Federalismo, conferencia impartida a principos de los años ochenta por Juan Gómez Casas:
EL FEDERALISMO LIBERTARIO, HOY

Veamos, se trata de un problema actual hoy en algunos países. En España, por ejemplo, donde el regionalismo descendente, que reproduce en las regiones las estructuras unitarias y centralistas y las burocracias estatales, que esta vez y circunstancialmente pueden emplear las lenguas regionales, pero también ciertamente los medios y las técnicas de los Estados unitarios. Existe asimismo una grave oposición entre el nuevo nacionalismo y el federalismo. El problema entre nosotros, los elementos libertarios, es que el nuevo nacionalismo estimulado en España por la represión de que fue objeto durante el franquismo, está siendo defendido también en algunos medios libertarios. Hay compañeros que piensan que la nación es diferente del Estado y que, además, el concepto de nación no va necesariamente unido al de Estado. Se habla de la historia, de la cultura de los pueblos. Nosotros, es decir, la gente que pensamos que ni el federalismo ni el anarquismo tienen nada que ver con el nacionalismo, nos preguntamos: “¿De qué cultura y de qué historia habláis?” Ciertamente el Estado de las Autonomías ha relanzado los debates en España, incluso entre los medios libertarios. Se trata poco más o menos de lo que ocurrió a Proudhon en Francia o en Bélgica con el problema de la unidad italiana. Sabemos que Proudhon había defendido la solución federalista para Italia frente a quienes defendían la solución unitaria, que eran los “progresistas” de este tiempo. Pero Proudhon preveía la marea nacionalista en Europa, primero la del nacionalismo italiano y luego la del nacionalismo alemán. Y no se equivocaba. Considerando la concepción mazziniana, se entrevé ya claramente lo que se puede esperar de la unidad de Italia. “Una nación, nos dice Mazzini, es la asociación de todos los hombres que, agrupados por la lengua, por ciertas condiciones geográficas, o bien por el papel que les ha sido asignado por la historia, reconoce un mismo principio y marcha, bajo el imperio de un derecho unificado, a la conquista de un solo objetivo definido”. Luego Mazzini será todavía más concluyente: “Pero la nacionalidad es también otra cosa. La nacionalidad es la parte que Dios reserva al pueblo en el trabajo humanitario. Es, por supuesto, su misión, la misión que debe realizar en la Tierra para que el pensamiento de Dios pueda realizarse en el mundo”. Ese mesianismo será pronto el imperialismo, porque éste es la fe esotérica de todos los gobiernos, y ya en 1882 (Italia se unifica en 1870) bajo el gobierno Crispi, la nueva nación unificada hace en Eritrea sus primeras demostraciones imperialistas. A partir de ese momento, el proceso se mantiene hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo que la unificación italiana se lleva a cabo la reunificación alemana con Biskmarck, y ésta conduce finalmente al nazismo hitleriano. De manera que Proudhon tenía razón y no debemos olvidar sus experiencias. [...]
Fuente (donde puede consultarse el texto íntegro): http://www.nodo50.org/juventudesanarqui ... ?article13
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 12 Oct 2008, 16:10

Una canción popular muy conocida, titulada ¡Viva la Anarquía!, y que forma parte del famoso Himno Anarquista:

Viva, viva la Anarquía
no más el yugo sufrir,
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.

Oíd, mortales, el grito sagrado
de Anarquía y solidaridad,
oíd el ruido de bombas que estallan
en defensa de la libertad.
El obrero que sufre proclama
la Anarquía, del mundo al través,
coronada su sien de laureles
y a sus planes rendido el burgués.
De los nuevos mártires la gloria
sus verdugos osan envidiar.
La grandeza de anido en sus pechos,
sus palabras hicieron temblar.

Viva, viva la Anarquía...

Al lamento del niño que grita:
"Dame pan, dame pan, dame pan",
le contesta la tierra temblando,
arrojando su lava el volcán.
Guerra a muerte, gritan los obreros,
guerra a muerte al infame burgués,
guerra a muerte, repiten los héroes
de Chicago, París y Jerez.
Desde un polo hasta otro resuena
este grito que al burgués aterra,
y los niños repiten a coro:
"Nuestra patria, burgués, es la tierra"

Viva, viva la Anarquía...
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 13 Nov 2008, 22:14

Iba a seleccionar algunos pasajes, pero me parece que el documento merece una lectura íntegra: Anarquismo y Nacionalismo (escrito y editado por la FIJL de Bilbao en 1998).

Que no engañe el título. Además del nacionalismo entendido en el sentido convencional de lucha por la construcción de un Estado propio, se abordan cuestiones como la identidad nacional y otras que aparecen como temas recurrentes en este foro.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 01 Dic 2008, 17:33

Sacado del Manifiesto de Anselme Bellegarrigue, anarquista individualista francés, socialista y revolucionario. Me refiero concretamente al capítulo La Razón Colectiva Tradicional es una Ficción:
Puesta en estos términos, la cuestión estriba en tener -por encima del socialismo y del inextricable caos en que lo han sumergido los capitostes de las diversas tendencias- el mérito de la claridad y la precisión. Yo soy anárquico, hugonote político y social; lo niego todo, no me afirmo sino a mí mismo; porque la única verdad que me es demostrable material y moralmente, con pruebas sensibles, comprensibles e inteligibles, la sola verdad verdadera, sorprendente, no arbitraria y no sujeta a interpretaciones, soy yo. Yo soy. He aquí un hecho positivo. Todo el resto es abstracto y cae en la X matemática, en lo desconocido: no tengo que ocuparme de ello.

La sociedad consiste esencialmente en una vasta combinación de intereses materiales y personales. El interés colectivo o de Estado -en virtud del cual el dogma, la filosofía y la política reunidas han reclamado hasta hoy la abnegación integral o parcial de los individuos y sus bienes-, es una pura ficción, que en su vestidura teocrática ha servido de base a la fortuna de todos los cleros, desde Aaron hasta el señor Bonaparte. Ese interés imaginario sólo existe en la legislación.

No ha sido cierto nunca ni nunca será cierto, no puede ser cierto que haya sobre la tierra un interés superior al mío, un interés al cual yo deba el sacrificio, siquiera parcial, de mi interés. Si sobre la tierra sólo hay hombres y yo soy un hombre, entonces mi interés es igual al de cualquier otro. Yo no puedo deber más de lo que me es debido; no se me puede dar más que en proporción a lo que doy. Pero no debo nada a quien no me da nada; entonces, no debo nada a esa razón colectiva [...]. ¿Significa esto que quiero negar absolutamente el interés colectivo? Ciertamente, no. Sólo que, al no gustarme hablar en vano, no hablo. Después de haber puesto las bases del interés personal, obro respecto al interés colectivo como debo obrar respecto a la sociedad cuando he introducido al individuo. La sociedad es la consecuencia inevitable de la agregación de individuos; el interés colectivo es, a igual título, una consecuencia providencial y fatal de la agregación de los intereses personales. El interés colectivo sólo se realizará plenamente en la medida en que quede intacto el interés personal; porque, si se entiende por interés colectivo el interés de todos, basta que, en la sociedad, sea dañado el interés de un solo individuo para que inmediatamente el interés colectivo ya no sea más el interés de todos y, en consecuencia, haya dejado de existir.

[...]

Pero dejemos estar esta furiosa y sangrienta ficción y digamos que, dado que el único modo de llegar a obtener el interés colectivo consiste en salvaguardar los intereses personales, queda demostrado y suficientemente probado que lo más importante, en materia de sociabilidad y de economía, es favorecer, ante todo, el interés personal. Por lo tanto, tengo razón al decir que la única verdad social es la verdad natural, es el individuo, soy yo.
Aunque se trata de una obra cuyo ataque está dirigido al Estado, el poder y la autoridad principalmente, creo que el análisis de la razón colectiva en sentido más amplio que puede concluírse del texto de arriba es interesante al hablar del problema de las naciones.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por El Errabundo » 05 Dic 2008, 22:53

Antes de que para algunos la “patria” se conviertiera en la “Máter amantísima”, para otros ni siquiera era una “Máter dolorosa”, una vulgar Medea que complacía en sacrificar a sus hijos..., no, era una simple cizañera, enemiga de todo Individuo, que se complacía en hacer pelear a los humanos y reducirlos a la condición de sanguinarias criaturas. He aquí una muestra que, en esta ocasión, ofrezco integra.

ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES

Protesta del Consejo federal de la Región Española contra la guerra entre Francia y Prusia
Trabajadores:

Otra vez más los tiranos, disponiendo a su antojo de la suerte de los pueblos, han convenido en que éstos se busquen para destruirse.

¿Qué poderoso móvil impulsa a esos gobiernos a conducir a la guerra a los inocentes pueblos?

¿Intentan acaso los trabajadores prusianos apoderarse del fruto de los obreros franceses? ¿Es lo contrario lo que se intenta? No. Napoleón de Francia y Guillermo de Prusia han roto sus relaciones, y no pudiendo o no queriendo venir a un acuerdo se han declarado la guerra.

Pero si dos tiranos se declaran la guerra, ¿quién va a sufrir sus consecuencias, quién va a hacer esa guerra? El pueblo francés y el pueblo prusiano.

¿Luego cuando dos tiranos se disgustan entre sí, los pueblos hacen suyos los sentimientos de sus verdugos?

Y cuando el que oprime al ciudadano francés; cuando el que defiende y legaliza la inicua explotación del obrero francés; cuando el que persigue y encarcela a los trabajadores que en Francia se asocian para sacudir el yugo del capital explotador; cuando ese hombre niega sus simpatías al que en Prusia legaliza la explotación del trabajador prusiano, oprime al ciudadano prusiano y hace que en Prusia sea desconocido el derecho si se trata de trabajadores que desean emanciparse; cuando un francés enemigo del pueblo francés y un prusiano enemigo del pueblo prusiano riñen entre sí, el pueblo francés y el prusiano se aprestan gustosos a hacerse matar por el nombre y gusto de sus mayores enemigos.

¿Con qué poderoso talismán se arrastra a tantos miles de hombres contra sus propios hermanos, en perjuicio de sus intereses y en defensa de sus tiranos?
Con el grito sagrado de la patria.

¡Pues maldita sea la patria!

¡Cien veces maldita esa preocupación!

¡Trabajadores de Prusia y Francia: Aún sería tiempo; aún podríais evitar la guerra dándoos un fraternal abrazo y arrojando al Rhin esas armas que, lejos de constituir vuestra fuerza, son, por el contrario, el más sólido eslabón de vuestra cadena!

¡Trabajadores del mundo, protestemos contra la guerra!

Esa guerra se dirige por ambas partes contra la revolución.

El Consejo federal de la región española de la Asociación Internacional de los

Trabajadores protesta en nombre de todos los de la región y en el suyo propio en contra de esa coalición de los privilegiados contra los intereses de los trabajadores.

¡Viva la paz! ¡Viva el trabajo! ¡Viva la justicia!

Madrid 28 de Julio de 1870.

(El Proletariado Militante, Anselmo Lorenzo)
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

William Godwin

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por El Errabundo » 05 Dic 2008, 23:03

He aquí otra muestra

A LOS TRABAJADORES DE MADRID

LA FIESTA DEL DOS DE MAYO

Trabajadores: No celebremos la fiesta del Dos de Mayo.

Cuando todos los obreros del mundo se tienden fraternalmente la mano a través de los continentes y los mares, pensar en fiestas patrióticas, pensar en la eterna causa de nuestra desunión, es el mayor de los crímenes.

El patriotismo es una idea que tiende a separar a los pueblos entre sí, y a mantener constantemente el odio entre hombres que, siendo hermanos, les hacen creer los tiranos y los explotadores que no lo son, porque se interpone entre ellos el profundo lecho de un río o las elevadas cumbres de una cordillera de montañas.

La idea de patria es una idea mezquina, indigna de la robusta inteligencia de la clase trabajadora. ¡La patria! La patria del obrero es el taller; el taller de los hijos del trabajo es el mundo entero.

Cuando la tierra yacía bajo la dura planta de la barbarie y la ignorancia, la idea de patria era el astro esplendoroso que iluminaba de cuando en cuando aquella larga noche de espesísimas tinieblas. Pero hoy, en los tiempos de las ideas internacionales, la patria no tiene objeto alguno.

El patriotismo ha cumplido su misión; que descanse en paz en el panteón destinado a las ideas del pasado.

Desde que la tribu salvaje y vagabunda de la infancia de la humanidad descendió de la montaña a apoderarse de los frutos de la tribu laboriosa que habitaba la llanura, hasta la época presente, no ha cesado esa larga serie de invasiones que han producido hechos tan memorables como el paso de las Termópilas, la batalla de Roncosvalles, el Dos de Mayo y otros mil actos, en los cuales los vencedores de hoy han sido los vencidos de mañana. ¿Qué nación, qué provincia, qué pueblo, y en el pueblo, qué barrio, qué calle, y en la calle en qué casa no tendrán sus moradores que celebrar un triunfo alcanzado sobre sus vecinos, o llorar una derrota y un martirio ocasionado por los mismos?

Trabajadores: No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que al lado de aquellas tumbas venerandas, cubiertas de laurel y siemprevivas, se levanten amenazadores los ensangrentados espectros de la raza americana sacrificada, destruída inhumanamente, a título de civilización, por nuestros antepasados los conquistadores del Nuevo Mundo. No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que alrededor de aquellos gigantescos cipreses se encuentren vagando las víctimas que el fanatismo de nuestros padres hizo sacrificar en los Países Bajos y en la conquista de Italia. No vayáis al Dos de Mayo, adonde os impulsan a ir nuestros explotadores porque os embriagaréis de odio patriótico contra nuestros hermanos franceses, extranjeros en su patria como nosotros lo somos en la nuestra, gracias a la organización de la presente sociedad. Ellos no tienen la culpa de las víctimas causadas por los planes de un hombre ambicioso y cruel que cruzó por Europa como un meteoro de fuego, no dejando en pos de sí más que lágrimas y sangre.

Todos los habitantes de este planeta que gira en el espacio infinito en unión de un número inconmensurable de mundos, son hermanos. Todas las ideas que se opongan a la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres, son injustas. El patriotismo, que se opone a la fraternidad de los pueblos es, pues, injusto.

Trabajadores: En nombre de la justicia, en nombre de la emancipación de la clase oprimida, en nombre de la Asociación Internacional de los Trabajadores, no celebréis la fiesta del Dos de Mayo.

Por la Sección Internacional de Madrid.

EL COMITÉ.

2 de Mayo de 1871.

(El Proletariado Militante, Anselmo Lorenzo).
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Dic 2008, 00:09

Un poema:

Humanidad

Humanidad, los odios y venganzas
en vano arrojan un clamor de guerra;
que henchida de ilusiones y esperanzas,
tú, por la ruina y el estrago, avanzas
a iluminar y redimir la Tierra.

Sobre la hiel de los rencores viertes
un bálsamo de amor y de piedad,
última diosa de las almas fuertes,
Humanidad.

El miope ser de corazón rastrero
oponga saña y dolor al extranjero,
Patria, feroz y sanguinario mito,
execro yo tu bárbara impiedad;
yo salvo las fronteras, yo repito:

Humanidad.

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Manuel González Prada
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 11 Dic 2008, 15:47

A continuación transcribo un artículo de la época de la Comuna de París, sacado de la prensa española, concretamente del periódico republicano El Pueblo. El texto puede encontrarse en el capítulo El Antipatriotismo, del estudio de José Álvarez Junco La Comuna en España. Si me he decidido a compartir esta información es porque, a pesar de no estar escrita por anarquistas (sino por los más rabiosos enemigos de éstos), a fuerza de criticar se traza una semblanza interesante del sentir de los libertarios de la época, y de su concepción del internacionalismo. No hay que olvidar tampoco que la Comuna no fue un movimiento esencialmente anarquista, que los blanquistas tuvieron también preponderancia. Pero la influencia ácrata fue notable, y sus defensores en España, los Morago, Farga Pellicer y compañía, eran todos libertarios. He respetado absolutamente todo: maquetación, ortografía y expresión.
EL PUEBLO

3 de mayo de 1871

No sabemos si con asombro, con indignación o con pena, o con las tres cosas a la vez, leímos en La Correspondencia de anoche la siguiente noticia:

"La reunión del café Internacional celebrada esta tarde, ha sido una continuación de las conferencias dominicales de San Isidro. Han asistido unas 250 personas que ocupaban el patio del café y piezas contiguas. Dominaba el elemento obrero y simultáneamente el republicano. La tendencia más simpática, a juzgar por el efecto que producían los oradores, era la del cosmopolitismo y la fraternidad entre españoles y franceses, y alguno de los oradores pidió que se enviase una salutación a la "Commune" de París.

En vano los señores Robert y Lafuente, tan republicanos como son, han intentado demostrar que el obelisco del Dos de Mayo no es un padrón de vergüenza para los franceses, ni una excitación a los odios perpetuos entre pueblos vecinos unidos por muchos vínculos, sino un recuerdo de gloria para un pueblo heroico que luchó por su independencia y sus derechos.

Los ciudadanos Morago, Gomis, Lostáu y otros han sostenido lo contrario, han puesto en tela de juicio las glorias de aquella fecha, y alguno ha reducido a la esfera más vulgar el denuedo de Daoíz y Velarde, y se ha combatido toda OBRA DE PATRIOTISMO como sentimiento MEZQUINO E INDIGNO.

A la hora en que dejamos el local, la discusión continuaba bastante acalorada."

Es de advertir que esta reunión había preocupado ya un tanto la opinión de muchas personas.

Dejamos dicho que no sabemos si hemos leído el suelto anterior, o con asombro, o con indignación, o con pena: hemos dicho mal: algo de su contendio no hemos podido menos de verlo con asco, por la sencilla razón de que hiede.

Esos oradores cosmopolitas, que pueden enviar una salutación a la Commune de París, deberían haber empezado por dirigirse a ella y pedirla que derribase el Arco del Triunfo de los Campos Elíseos, lleno de leyendas, no poco mentirosas, que ofenden el noble y legítimo orgullo de casi todas las naciones de Europa, así como también que cuando vaya sobre Versalles (que no irá) haga cubrir con negro crespón todos los cuadros de las galerías bajas de aquel palacio, porque representan, el uno la toma de Breda, el otro la de Lérida, el otro la de Zaragoza, el otro la de Aquisgrán, el otro la de Landau, etc., en términos de no existir una plaza fuerte en Europa que no haya tomado el Ejército francés, mas que haya entrado en ellas como entró en Pamplona, Hostalrich, Tortosa y muchas otras de España, esto es, por la cobarde traición y execrable maldad de Godoy y sus miserables cómplices.

Y dado este primer paso, esos cosmopolitas, que consideran a los héroes del 2 de mayo como unos pobres diablos... incluso Daoíz y Velarde, y juzgan que es un sentimiento mezquino e indigno el patriotismo, deberían dar el segundo, reducido a borrar la historia del pueblo griego y también la del romano, a quienes debemos casi todo lo que tenemos, proscribiendo de la memoria de las gentes los nombres de esos entes despreciables llamados Milciades y Temístocles, Arístides y Leónidas, Apeles y Poliñotos, Praxélites y Zeuxis, Squilos y Eurípides, Zenones, Hipócrates y Tucídides, Ennios y Scipiones, Scévolas y Plautos, Grecos y Canuyelos, Cicerones y Hortensios, Horacios, Virgilios y Varrones [sic].

Y hecho esto y elevada a dogma la condenación del dulce amor patrio, por MEZQUINO E INDIGNO, borren también la brillante historia del pueblo lusitano con el nombre de su cantor inmortal (Camoens) y la no menos brillante del pueblo español con los nombres de sus héroes esclarecidos, que ya deben descender, por obra y gracia de algunos ciudadanos incomparables de La Internacional, a la categoría de reptiles antediluvianos o cosa parecida.

¿Para qué se quieren ya, ni para qué sirven héroes ni hombres ilustres, siendo indigna y mezquina la idea de patriotismo en esta época de La Internacional, en que algunos piden la desaparición de nombres y apellidos, para ser sustituidos con los siguientes distintivos, aplicados a los hombres, cual si éstos fueran sacos de patatas o fardos de géneros del país o ultramarinos, ciudadano número 1005 de la ciudad de Figueras, ciudadano 787 del lugar de Tahilonte, ciudadano 15 de la aldea de Tirteafuera, etc., etc.?

Ésta y no otra es la medida que se debe adoptar, si se ha de concluir con la idea de patriotismo como sentimiento mezquino e indigno.

¡Qué de aberraciones!, ¡qué de extravagancias!, ¡qué de locuras!, ¡qué de criminales pretensiones! ¿Y para esto se reúne La Internacional? ¡Y tienen patria los que así ultrajan y vilipendian el sentimiento acaso más dulce del corazón, el que produce los héroes de Esparta que sucumben en las Termópilas, el que crea los Mucios y los Cócles, el que da al mundo Saguntos y Numancias, el que inmortaliza a Guzmán el Bueno, el que sublima a los dos Artebeldas, el que llena de gloria a Mascareñas delante de Diu, el que nos hace admirar a Palafox y a Álvarez, el que, en fin, alienta para morir contentos y satisfechos a nuestros valientes de la guerra civil en Bilbao, Gandesa, Lucena y mil y mil puntos de esta España idolatrada? ¿Y tienen familia y hogar los que tales despropósitos conciben y hacen oír a otros? ¿Y tienen sentimientos de hombres? ¿Y son, en fin, trabajadores? ¿Lo son?

¡Ah! Por ese camino no se va a ninguna parte más que al descrédito de la hermosa libertad. Eso ni es federalismo, ni internacionalismo, ni nada que merezca la consideración siquiera de los buenos ciudadanos; es simplemente una cosa que repugna a todo hombre de sentido común por la sola razón de que hiede.

Salgan de su indiferencia los buenos ciudadanos para combatir el mal, y pónganse en guardia y luchen con todas sus fuerzas los republicanos unitarios, a quienes principalmente nos dirigimos hoy con estas mal coordinadas líneas, contra las predicaciones atroces y vergonzosas de algunos afiliados a La Internacional, haciendo entender a todo el mundo, que de seguro lo harán en bien del partido, que no hay cosa más santa, más legítima, más dulce y hermosa que el amor de la patria. Dulcis amor patriae.

EUGENIO GARCÍA RUIZ
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ValleKas Libertario
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 22 Feb 2009, 22:13

(A) escribió:
antícrata escribió:ESTADO/NACIÓN
(Un extracto de Por la independencia total y la anarquía sin límites de Ikària, traducido del catalán por el COA -un colectivo antimilitarista anarquista canario- en los 80)
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=11892
El folleto Por la independencia total y la anarquía sin límites fue traducido por el mismo Col.lectiu Ikària ante la demanda de zonas de habla castellana que tenían "dificultades" para leer en catalán su libro, Anarquisme i alliberament nacional, que hace unos años fue reeditado y del que pronto se sacará una nueva edición. Tradujeron algunos capítulos que consideraron fundamentales y se sacó en como folleto y los distribuyeron. Luego, su contenido ha sido reeditado por diversos colectivos, entre ellos también alguno de Canarias.


http://tanekra.net/es/por-la-independen ... ta-edicion

Copio el texto entero con la parte anterior y posterior de lo ke ahi aparece ke tambien es interesante.

POR LA INDEPENDENCIA TOTAL Y LA ANARQUÍA SIN
LÍMITES. Grupo Ikaria


1.- La crisis del Movimiento Libertario

El movimiento libertario está atravesando ahora y aquí una profunda crisis, que es
necesario observar a diferentes niveles.

1.1 El Españolismo

El sentimiento libertario de rechazo al poder, no se ha plasmado en una postura
favorable a la liberación nacional. Diferentes factores han contribuido: la inexistencia de
un trabajo teórico profundo que articulase la liberación nacional dentro de una propuesta
libertaria de lucha global, un excesivo dirigismo ideológico y anquilosamente general,
el miedo a los mitos del “estado catalán” y del “interclasismo”, la confusión obrero –
inmigrante / burgués – catalán, etc, todos estos aspectos serán tratados con más
detenimiento en los siguientes capítulos.
La práctica que se desprende de esto es netamente españolista, es decir, paralela a la del
estado “español”, y se manifiesta a niveles diferentes:
- la reproducción exacta del marco territorial impuesto por el estado, como marco
de lucha y de organización futura
- la utilización casi exclusiva del idioma oficial en la prensa y propaganda
- la aceptación de las ideas de España y de españoles, como cosas naturales
- la indiferencia cuando no menosprecio ante la lucha por la liberación nacional
Esta postura españolista no es, en principio, y esto lo constatamos con tristeza – un
obstáculo para conseguir adeptos entre la clase trabajadora. El independentismo, aquí en
los PPCC, casi no tiene incidencia en el mundo del trabajo (n de t : téngase en cuenta
que este texto es de 1975), a pesar de sus esfuerzos en este sentido. Esto es triste, pero
es necesario ver que si la clase trabajadora no es independentista, actualmente tampoco
es anticapitalista. El obstáculo se produce de cara a unos sectores que analizaremos más
adelante, que son los que en estos momentos llevan todavía un enfrentamiento contra el
poder, y entre los cuales el españolismo es un revulsivo.
Sentimos muy profundamente el españolismo que impregna los medios libertarios, pero
sería un grave error atribuir la crisis a este único motivo

1.2.- Dirigismo ideológico/moral de grupo

¿El anarquismo es una ideología? Esta pregunta se nos hizo en un debate realizado en
radio Venus con compañeros del movimiento libertario.
Hemos hecho una entretenida comparación entre ideología y religión (tomando el
cristianismo como modelo) y hemos descubierto las similitudes siguientes:
- Las dos prometen un cielo donde todos son felices y buenos
- Tienen una jerarquía sacerdotal que aletarga a los creyentes con la promesa de
este cielo.
- Tienen personajes santificados a los que rinden culto
- Se horrorizan ante la “herejía” , como ruptura de su sistema de valores, como
ruptura de la “verdad”
- Mantienen determinados rituales (mitin – misa, manifestación – procesión,
consigna – oración, celebración de determinadas fiestas, adoración de los
líderes, etc)
- Necesitan una masa de fieles a la que puedan atontar con su discurso
- Simbología, martirología, etc ...
Una organización o un movimiento que no esté permanentemente abierto a la
autocrítica, acaba siendo una nueva iglesia. Así, a menudo Marx ha acabado en profeta
de un nuevo mundo paradisiaco, y su obra, en la Biblia que las diferentes sectas –
leninista, maoísta, trotskista, stalinista... – se apresuran a interpretar. Y hace falta añadir
que algo parecido ha pasado dentro del movimiento libertario. Es por esto, que
valoramos muy positivamente cualquier crítica – y sobre todo cualquier práctica –
antidoctrinal, ya sea un hecho tan brutal y maravilloso como el estallido insurreccional
de la Autonomía Operaria en la Italia del 77 (alucinamos a Marx) o el trabajo realizado
por Arco da Vella en Galicia, Askatasuna en Euskadi, o, ahora, por la Coordinadora
Libertaria de los Països Catalans.
De todas formas, y a pesar de la creciente religiosidad del movimiento libertario
queremos reivindicar el anarquismo, por considerarlo algo sustancialmente diferente a
una ideología. En primer lugar, no es obra de un solo autor, sino del resultado de las
diferentes aportaciones de un conjunto heterogéneo de autores. En segundo lugar, no es
un proyecto acabado, sino que por su propia dinámica antiautoritaria es necesariamente
adoctrinal y abierto a las nuevas situaciones. En tercer lugar, a partir de la idea de
anarquía (no-poder) ha dado prioridad a la negación (lucha e insurrección) ante la
afirmación (la sociedad futura). El anarquismo, más que una ideología es una actitud
vital del individuo de rebeldía contra todo poder.
A pesar de todo esto, dentro del movimiento libertario existe un dirigismo ideológico.
Hay una verdad inmutable que todo militante tiene que aceptar. Si un individuo es
suficientemente crítico cómo para dejar de militar para la verdad, y empieza a pensar
por si mismo, será tildado de hereje, de disidente, de revisionista, etc... La más triste
constatación de todo esto la tenemos en la expulsión de la CNT de Euskadi del colectivo
libertario Askatasuna, que definía la liberación nacional e independencia de Euskadi
dentro de una alternativa libertaria y global. Nosotros somos herejes, en el sentido de
rechazar cualquier planteamiento doctrinario, incluida – y esto es básico- una hipotética
doctrina “anarcoindependentista”.
Cuando hemos planteado asumir la liberación nacional desde una perspectiva
anarquista, hemos desencadenado la furia doctrinal de los sacerdotes anarquistas. Si esto
sirve para que salgan de su letargo devocional ya está bastante bien: un movimiento
sólo avanza a partir de herejías. Establecer unas líneas rígidas que tiene que seguir una
idea que quiere liquidar cualquier poder, significa incurrir en una grave contradicción,
dado que establecer este rigidismo no es otra cosa que dictar unos límites, unas
prohibiciones, un nuevo poder. Y cuando una idea empieza a parecerse a una religión,
es que el movimiento que la encarna está en franca descomposición.
Pero de la misma manera que un estado puede perpetuarse gracias al seguidismo de la
masa conformista, este dirigismo ideológico sólo ha sido posible gracias a la pasividad
y alineación de las bases libertarias. Y sobre todo, gracias a la moral del grupo. Por
moral del grupo entendemos la incapacidad crónica de determinados individuos a tener
un criterio propio, y que por tanto puede llegar a ser diferente al criterio del grupo. El
grupo – cualquier grupo- genera unas determinadas pautas de conducta, unos gustos y
preferencias, un vocabulario , forma de vestir, etc. Se establece una relación psicológica
entre amoldarse a él bien y premio (aprobación moral del grupo) y amoldarse mal y
castigo (desaprobación moral del grupo). Resulta desesperante constatar la presencia y
magnitud de estas formas de poder en un movimiento que afirma querer destruir
cualquier poder, especialmente en los años 1976-77 (quizás ahora no tanto porque
somos menos). La “anarcomoda” supuso la adopción de unos rols de conducta
supuestamente libertarios, sin una reflexión previa y propia.
Si con los sacerdotes hemos chocado con la furia doctrinal, con esta especia de
monaguillos el único argumento que hemos encontrado han sido sonrisas, frases hechas
e intentos de apelación al tribunal supremo de la moral del grupo, en intento de justificar
su cretinismo ideológico. Este individuo es débil y se refugia en la moral del grupo,
como el cristiano se ampara en la religión.

1.3.- Falta de perspectivas

El movimiento libertario, ni cuenta con una mínima articulación que dinamice el
proceso revolucionario, ni tiene definidas una estrategia y una táctica anticapitalista a
corto, medio y largo plazo, que aceleren este proceso. En la situación actual, sobreviven
algunos grupos, pero al estar faltos de estas condiciones, su práctica se reduce a una
suma de acciones aisladas perfectamente ineficaces para destruir un estado cada vez
más fuerte. Llegados aquí, el movimiento libertario puede pasar a formar parte de los
mecanismos de asimilación del poder, en tanto que lugar donde aparcar los disidentes,
pero sin un peligro de desestabilización real, dada la militancia vegetativa y testimonial
que se lleva, y el anarquismo puede convertirse en religión, con una doctrina fósil que
pretende tener respuestas para todo, y, sobre todo, que permite soportar la vida con la
promesa de un futuro mejor, convirtiéndose en ambos casos, en práctica inmobilista...
un caso aparte son las CNTs.

1.4.- Los esquemas tradicionales

Las CNTs sí que presentan un proyecto tanto de articulación como de estrategia: el
anarco-sindicalismo. Pero además de su españolismo, cierre doctrinario en general y
conservadurismo de muchos militantes – a niveles como familia, sexualidad, etc –
mantienen los esquemas del siglo XIX: el obrerismo y la definición de la revolución y
del mundo futuro en base al trabajo. No han entendido que los esquemas tradicionales
murieron en Mayo de 1968 y que desde entonces hemos entrado en una dinámica de
lucha totalmente diferente.
El mundo del trabajo ni es el motor de la revolución ni es la base sobre la cual se ha de
definir la sociedad futura (en el comunismo libertario el trabajo es una actividad
marginal). La lucha obrera es sólo uno de los campos de actuación. Es más, en las
sociedades democráticas occidentales, donde el progresivo aburguesamiento de la clase
obrera ha atenuado hasta hacer desparecer la lucha de clases, si exceptuamos los
periódicos reacomodos de los salarios al nivel de consumo – práctica necesaria para el
capitalismo- y donde el estado, a través de sus mecanismos de control (partidos,
sindicatos, televisión, escuela...) es aceptado por la población, la lucha obrera ha
quedado atrás respecto movimientos como el ecologismo, el antimilitarismo, el
movimiento estudiantil, etc...
Por todo esto la vieja oposición clase obrera/burguesía como motor fundamental de la
revolución no sirve, y es necesario introducir un concepto nuevo, el concepto
globalizador del viejo mundo, que se opone a un sector revolucionario nuevo, que tiene
la particularidad de no ser externo al propio viejo mundo. El viejo mundo lo es todo: la
minoría dominante, la izquierda colaboracionista, la masa conformista... Viejo mundo
no es una clase social ni una categoría económica, es una concepción de la vida
resultante de siglos de explotación y de alineación, una concepción compartida
indistintamente por el burgués o por el obrero. Viejo mundo es un concepto que
globaliza una civilización entera. Las diferentes formas de estado representan las
posibles estrategias de este mismo hecho.
Por lo que respecta al nuevo sector revolucionario, ha habido diferentes intentos de
definición. Para el colectivo Askatasuna es el ciudadano trabajador. Esta concepción
todavía está dentro del obrerismo. Para el movimiento provo holandés (1965-1968) es el
provotariado: “la clase obrera ha pasado de ser la vanguardia de la revolución a ser la
retaguardia de la reacción”. “La nueva clase revolucionaria es el provotariado –
formado por los marginados, los estudiantes, los jóvenes descontentos, el lumpen...”. El
error de esta concepción está en creer que todos los estudiantes o todos los marginados
son la vanguardia de la revolución. Es necesario no hacer sistematizaciones, y
especialmente en nuestra área geográfica, donde a pesar del conservadurismo de la clase
trabajadora, pervive entre algunos (pero muy pocos, ¡eh!) sectores obreros aquel clima
anticapitalista que se respiraba años atrás. En última instancia no se tiene que olvidar
que el MIL surgió de aquí. Lo que es necesario desmitificar es el pretendido
revolucionarismo de la clase obrera: el sujeto revolucionario es el individuo. Este
individuo puede ser obrero, pero hasta en ese caso, no definimos su individualidad en
función de la parte de su vida que más desprecia, el trabajo, el salario; o puede ser –
como cada vez es más- un joven descontento, un marginado, etc, pero ninguna de estas
etiquetas es anterior a su realidad de individuo.
La crítica al anarcosindicalismo de hoy se produce por no haber sabido entender el
enorme potencial revolucionario de los numerosos colectivos libertarios de barrio, de
instituto o de facultad, de pueblo, que aparecieron entre 1976-77, y en no haber
dinamizado un proceso de articulación y de colaboración en que CNT fuese la vertiente
obrera de un movimiento libertario global. Y la crítica – que es autocrítica- a los
colectivos libertarios autónomos se centra que delegaron a menudo en CNT este tipo de
iniciativas y no supieron adquirir una dinámica propia. Hoy de todo aquello ya no queda
nada.
El anarcosindicalismo tiene que tener en teoría una actuación a un doble nivel. El
primer lugar a partir de núcleos anarquistas de agitación y propaganda a las empresas. Y
en segundo lugar, dentro de la asamblea general de los trabajadores de la empresa. La
base del movimiento obrero será, consecuentemente, la asamblea, y la tarea del
sindicato, además de la agitación y propaganda, está en colaborar en la resistencia, en la
solidaridad con otros sectores, en la defensa jurídica, etc (en última instancia, la
confederación de sindicatos sería el embrión de la sociedad futura). No obstante, en los
años 1976-77, la CNT se lanzó a una campaña de captación de afiliados, similar a la de
los “sindicatos mayoritarios”, es decir, basada en la masa obrera, no en el individuo
anarquista, basada en la casualidad de los compañeros de empresa que se afilian a la
CNT como se podrían afiliar a CCOO o UGT, no estaba basada en la concienciación. A
partir de aquí, es decir, a partir del “sindicalismo de masas” que no es el núcleo
anarquista de agitación, pero que tampoco es la asamblea de empresa, la CNT cayó en
la contradicción de crear dentro de cada sindicato un núcleo anarquista dirigente que era
el fundador del sindicato, y una masa de afiliados dirigidos por aquél. Esta masa, como
toda masa, no tenía criterios propios, era simple carne de cañón del núcleo dirigente. En
estas condiciones, un hecho como el “caso Scala” significó el inicio de la huída de la
masa afiliada. Se ha querido presentar este caso como un gran montaje para desmantelar
el movimiento libertario, pero en realidad, lo que se jugaba era la credibilidad de la
CNT contra la credibilidad del estado, y quién juzgaba favorablemente a uno u otro era
el grado de imbecilidad de cada espectador; los que éramos anarquistas antes del “caso
Scala” después lo continuamos siendo; los otros eran simple masa alienada y
manipulable, ayer por unos dirigentes, hoy por la televisión.
El anarcosindicalismo no sólo no se ha basado en el individuo nuevo respecto a la masa
afiliada, sino que en muchos casos – no siempre, no obstante – los mismos militantes
parten de unas concepciones progresistas en el aspecto socioeconómico, pero
conservadoras respecto a aspectos como la concepción patriarcal de la familia nuclear,
basada en la autoridad del padre y la sumisión de la mujer y los hijos, en la exaltación
del trabajo, en sus sistemas de valores, al ser fieles del anarquismo, etc. Entendemos
que el comunismo libertario no es sólo un proyecto social y económico, sino un
proyecto integral y liberador, basado en un individuo totalmente nuevo.
El otro gran mito del anarquismo tradicional es la preocupación minoría/mayoría. En el
siglo XIX podía tener un cierto valor referencial plantear la anarquía como una lucha de
liberación de la mayoría contra la minoría dominante. Pero simplemente un valor
referencial. Actualmente, todas las fuerzas políticas intentan legitimar sus propuestas
apoyándose en el mito de la mayoría. Pero, de la misma manera que el anarquismo no es
esencialmente obrerista, tampoco tiene por base la mayoría, sino el individuo. El
comunismo libertario, la anarquía, no es una simple suma de personas iguales, con un
funcionamiento interno progresista, son el resultado asociacionista de una serie de
individuos previamente independientes. El individuo es único, autónomo, irrepetible. El
individuo es un concepto anterior al de sociedad , y por tanto ésta tiene que ser
expresión en aquél. Solamente en la anarquía su pertenencia a una sociedad – o mejor, a
una “asociación”- es permanentemente voluntaria y rescindible. Nada se puede situar
encima suyo. A partir de aquí, el individuo tiene derecho a luchar contra cualquier
forma de dominación, sea ejercida por una minoría o, en última instancia, por una
mayoría. Esta reflexión no es gratuita: el mito de la democracia (mito que será
convenientemente destruido en los capítulos siguientes), juntamente con la creciente
alineación de masas, puede llegar donde no pudo jamás llegar la dictadura militar: a
identificar el estado con la sociedad. Si esto sucede, y en según cuales democracias
occidentales está sucediendo, y la presente desmovilización puede ser una anticipación,
las formas de lucha no asimilables por el poder, a partir de sus partidos y de sus
sindicatos, etc, serán marginadas y posteriormente criminalizadas. Llegados aquí, la
decimonónica dualidad minoría/mayoría pierde todo sentido. (Resulta grotesco observar
las estrategias populistas u obreristas de la izquierda aspirante a parlamentaria, que
vacila entre una postura radical que tenga una mínima coherencia anticapitalista y una
postura moderada que sea atractiva para la masa conformista, a pesar de que haya
dejado de ser anticapitalista). En resumen, a pesar de que es cierto el conformismo de la
mayoría , es producto de la acción de una minoría, que es la realmente dominante, el
mito de la mayoría como argumento de legitimación de posturas ha de desaparecer.
En este punto, sólo tenemos dos opciones: entender el anarquismo como una religión y
esperar su cielo (llegar a la decrepitud física y contemplar retrospectivamente la gloriosa
esterilidad de una vida de militancia) o tomarlo como un punto de salida de una práctica
autónoma, directa e insurreccional, en permanente autocrítica hacia el comunismo
libertario.

2.- ESTADO/NACIÓN

La liberación nacional ha encontrado reticencias entre los medios anarquistas, entre
otros motivos, por la confusión entre los conceptos de Nación y Estado

2.1.- Estado institucional y Estado territorial


La nación y el estado no son sinónimos. Ni tan sólo conceptos complementarios. Por
estado, a parte de otros significados ajenos al tema, entendemos, de un lado, la
institución de gobierno y de administración y, por otro, el territorio en dónde esta
institución ejerce su gobierno y su administración. Está claro que ambos se condicionan
recíprocamente, hasta el punto de que el uno es imprescindible para la continuidad del
otro, pero existe entre ellos una diferencia de composición, que hace falta señalar y
delimitar para poderlos oponer con claridad a la nación.
El Estado institucional, como forma organizada de poder, se desarrolla en el tiempo
tomando diferentes formas como dictadura militar, democracia burguesa, socialismo
estatista, etc (aunque las diferentes formas se reduzcan a esquemas similares: unos
grupos dominantes ejerciendo el poder, unos cuerpos represivos para mantenerlo, una
moneda para pagarlos, un lugar, la escuela, de adoctrinamiento de la moral y
comportamientos del sistema, otros lugares – la prisión y el manicomio- donde aparcar
los diferentes tipos de disidentes, el trabajo como actividad básica y valor supremo, una
legislación al servicio de esa dominación...). En cambio, el Estado territorial se
desarrolla en el espacio geográfico y se ve alterado en su extensión a partir de los
conflictos internacionales, en definitiva, a partir del potencial bélico y financiero del
Estado institucional del que es expresión.
El estado territorial, como resultado geográfico del estado institucional, incluye dentro
suyo y de forma arbitraria, gran cantidad de lugares a menudo diferenciados
poblacionalmente. Incluye toda una serie de individuos y les fuerza a tener un devenir
histórico, social, económico, cultural, etc común al mismo tiempo que los separa, por
medio de las fronteras, del resto de la humanidad.

2.2 Nación/Estado


El individuo engañado, sobre todo, por la escuela y los medios de comunicación, y
seducido por exhibiciones de fuerza o actos de patriotismo (de una “patria” inventada
por el estado), puede llegar a considerar el estado territorial donde ha sido incluido
como una cosa natural y propia de la cual es una parta, hasta el punto de hablar de
“compatriotas” o de “extranjeros” según se viva a uno u otro lado de las fronteras
políticas. El estado, pero, está sometido a cambios que alteran su territorio e incluso que
le hacen desaparecer o que hacen que nazcan otros. Por tanto, esta identificación del
individuo con el estado vendrá delimitada por la capacidad de este a autoperpetuarse. Es
aquí donde radica que sea un gran error confundir el estado con la nación. Por nación
entendemos una comunidad humana que nace de la identificación de un grupo de
individuos entre sí con las tierras en donde viven, identificación que es posible por una
proximidad que permite el contacto y la convivencia y por una capacidad de
comunicación que se concreta en una misma lengua como elemento fundamental para
entenderse.
Mientras el estado se basa en la posesión de unos elementos de poder – un mismo
gobierno, una moneda, un idioma oficial – que por muy comunes que sean a una
población determinada no permiten utilizarlos como elementos definitorios de ésta, sino
más bien como exponentes de su sumisión, la nación se basa en la posesión de unos
factores también comunes a una población, pero expresan su realidad étnica, su
personalidad colectiva.
Desde una perspectiva antiautoritaria resulta inadmisible pensar que el estado configura
una realidad étnica. El estado, incluso un “estado catalán” , siempre ahoga y pone
tapujos a la realidad étnica.
Estado y nación no se corresponden ni conceptualmente ni territorialmente. A menudo
el estado contiene más de una nación o bien una nación se ve repartida entre diversos
estados. Cuando un estado es plurinacional, adopta como idioma oficial y como montaje
cultural en general el de una de las naciones, iniciando así en las otras un proceso de
sustitución de todos aquellos elementos que configuran su taranná (¿?) característico.
Con eso y todo, puede existir una nación y un estado que se correspondan
territorialmente. Esta posible correspondencia no elimina al estado institucional su
carácter de herramienta represiva y alienadora, aunque su acción no la ejerza sobre la
identidad nacional. En este caso, la existencia de aquella nación no se deberá al hecho
de poseer un reconocimiento oficial por parte de los gobiernos, sino a la misma
presencia continuada de unos individuos con unas características propias y comunes.

2.3.Cultura social y cultura étnica

La aparición en el texto del concepto de cultura nos lleva a hacer algunas reflexiones
sobre el tema. Definimos la cultura a un doble nivel: social y étnico.
Referente a la cultura social, oponemos la cultura popular espontánea, libre y creativa a
la cultura oficial, estereotipada desde el poder. La cultura étnica, por otro parte es la
expresión de una nación, desde la lengua hasta todas las otras manifestaciones que la
configuran como comunidad diferenciadora. Dentro del estado plurinacional, y por
causas que analizaremos más adelante, se tiende a oficializar la cultura étnica de una de
las naciones e imponérsela a las otras.
En la lucha por la liberación social y nacional de los PPCC (Paisos Catalans) se produce
una confluencia entre cultura social popular y cultural étnica catalana. Cualquier
iniciativa que no parta de estas premisas esconde nuevas formas de dominación. No
pueden ser válidas ni una cultura catalana conservadora ni una cultura popular
españolizante (ni mucho menos, una cultura conservadora española o francesa, que es lo
que actualmente se da).
No se puede admitir globalmente una cultura étnica sin separar primero aquellos
aspectos que no pueden desarrollar la personalidad del individuo, de aquellos otros que
pertenecen al viejo mundo de la autoridad y el oscurantismo. Esto implica un rechazo a
aspectos como religión, moral, familia, etc, que a pesar de formar parte del bagaje
cultural de una nación a lo largo de los siglos, sólo pueden ser conservados como
recuerdos de otras épocas, pero nunca como una reivindicación para el presente o para
el futuro. Igualmente, no se puede hacer una cultura social popular en la cultura étnica
impuesta. Es hacer un españolismo popular, mucho más peligroso que el oficial al
provenir de fuentes con más credibilidad entre las clases populares

2.4.- Nacionalismo/Estatalismo. La opresión nacional

El estado territorial, como realidad político-administrativa basada en una unidad
violenta y artificial, necesita segregar una ideología patriótica que lo legitime ante la
población. Necesita aparentar una cohesión entre los diferentes territorios que lo
componen. Distinguimos aquí dos tipos de nacionalismo, el que se basa en el estado y el
que se basa en la nación.
El nacionalismo estatalista se convierte en la ideología del estado, cumpliendo dos
funciones: eliminar cualquier rastro de conciencia diferencial entre las dos naciones
sometidas por aquél, con la finalidad de evitar cualquier intento de secesión y por tanto
el fraccionamiento de su poder, y de otra parte, como elemento de superación de los
antagonismos sociales – con cualquier pretexto patriótico- es decir, como consolidación
de un orden social clasista.
El nacionalismo estatalista, o mejor, el estatalismo, como exaltación irracional de la
patria estatal, toma formas agresivas cuando ve la continuidad de la “patria” en peligro,
siendo así un obstáculo a la solidaridad internacionalista. El españolismo y el
francesismo son dos ejemplos palpables de estatalismo.
De la incidencia del estado sobre la nación, intentando sustituir a esta, proviene lo que
llamamos opresión nacional. La incomprensión de este hecho es uno de los principales
motivos de la indiferencia de los anarquistas ante la lucha de liberación nacional. La
opresión nacional se manifiesta en dos niveles. De un lado en un nivel directo, con la
ocupación militar, con la imposición de divisiones administrativas aberrantes – hasta el
punto de partir por el medio la nación por frontera de estados – con una represión
abierta o camuflada sobre las manifestaciones lingüísticas y culturales, la sustitución de
estas manifestaciones por las oficiales del estado, la uniformización general, la
persecución de los luchadores o de cualquier individuo que se cuestione la unidad, la
paz, el orden del estado, etc. Y de otro lado en un nivel indirecto , de una forma más
peligrosa, con la alineación de la población a partir de la introducción sistemática del
estatalismo. El reconocimiento y admisión de la patria estatal, en tanto que ejercicio
mental castrador, sirve al estado como agente de despersonalización, de anulación de la
capacidad de razonamiento del individuo y por tanto contribuye a perpetuar y consolidar
el sistema.
Así mismo, el nacionalismo que toma como base la nación intenta superar este
alineamiento y redescubrir la identidad nacional. En este sentido y unido a una práctica
anticapitalista puede llegar a ser un factor progresista, e incluso como un factor de
desestabilización del estado central. Ahora bien, en manos de una burguesía local que
quiere un estado propio para asegurarse su peso financiero y comercial, etc, llega a ser
tan nefasto como el nacionalismo estatalista.

2.5.- ESTATALISMO ANARQUISTA Y ESTATISMO INDEPENDENTISTA

Tanto los anarquistas como los (otros) independentistas no han concebido la liberación
nacional fuera del Estado. Esto ha llevado a los primeros a no asumir esta liberación por
tener miedo de estar potenciando un nuevo Estado, y a los segundos, a reivindicar este
Estado como única forma de liberación nacional. Esto les ha llegado a una limitación en
su actual lucha contra el estado español: en el anarquismo, en tanto que lo reproduce en
su extensión territorial, aceptando el nombre y gentilicio y tomándolo como marco de
lucha en el presente y como unidad de organización en el futuro, y en el
independentismo, en tanto que lo reproduce en sus esquemas represivos (ejército,
policía, prisión, juzgado, manicomio, escuela, fábrica, ciudad...) aunque no la ejerza
sobre la identidad nacional o las disfrace de socialismo.
El estatalismo de los anarquistas y el estatismo de los (otros) independentistas suponen
un lastre conservador que los dos movimientos actualmente más radicales llevan encima
desde hace demasiado tiempo, y que han de superar definitivamente. La necesaria
síntesis entre anarquismo e independentismo supone la liquidación del estado en
cualquiera de sus acepciones.
En el caso del anarquismo, la incomprensión no se limita a los términos en que
planteamos la liberación nacional, sino que es un problema mucho más de fondo. Se
puede hablar de un auténtico nacionalismo estatalista. Sus tímidas propuestas de
federalismo (donde siempre reproduce este estado: federalismo de los pueblos de
España, o, todavía peor, el sueño imperial español: “federalismo ibérico”) unidas a su
persistente utilización del idioma impuesto, en prensa y propagandas, han acabado por
convertirlo en un movimiento sospechoso de españolismo. Hablar (y por tanto aceptar)
de “España” y de “españoles” supone asumir esa ficción nacional como algo propio.
Han matado al Estado, pero continúan siendo españoles.

3.- LIBERACIÓN NACIONAL

3.1.- La actitud de los anarquistas

En el planteamiento libertario tradicional, la lucha por la liberación nacional no tiene
que ser asumida porque responde a una iniciativa burguesa y, como tal, significa
enfrentar el proletariado de diversas comunidades nacionales e, implícitamente,
favorece a las burguesías locales, “nacionales”.
A partir de la confusión entre Estado y Nación, concibe cualquier proyecto de liberación
nacional como la reproducción de los esquemas administrativo represivos del estado
central, y, por tanto, lo rechaza. A menudo con frases como “nuestra patria es el mundo
“ se ha dado por solucionado el tema.
En el primer capítulo ya se ha examinado el españolismo dentro del movimiento
libertario. Pero seguramente el error más cínico ha sido plantear la liberación nacional
como un obstáculo para una liberación internacional. No se puede concebir ésta sin la
liberación previa de cada una de las unidades más pequeñas. Se ha confundido el
internacionalismo, el cual se ha de basar en la solidaridad entre las comunidades
nacionales, con un interestatismo, el cuál reproduce fielmente el marco territorial, el
marco patriótico del estado. Cuando un movimiento ha llegado a ser estatalista es que
lleva dentro un proyecto que tiene que ver con el estado; estatalismo y estatismo son dos
ideologías de un mismo estado.
En estos momentos, es necesario recuperar la liberación nacional desde una perspectiva
libertaria. Es erróneo pensar que esta liberación va a favorecer necesariamente a la
burguesía, que crea nuevas fronteras, un nuevo estado, que enfrenta al proletariado... En
este capítulo intentaremos perfilar las bases de una propuesta libertaria y global, que
contemple la liberación nacional como un punto más.

ValleKas Libertario
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 22 Feb 2009, 22:14

3.2.- La actitud de los independentistas

Para el independentismo de izquierdas, que sufre también la confusión entre estado y
nación, la liberación nacional sólo se puede concretar en la creación de un nuevo estado,
que oponga un nuevo aparato administrativo-represivo al del estado central. La
obtención de este “estado catalán”, ni que sea “socialista”, no es una reafirmación
popular ante el poder. No existe un “estado propio”, ni desde una perspectiva nacional
ni desde una perspectiva social. La institución estado existe siempre por encima y contra
la población que gobierna. Cualquier estado es siempre el apartado de unos grupos
dominantes. Los diferentes estados pueden ejercer su dominación sobre diferentes
territorios, o en nombre de diversas ideologías y clases, pero éste es el aspecto externo
del poder. Incluso podría existir un estado que territorialmente se correspondiese
exactamente con los Països Catalans, pero sería ésta una correspondencia puramente
formal: la dominación revestiría diferentes formas y sería ejercida por otros grupos
sociales, pero esencialmente continuaría siendo la misma.
La idea de independencia, con todo el contenido ruptural liberador que puede tener, se
ve así ahogada por la idea de estado.

3.3.- Independencia y anarquía.


La idea de que la independencia sólo es posible a partir de la creación de un nuevo
estado es falsa. Es más, la creación de un estado no es independencia. El estado es
siempre un fenómeno administrativo-represivo, un fenómeno jurídico e institucional
creado para someter a la población. No ha existido nunca un estado que fuese la libre
expresión de la población, esto significaría que ha perdido sus atribuciones hasta tal
punto que ha dejado de ser estado. La nación, en cambio, es un fenómeno poblacional.
Por todo esto, la obtención de un estado “catalán” no es indiferente, porque continuará
siendo un fenómeno institucional.
El estado propio, el “estado catalán”, el “estado socialista de los Països Catalans”, son
tan solo diferentes variantes administrativo represivas, pero nunca un fenómeno
poblacional.
La independencia es la ruptura con toda la forma de dominación, la no delegación de la
propia capacidad de decisión y actuación. Es por eso que la independencia es
esencialmente individual, antes que nacional, y, por descontado, mucho antes que
estatal. Tomamos al individuo cómo base de un proyecto federativo que vaya
articulando libremente las diferentes unidades poblacionales (comuna, comarca,
región...) a partir de la previa independencia de las unidades más pequeñas. Esta es una
independencia total, porque va hasta el final, hasta el individuo. Llegados a este punto,
coincide con la anarquía. Pero se diferencia del proyecto anarquista y del
independentista en que no parte de modelos estereotipados, como “federalismo de los
pueblos de España”, “federalismo ibérico” o “reunificación de los Països Catalans”,
sino que considera que la federación es el resultado de unas necesidades y aspiraciones
colectivas, que se expresan libremente de forma espontánea y que reviste múltiples
ramificaciones.
Los Països Catalans no son para nosotros un marco patriótico (estatalista) obligado. Son
una propuesta hecha a partir de unos lazos étnico lingüísticos. Contra el proyecto
militarista de reunificación, oponemos el de libre federación.
En la propuesta anarcoindependentista, la independencia de los Països Catalans se
entiende como una suma de las previas independencias regional, comarcal, comunal e
individual. Oponemos la confederación al estado. La confederación surge como una
forma de asociar fuerzas ante un objetivo común, ya sea la defensa de la insurrección, el
asegurar suministros, etc... Pero se diferencia del estado en que es la asamblea la que
toma los acuerdos, las comisiones encargadas de realizarlos son constantemente
revocables... y sobre todo en que cada una de las partes, desde el individuo, puede
abandonar la asociación cuando esta ya no le interese.
La nuestra es una propuesta comunista libertaria y ecologista radical.
Utilizamos deliberadamente la palabra “comunismo”. El comunismo libertario o
comunismo anarquista es la aportación que hace al anarquismo P.Kropotkin y que
diferenciamos del socialismo libertario o anarcocolectivismo de M.Bakunin. En
términos estrictamente socioeconómicos, mientras el segundo pregoniza la propiedad
común de los medios de producción y la participación de todos en la producción a
cambio de una retribución proporcional al trabajo realizado, el primero considera esta
retribución como un nuevo salario y pide llevar el comunismo no sólo a la producción
sino también al consumo de los bienes producidos, a partir del comunismo de la
abundancia y del apoyo mutuo. ¡Alucinamos a Kropotkin!. Si a finales del s.XIX el
desarrollo tecnológico ya permitía hablar del comunismo de la abundancia, actualmente
no sólo es posible esto sino convertir el trabajo en una actividad marginal. A partir de
aquí, la idea del comunismo toma una nueva dimensión, que representa una revolución
integral que afecta a todos los aspectos de la vida.
El marxismo, en cambio, habla del estado socialista cómo paso previo al comunismo.
Las experiencias históricas, con eso y todo, demuestran de sobra que el poder no es un
medio sino un fin en sí mismo. El estado socialista se ha convertido en una de las
formas de dominación más represivas y anuladoras que nunca se hayan concebido.
Existe entre las bases del independentismo catalán un cierto recelo sobre la idea de
“estado socialista de los Països Catalans” en la medida que no sea nada parecido al
bolchevismo totalitario. Se habla de un “socialismo diferente”, de la “revolución según
la realidad catalana”. Hay, pero, oposiciones como federalismo/centralismo,
asambleísmo/poder, autogestión/estatalización, etc, que no admiten un punto medio.
Y ecologismo radical, porque el capitalismo ya no es únicamente unas determinadas
relaciones socioeconómicas, sino una concepción globalizadora que afecta a toda la
actividad. La categoría de “institución penitenciaria” se ha apoderado de la sociedad. La
escuela, la fábrica, la misma ciudad, son cárceles ampliadas. Una insurrección
anticapitalista no se puede limitar a cambiar las relaciones socioeconómicas. “Nos
basamos en el inagotable espíritu de destrucción y de anihilación que es fuente eterna de
nueva vida. La alegría que ofrece la destrucción es una alegría creativa”. La sustitución
de la ciudad por el bosque, del trabajo por la afición, la demolición de las diferentes
instituciones penitenciarias, la liberación de los animales del zoo, la liquidación de los
cuerpos represivos... una revolución que cambie integralmente la vida cotidiana.
El ecologismo radical no es únicamente una propuesta antinuclear y de defensa del
medio ambiente. Si bajo el delirio productivista del capitalismo, un urbanismo aberrante
ha ocupado la tierra, creando entre cemento y cemento “zonas verdes”, con nuestro
delirio, el bosque reocupa la tierra, creando entre verde y verde “zonas industriales”. La
comuna ecológica y autogestionaria sustituye la ciudad y la fábrica. La comuna, basada
en el asambleísmo y en el comunismo libertario, de un alcance muy superior al
meramente económico, y en el que el individuo es el eje principal. Las comunas y su
confederación sustituyen y niegan al estado.
La anarquía, sin embargo, ha dejado ver “el cielo”. La anarquía que puede surgir de las
ruinas del viejo mundo, tiene grandes limitaciones, como lo demuestran diferentes
experiencias históricas. La anarquía es un nuevo punto de salida. Será indefinidamente
un nuevo punto de salida porque no creemos en la necesidad de un cielo estable y sí en
el encanto de la utopía. Y la anarquía ha dejado de definirse como una situación que
ocupa un espacio y un tiempo, para conquistar nuevas áreas de carácter individual, que
se plasman en el absentismo, el sabotaje, la expropiación, la provocación y el
contrapoder, la alegría de ser disidente, el desprecio a las diversiones del sistema...

3.4.- El derecho a la secesión

El derecho de secesión, el derecho a “formar o no formar parte” de alguna cosa, es el
más elemental. Los diferentes derechos han de basarse en la validez de la soberanía que
queremos defender.
La secesión aparece como la ruptura de unas relaciones de dependencia indeseadas, por
parte de una unidad más pequeña respecto a una unidad más grande.
En el planteamiento independentista tradicional, el derecho a la secesión nacional
aparece a partir de la negación de la soberanía estatal. Se considera a la comunidad
nacional sometida, con una entidad propia, diferente, única, y que, cómo tal, es legítima
su secesión, la desobediencia a los dictados de la entidad más grande. Este derecho a la
secesión se plasma en una voluntad de independencia que es limitada en un doble
sentido.
En primer lugar, no se atreve a decir abiertamente que plantear el derecho de una
entidad más pequeña a autoadministrarse respecto a una entidad más grande, es un
derecho elemental anterior a la democracia, a la cual no se atreve a combatir
frontalmente, alucinada como se encuentra por los nuevos mitos con los que el estado
capitalista español se autoperpetua. Nosotros oponemos acracia a democracia. En la
democracia – no sólo en la democracia burguesa, sino en todo el planteamiento
democrático – la sociedad o reunión de individuos que han de regir según el principio
de la mayoría, existe anteriormente a los individuos que la componen (sea esta el marco
territorial del estado español o el que sea), negando de buen principio su derecho a
“formar o no formar parte”, a salirse cuando quieran, forzándolos de esta manera a tener
un devenir común y a obedecer a los dictados de una entidad – la mayoría – que es
conceptualmente posterior a ellos mismos y que solamente podría empezar a tener un
poco de sentido si fuese el resultado de una libre asociación. En la acracia, en cambio,
los individuos tienen una existencia propia y anterior a la sociedad que no es otra cosa
que esa libre asociación de individuos independientes, que pueden adoptar un
mecanismo de funcionamiento interno o no, pero en el que cada uno puede optar a
rescindir su parte de la asociación, puede decidir “no formar parte”.
La limitación en este sentido del independentismo tradicional es que después de haber
negado la validez de la “soberanía nacional” del estado central, basa en una mayoría
forzada (la “prisión de pueblos”) únicamente le opone otra “soberanía nacional”, la del
estado de los Països Catalans, creada a partir de la idea de ser nación de ser una entidad
propia, diferente y única, anterior al estado español, pero no sabe llevar la negación
hasta el principio, hasta reconocer el primer escalón con entidad propia, diferente y
única: el individuo. No reconocer previamente la individualidad provoca que la suya
sea una independencia limitada, una independencia entre diferentes soberanías
nacionales, impregnadas ambas de estatalismo-patriotismo (un marco territorial
obligado) y de estatismo (una similar institución administrativo – represiva) pero que
nunca sea un hecho liberador.
Y la segunda gran limitación, derivada íntimamente de la primera, es que concreta su
derecho a la secesión en la edificación de un nuevo estado. Una vez más, la confusión
entre estado y nación hace que se presente el fenómeno institucional como una solución
al fenómeno poblacional. Como ya se vio antes, el mito del “estado propio” es falso. El
estado siempre será el instrumento de las clases dominantes sobre la población, sea el
que sea su marco territorial de actuación, su ideología, la clase en el poder, etc... y la
población no podrá jamás llegar a identificarse y fusionarse con un estado propio o no
propio, porque esto significaría que este se ha disuelto en tanto que estado. Es por esto
que el derecho a la secesión de los (otros) independentistas, en última instancia, no
afecta en nada esencial al individuo: su estado podrá no ejercer la dominación sobre la
identidad nacional, pero reprimirá igualmente las áreas de decisión y de actuación
individual, que son anteriores a la nación y negadoras del estado. Sólo a partir de oponer
la confederación al estado se puede llegar a una INDEPENDENCIA TOTAL y a una
ANARQUÍA SIN LÍMITES, se puede llegar a llevar el derecho de secesión al primer
eslabón, al individuo.
Una vez reconocido el carácter propio, diferente y único de todo individuo y a partir de
aquí, su derecho a la secesión, a “no formar parte” , se puede comenzar a construir una
asociación, ya sea el municipio libre, la comarca, o la confederación de comunas
autogestionarias de los Països Catalans.

3.5.- Independentismo mejor que nacionalismo

Optar por el término “independentismo” en lugar del de “nacionalismo” responde a
diversos criterios. En principio, no consideramos el nacionalismo necesariamente
opuesto al internacionalismo. De hecho, el segundo sólo se puede entender – ni que sea
etimológicamente – como una ampliación del primero. La exaltación de la propia
nación no es un obstáculo para la exaltación de las otras naciones, aunque nuestro
objetivo no es exaltar nada, sino liberar algo que se encuentra reprimido. Todo y con
eso, no defendemos el fenómeno “nación” en bloque, porque en tanto que fenómeno
poblacional, presenta dentro suyo todas las contradicciones de las sociedades clasistas.
En el capítulo 2º hemos opuesto cultura popular a cultura burguesa, teniendo en cuenta
que ambas pueden ser “catalanas”, y además, aquí oponemos el individuo disidente al
viejo mundo, teniendo presente que también ambos pueden ser “catalanes”. Además,
dado el peso que tiene la burguesía catalana dentro del estado español, el viejo mundo
“catalán” es muy grande, y nuestro antagonismo social con ella lo suficientemente
pronunciado, como para que nos distanciemos del “nacionalismo” y nos acerquemos al
concepto de “independentismo”, entendido en su contenido más ruptural y más de
autoafirmación del poder.
Hablar de naciones opresoras y de naciones oprimidas es una falacia. Existe una
opresión nacional que se manifiesta desde la marginación del idioma hasta la
interiorización de un patriotismo estatalista, pero es erróneo globalizar toda la
comunidad nacional como opresora u oprimida. Dentro de cada comunidad nacional
existe un antagonismo social, de tal manera que el estado central no es la expresión de
la supremacía de una nación sobre las otras, sino que es el instrumento de todas las
clases dominantes que se encuentran dentro del estado, para mantener su dominación
social.
La perpetuación del estado español no se debe al mito de “Madrid” o a una hipotética
“clase dominante española”. Se debe a una alianza entre las diferentes clases
dominantes (burgués catalán, terrateniente andaluz...) que son las auténticas
inspiradoras del estado y las responsables del colonialismo interior.
La burguesía catalana no es la víctima del estado español, sino uno de sus puntales más
firmes. Es por ello, y no únicamente desde una perspectiva de revolución social sino
también de liberación nacional que nuestro enemigo prioritario es la burguesía catalana.
En este contexto, el papel jugado por el regionalismo burgués en el paso del
capitalismo-fascista al capitalismo-democrático es paralelo al jugado por la izquierda
parlamentaria y la izquierda aspirante a parlamentaria. Es decir, a partir de la exaltación
de algunos aspectos folclóricos o puramente nominales de la realidad catalana, ha
absorbido a un importante sector de la masa media conformista (“clases populares”, etc)
y ha canalizado su descontento hacia “una participación catalana dentro de España”.
El regionalismo burgués se ha revestido de nacionalismo y toda una colección de
escritores y políticos demagogos con acceso a la prensa y a los medios de comunicación
nos ha bombardeado y escopeteado con declaraciones de defensa de Catalunya, “somos
una nación”, etc. Bajo toda la fraseología, no obstante, hay lo mismo de siempre: el
autonomismo como solución para la continuidad de “España”, la exaltación regional
como superación del antagonismo social, la fragmentación de los Països Catalans... la
burguesía catalana, como toda burguesía, tiene por ideología el capitalismo, nunca la
nación. Si en un momento dado le puede ser útil fingir que tiene por ideología la nación,
lo hace. Pero lo hace mezquinamente: no tiene ni el empuje de las burguesías liberales
europeas del s. XIX que reclamaban la separación política; la burguesía catalana es
españolista. Los diputados y senadores regionalistas resumen muy bien esta postura en
un manifiesto realizado el año 1909, ante los hechos de la Semana Trágica (106
muertos, 1725 procesos militares, 5 penas de muerte ejecutadas): “Cómo ciudadanos de
un país en que las instituciones representativas abren el camino a la ordenada
manifestación de la voluntad y de los sentimientos populares, como catalanes
enamorados de nuestra tierra, condenamos la violencia contra las personas y contra las
propiedades para mayor irrisión en nombre del pacifismo... protestamos que se haya
elegido para perpetrar estos atentados el momento en que nuestro ejército lucha
heroicamente para sostener en una campaña exterior, la dignidad y el futuro de España”
(1). La burguesía regionalista, con una mano adula el electorado local y con la otra al
gobierno central. Observad como después del 23-F, el presidente de la Generalitat Jordi
Pujol ponía especial énfasis en reafirmar la españolidad de Catalunya, en sus discursos
por otras “comunidades autónomas”
(1) Manifiesto de senadores y diputados regionalistas, “Nuestra protesta”, en el
Correo Catalán de 19-08-1909

3.6.- La liberación nacional en una perspectiva marxista.

Examinando la obra de Karl Marx referente a la liberación nacional, observamos que no
llega nunca a una formulación teórica genérica sobre el tema, sino que su opción gira
siempre en torno a la situación concreta de cada nación. Esto se deriva de su idea sobre
la evolución histórica. La Europa de mediados del s.XIX se debate todavía entre las
pervivencias del régimen feudal y el ascenso del capitalismo. Marx considera que en los
países más “atrasados”, el ascenso de una burguesía liberal, democrática y nacionalista
es positivo, primero porque liquida el régimen señorial anterior, y segundo, porque
sienta las bases de un capitalismo industrial en el que se desarrollará el proletariado,
condición necesaria para llegar al socialismo, a partir de su dictadura de clases y de aquí
al comunismo. Es en este contexto de la necesidad de pasar por el “purgatorio”
capitalista para llegar al socialismo y al comunismo, que es necesario ver la posición de
Marx ante las numerosas reivindicaciones naciones que se presentan durante el s. XIX.
Para Marx, la liberación nacional no tiene un derecho propio, la subordina a la
liberación social. Es decir, si una reivindicación nacional coincide con una burguesía
progresista que reclama libertades democráticas a un estado central “atrasado”, entonces
la reivindicación nacional si que merece ser defendida. Ahora bien, si el “atrasado” es el
pueblo que reclama la libertad nacional, entonces su reivindicación no tiene que ser
defendida.
Marx ataca las pretensiones de liberación nacional de los pueblos eslavos respecto al
imperio austro-húngaro, ya que son pueblos “atrasados” y su victoria es un paso atrás en
la lógica materialista (ascenso de la burguesía, formación del proletariado, etc...) y
además, favorecería la situación de Rusia (despotismo zarista) en la Europa Oriental. En
cambio, sufre un furibundo pangermanismo. Marx observaba en la Alemania de los
años 1870 uno de los países en la vanguardia de la revolución socialista: se ha cumplido
la unificación política y económica, existe una acelerada industrialización con la
consiguiente formación de proletariado, este proletariado se ha dotado de
organizaciones de clase, etc... Cree que la “germanización”, es decir, la asimilación
alemana de los pueblos eslavos, les sacará de su situación de retraso y les llevará hacia
el camino del socialismo.
En las interpretaciones historiográficas anarquistas del s.XIX, en cambio, sobre todo los
trabajos de Kropotkin y de los hermanos Reclus, el paso al comunismo, a la anarquía, se
puede hacer desde cualquier situación histórica, sin necesidad de pasar períodos de
transición. Esto comporta otra visión del hecho nacional. En los países precapitalistas
no será necesario importar ningún modelo revolucionario foráneo – no hay una “misión
civilizadora” – sino que será el campesinado el sujeto revolucionario. Esta visión del
“siempre es el momento oportuno” hace que implícitamente se reconozca la
especificidad de cada lugar y de cada situación (paneslavismo de Bakunin). Es conocida
la afirmación de este autor: “el estado no es la patria, es la abstracción, la ficción
metafísica, mística, política, jurídica de la patria. Las masas populares de todos los
países aman profundamente su patria; pero éste es un amor real, natural. No se trata de
una idea: se trata de un hecho ... Por esto, me siento francamente y constantemente el
patriota de todas las patrias oprimidas”.
Ahora bien, también es conocida la afirmación de Marx: “un pueblo que oprime a otros
pueblos no será nunca libre” (1870). Lo que es necesario observar es qué práctica se
desprende en cada caso.
Marx , atrapado en su lógica, sacrifica cualquier cuestión pendiente al triunfo final del
comunismo. Un exceso de “ciencia” le ha convertido en reaccionario. Ignorar qué es la
opresión nacional, ignorar el derecho de secesión, el derecho a mantener el carácter
único, autónomo e irrepetible de cualquier identidad, sea individual o nacional,
supeditar una (de otra parte inexistente) liberación nacional basada en la edificación de
un nuevo estado burgués, a frías elucubraciones de laboratorio sobre si acelera o hace
retroceder la marcha imparable de la historia... todo eso hace de Marx un perfecto
desconocedor de los contenidos liberadores que puede llegar a tener el comunismo. En
el comunismo – entendemos por este la sociedad autogestionaria en que el estado se ha
extinguido – los individuos reafirman y potencian al máximo todos los aspectos de su
personalidad, contrariamente a los sistemas anteriores, en que un grupo dominante,
organizado en forma de estado, reprime o tergiversa de estos aspectos a fin de perpetuar
su dominación. No creemos en un comunismo estereotipado, que ha perdido toda su
autenticidad en la gestación en el laboratorio, sino en un comunismo, o mejor todavía,
en una anarquía como práctica constante y como actividad vital. Cuando Marx justifica
la desaparición de pueblos eslavos “atrasados” para ser germanizados, o cuando justifica
la penetración colonial del capitalismo británico en la India, porque eliminará el
despotismo oriental y acelerará las fases de formación de una burguesía y,
posteriormente, de un proletariado revolucionario, no está pregonando un comunismo
liberador sino una monstruosidad totalitaria, a la cual los individuos llegan después de
haber perdido una importante parte de su personalidad: la identidad nacional.
(Aquí dejamos este apartado para no hacernos demasiado rollo, si alguien tiene un
inusitado interés (masocas hay en todos los lados) (n de t: esto forma parte del texto
original, pero desconozco como se podría contactar hoy en día con los autores del
mismo) que se ponga en contacto con nosotros). Amén.

4.- ESTADO: NI ESPAÑOL NI CATALÁN

4.1.- Contra el “estado socialista” de los Países Catalanes


Los grupos que actualmente se reclaman favorables a la independencia de los Países
Catalanes, desde una perspectiva marxista, si que han llegado a una formulación teórica
sobre la independencia en la cual la liberación social y nacional son simultáneas. Esta
formulación se plasma en el llamado “estado socialista de los Países Catalanes”. La
actitud de denuncia llevada por el movimiento libertario no nos sirve porque a pesar de
denunciar el estado socialista no ha sido capaz de dar ninguna alternativa de liberación
nacional. Una de las principales utilidades del presente trabajo es la de realizar una
crítica al citado estado desde una perspectiva anarquista pero al unísono
independentista.
Todo estado socialista es, en realidad, capitalismo de estado. El sector que se apropió de
la revolución, encuadrándola en sus esquemas de partido, necesitó el apoyo de un
amplio movimiento social que abarca a la mayoría de la población, pero una vez
conseguida la revolución, ha liquidado las áreas de autonomía que las clases populares
han arrebatado al anterior régimen y sólo una elite burocrática ejerce el poder.
La concentración de todo el poder económico, militar y político en manos del estado
socialista hace que este llegue a un grado de perfección dentro del capitalismo, no
conseguido por la democracia burguesa. En el capitalismo monopolista, en efecto, la
alta burguesía, a pesar de ejercer su dominación social, tiene disputas interiores
(competencia entre empresas, etc...). El estado socialista, en cambio, ha dado una
cohesión a la clase dominante a través del partido: las empresas son públicas y la
planificación orienta la producción, pero los excedentes son apropiados por la nueva
clase dirigente, a la cual llamaremos “tecnoburocracia”. Esta es la base del capitalismo
de estado, que tiene un cierto parecido, como señala Abraham Guillén, con el modo de
producción asiático descrito por Marx, y que Stalin, en su enumeración de los modos de
producción marxista, omitió, para evitar peligrosas deducciones...
El control del estado socialista, a pesar de esto, no se limita a la esfera de la producción,
sino que afecta a cada aspecto de la vida individual como ningún otro tipo de estado ha
llegado a hacer: la alineación ideológica en los mitos del “socialismo”, la militarización
de la sociedad, el control policíaco del individuo, el control de movimientos, el
exterminio de la disidencia...
El estado socialista de los Países Catalanes no será una excepción. Hay oposiciones
como reunificación/confederación, centralización/autogestión, estado/anarquía,
productivismo/ecologismo radical, elite tecnoburocrática/población, que no admiten
punto medio ni excepción histórica. La pasma del estado socialista de los Países
Catalanes no se dejará llevar por el “seny” cuando tenga que reprimir.
Pero es que además, el estado socialista de los Países Catalanes no resuelve tampoco la
cuestión nacional. Una nación no es únicamente un marco territorial determinado, es
sobretodo un grupo poblacional de individuos con unos vínculos étnico-lingüísticos. De
aquí radica que su liberación no se resuelve con un simple cambio en la ubicación de la
institución administrativo-represiva estatal, sino que sea un proceso más profundo, de
descubrimiento y potenciación de la propia identidad, un estado, podrá “legalizar” esta
identidad en sus aspectos externos, como lengua, manifestaciones culturales, etc... pero
nunca “potenciarla” porque teme enfrentarse a individuos tan altamente conscientes de
su individualidad. Y en última instancia, porque “independizarse” es romper cualquier
vínculo de dependencia , y el estado socialista de los Países Catalanes lo único que
puede hacer es someter a la población y mantener militarmente “unidos” los territorios
que componen estos Países Catalanes.
(...) – en el original falta una página en este punto – (...)
... es el pensar que el hecho de asumir una lucha de liberación nacional viene a separar,
cuando no a enfrentar, las clases populares de las diferentes naciones del estado
plurinacional y a favorecer los intereses de la burguesía local. Una solidaridad
internacionalista, en éste caso entre las diferentes comunidades nacionales sometidas
por el estado español, ante este enemigo común, ha de producirse en igualdad de
condiciones. La utilización – por ejemplo – del idioma de una de ellas en la prensa y
propaganda que leen las otras, supone una nueva jerarquía, y al fin y al cabo un
sacrificio de las comunidades minoritarias a favor del oficial. El pretendido federalismo
ha acabado en centralismo. La lucha cotidiana de las clases populares catalanas, es
solidaria con la de las clases populares de las otras naciones, pero no sólo en el estrecho
y artificial marco geográfico del estado español, sino de mas allá de sus fronteras. No
estamos separando esfuerzos, estamos reconociendo a cada uno su propia
individualidad, condición previa y necesaria para enfrentarse al enemigo común, el
estado.
Pero el españolismo del movimiento libertario no es únicamente una confusión de
nombres, sino una concepción mucho más profunda. Identificarse con el territorio
“España”, adoptarlo como marco organizativo en el presente y en el futuro, sentirse
“españoles” , representa la aceptación y la prioridad del criterio político –
administrativo estatal ante el criterio poblacional.
Históricamente, el “movimiento libertario español”, ha condenado repetidas veces las
reivindicaciones nacionales, tildándolas de separatismo. ¿Qué significa entonces su
federalismo?. Federalismo supone agrupación o asociación a partir de unidades que son
previamente independientes, y por tanto, libre de asociarse o separarse cuando mejor les
convenga. Hablar de “separatismo”, supone llevar un modelo organizativo obligado,
que, por tanto, no se puede alterar libremente.
Se tiene que combatir el españolismo del movimiento libertario y todo el
conservadurismo que impregna el “paraíso” estereotipado. No vamos a crear nuevas
fronteras, sino a disfrutar las existentes. Vamos a liquidar el viejo mundo.

ValleKas Libertario
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por ValleKas Libertario » 22 Feb 2009, 22:17

LA PATRIA COMO LA COMUNIDAD DEL IDIOMA. Rudolf Rocker. (traducción
del euskara)
De las herramientas para crear una idea patriota o de una nación, la de la comunidad del
idioma será seguramente la mas importante. Muchxs ven en la comunidad del idioma el
factor más importante de la patria. Y seguramente el de compartir la lengua será el
factor que mas una a los grupos, y con mucha razón decía Von Humboldt lo siguiente:
“La verdadera patria es sobre todo el idioma”. Karl Julius Weber decía que en el idioma
venia el reforzamiento mas duro de las nacionalidades: “ Mas que en el sentimiento
nacionalista o la fuerza del alma y del espíritu, nunca se expresara mas claro que en el
idioma del pueblo”.
La comunidad del idioma fue tan importante para los que empujaban el sentimiento
nacionalista por el mero hecho de que era la forma mas habitual de expresarse del
pueblo y en gran parte también por la relación que tenía con la vida espiritual. El idioma
no ha sido un invento de unas cuantas personas. Para los que luchan a favor de la idea
nacionalista el idioma apareció como la consecuencia mas clara del nacionalismo y lo
han tomado como el símbolo de la unidad nacional. Aun y todo, este concepto, aunque
parezca atractivo y no se pueda negar, para nosotrxs se basa en el orgullo. En los
idiomas de hoy en día no hay ninguno que se haya cerrado a un pueblo en concreto.
Quizás alguna vez si que habría idiomas homogéneos, pero ese tiempo esta muy lejos
nosotrxs y se pierde en la edad mas primitiva de la historia. La homogeneidad de los
idiomas se pierde con la relación de distintos pueblos, familias o personas. Cuando esas
relaciones van avanzando y se hacen cada vez mas diversas la cantidad, que una lengua
coge de la otra prestada es mas grande, igual que pasa con toda la cultura en general.
Por consiguiente, no hay un idioma que sea producto limpio nacional, porque a salido
de un pueblo o nación en concreto. En los idiomas culturales de hoy en día han
colaborado personas de origen distinto, y mientras se habla en un idioma, no se hace
difícil coger elementos distintos de otras lenguas; por encima de las leyes de lxs
puritanos. El idioma es una cosa que esta en eterno movimiento que no obedece ninguna
regla fija y se burla de las leyes de la lógica. Lo que ayer era de noche hoy puede ser de
día.
No hay ningún idioma cultural que no tenga muchas palabras de otras lenguas;
limpiarlo de “palabras extranjeras” no es sino que empujar a esa lengua a desaparecer.
Y ¿que idioma no tiene palabras cogidas de otros idiomas? No hay ninguno. Mas aun,
se hace indispensable para ese idioma coger palabras de fuera para poder evolucionarse.
Un pueblo no puede vivir tan solo valiéndose de él mismo. Las cosas, ideas,
interpretaciones, palabras religiosas, políticas y en general, las modernizaciones del
ámbito humano no tienen otra forma de expresarse y se trabaja en palabras nuevas.
Los ejemplos llenarían camiones enteros si nos pusiéramos a ello. Vamos por mal
camino si la invasión de palabras extranjeras nos vienen por la escritura, ya que por ese
camino están representadas las capas mas altas de la sociedad....
... varias veces, muchas veces, el significado léxico de las palabras importadas se
pierden para abrir las puertas a nuevas palabras....
.... y si de verdad están en nuestras manos nuestros pensamientos, en la medida que se
pueda, se tiene que hacer en nuestro idioma. Pero, sabemos que nuestro idioma esta
salpicado por elementos de fuera y que si marginamos los purismos no se ahogara
nuestro idioma. Si cualquier actitud espiritual va mas allá de las fronteras de los
movimientos de las personas actuales, todos los avances de la ciencia y sus objetivos,
los cambios en la economía mundial y después los políticos, todos los aparecimientos
artísticos supondrán la invasión de varios barbarismos sobre la lengua.
En la evolución de toda lengua toma parte otro fenómeno, las “traducciones
extranjeras”.
Estas traducciones se dan en todos los idiomas. En la evolución de ese idioma toman
una parte revolucionaria y los idiomas, aun y todo, piensan que hay que apartarlos, ya
que, piensan que las interferencias y los calcos ahogan una lengua.
Comparando con la cultura, lo que llamamos la conciencia nacional es una creación
artificial, la cual quiere solamente la importancia política de un pueblo pequeño. Esas
creaciones no las conoce la cultura; sobretodo, porque no se forma mecánicamente, sino
que se forma orgánicamente.
Así lo dijo Fritz Mauthner: “ Hay algunos pueblos modernos que han llevado el
sentimiento nacionalista tan sentimentalmente que han llevado el purismo muy lejos.
Pero lo único que pueden hacer es llevar su lengua al aislamiento y no su forma de ver
el mundo ni su espíritu.”
Los idiomas no son organizaciones que están bajo el mandato de sus leyes. Los idiomas
no son mas que la forma de expresarse de lxs humanxs. Los idiomas sirven para dar a
conocer, enseñar y convertir los pensamientos de cada cual. En el pensamiento de cada
cual se palpa un ambiente natural y de relaciones con el prójimo. Cada vez que se den
relaciones culturales mas profundas, cada vez mas se notaran las incidencias de la
relación. Tenemos claro que los pensamientos de lxs humanxs tienen forma humana y
por eso también sabemos que como los idiomas son manifestaciones de nuestros
pensamientos, su ser; esto es, la forma de ser de ese idioma viene ligado, complicado y
comprometido con la sociedad con la que convive.
Las palabras, van cambiando de significado por el poder del tiempo, ya que, los
idiomas se están transformando eternamente. Aparecen nuevas palabras. En un espacio
de tiempo los idiomas cambian totalmente.
Muchos pueblos han cambiado su idioma durante la historia. Por eso se ve que no tiene
sentido decir que los idiomas son el producto primitivo de un pueblo en concreto o que
son de distinción nacional.
Lxs que mas reivindican la ideología nacional, nos quieren hacer ver la unidad natural
de las nacionalidades, y que son para siempre e incambiables. Ni ellxs pueden
recriminar que las condiciones espirituales y las formas de vivir de la sociedad son
diferentes, pero quieren tapar esos escollos diciendo que los cambios superficiales solo
afectan a las superficies y nunca a la verdadera esencia del nacionalismo. Si el idioma
fuera el signo característico y la marca del espíritu nacional, tendría que representar la
esencia de la unidad.
No, el idioma no es la consecuencia de una unidad étnica, es algo que esta en eterno
movimiento y la que representa la cultura de distintas fases de la historia.
Cuanto mas investiguemos los orígenes de los idiomas, nos encontraremos con cada
vez mas diferencias, sobre todo si abrimos los ojos. Durante la historia lo que esta
presente es el cambio y el pensamiento de ayer hoy se nos puede hacer lejano e
impenetrable, es así que tenemos las “tradiciones” o “costumbres” para entender la
forma de vivir de antaño. Pero cuando empezamos a hablar de estas manda mas el
corazón que la cabeza. La historia de todos los pueblos.
Como la mitología se pierde en lo primitivo, lo mitológico supone la influencia mas
grande en las costumbres.
Las formas de opinar sobre las leyendas y la historiografía objetiva nunca estarán a
salvo de las mitificaciones y las mentiras. Esta bajo la conducta de los narradores de la
historia. Las “leyendas patrióticas” de algunos pueblos se pierden en un gran cuento y
no tienen nada que ver con los sucesos de verdad.
Para terminar, el idioma no es el signo distintivo de una nación, mas aun, no es algo
necesario para ser parte de una nación. Todos los idiomas están salpicadas de palabras
forasteras, entonces, unirlas son razones falsas y débiles para la esencia del idioma
nacional.

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