Congreso Obrero de Cuba de 1892
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Se prende la mecha
Del 15 al 19 de enero se efectuó el Congreso Regional Obrero de la Isla de Cuba. El término regional obedecía a que el movimiento obrero en Cuba se consideraba parte orgánica del de España. La convención tuvo lugar en el local del Centro Gallego de la Habana, sito en Prado y Dragones, y contó con la participación de 74 delegados. Allí fueron discutidos libremente (sin la orientación de un Partido) los temas que naturalmente inquietaban a los sectores proletarios de entonces, como son: la jornada de ocho horas, el derecho a huelga, las formas de organización, la igualdad racial, el problema de la mujer, el trabajo infantil. La particularidad del evento estuvo dada por el debate entre los trabajadores afines al separatismo y los obreros, "cosmopolita", o "antibelicistas", que mantenían una posición más bien neutral con respecto al problema de la independencia de Cuba. Esta segunda posición se deja traslucir en estas palabras del delegado Eduardo González: "...yo, que soy enemigo del integrista como del separatista, estrecho sus manos cuando hay que ponerse enfrente del burgués" (4-pag. 83).
Al final la balanza se inclinó hacia los que sustentaban la idea de que el anarcosindicalismo cubano debía ser menos ortodoxo en su ideología antinacionalista y respaldar las actividades de los que luchaban por la emancipación de Cuba. Por mayoría fue aprobada la siguiente moción:
1ro- El Congreso reconoce que la clase trabajadora no se emancipará en tanto no abrace las ideas del socialismo revolucionario y, por tanto, aconseja a los trabajadores en Cuba el estudio de dichas ideas para que, actualizándolas, puedan apreciar, como aprecia el Congreso, las inmensas ventajas que estas ideas proporcionan a toda la humanidad al ser implantadas.
2do- "Que si bien hace la anterior afirmación en su sentido más absoluto, también declara que la introducción de estas ideas en la masa trabajadora de Cuba, no viene, no puede venir a ser un nuevo obstáculo para el triunfo de las aspiraciones de emancipación de este pueblo, por cuanto sería absurdo que el hombre que aspira a su libertad individual se opusiera a la libertad colectiva de un pueblo, aunque la libertad a que ese pueblo sea a esa libertad relativa que consiste en emanciparse de la tutela de otro pueblo" (3-pag. 44) (la cursiva es nuestra).
Entre los firmantes aparecían Enrique Crecci, quien caería años después en la manigua luchando como mambí, también firmaba Messonier, el único de los "tres Enriques" que sobrevivió a la colonia.
La creación del Gobernador Civil de la Provincia, Francisco Cassá, no se hizo esperar. Este dispuso la detención de los firmantes de la propuesta aprobada y la suspención del Congreso.
En el oficio, firmado el 20 de Enero y enviado por el funcionario al Presidente de la Junta de Artesanos, se justificaba la cancelación por: "...considerar que la mayor parte de sus acuerdos, particularmente los aceptados y aclamados en la noche de ayer, tienden directamente a implantar y llevar a ejecución los procedimientos del socialismo revolucionario, mediante actos que revisten caracteres de delitos contra el orden social y político existente" (3-pag. 45).
Resulta curioso el hecho de que fuera el periódico liberal cubano "La Discusión", uno de los que mayor cobertura le diese a aquel evento, sirviéndole de fuente a los historiógrafos marxistas-leninistas (entiéndase oficiales) para evaluar aquel audaz congreso del anarquismo criollo. El mismo día 21, "La Discusión" publicaría un comentario titulado "Libertad para los obreros", donde se manifiesta la inconformidad del autor con el proceso judicial abierto contra los ácratas y se recuerda que su proposición repetía otras votadas en países europeos, entre ellos la propia España, por lo que nadie había sido enjuiciado.
Suspendido el Congreso las autoridades desataron una nueva ola represiva, cerraron los medios de expresión anarquistas encarcelando y deportando a sus líderes más relevantes (2).
Amen de la benévola defensa de los ácratas que hace el periódico "La Discusión", hay que reconocer que en la moción que citamos, el congreso transgredía todos los límites del juego "político" que estaba dispuesto a permitir el poder colonial en la Isla. Precisamente aquí reside la particular importante del evento. Este es el momento en que públicamente se rompe la dicotomía entre el movimiento obrero y el independentista. La gobernación española en Cuba no podía permitir que se aliaran, como se pretendía en el Congreso, aquellos levantiscos anarquistas y los seguidores del liberalismo revolucionario de José Martí. Se le podía perdonar a los libertarios sus demandas sociales, pero abogar por la independencia, en tiempos de "tregua fecunda", ya era demasiado. En este punto de nuestra historia se cierra un ciclo dentro de la evolución del liderazgo obrero en Cuba que se había iniciado con la actividad publicista desarrollada por Saturnino Martínez, aquel astur liberal e integrista, y culminaba con un congreso que, en medio del debate sobre temas de gran conflictividad social, tendían un puente entre anarquismo e independentismo. Esta "concesión" de los anarquistas cubanos hecha en vísperas de la nueva y última gesta separatista, constituye una muestra, tanto de su flexibilidad como de las particulares condiciones socio-históricas en las que hubo de nacer y crecer el movimiento libertario en Cuba.