“En abril último se promovió un motín en Las Palmas; las turbas recorrieron gritando las calles; y presidía la manifestación una espontánea, una insólita bandera negra, con una divisa tal: ¡Viva la independencia de las islas!. Unos jóvenes patriotas llevaban el agrio estandarte”.
Federico García Sanchiz:
Canarias o la política de la perdición. Madrid, septiembre de 1910.
El texto que abre la conversación, aportado por Benítez, se basa en los datos del libro
La II República en las Canarias Occidentales, del profesor de la Universidad de La Laguna Miguel Ángel Cabrera Acosta, quien, dicho sea de paso, no se adscribe ideológicamente al independentismo ni al anarquismo. En el texto aportado por Benítez, para hablar de la existencia de una CNT independentista se basa en:
- Que en los mítines obreros de los anarcosindicalistas se abogaba por la independencia.
- Que en la prensa cenetista se planteaba la independencia para hacer valer la revolución ante un eventual ataque de los países imperialistas europeos, dentro de la discusión previa al Congreso confederal canario de 1933.
Por tanto no son una “teoría absurda”, sino basados en datos objetivos. Que se consideren, desde el presente, acertados o no para ese momento es otra cosa, que se sienta identificación o no con esto en el presente es bien diferente...
El anarcosindicalismo canario se vincula a la CNT en los comienzos de la II República a partir de la Federación Obrera de Santa Cruz de Tenerife, heredera de una amplia experiencia de lucha en el movimiento obrero de la ciudad que arranca desde los inicios del siglo XX, siempre bajo hegemonía libertaria, y desde ahí se extiende a otras zonas de Tenerife y se implanta, aunque tímidamente, a otras Islas. Hasta la caída de la II República, de los 36 años de existencia del anarcosindicalismo en Canarias, 30 los vivió sin una vinculación orgánica a una organización de la metrópoli. El anarcosindicalismo canario hasta el final de la II República tuvo una existencia mayoritariamente autónoma a la del España, aunque en contacto con ella.
No es de extrañar que los anarcosindicalistas canarios, conscientes de la situación geográfica del Archipiélago, de la lejanía de la metrópoli y de las dificultades de comunicación con ella, del abandono del Estado España de Canarias, del devenir histórico de las Islas (en el que incluso en alguna etapa fue más colonia británica que española, a pesar de su vinculación político-administrativa a España) y de las enseñanzas acumuladas en sus años de lucha, tuviesen claro que para hacer valer la revolución libertaria en Canarias habrían de plantearse la independencia, y ello sin caer en contradicción de establecer un Estado, sino desarrollando una dinámica de autogestión. Es natural y lógico que el anarcosindicalismo canario, por todo lo señalado, desarrollara una dinámica particular y diferente a la de la CNT en la metrópoli. No hay nada de escandaloso en esto, sino una lógica fácilmente comprensible al actuar conforme a unas condiciones muy diferentes a las que se daban en España, de la que dista más de mil kilómetros.
Lo que sí me parece un exceso en el texto aportado por Benítez, y que encabeza la conversa, es el extender a toda la CNT planteamientos independentistas. En los acuerdos del Congreso de 1933 no se recoge una posición independentista. No es acertado, por tanto, atribuir a la CNT de Canarias una línea independentista, aunque es innegable que los militantes activos de ésta la defendían, tanto en su prensa como en los mítines, y sin que lleguemos a saber si era una tendencia organizada u opiniones compartidas por bastantes militantes, al menos los más significados y convertidos en sus portavoces, que eran los que intervenían en los mítines, y que fueron en su casi totalidad pasados por las armas o desaparecidos bajo la llamada “ley del saco” en las aguas del Atlántico o las todavía por descubrir “fosas clandestinas” por Las Cañadas o por los riscos y montes de Tenerife. Es normal que, como apunta Ónega, los anarcosindicalistas supervivientes de la masacre represiva del golpe militar fascista de 1936 no recordaran, cuarenta años más tarde, todos estos elementos independentistas presentes en la CNT, como tantos otros muchos asuntos que, sin embargo, son constatables por haber sido recogidos por la prensa, anarcosindicalista o burguesa, de la época...
Ciertas opiniones que podrían clasificarse hoy como “nacionalistas” están presentes en la novela
Añoranzas Prisioneras que Antoñé (uno de los escasos militantes activos de la CNT, y que participó e grupos armados anarquistas en Tenerife durante los años 30, que sobrevivieron a la represión y llegó a ver la posterior reconstrucción de la CNT tras la muerte de Franco) escribió en el Penal de Puerto de Santa María junto al viejo barbero Antonio Rodríguez Bethencourt, quien era un veterano participante de la prensa libertaria canaria desde principios de siglo, también militante de la CNT. En la novela hay una identificación con el mundo mítico guanche, como referente de libertad, se abomina de España y se aboga por la independencia... Es otro referente más de que el anarcosindicalismo canario tiene sus particularidades, diferentes al desarrollado en la metrópoli, que es un anarcosindicalismo desarrollado de acuerdo a unas condiciones específicas y sin vinculación orgánica durante un largo período de tiempo al de España. Otro dato significativo de la presencia de planteamientos independentistas es la presencia en las páginas de la prensa anarcosindicalista canaria de escritos de Secundino Delgado, tras veinte años de su fallecimiento. Secundino Delgado, hoy reivindicado como patriarca del nacionalismo canario desde Coalición Canaria hasta el independentismo que reclama un Estado, era rescatado en sus escritos durante la II República. Secundino Delgado tuvo mucha vinculación a lo largo de su vida con el anarquismo, tanto en su etapa específicamente anarquista en Tampa (EE.UU.) como en Cuba, como cuando apoyándose en la Asociación Obrera de Canarias (Tenerife), de clara hegemonía libertaria, monta el Partido Popular y éste concurre a las elecciones municipales de Santa Cruz, como cuando recibe el apoyo de Salvochea para mejorar sus condiciones de vida en la Prisión Modelo de Madrid y extiende la solidaridad con su injusta causa (encarcelado por órdenes del criminal Capitán General Weyler, acusado de actividades antiespañolas en Cuba) y con lo que se conseguirá su excarcelación, como por su colaboración en La Revista Blanca, dirigida por los Urales-Gustavo (padres de Federica Montseny), que le dan dinero en cuanto sale de prisión... Incluso en la antes mencionada novela de Antoñé y Bethencourt, hay páginas en las que se le cita... Secundino Delgado era considerado como parte del patrimonio de lucha libertaria de Canarias. Secudino Delgado puede ser un personaje muy controvertido y del que hoy el nacionalismo y el idependentismo de Estado intentan sacar tajada, sin embargo, si de alguna tendencia estuvo más cerca fue del anarquismo. Aún hoy hay muchas cosas que no se han rescatado de este personaje, aunque poco a poco van dándose a conocer trabajos que lo ubican certeramente en una trayectoria libertaria, trufada de posibilismo, y si Pestaña, Peiró o García Oliver fundaron o abogaron por partidos políticos libertarios, ¿por qué Secundino Delgado no va a ser otro posibilista libertario más que, antes que ellos y en una colonia española, abogara también por algo parecido, aunque con posiciones de partido no de clase, a diferencia de los mencionados, muy influido por el partido impulsado por Martí para conseguir la independencia cubana?
Las referencias que nos llegan de la reconstrucción cenetista en la transición es diferente a las que aporta Ónega. En septiembre de 1979 se hizo una Conferencia de Sindicatos de la CNT de Canarias, cuando tenía presencia y locales abiertos en Santa Cruz y en el Sur de Tenerife y en las Palmas de Gran Canaria. El punto que más ponencias generó fue el de la posición ante el nacionalismo y este punto, a diferencia del resto (con asuntos tan importantes como la situación laboral en Canarias y sus alternativas o la propia organización confederal) no se cerró en los dos días de discusiones en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, sino que continuó en un posterior encuentro confederal interinsular. La ponencia refundida final se basó en las aportaciones del Sindicato de Enseñanza de Las Palmas, y ésta fue prácticamente una fusilada de textos del Colectivo Askatasuna (colectivo anarco-comunista vasco que abogaba por una Euskal Herría independiente y libertaria, editor de una conocida revista, cuyos miembros sería expulsados de la CNT), que se adaptó a las condiciones canarias, con lo cual puede hacerse una idea de cuáles eran las posiciones dominantes al respecto. Supongo que las actas del evento confederal darán fe de lo que hasta mi conocimiento ha llegado. Es llamativo que la CNT en Canarias, en esa época, se denominara “CNT-Canarias” y no “Confederación Regional del Trabajo de Canarias” y que su órgano de representación y coordinación en el Archipiélago no se llamara “Comité Regional” sino “Comité Interinsular”, una fórmula que huía claramente de que fuera criticada de españolista (desobedeciendo incluso la nomenclatura oficial orgánica de la CNT) y ofreciera una imagen asimilable al federalismo entre las Islas.
Otra cosa es esa curiosa etapa de la CNT tras su inmediata reconstrucción después de la muerte de Franco, con gente que compartía militancia con el MPAIAC. De boca en boca circula la historia de esta gente, valiente y que asumía los riesgos de una actuación no sólo ilegal, sino armada, y de cómo los anarcosindicalistas los protegían en los momentos en que arreciaba la represión y eran buscados por la policía española... El Comandante Miguelón es uno de esos referentes para las jóvenes generaciones de anarcoindependentistas canarios, que, a diferencia de los anarquistas que engrosaban las filas del MPAIAC, esbozan desde los años ochenta un proyecto sin contradicciones con los planteamientos libertarios. A diferencia de los anarco-mapayacos no apoyan el establecimiento transitorio de un Estado canario ni asumen tácticas “interclasistas”. Los anarcoindependentistas canarios quieren la independencia del Estado, de cualquier Estado. Han estado presentes en las luchas sociales protagonizadas por los jóvenes (insumisión, antimilitarismo, ecologismo...) y expresado de manera creativa sus ideas (música anticomercial, fanzines, pegatinas, murales, pintadas...). Reinventan un anarquismo con nuevas formas que actúa de acuerdo a las condiciones y peculiariades isleñas, asumiendo la defensa de una cultura popular diferencial que no entre en contradicción con su proyecto social, defendiendo el frágil medio ambiente canario del desarrollismo capitalista, fomentando la desobediencia y el enfrentamiento contra el ejército español y su ideología españolista, machista, patriarcal, jerárquizadora y uniformizadora, criticando tanto el españolismo (organizativo y de las actividades) de la CNT como la propuesta burguesa y estatista de los grupos y partidos independentistas. No están identificados ni con unos ni con otros, aunque algunos pertenezcan a la CNT o a alguna agrupación independentista, como Azarug, o hasta tengan esa doble militancia. Son anarquistas que asumen la liberación nacional o independentistas que asumen el proyecto anarquista. Son jóvenes anarquistas que se consideran canarios, que quieren que el proyecto de una nueva sociedad para Canarias tenga acento libertario. Quieren, en los tiempos de la globalización, el respeto y protección de la cultura generada en las Islas frente a una cultura cada vez más uniformada que pretende anular la diferencia, un nuevo frente abierto contra la absurda lógica del desarrollo capitalista. Asumen la resistencia cultural como una de las señas de identidad de sus actuaciones, que tiene siempre el referente inmediato, el de la realidad isleña, como guía. Son los reinventores de un joven y renovado anarquismo que asume la liberación nacional en la aspiración de una sociedad sin Capital ni Estado, en plena autogestión.
Salud, gofio y libertad.