La Desapropiación

¿Qué tienen en común el Anarquismo y el Comunismo? ¿Qué separa y une a estas dos formas de organizar la sociedad? ¿Nuestro fin es el mismo? Stalinistas, leninistas, marxistas y marxistas libertarios. ¿En qué se diferencian entre sí? ¿Y en qué se parecen?
Nestor Estebenz Nogal
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La Desapropiación

Mensaje por Nestor Estebenz Nogal » 11 Jun 2009, 21:37

Desapropiación. Néstor Estebenz Nogal
De los conflictos vigentes e históricos del ser humano consigo mismo, es decir dentr4o y con las comunidades asociadas en las que se ha organizado, el de la propiedad sigue siendo el más crucial. Las relaciones con las cosas y con los demás han venido pasando por la naturaleza del dominio que se han ejercido sobre medios y personas, cosas y territorios. Una de las legítimas reivindicaciones históricas de los movimientos combativos siempre fue y sigue siendo el de la expropiación de los poderes de sus ámbitos de dominio que pertenecían al conjunto de la sociedad o a los pueblos. La famosa teoría de la lucha de clases que en durante más de un siglo fue creída por las personas que se creyeron más lucidas de sus generaciones y tomada como la explicación que explicaba el desarrollo histórico no quitaba que se limitara a ser un reparto de los derechos de acceso renivelado, justo y equitativo a los recursos, a las riquezas, a los objetos y posesiones. <en el mejor de los casos el movimiento social revolucionario según el viejo cuño no pasaba de ser un movimiento de desapropiación de unos para reapropiación de otros suponiendo que esos otros eran todos y los unos la minoría que les explotaban. Los ensayos aquí y allá de procesos pos revolucionarios demostraron que no siempre los repartos de la tierra para quienes la trabajaban o el reparto de las mansiones para quienes necesitaban habitarlas funcionaron de la mejor de las maneras posibles y aun menos desde ópticas de alternativa revolucionaria.
La naturaleza del movimiento economicista ha sido el de priorizar la elevación del poder adquisitivo para comparar más cosas que privatizar. En la misma esencia de los movimientos, no pocos, de renovación reside el germen contrarrevolucionario que se opone a su cualificación evolutiva. Si todo en lo que se sustenta el movimiento social es el materialismo con el que conseguir mejores formas de vida en el estricto sentido de lo material, del confort y de las posibilidades de lujo su perspectiva como movimiento humanista va a ser escasa. Las revoluciones son asaltos al corpus de la propiedad, legítimos desde luego, pero que están lejos de plantearse el mismo concepto de la propiedad privada. Una sociedad sin propiedad privada significaría una donde el ser humano hubiera trascendido sus apegos al territorio privado e incluso más: trascendiera su adhesión a la necesidad intimista de la privacía. Las experiencias sin propiedad privada demuestran que al hecho de no tener una titularidad de algo se le corresponde una enajenación de su responsabilidad, es decir el efecto colateral de la irresponsabilidad, y al revés: a la condición incentiva por conseguir algo le corresponde una responsabilidad. La segunda interviene en el incremento del divisionismo de velocidades y posesiones y en definitiva potencialmente en el clasismo y el primero en una igualdad sí pero anclada en atrasos y desidias y una pandemia de desestimulación.
Los perfiles dominantes de los prototipos humanos concurrenciales en el mundo que tenemos en la práctica totalidad de las culturas conocidas son los del privacionismo en distintas versiones del individualismo. Los conflictos derivados de la propiedad no se limitan a sus representaciones físicas, también vienen dados por la tenencialidad o elaboración de conceptos. Lo segundo está vinculado al territorio simbólico. El sentimiento de propiedad de los individuos es extendido a todo lo vinculado a ellos, por tanto también las ideas y los hijos. Sin que lo adviertan conscientemente su tendencia al apropiacionismo les lleva a ser los amos de sus hijos sometiéndoles a una servidumbre ideológica (por tanto propiciando un tiempo de relación con un esclavo sometido) y a pretender ser amos de las ideas e incluso de las palabras, de las que se valen para promocionarlas.
Un arsenal jurídico impresionante, en un claro ejemplo de cómo la normativa legal va en contra de la ley ética más elemental pretendiendo buscar y encontrar propietarios para todo (los derechos de autor y de creación es una de sus versiones) en detrimento, pues, del derecho natural de todos al espacio en el que nacen y a los recursos que contiene este espacio, aportados, sin duda, por sus antecesores y coetáneos,
La discusión sobre la propiedad tiene un sesgo considerable: la predominancia de la noción de un usuario bastardo, incorrecto, utilitarista y aprovechado. ¿Cómo compartir las cosas con quien no está a la altura de su mantenimiento, conservación, cuidado y usufructo rentable? Probablemente una pregunta semejante se la hicieron quienes en los albores de la humanidad y de los colectivos organizados los que se dedicaban mas a la lucha por la supervivencia se resentían de los que se dedicaban menos, no ya solo por aprovechados o por físico dependientes, sino también por filósofos o desinteresados por la lucha material en sí misma como un urgentismo.
Las experiencias de propiedad colectiva y en general de uso compartido de los medios genera el conflicto entre distintas velocidades. Es lógico suponer que esto ha sucedido en todos los modelos humanos por el solo hecho de la diferenciación entre ellos. Lo que a uno le conviene no tiene porque convenirle a otro y la necesidad de alcanzar cotas de producción de uno no tiene por4que satisfacerle a otro. <en la acu7talidad una de las discusiones vigentes es el modelo de futuro que se quiere imponer en países como los africanos de acuerdo con la idea europea cuando los nativos de aquellos no desean tal perspectiva. ¿Por qué hay que suponer que un desarrollismo, y una sociedad centrada en la superproducción es mejor que otra que no desea eso? Las economías emergentes asiáticas como China ocupando primeros `puestos en la economía mundial tienen detrás un modelo dirigista impresionante. Cuando recibía la revista China Ilustrada en la década de los 70 toda la información consistía en una autorreferecialidad continua de los adelantos en todos los campos: agro, educación, industria, pesca, arte, mientras que desfiles civiles pero de corte militar a parte de los militares propiamente dichos enseñaba al mundo la existencia de un pueblo encuadrado, disciplinado con un poder férreo seguro de lo que quería hacer y del papel que iba a ocupar en el mundo. Tanto los países cuyos poderes se ha llenado del discurso socialista como otros que se han negado a hacerlo siempre el tema de la propiedad es la cuestión-eje para todo. Por el momento un mundo sin propiedad privada en la que todos sean posesionarios de todo sigue formando parte de la utopía pero ni siquiera la socio ciencia-ficción tiene resuelta esa posibilidad desde el imaginario.
El sesgo de la apropiación de recursos, medios y espacios viene marcado por la tecnología. Lo que antes cabía o necesitaba el espacio de un salón nutrido de libros ahora cabe en un portafolios por no decir en la palma de la mano. La tecnología permite la compresión de recursos y su manejabilidad lo cual va a favor de la movilidad del sujeto no necesitando estar vinculado a una sola ubicación en la que se encastille con todas sus cosas. Claro está que la tecnología es solo un aspecto de todo el tema. Nancy Law recuerda que la tecnología no lleva a ninguna parte sin la innovación pedagógica. Esta innovación entiendo que debe incluir la superación de los antiguas adhesiones y apegos, tanto a las grandes cosas como a las pequeñas. No hay que olvidar que el tema de la propiedad privada va muy ligada al de la privacía. Hay cosas del otro (su cepillo de dientes) con las que jamás se sueña y hay invitaciones a camas repugnantes que se rechazan sin pensarlo dos veces. Al revés hay temporadas biográficas en las que el transeúnte noctámbulo puede visitar o ser invitado a distintas camas y sentirse en cada una como si fuera la suya. Es la época dorada en que la divisoria mío/tuyo se ha esfumado sin complicación.
Lo que sigue predominando es la apropiación de lo que no se comparte, salvo excepciones muy excepcionales, por la crisis galopante de la filosofía del compartir y por el triunfo, no sin justificación, del individualismo. El apartamento (ya lo dice la palabra) no deja de ser la expresión minúscula de la propiedad privada queda la opción a apartarse de los demás, a la que tiene acceso la mayoría de asalariados, al menos durante la primera parte de su biografía laboral. La gente prefiere masivamente estar ubicados en colmenas ignorando deliberadamente al resto del vecindario que probar experiencias comunales o compartidas usando recursos comunes: desde bibliotecas y salas de estar de edificios a fuentes de generación eléctrica, vehículos y salas de lavadoras.
La desapropiación es uno de los conceptos que deconstruye la noción de la propiedad privada como lo indispensable. Esa desapropiación, la sentimentalidad y la filosofía que la acompañen y las conductas derivadas a las que lleve, será la condición necesaria aunque no suficiente para la propiedad social y colectiva sin que esta tenga que suponer la apatía o la desincentivación.
la vida social es un caja de pandora en la que caben todas las interacciones, bastantes truenos y algunas esperanzas. Hablar crítica y objetivamente de todo ello proporciona energía a la hipótesis de un mundo mejor.
Néstor utopiaenmarxa@hotmail.com

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