Gulag: El horror comunista

¿Qué tienen en común el Anarquismo y el Comunismo? ¿Qué separa y une a estas dos formas de organizar la sociedad? ¿Nuestro fin es el mismo? Stalinistas, leninistas, marxistas y marxistas libertarios. ¿En qué se diferencian entre sí? ¿Y en qué se parecen?
Vicente

Gulag: El horror comunista

Mensaje por Vicente » 28 Nov 2004, 00:58

http://www.sigloxxi.org/hist-gulag.htm

LA HISTORIA DEL GULAG

RESEÑA DE R.BOFILL PARA SIGLO XXI, martes 3 de febrero del año 2004

La editorial Doubleday recién ha publicado la obra "La Historia del Gulag", o el Presidio Político Soviético, de la historiadora Anne Applebaum, que habrá de convertirse uno de los libros mas importantes de todos los publicados en el siglo XXI.

Según ha comentado hasta ahora la crítica especializada, la verdad sobre el Gulag creado por Stalin en la hoy extinta Unión Soviética es, en primer lugar, la historia de una feroz maquinaria de genocidio articulada e institucionalizada, como política oficial y pública, de los comisarios comunistas, para asesinar a mas de 50 millones de personas que eran, en alguna medida, molestas o indeseables para la llamada "dictadura del proletariado roja".

Otro de los aspectos que conmueve con indignación a los lectores de la obra "La Historia del Gulag", en la ya desaparecida órbita soviética, es la indiferencia universal y la complicidad de miles de intelectuales, artistas, políticos y figuras públicas en general que conocieron de este genocidio, peor que el perpetrado por los nazis contra los judios, pero que lo silenciaron porque comprometía y echaba por tierra sus carreras, o poses, como defensores de la ideología marxista leninista en unos casos y, en otros, su militancia en las organizaciones de izquierda de aqueños años de infamia.

Muy en particular, este libro que reafirma y amplia la obra "Gulag", que escribió el ex prisionero político ruso y Premio Nóbel de Literatura, Alexander Soljenitzynj, hace ya mas de 30 años, representa otro baldón de infamia para todos aquellos propagandistas del comunismo y sus compañeros de ruta, que por décadas negaron por completo la existencia de aquellos campos de la muerte, arrasadores de pueblos completos.

Precisamente, en este orden, el ejemplo de la Obra "Historia del Gulag", de la escritora Anne Applebaum, constituye un resonante grito de alerta para quienes continuan convertidos en panegiristas del Castrismo en Cuba y, de hecho, son colaboracionistas de primer orden de los crímenes y los horrores generalizados que Fidel Castro ha cometido durante 45 años y, prosigue ejecutando, a través del Gulag, o presidio político cubano.

Para todas nuestras organizaciones de derechos humanos, que cada día abogamos por la denuncia y la condena internacional, frente a las atrocidades que el Comisariado Comunista de La Habana prosigue perpetrando para intentar perpetuarse en el poder, este texto de documentación en torno al terrorismo de estado de la era soviética, representa un arma de primer orden en la batalla de las ideas, que debemos sostener cada día.

Por todo ello, consideramos que en las próximas jornadas de denuncia que se avecinan ante el nuevo periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, Suiza, este libro sobre el exterminio impune de decenas de millones de esclavos del comunismo ante los ojos de un mundo indiferente, debe ser una suerte de prontuario de referencias, en relación a las violaciones masivas y los atropellos a los Derechos del pueblo de Cuba.

Vicente

EL Gulag

Mensaje por Vicente » 28 Nov 2004, 01:00

EL GULAG: LO QUE SABEMOS AHORA Y POR QUÉ ES IMPORTANTE

Anne Applebaum

Cuando hablo o escribo sobre los campos de concentración soviéticos, siempre me gusta comenzar con una aclaración. Porque no quiero atribuirme que, al escribir una historia narrativa del Gulag, he descubierto un nuevo tema que nunca antes ha sido tocado. El libro de Solzhenitsyn’s, Gulag Archipelago, la historia del sistema de campos de concentración que se publicó en Occidente en los años 1970, en gran medida ha sido correcto. Aunque el autor no tuvo acceso a los archivos y basó todo su escrito en cartas y memorias de otros prisioneros, ahora parece que comprendió muy bien la historia del sistema.

Sin embargo, en los años que he llevado investigando para mi libro Gulag: A History, concluí que los archivos pueden hacer una diferencia para nuestra comprensión. Los documentos, por ejemplo, me permitieron ser mucho más precisa de lo que era posible en el pasado. Gracias a los recientemente abiertos archivos soviéticos, ahora sabemos que existieron por lo menos 476 sistemas de campos de concentración, cada uno conformado por cientos, incluso, miles de campos individuales, que en algunos casos se extendían sobre miles de millas cuadradas de lo que, de otra manera, sería tundra vacía.

También sabemos que la vasta mayoría de los prisioneros eran campesinos y trabajadores, no los intelectuales que luego escribían memorias y libros. Sabemos que, con unas pocas excepciones, los campos no eran construidos específicamente para matar personas: Stalin prefería usar pelotones de fusilamiento para conducir sus ejecuciones masivas. No obstante, a menudo los campos eran letales: cerca de un cuarto de los prisioneros de los Gulag murieron durante los años de la guerra. La población de los Gulag también era muy fluida. Los prisioneros se iban porque morían, porque escapaban, porque tenían cortas condenas, porque iban a ser entregados al Ejército Rojo o porque habían sido promovidos –como con frecuencia sucedía- de prisionero a guardia. Esas liberaciones invariablemente eran seguidas por nuevas olas de arrestos.

Una Nación de Esclavos

Como resultado, entre 1929, cuando los campos de prisioneros por primera vez se volvieron un fenómeno masivo, y 1953, el año de la muerte de Stalin, cerca de 18 millones de personas pasaron por el sistema. Adicionalmente, unos 6 o 7 millones de personas fueron deportados a pueblos en el exilio. El número total de personas con alguna experiencia de encarcelamiento y trabajo forzado en la Unión Soviética estalinista pudo haber estado cerca de los 25 millones, o cerca del 15 por ciento de la población.

También sabemos dónde estaban los campos de concentración –concretamente, en todas partes. Aunque todos estamos familiarizados con la imagen del prisionero en una tormenta de nieve, excavando carbón con un pico, existieron campos de concentración en el centro de Moscú en los que los prisioneros construían bloques de apartamentos o diseñaban aviones, campos de concentración en Krasnoyarsk donde los prisioneros dirigían plantas de energía nuclear, campos de pesca en la costa Pacífica. De Aktyubinsk a Yakutsk, no había un solo centro de gran población que no tuviera uno o varios campos de concentración locales y no existió una sola industria que no empleara prisioneros. Por años, los prisioneros construyeron caminos, ferrocarriles, plantas de energía y fábricas químicas. Fabricaron armas, muebles, repuestos para máquinas e, incluso, juguetes para niños.

En la Unión Soviética de la década de 1940, cuando los campos de concentración alcanzaron su cenit, habría sido muy difícil en muchos lugares cumplir la rutina diaria sin tropezar con prisioneros. Ya no es posible argumentar, como algunos historiadores occidentales hicieron, que los campos eran un fenómeno marginal o que ellos sólo eran conocidos por una pequeña proporción de la población. Al contrario, eran centrales al sistema soviético en general.

También entendemos mejor la cronología de los campos de concentración. Por mucho tiempo hemos sabido que Lenin construyó los primeros en 1918, durante la Revolución, pero los archivos ahora nos han ayudado a explicar por qué Stalin decidió expandirlos en 1929. En ese año, él lanzó el Plan Quinquenal, un intento extraordinariamente costoso, tanto en vidas humanas como en recursos naturales, para forzar un incremento del 20 por ciento anual en la producción industrial soviética y para colectivizar la agricultura. El plan llevó a millones de arrestos a la vez que los campesinos eran expulsados de sus tierras; eran encarcelados si se rehusaban a irse. También llevó a una enorme escasez de mano de obra. De repente, la Unión Soviética se encontró con necesidad de carbón, gas y minerales, la mayoría de los cuales se encontraban únicamente en el lejano norte del país. La decisión se tomó: los prisioneros serían utilizados para extraer los minerales.

Para los agentes secretos que estaban a cargo de la construcción de los campos de concentración, todo tenía sentido. Así es cómo Alexi Laginov, antiguo comandante suplente de los campos de Norilsk, al norte del Círculo Ártico, justificaba el uso de prisioneros como mano de obra en una entrevista en 1992:

Si hubiéramos enviado civiles, primero hubiéramos tenido que construir casas para que vivieran en ellas. Y, ¿cómo gente común y corriente podría vivir aquí? Con prisioneros, es sencillo. Todo lo que se necesita es una barraca, una estufa con una chimenea y de alguna manera ellos sobreviven.

Nada de esto quiere decir que los campos de concentración no intentaban también aterrorizar y subyugar a la población. De hecho, los regímenes de prisiones y campos, que eran diseñados hasta el último detalle por Moscú, estaban diseñados definitivamente para humillar a los prisioneros. Se les quitaban los cinturones, botones, tirantes y artículos elásticos. Los guardias los veían como “enemigos” y les prohibían utilizar la palabra “camarada” incluso entre ellos mismos. Esas medidas contribuyeron a la deshumanización de los prisioneros desde la perspectiva de los guardias de los campos y de los burócratas, que de esta manera encontraron mucho más fácil no tratarlos como conciudadanos y ni siquiera como seres humanos. Realmente, esto resultó ser una combinación ideológica extremadamente poderosa – la indiferencia por la humanidad e individualidad de los prisioneros y la irresistible necesidad de cumplir con el plan centralmente determinado.

Los “Aburridos” Homicidios de Stalin

Una de las razones por las que escribí el libro es que comencé a preguntarme por qué me topé con este tema únicamente cuando viví en Europa Oriental. Tengo un título en historia rusa de la Universidad de Yale, pero sabía muy pocos de estos detalles. También me inspiró, debo admitirlo, una crítica bastante irritante hecha por el New York Times de mi primer libro, Between East and West: Across the Borderlands of Europe, el que trataba sobre los países occidentales fronterizos de la ex Unión Soviética. Aunque mayoritariamente positiva, la crítica contenía la siguiente frase: “Aquí ocurrió la hambruna del terror de la década de 1930, en la que Stalin asesinó a más ucranianos que Hitler a Judíos. Sin embargo, ¿Cuántos occidentales recuerdan eso? Después de todo, los homicidios eran tan aburridos y aparentemente sin dramatismos.”

¿Fueron aburridos los homicidios de Stalin? Mucha gente cree eso. Los crímenes de Stalin no inspiran la misma reacción visceral en el público occidental como lo hacen los crímenes de Hitler. Ken Livingstone, un antiguo miembro del Parlamento y ahora el alcalde de Londres, una vez gastó toda una noche tratando de explicarme la diferencia. “Sí,” dijo, “los Nazis eran malos. Pero la Unión Soviética estaba deformada.” Esa visión refleja el sentimiento de muchas personas, incluso de personas que no son miembros chapados a la antigua del Partido Laborista británico. La Unión Soviética de alguna manera estaba mal, pero no fundamentalmente mal en el mismo sentido en el que los estuvo la Alemania de Hitler.

La Ciega Visión de la Ideología

Hasta hace poco era posible explicar esta ausencia de sentimiento popular sobre la tragedia de la Europa comunista como el resultado lógico de un conjunto particular de circunstancias. El paso del tiempo es una parte: los regímenes comunistas fueron menos censurables con el transcurso de los años. Nadie se asustaba mucho con el General Jaruzelski, o incluso con Brezhnev, aunque ambos fueron responsables por gran parte de la destrucción. Además, los archivos estaban cerrados. El acceso a los lugares de los campos de concentración estaba prohibido. Ninguna cámara de televisión filmó nunca los campos soviéticos o a sus víctimas, como lo hicieron en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. A la vez, sin imágenes significa que el tema en nuestra cultura visual tampoco existió realmente.

La ideología también transformó las formas en las que hemos comprendido la historia soviética y de Europa Oriental. En la década de 1920, los occidentales sabían mucho sobre lo sangrienta de la revolución de Lenin y de los campos de concentración que él acababa de establecer. Los socialistas occidentales, muchos de cuyos hermanos estaban entre las primeras víctimas de los bolcheviques, protestaron enérgica, firme y frecuentemente contra los crímenes que estaban siendo cometidos por el régimen bolchevique.

“Me Recuerda Montana”

En 1944, el vicepresidente Henry Wallace visitó Kolyma, uno de los más notorios campos de concentración, durante un viaje a través de la Unión Soviética. Creyendo que visitaba algún tipo de complejo industrial, le dijo a sus anfitriones que el “Asia Soviética,” como la llamó, le recordaba al salvaje oeste, en particular a Montana, que era de donde él venía. Dijo: “Las vastas extensiones de sus campos, sus bosques vírgenes, ríos amplios y grandes lagos, todos los tipos de climas, su inagotable riqueza, me recuerdan mi tierra.” No era el único en rehusarse a ver la verdad sobre el sistema estalinista en ese momento; Roosevelt y Churchill también se tomaron sus fotografías con Stalin.

Juntas, todas estas explicaciones tuvieron sentido alguna vez. Cuando por primera vez comencé a pensar seriamente en este tema, mientras el comunismo colapsaba en 1989, también vi la lógica: parecía natural, obvio, que debería saber muy poco sobre la Unión Soviética estalinista, cuya historia secreta lo hizo todo más intrigante. Más de una década después, lo siento muy diferente. La Segunda Guerra Mundial ahora pertenece a una generación anterior. La Guerra Fría también terminó y las alianzas y quiebras internacionales que produjo se volvieron buenas. La izquierda occidental y la derecha occidental ahora compiten sobre asuntos diferentes. Al mismo tiempo, la emergencia de nuevas amenazas terroristas a la civilización occidental hace el estudio de las viejas amenazas comunistas a la civilización occidental, más relevantes. Me parece que es tiempo de dejar de ver la historia de la Unión Soviética a través de los reducidos lentes de la política estadounidense y comenzar a verla por lo que realmente fue.

Ciertamente ello nos ayudará a entender nuestra propia historia. Porque si olvidamos el Gulag, tarde o temprano olvidaremos nuestra propia historia. Después de todo, ¿por qué peleamos la Guerra Fría? ¿Fue por locos políticos derechistas, en alianza con el complejo militar-industrial y la CIA, que inventaron todo y obligaron a dos generaciones de estadounidenses a acompañarlos? ¿O algo más importante estaba sucediendo? La confusión ya está extendida. En el 2002, un artículo en la revista británica conservadora Spectator opinó que la Guerra Fría fue “uno de los más innecesarios conflictos de todos los tiempos.”

Gore Vidal también describió las batallas de la Guerra Fría como “cuarenta años de guerras sin sentido que crearon una deuda de $5 millones de millones de dólares.” Ya estamos olvidando qué fue lo que nos movilizó, los que nos inspiró, lo que mantuvo a la civilización “de Occidente” unida por tanto tiempo.

También hay razones más profundas para entender esta parte medio olvidada de la historia. Si no estudiamos la historia del Gulag, algo de lo que sabemos de la humanidad misma se distorsionará. Cada una de las tragedias masivas del siglo 20 fue única: El Gulag, el Holocausto, la masacre de Armenia, la masacre de Nanking, la Revolución Cultural, la Revolución de Camboya, las guerras de Bosnia. Cada uno de esos eventos tuvo diferentes orígenes históricos y filosóficos y surgió de circunstancias que nunca más se repetirán. Sólo nuestra habilidad para degradar y deshumanizar a nuestros semejantes ha sido –y será- repetida una y otra vez.

Entre más entendamos cómo diferentes sociedades han transformado a sus vecinos y conciudadanos en objetos; entre más sepamos de las circunstancias específicas que llevaron a cada episodio de asesinato masivo; mejor entenderemos el lado más oscuro de nuestra propia naturaleza humana. Yo escribí mi libro sobre el Gulag no “para que no vuelva a suceder otra vez,” como dice el cliché, sino porque sucederá otra vez. Necesitamos saber por qué –y cada historia, cada memoria, cada documento es una pieza del acertijo. Sin ellos, despertaremos un día y nos daremos cuenta que no sabemos quiénes somos.


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Anne Applebaum es editorialista y miembro del Consejo Editorial del Washington Post. Es parte del Comité Internacional de Selección 2004 del Premio Milton Friedman para el Avance de la Libertad. El 5 de abril ha sido galardonada con el Premio Pulitzer en la categoría No-Ficción por su libro: Gulag, a History. Este ensayo es un extracto de una conferencia dada el 7 de noviembre del 2003 en Nueva York y publicada en la Edición de Invierno (Número 1, Volumen 2) de Cato´s Letter.



Traducido pos Javier L. Garay Vargas para Cato Institute.


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Invitado

Mensaje por Invitado » 28 Nov 2004, 19:29

El otro punto de vista, una lectura interesante:

http://www.leninismo.org/mentiras_urss.htm

Salud.

W:Wrz

Vicente

Gulag

Mensaje por Vicente » 29 Nov 2004, 03:03

EL GULAG:


http://www.sitesofconscience.org/spa/gulag.htm
GULAG: el sistema de campos de prision que durante 70 años simbolizo el totalitarismo y represion en la URSS



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http://www.memorialsighet.ro/en/

MEMORIAL DEDICADO A LAS VICTIMAS DEL COMUNISMO


La terrible prision de Sighet fue uno de los centros de tortura mas crueles del comunismo de la Europa Oriental. Con buen sentido y con el apoyo del Consejo de Europa, el lugar es un memorial dedicado a las victimas del comunismo. El website ofrece una amplia informacion y un recorrido por el espeluznante historial de esta ideologia nefasta

Vicente

Imágenes inéditas del Gulag

Mensaje por Vicente » 29 Nov 2004, 03:05

Imágenes inéditas del Gulag, el infierno construido por Stalin

Tomasz Kizny publica un documento único sobre los campos de concentración de la URSS, completando los terribles testimonios de Solzhenitsin y Chalamov.

Entre ocho y diez millones de muertos en los campos
Muestra de las imágenes

http://www.lavozdegalicia.es/reportajes ... 0000040510

Colección Tomasz Kizny
(Enrique Clemente)
El fotógrafo y periodista polaco Tomasz Kizny, de 45 años, ha dedicado interminables horas a escudriñar en archivos y a recopilar fotografías que estaban en poder de los antiguos detenidos en los campos de concentración del derrumbado imperio soviético. Incluso las obtuvo de los álbumes que hacían los comandantes y oficiales para demostrar que sus patibularios recintos carcelarios funcionaban bien. Para completar su trabajo ha acudido a retratar los restos de aquellos lugares tétricos donde a lo largo de 40 años desaparecieron millones de hombres, como Kolyma o Belomorkanal, en los que los presos soportaban temperaturas de 60 bajo cero.

«La búsqueda difícil de todos estos documentos y mi trabajo personal han durado 17 años y cuando he tenido el sentimiento de que el conjunto constituía una imagen del archipiélago Gulag, he pensado que este trabajo sobre un periodo histórico tanto tiempo ocultado en Occidente merecía ser publicado», explica Kizny a La Voz.

El resultado de su paciente, meticulosa y apasionada investigación, de su escalofriante recorrido por seis complejos concentracionarios diferentes, es un libro excepcional, Goulag, que acaba de aparecer en Francia e incluye 550 imágenes, muchas del interior de los campos. Según afirma la editora de la obra, Dominique Roynette, a este periódico, «casi todas las fotografías se publican por primera vez».



Ocultas bajo la cama

El autor comenzó su ardua tarea cuando un amigo le presentó en 1986 a un antiguo preso polaco superviviente del Gulag, que poseía fotos del campo de Vorkuta, en el círculo polar, donde había estado internado. Poco a poco contactó con otros veinte detenidos en el mismo lugar, que le confiaron sus fotos, que «ocultaban en los cajones o bajo la cama, las sacaban de vez en cuando para enseñárselas a sus familias». Ellos mismos las habían tomado en 1955, antes de ser liberados. «Estas fotos anuncian el retorno a la vida después del infierno», afirma Kizny.

El libro pone imágenes a una realidad terrorífica que hasta ahora sólo contaban las palabras. Como asegura Roynette, «el libro aporta otra visión del Archipiélago Gulag, que hasta ahora era conocido por los escritos de los presos o por la literatura de Alexander Solzhenitsin, Varlam Chalamov, Evguenia Guinzburg, Grudzinski y otros».

Un universo muy poco conocido por diferentes razones, que enumera Kizny: «Primero, porque Rusia estuvo en el campo de los vencedores de la II Guerra Mundial. Segundo, porque la simpatía hacia Stalin duró mucho tiempo en Europa Occidental. Tercero, porque sólo han pasado una decena de años desde que cambió el régimen en Rusia y dejó de censurarse este asunto».

A la entrada del campo de Auschwitz figuraba el macabro lema Arbeit Macht Frei («El trabajo nos hace libres»), en los soviéticos rezaba Cheries Trud Domoi («El trabajo es el camino hacia el hogar»). Una significativa semejanza, pero mientras el primero es universalmente conocido como símbolo de las atrocidades del siglo XX, sobre los segundos se ha extendido una oscuridad que llega hasta nuestros días. El historiador británico Donald Rayfield, que ha presentado esta semana en Madrid Stalin y los verdugos (Taurus), explica a este diario a qué se debe esto: «En primer lugar, los campos nazis, como Auschwitz o Dachau, se pueden visitar dentro de una ruta turística y los soviéticos, no; en segundo, los supervivientes del genocidio nazi se fueron a Estados Unidos o Israel y contaron sus historias, a los el Gulag se les daba el salario de un mes y se les advertía de que no se atrevieran a hablar».



Fábricas de la muerte

Es cierto que el objetivo último de los soviéticos no era matar a los reclusos. Lenin y Stalin liquidaban a los disidentes directamente. Pero, como afima Rayfield, «eran campos de trabajo, pero su resultado también era el exterminio, porque mataban a trabajar a los presos, los alimentaban mal y los explotaban hasta el final».

«Los campos de exterminio nazis son fábricas de la muerte que se pueden visitar, donde uno puede recogerse. El Gulag ha dejado pocas huellas materiales. Se habla de millones de victimas, pero ¿dónde están las tumbas?», se pregunta Tomasz Kizny.

Fotografías de los campos, casi todas inéditas, algunas captadas clandestinamente, otras tomadas después de la muerte de Stalin en 1953 por los propios presos delante del barracón donde habían vivido como infrahombres durante muchos años. Fichas policiales de los detenidos, escenas de trabajo, obras faraónicas, pero no se ve la muerte ni las pilas de cadáveres esqueléticos amontonados que no se pueden enterrar en invierno y deben esperar a la primavera que describían Chalamov y Solzhenitsin. «Yo no he visto esas fotos. Los archivos del FSB, así como los presidenciales siguen cerrados, puede que estén allí, pero es una suposición», afirma Kizny. A esta muerte invisible le llama «la derrota de la memoria».

Rayfield se lamenta de que «a la mayor parte de los rusos no les interesa el tema, no quieren saber nada de lo que pasó». Para él, «a Putin, que es un heredero de Stalin, no le interesa fomentar la memoria». Kizny añade que «los crímenes soviéticos no han sido aún moralmente juzgados y condenados».

Zhukov

Mensaje por Zhukov » 29 Nov 2004, 10:39

Oye, Vicente, tú que eres un tío muy bien informado,¿ por qué no nos hablas del campo de trabajo franquista en el Valle de los Caídos en la
postguerra?

Vicente

Mensaje por Vicente » 29 Nov 2004, 11:24

jajaja, veo que te picas. Pues porque estamos en un foro de discusión sobre comunismo. Si quieres hablo tambien del esclavismo romano, o de los trabajos forzados de los indios en la colonizacion de America.

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Mensaje por Curioso » 29 Nov 2004, 12:44

Derechón, no trivialices sobre cosas de las que aún quedan testigos vivos (seguro que a tu pesar).
Ahora, podrías hablar de cómo en el camino que fue de Yalta a Postdam, las potencias occidentales dieron libertad absoluta a la URSS en toda su esfera de influencia: ¿se hizo algo contra los gulags, aparte de la propaganda? Recuerdo ahora, por ejemplo, que los comunistas españoles que fueron a la URSS y acabaron en campos de trabajo soviéticos por desencantarse y oponerse al estalinismo, no pudieron salir de la URSS gracias a las gestiones de ningún estado occidental, sino a las campañas por su liberación de las organizaciones de exiliados españoles no estalinistas.

EDIT: y recuerdo que el sistema de campos de trabajo soviéticos, aunque anterior, alcanzaría su mayor desarrollo durante y después de la Segunda Guerra Mundial: ¿qué dijeron entre 1941 y 1945 los gobiernos occidentales sobre el régimen estalinista? Aaah, no, que, entonces, Stalin era el "galante aliado soviético".

Invitado

Mensaje por Invitado » 29 Nov 2004, 14:44

coño vicente, si quieres picar a alguien cagandote en la URSS vete al PCE, pero por si no lo sabes, somos (al menos la mayoria) anarquistas, y te recuerdo que para nosotros el estalinismo es tan enemigo como el capitalismo, no jodamos.

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Mensaje por Curioso » 29 Nov 2004, 14:46

Anonymous escribió:coño vicente, si quieres picar a alguien cagandote en la URSS vete al PCE, pero por si no lo sabes, somos (al menos la mayoria) anarquistas, y te recuerdo que para nosotros el estalinismo es tan enemigo como el capitalismo, no jodamos.
Pues claro que sí, incluso para muchos no anarquistas. Pero para la derecha reaccionaria, anarquismo y estalinismo es igual, dos cabezas de la hidra subversiva (antiespañola, para los reaccionarios locales).

Vicente

Mensaje por Vicente » 29 Nov 2004, 19:27

Eh, eh, que se diferenciar entre anarquistas y estalinistas, no me jodais, que cuando he puesto esos links era para abrir ese debate del genocidio comunista. Mira, si una cosa siempre me ha chocado es que se habla cuarente veces más de Hitler que de Stalin, todo el mundo conoce el nombre de los campos de concentracion nazis (Mathausen, Auscwitz) pero ninguno de los sovieticos, se hacen pelis sobre el horror nazi pero no sobre el horror estalinista.

¿Es así o no? Pues eso. No os piqueis, que no va con vosotros.

Un saludo,

Vicente

Vicente

Mensaje por Vicente » 29 Nov 2004, 19:41

CURIOSO:

Te recuerdo que Churchill queria desembarcar en Grecia, en vez de en Normandia, para así cortar el frente ruso, y subir por el norte, hasta Polonia, y evitar el avance sovietico por la Europa del Este, como asi sucedió. AL desembarcar los yanquis en Normandia, los sovieticos tuvieron el campo libre, y llegaron hasta Berlin. Churchil hubiese preferido desembarcar en Grecia.

Invitado

Mensaje por Invitado » 29 Nov 2004, 20:13

Comentaría algunos puntos que parecen bastante dudosos de la versión "oficial" que inventaron ciertos personajes de dudosa credibilidad sobre los supuestos 50 millones de muertos del "comunismo", hambrunas y demás. Creo que aprovecharé mejor mi tiempo en cosas mas provechosas. A demás no me apetece que me llamen estalinista ni nada por el estilo por defender a la urss de las mentiras de la propaganda capitalista y nazi...

Y sobre la segunda guerra mundial, todo el mundo sabe que quienes mas hombres perdieron con diferencia fue la URSS. Se puede decir que fueron ellos los que pararon los pies a Hitler.

Salud

W:Wrz

Invitado

Mensaje por Invitado » 29 Nov 2004, 20:34

Vicente, se nota ke lees mucho (basura, pero mucho).La verdad es ke resulta un coñazo leer todos tus mensajes, con esa visión tan derechona de la historia y de la actualidad.No me interesa nada de lo ke dices. Si kiero escuchar mentiras prefiero ponerme a ver el telediario, o la comisión de investigación de no se ké coño, o el debate de la nación, por lo menos te ríes(sólo un poko) con sus caras de mentirosos, pero a ti como no te la veo....Porké no te dedicas a escribir en la Razón o en Abc, o en cualkier periódico....ke para el caso...

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Curioso
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Mensaje por Curioso » 29 Nov 2004, 20:41

Vicente escribió:CURIOSO:

Te recuerdo que Churchill queria desembarcar en Grecia, en vez de en Normandia, para así cortar el frente ruso, y subir por el norte, hasta Polonia, y evitar el avance sovietico por la Europa del Este, como asi sucedió. AL desembarcar los yanquis en Normandia, los sovieticos tuvieron el campo libre, y llegaron hasta Berlin. Churchil hubiese preferido desembarcar en Grecia.
Respondo más en extenso mañana, o pasado, pero las cosas fueron bastante más complejas de como cuentan las hagiografías de Churchill.

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