¿Quien es nieto del Che Guevara?

¿Qué tienen en común el Anarquismo y el Comunismo? ¿Qué separa y une a estas dos formas de organizar la sociedad? ¿Nuestro fin es el mismo? Stalinistas, leninistas, marxistas y marxistas libertarios. ¿En qué se diferencian entre sí? ¿Y en qué se parecen?
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subversivo
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Mensaje por subversivo » 19 Nov 2004, 20:38

Ya se perfectamente que en cuba no "se muere nadie de hambre por culpa del viejo loco castro" como intentan hacernos creer, pero asicomo no debemos creernos lo que se difunde al pie de la letra desde occidente, tampoco debemos creérnoslo desde dictaduras socialistas... el poder siempre miente, mentirá más o mentirá menos, o a lo mejor no miente, sólo que se calla verdades o las tergiversa, pero nunca te puedes fiar al 100%; así que no me mandes a leer un libro llamado "cuba roja" porque ya sé a priori lo que va a poner en él...

Saludos
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ElRojo
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el libro

Mensaje por ElRojo » 19 Nov 2004, 22:53

Roman Orozco es espanol es dudo que sea comunista la referencia es:

Cuba Roja: como viven los cubanos con Fidel Castro
Autor: Roman Orozco (periodista de Cambio 16)
ISBN 84-7679-269-7
1993

SarDi
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Mensaje por SarDi » 30 Dic 2004, 02:00

joder subersivo, el otro día discutiendo y yo te estaba diciendo lo que tu dices aquí........

si en el fondo a todos nos gusta llevar la contraria....100% deacuerdo con lo que has dicho (aquí.... :roll: )


y por qué en otro hilo me defiendes a Castro?

te pillaría en un mal día o algo, supongo......en fin, cuando tengas ganas hablamos del tema

Blandir Fleming

Mensaje por Blandir Fleming » 30 Dic 2004, 10:55

Entrevista con Alberto Granado, bioquímico
"El Che era muy duro. Con él mismo, más que con nadie"


Guido Braslavsky
Clarín


Usted ha sido amigo del Che Guevara y compartió muchas experiencias con él. ¿Cómo juzga la mitificación que se ha hecho de su figura?

—Yo trato de que eso no ocurra, porque se está creando una imagen falsa. ¡Qué vamos a ser como el Che, si él era buen médico, buen mozo, valiente, inteligente! Imposible ser como él... Era inteligente, pero también muy trabajador. Y era valiente, pero muchos son valientes y terminan asaltando bancos. Hay mucha gente valiente y trabajadora, muchos Che Guevara en el mundo. El Che no es mito, es un hombre que hizo y pagó las consecuencias.

La película "Diarios de motocicleta" narra el viaje que hicieron usted y él por Sudamérica. Para el mundo, Alberto Granado es "el amigo del Che". ¿Cómo se ve usted?

—Como un tipo afortunado. Estoy muy orgulloso de ser el amigo del Che. Si el Che no hubiera sido quien fue, ese viaje habría sido un viaje turístico más. Yo he tenido la suerte de haber sido fiel a mi forma de pensar y de ser. Cuba me ha ayudado. Y la responsabilidad de que la gente diga: "Mira, ese es nada menos que el amigo del Che". Eso te obliga a ser un poco mejor. En Cuba consideran que el Che y yo somos algo así como un símbolo de la amistad.

¿Qué es lo primero que recuerda cuando piensa en él?

—Su aspecto sarcástico. Ahora estaría diciendo: "Pero mira que hablas macanas, Petiso". Para tomar algunas decisiones no puedo dejar de pensar en él, porque éramos muy parecidos en la forma de reaccionar frente a las injusticias y las desigualdades. Era muy firme en sus convicciones. Y tan drástico... Cuando venía un tipo que él creía que iba a chuparle las medias, me hubiera gustado que fuera más suave. Pero no, hubiera dejado de ser Ernesto Guevara.

¿Cómo reaccionaba?

—Por ejemplo, durante nuestro viaje —está relatado en la película— cuando el doctor Pesce en Perú le pide opinión sobre el libro que había escrito, y Ernesto le dice que era una porquería, podría haber sido más suave Mi hermano menor, Tomás, que era su compañero, me contó que una vez hablaban sobre García Lorca con el profesor de Literatura, en cuarto año del bachillerato. El profesor dijo mal un verso y Ernesto le lanzó: "Para qué vamos a hablar, si usted no se sabe ni los versos". Imaginate la bronca del profesor. No hay que endiosar a Ernesto, se lo va lavando mucho. Hay que recordar también sus cosas negativas. En la película, quise evitar que hicieran de Ernesto un cowboy del Oeste, que todo lo hacía bien.

¿Era duro?

—Sí, duro, muy duro. Consigo mismo más que con nadie. Se daba cuenta si se le había ido la mano, pero por eso no dejaba de ser duro. Cuando era ministro, los muchachos de la escolta le agarraron el auto y salieron a levantarse un par de minas. Como era un auto del Estado, el Che usó su mano de hierro y les aplicó su propia ley. Les daba donde más les dolía, que era dejarlos sin comer y en calzoncillos para que pagaran sus fechorías.

En 1960, al reencontrarse en La Habana, ¿el Che le propuso que se quedara a vivir en Cuba? —No podía proponer mucho, porque él sabía que se iba. Así que no podía decirme "vení, Petiso, vamos a trabajar juntos". En la carta que me manda en abril del 59 me dice que quería verme; ahí ya me di cuenta de que Ernesto era un hombre de Estado. Y me fui a Cuba, donde vi que yo podía ser muy útil. Además me enamoré del proyecto de Fidel. Cuando Fidel habló el 26 de julio del 60 en la Sierra Maestra, todo lo que decía era como si lo hubiera estado pensando yo. El Che, cuando se despide de mí, me deja un libro, donde me escribe "te espero". El sabía que si hubiera habido una Bolivia o un Congo liberados, habría podido contar conmigo en lo que yo sé: desde organizar un equipo de fútbol hasta una escuela de bioquímica.

¿Cuándo fue la última vez que lo vio?

—En octubre del 64, sin saberlo. Pero me dio cierta pista. Le dije "me voy a dar el gusto de invitarle un trago a un ministro". Abrí una botella de ron, nos servimos y le digo "vos sabés, Pelao, que de todos mis vicios pequeñoburgueses, hay dos que no me los puedo quitar: el deseo de viajar y el gusto de un buen trago". Y me contestó: "Mirá, Petiso, vos sabés que el trago nunca me interesó, y en cuanto a viajar, si no es con una metralleta tampoco me interesa".

¿Cómo supo de su muerte?

—Cuando lo asesinan me llamaron para identificar las fotos. Los cubanos no podían creer que lo hubiesen matado. Uno me decía que con esos bracitos flacos, cómo iba a ser el Che, con la fuerza que tenía. Pero yo sabía que él tenía esos bracitos, lo cachábamos desde joven por eso. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida.

¿Usted le decía Ernesto o Che?

—En la intimidad, yo le decía Pelao, apodo que tenía antes de que lo conociera, de cuando se cortó el pelo al rape. Si lo iba a buscar preguntaba por el comandante o el Che.

Viajó por muchos países para presentar la película, pero a EE.UU. ¿lo dejaron entrar?

—Tenía que ir a Sundance, el centro que tiene Robert Redford, el productor de "Diarios...". Lo que pasa es que en el año 1946 o 1947 firmé una declaración contra la bomba atómica, contra McCarthy; por eso es muy difícil que me dejen entrar a Estados Unidos. Además pedimos la visa desde Cuba. No me dijeron que no, pero nunca me la otorgaron y así se pasó la fecha.

¿A la Argentina ha vuelto mu chas veces?

—Sí. Estuve en el 62; después no pude venir más hasta el 73, cuando eligieron a Cámpora. Yo estaba en Chile, gobernaba Allende, había trabajado con los chilenos en genética molecular y queríamos hacer un intercambio con la Universidad de Valparaíso. Fue en setiembre, unos días antes del golpe. Pero a la Argentina Yo no tenía que ver con las guerrillas, pero conocía a Massetti, el líder de la primera guerrilla guevarista en el norte argentino. La Policía Federal sospechaba de mí y cada vez que venía me ponían un tipo atrás. Iba a visitar amigos, me iba y al rato caía la Policía. "No visites a nadie que estás asustando a medio mundo", me decían. Era todo imaginación de la Federal. Jon Lee Anderson, el autor de una extensa biografía del Che, dice que yo vine a reclutar gente.

¿Y a qué vino?

—A buscar médicos. Fue en el 62, porque la mitad de los médicos, unos 3.500, se habían ido de Cuba. Convencí a algunos médicos para que fueran a ayudar. Algunos hicieron un gran papel. Desde los 80 vine varias veces. Soy cordobés, me gusta mucho Córdoba y tengo muchos amigos allá. Nunca he dejado de ser argentino. Este es el país que me formó como científico, como profesor. Alguna gente me pregunta por qué no me hago cubano. Y digo que si para morir por Cuba y su revolución hay que ser cubano, yo me hago cubano. Pero si puedo hacerlo sin dejar de ser argentino, para qué voy a renunciar.

¿Se iría de viaje de nuevo con el Che?

—Sí, con un tipo como ése, yo salgo a cualquier parte.

¿Qué cambió aquel viaje en sus vidas?

—Ahí al Che le nació la idea de que había que meterse en la cosa. No sólo filosofar, sino hacer, luchar. Ahí el Che se dio cuenta de que la vía era la toma del poder por las armas. Y después se encontró con Fidel, que creía lo mismo. El viaje hizo más objetivo lo que habíamos leído. La explotación del cobre, o esa pareja de mineros que viajaban por necesidad de comer, no como nosotros que lo hacíamos por conocer, nos abrió un mundo.

¿Lo extraña a Ernesto?

—Sí, sobre todo en momentos de duda. Cuando me pregunto qué hacer, si lo cobraré o se lo entregaré al Estado

¿Qué cosa?

—Mi libro "Con el Che por Sudamérica". Si lo publicaba en la Argentina me daban 2 o 3 mil dólares por lo menos. En Cuba, 2 o 3 mil pesos cubanos. "Lo voy a mandar para Buenos Aires", pensaba. Pero después, ¡qué carajo!, cedí los derechos a la agencia literaria de Cuba. No son muchos los momentos de duda, pero en ésos, tener a alguien como el Che...

¿Qué le hubiera dicho él?

—No seas pelotudo, Petiso. ¿Te vas a vender por 2 mil dólares?

Invitado

Mensaje por Invitado » 28 Ene 2005, 04:56

Declaraciones del nieto de Ernesto Guevarra ( el Che)
Por Canek Sanchez Guevara




Saludos amigos míos, colegas, camaradas y demás...


Mis madrugadas son un caos de letras y palabras, deben saberlo. A estas horas las neuronas rebotan enloquecidas por el café y la nicotina, y las ideas se desordenan a su gusto... Como a mí me gusta. Comenzaré por el principio porque el final no lo conozco (y como no creo en profecías de babalaos, a las evidencias me atengo); y a riesgo de sonar repetitivo, insisto: debemos desmitificar a la revolución cubana desde sus cimientos. Bien, ahora el cómo. En principio me parece de lo más sensato desmenuzar el contenido de la revolución y analizarlo por pedacitos. Se me ocurre lo siguiente:


1.- ¿Estado de obreros y campesinos? Organización obrera. Sindicatos. Control de la producción: ¿está realmente en manos de los trabajadores? Derechos del trabajador en la economía de Estado. Mercado laboral. Participación política y ciudadana. ¿Movimiento obrero, o sólo obreros?


2.- Comités de Defensa de la Revolución: ¿organización de masas u organización de Estado? La función de los CDR: ¿simple vigilancia, o participación ciudadana? Poder Popular: de la teoría a la práctica. Derechos políticos de los ciudadanos. Elecciones en el sistema cubano. Participación individual en lo colectivo.


3.- El discurso de la revolución. ¿Socialismo, comunismo, o simple capitalismo de Estado? La retórica de la muerte en el discurso de la revolución. Las fobias de la revolución. La cultura de la consigna. Masificación de la ideología y reducción del marxismo. Pensamiento acomodaticio y “doble moral” en la sociedad cubana. Contradicciones fundamentales del discurso cubano.


Creo, queridos compinches, que con esto tenemos para comenzar. Esto lo propongo, primero como ejercicio nuestro, como forma de poner en orden nuestras ideas, y después con el ánimo de redactar un documento en conjunto; que lo mismo sirva para armar bulla en el disperso exilio no politizado, que para ser leído en la isla; que lo mismo lo entienda un obrero que un intelectual, y que ninguno de los dos enarque la ceja con desprecio, o lo abandone por incomprensible o, peor aún, por risible. Que pueda ser leído en Cuba y en cualquier otro punto de nuestro mismo planeta y que lo que ahí se explique sirva de explicación en cualquier cultura, ¿me explico?


Entendámonos, no propongo un manifiesto ni cosa por el estilo, sencillamente, una autopsia del socialismo cubano. Una fría disección llena de vida, elaborada por Cuatro Gatos que piensan que la vida es algo más que la basura que nos venden y nos anuncian con bombo y platillos como espectáculo circense. Además, debe ser una advertencia de lo que vendrá tras la caída del Comandante. Precisamente nosotros, que vivimos la “libertad” con sentido crítico, que aprovechamos los resquicios del capitalismo para mejor desenvolvernos mas no para adorarlo; nosotros, pienso, debemos también hacer un intenso ejercicio para explicar a los cubanos mismos lo que caerá sobre la isla, y que no sólo serán barbis y descapotables, y que por supuesto, jamás serán para todos. Debemos explicar qué es el capitalismo, qué el fidelismo y qué debe ser la sociedad de individuos libres, libres en lo común también; llámesele, anarquismo, socialismo o comunismo. En lo personal, me parece buena idea limitar la adjetivación y concentrarnos en los hechos mismos, y en el discurso que sustenta tales hechos; y confrontarlos con nuestras ideas de libertad (así, sin mayores adjetivos). Dejemos que nuestras palabras hablen por nosotros, y dejemos también que cada quién entienda a su manera y que cada quien sea libre de darle nombre a “eso” que las palabras dicen. Intentémos hablarle a todos, no sólo a quienes ya piensan como nosotros; y pienso que el mismo análisis del discurso cubano nos servirá para rehuir sus excesos, su ilimitada autocomplacencia, su insípida verborrea y su terrible tendencia a la numerología y a presentar la vida como un conjunto de cifras.


Desmenucemos entre todos el tinglado cubano, en primer lugar, porque no es trabajo fácil para ninguno de nosotros por sí solo; en segundo lugar, porque si hemos de pensar Lo Común, debemos hacerlo en común también, pues cada uno de nosotros es un mundo en sí mismo, interconectado con los demás: eso tenemos en común. Elaboremos un análisis capaz de hacer titubear al fidelista más furibundo; utilicemos su principal herramienta que es precisamente, el discurso. En Cuba la palabra es Poder, por eso se prohibe la palabra. Usemos entonces nuestra palabra para elaborar una verdadera crítica revolucionaria de la dictadura en turno, tan sólo una más en la larga lista de la isla, y probablemente, no la última. Hagámosle saber a nuestros compatriotas (y a los que no, también) que sin una ciudadanía activa, sin una participación real del individuo en lo común, todo pueblo está condenado a un gobierno duro. Por supuesto, los gobiernes no conceden derechos a sus ciudadanos así, por bonachones que son los gobernantes, de ninguna manera. Los CDR deberían ser instancias de participación ciudadana y no cuerpos de vigilancia. El Poder Popular debe ser una organización ciudadana que administre y reparta adecuada y equitativamente los recursos de todos, y los ministros deben ser civiles con experiencia en los ramos que dirigen, y no cuadros de Partido alguno. Y tengamos claro, todos, que una sociedad anarquista no se erige, surge, pues de lo contrario es impuesta, y la libertad, nunca, bajo ningún concepto puede imponerse. El fracaso, precisamente, de las gestas revolucionarias del siglo XX consistió en la idea de que para transformar a la sociedad primero había que tomar el poder, y desde ahí, dirigir la transformación revolucionaria de la sociedad. Toda revolución, incluso las de derecha (las fascistas y nazis) exigieron como materia prima para la nueva sociedad, un hombre nuevo. Este hombre nuevo, claro, tenía las características necesarias para amoldarse y desarrollarse junto con la sociedad planeada. Esto es una utopía, obviamente, cuando no —y que me disculpe el susodicho— una reverenda sandez. La sociedad no es un objeto, ni los sujetos lo son. Planear la sociedad en el papel es un juego vano, pero imponerle un comportamiento social a una sociedad, es una barbaridad, simple y llanamente. Las sociedades, todas, crecen, se desarrollan y se transforman, dando paso a otro estadio social, pero el hombre de la sociedad futura sólo puede gestarse en la presente. Si la sociedad (los individuos que la componen) no están listos, cultural, social, económica, ideológica y políticamente para el nuevo estado de las cosas, éste, simplemente, se extingue entre discursos, pues tal estado de las cosas es, en efecto, un estado implantado, impuesto, y no un proceso natural y orgánico de la sociedad toda. Nuestro deber, ahora, con este ejercicio, debe ser analizar tal proceso de descomposición, y plantear la posibilidad de una nueva organización social emanada de, y dirigida por, los ciudadanos mismos, y no por ejércitos o partidos, o vanguardia alguna. Repito, es esencial destrozar los mitos de la revolución cubana (y el principal, aquél que concierne al poder del Pueblo), mostrarla desnuda, haciendo patente el proceso de envejecimiento, la evidencia del tiempo. Hurgar en su interior, sacarle las entrañas y mostrarlas a todos. Poner cada célula bajo el microscopio de la duda y elaborar un reporte libertario del Estado y de la sociedad cubanas.


En nuestra cultura actual, lo que no se nombra no existe. En contraparte, lo que se nombra demasiado comienza a carecer de significado. En este sentido, es un imperativo hablar de la libertad, darle voz a ella misma pero también, insisto, cuidando los términos que empleamos. Por un lado, la palabra comunismo sufre el desgaste obvio provocado por las dictaduras erigidas en su nombre; socialismo huele a PSOE y a cierto presidente francés de infausta memoria; y en cuanto al noble nombre del anarquismo, vamos, hasta los adolescentes cool son anarquistas (y para todo dicen Radical!). Por otro lado, debemos hablar como ciudadanos a secas pues cualquiera que sea la sociedad soñada (cualquiera que sea el nombre de ésta), es sin duda una sociedad de ciudadanos libres, de individuos plenos asociados con entera libertad. Hablemos como tales, entonces, así de simple. Y sobre todo, dejemos que la libertad hable por nosotros.


Bien, por mi parte intentaré reportarme semana a semana con algo relacionado con cualquiera de los puntos anteriores. El orden, por supuesto, no es tal. No pretendo que nadie escriba siguiendo un orden estricto, son tan sólo puntos a tener en cuenta (ideas de las cuales partir) y no una secuencia de capítulos. Por lo demás, sobre la marcha irán saliendo más temas de vital importancia para nuestro análisis/crítica. Pienso que si escribimos todos sobre los temas en cuestión (cada Uno con su lenguaje, a través de sus conocimientos y experiencias) y tras intercambiarlos, sometemos todos los textos a una dura revisión (y exponiéndolos a la técnica del colásh —creo que se escribe collage— mezclando unos con otros, cortando y pegando, reescribiendo y editando), podremos elaborar, no un manifiesto de la Cuba futura, sino un retrato de la actual y un aviso de lo que caerá sobre la isla sin una sociedad civil desarrollada. Eso, creo, es un primer paso. Y urgente.


Por supuesto, no podemos olvidar que la historia reciente de Cuba ha estado en gran medida marcada por dos grandes imperialismos opuestos. La crítica al gobierno cubano debe pasar forzosamente por un severo análisis crítico del papel de ambos imperios en los destinos de la isla y su sociedad —la nuestra. En el complejo ajedrez político de la guerra fría, Cuba hizo acto de presencia con una revolución que no se limitó al modelo de revuelta nacionalista, y que de la noche a la mañana adquirió un peso enorme en la política internacional. No debemos olvidar, sin embargo, que tal peso es en gran parte simbólico, y que además, lo simbólico es parte indisoluble de la realidad misma. Entendámonos, tenemos que desmenuzar un símbolo (un ícono) y también una realidad, tan absoluta y azarosa como cualquier otra. No es trabajo fácil...


Por otra parte, toda la propuesta actual queda sujeta a la aprobación de todos, pues de lo contrario, ¿qué clase de libertarios seríamos?


Sin más por el momento, se despide de ustedes, el último de los Cuatro Gatos.

Canek


postdata: Sería conveniente reunir antes todos los libros o documentos que tengamos en formato electrónico sobre el tema que nos interesa, con el objetivo de compartirlos y tener la mayor cantidad de fuentes posible.


Espero respuesta.

besos y abrazos a todos

repártanselos equitativamente


Este contributo a llegado de la red Anarquia en Cuba .


_________________
Esa futura esclavitud decía Martí, es el socialismo, Y añadía, en un estado socialista, de ser esclavo de los capitalistas,el hombre pasaría a ser esclavo de los funcionarios.

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