Vamos a imaginar el escenario de una revolución en esto que llaman España. Imaginemos que yo soy Miguel Panocha, un autónomo que tengo una camioneta y herramientas de herrero que exploto con los dos zánganos de mis hijos y un yerno discapacitado. De la noche a la mañana me mandan por medio de un edicto la orden de presentarme con mis chismes ante el comité revolucionario para socializar mis medios de producción. Y esa misma orden la reciben la pila de trabajadores autónomos no asalariados (más de dos millones aquí). Pelentrines, mayetos, camioneros, fontaneros, electricistas, criadores de pollos... Y ahora yo, Miguel Panocha, veo que el Comité Revolucionario del Metal está presidido por Jacinto Espárrago, mi peor enemigo, un tipo que me cae fatal desde el colegio, un inútil que no sabe ni soldar con lamparilla.Con una libertad absoluta en el primer momento son los burgueses los que cuentan con los medios materiales suficientes para imponerse a los demas con lo cual se acabaria el estado de "libertad" en menos que canta un gallo.
La dictadura de los obreros contra la clase capitalista es un yugo terminal para esta y la mayor libertad que puede experimentar la primera
Juro que llevaría la camioneta a un barranco y la despeñaría con gran gusto. A continuación iría a mearme a las puertas del susodicho comité. Y si conseguía escapar emigraría a otras latitudes tras abandonar hijos y yernos. Eso lo daba sin problemas al comité.
Trae más cuenta no implantar una dictadura, me parece a mí.