Anarquismo de barrio

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_nobody_
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Anarquismo de barrio

Mensaje por _nobody_ » 27 Mar 2017, 19:29

Pongo aquí los dos últimos textos de Ruyman, que me parecen muy buenos:

Ser anarquista:

http://alasbarricadas.org/noticias/node/38245

Mi anarquismo es otra cosa. Mi anarquismo no sirve para separarme de los demás sino para acercarme a ellos. Sirve para entender las contradicciones ajenas y ver cuánto de ellas hay en mí. Sirve para acostumbrarme a no exigirle nada a los demás por encima de lo que me exijo a mí mismo. Yo no quiero que ser anarquista sea una cosa difícil y tortuosa, sino algo fácil, asequible, al alcance de todo el mundo.



Estampas de miseria:

http://www.assi-assi.org/index.php?opti ... 1&Itemid=1

En definitiva, cuando contactas con la gente real te das cuenta de que no todo lo tangible es definible en términos de generalidad. Nuestra mente se ha acostumbrado a etiquetar, a catalogar previamente, antes incluso de tener ningún conocimiento adquirido a través de la experiencia. Nuestros procesos mentales necesitan esa sistematicidad, pero hemos de admitir que no es real. Es cómodo y fácil, pero no es real ni justo. Para analizar a quienes nos rodean necesitamos algo de conocimiento antisistemático, de conocimiento vivencial, empírico. Es jodidamente duro admitir que no puedes acercarte a una problemática social a través de ideas preconcebidas, que tienes que formar tu juicio a través del contacto personal, que no hay certidumbres. Es duro porque, cuando no puedes aplicar tus certezas previas a una cuestión, te sientes completamente perdido, desorientado, sin ninguna tabla a la que aferrarte ante la marea de sensaciones e ideas. Es incómodo no tener ninguna seguridad previa, pero completamente necesario para conocer y comprender.
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El Errabundo
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por El Errabundo » 28 Mar 2017, 08:39

La cuestión es, ¿existe el anarquismo de barrio? ¿Es una "nueva" tendencia o son casos aislados? ¿Qué colectivos serían representativos?
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

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_nobody_
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por _nobody_ » 28 Mar 2017, 11:42

estaba pensando en ello y lo que Ruyman llama "anarquismo de barrio" es una acción en un barrio con personas muy jodidas. No es la circunstancia de la mayoría de barrios donde actúan los colectivos anarquistas. Hagamos un recuento rápido: hay anarquistas en Gamonal (Burgos), Vallekas, Carabanchel, Hortaleza, Lavapiés, Tetuán (todos de Madrid), Madalena, Delicias y Torrero (zaragoza), El Carme y el Cabanyal (Valencia), muchos barrios de Barcelona... En fin, en muchos lugares. En la gran mayoria de ciudades la militancia libertaria se da en los barrios del centro para encontrarse y ser más gente.

Pues en pocos veo que haya circunstancias sociales tan chungas como las que relata Ruyman. Quizá solo el Cabanyal. El Xino de Barcelona hace años también. Pero hoy en día no me lo parece. Luego hay gente metida en cosas con los inmigrantes en Poble Nou y Zona Franca (bcn) que son los más explotados y perseguidos. Pero en los barrios más golpeados por la crisis (Ciutat Meridiana, Torre Baró, Trinitat nova i vella, Montcada-Bifurca..) como que no hay grupos libertarios, sino de la PAH y similares. Yo conozco anarquistas que están en ellos, pero su actuación es como pah.

Luego de colectivos libertarios y similares que estén haciendo un curro con gente muy jodida solo conozco la PAC de Badalona (dicen que Mataró también), donde está a tope gente de Solidaridad Obrera. Del resto, solo hay asambleas de barrio y también grupos de la PAH, que no se definen como anarquistas.

Entonces la respuesta es que hay anarquistas en barrios, y muchos. Y colectivos anarqusitas también. El tema es que no están en los barrios más jodidos de España, que es donde está la FAGC.
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PernilJones
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por PernilJones » 28 Mar 2017, 14:44

El Errabundo escribió:La cuestión es, ¿existe el anarquismo de barrio? ¿Es una "nueva" tendencia o son casos aislados? ¿Qué colectivos serían representativos?
Nueva no es, de hecho el anarquismo de principios del siglo XX era básicamente un movimiento de barrio. Lo que sí que es algo que hemos ido abandonando con el tiempo.

Es necesario que se plantee el tema de la inserción social, el problema como señala _nobody_ es que los que la proponen normalmente no trabajan tanto con "la gente de apié" sino con organizaciones de movimientos sociales como la PAH en las que la gente ya está algo politizada. También me parece que muchos de estos anarquistas que dicen estar "saliendo del ghetto" en realidad siguen igual de encerrados en su propio ghetto ideológico (lenguaje "no-sexista", veganismo, deconstrucción de la personalidad, comunicados indescifrables con palabros inventados) y siguen siendo unos frikis a ojos de la sociedad.

Yo diría que crear un "anarquismo de barrio" en la teoría no es tan complicado, se trata de pensar acciones que repercutan directamente en la realidad material de la clase trabajadora y conseguir que la gente se vea implicada. Por proponer algo, aparte de estar siempre presentes en los despidos y deshaucios, se podrían organizar huelgas de alquiler, expropiaciones de supermercados e inmuebles, asociaciones de deportes y artes marciales, etc...
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por bo » 28 Mar 2017, 15:35

Más gente de a pie que en la PAH es difícil de encontrar. Y he visto a muy pocos que estén algo politizadas antes de pasar por la PAH y pocos que lo estén después de pasar por ella.
Hay muchos problemas y pocas soluciones.
Muchas críticas, lo sé, y pocas son constructivas.
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por Llibertat_ » 29 Mar 2017, 11:38

Me han gustado mucho los dos textos.

Sobre el de "Ser Anarquista", tenemos que afrontar la cuestión del identitarismo subcultural como método de alienación ya que ha sido el gran mal que han arrastrado los movimientos libertarios las últimas décadas; de él se deriva nuestra falta de incidencia en la realidad que nos rodea y el codearnos con verdaderos energúmenos que no hacían otra cosa que parasitar la lucha política. En principio es algo que va a menos, pero me gustaría que se fuera afrontando la cuestión de forma directa ya que con el cambio generacional no veo más que una repetición deprimente de los mismos errores que vivimos. Y estamos hablando de generaciones de 10 años, lo cual es muy triste y habla muy mal de nuestra intergeneracionalidad.

Sobre el de "Estampas de miseria", me ha gustado y me ha sentado como una bofetada, claro. Sin embargo me cuesta imaginar en mi contexto yéndome a barrios marginales a ayudar a gente sin caer en un asistencialismo (del que no me imagino como salir), más cuando en Barna estamos en una situación crítica con la vivienda, y hasta a los "pobres no tan pobres" nos van a echar de la ciudad en unos 3 años como no nos pongamos las pilas. No se, me siento más cómodo liderando luchas efectivas entorno a temas que nos afectan a toda la clase trabajadora y haciendo lo posible para que estas sean una solución universal y reproducible.

Lo que menos me ha gustado es el inicio, ya que lo que describe me resulta extraterrestre: el discurso de clase en los movimientos libertarios que he conocido ha brillado siempre por su ausencia. De hecho, es uno de las grandes carencias del pobre discurso libertario contemporaneo. Hay una asimilación de la clase media tremenda y tics pequeño-burgueses por todas partes. Solo falta que encima digamos que el discurso de clase está obsoleto, no me jodas. Precisamente ese clasismo que denuncia el artículo se da por parte de la falsa consciencia de clase media.

Sobre lo de "anarquismo de barrio" la cosa se está enfocando precisamente ahí. Esa es la tendencia. De hecho lo que veo en Barna es una desarticulación del "anarquismo de ciudad", lo cual no es bueno porque todo esto se debe a un bajón de militancia tremendo. La gente está currando en los barrios porqué ya no tiene fuerza para currar además a nivel de ciudad de manera coordinada. Otra cosa es que años ha no se valoraban los barrios, todo era el gueto, la guerra contra el Estado y tal; pero todo eso ya pasó con el 15M.

La situación ideal era la que se estaba fraguando del 2011 en adelante: músculo en los barrios y coordinación a nivel de ciudad. Incluso empezamos a impulsar la coordinación a nivel de Catalunya. Todo esto se está desmoronando como un castillo de naipes en pequeña parte a causa de la represión y en gran parte a causa de la institucionalización de las luchas sociales a la que no hemos sabido hacer frente. Ahora lo mejor que podemos hacer es ensanchar nuestra base abriendonos en los barrios e impulsando luchas concretas.

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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por _nobody_ » 29 Mar 2017, 14:15

Lo interesante de la situación actual, por lo menos en Catalunya, es que el grueso del anarquismo actual se centra en acción social. Ya sea en sindicatos, ya sea en los barrios o en su activismo. En los barrios hay que dedicarse al trabajo de hormiga, buscando el contacto con las personas oprimidas sin olvidarse de la mayoría social.

Pongo un ejemplo. Hay un boom de activismo en la lucha de las personas Trans. No digo que no deba darse (lo positivo es que sale de ellas), pero a la vez se da una auto-separación respecto al feminismo, que debería ser lo mayoritario. El feminismo queda así organizado por las independentistas y las izquierdistas. Como mucho tenemos a unas cuantas compas militando en el feminismo autónomo. En cuanto a los colectivos feministas específicamente libertarios, éstos son de discurso muy elevado, tanto que a veces a mí me cuesta entenderlos, yendose a menudo hacia el postmodernismo y olvidando conectar con el feminismo de clase.

Esto lo digo desde afuera, y puede que me equivoque. Todo es "cuestionar privilegios", y culpabilizar al "hombre blanco autòctono heterosexual" de lo mal que va el mundo, sin tener en cuenta que hay que intentar construir un discursco de clase en los barrios, sin dividir y subdividir a la gente en mil segmentos diferentes enfrentados entre sí. Así es normal que un día gane la extrema derecha en los barrios porque recupera el discurso de clase. No te afilies a un sindicato porque esto es de privilegiados! Arrepiéntete de lo que eres!

En fin, en lugar de tender puentes entre las luchas y conectarlas para hacerlas más fuertes y que se sientan parte de lo mismo, se ha jugado durante años a poner etiquetas y acotar nuevos espacios de lucha (y de confort militante) donde pasarte años totalmente ajeno a lo que pasa fuera de este micro-mundo. A esto también ha jugado la izquierda "postmo" de los Comunes y similares

Lo que nos toca hoy por hoy es volver a conectar con la mayoría social, jodida y explotada por el eterno conflicto de clases, teniendo en cuenta las opresiones cotidianas pero sin hacer de ellas una barrera para la organización popular. Los barrios son un buen lugar de militancia para hacer trabajo de hormiguita que fructificará a largo plzo.

Luego tener en cuenta que también es necesario tener un discurso por arriba, a lo "macro". No todo es el barrio. Olvidarlo es no tener en ceunta ni la influencia de los medios de comunicación ni la de la gran política, ni el ambiente político colectivo. Por ejemplo, si gana el Frente Nacional en Francia tendrá un impacto en tu barrio por mucho trabajo de base que hayas hecho durante años. Es trabajar las hegemonías.
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por El Errabundo » 05 May 2017, 09:27

PernilJones escribió: Nueva no es, de hecho el anarquismo de principios del siglo XX era básicamente un movimiento de barrio. Lo que sí que es algo que hemos ido abandonando con el tiempo.
Claro, por eso le puse las comillas a la palabra "nueva". El anarcosindicalismo ibérico se nutría principalmente de anarquismo de barrio. En la primera mitad del siglo XX, cuando el anarquismo languidecía en la mayoría de países, sólo en el Estado español era una fuerza de masas. En el Estado francés, por ejemplo, habían comunas libertarias (“medios libres”), publicaciones y periódicos, un potente anarquismo individualista, y sobre todo grandes pensadores de renombre, como Grave, Malato, Faure o Reclus. Sin embargo, en el mismo lugar donde se redacta la Carta de Amiens y el anarcosindicalismo toma cuerpo, este anarquismo no llega a la clase obrera de forma masiva (llegó las dos décadas anteriores, pero después de la I Guerra Mundial y la Revolución rusa, ya no queda nada salvo los referentes intelectuales y los cadáveres de la Banda Bonnot).

En el Estado español habían comunas y también el anarcoindividualismo era muy fuerte, pero todas estas manifestaciones no eran elitistas y antipopulares, sino que nacían desde abajo para los de abajo. El anarquismo ibérico no exportaba teóricos (salvo Mella y poco más), ni tenía tiempo para eso. Generaba cultura e ideas, pero era más bien un movimiento de gente que desarrollaba esas ideas, las discutía y las llevaba a la práctica, que de teóricos abstractos. De hecho los teóricos puros, los intelectuales burgueses, como Azorín o Maetzu, acabaría pasando al fascismo. El anarcosindicalismo era la herramienta más afilada de un entramado que iba de la cultura (con clases de alfabetización y bibliotecas populares) al ocio (con su teatro popular y su senderismo), de ahí a la vivienda (con sus sindicatos de inquilinos) y de ahí al tajo. Pensar que el 1 de mayo de 1931 la CNT se echa a la calle en Barcelona (como reconoce García Oliver) no por los Mártires de Chicago, ni con menciones a la República, ni con ninguna reclamación laboral, sino para exigir una bajada general de los alquileres, nos habla bastante bien de cómo el anarcosindicalismo de entonces sabía leer con agudeza cuáles eran las necesidades de los barrios.

Pregunto si de verdad existe ese anarquismo de barrio hoy día (obviamente no de esa magnitud y calado) porque honestamente desconozco si es una “nueva tendencia” (recuperar eso) o si sólo son lunares entre el estrecho margen que hay entre gueto y reformismo. Yo conozco pocos casos. Conozco la FAGC, que deliberadamente desarrolla un trabajo entre los sectores sociales más marginados (lo que hay en Canarias realmente) y que parece que le va bien, y algunas experiencias más por la península. Pero muy poco.

La cosa es, ¿hay un anarquismo que, con mayor o menor acierto, curra hoy en los barrios, con la gente más aplastada por el sistema, generando alternativas, o sigue siendo algo residual? Y hablo de anarquismo, de organizaciones declaradamente libertarias o de herramientas desarrolladas por ellos. No meto a la PAH en el saco (aunque haya mucho y buen libertario dentro) porque obviamente no encaja en esa categoría.
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por Llibertat_ » 05 May 2017, 12:08

Pongo un ejemplo. Hay un boom de activismo en la lucha de las personas Trans. No digo que no deba darse (lo positivo es que sale de ellas), pero a la vez se da una auto-separación respecto al feminismo, que debería ser lo mayoritario. El feminismo queda así organizado por las independentistas y las izquierdistas. Como mucho tenemos a unas cuantas compas militando en el feminismo autónomo. En cuanto a los colectivos feministas específicamente libertarios, éstos son de discurso muy elevado, tanto que a veces a mí me cuesta entenderlos, yendose a menudo hacia el postmodernismo y olvidando conectar con el feminismo de clase.
El postmodernismo es contrarevolucionario. Hay que huir como de la peste de los discursos creados en la academia, el rollo simbólico y la creación de nuevas categorías, conceptos y palabros. Creo que parte del movimiento transfeminista se está equivocando, y está cayendo en el peor de los interclasismos. En fin, yo no puedo decirles lo que tienen que hacer desde fuera, como mucho lo que podemos hacer es asegurarnos que el discurso de clase que construimos hoy incluya a estas minorías y no las invisibilice. Tal vez apuestan por lo postmoderno y la alianza con la academia burguesa porqué no se les deja espacio en la lucha de clases. Yo que se.

Lo que sí que me pone los pelos de punta es ver el argumentario de la nueva derecha para llevarse al huerto a la clase trabajadora. Sin duda ridiculizan todo el rollo postmoderno, y es jodido porqué leo sus críticas y pienso "joder, si es que tienen razón, es ridículo, no se entiende nada de lo que dicen!". Por supuesto usan todos esos argumentos para luego tirar de populismo y hacer calar el discurso del odio, el patriotismo y el resentimiento; pero a mi no me está costando entender porqué el rollo alt-right funciona; la izquierda nos hemos cavado nuestra propia tumba al juntarnos con la Academia. Le hemos abierto las puertas al enemigo.
La cosa es, ¿hay un anarquismo que, con mayor o menor acierto, curra hoy en los barrios, con la gente más aplastada por el sistema, generando alternativas, o sigue siendo algo residual? Y hablo de anarquismo, de organizaciones declaradamente libertarias o de herramientas desarrolladas por ellos. No meto a la PAH en el saco (aunque haya mucho y buen libertario dentro) porque obviamente no encaja en esa categoría.
En Barcelona el anarquismo curra en los barrios, pero solo en los barrios donde hay anarquistas. Y en esos barrios no se viven demasiado las "estampas de misera" relatadas en el texto de Ruyman (o me estoy equivocando y no las veo). A veces se dice que la mayoría de los militantes venimos de familias bien. Yo no creo que eso sea así, pero sí que está claro que no venimos de familias con los peores niveles económicos. ¿Que se supone que debemos hacer? Ir desde Gracia en tromba a ciudad meridiana a ayudar a "los pobres". Joder, me rechina. Me sale más preguntarme porque hay pocos anarquistas que vengan de Ciudad Meridiana.

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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por salvoechea » 05 May 2017, 20:55

Llibertat_ escribió:Me sale más preguntarme porque hay pocos anarquistas que vengan de Ciudad Meridiana.
Sin duda ridiculizan todo el rollo postmoderno, y es jodido porqué leo sus críticas y pienso "joder, si es que tienen razón, es ridículo, no se entiende nada de lo que dicen!
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por El Errabundo » 07 May 2017, 22:30

Llibertat_ escribió:En Barcelona el anarquismo curra en los barrios, pero solo en los barrios donde hay anarquistas. Y en esos barrios no se viven demasiado las "estampas de misera" relatadas en el texto de Ruyman (o me estoy equivocando y no las veo). A veces se dice que la mayoría de los militantes venimos de familias bien. Yo no creo que eso sea así, pero sí que está claro que no venimos de familias con los peores niveles económicos. ¿Que se supone que debemos hacer? Ir desde Gracia en tromba a ciudad meridiana a ayudar a "los pobres". Joder, me rechina. Me sale más preguntarme porque hay pocos anarquistas que vengan de Ciudad Meridiana.
Es que no es "ir a ayudar", es implicarse, estar ahí, romper el ellos y nosotros. Si tu lucha se identifica con sus aspiraciones ya no hay división. Los nihilistas rusos hablaban de "volver al pueblo", porque entendían que la juventud revolucionaria se había distanciado de los campesinos y no sabían ni cómo vivían. Seguramente no hay anarquistas en Ciudad Meridiana porque el discurso no se dirige ni a sus necesidades, ni a sus intereses ni a ellos como personas o comunidad. El mensaje anarquista es como un boomerang: si quieres que regrese primero debes lanzarlo. En los suburbios nadie ha lanzado nada como para que pueda volver.

Según leo el Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria tiene un conflicto sobre el desahucio de 19 familias en el sur de la isla. ¿Hay anarquistas en el sur? No lo sé. Pero las compas se implican y eso hace que la gente se acerque al Sindicato, se identífique y asuma como propio un discurso que les resulta eficiente.

Cuando tejes un discurso de barrio real (no de barrio de Salamanca o en Gran Canaria de Ciudad Jardín) lo que estás organizando en un barrio popular se amplifica en otro y te abre las puertas de ese. El curro en "La Esperanza" le abre las puertas a la FAGC de otros barrios, por ejemplo.

Hablamos, y me sumo a la crítica, del gueto ideológico, pero el anarquismo tiene otros guetos. Uno puede ser de pureza endogámica y posmodernismo, pero también hay un gueto que, con un discurso social y más abierto, le está hablado a una clase obrera del s. XIX y no del s.XXI, a una clase obrera que ya no existe tal y como la describía Isaac Puente. Queremos abrirnos y aunar, pero lo hacemos dirigiendo nuestro discurso a un sector igualmente sesgado. Un anarquismo centrado en la clase media atrae clase media (poca, porque ya hacia ella hay otros discursos más atractivos). Lo mismo si es un anarquismo para universitarios, para intelectuales, etc. Un anarquismo de barrio (de marginación) atraerá a las excluidas, y al menos en mi entorno cada vez son más. ¿Un discurso más amplio e integral? Genial. Pero antes de gestionar los jodidos medios de producción habrá que ver si aunque sea somos capaces de gestionar un edificio, y después una manzana, y después un barrio.
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por _nobody_ » 08 May 2017, 09:36

Hay un tema que se obvia, y es que Ciudad Meridiana es un barrio con unos 300 pisos okupados. Solo que en vez de existir una FAGC en ese barrio lo que hay es una asociación de vecinos y la plataforma 500x20.
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por Sindelar » 25 Ene 2018, 12:45

'Barrionalismo'. El barrio como fuente de identidad individual y colectiva.

Manuel Delgado - Barcelona - https://elpais.com/elpais/2018/01/14/se ... 91211.html

Aparecía hace poco el Diccionario de las periferias. Métodos y saberes autónomos desde los barrios, editado por Traficantes de Sueños, una de las fuentes básicas, hoy, desde la que obtener bibliografía crítica sobre y contra la destrucción de las ciudades a manos de sus depredadores económicos y políticos. El libro es un glosario de términos clave para entender la vida de los barrios –"ascensor", "autogestión", "economato", "bares"…– y está centrado en el barrio madrileño de Carabanchel, aunque amplía su campo de atención a una parte importante de los suburbios populares de la capital de España. El libro es cosa de Carabancheleando, una plataforma de investigación-militante resultado de la complicidad entre el Observatorio Metropolitano de Madrid y una red de movimientos sociales y vecinales surgidos del movimiento 15M. Puede descargarse libremente.

Esta novedad editorial da pie a formularnos una pregunta, cuya respuesta no es tan obvia como parece. Podríamos hacerlo tomando como punto de partida una de las entradas del diccionario, "barrionalismo", un término que ya ha servido para centrar una tesis doctoral–la de Pedro Limón, en la Universidad Complutense de Madrid– a partir de los ejemplos de Poblenou (Barcelona) y Hortaleza (Madrid). Barrionalismo es una manera de nombrar ­la pertenencia a un barrio como un ingrediente fundamental para definir y defender la propia identidad desde algo parecido a una forma de patriotismo. De hecho, en el artículo del diccionario se menciona como ilustración una secuencia de la película 'El día de la Bestia', de Àlex de la Iglesia (1995), en la que, cuando se interroga a uno de los protagonistas –Santiago Segura como joven heavy– sobre si es satánico, responde: "Sí; satánico y de Carabanchel".

La cuestión es, ¿qué es o a qué llamamos 'barrio'? La contestación podrá parecer obvia, pero no lo es, por cuanto remite a una subdivisión que no puede ser descrita objetivamente a partir de criterios administrativos ­–como el distrito–, ni siquiera geográficos o urbanísticos. Excepto en países en que el término 'barrio' se aplica en exclusiva a sectores considerados pobres de una urbe, como es el caso de Venezuela, por barrio se entiende un territorio urbano con unas dimensiones ni demasiado grandes, ni demasiado pequeñas. También ha de tener unos límites más o menos reconocibles, aunque no haya acuerdo a la hora de establecerlos cuando se pregunte por ellos. Por otra parte, suele o solía reunir una población más bien socialmente homogénea. Fundamental: su morfología debe no solo permitir, sino propiciar la interacción entre residentes. Le suele corresponder un cierto sentimiento de pertenencia, que a veces puede ser clave para presentar y reconocer la posición que cada uno ocupa en relación con la sociedad en su conjunto, ya que es la sede de una red estratégica de solidaridades tanto duraderas como efímeras. Hay un rasgo más que no puede faltar: un barrio debe tener un nombre, una denominación de origen que permita reconocer una individualidad colectiva. De ahí que haya barrios con canción –Ménilmontant, de Charles Trenet; Almagro, de Carlos Gardel; Little Italy, de Stephen Bishop, o Transtevere­, de Lando Fiorini–, o con película, como Notting Hill, Chinatown o El Raval. O como, de nuevo, "Ménilmontant", de Dimitri Korsanoll (1926), una de las mejores muestras del cine de vanguardía europeo de los años 20.

Esta cuestión es importante, ya que nos coloca ante la esencia del concepto 'barrio' en un tipo específico de vínculo social basado en la proximidad y en la rutina de los encuentros en un contexto territorial delimitado, Ahora bien, todo barrio es un vecindario, pero no toda vecindad es un barrio, de igual manera que no toda casa es un hogar. Para ser un barrio, una vecindad debe ser más y otras cosas. Esto es así porque el barrio es, por un lado, un espacio subjetivo asociado a prácticas individuales; su sentido es sobre todo biográfico, aunque a menudo pueda servir para recomponer un vínculo social que la ciudad en su conjunto y las relaciones anónimas y de distanciamiento que le son propias tienden a disolver. Es fundamental que este territorio aparezca definido sobre todo porque en relación con él se generan sentimientos poderosos, relacionados con un conjunto más o menos intenso y extenso de prácticas colectivas y con el reconocimiento mutuo, al menos "de vista", que otorgamos a ese personaje de nuestra vida de cada día al que le atribuimos el papel social de 'vecino'. La serie australiana de los 80, 'Neighborhood', era una excelente ilustración de ello.

En cualquier caso, el barrio es una verdadera institución social de primer orden a la que se le reservan, todavía hoy, tareas fundamentales en la formación de la persona. Es el molde o configuración básica para cualquier modalidad a apropiación psicológica y afectiva del espacio, de cualquier espacio, ya que es nuestra primera experiencia –constantemente reeditada– de esa región que se extiende más allá de las puertas de nuestra casa y que es menos nuestra e incluso menos colectiva cuanto más nos alejamos de ella.

Ahora bien, al mismo tiempo que el barrio es un espacio subjetivo de prácticas individuales, también es un espacio objetivo de y para la acción colectiva. El barrio es una unidad social clave, asociada a un tipo de integración social basada en la proximidad y en las interacciones frecuentes cara a cara que no tienen por qué estar exentas de conflictividad y de prácticas de exclusión. El libro de Carabanchaleando levanta acta de esos aspectos no siempre elogiables.

Es importante subrayar el papel que los barrios han jugado siempre en las luchas sociales, por su tendencia a convertirse en baluartes desde los que las clases populares podían acuartelarse, por así decirlo, en ciertos momentos críticos. Y esto vale tanto para los barrios antiguos de las ciudades como para los grandes polígonos de bloques en el extrarradio urbano. Pensemos en el ejemplo que nos prestaba de ello, no hace mucho, el conflicto en el barrio del Gamonal, en Burgos. En este y en todos los casos hubo un elemento común y básico: la aceleración y la intensificación que en cualquier momento podían conocer las relaciones cotidianas entre personas con unos mismos intereses sociales. en un nicho de interacción permanentemente activo o activable.

La acción colectiva resulta entonces casi inherente a una vida cotidiana igualmente colectiva, en la que la gente coincide en el día a día, se ve las caras, tiene múltiples oportunidades de intercambiar impresiones y sentimientos y se convierte en vehículo de transmisión de todo tipo de rumores y consignas. La protesta, incluso la revuelta, están predispuestas e incluso presupuestas en un espacio que las propicia a partir de la facilidad con que en cualquier momento se puede 'bajar a la calle', allí donde el encuentro con los iguales es inevitable y es inevitable compartir preocupaciones, indignaciones y, después, una misma convicción de que es posible conseguir determinados fines por medio de la acción común. Décadas de lucha en los barrios del mundo entero por el derecho a la ciudad son la prueba de ello. Por proponer solo algunos ejemplos entre tantísimos, el barrio 23 de enero en Caracas, por lo bien descrito que está en un documental de Nuria Alabao y Lenin Brea, Fuegos bajo el agua (2008),y los barrios en las periferias de las ciudades francesas, por dos películas en que se representa su problemática: 'Ma 6-T va crak-er', de Jean-François Richet (1997), y 'La haine', de Methieu Kassovitz (1996).

El vecindario se convierte de este modo en un factor desencadenante de determinadas relaciones sociales, entre ellas las asociadas a la actuación colectiva para lograr objetivos comunes. Concentrar se reconoce una vez más como sinónimo de concertar, o, dicho de otro modo, nos volvemos a encontrar con las consecuencias del factor aglutinante en los procesos de contestación, factor que no resulta de otra cosa que de la existencia de contextos espaciales que favorecen la interacción inmediata y recurrente. Vivir cerca se convierte entonces, a la menor oportunidad, en luchar juntos.
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Re: Anarquismo de barrio

Mensaje por El Errabundo » 19 Sep 2019, 18:54

Kuwasi Balagoon: un antecesor moderno del anarquismo de barrio

En los Estados Unidos de América de los años 60 y 70, la lucha antirracista, inicialmente impulsada por el movimiento de los derechos civiles de mediados de los 50, fue derivando en un movimiento de liberación negra bastante combativo y articulado de forma callejera. La organización más emblemática, más alejada de la sofistica religiosa y con los pies en el barrio, fueron los Panteras Negras. Aunque han convertido en un referente de la cultura pop, realmente poco se han estudiado sus vicisitudes internas, tendencias, éxitos y fracasos fuera de los EE.UU.

La figura del militante armado es hoy un icono, pero fueron un referente en otros campos menos épicos, como su programa de desayunos para alimentar a los niños pobres de barrios como Harlem. En Gran Canaria, varias décadas después, la FAGC se dio cuenta de la importancia de conjugar conflicto con fabricar tejido barrial cuando la propia policía, previa detención, llegó a recomendarnos que mejor nos dedicáramos a quemar contenedores y dejáramos de joder realojando a familias sin recursos.

Rodeados por un movimiento contestatario juvenil masivo con demasiada tendencia a caer en el simple folclore, el abuso de drogas y la espiritualidad psicodélica, los Panteras supieron mirar a los barrios negros empobrecidos y empezar a construir desde la base. Es una deriva que también se produciría en grupos como los libertarios Motherfuckers1 (los “Hijos de puta”), que de grupo dadaísta dedicado a las performance de “terrorismo artístico” pasó a organizar a muchos jóvenes marginados de Nueva York y a impulsar proyectos de okupación de viviendas y reparto de víveres. Sin embargo, pocos causaron tanto impacto en el imaginario colectivo como los Panteras

Sin embargo, es importante analizar los aspectos críticos del colectivo para sacar una lección lo más completa posible de su trayectoria. Fue la represión la que en gran parte acabó con la época dorada del partido, pero sería muy pueril reducirlo a eso. El dirigismo y la férrea jerarquía, propias de una organización de mayoría marxista-maoísta; el culto a la personalidad, que salpicaba a toda la organización con las distintas mierdas de sus líderes2; el machismo (en una organización con gran número de mujeres); el ultranacionalismo ciego; la corrupción y la absorción por parte de la sociedad del espectáculo, acabaron carcomiendo a los Panteras por dentro, por no hablar de la cárcel, los asesinatos ordenados por el gobierno, las infiltraciones, el control social obtenido con la introducción estratégica de la heroína en los barrios afroamericanos y la participación del FBI, e incluso la CIA, en su eliminación física3.

Esta lectura crítica no sólo podemos hacerla hoy desde la distancia; en su época también fue hecha por una minoría de Panteras que empezaban a desconfiar de los cuadros dirigentes, las vanguardias y los programas revolucionarios parciales. Una minoría que ya no podía conformarse con el marxismo-leninismo, el maoísmo o el simple nacionalismo, y que derivó hacía el anarquismo. Una de las voces más lúcidas de esta corriente fue Kuwasi Balagoon.

Nacido en Lakeland (Baltimore), en el Estado norteamericano de Maryland, como Donald Weens en 1946, el joven Balagoon pertenecía a una familia de funcionarios (clase media, le dicen) y se mantuvo durante toda su adolescencia ajeno a los problemas políticos (no acudió a la Marcha sobre Washington de 1963 porque tenía entrenamiento de fútbol americano). Ese mismo año, sin embargo, se produjeron varios movimientos comunitarios en su barrio que acabaron siendo policialmente reprimidos y empezó a interesarse por las reivindicaciones vecinales, en un momento en el que el debate entre resistencia pasiva y resistencia armada, posturas personificadas por Martin Luther King (1929-1968) y Malcom X (1925-1965), estaba en su apogeo.

Sin embargo, fue cumpliendo el servicio militar donde Balagoon sintió el racismo de los oficiales blancos de forma más cruda, sometido a los tratos más humillantes y realizando las labores de las que se excluía a los blancos. Gracias al ejército, sin embargo, pudo viajar al Estado español y al británico, y esto, sobre todo por su relación con las comunidades negras londinenses, terminó de darle la perspectiva política que buscaba.

De regreso a EE.UU. se muda a Harlem y empieza a implicarse activamente en la vida del barrio. Participa en un movimiento para organizar a los inquilinos y tiene los primeros contactos con los líderes comunitarios, principalmente nacionalistas negros. Organiza huelgas de alquileres, piquetes antidesahucios y otras formas de resistencia activa contra los abusos de los caseros. El hecho de que en alguna ocasión los vecinos acudieran a las negociaciones armados con machetes ejercía un curioso efecto persuasor en los propietarios.

El Partido de los Panteras Negras se funda en el 1966 y su crecimiento en las dos costas (Oeste en Oakland, California, y Este en Harlem, Nueva York) coincide con la época en la que Balagoon es residente y organizador comunitario en Harlem. Mientras el movimiento del Oeste es muy dependiente de los personalismos, en Nueva York se usa una mirada más global tendente a construir conciencia colectiva y una conexión con otros movimientos internacionales. Es entonces cuando Donald Weens cambia su nombre anglosajón por el yoruba Kuwasi (“Nacido en domingo”) Balagoon (“Guerrero”).

Ya en los Panteras, se implica en los proyectos sociales del partido, en las reclamaciones educativas y sanitarias, en el programa de desayunos infantiles y en la alianza táctica que se establece con los jóvenes puertorriqueños del Partido Young Lords4 (“Jóvenes Señores” o “Caballeros”) para resistir la subida de los alquileres y enfrentarse al matonismo policial.

En 1969 cae detenido en una operación represiva masiva que trata de desarticular a los Panteras encarcelando a los 21 miembros más destacados de la organización. Las fianzas en su conjunto ascendían a más de 2 millones de dolares. Fue en la cárcel cuando se produjo el primer coqueteo de Balagoon con el anarquismo. Después de un motín y varias campañas de protesta organizadas desde dentro de la prisión, Kuwasi empezó a darse cuenta de que sólo la autoorganización horizontal permitía a los presos articular sus distintas demandas, sin someterse a las directrices de ningún partido. Sin embargo, aún faltarían unos años para que empezara a estructurar un pensamiento anarquista consciente.

La represión causó estragos en los Panteras y muchos de los líderes impusieron una estrategia de conciliación social para evitar volver a acabar entre rejas. En Nueva York surgió un sector disidente opuesto a este nuevo rumbo y dispuesto a pasar a la clandestinidad: era el Ejército Negro de Liberación (Black Liberation Army), y Balagoon estaba entre ellos. El BLA (según sus siglas en inglés) era una organización armada dispuesta a repeler las agresiones gubernamentales, sobre todo de su policía federal; a combatir el narcotrafico en las comunidades negras; a preparar fugas de prisioneros o a realizar golpes de mano. Varios miembros del BLA, como Ashanti Alston (1954) o el propio Balagoon, evolucionarían posteriormente hacia el anarquismo.

Después de distintas expropiaciones y algunos consiguientes tiroteos, es detenido a principios de los 80 y condenado a 75 años de cárcel. Es en esta última etapa carcelaria donde se declara netamente anarquista (como Bakunin, fue en sus últimos años de vida cuando, después de una larga militancia revolucionaria, asumió el ideario anarquista5). Durante su reclusión leyó a autores como Emma Goldman (1869-1940) y pudo reflexionar detenidamente sobre los errores cometidos por el Partido de los Panteras Negras: su vanguardismo, su jerarquía interna e incluso su negativa a conceder importancia al desarrollo individual. Este último aspecto era importante para Balagoon pues el partido era especialmente insensible en temas como la libertad sexual. Quizás a alguien que desconozca el estado actual de la izquierda le resulte paradójico, pero las posturas puritanas intransigentes, cuando no directamente homofóbas, eran muy comunes en el movimiento negro de liberación. Las voces que cuestionaban esta contradicción, como la de Audré Lorde (1934-1992), tardaron en ser escuchadas y aún hoy, en la mayoría de movimientos sociales, los discursos “anti-diversidad” se articulan con suma facilidad. Durante mucho tiempo, la bisexualidad de Balagoon se trató de ocultar deliberadamente en los pocos homenajes y reconocimientos que se le dedicaron en Norteamérica.

Murió en prisión en 1986 (aún no había cumplido los 40) por una neumonía que se le complicó en los años en los que el SIDA (cuyo primer caso diagnosticado es de 1981) aún se consideraba una “enfermedad de homosexuales”.



Como anarquistas, el legado que nos dejó Balagoon alude a nuestra realidad cotidiana. Puede que algunos puntos de su teoría no parezcan extrapolables a todos los contextos (como el tema de la lucha armada en la flácida Europa del siglo XXI) y que otros, como el tema del nacionalismo, hoy pequen de demasiada simpleza. Después de los fracasados procesos de descolonización de las distintas naciones africanas podemos concluir que la independencia vale muy poco como proceso político si no se acompaña de una independencia económica. Creer que hoy los territorios africanos, o los del resto del “Tercer Mundo” al que reiteradamente alude Balagoon, están descolonizados porque tienen parlamentos y gobiernos propios, es ignorar su economía intervenida por las antiguas metrópolis y por las multinacionales convertidas en los nuevos imperios. La emancipación sigue siendo un proceso eminentemente social y económico del que las formas políticas deben ser efecto y no causa. Si una persona pobre se cree libre porque puede votar a un representante con el que comparte color y lengua, pero no hambre, es que hemos reducido la libertad a un aspecto formal. Sólo los pueblos económicamente libres pueden dotarse de instituciones libres, nunca al revés. Sin embargo, el llamado de Balagoon a implicarse en todas aquellas luchas de los oprimidos contra los opresores, a radicalizarlas aunque inicialmente parezcan no tener relación directa con las ideas anarquistas, plantea la necesidad imperiosa del anarquismo de intervenir en los movimientos de masas o de quedar reducido a un grupúsculo intelectual puramente académico.

Las ideas de Balagoon son especialmente fuertes cuando interpelan a los anarquistas para que se impliquen en los barrios donde viven y trabajan. Su exposición de un anarquismo cotidiano, volcado en las necesidades básicas, apoyando a las comunidades más pobres y creando alternativas sociales al capitalismo, sin rehuir el conflicto ni caer en utopías herméticas, es tan actual e inmediato que huele al alquitrán que asfalta nuestras calles.

Con la intención de ayudar a difundir la visión de un compañero que, creemos, nunca ha sido traducido al castellano, compartimos el siguiente artículo titulado La anarquía no puede luchar sola (escrito, necesariamente, durante su última estancia en prisión). El texto no está íntegro, pues había muchas partes aludiendo a la política internacional de la época y a otros episodios internos de los Panteras que creímos innecesario traducir. Los espacios que correspondían a los fragmentos omitidos, así como nuestros pocos añadidos, están señalizados entre corchetes. Todos los corchetes, de hecho, son nuestros. Las partes que más nos interesan, la que aluden a ese anarquismo de barrio del que hoy muchas y muchos por fin volvemos a hablar, han intentado ser reflejadas con toda la fidelidad que nos ha sido posible.

Ruymán Rodríguez



La anarquía no puede luchar sola



De todas las ideologías, el anarquismo es la que aborda la libertad y las relaciones igualitarias de manera más realista y definitiva. Es consecuente con que cada individuo tenga la oportunidad de llevar una vida completa. Con la anarquía, la sociedad no sólo es accesible para todos, sino que progresa en un proceso creativo sin interferencias de clase, casta o partido. Esta es la clave que separa a los revolucionarios anarquistas de los revolucionarios maoístas, socialistas o nacionalistas que no abrazan desde el principio la revolución integral. No pueden imaginar una sociedad verdaderamente libre e igualitaria y, en cierta medida, deben apoyar el proceso social que hace posible que la explotación y la opresión prevalezcan, aunque sea en una etapa inicial.

Cuando me convertí en revolucionario y acepté la doctrina del nacionalismo [negro] como respuesta al genocidio practicado por el gobierno de los Estados Unidos, yo sabía, como lo sé ahora, que la única manera de acabar con las perversas prácticas de EE.UU. era aplastar al gobierno y a la clase dominante que éste protege, a través de una guerra de guerrillas prolongada.

Armado con ese conocimiento, me introduje en el Partido de los Panteras Negras, pues la escalada estatal de violencia contra el pueblo negro, que había comenzado con la invasión de África para capturar esclavos, me había dejado claro que para sobrevivir y contribuir sería necesario pasar a la clandestinidad y, literalmente, luchar.

Detenido por atraco a mano armada, tuve la oportunidad de ver la debilidad del movimiento y situar en perspectiva la ofensiva del Estado. Primero, el Estado concentró a todos los organizadores señalados por los policías que se habían infiltrado en el partido desde sus inicios en Nueva York. Acusó a los compañeros de conspiración y exigió fianzas tan altas que logró apartar al partido de sus propósitos de liberar a la comunidad negra, haciendo que se centrara en la recaudación de fondos. En ese momento, el liderazgo se importó en vez de desarrollarse localmente, y la situación se deterioró rápida y bruscamente. [En el siguiente fragmento Balagoon explica cómo los nuevos líderes del partido –a veces sacados por éste de la cárcel previo pago de altas fianzas que no se desembolsaban por otros compañeros– dejaron de plantearle problemas al sistema y se aburguesaron, bajo sospechas de corrupción o incluso de colaboración con el gobierno].

[…] ¿Cómo podían unos pocos imbéciles desviar tanto nuestras metas y energías durante tanto tiempo? ¿Como podían neutralizar el coraje y el intelecto de los militantes? La respuesta es que estos aceptaron el mando de los líderes a despecho de lo que su sentido común les recomendaba.

[En los siguientes párrafos Balagoon analiza los distintos fracasos gubernamentales, inspirados en este principio de autoridad, e incluye también a los “gobiernos revolucionarios” de inspiración marxista y desarrolla su visión sobre la dictadura del proletariado y la necesidad de que el pueblo rija su propio destino].

Sólo una revolución anarquista tiene en su agenda estos objetivos. Esto podría galvanizar a la clase trabajadora, a los intelectuales desclasados, a las naciones colonizadas del Tercer Mundo y a algunos miembros de la pequeña y la gran burguesía. Pero este no es el caso.

Que China, Corea del Norte, Vietnam y Mozambique puedan construir en torno a una ideología marxista el camino para expulsar a sus invasores y reconstruir unas economías feudales en medio de las estructuras de los imperialismos occidentales y los esfuerzos de éstos para reinventarse y recolonizarlos, es algo que puede discutirse a la luz de la situación internacional. También puede cuestionarse si en vez de respaldar la voluntad de su gente han preferido elegir bandos en las guerra Este-Oeste que también se libra en las colonias no blancas. Pero una cosa muy distinta es que el anarquismo deje de impulsar o de tomar la iniciativa en la lucha contra el fascismo y el imperialismo aquí, en Norteamérica, con la historia de los Wobblies6, la Federación Occidental de Mineros7 y otros grupos que han dejado su huella en la historia. Es una negación de nuestra tarea histórica que traiciona el legado de los anarquistas que murieron resistiendo la tiranía del pasado, padeciendo condiciones horribles. Supone sustraerle una alternativa a la próxima generación y perder nuestras propias vidas por la simple debilidad de nuestros corazones.

Permitimos que personas de otras ideologías definan lo que es la anarquía en lugar de presentar nuestro propio punto de vista a las masas y proponer modelos para desmentir las tergiversaciones. Permitimos que las empresas no solo despidan a los obreros y los mantengan sumisos mientras recortan sus salarios, sino que les envenenen su aire y su agua. Permitimos que la policía, el Klan8 y los nazis aterroricen aquellos sectores de la población que les dé la gana sin que les devolvamos los golpes. Resumiendo, al no participar en la organización de las masas y rendirnos en la guerra contra los opresores, nos convertimos en anarquistas sólo de nombre.

El hecho de que los marxistas y los nacionalistas tampoco estén haciendo nada en este aspecto no lo convierte en un hecho menos vergonzoso. Nuestra inactividad crea un vacío que este Estado policial, con su prensa reaccionaria y sus objetivos definidos, está llenando. Las distintas esferas de la vida de la gente, que supuestamente deberían ser alcanzadas por la organización de masas y por la inspiración revolucionaria que nos alienta a alumbrar un nuevo día, están siendo manipuladas, en cambio, por condiciones en las que la apatía no es menos ponzoñosa que la propaganda reaccionaria. Para quienes creen en un partido centralizado con un programa vanguardista para las masas, esto puede encajar con su análisis subjetivo. Pero para los que creemos verdaderamente en las masas y pensamos que deberían tener sus vidas en sus manos y comprender que la libertad es un hábito, esto sólo puede significar que tenemos mucho camino por recorrer.

[Balagoon relata en las siguientes líneas algunos sucesos políticos locales de la época]. Las colonias del Tercer Mundo, y de todos los Estados Unidos, encaran el genocidio y es hora de que los anarquistas se unan al combate de los oprimidos contra los opresores. Debemos apoyar, con palabras y con hechos, la autodeterminación y la autodefensa de los pueblos del Tercer Mundo.

No importa si los negros, puertorriqueños, nativos americanos o chicanos-mexicanos creen que el nacionalismo es un vehículo para su autodeterminación o si consideran al anarquismo como el único camino para lograrla. Como revolucionarios debemos apoyar la voluntad de las masas. No es sólo racismo, sino directamente complicidad con el enemigo, alejarse de la arena social y permitir que Norteamérica continúe practicando el genocidio contra las colonias cautivas del Tercer Mundo, sólo porque, aunque se resisten, simplemente todavía no están de acuerdo con nosotros. Si realmente sabemos que la anarquía es la mejor forma de vida para todas las personas, debemos promoverla, defenderla y creer que la gente, tan inteligente como nosotros, la aceptará. Pero esperar para intervenir a que la gente acepte nuestras ideas, mientras están siendo masacrados, como una nación sin aliados, insistir en que estén listos para asumir riesgos cuando ellos mismos ya están en peligro, es una locura.

Donde vivimos y trabajamos, no sólo debemos intensificar los grupos de discusión y estudio, debemos también organizarnos a nivel del suelo. Los caseros deben ser enfrentados mediante huelgas de alquileres y en lugar de desarrollar estrategias para pagar las rentas, debemos diseñar estrategias para tomar los edificios. No sólo debemos reconocer al movimiento okupa por lo que es, sino que debemos apoyarlo y abrazarlo. Levantemos comunas en edificios abandonados, vendamos chatarra para financiarnos. Convirtamos los terrenos baldíos en jardines. Cuando nuestros hijos se queden sin ropa deberíamos tener lugares donde reponerla, puntos de intercambio entre anarquistas fácilmente identificables, que siempre deberían ser nuestra primera opción. Y, por supuesto, debemos reaprender a conservar los alimentos; debemos aprender a construir y a recuperar nuestras vidas, ayudarnos mutuamente, movernos y mantenernos preparados.

Mantengamos la bandera estadounidense y canadiense ondeando a media asta... Pero me niego a creer que la bandera de la Acción Directa haya sido capturada.



Kuwasi Balagoon



1Fundados en 1969 en Nueva York, su nombre original era Up Against the Wall Motherfuckers! (algo así como “¡Contra la pared hijos de puta!”). Uno de sus principales representantes fue Ben Morea (1941).

2El endiosamiento, la adicción a las drogas y la corrupción de su líder de primera hora Huey Newton (1942-1989), o la apología del que fuera ideólogo de los Panteras de la violencia sexual contra las mujeres blancas como “acto de guerra” y posterior cristiano y republicano arrepentido Elridge Cleaver (1935-1998), acabaron ayudando a sepultar a una organización de mayoría marxista y por tanto incapaz de prescindir de líderes formales y de rechazar sus basuras cuando ameritaba.

3Infame es el conocido programa de contrainsurgencia llamado COINTELPRO (acrónimo de Counter Intellingence Program, o Programa de Contra Inteligencia) desarrollado por el FBI, oficialmente entre 1956 y 1971, y dedicado a eliminar, por todos los medios posibles, desde el terrorismo directo, la incriminación con fabricación de pruebas o la financiación de grupos de extremaderecha, a los disidentes políticos de tendencia revolucionaria.

4Organización fundada como banda callejera en 1960. Posteriormente (1968), emulando el ejemplo de los Panteras Negras, se reformulará como partido y hará una labor similar a dicha organización pero tratando de aglutinar a la comunidad puertorriqueña.

5Mijail Bakunin (1814-1876) abrazaría el anarquismo consciente, y no sólo intuitivo, a partir de 1864.

6Militantes del sindicato de origen norteamericano I.W.W. (siglas de Industrial Worker of the World, o Trabajadores Industriales del Mundo) fundado en 1905, partidario del sindicalismo revolucionario y en muchas ocasiones vinculado con el anarcosindicalismo. La palabra wobblies proviene aparentemente de la característica forma en que un militante chino de la época pronunciaba el nombre del sindicato.

7Sindicato radical fundado en 1893 (conocido por sus siglas en inglés WFM, es decir Wenstern Federetion of Miners), fundador a su vez de la I.W.W. y cuyo representante más destacado, como también lo sería posteriormente de la I.W.W., fue “Big” Bill Haywood (1869-1928).

8Se refiere al Ku Klux Klan, organización racista y supremacista blanca creada en el Sur de los Estados Unidos después de la Guerra de Secesión (1861-1865) como resultado del resentimiento de los sudistas por la derrota militar y la abolición formal de la esclavitud.

Aquí con fotos: http://alasbarricadas.org/noticias/node/42045
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".

William Godwin

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