Todas las revoluciones afirman en su bandera, que aspiran a un mundo mejor, igualitario, en el que todo el mundo tenga su lugar en la mesa y comparta un nutritivo menú. ¿No? En ese sentido, sus resultados son cuestionables, diferentes de los propuestos. Mira la URSS, mira China, o la Revolución Francesa. O la Revolución Industrial, que fue la hostia. Produjeron cambios, qué duda cabe. Pero no los que difundía la propaganda.
Es decir, que quien piense que lo pacífico siempre fracasa, o que siempre fortalece al Estado, se da de bruces con la paradoja de que la violencia siempre fracasa, aunque triunfe, fortaleciendo al Estado y a una banda de parásitos. Pone en la palestra -en general- a tipos con un perfil muy malo y sanguinario, personajes chungos que no se detienen ante nada. Y eso es muy poco garantista. Uno se pone a mirar la historia de las revoluciones, desde los inicios de la historia, y las carnicerías subsiguientes la lección que dan es la de: "o te pones del lado del vencedor, o mejor emigra a Muy Muy Lejos antes de que te alisten, o te den un anacafre para echar el día".
Una acción efectiva... Eso solo se puede decidir dependiendo de la situación.
Es que resulta que los movimientos o grupos que se plantean la guerra, no pueden decidir "dependiendo de la situación". La situación es la guerra. Y la guerra exige su tributo. Además, aquí entre los militantes muy poca gente tiene formación militar. Al menos yo tengo una graduación, fui cabo y sé planificar operaciones y emboscadas más o menos como sargento, lo cual me da una visión integral de los procesos muy superior a la de cualquier libro de texto. Yo he hecho la prueba de poner a marchar en columna a gente joven por el monte con grandes ideas en la cabeza, y a los tres días sin comer ni beber más que bellotas y agua estancada ya están quejándose por todo. Que si el frío, que si el calor, que si los mosquitos...
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.