El concepto del Poder popular en el anarquismo
Publicado: 18 Jul 2013, 15:02
por anenecuilco
El concepto del Poder popular en el anarquismo
Ali Bei. Miembro de la Assemblea Llibertària del Bages. Este texto fue publicado originalmente en catalán en Pèsol negre Nº 60.
Desde hace algunos años se viene reivindicando el "poder popular" en diversos movimientos anarquistas latinoamericanos. Se trata de grupos generalmente vinculados a la corriente comunista libertaria –conocidos como plataformistas o especifistas– presente en numerosos países del mundo, y curiosamente ausente del anarquismo ibérico tradicional.
Se trata de un concepto 'importado' del marxismo latinoamericano de los '60 y '70 del siglo XX. En aquella época el marxismo en sus diversas facetas –guevarista, trotskista, leninista o hasta el socialismo de Allende– hablaba sobre la construcción de una base social tendente al socialismo. En esta construcción del socialismo se hablaba del poder popular. La Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y otros grupos argentinos aceptaron el término y lo fueron integrando en su quehacer político.
La FAU logró sobrevivir a la dictadura uruguaya (1973-1985), y en los '80 fue prácticamente el único grupo anarquista del continente americano. En los '90, lentamente, comienza a resurgir en diversos países americanos el anarquismo, y para entonces la FAU ya tenía un cierto bagaje social y político, por lo que pudo influir en la formación política anarquista de varios grupos de diferentes países.
En los últimos años es cuando este desarrollo se ha acelerado generando grandes organizaciones libertarias como la Federación Comunista Libertaria (Santiago de Chile), el Frente de Estudiantes Libertarios (Chile y Argentina), la Coordinadora Anarquista Brasileña o la Federación Anarquista Revolucionaria de Venezuela [2]. Éstos grupos y muchos otros no anarquistas adoptan la posición de la FAU sobre el llamado poder popular.
Concepto
El poder popular consiste en un “empoderamiento” colectivo. Empoderamiento es una palabra inglesa que viene a significar toma de conciencia de un poder que todo individuo tiene. Es un poder basado en la lucha y en la dignidad. Se trata de que una comunidad se 'empodera' cuando a resultas de una lucha determinada logra una concienciación. Esta concienciación genera una expectativa de nuevas luchas –ya que se piensa que también será posible la victoria–. Cuando se unen varias luchas, con sus victorias o su ejemplo histórico, en un solo movimiento –o comunidad en movimiento– podemos hablar de una comunidad que ha generado poder popular. El poder popular hace que el “pueblo sea fuerte”. El concepto de un “pueblo fuerte” también está presente en el comunismo libertario latinoamericano, y a menudo ha sido adoptado por los movimientos de liberación nacional. Se trata de que un pueblo empoderado, se convierte en un pueblo, o una comunidad, difícil de doblegar por los poderes estatales o capitalistas. Un pueblo con poder popular es un pueblo respetado. Se habrá llegado a otra etapa de la lucha social, puesto que ya tendremos a la vista la futura sociedad socialista.
El pueblo puede empoderarse mediante las luchas sociales, pero también por su construcción de alternativas que surjan desde el pueblo mismo. En este caso los diferentes procesos de autogestión a pequeña escala contribuyen a la idea de que una autogestión a gran escala es posible –es decir, la socialización de los medios de producción: el socialismo–. Cuando se combina una politización general en la sociedad, con una serie de victorias que hayan animado a la gente a intentar ir a más, con unos cuantos proyectos autogestionarios que muestren el camino, entonces este poder colectivo puede llegar a ser verdaderamente revolucionario y le disputará el poder a quienes lo ostentan.
También habría que decir que se trata de un proceso acumulativo. Es decir, que cada victoria estará contribuyendo a alcanzar el objetivo final. Cada lucha se convierte en una acumulación de experiencia, de formación política, de debates, de campañas, que redundará en beneficio del objetivo. Con las luchas se irá viendo claro qué fuerzas políticas contribuyen a empoderar al pueblo y cuáles lo entorpecen y desvían de sus metas.
Ejemplos ibéricos
Para comprender un poco mejor los conceptos de construcción del poder popular pondré un ejemplo que no se suele asociar con estos términos. La Revolución Asturiana de 1934, que fue un proceso de acumulación de fuerzas del proletariado asturiano. Fue un proceso de años, en el cual mediante las huelgas, los boicot, las expropiaciones, los mineros y obreros autóctonos y foráneos fueron tomando conciencia hasta llegar al año 1934 en el que todas las contradicciones de clase vividas dieron lugar a la huelga general revolucionaria de Octubre.
Los proletarios asturianos habían pasado un año de un agudo conflicto de clase en el que se vivieron numerosos enfrentamientos armados, huelgas parciales y pequeñas insurrecciones a escala local, que generaron un ambiente de resistencia generalizado. Se podía decir que la gente le había perdido el respeto a la autoridad, que la desafiaba abiertamente de forma diaria. Y que, en cuanto tenían la ocasión, imponían el poder de la clase obrera, como en la huelga de Gijón (septiembre de 1934), o saltándose las prohibiciones gubernamentales al diario Avance –un diario socialista asturiano que favorecía la idea de la revolución social– o haciendo motines en la prisiones que acababan con presos armados y grandes fugas. Todo esto en medio de un proceso de armamento generalizado de la clase obrera: sólo en aquel año se habla de que los obreros asturianos compraron unas 10.000 pistolas con sus salarios. Sin hablar de los numerosos robos de armas en armerías o expropiaciones de dinamita en las minas. El proceso que llevó a la Revolución Asturiana es un potente ejemplo de cómo un pueblo entero construía un poder popular.
Lo que quizás nos cueste más comprender es que en Asturias este poder popular estaba apoyado por los diferentes actores políticos de la izquierda –anarquistas, cenetistas, socialistas, comunistas y marxistas de izquierda– cada uno a su manera, pero todos sumando. Es por ello de reseñar que muy probablemente participaron unas 30.000 personas de entre una población obrera de alrededor de 120.000, lo que indica la magnitud del movimiento.
Papel de los anarquistas
Tradicionalmente se ha producido un debate en el seno del movimiento libertario sobre cómo enfocar el proceso que llevará a la revolución social –o al comunismo libertario–. Por un lado están los que defienden un movimiento libertario fuerte, numeroso y bien formado que 'dirija' al pueblo a la revolución y que convoque insurrecciones y huelgas hasta conseguirlo. Por el otro lado también habría numerosos anarquistas que defienden un pueblo organizado de forma libertaria siendo conscientes de que la comunidad, por ser numerosa debe ser necesariamente plural, y por ello buscando contribuir al conjunto con los métodos propios de los anarquistas, pero dentro de ese pueblo en lucha. Para éste sector el papel de una organización anarquista sería el de aglutinar a los distintos militantes que participan en los movimientos sociales para dotarles de una coordinación, y de una coherencia política propia para sus objetivos.
En el anarquismo ibérico, sin embargo, ha predominado siempre el anarcosindicalismo como forma organizativa de la militancia libertaria. Las organizaciones sindicales han sido siempre vistas como el eje vertebrador de todo el anarquismo, siendo el resto de organizaciones libertarias como apoyo de –y muchas veces supeditadas a– las organizaciones sindicales de masas.
De alguna manera en muchas de las comunidades en lucha latinoamericanas se puede respirar algo de este poder popular –comunidades zapatistas, indígenas, del MST de Brasil, de Oaxaca, comunidades venezonalas, poblaciones chilenas, etc.–. Cuando se está en una de estas comunidades se tiene la impresión de estar en un lugar totalmente distinto al nuestro, regido por otras reglas. No quiere decir que se trate de comunidades anarquistas, sino que son lugares en los que "el pueblo manda". Aunque alguna comunidad de estas se parezca a la sociedad propuesta por el anarquismo, aún el movimiento libertario actual no ha logrado influir lo suficiente en los movimientos populares como para que haya comunidades en lucha inspiradas en el comunismo libertario. Es precisamente ahora cuando el anarquismo vuelve a la partida por un mundo nuevo.
http://www.diagonalperiodico.net/la-pla ... uismo.html
Re: El concepto del Poder popular en el anarquismo
Publicado: 18 Jul 2013, 18:16
por JuGuEtE RaBiOsO
¿En que se base el autor para sostener que en Sudamérica se han generado grandes organizaciones libertarias a partir de la idea del poder popular? ¿Cuáles son esas organizaciones? la FARV venezolana? el FEL chileno o argentino?
¿Empoderamiento? una forma muy tirada de los pelos para definir tanto a "poder" como a "popular"
Grupos libertarios y poder popular: Dinamitando el anarquismo desde adentro
(Boceteando una discusión pendiente entre nosotros/as)
Rafael Uzcátegui
La ausencia de espacios de intercambio, así como de mecanismos de discusión entre los y las anarquistas de América latina, precisa que cualquier tópico a ventilar sea precedido de una aclaración del lugar desde donde se origina la reflexión. La falta de continuidad orgánica, o movimientista si se desea, nos obliga a un cíclico eterno retorno, en donde no caben los sobrentendidos si lo que se desea es un real diálogo y confrontación de argumentos.
Este artículo desea cuestionar el uso del vocablo “poder popular” (PP) entre algunos círculos libertarios, sin pretender agotar una discusión que aún, salvo algunos escritos dispersos aquí y allá, no se ha dado con la necesaria rigurosidad, que debido al corto espacio tampoco será realizada aquí. Nuestra invitación a la deliberación debe comenzar con algunas aclaraciones. Quienes han venido promoviendo, en algunos países con más visibilidad que en otros, la utilización del término para sintetizar una presunta propuesta anarquista adecuada a los nuevos tiempos, lo hacen para diferenciarse de otros y otras libertarios que combaten como antagónicos, curiosamente con mucho más énfasis que al resto de la izquierda autoritaria. Según, este anarquismo de PP enfrenta a otro anarquismo que califican, siguiendo a Murray Bookchin, como “de estilo de vida”, y que caricaturizan como “dogmático”, “elitesco”, “encerrado en el pasado” y nucleado, mayoritariamente, en el denominado “insurreccionalismo”. No pretendemos negar que algunas iniciativas en el continente puedan aglutinar algunas o todas las características anteriores. Sin embargo si rechazamos con vehemencia que toda la variedad de las expresiones del movimiento libertario, desde el Río Grande hasta la Patagonia, pueda simplificarse única y exclusivamente en este maniqueísmo: el “anarquismo organizado” –como se autocalifican los cultores del PP- versus el “insurreccionalismo”.
En cambio el anarquismo con el que nos identificamos es aquel que -reconociendo la importancia de la participación en grupos de afinidad específicamente libertarios-, entiende que los valores anarquistas sólo podrán desarrollarse en un espacio dinámico de movimientos sociales, horizontales y autónomos, en conflictos concretos y reales por mejorar aquí y ahora las condiciones de vida de los oprimidos y oprimidas de cualquier signo. Y la intervención ácrata, junto a personas de otro pensamiento, no difumina nuestra identidad como anarquistas, por el contrario la potencia. Porque los valores –y no las etiquetas- que ha defendido nuestro movimiento a lo largo de la historia aspiran a ser vividos por cualquier persona con aspiraciones de justicia social y libertad, y no sólo por un grupo reducido de anarquistas convencido/as.
El viejo fantasma de la dictadura del proletariado
La propuesta anterior no es ni la mejor ni la única que complejiza la interesada polarización construida por los promotores rojinegros del PP: De un lado ellos, construyendo organización al lado del pueblo en una inédita y heterodoxa interpretación del anarquismo. Del otro, los anarquistas dogmáticos de café y biblioteca, encerrados en ghettos alejados de las masas, cuyas iniciativas aventureras solamente alimentan a la reacción. La caricaturización de la discusión en estos términos sólo esconde la propia superficialidad de las propuestas de los “anarquistas organizados”. Vayamos por partes.
El uso del término PP es una moda, en tiempos de presunto giro del continente hacia la izquierda por parte de gobiernos, entre comillas, “progresistas”. Por lo general, buena parte de la izquierda propone la creación del PP sin aclarar que cosa se está definiendo por ese término. En nuestros predios la confusión es aún mayor, pues se nombran cosas correctas utilizando el concepto equivocado. Antes decíamos que como anarquistas nos importan poco las etiquetas, sin embargo esta noción, como explicaremos, necesariamente adopta una significación que, precisamente, termina con hipotecar hacia la nada los valores que nos definen como antiautoritarios. Citemos el concepto que utiliza el CILEP de Colombia: “El poder popular es sobre todo potencia, porque anticipa el mundo futuro, porque en el presente manifiesta lo que está por venir. Esto último es muy importante, ya que de nada sirve construir una sociedad libre utilizando medios opresivos, jerárquicos y discriminadores” (
http://www.anarkismo.net/article/12227). Como se podrá constatar la definición no descubre nada nuevo que no hayan dicho los anarquistas en el último siglo, sin embargo se esta describiendo aquello que antes se expresaba como “autogestión”, “acción directa”, “colectivismo” o cualquier concepto afín y específico del discurso libertario. La única razón para utilizar un término ajeno como propio es tender puentes y establecer alianzas con aquellas iniciativas que realizan un uso diferente de la expresión PP. El contrabando lingüístico se justifica en nombre de un supuesto “antidogmatismo”, sin embargo uno de sus objetivos es normalizar entre los anarquistas la utilización de conceptos y referentes provenientes de las organizaciones partidarias de izquierda. No es casual que el artículo del CILEP comience con una cita de Miguel Enríquez, fundador del MIR chileno.
En su precedente podemos constatar que las adjetivaciones no son fortuitas ni inocentes. El término PP es una actualización de lo que los autoritarios definían, antes de la caída del Muro, como “dictadura del proletariado”. El diccionario ruso de filosofía la definía como “resultado de liquidar el régimen capitalista y destruir la máquina del Estado burgués (…) El proletariado hace uso de su poder para aplastar la resistencia de los explotadores, consolidar la victoria de la revolución, conjurar a tiempo las tentativas de restaurar el poder de la burguesía y defenderse contra las acciones agresoras de la reacción internacional”. Esta explicación también pudiéramos hacerla nuestra, sin embargo si alguna cosa enfrentaron los anarquistas que nos precedieron fue precisamente a la dictadura del proletariado. Y buena parte de los argumentos utilizados pudiéramos rescatarlos para debatir hoy con los entusiastas del PP “libertario”. En “Estatismo y anarquía”, por ejemplo, Bakunin afirmaba: “De cualquier punto de vista que se encare ese problema, se llega siempre al mismo triste resultado, a la dirección de la inmensa mayoría de las masas populares por una minoría privilegiada. Pero esta minoría, dicen los marxistas, se compondrá de trabajadores. Sí, quizás de los que fueron trabajadores, pero que tan pronto se conviertan en jefes o representantes del pueblo, dejarán de ser obreros y contemplarán al pueblo laborioso desde la altura gubernamental; no representarán ya más al pueblo, sino que a sí mismos y sus pretensiones al gobierno del pueblo”.
Más recientemente el concepto de PP intentó desarrollarse durante la truncada experiencia de gobierno de Salvador Allende en Chile y posteriormente como propuesta de gobierno de iniciativas de izquierda, como por ejemplo la Venezuela de Hugo Chávez, en donde todas las oficinas y ministerios públicos se refundaron como “del poder popular”.
Los dos problemas del Poder Popular
Así como ayer la dictadura del proletariado tenía dos objeciones -¿Cuál dictadura? y ¿Qué proletariado?-, el PP encierra, de partida, un par de problemas: ¿De qué poder estamos hablando?, por un lado, y “¿quién define qué es lo popular?” por el otro.
Poder es una palabra polisémica, de diferentes significados. En primer lugar es una facultad, una capacidad de hacer, una habilidad para hacer cosas, el denominado “poder-hacer”. Por otra expresa una relación de dominio, un “poder sobre”. John Holloway explica el paso de un estadio a otro por la fractura del flujo social del hacer, lo cual lo transforma en su opuesto, el poder-sobre. Quienes reivindican el PP desde el anarquismo proponen la promoción infinita del poder-hacer sin aclararnos cómo se evita que no se transforme en poder-sobre. El marxista irlandés tampoco pudo explicarlo, por lo que escogió el camino anarquista: proponer cambiar al mundo sin tomar el poder. Y esto fue así porque poder es verbo y adverbio. Como propuesta política el uso del término poder, como adverbio, tiene un único significado: relación de autoridad de unas personas sobre otras. Y si ayer el uso de la palabra “dictadura” sólo podía tener la consecuencia que tuvo, hoy la acumulación del poder, tenga el adjetivo que tenga, sólo tendrá un derrotero: la opresión.
En segundo lugar tenemos la propia definición de “lo popular”. El “pueblo” es una definición vaga e imprecisa que puede significar cualquier cosa. ¿Qué es popular y qué no? Supongamos que sea el nacer dentro de las clases más excluidas de la sociedad. Esta particularidad de origen ¿se mantiene para toda la vida independientemente de los roles que la persona ocupe y las acciones que realice? Ignacio Lula da Silva, de origen obrero, ¿es un presidente “popular”? O por el contrario popular ¿es sinónimo de aceptación por las mayorías? Por último esta mitificación de lo “popular”, como contrario a lo “elitesco”, mitifica a sus componentes como buenos por naturaleza. Y cualquiera que haya estado en un barrio o una favela sabe que su composición es tan diversa como la del resto de la sociedad: individuos potencialmente revolucionarios que conviven con otros claramente conservadores. Esta falsa confrontación, la del “poder popular” versus el “poder de las élites”, esconde la multiplicidad de relaciones de dominio que bien describe Foucault en “Microfísica del poder”.
Crisis de la izquierda, crisis del anarquismo
No es un secreto que la teoría y práctica revolucionaria se encuentra en crisis en el mundo entero. De la confusión y ausencia de propuestas nuevas no escapa el anarquismo. Lo curioso es que algunas organizaciones libertarias presenten como novedosas estrategias que el socialismo autoritario han demostrado, durante diferentes momentos de la historia, como contrarias a la libertad y la justicia social. La promoción del PP por parte de iniciativas anarquistas las coloca a la zaga de organizaciones cuya táctica es la acumulación de fuerzas para la toma del poder político. Creemos que la mayor parte de los compañeros/as que han apostado por esta estrategia se encuentran confundido/as, sin referentes claros e ignorantes no sólo de la trayectoria de las luchas revolucionarias en el mundo entero. Sin embargo, es claro que en algunos emprendimientos concretos hay una intención de implosionar al anarquismo desde adentro, por parte de partidos políticos de izquierda autoritaria que, ante el descrédito por sus magros resultados históricos, necesitan rejuvenecerse adoptando una fachada seudo libertaria. Una cosa es ser cola de ratón de los partidos de izquierda, por muy “radicales” que se vendan, y otra muy diferente ser parte de las tensiones y enfrentamientos sociales con los poderes establecidos.
Es una tristeza que los aportes más interesantes en el fortalecimiento de conflictos y la promoción de las luchas populares en la región vengan de la mano de los sectores autodenominados autonomistas (Holloway, Colectivo Situaciones, etc), que precisamente han incorporado valores anarquistas a sus propuestas, afirmando que este resultado es parte de la “evolución” de su marxismo. Sin embargo, esta y cualquier crisis también son una oportunidad. Pero para superar este estancamiento, o el claro retroceso al que nos invitan los deslumbrados por el poder popular, hay que experimentar apasionadamente en la propia vida cotidiana y descifrar los enigmas y retos de nuestro tiempo. Aquí coincidimos con las palabras de nuestro querido y recordado Daniel Barret: “una creación social libertaria y socialista no puede concebirse como el resultado espontáneo de una nebulosa legalidad histórica ni como un designio caudillista ni como una operación de ingeniería bajo la forma de la planificación central ni como una casualidad ni como un advenimiento mágico: una sociedad libertaria y socialista sólo puede ser el fruto de una profunda decisión autonómica y de una interminable sucesión de luchas y de gestos que se forman en los pliegues de la conciencia colectiva”.
Re: El concepto del Poder popular en el anarquismo
Publicado: 18 Jul 2013, 18:31
por calderero
¿Poder popular anarquista? Sí, poder popular anarquista
(…)La estrategia que concebimos se basa en los movimientos populares (movimientos de masas), en su organización, acumulación de fuerza y uso de la violencia con miras a alcanzar la revolución y el socialismo libertario.
Felipe Correa, Crear un pueblo fuerte.
¿Qué es el poder para los anarquistas? Acercamiento a una definición
De un tiempo a esta parte, los anarquistas hemos comenzado a usar el término poder popular, que había sido acaparado por los comunistas autoritarios apropiándose de dicho termino. Si bien ambas corrientes (anarquista y marxista) lo utilizan las formas de concebirlo son muy diferentes. Siguiendo en esta misma línea, no podemos sindicar al marxismo como el creador del término.
Para comprender el poder popular como lo entendemos los anarquistas, se vuelve necesario primero ver cómo entendemos el poder, ya que se vuelve perentorio dejar en claro nuestra postura ante esto hecho social y dar nuestra opinión de cómo lo entendemos.
Creemos que el poder no siempre tiene una carga negativa de dominación, de autoritarismo, sin embargo, consideramos que tiene una doble cara. Por un lado está el poder cupular coercitivo tanto para el individuo como el colectivo. Este caso lo vivimos en la actualidad, donde la clase burguesa utiliza este para ejercerlo en contra del pueblo. Esto se conoce como la lucha de clases, pero por otro lado no podemos concebir el poder como algo abstracto o metafísico, puesto que eso nos llevaría a caer en el error. Es cierto que el poder que es ejercido por una persona o clase por sobre el resto es algo nefasto. Es también malo que nosotros no tengamos una fuerza para responder, mas éste debe ser horizontal al momento de crearlo y de utilizarlo.
La comprensión del poder en la actualidad no puede desligarse de la lucha de clases imperante, en consecuencia, no es posible entenderlo externa a esta, ya que todo conflicto que existe en la sociedad tiene relación con la explotación de una clase por sobre otra.
Por otro lado, Eduardo Colombo en su libro “La voluntad del pueblo” nos distingue dos tipos de poder, POTENTIA y POTESTAS. Por un lado está el poder para realizar una voluntad por sobre otra, vale decir, algo coercitivo y despótico, en su contra parte existe otra concepción, la cual es la facultad de hacer algo, el poder crear.
Ejemplos de ejercer un poder horizontal o de creación, POTENTIA hay varios, por ejemplo: una asamblea. Donde las decisiones son colectivas, entre todos y todas los que participan de ella, ya que cuando se decide actuar o cómo proceder en estas instancias lo único que se está utilizando es el poder no dominante de uno por sobre otro, sino que el poder creador que tenemos.
Por otro lado POTESTAS, es un poder de dominación, ejemplos de estos hay muchos, el Estado, empresas, sociedad de clases, etc.
Esto tiene directa ligazón con lo que este autor, Colombo, distingue entre la libertad de los antiguos y la de los modernos. El libro “La voluntad del pueblo” nos ayuda a entender a lo que se refiere el escritor cuando habla de estos dos tipos. La moderna, por una parte, es la que nos toca vivir, una libertad estéril, puesto que no somos los que realmente decidimos lo que debemos hacer como clase, sino que tenemos gobernantes, los cuales elegimos para que dispongan de nuestras libertades y puedan, entre otras cosas: tomar decisiones en nuestros centros de estudio, de trabajo, en nuestras poblaciones, etc. Sin nosotros tener la capacidad de decidir estas o por lo menos tener injerencia en ellas, ya que es algo que nos compete a todos. Sin embargo, nosotros elegimos a estos “políticos” para que hagan ese trabajo. En consecuencia, nuestra libertad es privada e individual, puesto que no podemos decidir nada sólo cosas mínimas e internas dentro de un grupo social determinado. En esta línea nuestra libertad termina a donde acaba nuestro salario.[1] Siguiendo la misma idea, esta libertad que tenemos es bajo la sombra del poder, de no hacernos cargo de nuestras vidas no porque no lo deseemos sino que se debe a que existe una lucha de clases, donde la dominación económica da paso a la política y social, es decir, si elegimos a gobernantes estos son elegidos por la burguesía para que nosotros “decidamos” entre los que ellos han designado. El conflicto de clases no es ajeno a cómo concebimos el poder los comunistas libertarios, de hecho, nada de lo que hay a nuestro alrededor lo es. Por otra parte, La libertad de los antiguos, tiene su ubicación histórica, según el autor, en Grecia,[2] en la polis de Atenas para ser más precisos. Donde, si bien exista un sistema social de castas y los esclavos además de otros sectores de la población no eran parte de la toma de decisiones, los “ciudadanos” de esta polis si tenían injerencia en las decisiones, es decir, existía una libertad basada en lo público, a diferencia de lo que pasa hoy en día. El poder, de alguna manera u otra, se encontraba más socializado que en la actualidad, donde la libertad es una mera fantasía que nos hacen creer los ricos y poderosos, los dueños de todo. Vale decir, con el paso de la historia, la creación de los Estados-nación, la superposición de una clase por sobre otra, generó una nueva forma de entender lo público y lo privado, en consecuencia también de la libertad.
Por otro lado, para comprender el poder se necesita analizarlo de una forma acabada. Aunque, a los comunistas libertarios siempre se nos ha criticado que no lo hacemos detalladamente esto no es cierto, puesto que este es un tema central para comprender la revolución social para nosotros, es decir, no dejamos al voleo un tema de tanta importancia.
La forma de concebir el poder que tenemos los anarquistas es totalmente opuesto a lo que el Estado representa, ya que este es un modelo de organización social, vale decir, todas las organizaciones sociales que estén bajo el alero de este, o que nacen en una sociedad estatal, tenderán a organizarse de forma jerárquica, puesto que esta forma “modélica”, es la base de cómo entendemos lo más apto para organizarnos.[3]Dejando de lado maneras más democráticas y directas de constituirnos.
Por otra parte, nosotros los anarquistas, no creemos que podamos destruir el poder como tal, sin embargo, somos contrarios a las formas cupulares de este, a que no esté socializado entre todos y todas, creemos que acabar con él es algo imposible. Puesto que todos tenemos la facultad de ejercer dicho poder sobre otro individuo, sin embargo, está en las facultades del que lo recibe decidir si lo acepta o no. Por otro lado en la actualidad vivimos en la lucha de clases, donde los proletarios y los burgueses se encuentran en un conflicto permanente, lo que desencadena que una clase someta, explote y dirija en todo sentido a la otra, sin tener los proletarios la capacidad de decir no.
Si entendemos el poder como algo etéreo sólo llevaría al error de creer que todo tipo de autoridad es malo. En esta dirección no dejaríamos que un médico que busca curar una enfermedad actuara, puesto que él no puede decidir por nosotros.
En conclusión, el poder no siempre implica dominio. Si bien en la actualidad este es un sinónimo de subordinación es debido al conflicto de clase del cual somos parte, ya que todo lo que nos rodea tiene que ver con este.
Por otro lado distinguimos dos formas de poder uno de estricta relación con la dominación, tanto del Estado como de una clase y por otra al poder de crear, es decir, la potencialidad que tenemos para hacer el cambio revolucionario.
El poder ha sido un problema central al momento de entender la revolución para los anarquistas, puesto que las teorías políticas libertarias, nunca han sido estudiadas a fondo, o los revisionistas de siempre han querido enlodar el nombre de este ideal popular, ya que para los que no entienden, no se trata de destruir el Estado porque sí, sino que por las relaciones sociales viciadas que este entrega, por la dominación de una clase por sobre otra y para que los trabajadores puedan ejercer nuevas formas de organización ajenas y opuestas a este.
El poder es un tema central, pero los anarquistas debemos estar conscientes de que este, como tal, no podremos acabarlo, es más tampoco es deseable terminar con él, sino que con su forma de dominación, su forma represiva, su forma coercitiva y liberticida es con la que hay que destruir, sin embargo, para el paso de la sociedad de clases a la comunista libertaria, el poder, que deben ejercer los trabajadores, para con ellos mismos, es necesario. En otras palabras, la socialización del poder, el ejercicio horizontal de este, la toma de conciencia y la ocupación de los medios productivos, vale decir, el cambio revolucionario, se vuelve necesaria esta fuerza para dar el golpe final al conflicto que enfrentamos, la lucha de clases. En el siguiente punto se desarrollará con mayor claridad y detenimiento lo que estoy exponiendo en estas líneas, para que no se mal interprete lo que digo.
¿Qué es el poder popular para los anarquistas? Acercamiento a una definición
"El poder popular ejercido por los trabajadores y el pueblo con organismos por ellos controlados, ampliamente democráticos y participativos, serán los que asumen tal control, apropiándose de las funciones tutelares ejercidas desde la esfera estatal. (…)”
Juan Carlos Mechoso, La estrategia del especfismo, entrevista con Felipe Correa.
En aquella definición que da el compañero Mechoso, encontramos un ethos que se vuelve fundamental y que data de la tradición histórica del anarquismo, la superación de la sociedad de clases dará paso a la asociación libre de trabajadores, es decir, el ejercicio del poder de los explotados.
Por otro lado, como comunistas libertarios, entendemos que las fuerzas históricas del conflicto que se conoce como lucha de clases es una constante acumulación de fuerzas para los dos bandos, donde existen diferentes frentes de lucha para poder dar de mejor manera la pelea. Por una parte encontramos la lucha ideológica, por otro la lucha de (re)articulación de movimiento social y la construcción de referentes y coyunturas que sirvan de ayuda para avanzar, desde el campo popular en la lucha de clases.
Sobre la lucha ideológica no ahondaremos, puesto que creemos es bastante extenso el tema y lo dejaremos para una discusión posterior, sobre crear referentes para que los explotados avancen tiene directa ligazón con el tema central de este ensayo.
Comencemos con la definición de poder popular que consideramos más acorde a nuestros fines, “El poder popular es una forma de poder que llegan a ejercer los explotados y oprimidos, con un alto grado de autonomía”[4]. Es decir, este es una forma organizativa de los proletarios, pero sólo de ellos, es decir, no aceptan ni ayuda externa de las clases burguesas ni las capas medias, en consecuencia, es algo de, por y para los trabajadores.
Entender el poder popular de una forma libertaria requiere un ejercicio que es bastante complejo de entender si se es ortodoxo, confusionista o purista de nuestra ideología. Será muy complicado que lo comprendan si caemos en alguna de las características anteriormente nombradas, puesto que no se trata de un acercamiento a los partidos de izquierda, o de “entrismo”, no buscamos fines electorales con levantar dichas consignas, no estamos ni estaremos con los “representantes” de la clase trabajadora, sino que todo lo contrario. Guiándonos con la definición anterior podemos ver que se trata de autonomía de clase, además de libertad de decisión en manos de los proletarios.
Por otro lado, este término se adecua a la realidad latinoamericana, donde el pueblo ha sido vapuleado por la clase dirigente. Procesos de dictadura cuando el pueblo comenzaba a tomar conciencia de sí para cambiar la realidad imperante.
El poder popular en Latinoamérica se vuelve una necesidad, puesto que para la construcción de la autogestión social este sirve como base de nuestra economía. Para esto se necesita el control de los medios productivos por parte de los trabajadores, además de generar un contrapeso a la opresión y explotación en la cual nos vemos envueltos. De esta manera dar la lucha contra lo que explota y oprime. Puesto que el contexto histórico, social y cultural que nos envuelve es de un estanco, pero que poco a poco se da nuevo renacer de las protestas populares reivindicativas, en consecuencia la labor que tenemos nosotros, es de abrir más instancias en la cual podamos crear un descontento de clase contra el Estado y el modelo económico que nos rige. Es decir, poder del pueblo.
En américa negra, los procesos por los cuales pasaron diferentes territorios, nos dan la razón sobre el poder del pueblo, puesto que al momento de expropiar las fábricas, y comenzar a ejercer el poder popular, se dio paso a la autogestión de los recursos. Un ejemplo de esto son los cordones industriales de Chile, cuando los trabajadores, ejercieron el poder de los explotados y recuperaron las fábricas, así pudieron abastecerse con los recursos que generaban las industrias, sin embargo, fueron reprimidos brutalmente. Debido a la conducción legalista de “la vía chilena al socialismo” y la ilegalidad de realizar dichos actos que fue dictada por Allende, yació un traspié que sufrió el proceso de ejercicio de poder de los proletarios. Una muestra de que el poder burgués y el poder del pueblo son totalmente opuestos.
Por otro lado, los anarquistas no buscamos llegar al control del Estado, en consecuencia, no creemos en que una parte del pueblo busque mediante procesos de crear fuerza dejar al partido de turno en el sitio presidencial. Nosotros, creemos que el poder popular sirve para que el pueblo sea fuerte y autosuficiente, es decir, crear un contra poder al del Estado, no para acapararlo ni crear un “Estado proletario”, sino que para su inmediata abolición, además de que este proceso de acumulación de fuerzas y experiencias sirva para la sociedad sin clases sociales.
Es labor de los anarquistas organizados, dotar de fuerza, de autonomía, de clasismo, acción y democracia directa a las organizaciones populares, puesto que son estas las que mañana estarán actuando para hacer el cambio revolucionario en la sociedad de clases. Es por eso que para que el pueblo sea fuerte, que además cuente con pilares fundamentales para realizar el cambio radical, debemos estar presentes aportando con la suficiente dirección y abriendo instancias de crear poder popular en donde nos encontremos insertos.
Por otro lado nuestro afán de ver al pueblo revolucionario y no como meros espectadores nos hace pensar que el poder popular es una vía en la cual la clase explotada, en su conjunto, se hace de lo necesario, para jugar un rol protagónico en la lucha de clases. Puesto que serán estos los primeros implicados al momento de realizar un cambio revolucionario, en consecuencia, debemos crear el poder popular para que no sea un grupo “iluminado” del pueblo los que realizan los cambios, sino que seamos nosotros mismos los que realicemos los cambios que necesitamos, es decir, el pueblo organizado en su totalidad.
Desde otra perspectiva, no entendemos el poder popular como unos cuantos líderes, una cúpula decidiendo por todos los que participamos de algún proceso, sino que por el contrario una horizontalidad en las relaciones y en las decisiones, vale decir, que todos y todas las que participen tengan injerencia en estas, puesto que nuestra ética como libertarios no nos deja pasar a llevar a nuestros compañeros de clase, esto es un claro quiebre con la concepción autoritaria de poder popular.
El poder popular entendido como tal y desde nuestra perspectiva es la acumulación de fuerzas para el cambio revolucionario, por el socialismo y la libertad. También es la toma de las fábricas, los talleres, los centros de estudios, en fin, de la acción directa por parte del pueblo en su conjunto, es decir, cuando los explotados conscientes de la explotación que sufren, comienzan a ejercer un contra poder al de la clase dirigente y su aparato político.
La forma en que entendemos el poder popular, es la creación de una clase que tiene fines revolucionarios, cuando existe la fuerza suficiente para crear un cambio revolucionario, además de que este pueda crear nuevas formas organizativas internas y externas a las organizaciones, nuevas relaciones sociales, en la cual los intermediarios y la burocracia pasarían a ser cosas del pasado. Es decir, cuando los explotados comienzan a ejercer tanto la democracia directa como la acción directa, por lo tanto, esto se dará, cuando las fuerzas de desarrollo de la lucha de clases esté de nuestro favor y estemos dando el paso hacia la nueva sociedad. El poder popular debe dar espacios para que estas nuevas relaciones entre pares puedan florecer, en otras palabras, comenzar a plantar las semillas del mundo nuevo en el actual creándolo en cualquier instancia donde estemos. Vale decir, el poder popular se debe dar en los distintos espacios en los cuales los anarquistas tengamos inserción, puesto que no debemos dejar “en el aire” algo tan importante como esto y dar pie para que los socialistas autoritarios, ejerzan su concepción, tales como bases de apoyo a un determinado gobierno, o la lucha para la conquista del aparato político. Es labor de los militantes del anarquismo organizado dar la lucha para que la construcción de las nuevas relaciones sociales que nos ofrece el poder popular puedan nacer hoy.
En el actual contexto histórico se hace importante la articulación de un movimiento popular fuerte, en consecuencia, tenemos el deber como revolucionarios de abrir espacios en los cuales podamos ejercer el poder de los de abajo, puesto que la única forma de hacer frente a las arremetidas de los ricos y poderosos es creando una fuerza que tenga las mismas capacidades que ellos, sin embargo, desde nuestra base y trinchera, la popular. De esta forma logramos avanzar en la lucha de clases en favor de los explotados.
En conclusión el poder popular como lo entendemos los anarquistas, es diametralmente opuesto a los partidos de izquierda, puesto que nosotros realmente buscamos crear un pueblo fuerte, no para la conquista del aparato político del Estado, sino que para su abolición inmediata, el término de este y dar paso a la asociación libre de trabajadores industriales y de la tierra.
El poder popular nos abre la puerta a nuevas formas de relacionarnos, tanto políticas, como sociales, en consecuencia, debemos estar presentes, los anarquistas, en cada instancia donde se esté dotando una organización popular de este poder del pueblo, puesto que hoy se plantan las semillas y mañana germinan, de esta manera, estamos presentes al momento de que se esté ejerciendo esta forma de acumulación de fuerzas.
El poder popular libertario dará el golpe definitivo, para que los trabajadores tengan bajo su control los medios productivos, cuando comience la expropiación a los ricos, será mediante este método que los anarquistas hacemos propio para dar una lucha definitiva en la sociedad de clases. Es decir, el poder popular anarquista es el que regirá el nuevo mundo, debido a que los explotados, el campo popular en su conjunto ordenará, de manera horizontal, directa y justa.
La necesidad de crear poder popular y su relación con la organización política anarquista
“Haremos uso, adecuaciones y síntesis de materiales de FAU para responder esta pregunta. El problema del poder, decisivo en un cambio social profundo, sólo puede resolverse finalmente a nivel político, a través de la lucha política. Y esta requiere una forma específica de organización: la organización política revolucionaria, para nosotros de matriz libertaria. Sólo a través de su acción, enraizada en las masas, en los diferentes procesos populares, puede lograrse la destrucción del aparato estatal burgués, el conjunto de micropoderes que lo sostienen y que recrean. Es imprescindible su sustitución por mecanismos de poder popular visto desde una perspectiva política y asentados en un pueblo fuerte”.
Juan Carlos Mechoso.
Como nos reconocemos en la tradición especifista del anarquismo, debemos decir que las organizaciones sociales y la organización política son dos esferas diferentes, sin embargo, absolutamente complementarias, ya que el crecimiento de una es también el crecimiento de la otra, poseen una relación dialéctica y de constante retroalimentación.
La organización política existe únicamente con un fin el de teorizar, desde nuestro prisma el anarquismo en este caso, de comprender y de analizar la realidad para luego dar este conocimiento a las organizaciones de carácter político/social o social, de esta manera ayudar al desarrollo de un movimiento de masas, siempre teniendo el norte claro, la autonomía de clases, la destrucción del Estado, en fin, la revolución social.
Hoy más que nunca debemos analizar la realidad de manera acertada. Si bien los procesos por los cuales pasa nuestro continente nos hablan de un renacer de la conciencia de clase, de las luchas reivindicativas y de las organizaciones sociales esto no implica necesariamente un avance del comunismo libertario. En consecuencia, debemos estar presentes ellas, haciendo notar que aún falta un largo camino que recorrer. Para ello debemos tener un programa común que nos diga cómo actuar frente a estos hechos.
En la actualidad frente a los procesos sociales que estamos viviendo, ya sean movilizaciones medio ambientales, sindicales, territoriales, estudiantiles, etc. No ha existido una visibilidad anarquistas, no por su incapacidad, que sería bastante erróneo tratarlo así, sino por los fines reformistas que muchos de estos movimientos están aceptando. Lamentablemente estos están siendo acaparados por partidos de izquierda dotando de un poder popular paupérrimo al momento de ejercerlo, de crearlo y de entenderlo.
La labor hoy en día, según nuestra modesta opinión, es que al momento de estar insertos la labor inmediata es la creación de poder popular, desde las bases, junto con la utilización de metodologías libertarias dentro de las orgánicas, puesto que debemos, desde el primer momento dar horizontes revolucionarios a cualquier tipo de organización que tenga como finalidad realizar un cambio.
Por otro lado, los anarquistas debemos estar en las instancias en las cuales el descontento popular se haga sentir, en consecuencia, cuando exista una desacierto o un cambio en las fuerzas de la lucha de clases, debemos estar presentes, como organización política, de esta manera dotar a la lucha de los pilares clasistas, combativos y revolucionarios del programa histórico del anarquismo.
Para que podamos crear poder popular en conjunto con las organizaciones sociales, debemos nosotros, como orgánica política, practicarlo con nuestras metodologías, con nuestros medios y fines, en propaganda, al momento de realizar un acto, un encuentro, una invitación, etc. Puesto que si no lo hacemos estaremos sólo hablando por hablar, teorizando sin practicar. La teoría es fundamental pero esta sirve para que la práctica sea más cohesionada y efectiva.
La labor en el contexto histórico y social es el de crear fuerza para el pueblo, para que avance a pié firme en la lucha de clases, en consecuencia el poder popular es fundamental. Las bases de una organización social deben estar clarificadas de la finalidad con la que es creada. Y es labor nuestra que esta tenga fines más allá de una reforma.
En la actualidad consideramos que la labor de las organizaciones políticas son dos: por un lado reconstruir tejido social, pero este tejido debe ir de la mano con la creación de poder popular, puesto que si no estaremos creando un tejido social inerte, es más podemos hacerlo, pero el proceso en el cual estos adquieran el poder de los explotados se dará en un tiempo extendido y retrasaremos la combatividad de una organización, sin embargo, no queremos decir que la revolución será inmediata, sino que las relaciones sociales, la finalidades, las concepciones de una organización social misma va de la mano con la creación de poder popular. El segundo punto es la diferenciación con los partidos reformistas/electorales, puesto que la inserción debe ir de la mano con la comprensión de para qué trabajamos.
Las organizaciones populares que van naciendo o que ya existen, necesitan la fuerza y el apoyo de nosotros los anarquistas, puesto que si no la reciben nuestra participación quedarán a merced de los partidos autoritarios. En consecuencia la primera labor de estas organizaciones en las que hoy están germinando las semillas del nuevo mundo es fundirse en la metodología libertaria y en la creación misma del poder del pueblo desde un principio, para que la labor que vayamos haciendo en el tiempo no se confunda, ni sea falsa con nuestra clase.
La organización política anarquista al estar dando una lucha a nivel político e ideológico, analizando la sociedad, es la que debe ayudar a la creación, con nuestras experiencias y teoría a que las organizaciones populares les sea más simple tanto aceptar un programa creado por todas las bases de dicha orgánica como los pilares fundantes para que se encamine a la revolución.
Las organizaciones políticas anarquistas están al servicio del pueblo y son el pueblo mismo en la medida en la que vayamos creando un programa entre todos, de esta forma logramos algo fundamental para la revolución social, que la clase explotada avance a paso firme con una dirección clara hacia su emancipación.
En la actualidad y con la conciencia que está renaciendo, debemos redoblar nuestros esfuerzos para que la metodología libertaria tenga una inserción real en las masas, esto es fundamental, tanto para la existencia de una organización política como para nuestra teoría. Nuestras ideas fuerzas las, que mantenemos a lo largo de la historia, son las que ayudaran a que la clase a la cual pertenecemos logre la revolución social.
El llamado es a crear poder popular, fomentarlo, estudiarlo, darle una finalidad revolucionaria, hoy más que nunca el movimiento popular lo necesita, puesto que no sólo basta con que nazcan nuevas organizaciones, sino que las que existen y las que vengan deben tener más combatividad y más decisión al momento actuar, de plantear sus fines y medios.
Tomás
Militante de Alternativa Libertaria, Chile
[1] Berkman Alexander, El ABC del comunismo libertario, utopía libertaria 2006
[2] Nosotros podemos ubicar más locaciones donde ha existido una libertad “antigua”, por ejemplo en las decisiones que se hacían en los soviets en Rusia, antes de la dictadura bolchevique, en Kronstad antes de la matanza de “el orgullo de la revolución”, en la España revolucionaria antes de la burocratización de la revolución, etc. El punto es que no sólo en Grecia se da una libertad basado en lo público.
[3] Revista comunismo libertario, Rivas Gabriel 2010.
[4] Citado del periódico “SOLIDARIDAD” Citando a Luis Vitale “Conversaciones con los pobladores: ¿Qué es el poder popular?”
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Juguete rabioso, si ante un texto nuevo que aparece se postea uno ya conocido en el foro, y a éste se le responde con otro (como acabo de hacer yo), podemos seguir así casi, casi, eternamente reproduciendo textos que ya conocemos ¿qué tal si iniciamos un debate sobre éste en concreto que abre el hilo?
Por cierto, y para que no se diga que propongo pero que no doy ejemplo: creo que es un artículo muy didáctico y que expone con objetividad, para quienes no conocen el asunto, a qué se refieren los anarquistas que hablan de poder popular en América Latina.