Hay algunas cuestiones importantes que no comparto con el artículo (particularmente el del periódico El Amanecer). Sin embargo, contribuye a la discusión de tan manoseado concepto y apunta unas cuantas críticas reales a tener en cuenta.Desmitificando la trampa del poder popular, una crítica desde la anarquía
Intro Hd/Periódico anarquista El Amanecer
Intro
(Esto es nuestra lectura del texto, que no tiene porque ser lo que los compas quieren decir pero si un aporte para darle una apertura a la reflexión en otros aspectos que consideramos importantes)
Contra los intentos que el ser-social del pueblo absorba la negación de lo establecido inmanente al proletariado…
EL siguiente articulo realizado por los compas del periódico amanecer nos resulta bastante saludable en torno a las temáticas que problematizan, como una bocanada de aire fresco para los sectores en lucha y que en el presente nos vemos saturados de ofrecimientos de lindas ideologías para sentirnos parte de una lucha con nombre y apellido. El tema que tocan es de sumo importante: nada más y nada menos que el bendito concepto del “Poder Popular”. Este concepto que se “populariza” en los 70´s por parte de organizaciones leninistas parece volver en gloria y majestad pero siendo apropiado por algunos sectores del anarquismo. Para nosotros es importante la crítica por dos aspectos: la justificación que dan organizaciones anarquistas para hacerlo y lo que se puede inferir de aquello, y las consecuencias para la misma lucha proletaria.
Por una parte los compas dejan en claro algo catastrófico para el anarquismo si es que efectivamente la invocación del “Poder popular” corresponde a las razones que se esbozan para aquello: una estrategia para acercarse a más gente. Aquí vamos a la clásica postura de la concientización, de que los anarquistas están “separados” de las verdaderas luchas, etc. Toda esta argumentación que dan algunos anarquistas y también otras tendencias, creemos se basa en el tema de las “organizaciones”. Esta en su más sentido de tener un proyecto, ofrecerlo y esperar sumar gente. No negamos que se requiere una instancia para aunar fuerzas y luchar contra el capital. Pero cuando esta se expresa como organización ya hecha, esperando que se llene…entramos en una idea de la revolución completamente relacionada con la pura “política”.
“Es que no hay organizaciones anarquistas” nos dicen, y concluyen “no estamos en el mundo social” ¿Qué es eso? Todos estamos inmersos en el mundo social, todos estamos determinados por la contradicción del capital contra la humanidad, todos somos parte de esa totalidad llamada capitalismo y su inmanente contradicción. El que tal o cual lucha sea “liderada” por una organización declarada “marxista-leninista-maoísta-presidente Gonzalo” y luego pensar que ESA organización es la que llevo a cabo la lucha es un error catastrófico. Es pensar que las luchas se realizan con puro voluntarismo. Es pensar que los proletariados son demasiado estúpidos como para mejorar su sueldo, y por ello llega al rescate alguna organización con un obrero musculoso de símbolo. Quizás estemos equivocados pero creemos que el proletariado se dota de su organización al tiempo que lucha. Y empieza a luchar cuando las necesidades (sean las que sean) lo empujan a aquello. En el “empezar a luchar” esta claramente la justificación de las organizaciones. Estas son las que muchas veces dan la “dirección” a la lucha, y hacen pasar de la inactividad a la actividad a los proletarios. Pero es precisamente aquello lo que hemos de combatir. Hemos visto varias revueltas que han surgido porque una instancia tipo asamblea o comité decide por la voluntad de los proletarios, ir a la lucha. Y esa “voluntad” no es de la asamblea, es del ser-social del proletariado. Negar esto es la consecuencia que mas adelante enunciaremos.
Ahora siguiendo con la idea del poder popular, para nosotros queda claro en este artículo que dicha reivindicación para “llegar a más gente” solo puede desembocar en reformismo político. Y es que lo “popular”, el pueblo, no es solo una categoría sociológica o cultural, es la determinación de un momento histórico en el cual un conglomerado de seres humanos pasan a adoptar un ser-social, un modo de ser, un sentir, que tiene su limite bastante claro: solo puede realizar revoluciones políticas. No esta en su ser, no participa de el la negación de la sociedad de clases o cualquier otro tipo de sociedad, pues el pueblo es constituyente de la sociedad; la afirma. No esta dentro de este el negarla pues no lo necesita. El pueblo participa de la política y la política le da lo que desea para sobrevivir. No hay deshumanización del pueblo. Cuando escuchamos “es que el pueblo lo están matando de hambre” se equivocan. Al que matan de hambre es al proletariado por su condición en la sociedad capitalista.
¿Pero que ocurre con esta invocación al poder del pueblo? En una palabra de la cual se concluyen varias otras, en el gestionismo. O autogestionismo. Es decir, en tomar el control de lo que un jefe controla, pero hacer lo mismo que este. Es no darse cuenta que la ley del valor nos oprime por igual, es decir, si tal aspecto auto gestionado no genera alguna utilidad, tendrá que hacerlo o desaparecer. O esperar la autogestión generalizada que en términos estrictos ya no seria autogestión, sino un momento de la insurrección proletariada. La autogestión, las críticas son variadas. Lo esbozado aquí para algunos puede ser teórico pero es cosa de ver su práctica. No genera relaciones y actividades que se extiendan en una subversión de las relaciones capitalistas, simplemente se petrifica en un espacio. El poder popular no podría ir mas allá de auto gestionarse, no podría ir a destruir la ley del valor, a atacar la acumulación de capital. Eso requiere la negación de lo existente, requiere a un sujeto que ha sido absorbido por “el pueblo”. Y claro, aquí nos referimos al proletariado como determinado por el sistema capitalista, el proletariado como reproductor de lo establecido pero también la negación de esto que participa en su ser-social. El capital a quien mas deshumaniza es a quien le expropia sus energías físicas y mentales para transformarlo en una cosa. Y esto se amplia a una variedad de actividades que no es posible enumerar. Hasta la actividad de soportar la cotidianeidad, de cumplir un rol todos los días aunque seamos estudiantes o desempleados; esa misma actividad es una expropiación de la energía humana para alimentar el espectáculo, la seudorealidad que contemplamos mientras caminamos y nos movemos del lugar que debíamos al otro. Y alimentamos esa cotidianeidad, ese ordenamiento para que las mercancías circulen con mayor fuerza.
La consecuencia catastrófica a la que nos referimos es a confundir el proletariado, su ser social, con el pueblo. No es una cuestión de “ya, ahora soy pueblo, mañana proletariado”. No. Es una cuestión de que cada lucha el proletariado puede desarrollarse en un aspecto de su ser, la negación, como puede desacoplar su existir de la realidad para sentirse y vivir como pueblo. Que mejor ejemplo que el pedir al estado mas y mas estado. Pero se nos puede decir “¿Acaso existe algún sector del proletariado organizado que no pida algo al estado?”. Claramente no. Lo que si existe es un proletariado que lucha y va aclarando el origen de su miseria: el capital. Darle un sentido “popular” a sus luchas es negar la posibilidad de llegar a la raíz. Alimentar esa lucha, participar de las mismas y no hablar de “victorias” es una necesidad. Desarrollar esa lucha, dotarse de formas y relaciones que no son “alternativas” sino que subvierten las establecidas. No “liberar” un espacio de la relación capitalista, destruir la relación capitalista y crear otro espacio. Claro, también esta su materialidad que requiere otro tipo de acciones para identificarlas como sustento de las relaciones sociales; como algo que también habrá de desaparecer. El movimiento estudiantil, a pesar de ser conducida por la FEch, dio varias muestras de algo diferente a la autogestión. La toma de colegios era un espacio para prácticas diferentes, relaciones antagónicas. No administrar el colegio como debería hacerlo la autoridad. Su desarrollo fue evidente, su potenciación al reafirmar lo que era y estaba siendo. El porque no logro realizarse como pura negación obedece a otros factores, a cuestiones relacionadas con la ausencia de otras parcelas de la realidad que no llegaron al “encuentro”…encuentro que es nada mas que la mayor potenciación de sus fuerzas una vez despojadas de la ideología y desarrollo de lo que es en otro-de-si-mismo. Pero eso es tema para otro momento.
Núcleo de agitación comunista
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Desmitificando la trampa del poder popular, una crítica desde la anarquía
http://periodicoelamanecer.wordpress.com/
“La base fundamental del método anarquista es la libertad, y por lo tanto, luchamos y lucharemos contra todo lo que viole la libertad (libertad igual para todos), cualquiera sea el régimen dominante: monarquía, república u otros.”
Errico Malatesta (1852-1932).
Desde un tiempo a ésta parte, distintos sectores del anarquismo, han entrado en un intenso debate sobre una serie de temáticas, ligadas fundamentalmente a cómo construir un anarquismo con un carácter más social. Dentro de ésta discusión, aparecen una serie de programas, comunicados y artículos de opinión en torno al concepto de Poder Popular, algunos defendiendo su uso desde el anarquismo y otros criticándolo. Nosotros nos posicionamos dentro de los segundos.
El Poder y el Poder Popular
Para el siguiente artículo, conviene señalar que cuando hablamos de poder popular, utilizamos la definición de Roso Grimau que lo entiende como “el poder del pueblo organizado, en las más diversas y disímiles formas de participación, para la toma de decisiones en todos sus ámbitos (político, económico, social, ambiental, organizativo, internacional y otros) para el ejercicio pleno de su soberanía.”.
También conviene construir una definición, más o menos precisa, de lo que entendemos por poder, que para nosotros es la capacidad de una o un grupo de personas para imponer su voluntad, mediante la dominación por la fuerza u otros, para imponer una decisión o conjunto de decisiones sobre otrxs.
Es evidente, como señalan algunos escritos anarquistas a favor del poder popular, que el poder no tiene consigo siempre una carga negativa. También el poder es potencialidad, fuerza. En ese caso, el poder popular podría ser la fuerza de un grupo para acabar con la dominación, con el capitalismo, con el Estado. Sin embargo, el que el poder no siempre responda a la primera acepción antes esbozada, y que pueda significar la potencialidad o capacidad de hacer, construir o destruir algo, no quiere decir que el poder, como concepto y más aún como práctica, no esté exento de crear relaciones sociales de dominación. Es decir, destruir por ejemplo, el poder de la burguesía, no quiere decir necesariamente, que al destruirlo creemos un mundo sin relaciones de dominación, un mundo sin poder.
Y aquí precisamente está uno de los problemas ¿por qué utilizar un concepto con una carga tan negativa, con ese problema semántico y político que deja abierta las puertas para la dominación, la autoridad, el poder, en fin, todo lo que supuestamente combatimos los anarquistas, defensores inclaudicables de la libertad (1)?
Desde los grupos que defienden el uso y la “recuperación desde el anarquismo” del concepto de Poder Popular, se argumenta que dicho concepto está fuertemente enraizado dentro del mundo social y que por eso debe ser utilizado, incluyendo categorías nuevas dentro de él que respondan a nuestro ideal libertario, analogandolo con el concepto de “Autogestión” en el sentido de proceso político que busca la gestión de los problemas políticos, económicos y sociales por parte de la propia población.
Ahora bien, que el anarquismo no tenga una estrategia para acercarse a más gente, que no se involucre en la organización con personas “comunes y corrientes”, que no sea capaz de salir del diminuto getho que lo ha reconstruido luego de casi 50 años de virtual desaparición frente a la abrumadora hegemonía que construyó el autoritarismo, no es excusa. De hecho sería la peor escusa de todas, porque en el fondo estos personajes que nos intentan confundir con el poder popular nos están diciendo que, el anarquismo, ese conjunto de ideas políticas casi desaparecidas, eclipsadas si se quiere por las ideas marxistas durante mucho tiempo, debe desaparecerse a si mismo, negar su propia identidad y adoptar la identidad y las ideas de ésta otra corriente.
Como decíamos, los defensores del poder popular, afirman que reivindican el poder popular porque es un componente de la identidad política del pueblo. Aunque nunca admiten, eso si, que dentro de lo que ellos mismos denominan como pueblo, son muy pocos los individuos que reivindican el poder popular (2). Todos sabemos que la inmensa mayoría de las personas llevan una vida totalmente alejada de la política: van al mall, educan a sus hijos para ser “mas que ellos”, oprimen apenas tienen la oportunidad de hacerlo y cuando alegan, lo hacen porque la autoridad “no les cumple”. Los que participan en política, en muchos casos lo hacen para obtener ayudas municipales o del gobierno y en pequeñas excepciones se integran en organizaciones y construyen poder popular, tal como lo entienden sus propios defensores. De hecho, podemos señalar que dentro del pueblo existen organizaciones anarquistas, y que muchos de los militantes del anarquismo provienen de él, pero no por eso vamos a decir que el pueblo, como conjunto, reivindica la anarquía.
Esto nos lleva a plantearnos que en realidad la lealtad de los anarcopoderpopular no está necesariamente ligada a una clase, ya que dicha clase, en su mayoría, no construye ni participa del poder popular. Por lo anterior, creemos que aunque intenten hacerlo pasar como un asunto de condiciones, como una obligación para poder llegar a más gente, el elegir construir poder popular es una decisión en base a una idea, una elección ideológica y en su dimensión ideológica, la idea de anarquistas construyendo poder popular no puede catalogarse de otra manera que de rendición de las ideas anarquicas.
Como muchos más, creemos que en el fondo el hecho de reivindicar conceptos que nada tienen que ver con nuestra ideas, responde más a la intención de establecer alianzas con otros grupos, develando así la verdadera cara de organizaciones que, mediante un discurso libertario han ganado una enorme cantidad de militantes descontentos con las ideas clásicas de la izquierda, pero que no han dudado en alinearse con esas mismas organizaciones en elecciones, manifestaciones y repartijas de poder y visibilidad comunicacional varias, tomando distancia de los anarquistas y uniéndose a las continuas difamaciones que hacen caer sobre nosotros todos esos grupos de idiotas aspirantes a jefes que se hacen llamar organizaciones políticas de izquierda.
Consecuencias del poder popular, consecuencias del marxismo
Pero qué es lo malo del poder popular? Qué lo hace ser tan indeseable como construcción política? Ésta es, tal vez, la pregunta mas importante que nos podemos hacer. Más que el hecho de si “el pueblo” apoya o no la idea del poder popular o si el poder popular es de ésta o de ésta otra tendencia.
Pues bien, uno de los problemas que le vemos al poder popular, es que la historia nos ha demostrado, que detrás de los procesos de autogestión que se han llevado a cabo en torno a resolver necesidades de producción, distribución, difusión de la cultura, etc.. que, en principio son, para nosotros, positivos, existe un control centralizado e institucional de dichos procesos. Tal como se construyó en Chile y se ha construido en Cuba y Venezuela, el poder popular existe en dos dimensiones, la toma del poder político y su utilización por un pequeña minoría que guía, y la autogestion del resto de la población, que obedece. El nuevo poder político anima a la población a autogestionar sus necesidades, pero bajo control de la institucionalidad burguesa, previamente reformada en su estética, cambiando sus antiguos nombres y mandos pero manteniendo la idea central de que la institución es protagonista no solo como un mal necesario, sino que teniendo absoluto control sobre lo que ocurra. Esto, obviamente, no tarda en chocar contra la realidad y contra la sed de sectores que quieren seguir avanzando, apareciendo conflictos entre institución central y dichos sectores, que buscan autonomía. Esto sucedió por ejemplo en las tomas de terreno en Chile durante la UP, cuando la construcción de poder popular cayó en la contradicción de crear y mantener instituciones que frenaban, en la práctica, los deseos de la misma clase que decían tener que representar y guiar. Este problema va muy de la mano con otro aspecto negativo que vemos dentro del concepto de poder popular: la burocracia que éste conlleva. Debido a la idea anterior del control centralizado de los procesos autogestivos, que en el fondo son autogestionados pero no autónomos, nace un sinnúmero de cargos burocráticos que, por una parte frenan las iniciativas, y por otra van creando relevancia de unxs sobre otrxs, lo que no tarda en crear autoridad de algunos burócratas, que desemboca en situaciones no muy difíciles de imaginar. Sabemos qué son capaces de hacer grupos de personajes con pequeñas y a veces medianas cuotas de poder y una institucionalidad burguesa “reformada” cuando las primeras situaciones de confrontación entre sectores mas radicales y el poder central ocurren. Al respecto, mirar el caso de las VOP, en Chile, de los milicianos autónomos, en España, de los movimientos campesinos, en la Rusia bolchevique, etc..
Esta burocracia aparece dentro de las mismas organizaciones que en la actualidad apoyan la idea del poder popular. En ellas existen roles, protocolos a seguir, y divisiones claras entre dirigentes y dirigidos, mandamases y “bases”, lideres carismáticos y carne de cañón, intelectuales que dan conferencias y sujetos que pegan afiches. No creemos necesario el tener que decir que ésta situación nos parece asquerosa: la división del trabajo, un aspecto tan profundamente ligado al capitalismo, utilizado por las organizaciones anticapitalistas. Además, ésta división de roles va reproduciendo uno de los males que, según nuestro parecer, es fundamental dentro del sistema actual: el delegacionismo. Al existir roles más pasivos, en cuanto a tomar decisiones se refiere, los militantes de organizaciones que abogan por el poder popular (3) van delegando responsabilidades en sus dirigentes. Nacen así los personalismos, las luchas de poder dentro de las organizaciones, nacen los cabecillas, los caudillos. No hay ni para qué decir cómo esta idea del delegacionismo como transferencia de la voluntad individual y colectiva hacia un jefe (4) va creando por un lado la decidía de la masa, quien confía en su líder y por otro un culto hacia la personalidad del mismo, normalizando la autoridad y el hecho de que la libertad esté supeditada a los designios de una figura indiscutida. El caso de Venezuela y Cuba son decidores al respecto y ni qué decir sobre la posibilidad del inicio de una férrea dictadura una vez santificado el líder, posibilidad tan cercana como reiterada a lo largo de la historia de las revoluciones marxistas.
En el fondo, las críticas antes esbozadas, son perfectamente aplicables a las ideas marxista-leninistas, porque creemos que , en el fondo, el Poder Popular no es más que la constitución de una fuerza “de base” y a la vez de una pequeña economía que permita la toma del poder político. El Poder Popular vendría a solucionar el problema de gestión inmediatamente posterior a un proceso revolucionario por la vía de la autogestión, que, tarde o temprano, será cada vez más controlado desde el poder centralizado, perdiendo su autonomía y , por tanto, su potencial revolucionario.
Tenemos que tener cuidado con cualquier alternativa que se nos presente. Si bien sabemos que el anarquismo en la actualidad se encuentra estancado, no vamos a desestancarlo quitandole su principal fuerza motriz: la búsqueda de la libertad, usando los medios mas libertarios posibles.
No podemos esperar que la autogestión por si misma nos haga avanzar. Autogestionar cualquier cosa, aliandonos con cualquiera y con un fin que nada tiene que ver con la idea de la libertad no nos va ayudar en nada, y solo nos permitirá convertirnos en una más dentro de las “alternativas” de izquierda.
Mejor solos que mal acompañados, mejor estancados que creando poder.
Escrito por Polke (colaboración).
Solsticio de Verano
2012
Notas:
(1) Malatesta dirá que “A los anarquistas les compete la especial misión de ser custodios celosos de la libertad, contra los aspirantes al poder y contra la posible tiranía de las mayorías”
(2) Aclarar que cuando hablamos de minoría, no lo hacemos de manera despectiva. Lo que tratamos de argumentar no es que la mayoría o la minoría sea buena o mala perse, sino que el mito de que el pueblo, como clase, apoye el Poder Popular es falso, ya que la gran mayoría del pueblo no se inmiscuye en política.
(3) Creemos que podemos extrapolar ésta conclusión al poder popular, porque entendemos a dichas organizaciones como referente y por tanto protagonistas de la construcción teórica y práctica del poder popular.
(4) Casi siempre hombre o “patriarca”, por cierto.
Debate sobre el poder popular
- AXIONDIREKTA
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Debate sobre el poder popular
http://hommodolars.org/web/spip.php?article4782
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
Buenas tardes.
Leo mucho lenguaje enrevesado, y poca argumentación para frases como esta:
Una pena no construir un discurso propio sin tener que criticar, o poner tanto el foco en intentar "desmontar" las prácticas, o estrategias, de otras vías. Tampoco le daría mucha importancia, ya que tengo la sensación que, por suerte, parecen ser más las personas que se dedican a levantar sus propios proyectos e iniciativas sin poner tanto el ojo en lo que hace, o deja de hacer, la persona de la casa de al lado.
Saludos.
Leo mucho lenguaje enrevesado, y poca argumentación para frases como esta:
El poder popular no podría ir mas allá de auto gestionarse, no podría ir a destruir la ley del valor, a atacar la acumulación de capital.
Una pena no construir un discurso propio sin tener que criticar, o poner tanto el foco en intentar "desmontar" las prácticas, o estrategias, de otras vías. Tampoco le daría mucha importancia, ya que tengo la sensación que, por suerte, parecen ser más las personas que se dedican a levantar sus propios proyectos e iniciativas sin poner tanto el ojo en lo que hace, o deja de hacer, la persona de la casa de al lado.
Saludos.
-
JuGuEtE RaBiOsO
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- Registrado: 05 Mar 2008, 22:02
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
Grupos libertarios y poder popular: Dinamitando el anarquismo desde adentro
(Boceteando una discusión pendiente entre nosotros/as)
Rafael Uzcátegui
La ausencia de espacios de intercambio, así como de mecanismos de discusión entre los y las anarquistas de América latina, precisa que cualquier tópico a ventilar sea precedido de una aclaración del lugar desde donde se origina la reflexión. La falta de continuidad orgánica, o movimientista si se desea, nos obliga a un cíclico eterno retorno, en donde no caben los sobrentendidos si lo que se desea es un real diálogo y confrontación de argumentos.
Este artículo desea cuestionar el uso del vocablo “poder popular” (PP) entre algunos círculos libertarios, sin pretender agotar una discusión que aún, salvo algunos escritos dispersos aquí y allá, no se ha dado con la necesaria rigurosidad, que debido al corto espacio tampoco será realizada aquí. Nuestra invitación a la deliberación debe comenzar con algunas aclaraciones. Quienes han venido promoviendo, en algunos países con más visibilidad que en otros, la utilización del término para sintetizar una presunta propuesta anarquista adecuada a los nuevos tiempos, lo hacen para diferenciarse de otros y otras libertarios que combaten como antagónicos, curiosamente con mucho más énfasis que al resto de la izquierda autoritaria. Según, este anarquismo de PP enfrenta a otro anarquismo que califican, siguiendo a Murray Bookchin, como “de estilo de vida”, y que caricaturizan como “dogmático”, “elitesco”, “encerrado en el pasado” y nucleado, mayoritariamente, en el denominado “insurreccionalismo”. No pretendemos negar que algunas iniciativas en el continente puedan aglutinar algunas o todas las características anteriores. Sin embargo si rechazamos con vehemencia que toda la variedad de las expresiones del movimiento libertario, desde el Río Grande hasta la Patagonia, pueda simplificarse única y exclusivamente en este maniqueísmo: el “anarquismo organizado” –como se autocalifican los cultores del PP- versus el “insurreccionalismo”.
En cambio el anarquismo con el que nos identificamos es aquel que -reconociendo la importancia de la participación en grupos de afinidad específicamente libertarios-, entiende que los valores anarquistas sólo podrán desarrollarse en un espacio dinámico de movimientos sociales, horizontales y autónomos, en conflictos concretos y reales por mejorar aquí y ahora las condiciones de vida de los oprimidos y oprimidas de cualquier signo. Y la intervención ácrata, junto a personas de otro pensamiento, no difumina nuestra identidad como anarquistas, por el contrario la potencia. Porque los valores –y no las etiquetas- que ha defendido nuestro movimiento a lo largo de la historia aspiran a ser vividos por cualquier persona con aspiraciones de justicia social y libertad, y no sólo por un grupo reducido de anarquistas convencido/as.
El viejo fantasma de la dictadura del proletariado
La propuesta anterior no es ni la mejor ni la única que complejiza la interesada polarización construida por los promotores rojinegros del PP: De un lado ellos, construyendo organización al lado del pueblo en una inédita y heterodoxa interpretación del anarquismo. Del otro, los anarquistas dogmáticos de café y biblioteca, encerrados en ghettos alejados de las masas, cuyas iniciativas aventureras solamente alimentan a la reacción. La caricaturización de la discusión en estos términos sólo esconde la propia superficialidad de las propuestas de los “anarquistas organizados”. Vayamos por partes.
El uso del término PP es una moda, en tiempos de presunto giro del continente hacia la izquierda por parte de gobiernos, entre comillas, “progresistas”. Por lo general, buena parte de la izquierda propone la creación del PP sin aclarar que cosa se está definiendo por ese término. En nuestros predios la confusión es aún mayor, pues se nombran cosas correctas utilizando el concepto equivocado. Antes decíamos que como anarquistas nos importan poco las etiquetas, sin embargo esta noción, como explicaremos, necesariamente adopta una significación que, precisamente, termina con hipotecar hacia la nada los valores que nos definen como antiautoritarios. Citemos el concepto que utiliza el CILEP de Colombia: “El poder popular es sobre todo potencia, porque anticipa el mundo futuro, porque en el presente manifiesta lo que está por venir. Esto último es muy importante, ya que de nada sirve construir una sociedad libre utilizando medios opresivos, jerárquicos y discriminadores” (http://www.anarkismo.net/article/12227). Como se podrá constatar la definición no descubre nada nuevo que no hayan dicho los anarquistas en el último siglo, sin embargo se esta describiendo aquello que antes se expresaba como “autogestión”, “acción directa”, “colectivismo” o cualquier concepto afín y específico del discurso libertario. La única razón para utilizar un término ajeno como propio es tender puentes y establecer alianzas con aquellas iniciativas que realizan un uso diferente de la expresión PP. El contrabando lingüístico se justifica en nombre de un supuesto “antidogmatismo”, sin embargo uno de sus objetivos es normalizar entre los anarquistas la utilización de conceptos y referentes provenientes de las organizaciones partidarias de izquierda. No es casual que el artículo del CILEP comience con una cita de Miguel Enríquez, fundador del MIR chileno.
En su precedente podemos constatar que las adjetivaciones no son fortuitas ni inocentes. El término PP es una actualización de lo que los autoritarios definían, antes de la caída del Muro, como “dictadura del proletariado”. El diccionario ruso de filosofía la definía como “resultado de liquidar el régimen capitalista y destruir la máquina del Estado burgués (…) El proletariado hace uso de su poder para aplastar la resistencia de los explotadores, consolidar la victoria de la revolución, conjurar a tiempo las tentativas de restaurar el poder de la burguesía y defenderse contra las acciones agresoras de la reacción internacional”. Esta explicación también pudiéramos hacerla nuestra, sin embargo si alguna cosa enfrentaron los anarquistas que nos precedieron fue precisamente a la dictadura del proletariado. Y buena parte de los argumentos utilizados pudiéramos rescatarlos para debatir hoy con los entusiastas del PP “libertario”. En “Estatismo y anarquía”, por ejemplo, Bakunin afirmaba: “De cualquier punto de vista que se encare ese problema, se llega siempre al mismo triste resultado, a la dirección de la inmensa mayoría de las masas populares por una minoría privilegiada. Pero esta minoría, dicen los marxistas, se compondrá de trabajadores. Sí, quizás de los que fueron trabajadores, pero que tan pronto se conviertan en jefes o representantes del pueblo, dejarán de ser obreros y contemplarán al pueblo laborioso desde la altura gubernamental; no representarán ya más al pueblo, sino que a sí mismos y sus pretensiones al gobierno del pueblo”.
Más recientemente el concepto de PP intentó desarrollarse durante la truncada experiencia de gobierno de Salvador Allende en Chile y posteriormente como propuesta de gobierno de iniciativas de izquierda, como por ejemplo la Venezuela de Hugo Chávez, en donde todas las oficinas y ministerios públicos se refundaron como “del poder popular”.
Los dos problemas del Poder Popular
Así como ayer la dictadura del proletariado tenía dos objeciones -¿Cuál dictadura? y ¿Qué proletariado?-, el PP encierra, de partida, un par de problemas: ¿De qué poder estamos hablando?, por un lado, y “¿quién define qué es lo popular?” por el otro.
Poder es una palabra polisémica, de diferentes significados. En primer lugar es una facultad, una capacidad de hacer, una habilidad para hacer cosas, el denominado “poder-hacer”. Por otra expresa una relación de dominio, un “poder sobre”. John Holloway explica el paso de un estadio a otro por la fractura del flujo social del hacer, lo cual lo transforma en su opuesto, el poder-sobre. Quienes reivindican el PP desde el anarquismo proponen la promoción infinita del poder-hacer sin aclararnos cómo se evita que no se transforme en poder-sobre. El marxista irlandés tampoco pudo explicarlo, por lo que escogió el camino anarquista: proponer cambiar al mundo sin tomar el poder. Y esto fue así porque poder es verbo y adverbio. Como propuesta política el uso del término poder, como adverbio, tiene un único significado: relación de autoridad de unas personas sobre otras. Y si ayer el uso de la palabra “dictadura” sólo podía tener la consecuencia que tuvo, hoy la acumulación del poder, tenga el adjetivo que tenga, sólo tendrá un derrotero: la opresión.
En segundo lugar tenemos la propia definición de “lo popular”. El “pueblo” es una definición vaga e imprecisa que puede significar cualquier cosa. ¿Qué es popular y qué no? Supongamos que sea el nacer dentro de las clases más excluidas de la sociedad. Esta particularidad de origen ¿se mantiene para toda la vida independientemente de los roles que la persona ocupe y las acciones que realice? Ignacio Lula da Silva, de origen obrero, ¿es un presidente “popular”? O por el contrario popular ¿es sinónimo de aceptación por las mayorías? Por último esta mitificación de lo “popular”, como contrario a lo “elitesco”, mitifica a sus componentes como buenos por naturaleza. Y cualquiera que haya estado en un barrio o una favela sabe que su composición es tan diversa como la del resto de la sociedad: individuos potencialmente revolucionarios que conviven con otros claramente conservadores. Esta falsa confrontación, la del “poder popular” versus el “poder de las élites”, esconde la multiplicidad de relaciones de dominio que bien describe Foucault en “Microfísica del poder”.
Crisis de la izquierda, crisis del anarquismo
No es un secreto que la teoría y práctica revolucionaria se encuentra en crisis en el mundo entero. De la confusión y ausencia de propuestas nuevas no escapa el anarquismo. Lo curioso es que algunas organizaciones libertarias presenten como novedosas estrategias que el socialismo autoritario han demostrado, durante diferentes momentos de la historia, como contrarias a la libertad y la justicia social. La promoción del PP por parte de iniciativas anarquistas las coloca a la zaga de organizaciones cuya táctica es la acumulación de fuerzas para la toma del poder político. Creemos que la mayor parte de los compañeros/as que han apostado por esta estrategia se encuentran confundido/as, sin referentes claros e ignorantes no sólo de la trayectoria de las luchas revolucionarias en el mundo entero. Sin embargo, es claro que en algunos emprendimientos concretos hay una intención de implosionar al anarquismo desde adentro, por parte de partidos políticos de izquierda autoritaria que, ante el descrédito por sus magros resultados históricos, necesitan rejuvenecerse adoptando una fachada seudo libertaria. Una cosa es ser cola de ratón de los partidos de izquierda, por muy “radicales” que se vendan, y otra muy diferente ser parte de las tensiones y enfrentamientos sociales con los poderes establecidos.
Es una tristeza que los aportes más interesantes en el fortalecimiento de conflictos y la promoción de las luchas populares en la región vengan de la mano de los sectores autodenominados autonomistas (Holloway, Colectivo Situaciones, etc), que precisamente han incorporado valores anarquistas a sus propuestas, afirmando que este resultado es parte de la “evolución” de su marxismo. Sin embargo, esta y cualquier crisis también son una oportunidad. Pero para superar este estancamiento, o el claro retroceso al que nos invitan los deslumbrados por el poder popular, hay que experimentar apasionadamente en la propia vida cotidiana y descifrar los enigmas y retos de nuestro tiempo. Aquí coincidimos con las palabras de nuestro querido y recordado Daniel Barret: “una creación social libertaria y socialista no puede concebirse como el resultado espontáneo de una nebulosa legalidad histórica ni como un designio caudillista ni como una operación de ingeniería bajo la forma de la planificación central ni como una casualidad ni como un advenimiento mágico: una sociedad libertaria y socialista sólo puede ser el fruto de una profunda decisión autonómica y de una interminable sucesión de luchas y de gestos que se forman en los pliegues de la conciencia colectiva”.
(Boceteando una discusión pendiente entre nosotros/as)
Rafael Uzcátegui
La ausencia de espacios de intercambio, así como de mecanismos de discusión entre los y las anarquistas de América latina, precisa que cualquier tópico a ventilar sea precedido de una aclaración del lugar desde donde se origina la reflexión. La falta de continuidad orgánica, o movimientista si se desea, nos obliga a un cíclico eterno retorno, en donde no caben los sobrentendidos si lo que se desea es un real diálogo y confrontación de argumentos.
Este artículo desea cuestionar el uso del vocablo “poder popular” (PP) entre algunos círculos libertarios, sin pretender agotar una discusión que aún, salvo algunos escritos dispersos aquí y allá, no se ha dado con la necesaria rigurosidad, que debido al corto espacio tampoco será realizada aquí. Nuestra invitación a la deliberación debe comenzar con algunas aclaraciones. Quienes han venido promoviendo, en algunos países con más visibilidad que en otros, la utilización del término para sintetizar una presunta propuesta anarquista adecuada a los nuevos tiempos, lo hacen para diferenciarse de otros y otras libertarios que combaten como antagónicos, curiosamente con mucho más énfasis que al resto de la izquierda autoritaria. Según, este anarquismo de PP enfrenta a otro anarquismo que califican, siguiendo a Murray Bookchin, como “de estilo de vida”, y que caricaturizan como “dogmático”, “elitesco”, “encerrado en el pasado” y nucleado, mayoritariamente, en el denominado “insurreccionalismo”. No pretendemos negar que algunas iniciativas en el continente puedan aglutinar algunas o todas las características anteriores. Sin embargo si rechazamos con vehemencia que toda la variedad de las expresiones del movimiento libertario, desde el Río Grande hasta la Patagonia, pueda simplificarse única y exclusivamente en este maniqueísmo: el “anarquismo organizado” –como se autocalifican los cultores del PP- versus el “insurreccionalismo”.
En cambio el anarquismo con el que nos identificamos es aquel que -reconociendo la importancia de la participación en grupos de afinidad específicamente libertarios-, entiende que los valores anarquistas sólo podrán desarrollarse en un espacio dinámico de movimientos sociales, horizontales y autónomos, en conflictos concretos y reales por mejorar aquí y ahora las condiciones de vida de los oprimidos y oprimidas de cualquier signo. Y la intervención ácrata, junto a personas de otro pensamiento, no difumina nuestra identidad como anarquistas, por el contrario la potencia. Porque los valores –y no las etiquetas- que ha defendido nuestro movimiento a lo largo de la historia aspiran a ser vividos por cualquier persona con aspiraciones de justicia social y libertad, y no sólo por un grupo reducido de anarquistas convencido/as.
El viejo fantasma de la dictadura del proletariado
La propuesta anterior no es ni la mejor ni la única que complejiza la interesada polarización construida por los promotores rojinegros del PP: De un lado ellos, construyendo organización al lado del pueblo en una inédita y heterodoxa interpretación del anarquismo. Del otro, los anarquistas dogmáticos de café y biblioteca, encerrados en ghettos alejados de las masas, cuyas iniciativas aventureras solamente alimentan a la reacción. La caricaturización de la discusión en estos términos sólo esconde la propia superficialidad de las propuestas de los “anarquistas organizados”. Vayamos por partes.
El uso del término PP es una moda, en tiempos de presunto giro del continente hacia la izquierda por parte de gobiernos, entre comillas, “progresistas”. Por lo general, buena parte de la izquierda propone la creación del PP sin aclarar que cosa se está definiendo por ese término. En nuestros predios la confusión es aún mayor, pues se nombran cosas correctas utilizando el concepto equivocado. Antes decíamos que como anarquistas nos importan poco las etiquetas, sin embargo esta noción, como explicaremos, necesariamente adopta una significación que, precisamente, termina con hipotecar hacia la nada los valores que nos definen como antiautoritarios. Citemos el concepto que utiliza el CILEP de Colombia: “El poder popular es sobre todo potencia, porque anticipa el mundo futuro, porque en el presente manifiesta lo que está por venir. Esto último es muy importante, ya que de nada sirve construir una sociedad libre utilizando medios opresivos, jerárquicos y discriminadores” (http://www.anarkismo.net/article/12227). Como se podrá constatar la definición no descubre nada nuevo que no hayan dicho los anarquistas en el último siglo, sin embargo se esta describiendo aquello que antes se expresaba como “autogestión”, “acción directa”, “colectivismo” o cualquier concepto afín y específico del discurso libertario. La única razón para utilizar un término ajeno como propio es tender puentes y establecer alianzas con aquellas iniciativas que realizan un uso diferente de la expresión PP. El contrabando lingüístico se justifica en nombre de un supuesto “antidogmatismo”, sin embargo uno de sus objetivos es normalizar entre los anarquistas la utilización de conceptos y referentes provenientes de las organizaciones partidarias de izquierda. No es casual que el artículo del CILEP comience con una cita de Miguel Enríquez, fundador del MIR chileno.
En su precedente podemos constatar que las adjetivaciones no son fortuitas ni inocentes. El término PP es una actualización de lo que los autoritarios definían, antes de la caída del Muro, como “dictadura del proletariado”. El diccionario ruso de filosofía la definía como “resultado de liquidar el régimen capitalista y destruir la máquina del Estado burgués (…) El proletariado hace uso de su poder para aplastar la resistencia de los explotadores, consolidar la victoria de la revolución, conjurar a tiempo las tentativas de restaurar el poder de la burguesía y defenderse contra las acciones agresoras de la reacción internacional”. Esta explicación también pudiéramos hacerla nuestra, sin embargo si alguna cosa enfrentaron los anarquistas que nos precedieron fue precisamente a la dictadura del proletariado. Y buena parte de los argumentos utilizados pudiéramos rescatarlos para debatir hoy con los entusiastas del PP “libertario”. En “Estatismo y anarquía”, por ejemplo, Bakunin afirmaba: “De cualquier punto de vista que se encare ese problema, se llega siempre al mismo triste resultado, a la dirección de la inmensa mayoría de las masas populares por una minoría privilegiada. Pero esta minoría, dicen los marxistas, se compondrá de trabajadores. Sí, quizás de los que fueron trabajadores, pero que tan pronto se conviertan en jefes o representantes del pueblo, dejarán de ser obreros y contemplarán al pueblo laborioso desde la altura gubernamental; no representarán ya más al pueblo, sino que a sí mismos y sus pretensiones al gobierno del pueblo”.
Más recientemente el concepto de PP intentó desarrollarse durante la truncada experiencia de gobierno de Salvador Allende en Chile y posteriormente como propuesta de gobierno de iniciativas de izquierda, como por ejemplo la Venezuela de Hugo Chávez, en donde todas las oficinas y ministerios públicos se refundaron como “del poder popular”.
Los dos problemas del Poder Popular
Así como ayer la dictadura del proletariado tenía dos objeciones -¿Cuál dictadura? y ¿Qué proletariado?-, el PP encierra, de partida, un par de problemas: ¿De qué poder estamos hablando?, por un lado, y “¿quién define qué es lo popular?” por el otro.
Poder es una palabra polisémica, de diferentes significados. En primer lugar es una facultad, una capacidad de hacer, una habilidad para hacer cosas, el denominado “poder-hacer”. Por otra expresa una relación de dominio, un “poder sobre”. John Holloway explica el paso de un estadio a otro por la fractura del flujo social del hacer, lo cual lo transforma en su opuesto, el poder-sobre. Quienes reivindican el PP desde el anarquismo proponen la promoción infinita del poder-hacer sin aclararnos cómo se evita que no se transforme en poder-sobre. El marxista irlandés tampoco pudo explicarlo, por lo que escogió el camino anarquista: proponer cambiar al mundo sin tomar el poder. Y esto fue así porque poder es verbo y adverbio. Como propuesta política el uso del término poder, como adverbio, tiene un único significado: relación de autoridad de unas personas sobre otras. Y si ayer el uso de la palabra “dictadura” sólo podía tener la consecuencia que tuvo, hoy la acumulación del poder, tenga el adjetivo que tenga, sólo tendrá un derrotero: la opresión.
En segundo lugar tenemos la propia definición de “lo popular”. El “pueblo” es una definición vaga e imprecisa que puede significar cualquier cosa. ¿Qué es popular y qué no? Supongamos que sea el nacer dentro de las clases más excluidas de la sociedad. Esta particularidad de origen ¿se mantiene para toda la vida independientemente de los roles que la persona ocupe y las acciones que realice? Ignacio Lula da Silva, de origen obrero, ¿es un presidente “popular”? O por el contrario popular ¿es sinónimo de aceptación por las mayorías? Por último esta mitificación de lo “popular”, como contrario a lo “elitesco”, mitifica a sus componentes como buenos por naturaleza. Y cualquiera que haya estado en un barrio o una favela sabe que su composición es tan diversa como la del resto de la sociedad: individuos potencialmente revolucionarios que conviven con otros claramente conservadores. Esta falsa confrontación, la del “poder popular” versus el “poder de las élites”, esconde la multiplicidad de relaciones de dominio que bien describe Foucault en “Microfísica del poder”.
Crisis de la izquierda, crisis del anarquismo
No es un secreto que la teoría y práctica revolucionaria se encuentra en crisis en el mundo entero. De la confusión y ausencia de propuestas nuevas no escapa el anarquismo. Lo curioso es que algunas organizaciones libertarias presenten como novedosas estrategias que el socialismo autoritario han demostrado, durante diferentes momentos de la historia, como contrarias a la libertad y la justicia social. La promoción del PP por parte de iniciativas anarquistas las coloca a la zaga de organizaciones cuya táctica es la acumulación de fuerzas para la toma del poder político. Creemos que la mayor parte de los compañeros/as que han apostado por esta estrategia se encuentran confundido/as, sin referentes claros e ignorantes no sólo de la trayectoria de las luchas revolucionarias en el mundo entero. Sin embargo, es claro que en algunos emprendimientos concretos hay una intención de implosionar al anarquismo desde adentro, por parte de partidos políticos de izquierda autoritaria que, ante el descrédito por sus magros resultados históricos, necesitan rejuvenecerse adoptando una fachada seudo libertaria. Una cosa es ser cola de ratón de los partidos de izquierda, por muy “radicales” que se vendan, y otra muy diferente ser parte de las tensiones y enfrentamientos sociales con los poderes establecidos.
Es una tristeza que los aportes más interesantes en el fortalecimiento de conflictos y la promoción de las luchas populares en la región vengan de la mano de los sectores autodenominados autonomistas (Holloway, Colectivo Situaciones, etc), que precisamente han incorporado valores anarquistas a sus propuestas, afirmando que este resultado es parte de la “evolución” de su marxismo. Sin embargo, esta y cualquier crisis también son una oportunidad. Pero para superar este estancamiento, o el claro retroceso al que nos invitan los deslumbrados por el poder popular, hay que experimentar apasionadamente en la propia vida cotidiana y descifrar los enigmas y retos de nuestro tiempo. Aquí coincidimos con las palabras de nuestro querido y recordado Daniel Barret: “una creación social libertaria y socialista no puede concebirse como el resultado espontáneo de una nebulosa legalidad histórica ni como un designio caudillista ni como una operación de ingeniería bajo la forma de la planificación central ni como una casualidad ni como un advenimiento mágico: una sociedad libertaria y socialista sólo puede ser el fruto de una profunda decisión autonómica y de una interminable sucesión de luchas y de gestos que se forman en los pliegues de la conciencia colectiva”.
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
Si por socializar el poder entendemos que todo el mundo tenga el mismo grado de poder (y sin intermediarios o vanguardias), sería casi lo mismo que decir que no hay poder. Al menos, parafraseando a Malatesta cuando ensaya sobre el amor.
PD/ Y yo me inclino a pensar así. Para mí la asamblea es empoderamiento, es que todos tengan el mismo poder.
PD/ Y yo me inclino a pensar así. Para mí la asamblea es empoderamiento, es que todos tengan el mismo poder.
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revolucionariolibertario
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Re: Desmitificando la trampa del poder popular
A mi lo que me gustaría saber es a qué se refieren cuando ahora, en la sociedad actual del siglo XXI, usan el concepto "proletariado". ¿Que es hoy en dia el proletariado?. Al final, se critica a los marxistas y sin embargo se les imita en su vocabulario decimononico. Y eso, por si no se han dado cuenta, a ese pueblo que tanto quieren y defienden les parece un discurso desfasado y ridiculo de gente que no vive en la realidad y vive de mitos y sueños
Uno no es lo que dice ser, uno no es lo que cree ser, uno no es lo que sueña ser, uno solo es lo que hace.
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
El proletariado es la clase obrera, la gente que no tiene medios de producción y tiene que vender su fuerza de trabajo a algún burgués a cambio de un salario. Es lo que hoy en día llamaríamos "asalariados"revolucionariolibertario escribió:A mi lo que me gustaría saber es a qué se refieren cuando ahora, en la sociedad actual del siglo XXI, usan el concepto "proletariado". ¿Que es hoy en dia el proletariado?.
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
El artículo es largo y lo tendría que leer con bastante atención, pero bueno es normal que los anarquistas combatan el concepto poder popular, dado que es un concepto totalmente marxista que en parte le da nombre a lo que Gramsci llama "Bloque Histórico", es decir en una situación actual de desclasamiento lo que se intenta es construir un sujeto "Pueblo" opuesto a las élites, y el poder popular es todo ese tejido que se construye al margen del poder del Estado, que tiene como objetivo substituir a ese Estado, ser los gérmenes del futuro Estado Popular, o depende de la correlación de fuerzas y coyuntura internacional incluso llegar al Estado Socialista.
Sobre lo de términos "decimonónicos" y toda esa tonteria, sinceramente el Proletariado es la clase trabajadora, los oprimidos, aquellos que vivien de vender su fuerza de trabajo, que mi trabajo sea una mierda no quiere decir que no sea trabajador, justamente cuando se crea el concepto Proletariado, no es en los años 20, con el fordismo, los contratos largos, los sindicatos, etc... Se crea el concepto cuando no había ni contratos laborales, ni seguridad social ni casi sindicatos, y un día trabajabas y el otro si el patrón no quería no, y la gente se organizaba igual en torno al trabajo, que algunos duraban menos en una fábrica que hoy nosotros en el mc donalds.
Si algunos leyeran más cosas del siglo XIX y entendieran mejor los conceptos sabrían que lo que hace al proletario no es su situación laboral ni su sueldo, sino su posición en el conjunto de la sociedad que a no ser que nos creyamos las tonterias del sistema y que todos somos unos super emprendedores, o el rollo de que los oprimidos solo son las prostitutas, los immigrantes y los jovenes hormonados... Así vamos apañados.
Sobre lo de términos "decimonónicos" y toda esa tonteria, sinceramente el Proletariado es la clase trabajadora, los oprimidos, aquellos que vivien de vender su fuerza de trabajo, que mi trabajo sea una mierda no quiere decir que no sea trabajador, justamente cuando se crea el concepto Proletariado, no es en los años 20, con el fordismo, los contratos largos, los sindicatos, etc... Se crea el concepto cuando no había ni contratos laborales, ni seguridad social ni casi sindicatos, y un día trabajabas y el otro si el patrón no quería no, y la gente se organizaba igual en torno al trabajo, que algunos duraban menos en una fábrica que hoy nosotros en el mc donalds.
Si algunos leyeran más cosas del siglo XIX y entendieran mejor los conceptos sabrían que lo que hace al proletario no es su situación laboral ni su sueldo, sino su posición en el conjunto de la sociedad que a no ser que nos creyamos las tonterias del sistema y que todos somos unos super emprendedores, o el rollo de que los oprimidos solo son las prostitutas, los immigrantes y los jovenes hormonados... Así vamos apañados.
SOLO QUEREMOS GRUÑIR!!!!
- gato negro
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Re: Desmitificando la trampa del poder popular
Poder popular no es de por sí un concepto ni "marxista" ni "anarquista" (de hecho quienes escribieron el texto que abre el hilo se declaran "marxistas"), como no lo son democracia, autogestión, socialismo, clase trabajadora, proletariado...
A continuación un texto de la Corriente de Acción Libertaria de Chile
http://corrienteaccionlibertaria.blogsp ... ia-la.html
Desde el PODER POPULAR, hacia La AUTOGESTIÓN SOCIAL
“Los anarquistas deberían entrar en todos los campos que susciten contradicciones en el capitalismo y ahí hacer que funcionen de la forma más libertaria posible"
E. Malatesta
Si consideramos que el anarquismo en su teoría y práctica, rechaza todo tipo de autoritarismo y que tiene como fin una sociedad de seres humanos libres e iguales, se hace necesario referirse a como los libertarios deberíamos entender el tema del Poder.
Se suele ver la relación entre anarquismo y poder de forma antagónica y contradictoria, ya que se asocia la idea de poder a la de dominación y restricción de la libertad individual y colectiva. ¿Pero es el poder necesariamente sinónimo de imposición autoritaria?
Realmente pensamos que no. El poder no puede ser concebido como un objeto o como una cosa abstracta, es ante todo un conjunto de relaciones que se enmarcan dentro de una sociedad dividida en dos clases antagónicas. Por ende las relaciones de poder no se pueden entender por fuera de la lucha de clases.
Es por esto que diferenciamos dos formas de poder. El primero es el poder autoritario, el cual es de pocos y es entendido como un poder sobre algo y por ende esta estrechamente ligado a la dominación.
Sin lugar a dudas la estructura misma del capitalismo ha hecho que dentro de la sociedad existan diferentes intereses de clase en conflicto, ya que tanto el poder político, como el económico están en manos de una sola clase, en detrimento de otra mayoritaria.
El apropiamiento por parte de la burguesía de la riqueza social, ha generado por motivos obvios una situación constante de desigualdad, la cual ha sido mantenida históricamente a través de un poder autoritario que se impone sobre los intereses del pueblo.
Este poder administrado principalmente por el Estado, busca la centralización del poder político para proteger los privilegios, ejerciendo fundamentalmente la dominación y la violencia sobre las masas. De esta forma se ha constituido un poder alejado de los intereses del conjunto de la población.
El segundo tipo de poder, tiene que ver con el poder hacer, con el poder construir. Esta relación de poder se ejerce de forma colectiva y horizontal, y nace y se construye desde abajo. Se apunta a la destrucción de la ideología y la cultura dominante, y al mismo tiempo, a un proceso de construcción de nuevos imaginarios políticos y sociales, fomentando las capacidades organizativas en el campo popular.
A partir de este análisis, si es que el anarquismo busca la destrucción del Estado y el capital, ¿no seria necesaria la construcción de un poder emanado desde la clase explotada y oprimida, que se oponga al poder concreto con que nos dominan los poderosos?
¿Tomar o construir el poder?
Este debate también ha estado inserto históricamente dentro del campo popular, y tiene que ver con el problema de la centralización del poder, lo que se arrastra desde el surgimiento del pensamiento socialista. (Siglo XIX).
Por un lado las corrientes autoritarias, predominantes en la historia, buscan la centralización del poder en el Estado, monopolizando todo en la relación partido-Estado. Conceptos como el de dictadura del proletariado, han servido para que reducidos grupos de sujetos, representando y utilizando los intereses del proletariado, tomaran el poder del Estado, transformándose en una nueva clase dirigente, titulares del poder estatal, en donde todos los mecanismos de expresión y decisión son controlados por esta elite.
Para las corrientes anti-autoritarias o libertarias, el éxito de un proceso revolucionario depende de la capacidad de generar la socialización del poder en todos sus ámbitos, en donde prevalezca el protagonismo de las organizaciones populares, sobrepasando todo intento de generación de cúpulas de decisión. De esta forma prima la lógica de la construcción de poder, el cual surge desde abajo para oponerse a todo intento de centralismo y de burocratización.
Como libertarios nuestros esfuerzos deben apuntar al fortalecimiento de este proceso, teniendo como propósito disputarle los niveles de influencia al poder autoritario, posicionando cada vez más fuerte el poder construido desde abajo.
Esta construcción debe entenderse como un proceso de lucha, formación de conciencia, constitución de actores-sujetos, acumulación y consolidación de nuestras experiencias organizativas, ya que la importancia es que este poder se pueda ejercer desde los sectores populares como una forma de avanzar en el camino de la búsqueda del bienestar y la libertad, manteniendo nuestra independencia de clase. Por este motivo este poder es popular, ya que tiene estrecha relación con una herencia histórica y cultural de resistencia a la dominación de los de arriba.
Es por esto que nuestra propuesta es la construcción de poder popular con autonomía de clase, generando una distancia con otras ideas de poder popular que se han dado en el campo popular. Se puede utilizar el caso de la unidad popular en Chile en los 70 para ejemplificar esta diferenciación.
Para los partidos de izquierda que conformaban la Unidad Popular, poder popular era sinónimo de bases de apoyo al Gobierno, pues no concebían un proceso por fuera del Gobierno, ni contra el Estado burgués. Por otro lado, para sectores de base, y para el mirismo, poder popular quería decir la organización directa del pueblo, en oposición del Estado y el Poder Burgués. Sin embargo dentro de este ámbito también podemos hacer una diferenciación, pues el MIR solo le asignaba un rol al poder popular en la lucha contra el Estado, para luego desecharlo cuando el partido de vanguardia conquistara el poder. Ahora, para sectores de base ligados a experiencias de construcción popular en Comandos Comunales y Cordones Industriales, el objetivo era potenciar estas instancias para que se constituyeran como pilares de la futura sociedad.
Sin duda esta ultima interpretación del poder popular, es la que es necesaria rescatar ya que se aspiraba de forma intuitiva a que el pueblo se hiciera cargo directamente de sus propios asuntos, de apropiarse de sus propias vidas. Es importante rescatar las prácticas políticas que acompañan esta experiencia como una forma de afrontar los desafíos del presente. Esto nos lleva a preguntarnos como hubiera sido este proceso si hubiera existido un anarquismo social y organizado, que se hubiera propuesto fortalecer estas organizaciones populares en contra de las aspiraciones autoritarias.[1]
Si el anarquismo tiene como objetivo la sociabilización del poder, y si al mismo tiempo busca fortalecer las organizaciones populares, cual seria el problema de que el anarquismo organizado buscara la construcción de poder popular.
Como libertarios tenemos la misión de generar, fortalecer o potenciar el ejercicio del poder popular en los distintos sectores en donde estemos insertos. De ahí la importancia de buscar y construir caminos y formas que permitan y desarrollen el protagonismo de las bases. Estos principios metodológicos se deben tener en cuenta en nuestras prácticas políticas las cuales deben alejarse del mesianismo, recordemos que nuestro rol no es emancipar al pueblo, si no que el pueblo se emancipe, en este sentido debemos ser elementos mediadores que permitan que el nuevo modo de vida social surja de las profundidades de las organizaciones del pueblo.
Los anarquistas dentro de las organizaciones populares (comités de lucha, sindicatos, juntas de vecinos, centros culturales, clubes deportivos, federaciones estudiantiles, entre otras) deben luchar para que estos mantengan su independencia y el libre pensamiento de sus integrantes, con la única condición de que estas mantengan la solidaridad al momento de enfrentar sus problemáticas. Se debe impedir que estas organizaciones sirvan de instrumentos para la politiquería y los fines electorales de los partidos autoritarios, difundiendo y practicando siempre la autonomía, la democracia directa, la libre iniciativa y la acción directa. La idea es que la gente que se motiva por participar en una organización aprenda a participar directamente en la vida de esta y a no tener la necesidad de jefes o dirigentes permanentes.
Los resultados de este proceso podrán verse solo en momentos de ruptura, en donde comprobaremos si estas organizaciones logran ser la base de la nueva sociedad pasando por encima de la acción del Estado, siendo innecesaria la permanencia de este. Solo en este momento podremos afirmar que el proceso de construcción de poder popular fue exitoso. Es por esta razón que solo en la medida en que el poder popular logre sobrepasar y dejar sin legitimidad al poder autoritario, podemos enfrentarnos al inicio de la autogestión social.
En este sentido la autogestión no es posible dentro de una sociedad capitalista, ya que esta requiere la expropiación de la burguesía y su eliminación como clase. Como dijimos anteriormente el poder popular es clave en el proceso que logre acabar con las actuales relaciones de propiedad y gestión que son impuestas a través del poder autoritario. Por esta razón el poder popular se constituye como el principal medio para llegar a la autogestión. Al existir este en plenitud podemos empezar a gestionar la producción, la distribución, los servicios, etc. y solo aquí podemos hablar de una sociedad libertaria.
La Autogestión no implica sólo una cuestión táctica, una cuestión de medios, es ante todo, una cuestión de fines, es nuestro objetivo como revolucionarios. Promover dentro de los explotados, a que estos se hagan cargo de sus asuntos y den dirección colectiva a sus experiencias, es una de las tareas actuales que como movimiento debemos fortalecer. Las bases de la nueva sociedad deben desarrollarse en el cascarón de la vieja, es por esto que desde la construcción cotidiana configuramos la sociedad a la cual queremos aspirar
En definitiva sin poder popular no puede haber autogestión, es por esto que los anarquistas no podemos desentendernos del tema del poder, es mas, debemos abocarnos con todos nuestros esfuerzos a construirlo a diario porque es la base del futuro libertario que todos buscamos.
¡¡LUCHAR, CREAR, PODER POPULAR. CONTRA EL ESTADO Y EL CAPITAL!!
[1] Al respecto Jose Gutierrez Danton en su articulo El Anarco-comunismo, fundamentos teóricos y prácticos, plantea la falta de una alternativa anarco-comunista clara durante la Unidad Popular, lo cual hubiera ayudado a que ésta última interpretación del poder popular se hubiera desarrollado, enriquecida por el acerbo teórico y práctico de las luchas y de la trayectoria del Anarquismo.
A continuación un texto de la Corriente de Acción Libertaria de Chile
http://corrienteaccionlibertaria.blogsp ... ia-la.html
Desde el PODER POPULAR, hacia La AUTOGESTIÓN SOCIAL
“Los anarquistas deberían entrar en todos los campos que susciten contradicciones en el capitalismo y ahí hacer que funcionen de la forma más libertaria posible"
E. Malatesta
Si consideramos que el anarquismo en su teoría y práctica, rechaza todo tipo de autoritarismo y que tiene como fin una sociedad de seres humanos libres e iguales, se hace necesario referirse a como los libertarios deberíamos entender el tema del Poder.
Se suele ver la relación entre anarquismo y poder de forma antagónica y contradictoria, ya que se asocia la idea de poder a la de dominación y restricción de la libertad individual y colectiva. ¿Pero es el poder necesariamente sinónimo de imposición autoritaria?
Realmente pensamos que no. El poder no puede ser concebido como un objeto o como una cosa abstracta, es ante todo un conjunto de relaciones que se enmarcan dentro de una sociedad dividida en dos clases antagónicas. Por ende las relaciones de poder no se pueden entender por fuera de la lucha de clases.
Es por esto que diferenciamos dos formas de poder. El primero es el poder autoritario, el cual es de pocos y es entendido como un poder sobre algo y por ende esta estrechamente ligado a la dominación.
Sin lugar a dudas la estructura misma del capitalismo ha hecho que dentro de la sociedad existan diferentes intereses de clase en conflicto, ya que tanto el poder político, como el económico están en manos de una sola clase, en detrimento de otra mayoritaria.
El apropiamiento por parte de la burguesía de la riqueza social, ha generado por motivos obvios una situación constante de desigualdad, la cual ha sido mantenida históricamente a través de un poder autoritario que se impone sobre los intereses del pueblo.
Este poder administrado principalmente por el Estado, busca la centralización del poder político para proteger los privilegios, ejerciendo fundamentalmente la dominación y la violencia sobre las masas. De esta forma se ha constituido un poder alejado de los intereses del conjunto de la población.
El segundo tipo de poder, tiene que ver con el poder hacer, con el poder construir. Esta relación de poder se ejerce de forma colectiva y horizontal, y nace y se construye desde abajo. Se apunta a la destrucción de la ideología y la cultura dominante, y al mismo tiempo, a un proceso de construcción de nuevos imaginarios políticos y sociales, fomentando las capacidades organizativas en el campo popular.
A partir de este análisis, si es que el anarquismo busca la destrucción del Estado y el capital, ¿no seria necesaria la construcción de un poder emanado desde la clase explotada y oprimida, que se oponga al poder concreto con que nos dominan los poderosos?
¿Tomar o construir el poder?
Este debate también ha estado inserto históricamente dentro del campo popular, y tiene que ver con el problema de la centralización del poder, lo que se arrastra desde el surgimiento del pensamiento socialista. (Siglo XIX).
Por un lado las corrientes autoritarias, predominantes en la historia, buscan la centralización del poder en el Estado, monopolizando todo en la relación partido-Estado. Conceptos como el de dictadura del proletariado, han servido para que reducidos grupos de sujetos, representando y utilizando los intereses del proletariado, tomaran el poder del Estado, transformándose en una nueva clase dirigente, titulares del poder estatal, en donde todos los mecanismos de expresión y decisión son controlados por esta elite.
Para las corrientes anti-autoritarias o libertarias, el éxito de un proceso revolucionario depende de la capacidad de generar la socialización del poder en todos sus ámbitos, en donde prevalezca el protagonismo de las organizaciones populares, sobrepasando todo intento de generación de cúpulas de decisión. De esta forma prima la lógica de la construcción de poder, el cual surge desde abajo para oponerse a todo intento de centralismo y de burocratización.
Como libertarios nuestros esfuerzos deben apuntar al fortalecimiento de este proceso, teniendo como propósito disputarle los niveles de influencia al poder autoritario, posicionando cada vez más fuerte el poder construido desde abajo.
Esta construcción debe entenderse como un proceso de lucha, formación de conciencia, constitución de actores-sujetos, acumulación y consolidación de nuestras experiencias organizativas, ya que la importancia es que este poder se pueda ejercer desde los sectores populares como una forma de avanzar en el camino de la búsqueda del bienestar y la libertad, manteniendo nuestra independencia de clase. Por este motivo este poder es popular, ya que tiene estrecha relación con una herencia histórica y cultural de resistencia a la dominación de los de arriba.
Es por esto que nuestra propuesta es la construcción de poder popular con autonomía de clase, generando una distancia con otras ideas de poder popular que se han dado en el campo popular. Se puede utilizar el caso de la unidad popular en Chile en los 70 para ejemplificar esta diferenciación.
Para los partidos de izquierda que conformaban la Unidad Popular, poder popular era sinónimo de bases de apoyo al Gobierno, pues no concebían un proceso por fuera del Gobierno, ni contra el Estado burgués. Por otro lado, para sectores de base, y para el mirismo, poder popular quería decir la organización directa del pueblo, en oposición del Estado y el Poder Burgués. Sin embargo dentro de este ámbito también podemos hacer una diferenciación, pues el MIR solo le asignaba un rol al poder popular en la lucha contra el Estado, para luego desecharlo cuando el partido de vanguardia conquistara el poder. Ahora, para sectores de base ligados a experiencias de construcción popular en Comandos Comunales y Cordones Industriales, el objetivo era potenciar estas instancias para que se constituyeran como pilares de la futura sociedad.
Sin duda esta ultima interpretación del poder popular, es la que es necesaria rescatar ya que se aspiraba de forma intuitiva a que el pueblo se hiciera cargo directamente de sus propios asuntos, de apropiarse de sus propias vidas. Es importante rescatar las prácticas políticas que acompañan esta experiencia como una forma de afrontar los desafíos del presente. Esto nos lleva a preguntarnos como hubiera sido este proceso si hubiera existido un anarquismo social y organizado, que se hubiera propuesto fortalecer estas organizaciones populares en contra de las aspiraciones autoritarias.[1]
Si el anarquismo tiene como objetivo la sociabilización del poder, y si al mismo tiempo busca fortalecer las organizaciones populares, cual seria el problema de que el anarquismo organizado buscara la construcción de poder popular.
Como libertarios tenemos la misión de generar, fortalecer o potenciar el ejercicio del poder popular en los distintos sectores en donde estemos insertos. De ahí la importancia de buscar y construir caminos y formas que permitan y desarrollen el protagonismo de las bases. Estos principios metodológicos se deben tener en cuenta en nuestras prácticas políticas las cuales deben alejarse del mesianismo, recordemos que nuestro rol no es emancipar al pueblo, si no que el pueblo se emancipe, en este sentido debemos ser elementos mediadores que permitan que el nuevo modo de vida social surja de las profundidades de las organizaciones del pueblo.
Los anarquistas dentro de las organizaciones populares (comités de lucha, sindicatos, juntas de vecinos, centros culturales, clubes deportivos, federaciones estudiantiles, entre otras) deben luchar para que estos mantengan su independencia y el libre pensamiento de sus integrantes, con la única condición de que estas mantengan la solidaridad al momento de enfrentar sus problemáticas. Se debe impedir que estas organizaciones sirvan de instrumentos para la politiquería y los fines electorales de los partidos autoritarios, difundiendo y practicando siempre la autonomía, la democracia directa, la libre iniciativa y la acción directa. La idea es que la gente que se motiva por participar en una organización aprenda a participar directamente en la vida de esta y a no tener la necesidad de jefes o dirigentes permanentes.
Los resultados de este proceso podrán verse solo en momentos de ruptura, en donde comprobaremos si estas organizaciones logran ser la base de la nueva sociedad pasando por encima de la acción del Estado, siendo innecesaria la permanencia de este. Solo en este momento podremos afirmar que el proceso de construcción de poder popular fue exitoso. Es por esta razón que solo en la medida en que el poder popular logre sobrepasar y dejar sin legitimidad al poder autoritario, podemos enfrentarnos al inicio de la autogestión social.
En este sentido la autogestión no es posible dentro de una sociedad capitalista, ya que esta requiere la expropiación de la burguesía y su eliminación como clase. Como dijimos anteriormente el poder popular es clave en el proceso que logre acabar con las actuales relaciones de propiedad y gestión que son impuestas a través del poder autoritario. Por esta razón el poder popular se constituye como el principal medio para llegar a la autogestión. Al existir este en plenitud podemos empezar a gestionar la producción, la distribución, los servicios, etc. y solo aquí podemos hablar de una sociedad libertaria.
La Autogestión no implica sólo una cuestión táctica, una cuestión de medios, es ante todo, una cuestión de fines, es nuestro objetivo como revolucionarios. Promover dentro de los explotados, a que estos se hagan cargo de sus asuntos y den dirección colectiva a sus experiencias, es una de las tareas actuales que como movimiento debemos fortalecer. Las bases de la nueva sociedad deben desarrollarse en el cascarón de la vieja, es por esto que desde la construcción cotidiana configuramos la sociedad a la cual queremos aspirar
En definitiva sin poder popular no puede haber autogestión, es por esto que los anarquistas no podemos desentendernos del tema del poder, es mas, debemos abocarnos con todos nuestros esfuerzos a construirlo a diario porque es la base del futuro libertario que todos buscamos.
¡¡LUCHAR, CREAR, PODER POPULAR. CONTRA EL ESTADO Y EL CAPITAL!!
[1] Al respecto Jose Gutierrez Danton en su articulo El Anarco-comunismo, fundamentos teóricos y prácticos, plantea la falta de una alternativa anarco-comunista clara durante la Unidad Popular, lo cual hubiera ayudado a que ésta última interpretación del poder popular se hubiera desarrollado, enriquecida por el acerbo teórico y práctico de las luchas y de la trayectoria del Anarquismo.
Privar al anarquismo de su carácter de herramienta al servicio de los de abajo sería condenarlo al amorfismo, vaciarlo de contenido, transformarlo en un pasatiempo filosófico, en una curiosidad para intelectuales, en un objeto de simpatía para gente deseosa de tener un ideal, en un tema para discusión académica
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revolucionariolibertario
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Re: Desmitificando la trampa del poder popular
Además de no tener los medios de producción el proletario también era el que no tenia propiedad privada ninguna. O sea, que ni tenía casa, ni tenía coche, ni tenía apartemento en la playa ni chalecito en la montaña o en la aldea de los abuelos para ir de vacaciones. Así qué, no me vale que el proletariado sea la clase asalariada. Además, el proletario era el obrero industrial. O sea, la cajera del Mercadona tampoco creo que sea proletaria, y menos si tiene coche y casa propia.linzhe escribió:El proletariado es la clase obrera, la gente que no tiene medios de producción y tiene que vender su fuerza de trabajo a algún burgués a cambio de un salario. Es lo que hoy en día llamaríamos "asalariados"revolucionariolibertario escribió:A mi lo que me gustaría saber es a qué se refieren cuando ahora, en la sociedad actual del siglo XXI, usan el concepto "proletariado". ¿Que es hoy en dia el proletariado?..
Y como digo, a la gente asaliariada de hoy en dia, eso del proletariado les suena raro. Y la gente común, de aquellas cosas que les suenan raras, huyen como el gato del agua. Y más aún si lo relacionan con comunismo y con la Unión Sovietica.
Uno no es lo que dice ser, uno no es lo que cree ser, uno no es lo que sueña ser, uno solo es lo que hace.
Re: Debate sobre el poder popular
Más cosillas que tocan el debate, con el tema poder:
http://www.regeneracionlibertaria.org/e ... a-anarquia
http://www.regeneracionlibertaria.org/l ... a-anarquia
http://www.regeneracionlibertaria.org/l ... arquismo-i
http://www.regeneracionlibertaria.org/l ... rquismo-ii
http://www.regeneracionlibertaria.org/l ... quismo-iii
http://www.regeneracionlibertaria.org/l ... rquismo-iv
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Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.
Re: Debate sobre el poder popular
Publicado en anarkismo.net el 6 de agosto de 2011 http://www.anarkismo.net/article/20248
¿Poder popular anarquista? Sí, poder popular anarquista
Tomás - Alternativa Libertaria Chile
De un tiempo a esta parte, los anarquistas hemos comenzado a usar el término poder popular, que había sido acaparado por los comunistas autoritarios apropiándose de dicho termino. Si bien ambas corrientes (anarquista y marxista) lo utilizan las formas de concebirlo son muy diferentes. Siguiendo en esta misma línea, no podemos sindicar al marxismo como el creador del término.

(…)La estrategia que concebimos se basa en los movimientos populares (movimientos de masas), en su organización, acumulación de fuerza y uso de la violencia con miras a alcanzar la revolución y el socialismo libertario.
Felipe Correa, Crear un pueblo fuerte.
¿Qué es el poder para los anarquistas? Acercamiento a una definición
De un tiempo a esta parte, los anarquistas hemos comenzado a usar el término poder popular, que había sido acaparado por los comunistas autoritarios apropiándose de dicho termino. Si bien ambas corrientes (anarquista y marxista) lo utilizan las formas de concebirlo son muy diferentes. Siguiendo en esta misma línea, no podemos sindicar al marxismo como el creador del término.
Para comprender el poder popular como lo entendemos los anarquistas, se vuelve necesario primero ver cómo entendemos el poder, ya que se vuelve perentorio dejar en claro nuestra postura ante esto hecho social y dar nuestra opinión de cómo lo entendemos.
Creemos que el poder no siempre tiene una carga negativa de dominación, de autoritarismo, sin embargo, consideramos que tiene una doble cara. Por un lado está el poder cupular coercitivo tanto para el individuo como el colectivo. Este caso lo vivimos en la actualidad, donde la clase burguesa utiliza este para ejercerlo en contra del pueblo. Esto se conoce como la lucha de clases, pero por otro lado no podemos concebir el poder como algo abstracto o metafísico, puesto que eso nos llevaría a caer en el error. Es cierto que el poder que es ejercido por una persona o clase por sobre el resto es algo nefasto. Es también malo que nosotros no tengamos una fuerza para responder, mas éste debe ser horizontal al momento de crearlo y de utilizarlo.
La comprensión del poder en la actualidad no puede desligarse de la lucha de clases imperante, en consecuencia, no es posible entenderlo externa a esta, ya que todo conflicto que existe en la sociedad tiene relación con la explotación de una clase por sobre otra.
Por otro lado, Eduardo Colombo en su libro “La voluntad del pueblo” nos distingue dos tipos de poder, POTENTIA y POTESTAS. Por un lado está el poder para realizar una voluntad por sobre otra, vale decir, algo coercitivo y despótico, en su contra parte existe otra concepción, la cual es la facultad de hacer algo, el poder crear.
Ejemplos de ejercer un poder horizontal o de creación, POTENTIA hay varios, por ejemplo: una asamblea. Donde las decisiones son colectivas, entre todos y todas los que participan de ella, ya que cuando se decide actuar o cómo proceder en estas instancias lo único que se está utilizando es el poder no dominante de uno por sobre otro, sino que el poder creador que tenemos.
Por otro lado POTESTAS, es un poder de dominación, ejemplos de estos hay muchos, el Estado, empresas, sociedad de clases, etc.
Esto tiene directa ligazón con lo que este autor, Colombo, distingue entre la libertad de los antiguos y la de los modernos. El libro “La voluntad del pueblo” nos ayuda a entender a lo que se refiere el escritor cuando habla de estos dos tipos. La moderna, por una parte, es la que nos toca vivir, una libertad estéril, puesto que no somos los que realmente decidimos lo que debemos hacer como clase, sino que tenemos gobernantes, los cuales elegimos para que dispongan de nuestras libertades y puedan, entre otras cosas: tomar decisiones en nuestros centros de estudio, de trabajo, en nuestras poblaciones, etc. Sin nosotros tener la capacidad de decidir estas o por lo menos tener injerencia en ellas, ya que es algo que nos compete a todos. Sin embargo, nosotros elegimos a estos “políticos” para que hagan ese trabajo. En consecuencia, nuestra libertad es privada e individual, puesto que no podemos decidir nada sólo cosas mínimas e internas dentro de un grupo social determinado. En esta línea nuestra libertad termina a donde acaba nuestro salario.[1] Siguiendo la misma idea, esta libertad que tenemos es bajo la sombra del poder, de no hacernos cargo de nuestras vidas no porque no lo deseemos sino que se debe a que existe una lucha de clases, donde la dominación económica da paso a la política y social, es decir, si elegimos a gobernantes estos son elegidos por la burguesía para que nosotros “decidamos” entre los que ellos han designado. El conflicto de clases no es ajeno a cómo concebimos el poder los comunistas libertarios, de hecho, nada de lo que hay a nuestro alrededor lo es. Por otra parte, La libertad de los antiguos, tiene su ubicación histórica, según el autor, en Grecia,[2] en la polis de Atenas para ser más precisos. Donde, si bien exista un sistema social de castas y los esclavos además de otros sectores de la población no eran parte de la toma de decisiones, los “ciudadanos” de esta polis si tenían injerencia en las decisiones, es decir, existía una libertad basada en lo público, a diferencia de lo que pasa hoy en día. El poder, de alguna manera u otra, se encontraba más socializado que en la actualidad, donde la libertad es una mera fantasía que nos hacen creer los ricos y poderosos, los dueños de todo. Vale decir, con el paso de la historia, la creación de los Estados-nación, la superposición de una clase por sobre otra, generó una nueva forma de entender lo público y lo privado, en consecuencia también de la libertad.
Por otro lado, para comprender el poder se necesita analizarlo de una forma acabada. Aunque, a los comunistas libertarios siempre se nos ha criticado que no lo hacemos detalladamente esto no es cierto, puesto que este es un tema central para comprender la revolución social para nosotros, es decir, no dejamos al voleo un tema de tanta importancia.
La forma de concebir el poder que tenemos los anarquistas es totalmente opuesto a lo que el Estado representa, ya que este es un modelo de organización social, vale decir, todas las organizaciones sociales que estén bajo el alero de este, o que nacen en una sociedad estatal, tenderán a organizarse de forma jerárquica, puesto que esta forma “modélica”, es la base de cómo entendemos lo más apto para organizarnos.[3]Dejando de lado maneras más democráticas y directas de constituirnos.
Por otra parte, nosotros los anarquistas, no creemos que podamos destruir el poder como tal, sin embargo, somos contrarios a las formas cupulares de este, a que no esté socializado entre todos y todas, creemos que acabar con él es algo imposible. Puesto que todos tenemos la facultad de ejercer dicho poder sobre otro individuo, sin embargo, está en las facultades del que lo recibe decidir si lo acepta o no. Por otro lado en la actualidad vivimos en la lucha de clases, donde los proletarios y los burgueses se encuentran en un conflicto permanente, lo que desencadena que una clase someta, explote y dirija en todo sentido a la otra, sin tener los proletarios la capacidad de decir no.
Si entendemos el poder como algo etéreo sólo llevaría al error de creer que todo tipo de autoridad es malo. En esta dirección no dejaríamos que un médico que busca curar una enfermedad actuara, puesto que él no puede decidir por nosotros.
En conclusión, el poder no siempre implica dominio. Si bien en la actualidad este es un sinónimo de subordinación es debido al conflicto de clase del cual somos parte, ya que todo lo que nos rodea tiene que ver con este.
Por otro lado distinguimos dos formas de poder uno de estricta relación con la dominación, tanto del Estado como de una clase y por otra al poder de crear, es decir, la potencialidad que tenemos para hacer el cambio revolucionario.
El poder ha sido un problema central al momento de entender la revolución para los anarquistas, puesto que las teorías políticas libertarias, nunca han sido estudiadas a fondo, o los revisionistas de siempre han querido enlodar el nombre de este ideal popular, ya que para los que no entienden, no se trata de destruir el Estado porque sí, sino que por las relaciones sociales viciadas que este entrega, por la dominación de una clase por sobre otra y para que los trabajadores puedan ejercer nuevas formas de organización ajenas y opuestas a este.
El poder es un tema central, pero los anarquistas debemos estar conscientes de que este, como tal, no podremos acabarlo, es más tampoco es deseable terminar con él, sino que con su forma de dominación, su forma represiva, su forma coercitiva y liberticida es con la que hay que destruir, sin embargo, para el paso de la sociedad de clases a la comunista libertaria, el poder, que deben ejercer los trabajadores, para con ellos mismos, es necesario. En otras palabras, la socialización del poder, el ejercicio horizontal de este, la toma de conciencia y la ocupación de los medios productivos, vale decir, el cambio revolucionario, se vuelve necesaria esta fuerza para dar el golpe final al conflicto que enfrentamos, la lucha de clases. En el siguiente punto se desarrollará con mayor claridad y detenimiento lo que estoy exponiendo en estas líneas, para que no se mal interprete lo que digo.
¿Qué es el poder popular para los anarquistas? Acercamiento a una definición
"El poder popular ejercido por los trabajadores y el pueblo con organismos por ellos controlados, ampliamente democráticos y participativos, serán los que asumen tal control, apropiándose de las funciones tutelares ejercidas desde la esfera estatal. (…)”
Juan Carlos Mechoso, La estrategia del especfismo, entrevista con Felipe Correa.
En aquella definición que da el compañero Mechoso, encontramos un ethos que se vuelve fundamental y que data de la tradición histórica del anarquismo, la superación de la sociedad de clases dará paso a la asociación libre de trabajadores, es decir, el ejercicio del poder de los explotados.
Por otro lado, como comunistas libertarios, entendemos que las fuerzas históricas del conflicto que se conoce como lucha de clases es una constante acumulación de fuerzas para los dos bandos, donde existen diferentes frentes de lucha para poder dar de mejor manera la pelea. Por una parte encontramos la lucha ideológica, por otro la lucha de (re)articulación de movimiento social y la construcción de referentes y coyunturas que sirvan de ayuda para avanzar, desde el campo popular en la lucha de clases.
Sobre la lucha ideológica no ahondaremos, puesto que creemos es bastante extenso el tema y lo dejaremos para una discusión posterior, sobre crear referentes para que los explotados avancen tiene directa ligazón con el tema central de este ensayo.
Comencemos con la definición de poder popular que consideramos más acorde a nuestros fines, “El poder popular es una forma de poder que llegan a ejercer los explotados y oprimidos, con un alto grado de autonomía”[4]. Es decir, este es una forma organizativa de los proletarios, pero sólo de ellos, es decir, no aceptan ni ayuda externa de las clases burguesas ni las capas medias, en consecuencia, es algo de, por y para los trabajadores.
Entender el poder popular de una forma libertaria requiere un ejercicio que es bastante complejo de entender si se es ortodoxo, confusionista o purista de nuestra ideología. Será muy complicado que lo comprendan si caemos en alguna de las características anteriormente nombradas, puesto que no se trata de un acercamiento a los partidos de izquierda, o de “entrismo”, no buscamos fines electorales con levantar dichas consignas, no estamos ni estaremos con los “representantes” de la clase trabajadora, sino que todo lo contrario. Guiándonos con la definición anterior podemos ver que se trata de autonomía de clase, además de libertad de decisión en manos de los proletarios.
Por otro lado, este término se adecua a la realidad latinoamericana, donde el pueblo ha sido vapuleado por la clase dirigente. Procesos de dictadura cuando el pueblo comenzaba a tomar conciencia de sí para cambiar la realidad imperante.
El poder popular en Latinoamérica se vuelve una necesidad, puesto que para la construcción de la autogestión social este sirve como base de nuestra economía. Para esto se necesita el control de los medios productivos por parte de los trabajadores, además de generar un contrapeso a la opresión y explotación en la cual nos vemos envueltos. De esta manera dar la lucha contra lo que explota y oprime. Puesto que el contexto histórico, social y cultural que nos envuelve es de un estanco, pero que poco a poco se da nuevo renacer de las protestas populares reivindicativas, en consecuencia la labor que tenemos nosotros, es de abrir más instancias en la cual podamos crear un descontento de clase contra el Estado y el modelo económico que nos rige. Es decir, poder del pueblo.
En américa negra, los procesos por los cuales pasaron diferentes territorios, nos dan la razón sobre el poder del pueblo, puesto que al momento de expropiar las fábricas, y comenzar a ejercer el poder popular, se dio paso a la autogestión de los recursos. Un ejemplo de esto son los cordones industriales de Chile, cuando los trabajadores, ejercieron el poder de los explotados y recuperaron las fábricas, así pudieron abastecerse con los recursos que generaban las industrias, sin embargo, fueron reprimidos brutalmente. Debido a la conducción legalista de “la vía chilena al socialismo” y la ilegalidad de realizar dichos actos que fue dictada por Allende, yació un traspié que sufrió el proceso de ejercicio de poder de los proletarios. Una muestra de que el poder burgués y el poder del pueblo son totalmente opuestos.
Por otro lado, los anarquistas no buscamos llegar al control del Estado, en consecuencia, no creemos en que una parte del pueblo busque mediante procesos de crear fuerza dejar al partido de turno en el sitio presidencial. Nosotros, creemos que el poder popular sirve para que el pueblo sea fuerte y autosuficiente, es decir, crear un contra poder al del Estado, no para acapararlo ni crear un “Estado proletario”, sino que para su inmediata abolición, además de que este proceso de acumulación de fuerzas y experiencias sirva para la sociedad sin clases sociales.
Es labor de los anarquistas organizados, dotar de fuerza, de autonomía, de clasismo, acción y democracia directa a las organizaciones populares, puesto que son estas las que mañana estarán actuando para hacer el cambio revolucionario en la sociedad de clases. Es por eso que para que el pueblo sea fuerte, que además cuente con pilares fundamentales para realizar el cambio radical, debemos estar presentes aportando con la suficiente dirección y abriendo instancias de crear poder popular en donde nos encontremos insertos.
Por otro lado nuestro afán de ver al pueblo revolucionario y no como meros espectadores nos hace pensar que el poder popular es una vía en la cual la clase explotada, en su conjunto, se hace de lo necesario, para jugar un rol protagónico en la lucha de clases. Puesto que serán estos los primeros implicados al momento de realizar un cambio revolucionario, en consecuencia, debemos crear el poder popular para que no sea un grupo “iluminado” del pueblo los que realizan los cambios, sino que seamos nosotros mismos los que realicemos los cambios que necesitamos, es decir, el pueblo organizado en su totalidad.
Desde otra perspectiva, no entendemos el poder popular como unos cuantos líderes, una cúpula decidiendo por todos los que participamos de algún proceso, sino que por el contrario una horizontalidad en las relaciones y en las decisiones, vale decir, que todos y todas las que participen tengan injerencia en estas, puesto que nuestra ética como libertarios no nos deja pasar a llevar a nuestros compañeros de clase, esto es un claro quiebre con la concepción autoritaria de poder popular.
El poder popular entendido como tal y desde nuestra perspectiva es la acumulación de fuerzas para el cambio revolucionario, por el socialismo y la libertad. También es la toma de las fábricas, los talleres, los centros de estudios, en fin, de la acción directa por parte del pueblo en su conjunto, es decir, cuando los explotados conscientes de la explotación que sufren, comienzan a ejercer un contra poder al de la clase dirigente y su aparato político.
La forma en que entendemos el poder popular, es la creación de una clase que tiene fines revolucionarios, cuando existe la fuerza suficiente para crear un cambio revolucionario, además de que este pueda crear nuevas formas organizativas internas y externas a las organizaciones, nuevas relaciones sociales, en la cual los intermediarios y la burocracia pasarían a ser cosas del pasado. Es decir, cuando los explotados comienzan a ejercer tanto la democracia directa como la acción directa, por lo tanto, esto se dará, cuando las fuerzas de desarrollo de la lucha de clases esté de nuestro favor y estemos dando el paso hacia la nueva sociedad. El poder popular debe dar espacios para que estas nuevas relaciones entre pares puedan florecer, en otras palabras, comenzar a plantar las semillas del mundo nuevo en el actual creándolo en cualquier instancia donde estemos. Vale decir, el poder popular se debe dar en los distintos espacios en los cuales los anarquistas tengamos inserción, puesto que no debemos dejar “en el aire” algo tan importante como esto y dar pie para que los socialistas autoritarios, ejerzan su concepción, tales como bases de apoyo a un determinado gobierno, o la lucha para la conquista del aparato político. Es labor de los militantes del anarquismo organizado dar la lucha para que la construcción de las nuevas relaciones sociales que nos ofrece el poder popular puedan nacer hoy.
En el actual contexto histórico se hace importante la articulación de un movimiento popular fuerte, en consecuencia, tenemos el deber como revolucionarios de abrir espacios en los cuales podamos ejercer el poder de los de abajo, puesto que la única forma de hacer frente a las arremetidas de los ricos y poderosos es creando una fuerza que tenga las mismas capacidades que ellos, sin embargo, desde nuestra base y trinchera, la popular. De esta forma logramos avanzar en la lucha de clases en favor de los explotados.
En conclusión el poder popular como lo entendemos los anarquistas, es diametralmente opuesto a los partidos de izquierda, puesto que nosotros realmente buscamos crear un pueblo fuerte, no para la conquista del aparato político del Estado, sino que para su abolición inmediata, el término de este y dar paso a la asociación libre de trabajadores industriales y de la tierra.
El poder popular nos abre la puerta a nuevas formas de relacionarnos, tanto políticas, como sociales, en consecuencia, debemos estar presentes, los anarquistas, en cada instancia donde se esté dotando una organización popular de este poder del pueblo, puesto que hoy se plantan las semillas y mañana germinan, de esta manera, estamos presentes al momento de que se esté ejerciendo esta forma de acumulación de fuerzas.
El poder popular libertario dará el golpe definitivo, para que los trabajadores tengan bajo su control los medios productivos, cuando comience la expropiación a los ricos, será mediante este método que los anarquistas hacemos propio para dar una lucha definitiva en la sociedad de clases. Es decir, el poder popular anarquista es el que regirá el nuevo mundo, debido a que los explotados, el campo popular en su conjunto ordenará, de manera horizontal, directa y justa.
La necesidad de crear poder popular y su relación con la organización política anarquista
“Haremos uso, adecuaciones y síntesis de materiales de FAU para responder esta pregunta. El problema del poder, decisivo en un cambio social profundo, sólo puede resolverse finalmente a nivel político, a través de la lucha política. Y esta requiere una forma específica de organización: la organización política revolucionaria, para nosotros de matriz libertaria. Sólo a través de su acción, enraizada en las masas, en los diferentes procesos populares, puede lograrse la destrucción del aparato estatal burgués, el conjunto de micropoderes que lo sostienen y que recrean. Es imprescindible su sustitución por mecanismos de poder popular visto desde una perspectiva política y asentados en un pueblo fuerte”.
Juan Carlos Mechoso.
Como nos reconocemos en la tradición especifista del anarquismo, debemos decir que las organizaciones sociales y la organización política son dos esferas diferentes, sin embargo, absolutamente complementarias, ya que el crecimiento de una es también el crecimiento de la otra, poseen una relación dialéctica y de constante retroalimentación.
La organización política existe únicamente con un fin el de teorizar, desde nuestro prisma el anarquismo en este caso, de comprender y de analizar la realidad para luego dar este conocimiento a las organizaciones de carácter político/social o social, de esta manera ayudar al desarrollo de un movimiento de masas, siempre teniendo el norte claro, la autonomía de clases, la destrucción del Estado, en fin, la revolución social.
Hoy más que nunca debemos analizar la realidad de manera acertada. Si bien los procesos por los cuales pasa nuestro continente nos hablan de un renacer de la conciencia de clase, de las luchas reivindicativas y de las organizaciones sociales esto no implica necesariamente un avance del comunismo libertario. En consecuencia, debemos estar presentes ellas, haciendo notar que aún falta un largo camino que recorrer. Para ello debemos tener un programa común que nos diga cómo actuar frente a estos hechos.
En la actualidad frente a los procesos sociales que estamos viviendo, ya sean movilizaciones medio ambientales, sindicales, territoriales, estudiantiles, etc. No ha existido una visibilidad anarquistas, no por su incapacidad, que sería bastante erróneo tratarlo así, sino por los fines reformistas que muchos de estos movimientos están aceptando. Lamentablemente estos están siendo acaparados por partidos de izquierda dotando de un poder popular paupérrimo al momento de ejercerlo, de crearlo y de entenderlo.
La labor hoy en día, según nuestra modesta opinión, es que al momento de estar insertos la labor inmediata es la creación de poder popular, desde las bases, junto con la utilización de metodologías libertarias dentro de las orgánicas, puesto que debemos, desde el primer momento dar horizontes revolucionarios a cualquier tipo de organización que tenga como finalidad realizar un cambio.
Por otro lado, los anarquistas debemos estar en las instancias en las cuales el descontento popular se haga sentir, en consecuencia, cuando exista una desacierto o un cambio en las fuerzas de la lucha de clases, debemos estar presentes, como organización política, de esta manera dotar a la lucha de los pilares clasistas, combativos y revolucionarios del programa histórico del anarquismo.
Para que podamos crear poder popular en conjunto con las organizaciones sociales, debemos nosotros, como orgánica política, practicarlo con nuestras metodologías, con nuestros medios y fines, en propaganda, al momento de realizar un acto, un encuentro, una invitación, etc. Puesto que si no lo hacemos estaremos sólo hablando por hablar, teorizando sin practicar. La teoría es fundamental pero esta sirve para que la práctica sea más cohesionada y efectiva.
La labor en el contexto histórico y social es el de crear fuerza para el pueblo, para que avance a pié firme en la lucha de clases, en consecuencia el poder popular es fundamental. Las bases de una organización social deben estar clarificadas de la finalidad con la que es creada. Y es labor nuestra que esta tenga fines más allá de una reforma.
En la actualidad consideramos que la labor de las organizaciones políticas son dos: por un lado reconstruir tejido social, pero este tejido debe ir de la mano con la creación de poder popular, puesto que si no estaremos creando un tejido social inerte, es más podemos hacerlo, pero el proceso en el cual estos adquieran el poder de los explotados se dará en un tiempo extendido y retrasaremos la combatividad de una organización, sin embargo, no queremos decir que la revolución será inmediata, sino que las relaciones sociales, la finalidades, las concepciones de una organización social misma va de la mano con la creación de poder popular. El segundo punto es la diferenciación con los partidos reformistas/electorales, puesto que la inserción debe ir de la mano con la comprensión de para qué trabajamos.
Las organizaciones populares que van naciendo o que ya existen, necesitan la fuerza y el apoyo de nosotros los anarquistas, puesto que si no la reciben nuestra participación quedarán a merced de los partidos autoritarios. En consecuencia la primera labor de estas organizaciones en las que hoy están germinando las semillas del nuevo mundo es fundirse en la metodología libertaria y en la creación misma del poder del pueblo desde un principio, para que la labor que vayamos haciendo en el tiempo no se confunda, ni sea falsa con nuestra clase.
La organización política anarquista al estar dando una lucha a nivel político e ideológico, analizando la sociedad, es la que debe ayudar a la creación, con nuestras experiencias y teoría a que las organizaciones populares les sea más simple tanto aceptar un programa creado por todas las bases de dicha orgánica como los pilares fundantes para que se encamine a la revolución.
Las organizaciones políticas anarquistas están al servicio del pueblo y son el pueblo mismo en la medida en la que vayamos creando un programa entre todos, de esta forma logramos algo fundamental para la revolución social, que la clase explotada avance a paso firme con una dirección clara hacia su emancipación.
En la actualidad y con la conciencia que está renaciendo, debemos redoblar nuestros esfuerzos para que la metodología libertaria tenga una inserción real en las masas, esto es fundamental, tanto para la existencia de una organización política como para nuestra teoría. Nuestras ideas fuerzas las, que mantenemos a lo largo de la historia, son las que ayudaran a que la clase a la cual pertenecemos logre la revolución social.
El llamado es a crear poder popular, fomentarlo, estudiarlo, darle una finalidad revolucionaria, hoy más que nunca el movimiento popular lo necesita, puesto que no sólo basta con que nazcan nuevas organizaciones, sino que las que existen y las que vengan deben tener más combatividad y más decisión al momento actuar, de plantear sus fines y medios.
Tomás
Militante de Alternativa Libertaria, Chile
[1] Berkman Alexander, El ABC del comunismo libertario, utopía libertaria 2006
[2] Nosotros podemos ubicar más locaciones donde ha existido una libertad “antigua”, por ejemplo en las decisiones que se hacían en los soviets en Rusia, antes de la dictadura bolchevique, en Kronstad antes de la matanza de “el orgullo de la revolución”, en la España revolucionaria antes de la burocratización de la revolución, etc. El punto es que no sólo en Grecia se da una libertad basado en lo público.
[3] Revista comunismo libertario, Rivas Gabriel 2010.
[4] Citado del periódico “SOLIDARIDAD” Citando a Luis Vitale “Conversaciones con los pobladores: ¿Qué es el poder popular?”
¿Poder popular anarquista? Sí, poder popular anarquista
Tomás - Alternativa Libertaria Chile
De un tiempo a esta parte, los anarquistas hemos comenzado a usar el término poder popular, que había sido acaparado por los comunistas autoritarios apropiándose de dicho termino. Si bien ambas corrientes (anarquista y marxista) lo utilizan las formas de concebirlo son muy diferentes. Siguiendo en esta misma línea, no podemos sindicar al marxismo como el creador del término.

(…)La estrategia que concebimos se basa en los movimientos populares (movimientos de masas), en su organización, acumulación de fuerza y uso de la violencia con miras a alcanzar la revolución y el socialismo libertario.
Felipe Correa, Crear un pueblo fuerte.
¿Qué es el poder para los anarquistas? Acercamiento a una definición
De un tiempo a esta parte, los anarquistas hemos comenzado a usar el término poder popular, que había sido acaparado por los comunistas autoritarios apropiándose de dicho termino. Si bien ambas corrientes (anarquista y marxista) lo utilizan las formas de concebirlo son muy diferentes. Siguiendo en esta misma línea, no podemos sindicar al marxismo como el creador del término.
Para comprender el poder popular como lo entendemos los anarquistas, se vuelve necesario primero ver cómo entendemos el poder, ya que se vuelve perentorio dejar en claro nuestra postura ante esto hecho social y dar nuestra opinión de cómo lo entendemos.
Creemos que el poder no siempre tiene una carga negativa de dominación, de autoritarismo, sin embargo, consideramos que tiene una doble cara. Por un lado está el poder cupular coercitivo tanto para el individuo como el colectivo. Este caso lo vivimos en la actualidad, donde la clase burguesa utiliza este para ejercerlo en contra del pueblo. Esto se conoce como la lucha de clases, pero por otro lado no podemos concebir el poder como algo abstracto o metafísico, puesto que eso nos llevaría a caer en el error. Es cierto que el poder que es ejercido por una persona o clase por sobre el resto es algo nefasto. Es también malo que nosotros no tengamos una fuerza para responder, mas éste debe ser horizontal al momento de crearlo y de utilizarlo.
La comprensión del poder en la actualidad no puede desligarse de la lucha de clases imperante, en consecuencia, no es posible entenderlo externa a esta, ya que todo conflicto que existe en la sociedad tiene relación con la explotación de una clase por sobre otra.
Por otro lado, Eduardo Colombo en su libro “La voluntad del pueblo” nos distingue dos tipos de poder, POTENTIA y POTESTAS. Por un lado está el poder para realizar una voluntad por sobre otra, vale decir, algo coercitivo y despótico, en su contra parte existe otra concepción, la cual es la facultad de hacer algo, el poder crear.
Ejemplos de ejercer un poder horizontal o de creación, POTENTIA hay varios, por ejemplo: una asamblea. Donde las decisiones son colectivas, entre todos y todas los que participan de ella, ya que cuando se decide actuar o cómo proceder en estas instancias lo único que se está utilizando es el poder no dominante de uno por sobre otro, sino que el poder creador que tenemos.
Por otro lado POTESTAS, es un poder de dominación, ejemplos de estos hay muchos, el Estado, empresas, sociedad de clases, etc.
Esto tiene directa ligazón con lo que este autor, Colombo, distingue entre la libertad de los antiguos y la de los modernos. El libro “La voluntad del pueblo” nos ayuda a entender a lo que se refiere el escritor cuando habla de estos dos tipos. La moderna, por una parte, es la que nos toca vivir, una libertad estéril, puesto que no somos los que realmente decidimos lo que debemos hacer como clase, sino que tenemos gobernantes, los cuales elegimos para que dispongan de nuestras libertades y puedan, entre otras cosas: tomar decisiones en nuestros centros de estudio, de trabajo, en nuestras poblaciones, etc. Sin nosotros tener la capacidad de decidir estas o por lo menos tener injerencia en ellas, ya que es algo que nos compete a todos. Sin embargo, nosotros elegimos a estos “políticos” para que hagan ese trabajo. En consecuencia, nuestra libertad es privada e individual, puesto que no podemos decidir nada sólo cosas mínimas e internas dentro de un grupo social determinado. En esta línea nuestra libertad termina a donde acaba nuestro salario.[1] Siguiendo la misma idea, esta libertad que tenemos es bajo la sombra del poder, de no hacernos cargo de nuestras vidas no porque no lo deseemos sino que se debe a que existe una lucha de clases, donde la dominación económica da paso a la política y social, es decir, si elegimos a gobernantes estos son elegidos por la burguesía para que nosotros “decidamos” entre los que ellos han designado. El conflicto de clases no es ajeno a cómo concebimos el poder los comunistas libertarios, de hecho, nada de lo que hay a nuestro alrededor lo es. Por otra parte, La libertad de los antiguos, tiene su ubicación histórica, según el autor, en Grecia,[2] en la polis de Atenas para ser más precisos. Donde, si bien exista un sistema social de castas y los esclavos además de otros sectores de la población no eran parte de la toma de decisiones, los “ciudadanos” de esta polis si tenían injerencia en las decisiones, es decir, existía una libertad basada en lo público, a diferencia de lo que pasa hoy en día. El poder, de alguna manera u otra, se encontraba más socializado que en la actualidad, donde la libertad es una mera fantasía que nos hacen creer los ricos y poderosos, los dueños de todo. Vale decir, con el paso de la historia, la creación de los Estados-nación, la superposición de una clase por sobre otra, generó una nueva forma de entender lo público y lo privado, en consecuencia también de la libertad.
Por otro lado, para comprender el poder se necesita analizarlo de una forma acabada. Aunque, a los comunistas libertarios siempre se nos ha criticado que no lo hacemos detalladamente esto no es cierto, puesto que este es un tema central para comprender la revolución social para nosotros, es decir, no dejamos al voleo un tema de tanta importancia.
La forma de concebir el poder que tenemos los anarquistas es totalmente opuesto a lo que el Estado representa, ya que este es un modelo de organización social, vale decir, todas las organizaciones sociales que estén bajo el alero de este, o que nacen en una sociedad estatal, tenderán a organizarse de forma jerárquica, puesto que esta forma “modélica”, es la base de cómo entendemos lo más apto para organizarnos.[3]Dejando de lado maneras más democráticas y directas de constituirnos.
Por otra parte, nosotros los anarquistas, no creemos que podamos destruir el poder como tal, sin embargo, somos contrarios a las formas cupulares de este, a que no esté socializado entre todos y todas, creemos que acabar con él es algo imposible. Puesto que todos tenemos la facultad de ejercer dicho poder sobre otro individuo, sin embargo, está en las facultades del que lo recibe decidir si lo acepta o no. Por otro lado en la actualidad vivimos en la lucha de clases, donde los proletarios y los burgueses se encuentran en un conflicto permanente, lo que desencadena que una clase someta, explote y dirija en todo sentido a la otra, sin tener los proletarios la capacidad de decir no.
Si entendemos el poder como algo etéreo sólo llevaría al error de creer que todo tipo de autoridad es malo. En esta dirección no dejaríamos que un médico que busca curar una enfermedad actuara, puesto que él no puede decidir por nosotros.
En conclusión, el poder no siempre implica dominio. Si bien en la actualidad este es un sinónimo de subordinación es debido al conflicto de clase del cual somos parte, ya que todo lo que nos rodea tiene que ver con este.
Por otro lado distinguimos dos formas de poder uno de estricta relación con la dominación, tanto del Estado como de una clase y por otra al poder de crear, es decir, la potencialidad que tenemos para hacer el cambio revolucionario.
El poder ha sido un problema central al momento de entender la revolución para los anarquistas, puesto que las teorías políticas libertarias, nunca han sido estudiadas a fondo, o los revisionistas de siempre han querido enlodar el nombre de este ideal popular, ya que para los que no entienden, no se trata de destruir el Estado porque sí, sino que por las relaciones sociales viciadas que este entrega, por la dominación de una clase por sobre otra y para que los trabajadores puedan ejercer nuevas formas de organización ajenas y opuestas a este.
El poder es un tema central, pero los anarquistas debemos estar conscientes de que este, como tal, no podremos acabarlo, es más tampoco es deseable terminar con él, sino que con su forma de dominación, su forma represiva, su forma coercitiva y liberticida es con la que hay que destruir, sin embargo, para el paso de la sociedad de clases a la comunista libertaria, el poder, que deben ejercer los trabajadores, para con ellos mismos, es necesario. En otras palabras, la socialización del poder, el ejercicio horizontal de este, la toma de conciencia y la ocupación de los medios productivos, vale decir, el cambio revolucionario, se vuelve necesaria esta fuerza para dar el golpe final al conflicto que enfrentamos, la lucha de clases. En el siguiente punto se desarrollará con mayor claridad y detenimiento lo que estoy exponiendo en estas líneas, para que no se mal interprete lo que digo.
¿Qué es el poder popular para los anarquistas? Acercamiento a una definición
"El poder popular ejercido por los trabajadores y el pueblo con organismos por ellos controlados, ampliamente democráticos y participativos, serán los que asumen tal control, apropiándose de las funciones tutelares ejercidas desde la esfera estatal. (…)”
Juan Carlos Mechoso, La estrategia del especfismo, entrevista con Felipe Correa.
En aquella definición que da el compañero Mechoso, encontramos un ethos que se vuelve fundamental y que data de la tradición histórica del anarquismo, la superación de la sociedad de clases dará paso a la asociación libre de trabajadores, es decir, el ejercicio del poder de los explotados.
Por otro lado, como comunistas libertarios, entendemos que las fuerzas históricas del conflicto que se conoce como lucha de clases es una constante acumulación de fuerzas para los dos bandos, donde existen diferentes frentes de lucha para poder dar de mejor manera la pelea. Por una parte encontramos la lucha ideológica, por otro la lucha de (re)articulación de movimiento social y la construcción de referentes y coyunturas que sirvan de ayuda para avanzar, desde el campo popular en la lucha de clases.
Sobre la lucha ideológica no ahondaremos, puesto que creemos es bastante extenso el tema y lo dejaremos para una discusión posterior, sobre crear referentes para que los explotados avancen tiene directa ligazón con el tema central de este ensayo.
Comencemos con la definición de poder popular que consideramos más acorde a nuestros fines, “El poder popular es una forma de poder que llegan a ejercer los explotados y oprimidos, con un alto grado de autonomía”[4]. Es decir, este es una forma organizativa de los proletarios, pero sólo de ellos, es decir, no aceptan ni ayuda externa de las clases burguesas ni las capas medias, en consecuencia, es algo de, por y para los trabajadores.
Entender el poder popular de una forma libertaria requiere un ejercicio que es bastante complejo de entender si se es ortodoxo, confusionista o purista de nuestra ideología. Será muy complicado que lo comprendan si caemos en alguna de las características anteriormente nombradas, puesto que no se trata de un acercamiento a los partidos de izquierda, o de “entrismo”, no buscamos fines electorales con levantar dichas consignas, no estamos ni estaremos con los “representantes” de la clase trabajadora, sino que todo lo contrario. Guiándonos con la definición anterior podemos ver que se trata de autonomía de clase, además de libertad de decisión en manos de los proletarios.
Por otro lado, este término se adecua a la realidad latinoamericana, donde el pueblo ha sido vapuleado por la clase dirigente. Procesos de dictadura cuando el pueblo comenzaba a tomar conciencia de sí para cambiar la realidad imperante.
El poder popular en Latinoamérica se vuelve una necesidad, puesto que para la construcción de la autogestión social este sirve como base de nuestra economía. Para esto se necesita el control de los medios productivos por parte de los trabajadores, además de generar un contrapeso a la opresión y explotación en la cual nos vemos envueltos. De esta manera dar la lucha contra lo que explota y oprime. Puesto que el contexto histórico, social y cultural que nos envuelve es de un estanco, pero que poco a poco se da nuevo renacer de las protestas populares reivindicativas, en consecuencia la labor que tenemos nosotros, es de abrir más instancias en la cual podamos crear un descontento de clase contra el Estado y el modelo económico que nos rige. Es decir, poder del pueblo.
En américa negra, los procesos por los cuales pasaron diferentes territorios, nos dan la razón sobre el poder del pueblo, puesto que al momento de expropiar las fábricas, y comenzar a ejercer el poder popular, se dio paso a la autogestión de los recursos. Un ejemplo de esto son los cordones industriales de Chile, cuando los trabajadores, ejercieron el poder de los explotados y recuperaron las fábricas, así pudieron abastecerse con los recursos que generaban las industrias, sin embargo, fueron reprimidos brutalmente. Debido a la conducción legalista de “la vía chilena al socialismo” y la ilegalidad de realizar dichos actos que fue dictada por Allende, yació un traspié que sufrió el proceso de ejercicio de poder de los proletarios. Una muestra de que el poder burgués y el poder del pueblo son totalmente opuestos.
Por otro lado, los anarquistas no buscamos llegar al control del Estado, en consecuencia, no creemos en que una parte del pueblo busque mediante procesos de crear fuerza dejar al partido de turno en el sitio presidencial. Nosotros, creemos que el poder popular sirve para que el pueblo sea fuerte y autosuficiente, es decir, crear un contra poder al del Estado, no para acapararlo ni crear un “Estado proletario”, sino que para su inmediata abolición, además de que este proceso de acumulación de fuerzas y experiencias sirva para la sociedad sin clases sociales.
Es labor de los anarquistas organizados, dotar de fuerza, de autonomía, de clasismo, acción y democracia directa a las organizaciones populares, puesto que son estas las que mañana estarán actuando para hacer el cambio revolucionario en la sociedad de clases. Es por eso que para que el pueblo sea fuerte, que además cuente con pilares fundamentales para realizar el cambio radical, debemos estar presentes aportando con la suficiente dirección y abriendo instancias de crear poder popular en donde nos encontremos insertos.
Por otro lado nuestro afán de ver al pueblo revolucionario y no como meros espectadores nos hace pensar que el poder popular es una vía en la cual la clase explotada, en su conjunto, se hace de lo necesario, para jugar un rol protagónico en la lucha de clases. Puesto que serán estos los primeros implicados al momento de realizar un cambio revolucionario, en consecuencia, debemos crear el poder popular para que no sea un grupo “iluminado” del pueblo los que realizan los cambios, sino que seamos nosotros mismos los que realicemos los cambios que necesitamos, es decir, el pueblo organizado en su totalidad.
Desde otra perspectiva, no entendemos el poder popular como unos cuantos líderes, una cúpula decidiendo por todos los que participamos de algún proceso, sino que por el contrario una horizontalidad en las relaciones y en las decisiones, vale decir, que todos y todas las que participen tengan injerencia en estas, puesto que nuestra ética como libertarios no nos deja pasar a llevar a nuestros compañeros de clase, esto es un claro quiebre con la concepción autoritaria de poder popular.
El poder popular entendido como tal y desde nuestra perspectiva es la acumulación de fuerzas para el cambio revolucionario, por el socialismo y la libertad. También es la toma de las fábricas, los talleres, los centros de estudios, en fin, de la acción directa por parte del pueblo en su conjunto, es decir, cuando los explotados conscientes de la explotación que sufren, comienzan a ejercer un contra poder al de la clase dirigente y su aparato político.
La forma en que entendemos el poder popular, es la creación de una clase que tiene fines revolucionarios, cuando existe la fuerza suficiente para crear un cambio revolucionario, además de que este pueda crear nuevas formas organizativas internas y externas a las organizaciones, nuevas relaciones sociales, en la cual los intermediarios y la burocracia pasarían a ser cosas del pasado. Es decir, cuando los explotados comienzan a ejercer tanto la democracia directa como la acción directa, por lo tanto, esto se dará, cuando las fuerzas de desarrollo de la lucha de clases esté de nuestro favor y estemos dando el paso hacia la nueva sociedad. El poder popular debe dar espacios para que estas nuevas relaciones entre pares puedan florecer, en otras palabras, comenzar a plantar las semillas del mundo nuevo en el actual creándolo en cualquier instancia donde estemos. Vale decir, el poder popular se debe dar en los distintos espacios en los cuales los anarquistas tengamos inserción, puesto que no debemos dejar “en el aire” algo tan importante como esto y dar pie para que los socialistas autoritarios, ejerzan su concepción, tales como bases de apoyo a un determinado gobierno, o la lucha para la conquista del aparato político. Es labor de los militantes del anarquismo organizado dar la lucha para que la construcción de las nuevas relaciones sociales que nos ofrece el poder popular puedan nacer hoy.
En el actual contexto histórico se hace importante la articulación de un movimiento popular fuerte, en consecuencia, tenemos el deber como revolucionarios de abrir espacios en los cuales podamos ejercer el poder de los de abajo, puesto que la única forma de hacer frente a las arremetidas de los ricos y poderosos es creando una fuerza que tenga las mismas capacidades que ellos, sin embargo, desde nuestra base y trinchera, la popular. De esta forma logramos avanzar en la lucha de clases en favor de los explotados.
En conclusión el poder popular como lo entendemos los anarquistas, es diametralmente opuesto a los partidos de izquierda, puesto que nosotros realmente buscamos crear un pueblo fuerte, no para la conquista del aparato político del Estado, sino que para su abolición inmediata, el término de este y dar paso a la asociación libre de trabajadores industriales y de la tierra.
El poder popular nos abre la puerta a nuevas formas de relacionarnos, tanto políticas, como sociales, en consecuencia, debemos estar presentes, los anarquistas, en cada instancia donde se esté dotando una organización popular de este poder del pueblo, puesto que hoy se plantan las semillas y mañana germinan, de esta manera, estamos presentes al momento de que se esté ejerciendo esta forma de acumulación de fuerzas.
El poder popular libertario dará el golpe definitivo, para que los trabajadores tengan bajo su control los medios productivos, cuando comience la expropiación a los ricos, será mediante este método que los anarquistas hacemos propio para dar una lucha definitiva en la sociedad de clases. Es decir, el poder popular anarquista es el que regirá el nuevo mundo, debido a que los explotados, el campo popular en su conjunto ordenará, de manera horizontal, directa y justa.
La necesidad de crear poder popular y su relación con la organización política anarquista
“Haremos uso, adecuaciones y síntesis de materiales de FAU para responder esta pregunta. El problema del poder, decisivo en un cambio social profundo, sólo puede resolverse finalmente a nivel político, a través de la lucha política. Y esta requiere una forma específica de organización: la organización política revolucionaria, para nosotros de matriz libertaria. Sólo a través de su acción, enraizada en las masas, en los diferentes procesos populares, puede lograrse la destrucción del aparato estatal burgués, el conjunto de micropoderes que lo sostienen y que recrean. Es imprescindible su sustitución por mecanismos de poder popular visto desde una perspectiva política y asentados en un pueblo fuerte”.
Juan Carlos Mechoso.
Como nos reconocemos en la tradición especifista del anarquismo, debemos decir que las organizaciones sociales y la organización política son dos esferas diferentes, sin embargo, absolutamente complementarias, ya que el crecimiento de una es también el crecimiento de la otra, poseen una relación dialéctica y de constante retroalimentación.
La organización política existe únicamente con un fin el de teorizar, desde nuestro prisma el anarquismo en este caso, de comprender y de analizar la realidad para luego dar este conocimiento a las organizaciones de carácter político/social o social, de esta manera ayudar al desarrollo de un movimiento de masas, siempre teniendo el norte claro, la autonomía de clases, la destrucción del Estado, en fin, la revolución social.
Hoy más que nunca debemos analizar la realidad de manera acertada. Si bien los procesos por los cuales pasa nuestro continente nos hablan de un renacer de la conciencia de clase, de las luchas reivindicativas y de las organizaciones sociales esto no implica necesariamente un avance del comunismo libertario. En consecuencia, debemos estar presentes ellas, haciendo notar que aún falta un largo camino que recorrer. Para ello debemos tener un programa común que nos diga cómo actuar frente a estos hechos.
En la actualidad frente a los procesos sociales que estamos viviendo, ya sean movilizaciones medio ambientales, sindicales, territoriales, estudiantiles, etc. No ha existido una visibilidad anarquistas, no por su incapacidad, que sería bastante erróneo tratarlo así, sino por los fines reformistas que muchos de estos movimientos están aceptando. Lamentablemente estos están siendo acaparados por partidos de izquierda dotando de un poder popular paupérrimo al momento de ejercerlo, de crearlo y de entenderlo.
La labor hoy en día, según nuestra modesta opinión, es que al momento de estar insertos la labor inmediata es la creación de poder popular, desde las bases, junto con la utilización de metodologías libertarias dentro de las orgánicas, puesto que debemos, desde el primer momento dar horizontes revolucionarios a cualquier tipo de organización que tenga como finalidad realizar un cambio.
Por otro lado, los anarquistas debemos estar en las instancias en las cuales el descontento popular se haga sentir, en consecuencia, cuando exista una desacierto o un cambio en las fuerzas de la lucha de clases, debemos estar presentes, como organización política, de esta manera dotar a la lucha de los pilares clasistas, combativos y revolucionarios del programa histórico del anarquismo.
Para que podamos crear poder popular en conjunto con las organizaciones sociales, debemos nosotros, como orgánica política, practicarlo con nuestras metodologías, con nuestros medios y fines, en propaganda, al momento de realizar un acto, un encuentro, una invitación, etc. Puesto que si no lo hacemos estaremos sólo hablando por hablar, teorizando sin practicar. La teoría es fundamental pero esta sirve para que la práctica sea más cohesionada y efectiva.
La labor en el contexto histórico y social es el de crear fuerza para el pueblo, para que avance a pié firme en la lucha de clases, en consecuencia el poder popular es fundamental. Las bases de una organización social deben estar clarificadas de la finalidad con la que es creada. Y es labor nuestra que esta tenga fines más allá de una reforma.
En la actualidad consideramos que la labor de las organizaciones políticas son dos: por un lado reconstruir tejido social, pero este tejido debe ir de la mano con la creación de poder popular, puesto que si no estaremos creando un tejido social inerte, es más podemos hacerlo, pero el proceso en el cual estos adquieran el poder de los explotados se dará en un tiempo extendido y retrasaremos la combatividad de una organización, sin embargo, no queremos decir que la revolución será inmediata, sino que las relaciones sociales, la finalidades, las concepciones de una organización social misma va de la mano con la creación de poder popular. El segundo punto es la diferenciación con los partidos reformistas/electorales, puesto que la inserción debe ir de la mano con la comprensión de para qué trabajamos.
Las organizaciones populares que van naciendo o que ya existen, necesitan la fuerza y el apoyo de nosotros los anarquistas, puesto que si no la reciben nuestra participación quedarán a merced de los partidos autoritarios. En consecuencia la primera labor de estas organizaciones en las que hoy están germinando las semillas del nuevo mundo es fundirse en la metodología libertaria y en la creación misma del poder del pueblo desde un principio, para que la labor que vayamos haciendo en el tiempo no se confunda, ni sea falsa con nuestra clase.
La organización política anarquista al estar dando una lucha a nivel político e ideológico, analizando la sociedad, es la que debe ayudar a la creación, con nuestras experiencias y teoría a que las organizaciones populares les sea más simple tanto aceptar un programa creado por todas las bases de dicha orgánica como los pilares fundantes para que se encamine a la revolución.
Las organizaciones políticas anarquistas están al servicio del pueblo y son el pueblo mismo en la medida en la que vayamos creando un programa entre todos, de esta forma logramos algo fundamental para la revolución social, que la clase explotada avance a paso firme con una dirección clara hacia su emancipación.
En la actualidad y con la conciencia que está renaciendo, debemos redoblar nuestros esfuerzos para que la metodología libertaria tenga una inserción real en las masas, esto es fundamental, tanto para la existencia de una organización política como para nuestra teoría. Nuestras ideas fuerzas las, que mantenemos a lo largo de la historia, son las que ayudaran a que la clase a la cual pertenecemos logre la revolución social.
El llamado es a crear poder popular, fomentarlo, estudiarlo, darle una finalidad revolucionaria, hoy más que nunca el movimiento popular lo necesita, puesto que no sólo basta con que nazcan nuevas organizaciones, sino que las que existen y las que vengan deben tener más combatividad y más decisión al momento actuar, de plantear sus fines y medios.
Tomás
Militante de Alternativa Libertaria, Chile
[1] Berkman Alexander, El ABC del comunismo libertario, utopía libertaria 2006
[2] Nosotros podemos ubicar más locaciones donde ha existido una libertad “antigua”, por ejemplo en las decisiones que se hacían en los soviets en Rusia, antes de la dictadura bolchevique, en Kronstad antes de la matanza de “el orgullo de la revolución”, en la España revolucionaria antes de la burocratización de la revolución, etc. El punto es que no sólo en Grecia se da una libertad basado en lo público.
[3] Revista comunismo libertario, Rivas Gabriel 2010.
[4] Citado del periódico “SOLIDARIDAD” Citando a Luis Vitale “Conversaciones con los pobladores: ¿Qué es el poder popular?”
Re: Desmitificando la trampa del poder popular
La tradición marxista, y en general toda corriente socialista, entiende que, cuando se habla de "propiedad privada", se está hablando de "medios de producción". Evidentemente, el obrero o proletario tiene su coche, su casa, su jersey, etc. pero no tiene medios de producción. Los medios de producción están en manos privadas, de ahí que el obrero tenga que vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.revolucionariolibertario escribió:Además de no tener los medios de producción el proletario también era el que no tenia propiedad privada ninguna. O sea, que ni tenía casa, ni tenía coche, ni tenía apartemento en la playa ni chalecito en la montaña o en la aldea de los abuelos para ir de vacaciones. Así qué, no me vale que el proletariado sea la clase asalariada. Además, el proletario era el obrero industrial. O sea, la cajera del Mercadona tampoco creo que sea proletaria, y menos si tiene coche y casa propia.linzhe escribió:El proletariado es la clase obrera, la gente que no tiene medios de producción y tiene que vender su fuerza de trabajo a algún burgués a cambio de un salario. Es lo que hoy en día llamaríamos "asalariados".
Y como digo, a la gente asaliariada de hoy en dia, eso del proletariado les suena raro. Y la gente común, de aquellas cosas que les suenan raras, huyen como el gato del agua. Y más aún si lo relacionan con comunismo y con la Unión Sovietica.
Del mismo modo, cuando se habla de acabar con la propiedad privada, de lo que se trata es de acabar con la propiedad privada de los medios de producción. Por eso la idea de acabar con la propiedad privada genera tanto pavor entre la gente poco instruida, porque piensan que lo que va a ocurrir es que va a llegar alguien y, con todo el derecho del mundo, les va a quitar su coche, su casa, su jersey, etc. Pero lo cierto es que no es así. De lo que se está hablando es de socializar los medios de producción. Incluso en el socialismo más socialista posible, tu cepillo de dientes sería tuyo y solo tuyo, y mis calzoncillos míos y solo míos. Aunque sea por higiene
Es cierto que el proletario era el obrero industrial, pero porque en la época de Marx y compañía no existían las cajeras del Mercadona. Si no, ten por seguro que Marx las hubiese metido también en el saco del proletariado, ¡vive Dios! Lo que sí que se planteó más adelante fue la oposición entre el proletariado y el campesinado, pero atendiendo al carácter pequeñoburgués de este último y teniendo presente que, en última instancia, el campesinado tendría que pasar a engrosar las filas del proletariado para completar su proceso revolucionario (de esto ya hablaba Lenin). Por lo tanto, la cajera del Mercadona es proletaria como la que más, tenga coche o no. Lo que importa es si tiene los medios de producción o no (si es propietaria del Mercadona o no lo es), y desde luego que no los tiene, lo que la convierte en proletaria.
A la gente de hoy en día las palabras "proletariado", "clase obrera", "burguesía", etc. le pueden sonar todo lo raras que quieran, que eso no las invalida para nada. Peor para ellos, pues más tardarán en darse cuenta de lo que va esto y menos capacidad tendrán para resistir las embestidas del capital. Han sido años de propaganda los que han barrido todo atisbo de conciencia de clase de las masas, se acercan tiempos duros, y vamos a tener que recordar que somos obreros, proletarios. Vamos a tener que recordar que, si no estamos trabajando durante 16 horas al día, sin vacaciones pagadas, sin sanidad y sin educación, no es gracias a los empresarios, sino gracias a los obreros, y en última instancia gracias al socialismo. Los empresarios no se levantaron un día de buen humor y dijeron: "A partir de hoy, trabajaréis no más de ocho horas al día, y no más de 40 horas a la semana. Tendréis derecho a 20 días laborables de vacaciones pagadas, un seguro médico, sanidad y educación públicas y gratuitas. También tendréis derecho a huelga y, si enfermáis, podréis cogeros la baja, que se os seguirá pagando el sueldo y, cuando os curéis, podréis incorporaros al trabajo con total normalidad". No. Eso ha costado sangre, sudor, lágrimas y muertes de obreros. Eso se ha conseguido luchando, son conquistas de la clase obrera, y nos las están quitando a velocidad supersónica. Estamos volviendo a donde estábamos, y por eso tendremos que volver a hacer lo que ya hicimos: luchar contra ellos.
En su día Occidente tenía el contrapeso de la URSS, el capitalismo necesitaba mostrar una cara amable en forma de "Estado del bienestar" (socialdemocracia) para hacer ver que no era tan malo. Pero hoy en día ese contrapeso no existe, el capitalismo puede mostrar su verdadera cara con total libertad, porque no tenemos alternativa con la que defendernos, no nos acordamos de ella, la hemos olvidado. Por eso digo que vamos a tener que recordar que somos obreros, y que hubo un momento en la historia en que miramos al capitalismo a la cara y pudimos hablarle de tú. ¿Que la gente de hoy en día reniega de ello? Es su problema, tarde o temprano tendrán que darse cuenta de que eso de la lucha de clases existe.
- salvoechea
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Re: Debate sobre el poder popular
Oye, y lo jodido que es que la cajera en la mayoría de las ocasiones no tenga conciencia de su clase. Y lo jodido que es también que los que en teoría tienen conciencia, descarten a la cajera. Yo es que con depende que planteamientos me asombro mucho. Si una persona que trabaja de asalariada en un super, en un trabajo, monótono, maquinal, precario, mal pagado y poco considerado no es una proletaria por que tiene un vehículo, no se que hay que hacer ahora para pertenecer a una clase social.Los empresarios no se levantaron un día de buen humor y dijeron: "A partir de hoy, trabajaréis no más de ocho horas al día, y no más de 40 horas a la semana. Tendréis derecho a 20 días laborables de vacaciones pagadas, un seguro médico, sanidad y educación públicas y gratuitas. También tendréis derecho a huelga y, si enfermáis, podréis cogeros la baja, que se os seguirá pagando el sueldo y, cuando os curéis, podréis incorporaros al trabajo con total normalidad". No. Eso ha costado sangre, sudor, lágrimas y muertes de obreros. Eso se ha conseguido luchando, son conquistas de la clase obrera, y nos las están quitando a velocidad supersónica. Estamos volviendo a donde estábamos, y por eso tendremos que volver a hacer lo que ya hicimos: luchar contra ellos.
Y lo jodido que sigue siendo tener que repetir en un foro como este, las obviedades que bien resumes compañero.
Não sou nada.
Nunca serei nada.
Não posso querer ser nada.
À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.
_____________________________________________
De cerca, nadie es normal
Nunca serei nada.
Não posso querer ser nada.
À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.
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De cerca, nadie es normal
Re: Debate sobre el poder popular
A mí el concepto "poder popular" no me gusta. Vale que entiendo de lo que va. Pero no me gusta hacer esa concesión linguística al "poder", aunque sea como verbo. Pero bueno, es un concepto que a ver qué da de sí. Por probar no pasa nada. Creo. Me parece.
Respecto a lo otro, está claro que los trabajadores, o los del pueblo, o como se llame a la gente del común, no somos tontos, no nos creemos promesas de cielos y paraísos, y vivimos apegados a la tierra, la familia y esas cosas. Y como además, somos los que tenemos que hacer los cambios ociales en algún momento... Pues más vale que se nos tenga en cuenta en nuestras imperfecciones y deseos por parte de los que diseñan lo de la lucha. Los planes con compás y tiralíneas, no funcionan, por lo que llevo visto.
Respecto a lo otro, está claro que los trabajadores, o los del pueblo, o como se llame a la gente del común, no somos tontos, no nos creemos promesas de cielos y paraísos, y vivimos apegados a la tierra, la familia y esas cosas. Y como además, somos los que tenemos que hacer los cambios ociales en algún momento... Pues más vale que se nos tenga en cuenta en nuestras imperfecciones y deseos por parte de los que diseñan lo de la lucha. Los planes con compás y tiralíneas, no funcionan, por lo que llevo visto.
Re: Debate sobre el poder popular
Buenas noches.
La conciencia no tiene porqué estar directamente relacionada con el uso intensivo de ciertas palabras.
Explicaron en alguna ocasión la gente de Priama akcia, y otros, de países ex-soviéticos, tuvieron que adaptar su lenguaje para decir lo mismo sin tener que usar ciertas palabras que, por la historia reciente de esa parte del globo, la gente identificar con el "sistema", pasado o re-inventado. Dando más importancia al objetivo: alcanzar esa conciencia social y de clase, sin repetir miméticamente discursos.
Y eso no invalida los términos, pero quizás hay que saber hacerlos entender bien, siendo pragmáticos, sin olvidar que el objetivo es generar esa conciencia, y no aferrarse a este u otro término, estética, etc de forma fetichista porque desde los círculos "concienciados" sea diáfano su significado, e implicación.
Sabiendo que el lenguaje, y los códigos sociales cambian. Y al igual que usamos otras herramientas, como puede ser imprentas, internet, talleres, conciertos, etc quizás hay que adaptar también las formas de explicar y generar esa conciencia al tiempo que nos ha tocado.
O, si se quieren recuperar esos términos y hacer cotidiano su uso, habrá que generar discursos que los actualice y los ponga otra vez sobre la mesa. Haciendo de su utilización, cotidiana y claramente identificable a nuestra clase, con total conciencia del significado e implicación. Pero eso, yo lo entiendo como otro proceso (quizás, paralelo; quizás, previo a esa conciencia).
Saludos.
La conciencia no tiene porqué estar directamente relacionada con el uso intensivo de ciertas palabras.
Explicaron en alguna ocasión la gente de Priama akcia, y otros, de países ex-soviéticos, tuvieron que adaptar su lenguaje para decir lo mismo sin tener que usar ciertas palabras que, por la historia reciente de esa parte del globo, la gente identificar con el "sistema", pasado o re-inventado. Dando más importancia al objetivo: alcanzar esa conciencia social y de clase, sin repetir miméticamente discursos.
Y eso no invalida los términos, pero quizás hay que saber hacerlos entender bien, siendo pragmáticos, sin olvidar que el objetivo es generar esa conciencia, y no aferrarse a este u otro término, estética, etc de forma fetichista porque desde los círculos "concienciados" sea diáfano su significado, e implicación.
Sabiendo que el lenguaje, y los códigos sociales cambian. Y al igual que usamos otras herramientas, como puede ser imprentas, internet, talleres, conciertos, etc quizás hay que adaptar también las formas de explicar y generar esa conciencia al tiempo que nos ha tocado.
O, si se quieren recuperar esos términos y hacer cotidiano su uso, habrá que generar discursos que los actualice y los ponga otra vez sobre la mesa. Haciendo de su utilización, cotidiana y claramente identificable a nuestra clase, con total conciencia del significado e implicación. Pero eso, yo lo entiendo como otro proceso (quizás, paralelo; quizás, previo a esa conciencia).
Saludos.
