"¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

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AXIONDIREKTA
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"¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por AXIONDIREKTA » 06 Ago 2012, 15:46

http://el-radical-libre.blogspot.com/20 ... nselm.html

¿Ser libres para la liberación?
Anselm Jappe

Hay dos noticias. La buena noticia es que nuestro viejo enemigo, el capitalismo, parece encontrarse en una crisis gravissima. La mala noticia es que, por el momento, no se ve ninguna forma de emancipación social que esté realmente a nuestro alcance; además nada puede garantizar que el fin posible del capitalismo desemboque en una sociedad mejor. Es como constatar que la cárcel en donde estamos encerrados desde hace mucho se ha incendiado, pero que las cerraduras de las puertas siguen bloqueadas.

Quisiera iniciar con un recuerdo personal. Visité México por primera vez en1982. Tenía 19 años, y mi mochila en la espalda. Vivía entonces en Alemania. En esos tiempos, se hablaba del “Tercer Mundo” y su miseria, pero otra cosa era descubrirlo personalmente y ver a los niños descalzos pidiendo limosna en la calle. En la ciudad de México, me hospedaba en una especie de hotel de la juventud gestionado por unos suizos. Una noche, al regresar, muy afectado por la visión de la pobreza en la ciudad, empecé a leer un ejemplar de la revista alemana Der Spiegel que se encontraba por ahí. Me fijé en un largo reportaje sobre el estado de la sociedad alemana, que en ese momento, parecía encontrarse en su apogeo. La descripción era de lo más desoladora: sólo se hablaba de depresiones, de farmacodependencias, de familias desestructuradas, de jóvenes desmotivados y del deterioro social. Yo mismo me sentía hundido en un abismo. Ya tenía una cierta experiencia de la crítica teórica y práctica del capitalismo, del cual pensaba todo el mal posible. Pero nunca antes había sentido con tanta fuerza en qué mundo estamos viviendo, un mundo en el cual algunos mueren de hambre y los otros, los que supuestamente se encuentran del lado mejor, son tan infelices que se atiborran de medicamentos o se matan. Sentía que los pobres son infelices y los “ricos” también, de tal forma que el capitalismo es un sufrimiento para todos. Entendí que este sistema, en última instancia, no es provechoso para nadie, que “desarrollar” a los pobres para que se vuelvan como los ricos no serviría de nada, y que la sociedad de la mercancía es el enemigo del género humano.

Al mismo tiempo, en 1982, este sistema parecía fuerte, muy fuerte. Era deprimente considerar la correlación de fuerzas entre quienes, de una forma o de otra, querrían cambiar ese sistema y el sistema mismo, con el consenso que a pesar de todo lograba mantener y con los beneficios materiales que todavía podía distribuir.

Hoy, parece que la situación ha cambiado radicalmente. En estos días, en Europa, las instancias políticas y los medios evocan guiones de posibles catástrofes, del tipo argentino. No es necesario comentar más el hecho de que, en todas partes, se percibe una crisis del capitalismo muy grave, permanente por lo menos desde 2008. Quizás algunos de ustedes han leído la traducción de un artículo mío(1), en donde trato de imaginar lo que pasaría si el dinero, todo el dinero, empezaría a perder su papel, después de un derrumbe financiero y económico. El periódico francés mas importante, Le Monde, lo publicó y muchos lectores lo comentaron : sin embargo, pienso que hace apenas unos años, me hubieran clasificado en la misma categoría que los que ven ovnis...

Una primera observación que es importante hacer es que esta crisis del capitalismo no se debe a las acciones de sus adversarios. Todos los movimientos revolucionarios modernos y casi toda la crítica social siempre imaginaron que el capitalismo iba a ser vencido por fuerzas organizadas, decididas a abolirlo y a sustituirlo por algo mejor. La dificultad era vencer el inmenso poder del capitalismo, que se ubicaba tanto en las armas de sus ejércitos como en lo que había metido en las cabezas de la gente; pero si esto se lograba, la solución estaba al alcance de la mano. De hecho, la existencia de un proyecto de sociedad alternativa era lo que, en última instancia, causaba las revoluciones.

Lo que vemos hoy, es el derrumbe de un sistema, su auto-destrucción, su agotamiento, su hundimiento. Finalmente, se topó con sus límites, con los límites de la valorización del valor, que se ubicaban en su núcleo desde un principio. El capitalismo es esencialmente una producción de valor, que se representa en el dinero. En la producción capitalista, solo lo que permite conseguir dinero tiene interés. Esto no se debe principalmente a la codicia de unos capitalistas malvados. Deriva del hecho de que solo el trabajo puede atribuirles “valor” a las mercancías. Esto implica que las tecnologías no añaden un valor suplementario a las mercancías. Conforme más se usan maquinarias y nuevas tecnologías, menos valor hay en cada mercancía. Pero, la competencia empuja incesantemente a los dueños del capital a utilizar tecnologías que remplacen al trabajo. De esta manera, el capitalismo destruye sus propias bases, y lo hace desde el inicio. Solo el aumento continuo de la producción de mercancías puede contrarrestar el hecho de que cada mercancía contiene cada vez menos “valor”, y por lo tanto también menos plusvalor, traducible en dinero. Son conocidas las consecuencias ecológicas y sociales de esta loca carrera hacia una mayor productividad. Pero es también importante subrayar que la caída de la masa de valor no puede ser compensada eternamente y que provoca finalmente una crisis de la acumulación del capital mismo. En las últimas décadas, una acumulación deficiente ha sido sustituida por la simulación a través de la finanza y el crédito. Ahora, esta forma de vida “bajo perfusión” del capital encontró también sus límites y la crisis del mecanismo de la valorización parece ahora irreversible.

Esta crisis no es, como algunos quieren hacer creer, una trampa de los capitalistas, para imponer medidas aun más desfavorables a los trabajadores y los beneficiarios de ayudas públicas, para desmantelar a las estructuras públicas y aumentar las ganancias de los bancos y de los super-ricos. Es cierto que algunos actores económicos logran sacar grandes beneficios de la crisis, pero esto solo significa que un pastel cada vez más pequeño se divide en porciones más grandes entre un número más reducido de competidores. Es evidente que esta crisis está fuera de control y amenaza a la supervivencia del sistema capitalista en cuanto tal.

Por supuesto, no significa necesariamente que estemos asistiendo al último acto del drama iniciado hace 250 años. Que el capitalismo haya alcanzado sus límites – en términos económicos, ecológicos, energéticos – no significa que vaya a derrumbarse de un día para otro, aunque esto no esté del todo excluido. Más bien se puede prever un largo periodo de declive de la sociedad capitalista, con unos islotes repartidos en todas partes, a veces protegidos por muros, en donde la reproducción capitalista aún funcionaría, y con amplias regiones de tierra quemada, en donde los sujetos post-mercantiles buscarían sobrevivir de cualquier forma posible. El tráfico de drogas y los que rebuscan en los basureros son dos de los rostros más emblemáticos de un mundo que reduce a los seres humanos a la condición de “desechos”, cuyo mayor problema ya no es el de ser explotados sino simplemente de resultar superfluos desde el punto de vista de la economía mercantil, sin tener la posibilidad de regresar a las formas pre-capitalistas de una economía de subsistencia, basada en la agricultura y la artesanía. Ahí donde el capitalismo y su ciclo de producción y consumo dejará de funcionar, no será posible regresar a las antiguas formas sociales. El riesgo es entrar en nuevas configuraciones que combinen los peores elementos de las formaciones sociales anteriores. Y no hay duda de que quienes vivirán en los sectores de la sociedad que aún funcionen van a defender sus privilegios con todo, con armas y técnicas de vigilancia cada vez más perfeccionadas. Como bestia agonizante, el capitalismo puede todavía causar terribles estragos, no solo desencadenando guerras y violencias de todo tipo, sino también provocando daños ecológicos irreversibles, con la diseminación de OGM, de nanopartículas, etc. Entonces, la pésima salud del capitalismo sólo es una condición necesaria para el advenimiento de una sociedad liberada; de ninguna manera es una condición suficiente, en términos filosóficos. El hecho de que la cárcel esté en llamas no nos sirve de nada si la puerta no se abre, o si se abre hacia un precipicio.

Implica una gran diferencia con el pasado: durante más de un siglo, la tarea de los revolucionarios fue encontrar cómo acabar con el monstruo. Si se lograba eso, era inevitable que el socialismo, la sociedad libre – o cualesquiera que fuera su nombre – le sucediera. Hoy, la tarea de los que una vez eran los revolucionarios se presenta de manera invertida: frente a los desastres provocados por las revoluciones permanentes operadas por el capital, se trata de “conservar” algunas adquisiciones esenciales de la humanidad y tentar de llevarlas hacia una forma superior.

Ahora ya no es necesario demostrar la fragilidad del capitalismo, el cual ha agotado su potencial histórico de evolución – y esto es una buena noticia. Otra buena noticia es que tampoco se debe de concebir la alternativa al capitalismo bajo formas que más bien lo continúan. Diría que hay mucho más claridad en lo que se refiere a los objetivos de la lucha hoy en día que hace cuarenta años. Afortunadamente, dos maneras – a menudo entrelazadas – de concebir el post-capitalismo, que dominaron durante todo el siglo XX, han perdido mucha credibilidad, aunque estén lejos de haber desaparecido. Por un lado, el proyecto de superar el mercado con el Estado, la centralización, la modernización, y de confiar la lucha para alcanzar este objetivo a organizaciones de masas dirigidas por funcionarios. Poner a trabajar a todos era la meta principal de estas formas del “socialismo real”: hay que recordar que tanto para Lenin como para Gramsci, la fábrica de Henry Ford era el modelo para la producción comunista. Es cierto que la opción estatal sigue teniendo sus adeptos, sea bajo la forma del entusiasmo con el caudillo Chavez o con el planteamiento de más intervencionismo estatal en Europa. Pero en conjunto, el leninismo en todas sus variantes ha tenido que reducir su control sobre los movimientos contestatarios desde hace treinta años, y esto es muy positivo.

La otra manera de concebir la superación del capitalismo en una forma que más bien pareciera ser su intensificación y modernización se basa en una confianza ciega en los beneficios de las fuerzas productivas y la tecnología. En ambos casos, la sociedad socialista o comunista era concebida esencialmente como una distribución más justa de los frutos del desarrollo de una sociedad industrial por lo demás ampliamente conservada. La esperanza de que la tecnología y las maquinarias vayan a resolver todos nuestros problemas ha sufrido golpes severos desde hace cuarenta años, por el nacimiento de una conciencia ecológica y porque los efectos paradójicos de la tecnología sobre los seres humanos se han hecho más evidentes. (Quisiera recordar en este lugar que Iván Illich, a pesar de las reservas que podría formular sobre algunos aspectos de su obra, ha tenido el enorme mérito de poner en evidencia estos aspectos paradójicos, y quebrantar así la fe en el “Progreso”). Si bien la creencia que el progreso tecnológico lleva al progreso moral y social ya no asume la forma de la exaltación de la siderurgia o las centrales nucleares “socialistas”, o la del elogio incondicional del productivismo, ha encontrado sin embargo una nueva vida en las esperanzas a menudo grotescas que algunos nutren a propósito de la informática y la producción “inmaterial”. Es el caso por ejemplo en ocasión del debate actual sobre la “apropiación”, al cual se ha asociado recientemente los conceptos de “commons” y de “bien común”. Es cierto que toda la historia (y la prehistoria) del capitalismo ha sido la historia de la privatización de los recursos que antes eran comunes, como lo indica el caso ejemplar de los cercamientos en Inglaterra, en los siglos XVII y XVIII. Según una perspectiva ampliamente difundida, por lo menos en el medio de la informática, la lucha por la gratuidad y el acceso ilimitado a los bienes digitales es una batalla que tiene la misma importancia histórica y sería la primera en muchos siglos que los partidarios de la gratuidad y el uso común de los recursos hayan logrado ganar. Sin embargo, los bienes digitales nunca son bienes esenciales. Puede resultar simpático disponer gratuitamente de la última música o de tal video-clip, pero los alimentos, la calefación o la vivienda no son descargables en internet. Al contrario, están sometidos a una rarefacción y a una comercialización cada vez más intensas. Compartir carpetas (file-sharing) puede ser una práctica interesante, pero no es más que un epifenómeno si se compara con la rarefacción del agua potable en el mundo o con el calentamiento climático.

La tecnofilia bajo formas renovadas parece hoy menos “pasada de moda” que el proyecto de tomar el poder y constituye quizás un obstáculo mayor para una ruptura profunda con la lógica del capitalismo. Sin embargo, propuestas como la del decrecimiento, el ecosocialismo, la ecología radical o el retorno de los movimientos campesinos en todo el mundo indican, en su heterogeneidad y con todos sus límites, que una parte de los movimientos contestatarios actuales no creen que el progreso técnico tenga la misión de llevarnos a la sociedad emancipada. Y esto es también una buena noticia...

Entonces, diría que existe actualmente una claridad más grande en cuanto a los lineamientos de una verdadera alternativa al capitalismo. Esbozos como los que se presentaron en el seminario realizado en Cideci a finales de 2009 me parecen totalmente razonables(2). Sobre todo, es muy importante no limitarse a una crítica de la sola forma ultra-liberal del capitalismo, sino de apuntar al capitalismo en su conjunto, es decir a la sociedad mercantil basada en el trabajo abstracto y el valor, el dinero y la mercancía.

Si estamos un poco más seguro de que el capitalismo está en crisis y si tenemos un poco más de claridad en lo que se refiere a las alternativas, surge la siguiente pregunta: ¿cómo llegar a ellas? No quiero plantear aquí consideraciones estratégicas o pseudo-estratégicas, sino más bien preguntarme qué clase de mujeres y de hombres podrán realizar la transformación social necesaria. Ahí es donde radica el problema. Para decirlo de entrada, podemos tener la impresión de que la verdadera “regresión antropológica” provocada por el capital, sobre todo en las últimas décadas, también ha alcanzado a quienes podrían o quisieran oponerse a él. Es un cambio mayor al cual no siempre se le da suficiente atención. La economía mercantil nació en sectores muy limitados de algunos países; posteriormente, conquistó el mundo entero a lo largo de dos siglos y medio, no solo en sentido geográfico sino también al interior de cada sociedad (a veces se llama a ese proceso “colonización interior”). Paulatinamente, cualquier actividad, cualquier pensamiento o sentimiento, adentro de las sociedades capitalistas, tomaba la forma de una mercancía o podía ser satisfecho por mercancías. Se ha descrito a menudo los efectos de la sociedad del consumo y sus consecuencias particularmente nocivas al introducirse en el contexto de sociedades tradicionales consideradas como “atrasadas” (y aquí también podría citar a Iván Illich). Es bien conocido y sobraría repetirlo aquí. Pero no se presenta con suficiente claridad el hecho de que, a causa de esta evolución, la sociedad capitalista ya no aparece dividida simplemente en dominantes y dominados, explotadores y explotados, administradores y administrados, verdugos y víctimas. El capitalismo es, de manera cada vez más visible, una sociedad gobernada por los mecanismos anónimos y ciegos, automáticos e incontrolables, de la producción de valor. Todos parecen a la vez actores y víctimas de este mecanismo, aunque por supuesto los papeles asumidos y las recompensas alcanzadas no son los mismos.

En las revoluciones clásicas, y en su punto más alto en la Revolución española de 1936, el capitalismo era combatido por poblaciones que sentían al capitalismo como una exterioridad, una imposición, una invasión. Le oponían valores, formas de vivir y concepciones de la vida humana totalmente diferentes. Aunque no hay que idealizarlas, constituían de cierta manera una alternativa cualitativa a la sociedad capitalista. Que lo hayan admitido o no, estos movimientos sacaban buena parte de su fuerza de su arraigamiento en ciertas costumbres precapitalistas: en la inclinación al don, a la generosidad, a la vida en colectivo, al desprecio de la riqueza material como fin en sí mismo, en otra percepción del tiempo... Marx tuvo que admitir al final de su vida que lo que quedaba de la antigua propiedad colectiva de la tierra en numerosos pueblos podía constituir una base para una sociedad comunista futura. Hoy, estas formas siguen existiendo, sobre todo entre los pueblos indígenas de América latina y dejo que ustedes digan si pueden formar la base de una sociedad futura emancipada, que tenga profundas raíces en el pasado. Imagino que su respuesta es sí...

Si esto constituye una luz de esperanza, hay que reconocer que significa también a la inversa que, casi en todos los otros lugares, en los países llamados “desarrollados”, en las megapolis del resto del mundo, y hasta en las zonas rurales más apartadas, los individuos sienten cada vez menos a la mercancía omnipresente como un sometimiento ajeno a sus tradiciones, sino, al contrario, como un objeto de deseo. Sus revendicaciones tienen que ver en lo esencial con las condiciones de su participación a este reino, como ya fue el caso del movimiento obrero clásico. Que sea en la forma de un conflicto salarial mediatizado por los sindicatos o de una revuelta en los suburbios, la cuestión es casi siempre la del acceso a la riqueza mercantil. Dicho acceso es generalmente necesario para poder sobrevivir en la sociedad de la mercancía, esto es indudable. Pero es igualmente cierto que estas luchas no plantean la exigencia de superar al sistema actual y crear otras maneras de vivir. De cierta manera, el individuo que pertenece a las sociedades “desarrolladas” de hoy parece más lejos que nunca de una solución emancipatoria. Le faltan las bases subjetivas de una liberación, y por lo tanto también el deseo de esta, porque interiorizó el modo de vida capitalista (competencia, éxito, rapidez, etc.). En general, sus protestas apuntan al miedo de quedar excluido de este modo de vida, o de no alcanzarlo; en muy pocas ocasiones a su mero rechazo. La sociedad mercantil agota las fuentes vivas de la imaginación entre los niños, acosados desde su más temprana edad por verdaderas máquinas para descerebrarlos. Esto es por lo menos tan grave como los recortes en las pensiones, pero no empuja a millones de personas a marchar en las calles o a asediar a los productores de videojuegos y de canales de TV infantiles.

Los movimientos de protesta que aparecen ahora en el escenario no carecen de una cierta ambigüedad. Muchas veces, la gente protesta simplemente porque el sistema no cumple sus promesas. De esta forma, se manifiestan por la defensa del status quo, o más bien del status quo ante. Veamos el movimiento Occupy Wall Street y sus propagaciones. Ahí, se responsabiliza de la crisis actual al sector financiero. Se afirma que la economía, y finalmente la sociedad en su conjunto, están dominadas par la esfera financiera. Según la crítica de la finanza, actualmente muy difundida, los bancos, los seguros, y los fondos especulativos no invierten en la producción real, pero canalizan casi todo el dinero disponible hacia la especulación que solo enriquece a los especuladores, mientras destruye empleos y crea la miseria. El capital financiero, según se dice, puede imponer su ley incluso a los gobiernos de los países más poderosos, cuando es que no prefieren corromperlos. También compran a los medios. Así, la democracia se va vaciando de toda sustancia.

Pero, ¿qué tan seguros estamos de que el poder absoluto de la esfera financiera y las políticas neoliberales que las sostienen son la causa principal de las actuales turbulencias? ¿Y si, al revés, fueran tan solo el síntoma de una crisis mucho más profunda? Lejos de ser un factor que perturba una economía en sí misma sana, la especulación es lo que ha permitido mantener durante las últimas décadas la ficción de la prosperidad capitalista. Sin las muletas ofrecidas por la financiarización, la sociedad de mercado ya se habría derrumbado, con sus empleos y también con su democracia. Lo que se anuncia detrás de las crisis financieras es el agotamiento de las categorías de base del capitalismo: mercancía y dinero, trabajo y valor.

Frente al totalitarismo de la mercancía, no podemos limitarnos a gritar a los especuladores y otros grandes ladrones: “Devuélvenos nuestro dinero”. Más bien es necesario entender el carácter altamente destructor del dinero, de la mercancía, y del trabajo que los produce. Pedir al capitalismo que se sanee, para lograr una mejor repartición y volverse más justo, es una ilusión. Los cataclismos actuales no se deben a una conjuración de la fracción más codiciosa de la clase dominante; son más bien la consecuencia inevitable de los problemas que desde siempre son parte de la naturaleza misma del capitalismo. Vivir a crédito no es una perversión corregible, sino algo como un último estertor para el capitalismo y todos los que viven en este sistema.

Ser conscientes de todo esto permite evitar las trampas del populismo que pretende liberar a “los trabajadores y los ahorradores honestos” (vistos como simples víctimas del sistema) del dominio de un mal personificado por la figura del especulador. Salvar al capitalismo atribuyendo todos sus errores a la actuación de una minoría internacional de “parásitos”: esto ya se ha visto antes en Europa.

La única opción es una verdadera crítica de la sociedad capitalista en todos sus aspectos, y no solo del neoliberalismo. El capitalismo no es únicamente el mercado: el Estado es su otra cara (al mismo tiempo que este está estructuralmente sometido al capital). El Estado nunca puede ser un espacio público de decisión soberana. Incluso en cuanto binomio Estado-Mercado, el capitalismo no es, o ya no es, una mera coacción que se impone desde fuera a unos sujetos siempre refractarios. Desde hace mucho tiempo, el modo de vida que ha creado el capitalismo pasa casi por doquier por altamente deseable y su fin posible por una catástrofe. Invocar a la “democracia” (incluso “directa” o “radical”) no sirve para nada si los sujetos a los que se pretende restituir su voz son unos reflejos del sistema que los contiene.

Es por esto que la consigna “Somos el 99%”, que según se dice ha sido inventada por un ex publicitario pasado a la anti-publicidad (adbusters), Kalle Lasn, y que los medios consideran como “genial”, me parece delirante. ¿Bastaría con liberarse del dominio del 1% más rico y más poderoso de la población para que todos los demás vivieramos felices? Entre estos “99%”, ¿cuántos pasan horas frente a su televisión, explotan a sus empleados, roban a sus clientes, estacionan a su carro en la banqueta, comen en McDonald's, pegan a su mujer, dejan a sus niños jugar con videjuegos, hacen turismo sexual, gastan su dinero comprando ropa de marca, consultan a sus celulares cada dos minutos, es decir son parte integrante de la sociedad capitalista? Herbert Marcuse ya había definido con mucha claridad la paradoja, el verdadero círculo vicioso de cualquier empresa de liberación (el cual, desde entonces, no dejó de profundizarse): los esclavos ya tienen que ser libres para alcanzar su liberación.

Algunos podrán considerar que estas críticas son excesivas, poco generosas o incluso sectarias. Se dirá que lo importante es que la gente por fin vuelva a moverse, a protestar, que abran los ojos. Que luego van a profundizar las razones de su rebelión; que su grado de consciencia va a elevarse. Es posible y de hecho nuestra salvación depende de esto. Pero, para llegar a este punto, es indispensable criticar todo lo que hay que criticar en estos movimientos, en lugar de correr detrás de ellos. No es cierto que cualquier oposición, cualquier protesta, es en sí misma una buena noticia. Con los desastres que se van a producir en cadena, con las crisis económicas, ecológicas y energéticas que van a profundizarse, es absolutamente seguro que la gente va a rebelarse en contra de lo que le suceda. Pero toda la cuestión es saber cómo van a reaccionar: pueden ponerse a vender droga, enviar a sus esposas a prostituirse; pueden robar las zanahorias orgánicas cultivadas por un campesino o enrolarse en una milicia; pueden organizar una inútil masacre de banqueros o dedicarse a la caza a los migrantes. Pueden limitarse a organizar su propia supervivencia en medio de la debacle. Pueden adherir a movimientos fascistas y populistas, que designan unos culpables a la venganza popular. O, al contrario, pueden luchar para la construcción colectiva de una mejor manera de vivir sobre las ruinas dejadas por el capitalismo. No todo el mundo se va a precipitar sobre esta última opción; incluso sigue siendo la más difícil. Si atrae demasiado poca gente, quedará aplastada. Entonces, lo que podemos hacer hoy, es esencialmente esto: obrar para que las protestas que de cualquier modo no dejarán de surgir, tomen las decisiones apropiadas. Sin lugar a dudas, la presencia de rasgos procedentes de las sociedades precapitalistas puede ampliamente contribuir a la construcción del buen camino.
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Notas:
1) « ¿Se volvió obsoleto el dinero? », La Jornada, 23 de diciembre de 2011.
2) Me refiero en particular a la ponencia de Jérôme Baschet, « Anticapitalismo/postcapitalismo ».
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)

Aquitania
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Aquitania » 06 Ago 2012, 17:24

Sobre todo en la primera parte, me parece un texto interesante, como todos los de Jappe. Hacia el final, y sobre todo en su valoración del eslogan del 99% y la comparación con las revoluciones obreras anteriores (especialmente el 36), me parece que esta vez ha patinado un poco. No conozco el movimiento Occupy de primera mano, claro, pero como lo de somos el 99% también se ha propagado bastante desde el 15M, eso sí me pilla más cerca.

Lo primero:
Pero toda la cuestión es saber cómo van a reaccionar: pueden ponerse a vender droga, enviar a sus esposas a prostituirse; pueden robar las zanahorias orgánicas cultivadas por un campesino o enrolarse en una milicia; pueden organizar una inútil masacre de banqueros o dedicarse a la caza a los migrantes. Pueden limitarse a organizar su propia supervivencia en medio de la debacle. Pueden adherir a movimientos fascistas y populistas, que designan unos culpables a la venganza popular. O, al contrario, pueden luchar para la construcción colectiva de una mejor manera de vivir sobre las ruinas dejadas por el capitalismo.
Veo difícil que pase eso en entornos Occupy o 15M o similares (hay bastantes puntos en común en estos diferentes movimientos de protesta en todo el mundo) precisamente por su funcionamiento, por los discursos que se priorizan... Creo que hacía falta analizar un poco la globalidad de los entornos políticos donde se da esa consigna del 99%, un poco como hizo Jappe con el decrecimiento (ahí sí me parece que acertó a dilucidar lo positivo y negativo bastante bien).

Señalar el riesgo de quedarse sólo en denunciar la especulación financiara y el ciclo especulativo actual del capitalismo y no el capitalismo en sí mismo, como hace mucha gente que participa en estos movimientos (no toda ni los movimientos en general, eso es erróneo, ya que muchas personas y grupos que enarbolan la consigna del 99% sí la acompañan de una crítica global al capitalismo) me parece acertado, y es un tema de discusión necesario, y que al menos en algunos entornos del 15M, por ejemplo, se está dando (por análisis que he leído, también en los Occupy).

Pero lo de robar las zanahorias orgánicas del pobre campesino, precisamente en movimientos que han sido tan criticados por "hippies" ("perroflautas" en su versión hispánica :D )... eso ya es pasarse. Y lo de "enviar a sus esposas a prostituirse" un poco también, no?

Y lo de cazar migrantes, al menos en lo que me toca de cerca... en el estado español al menos, la preocupación por los temas de migración ha sido bastante alta en la mayoría de espacios. Claro que en cualquier movimiento más amplio estos debates se recrudecen (igual que en cualquier movimiento obrero de los años 10, 20 o 30, que la actitud de una buena parte de obreros politizados hacia sus mujeres no era precisamente un lecho de rosas :roll: ).
¿Bastaría con liberarse del dominio del 1% más rico y más poderoso de la población para que todos los demás vivieramos felices? Entre estos “99%”, ¿cuántos pasan horas frente a su televisión, explotan a sus empleados, roban a sus clientes, estacionan a su carro en la banqueta, comen en McDonald's, pegan a su mujer, dejan a sus niños jugar con videjuegos, hacen turismo sexual, gastan su dinero comprando ropa de marca, consultan a sus celulares cada dos minutos, es decir son parte integrante de la sociedad capitalista? Herbert Marcuse ya había definido con mucha claridad la paradoja, el verdadero círculo vicioso de cualquier empresa de liberación (el cual, desde entonces, no dejó de profundizarse): los esclavos ya tienen que ser libres para alcanzar su liberación.
Lo primero que diría es que el discurso único no es que "baste con liberarse del dominio del 1%", esa crítica también la he escuchado aquí en Spain y no la entiendo. Si eso fuera así, no se puede entender buena parte del trabajo político que se está haciendo desde estos movimientos.

Y coincido en el problema (auqnue no soy fan de lso análisis de Marcuse), pero es que muchas de las críticas que hace las podríamos encontrar en periódicos anarquistas de lso años 20 señalando los problemas de la vida obrera... causados por el capitalismo, sí (y no todos), pero estar estaban, y sin embargo fueron esos obreros imperfectos y en parte alienados los que hicieron la revolución del 36...

Los obreros afiliados a sindicatos como la CNT no pasarían horas frente a la televisión, pero sí muchos en las tabernas bebiendo o jugando (aspecto a menudo denunciado por el anarquismo), no creerían las mentiras de la televisión pero tal vez sí el sermón del cura, lo de pegar a su mujer en fin, no harían turismo sexual porque no viajaban pero bien que se irían algunos de putas tan alegremente (por otra parte, hay que tener en cuenta que era un tema controvertido, puesto que las prostitutas también estaban afiliadas al sindicato y ellas querían seguir trabajando...) Claro que eso no se obviaba, pero se hacían consignas sobre la clase obrera en general...

Y esa forma de vida no se daba sólo en las ciudades, también en el campo precapitalista había prostitución y otros problemas sociales.

Por supuesto estoy de acuerdo con que tener en cuenta los rasgos de sociedades precapitalistas es útil para esbozar una salida, y necesario.

En cuanto a la conclusión final:
Entonces, lo que podemos hacer hoy, es esencialmente esto: obrar para que las protestas que de cualquier modo no dejarán de surgir, tomen las decisiones apropiadas.
Ya, pero yo hoy por hoy no veo otra forma de hacerlo que participando en ellas. Y si participas en ellas te van a venir con los argumentos que se esbozan anteriormente: sí, y para qué estáis ahí sí esto es un movimiento que blabla y blublu. Es una pescadilla que se muerde la cola. A no ser que alguien invente una forma de teledirigir a las masas e implantarles un chip libertario en el cerebro para que dejen de comer en MacDonalds y no se les ocurra enviar a "sus mujeres" a prostituirse.

Y tampoco creo que sea cuestión de erigirnos como "vanguardia" consciente de nada, porque tal vez hay un interés más sincero en buscar alternativas reales en mucha de esa gente "equivocada" que en otros militantes muy conscientizados pero que podemos estar más perdidos que una vaca en un garaje, y más desposeídos de la comunidad que nadie...

En fin, disculpad el exabrupto, de vez en cuando me toca :D
Tienen una bandera negra,
a media asta sobre la esperanza.
(Léo Ferré)

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AXIONDIREKTA
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por AXIONDIREKTA » 06 Ago 2012, 17:59

Yo no entendí que Jappe insinuara que el 15M o el movimiento "Occupy" se pudieran transformar ellos mismos en la base para un populismo fascista, o que fueran específicamente sus integrantes quienes partieran a robar las zanahorias de los huertos orgánicos y mandaran a sus esposas a prostituirse en caso de crisis. Me parece que señala estas posibilidades de manera general, para toda la sociedad integrada al capitalismo y que se desmoronaría junto a él.
Aquitania escribió:Señalar el riesgo de quedarse sólo en denunciar la especulación financiara y el ciclo especulativo actual del capitalismo y no el capitalismo en sí mismo, como hace mucha gente que participa en estos movimientos (no toda ni los movimientos en general, eso es erróneo, ya que muchas personas y grupos que enarbolan la consigna del 99% sí la acompañan de una crítica global al capitalismo) me parece acertado, y es un tema de discusión necesario, y que al menos en algunos entornos del 15M, por ejemplo, se está dando (por análisis que he leído, también en los Occupy).
Pero está bien que así sea, y eso es lo que propone explícitamente el texto, por ejemplo cuando afirma:
Algunos podrán considerar que estas críticas son excesivas, poco generosas o incluso sectarias. Se dirá que lo importante es que la gente por fin vuelva a moverse, a protestar, que abran los ojos. Que luego van a profundizar las razones de su rebelión; que su grado de consciencia va a elevarse. Es posible y de hecho nuestra salvación depende de esto. Pero, para llegar a este punto, es indispensable criticar todo lo que hay que criticar en estos movimientos, en lugar de correr detrás de ellos.
Igual yo no conozco directamente ninguna de estas dos experiencias que se ponen como ejemplo, pero sí otras relacionadas a movimientos reivindicativos masivos, en los que algunos "grupos revolucionarios" prefieren seguir inflando consignas ambiguas en lugar de aportar claridad, de intentar desarrollar en el mismo proceso una crítica unitaria. Y Jappe indica cuales serían esos aspectos en los cuales hay que profundizar, por ejemplo demostrar como falsos aquellos análisis que culpabilizan a ciertos sectores del capitalismo por las crisis (o por inventarlas) en base a su ambición, o aquello de contraponer lo estatal a lo privado.

Es cierto también lo que dices sobre el hecho de que fueron seres humanos imperfectos quienes protagonizaron históricos procesos revolucionarios, pero en ello hay que constatar también que muchas de esas "imperfecciones" fueron límites importantes para un desarrollo positivo para las experiencias, y que deben ser superados en las luchas actuales y futuras.

Y bueno, este texto no trata específicamente sobre el movimiento "occupy" o el 15M, sólo toma algunos de sus rasgos más publicitados y los critica. Para matizar en torno a lo que pasa en USA, este texto es un aporte: El despertar en América(Ken Knabb)
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)

Aquitania
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Aquitania » 06 Ago 2012, 18:30

Ya. Yo no entendí exactamente que llamara a esos movimientos "la base", pero tampoco creo que habla de manera tan general: luego responde a quien dice que "lo importante es que la gente se mueva". Y luego justifica las críticas. Por tanto, entiendo que las críticas las hace a quienes se están moviendo, no a todos, no?
Igual yo no conozco directamente ninguna de estas dos experiencias que se ponen como ejemplo, pero sí otras relacionadas a movimientos reivindicativos masivos, en los que algunos "grupos revolucionarios" prefieren seguir inflando consignas ambiguas en lugar de aportar claridad, de intentar desarrollar en el mismo proceso una crítica unitaria.
Ya, pero es que el proceso de estas experiencias "nuevas" es bastante diferente (para lo bueno y para lo malo) de otros movimientos reivindicativos masivos anteriores, o contemporáneos.
Es cierto también lo que dices sobre el hecho de que fueron seres humanos imperfectos quienes protagonizaron históricos procesos revolucionarios, pero en ello hay que constatar también que muchas de esas "imperfecciones" fueron límites importantes para un desarrollo positivo para las experiencias, y que deben ser superados en las luchas actuales y futuras.
Ya, seguro que esas "imperfecciones" fueron un límite, pero creo que en general la institución de un poder "director" de las revoluciones (muchas veces autojustificado en esa "incapacidad revolucionaria" de las masas) frenó bastante más.

Ah! Y en lo de la defensa del estado, o más bien la exigencia al estado de determinadas garantías sociales, tampoco es que se pueda poner a los del 36 como ejemplo maravilloso... que bien que venían de un movimiento que hizo reivindicaciones al estado.

Ah por cierto... das de paso una clave que creo que es un poco lo que hace estar "más de uñas":
Y bueno, este texto no trata específicamente sobre el movimiento "occupy" o el 15M, sólo toma algunos de sus rasgos más publicitados y los critica.
Más publicitados... en los medios de comunicación masivos. Me parece más un juicio que se puede sacar a partir de una imagen mediática (por lo que respecta a consignas del tipo "somos el 99%") que a partir de la realidad.

Y el texto no trata sólo de eso, pero todo lo que yo he comentado (ya digo que con lo demás estoy de acuerdo) es la parte que empieza con "los mopvimientos de protesta actuales". Entiendo que lo que sigue habla de ellos.
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Aquitania » 06 Ago 2012, 18:47

Ah por cierto... no decía lo de las "imperfecciones" en el sentido de disculparlas, sino porque no me cuadra demasiado esa visión (que he leído a varios autores) según la cual la revolcuión del 36 fue posible y una hipotética de ahora sería mucho más difícil porque entonces "vivían fuera" de los males del capitalismo y ahora somos todos una masa de borregos con el capitalismo interiorizado...

Si juzgamos que los movimientos que hoy en día reivindican salarios, sanidad, educación, etc lo hacen sólo por miedo a ser excluidos, desde un capitalismo totalmente interiorizado, etc. no hay motivo para no considerar que en los años 20 también fuera así... creo.
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por libertas » 07 Ago 2012, 03:01

Si juzgamos que los movimientos que hoy en día reivindican salarios, sanidad, educación, etc lo hacen sólo por miedo a ser excluidos, desde un capitalismo totalmente interiorizado, etc. no hay motivo para no considerar que en los años 20 también fuera así... creo.
Totalmente de acuerdo con Aquitania. Puede que cierta cercanía con las formas de solidaridad pre-capitalista influyera en el movimiento obrero del sur de Europa a principios del siglo pasado, pero en conjunción con la idea de construir bienestar social y desarrollo. Eran como todo el movimiento obrero, para bien o para mal productivistas y centrados en la ampliación del bienestar (seguramente para mal lo primero en la medida en que no se someta a lo segundo). Eso puede ser corregido en relación a las experiencias históricas, pero pretender construir resistencia sin partir de cierta "dialéctica" del descontento y la carencia que se centre en la demanda más o menos inmediata de bienestar, estabilidad y justicia distributiva (además de demandas de libertad, creatividad o construcciones filosóficas complejas sobre la inviabilidad a largo plazo del capitalismo) se me ocurre complejo. He ahí el tema de la paradoja de Marcuse, en Marx se trata de un proceso de transformación que consiste en la experiencia de un sujeto histórico: a clase obrera. Por más que seamos menos hegelianos al interpretar lo que esto quiere decir, hay que seguir viendo esto desde una dimensión praxiológica: la teoría revolucionaria sólo tiene sentido en relación de simultaneidad con la práctica revolucionaria y la lucha social en general. "Las tesis sobre Feuerbach" nunca pasan de moda.

El asunto donde más flojean los "críticos del valor" es que son excesivamente críticos con el movimiento obrero histórico, y tienen, como Adorno, una concepción del fetichismo como un problema imposible de solucionar a partir del empoderamiento progresivo de la clase trabajadora. Jappe no insiste tanto en esto, pero lo principal del análisis del marxismo que hace su mentor, el recientemente fallecido Robert Kurz, (que tiene cosas interesantes por otro lado) es el rechazo de la lucha de clases como un factor relevante. Es interesante hablar de la incompatibilidad del capitalismo con determinados estadios de desarrollo como factor inevitable de su declive, pero de ahí a sostener que la lucha práctica por mejorar los estandares de vida es totalmente interior al sistema y no tiene nada que ver con el anticapitalismo hay un trecho. Las masas dejan de ser masas, es decir dejan de borreguiles, a partir de la acumulación de experiencias de lucha y en correlación con victorias y derrotas en conflictos específicos. En la visión del fetichismo que estos tíos proponen parece que fueran los teóricos avispados, ayudados de las propias dificultades del capitalismo "muerto en vida" y próximo al colapso, los que vayan a despertar a la "princesa-humanidad" de su sueño con un besito. En este texto el mismo Jappe se corrige un poco diciendo que a lo mejor la evolución de la lucha acaba iluminando a los movimientos, pero lo que principalmente habría que cuestionarle es cierta apuesta por hacer de teórico sabelotodo de salón en lugar de implicarse en el trato directo con los movimientos sociales. Parece que le interesara más señalar elegantemente los errores a ajenos que sumar a proyectos colectivos de construcción política.

Mención aparte (y un poco fuera de tema) su preocupación por los niños y los videojuegos (lo menciona dos veces). Ese rollo crítico elevado de la industria cultural mezclado con cierto alarmismo a la "¡alguien va a pensar en los niños!", me sobra. No creo que haya problemas con que los niños accedan a según que videojuegos, sobre todo si la educación que reciben es adecuada en otros aspectos. Sino al final promoveremos padres que acaban criando unos amargados que no pueden hacer nada porque todo es alienante y está hecho para lavarles la cabeza (que aunque pueda ser verdad, es relativo y controlable), y a los que se les hace tragar libros de Marx y Guy Debord por las orejas en cuanto cumplen 15 años. Seguramente la manera más fácil de criar un reaccionario por despecho a un padre pedante e intelectualoide.

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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Aquitania » 07 Ago 2012, 11:42

Puede que cierta cercanía con las formas de solidaridad pre-capitalista influyera en el movimiento obrero del sur de Europa a principios del siglo pasado, pero en conjunción con la idea de construir bienestar social y desarrollo. Eran como todo el movimiento obrero, para bien o para mal productivistas y centrados en la ampliación del bienestar (seguramente para mal lo primero en la medida en que no se someta a lo segundo).
Bueno, ya que hablábamos de 1936, yo en el caso del movimiento libertario no lo veo exactamente así, como tampoco fue así en el socialismo utópico, por ejemplo, en su conjunto (y en el caso de movimientos marxistas habría que ver si esa creencia en el desarrollo y el productivismo era en general de las bases o más bien de sus teóricos).

Por ejemplo, uno de los autores más leídos en los movimientos obreros ibéricos de principios del XX era Reclus... no precisamente partidario del desarrollo tal y como lo entiende el capitalismo, ni de la ampliación del bienestar entendido como consumo (de hecho, en general yo no lo veo sentido a identificar las luchas obreras por la subsistencia, educación, trabajo, bajada de precios de productos básicos, etc. de principios del siglo XX con la defensa de una sociedad de consumo porque la entrada de una parte de las clases trabajadoras occidentales en la sociedad de consumo, la institucionalización de la sociedad de masas, la publicidad, etc. son posteriores).

O sea, que depende de cómo se entienda el término productivismo. Si se entiende como "producir para satisfacer las necesidades de todos" sí, pero esas necesidades que se reivindicaban eran en general las básicas... ahí no se puede establecer exactamente una comparación con la situación actual.

Mi crítica iba más bien a considerar que :

-Reacción ante protestas masivas que tienen como punto común la reivindicación de salarios, necesidades básicas como sanidad, educación, etc. como defensoras de un "statu quo" o simplemente expresión del miedo a la exclusión con el argumento de que muchas de las personas que participan en ellas no desarrollan una crítica profunda al sistema y a la forma de vida en sí ni una práctica (estilo de vida) acorde con un movimiento revolucionario, y se mueven sólo por el riesgo de ser excluidos, o por la voluntad de salir de esa exclusión.

Ahí sí pienso que se podría extender esa crítica, si nos ponemos cínicos, casi a cualquier revuelta o revolución habidas o por haber (de hecho, un argumento parecido aunque inverso se ha utilizado también para devaluar revueltas precapitalistas, considerando que los campesinos medievales que se rebelaban, por ejemplo, no tenían una voluntad de cambio real sino sólo de reivindicación de condiciones más justas o queja ante los excesos individuales de un determinado señor, estaban totalmente dominados por la religión, etc.)

-Consideración de que eslóganes del tipo "somos el 99%" (que se refiere al hecho de que la mayoría de la riqueza está en manos de un 1% de la población mundial) no son válidos porque una parte importante de ese 99% hace todas esas cosas desdeñables y etc.

Releyendo el texto, quizá sea lo que dice Akxiondirekta, que no se refiere a quienes participan en estos nuevos movimientos sino a la población en general... pero entonces le veo menos sentido aún teniendo en cuenta el contexto (y el discurso) con el que surgió y se propagó ese lema, que no es precisamente el de defender el modo de vida capitalista, el consumismo y los valores de la sociedad actual... Ahí habría quye ver qué es el movimiento Occupy, cómo funciona y qué otros discursos se dan.

Creo que la cuestión central es lo que señala libertas: cuestionar la validez de los análisis de clase. Y es ahí donde creo que sí puede haber paralelismos, salvando las muchísimas diferencias, con las reivindicaciones de "clase obrera" de los movimientos de principios de siglo.

Por supuesto de pueden hacer otras objeciones a la consigna del 99% desde una perspectiva de clase, pero Jappe no entra ahí, sino a señalar que no basta que esa sociedad se libre de los enemigos de clase (en este caso el 1% a quien se acusa) para alcanzar una "situación utópica". Y yo a eso pienso, nos ha fastidiado mayo con sus flores, pues claro. Lo mismo decían los anarquistas de los años 30, que hace falta una revolución personal, de valores, etc. (digo los anarquistas porque sigo en el panorama "36"). Pero eso no les quitaba para dar discurso de clase...
Eso puede ser corregido en relación a las experiencias históricas, pero pretender construir resistencia sin partir de cierta "dialéctica" del descontento y la carencia que se centre en la demanda más o menos inmediata de bienestar, estabilidad y justicia distributiva (además de demandas de libertad, creatividad o construcciones filosóficas complejas sobre la inviabilidad a largo plazo del capitalismo) se me ocurre complejo.
A mí también.
pero lo que principalmente habría que cuestionarle es cierta apuesta por hacer de teórico sabelotodo de salón en lugar de implicarse en el trato directo con los movimientos sociales. Parece que le interesara más señalar elegantemente los errores a ajenos que sumar a proyectos colectivos de construcción política.
coincido con este análisis, y si comentar el texto me interesa es más bien porque creo que esta actitud es frecuente en entornos políticos radicales, y que en la práctica no resulta demasiado útil para relacionarse (en el mejor de los casos, porque, seamos realistas, más bien se suele utilizar como excusa para mantenerse al margen) con prácticamente ningún movimiento, y menos estos nuevos movimientos de protesta a los que alude. Más que nada porque creo que para interaccionar en estos movimientos, que son nuevos y cambiantes, y complejos, hace falta un cierto análisis previo. Cierto que puede parecer que basta con fijarse en lso aspectos más publicitados (por los mass media), pero bien que solemos enfadarnos los anarquistas cuando se nos trata como vándalos destructores de todo sin ninguna idea de cómo puede funcionar la sociedad, sin ganas de trabajar... y esos son los aspectos del espectro libertario más publicitados, no? :D
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por libertas » 07 Ago 2012, 13:45

Por ejemplo, uno de los autores más leídos en los movimientos obreros ibéricos de principios del XX era Reclus... no precisamente partidario del desarrollo tal y como lo entiende el capitalismo, ni de la ampliación del bienestar entendido como consumo (de hecho, en general yo no lo veo sentido a identificar las luchas obreras por la subsistencia, educación, trabajo, bajada de precios de productos básicos, etc. de principios del siglo XX con la defensa de una sociedad de consumo porque la entrada de una parte de las clases trabajadoras occidentales en la sociedad de consumo, la institucionalización de la sociedad de masas, la publicidad, etc. son posteriores).
En eso seguramente tengas razón, yo señalaba con la referencia al "productivismo" que a principios de siglo pasado tanto el anarquismo como el marxismo tendían a un positivismo que veía el avance de las fuerzas productivas como un paso hacia la construcción del socialismo (de Reclus no tengo ni idea). Cosa que no tiene porque estar mal del todo. La sociedad de consumo propiamente no existía en la España de esa época, está claro. Pero la ampliación de los objetos de consumo que tienes disponibles no es un mal en sí mismo, de hecho es un objetivo lógico en sociedades donde muchos pasan verdaderas penurias. Y ojo, yo tampoco creo que esté mal que la sociedad amplíe sus niveles de consumo más allá de las necesidades, siempre y cuando eso no implique explotación y tragedia ecológica. Osea, no voy a ir por ahí diciendo: "que jodido cabrón consumista, tu quieres poder irte de cañas, ir al cine y comprar libros, y tener ADSL, y hacer viajes de vez en cuando... ¡Burgués!" (A mi me gustaría poder darme todos esos gustos si es posible). Luchar porque los trabajadores puedan darse ciertos gustos no es defender el consumismo, me parece a mi.
Reacción ante protestas masivas que tienen como punto común la reivindicación de salarios, necesidades básicas como sanidad, educación, etc. como defensoras de un "statu quo" o simplemente expresión del miedo a la exclusión con el argumento de que muchas de las personas que participan en ellas no desarrollan una crítica profunda al sistema y a la forma de vida en sí ni una práctica (estilo de vida) acorde con un movimiento revolucionario, y se mueven sólo por el riesgo de ser excluidos, o por la voluntad de salir de esa exclusión.
Claro. Como tu dices no existen precedentes históricos de intento de revolución alguno que no se haya hecho sobre todo en nombre de las condiciones de vida materiales (en el sentido más prosaico, en el otro soy de los que creen que cualquier cambio en las condiciones de vida sería un cambio material), con excepción tal vez de Mayo del 68 o algún otro movimiento contracultural estudiantil del mundo desarrollado.

Yo tengo claro que dentro del 99% por ciento hay muchos enemigos reaccionarios, y prefiero toda la vida hablar de "lucha de clases" que de "los de arriba contra los de abajo", también tengo claro la lucha no es sólo redistributiva sino por una forma de vida distinta, pero es que Jappe parece que quisiera que antes de hacer cualquier tipo de lucha social práctica todo el mundo leyera a saco a Marx, a Debord y a sus colegas de Krisis y sacara las mismas conclusiones que él.

Al final es que habría que decirle (ojo que no es una reivindicación del vanguardismo) como me suena que le dijo Lenin a otro bolchevique que despreciativamente le espeto: "¿con estos piensas hacer la revolución?", "¿es que tienes otros mejores?". Que vaya Jappe y se pase por una asamblea a decirle a la gente que son unas marionetas inútiles presas del fetichismo, seguro que todo el mundo lo recibe genial y entienden a la primera todos sus argumentos. Para mi está bien ser críticos e intentar radicalizar los movimientos, pero hay que confluir e intentar acompañarnos entre todos en la evolución de nuestras ideas. Al final saldrá lo que saldrá, pero esa es la historia del mundo, lo que se construye entre muchos nunca se hace completamente a gusto de nadie. Yo prefiero mantener alguna esperanza en que quepa la posibilidad de que coja fuerza una corriente que provoque algún cambio decididamente anticapitalista y antijerárquico en el contexto de esta crisis. De momento el 15M no ha evolucionado mal desde el punto de vista ideológico, me parece a mi.

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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por AXIONDIREKTA » 07 Ago 2012, 17:22

Es que yo no veo que este texto en particular abogue por pasar de todo y criticar elegantemente el reformismo o borreguismo de las masas, sin intentar comprender sus orígenes, dinámicas, organización, etc., ni que su autor intente quedar ante la historia como un lúcido teórico que anticipó la derrota del proletariado en determinado contexto.

Más allá de lo que hasta ahora parece generar acuerdo entre los aquí presentes (rechazo a la "tecnofilia", comprensión del cambio revolucionario como construcción de una comunidad cualitativamente distinta a la actual -y no sólo "más justa"-, rescate de ciertas características "comunistas" de sociedades pre-capitalistas), me parece crucial explicitar la necesidad de criticar todo lo criticable de determinados movimientos o experiencias de lucha, siendo parte integral de los mismos (en un sentido general, no sólo de participación directa pues, obviamente, nadie puede estar al mismo tiempo, a no ser que sea uno de esos "profesionales revolucionarios", en las revueltas griegas, en las ocupaciones gringas y en 15M). Y esto para poder aportar a su autosuperación, a su desarrollo revolucionario. Lo que Jappe dice es que protestas masivas, frente al panorama de crisis mundial del capital, van a surgir más allá de la voluntad de las minorías revolucionarias. Y que este hecho obvio no es por sí mismo motivo suficiente ni para alegrarse ni para promover ambiguamente su simple propagación, sin intentar profundizar en el desarrollo de sus contenidos y de las formas coherentes (prácticas, organizativas) que lo expresen. Y en esto último debe enfocarse la agitación revolucionaria.

Lo que pasa es que cuando se tiene tanto miedo a expresar estas críticas, es porque, de una u otra forma, se parte desde una posición exterior, vanguardista, para comprender estos procesos e intentar proyectarlos; O se cree en una suerte de "espontaneísmo" en el que el propio desarrollo de las experiencias irá generando las soluciones a los límites que se enuncian, y por tanto nuestra acción será solamente "acompañar" ese desarrollo, intentando no espantar a la gente con teoría "radical" (lo que muestra la percepción que se tiene de los límites teóricos/prácticos de las "masas"), o derechamente se asume que las capacidades proletarias no pueden dar más que una conciencia "reivindicativa-reformista", y lo importante para las minorías revolucionarias (marxistas o anarquistas) sería ganar prestigio, promover consignas aparentemente masivas y obtener gracias a ello influencia sobre el movimiento, y así poder conducirlo y asegurar que siga un camino correcto.

Como aclaración, Jappe si enuncia críticas directas al 15M y movimiento "Occupy", pero cuando habla al final acerca del "cómo" reaccionaría la "gente" frente a los escenarios de crisis venideros, enunciando el enrolamiento en movimiento fascistas, la caza de inmigrantes, la venta de drogas, prostitución, etc., en este caso sí habla de la sociedad en general.

Por otro lado, en el sentido de profundizar el contenido de las luchas, retomar la "crítica del valor" me parece esencial, aún cuando a ratos pueda adolecer de lo que indica Libertas.
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)

Aquitania
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Aquitania » 07 Ago 2012, 21:34

Cuando enuncias las razones del miedo a expresar esas críticas, lo dices por libertas o por mí? Por nuestros comentarios? Yo no creo haber planteado un miedo a las críticas, sencillamente es que las de Jappe en este caso no me parecen acertadas. Sí creo en plantear críticas, lo hago cotidianamente en mis asamblea y en los espacios en que participo.
O se cree en una suerte de "espontaneísmo" en el que el propio desarrollo de las experiencias irá generando las soluciones a los límites que se enuncian, y por tanto nuestra acción será solamente "acompañar" ese desarrollo, intentando no espantar a la gente con teoría "radical" (lo que muestra la percepción que se tiene de los límites teóricos/prácticos de las "masas"),
Yo no lo veo así exactamente. Ideas radicales, las hay ya en el seno de esos movimientos masivos (las hay en el Occupy y en el 15M). Radicales en el sentido de atacar a la raíz del capitalismo. Y no vienen de "minorías revolucionarias" (o bien consideramos "minorías revolucionarias" a algunos sectores de estos movimientos). Y no veo qué hay de malo que nuestra acción sea acompañar ese desarrollo. No es una cuestión de no "espantar" a la gente con teoría radical, pero tampoco veo lógico aparecer en asambleas donde se está hablando de la necesidad de cambiar de sistema (aunque no haya un acuerdo sobre a que tipo de funcionamiento político y económico ir exactamente) con un discurso de "cuidado, como sois gente normal y no una minoría revolucionaria, debéis escuchar a gente como yo que sabemos bien cu´ñal es el problema del capitalismo, vosotros sólo estáis por pequeñas reformas y pedís que la explotación siga..." Antes al menos habrá que ver si realmente están sólo por pequeñas reformas o por defender sólo sus intereses no?

Yo no veo espontaneísmo ninguno en que la teoría y la práctica vayan complementándose mutuamente y la teoría vaya surgiendo de la práctica y enriqueciéndose. Así es como funcionó el movimiento libertario siempre, era espontaneísta?
o derechamente se asume que las capacidades proletarias no pueden dar más que una conciencia "reivindicativa-reformista", y lo importante para las minorías revolucionarias (marxistas o anarquistas) sería ganar prestigio, promover consignas aparentemente masivas y obtener gracias a ello influencia sobre el movimiento, y así poder conducirlo y asegurar que siga un camino correcto.
Tampoco es lo que aquí nadie está planteando. D
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Jorge. » 07 Ago 2012, 23:08

Podemos estar asistiendo a la caída del capitalismo moderno, o no. Podemos estar ante un cambio social, o no. Pero lo que venga después, puede ser más capitalismo. Existe desde el 1500 por lo menos, y nada garantiza que no renazca de una manera menos ostentosa.

Si queremos influir en los acontecimientos, no se me ocurre nada mejor que estar organizados y estar metidos en movimientos de masas, de haberlos. Siendo conscientes de que ahí no van a pasar solo cosas que nos gusten. Lo del "valor" ese no lo pillo

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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por libertas » 07 Ago 2012, 23:09

Claro, no es eso lo que decimos. Está lleno de gente con ideas radicales y se expresan. En lo ámbitos del 15M donde la gente coincide de forma permanente ya sabemos todos de que pie cojea cada cual. Pero de lo que se trata es de que se confluir en acciones y posiciones concretas de forma que se pueda avanzar terreno en común. No se trata de morderse la lengua, sino de saber que es un terreno plural en el que buscar posiciones de consenso tanto en objetivos, como en estrategias. Nadie dice que se trate de ir comiéndole la oreja a los reformistas-masa a partir de eslóganes más tragables. Sino al revés, e tema es ir generando prácticas entre todos con capacidad de abrir algo de paso entre la mierda en la que estamos empantanados. Porque incluso a lo mejor hay gente "blanda" y "rerformista" que no son ningunos tontos y te pueden enseñar un par de cosas.

A mi me parecen interesantes los análisis de los "críticos del valor", pero parten de la base de que tienen la verdad revelada en "El Capital" y "Los Grundrisse" y nadie les va enseñar nada, yo no lo tengo tan claro. Entonces como no tengo tan claro que mis posturas sean las válidas, porque las cambié muchas veces, no me importa intentar generar formas de resistencia con quien no está del todo de acuerdo conmigo. A partir de ahí podemos tener debates, broncas o lo que sea, y en el momento en que vea que no es mi lugar me piro. Pero bueno, ¿cuanta gente hubiera juntado Jappe en una plaza convocando en un panfleto que rezara: "Contra el trabajo y el valor, por una socialización directa no fetichista"? Una cosa es que su análisis pueda ser en algún punto interesante, pero está gente tiene un punto de mesianismo para militante de biblioteca que es innegable.

Otra cosa, los dardos que le tira a los postobreristas y gente del capitalismo cognitivo (Negri-Hardt, Lazzarato, etc.), que tu sitúas como crítica a la tecnofilia, aunque puedo llegar a estar de acuerdo con él hasta cierto punto, me parece que simplifica un poco el asunto. Al fin y al cabo, de lo que están hablando es de formas producción con importancia creciente que son incompatibles con los modelos clásicos de acumulación capitalista sin el recurso a la financiarización de la economía, un tema que conecta con lo que ellos mismos cuentan pero desde otra perspectiva, por más que en algún momento parezca que defienden que comunismo y software libre son lo mismo y sólo falta colgar una constitución mundial en wikipedia (si rodeas un poco las partes más ilusas no dicen tanta tonería). Son dos formas de mirar la crisis como consecuencia del capitalismo a una sociedad no dominada por el trabajo industrial, la productividad del trabajo "inmaterial" es clave en los dos análisis.

Yo sin ser tecnofílico, tampoco soy tecnofóbico: la tecnología a ponerla al servicio de los intereses de la mayoría y no de la producción de plusvalor (a la que últimamente causa ciertos problemas), eso es lo que tiene sentido defender.
Última edición por libertas el 07 Ago 2012, 23:19, editado 1 vez en total.

libertas
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por libertas » 07 Ago 2012, 23:17

Lo del "valor" ese no lo pillo
La "crítica del valor" es la corriente de teoría crítica neo-marxiana a la que adhiere Jappe.

http://www.diagonalperiodico.net/Critic ... ancia.html (el manifiesto este es lo más conocido que tienen y es fácil de encontrar por internet)

http://www.krisis.org/ (en non-german texts puedes encontrar material en castellano)

http://www.exit-online.org/ (lo mismo en Transantionales)

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AXIONDIREKTA
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por AXIONDIREKTA » 08 Ago 2012, 00:37

De verdad no estaba pensando en ustedes dos (libertas y aquitania) cuando mencioné lo del miedo a expresar las críticas. Esto lo hacía en un sentido general, considerando las posiciones de ciertos sectores o grupos en torno a la acción de las "minorías revolucionarias" dentro de movimientos masivos. Ustedes ya habían dicho que estaban de acuerdo en realizar dichas críticas, que incluso eso ya estaba en curso. A partir de ahí, la cuestión sería ir definiendo el contenido de las críticas y las formas de realizarlas.

En cuanto a lo de "acompañar" el "movimiento", así como lo plantea Aquitania, yo estoy en principio de acuerdo. Se trata de aportar a la coherencia entre las luchas surgidas por necesidades acuciantes y su autosuperación revolucionaria. Y esto último no lo intentamos para parecer más radicales, por simple gusto o por sobre-ideologización, sino porque entendemos que el sistema no podrá dar respuesta significativa a todas nuestras demandas o necesidades. Podrá hacerlo con algunas, quizás aparentemente más apremiantes, pero eso a costa de ir generando nuevos focos de conflicto en un ciclo interminable.

Si llevamos el debate al plano de la valoración de las luchas reivindicativas, a mí me parece esclarecedor esta nota al pie que aparece en el texto "Las mujeres y la subversión de la comunidad", de Mariarosa dalla Casa:
Ha habido una cierta confusión respecto a lo que decimos sobre los comedores. Se ha puesto de manifiesto una confusión similar en las discusiones en otros países, además de Italia, sobre los salarios para el trabajo doméstico. Como hemos explicado antes, el trabajo doméstico está tan institucionalizado como el trabajo en las fábricas y nuestra meta definitiva es destruir ambas instituciones. Pero aparte de cuál sea la demanda de la que se hable, existe una interpretación equivocada de lo que es una demanda. Es una meta que no consiste sólo en una cosa sino que, como el capital en cualquier momento dado, es esencialmente una etapa de antagonismo de una relación social. Que los comedores o los salarios que consigamos sean una victoria o una derrota depende de la fuerza de nuestra lucha. De esta fuerza depende que la meta sea una ocasión para que el capital dirija más racionalmente nuestro trabajo o una ocasión para que nosotras debilitemos su control de esa dirección. La forma que adquiera la meta cuando la logremos, ya se trate de salarios, comedores o control de la natalidad, surge y de hecho se crea en la lucha, y registra el grado de poder que hemos alcanzado en ella.
libertas escribió:Luchar porque los trabajadores puedan darse ciertos gustos no es defender el consumismo, me parece a mi.
El punto es que la satisfacción de esos deseos sigue estando mediatizada. Aspiramos a una sociedad en que tengamos la posibilidad de darnos muchos más gustos de los que podemos acceder hoy (viajar, leer, ver cine, etc...), pero hay que ver hasta que punto también en este nivel no tenemos integrado al capital y sus concepciones. Pero actualmente, luchar por más tiempo disponible, aún cuando este sea gastado en la industria cultural o turística del capital (si es que el dinero lo permite), constituye ya un paso. Abre nuevas posibilidades.
libertas escribió:Yo sin ser tecnofílico, tampoco soy tecnofóbico: la tecnología a ponerla al servicio de los intereses de la mayoría y no de la producción de plusvalor (a la que últimamente causa ciertos problemas), eso es lo que tiene sentido defender.
En otros hilos se ha argumentado sobre que no basta con poner a la tecnología a "nuestro" servicio, sino ir más allá y cuestionar las bases epistemológicas de la tecnología como tal. Ahora, uno dice esto y te salen con la cantinela de que queremos volver a las cavernas, que si para hacer casas ocupas martillos y todo eso. Evidentemente, la especie humana tiene desarrollada la habilidad de desarrollar herramientas, pero eso no es el origen de la tecnología, que obedece al desarrollo del capitalismo y su razón instrumental. Además, ¿de qué sirve poner la tecnología en manos de una "mayoría" atomizada y alienada? ¿Previene esa sola democratización de la explotación o de la degradación del ambiente? A eso apunta también este artículo de Jappe: qué mujeres y hombres son quienes pueden construir una nueva sociedad sobre las ruinas de la actual. Y no se trata del discursito moralizante del "hombre nuevo" en el que cayó y cae a veces el anarquismo, ni de jactarse soberbiamente de no estar alienados como el vecino que habla todo el día de fútbol o la prima que va de paseo al centro comercial, sino de plantearse la destrucción del capitalismo y la construcción de una comunidad humana autoliberada desde una perspectiva integral. Ese pudo ser el fallo de revoluciones anteriores, aún cuando sus potencialidades fueron precisamente las nuevas relaciones humanas que comenzaban a desarrollar. Porque, Aquitania, es cierto que seres "imperfectos" (machistas, alcohólicos, etc.) protagonizaran procesos históricos, pero también hay que reconocer que existía -o se estaba gestando- una especie de cultura libertaria que permitía ver cosas distintas. No sé, yo me acuerdo que en alguna intervención, Jorge (no estoy completamente seguro que haya sido él) recordaba que las abuelas que habían participado de las experiencias de los años '30 en españa tenían una personalidad distinta, más sincera o directa, que aquellas mujeres educadas bajo la dictadura franquista.

Sobre la "crítica del valor", además de los enlaces que pone libertas, este texto (también de Jappe) sintetiza bien sus ideas: Las sutilezas metafísicas de la mercancía Yo, reconozco, estoy hace poco tratando de adentrarme en este asunto...
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)

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Jorge.
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Re: "¿Ser libres para la liberación?" (Anselm Jappe)

Mensaje por Jorge. » 08 Ago 2012, 08:09

AXIONDIREKTA escribió:Yo, reconozco, estoy hace poco tratando de adentrarme en este asunto...
Yo no tengo ni la más remota idea. El problema es que en cuanto leo un rato esas cosas, se me olvida lo que llevo leído, no me entra. Para mí está muy claro que una cosa es el valor y otra el precio. Tecnofilias y tecnofobias aparte, mientras más se ajuste el precio al valor de algunas cosas, más caran serán y más escasas. Por ejemplo, el petróleo. Se compra a precio de mercado, pero dado que lo que se quema no puede ser sustituido, su valor es muy elevado, y se usará de manera más estartégica, ya sea por los gobiernos (ejército, ambulancias, transporte), ya sea por los pueblos si hay cambio. Pero luego hay otras cosas en las que valor y precio no me parecen tan evidentes. En un quirófano retirar un tumor a una persona tiene un precio. Pero si esa persona salva la vida ¿cuál es el valor de esa intervención?

Y hasta ahí llego.

Luego, los análisis de situación, me temo que me falta mucha base. Suerte con la discusión.

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