500 años de la conquista de Navarra

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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Subterranean
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500 años de la conquista de Navarra

Mensaje por Subterranean » 08 Abr 2012, 14:51

Con motivo del Aberri eguna y con que este año, el 2012 se cumplan quimientos años de la conquista del Reino Navarro, me a parecido necesarío crear este post, ya que no he visto ninguno parecido. Para empezar pongo un texto que trata el tema, y que he encontrado interesante. A ver si puede formarse un debate al rededor del asunto.
La izquierda monárquica y la apología del Estado (renovando las cadenas)


Hemos entrado en el año 2012, para algunxs, en el año del fin del mundo. Dejando a un lado pronósticos apocalípticos, sin embargo, para algunxs vascxs y algunxs españolxs también es un año para echar la vista atrás. Unxs, celebrarán el segundo centenario de la primera piedra colocada para sepultar definitivamente una íntegra visión del mundo y, desintegrando para siempre los últimos vestigios de democracia que pervivían en el pueblo, ensalzarán la primera victoria del Estado liberal capitalista, es decir, la Constitución de Cádiz de 1812. Lxs otrxs llorarán al viejo reino perdido en 1512, al reino de Nafarroa. Unxs y otrxs coincidirán en un punto: la adoración al Estado-nación.

La lógica de lxs primerxs es totalmente comprensible, aunque deba ser combatida con fuerza por quienes creemos en la libertad. Son defensorxs a ultranza de la España una, grande y libre, y tal constitución es uno de los principales símbolos de su victoria ideológica. En cambio, la lógica de lxs segundxs es más difícil de entender, realmente curiosa. Y es que últimamente se han escuchado y aún más se escucharán con creciente presencia los discursos apologistas del reino de Nafarroa, partiendo precisamente de algunxs vascxs que se presentan como de izquierda. En cierta medida lo puedo entender, hace tiempo, durante una breve época, a mí también me afectó la fascinación de esa lectura parcial de la historia. De modo que a esa segunda efeméride me referiré en este texto, para aclarar, cuando alabamos con nostalgia el reino de Nafarroa, que estamos reivindicando. La dimensión de este texto y su humilde intención me exigen resumir y simplificar, y tan solo pretende ser un punto de apoyo para el debate y para un desarrollo más extenso de las ideas.

Para aquellxs que viven con la nostalgia del reino de Nafarroa, aquél fue el Estado vasco, fundamento de nuestras libertades y argumento principal en favor de la independencia de la Euskal Herria actual. De este modo, por aquí y por allá leeremos lemas que nos traen a la mente otros más dudosos, como “Euskal Herria una y única”. Estas personas no pueden entender una independencia de los pueblos sin Estado, no les entra en la cabeza. Teniéndose por totalmente vascxs, no se dan cuenta de que su pensamiento está colonizado, que sueñan con replicar las formas adoptadas de una visión del mundo ajena, con desprecio por los pueblos vascos que tanto aman.

De por sí, es curioso que alguien que en el s. XXI se tiene por izquierdista e incluso marxista se defienda una monarquía. ¿Debemos entender que una monarquía que debió perderse en hegoalde en el 1512 era el pilar de nuestras libertades o de las de lxs vascxs de aquella época? ¿Que damos por buena una corona si a la monarquía le añadimos el epíteto de “vasca”? El error, como veremos, es doble. Por un lado, la corona, el mero surgimiento de la monarquía, fue la primera losa para sepultar las libertades populares, el primer golpe para que lxs vascxs perdieran su independencia o su interdependencia opcional. Por otro, aquella monarquía poco tenía ya de vasca. Era una monarquía francesa y, en gran medida, gobernaba en beneficio de los francos, en perjuicio de lxs euskaldunes.

¿Cuál es el origen del reino de Nafarroa? Echando una mirada a la historiografía, veremos que su creación parte de Iruña, la Pompaelus de entonces, y así, en sus inicios, será llamado reino de Pompaelo, Pamplona o Iruña, si se prefiere. La Pamplona de entonces tenía poco que ver con las libertades de lxs vascxs, sus costumbres y su cultura. Siendo una ciudad fundada o refundada por los romanos, era una urbe organizada según sus leyes y visiones. Los francos también le darían su visión, igual que los visigodos. Y a la organización jerárquica y clasista y a su carácter militarista le debía que en ella se enraizara una oligarquía militar impulsada por su división de clases Quien tenemos por primer rey, Eneko Aritza, conformó su reino gracias al impulso de los Banu Qasi, para hacer frente a los carolingios. Los Banu Qasi eran una casta convertida al Islam, quizá de origen romano-hispano, quizá visigodo. No parece que vasco

Sea como fuere, ¿qué trajo el reino a lxs vascxs que vivían en montañas y valles? Convertirse en súbditxs de un rey, con todas las consecuencias que eso supone. En adelante, la democracia popular, que se manifestaba en las asambleas o concejos populares de los pueblos, estaría en perpetua tensión con las ansias de poder del Rey, retrocediendo la independencia del pueblo año a año. Tal imposición haría uso de un argumento principal: la fuerza militar.

Las relaciones entre vascxs hasta entonces horizontales se fueron verticalizando, y fue la monarquía el vehículo utilizado para que el cristianismo también se convirtiera en religión oficial única, puesta fuera de la ley la cosmovisión original, pagana. También fue la institución que convirtió en lengua oficial entre la nobleza el latín y las lenguas romances.

La conversión de Euskal Herriak en Estado sólo fue en detrimento de lxs vascxs. La democracia popular (es redundante, pero hoy en día, cuando la palabra democracia se muestra tan corrompida, debemos ponerle adjetivos que debieran ser innecesarios, para diferenciarla de la actual dictadura partitocrática) quedará bajo una constante amenaza creciente, tomada, en lugar de por el sistema de gobierno que el pueblo se daba a sí mismo, por un privilegio o regalo que el Rey (o el Señor) le otorgaba con “magnanimidad”. Las propias Juntas Generales, serían a menudo utilizadas en favor de los intereses de la oligarquía y en contra del pueblo. Claro ejemplo de ello es que, durante un tiempo, la ley de las Juntas Generales de Bizkaia obligara a que, para tener representación en ellas, los pueblos enviaran alguien que supiera castellano. De ese modo, durante largo tiempo muchos pueblos que no contaban con castellanoparlante alguno quedaron sin voz, hasta que se logró derogar dicha ley. No es casualidad que los fueros viejos y nuevos se redactaran tan tarde y en romance Para entonces, ya existía una elite local dispuesta para reinterpretar la voluntad popular conforme a sus intereses y recoger tal interpretación por escrito. La desconfianza que lxs vascxs tenían a lo escrito (fueran contratos, leyes o literatura) era bien sana y prudente, vaya que sí. Llamar hoy en día a las instituciones territoriales Juntas Generales parece una macabra broma. De los restos de espíritu democrático que conservaban las de cierta época sólo les queda el nombre, también ellas convertidas en un coto para la lucha por los intereses de partido, también ellas mera copia de la dictadura parlamentaria impuesta por la Revolución Francesa.

Se mire por donde se mire, crear estructuras estatales fue el primer golpe para restringir la independencia de los pueblos, y debiéramos tomar como punto de partida de la pérdida de independencia de lxs vascxs la creación de reinos y señoríos, de estructuras jerárquicas y centralizadoras, mucho antes de 1512.

Por otro lado, la versión oficial nos dice que la pérdida del reino de Nafarroa trajo la pérdida del Estado vasco pero, ¿era realmente un Estado vasco aquél que se “perdió” en 1512?

Para entonces, la oligarquía de Bizkaia hacía tiempo que había tomado la decisión de convertir a su Señor en Rey de Castilla, por matrimonio. La mayor parte de Gipuzkoa y Araba también estaban en manos de Castilla, por decisión de los jefes de Estado de cada territorio o por ocupación militar Para entonces, a cambio del respeto de los fueros, las instituciones de Lapurdi también habían decidido aceptar su integración en Francia, y Baiona había sido ocupada militarmente. Zuberoa también había vivido una ocupación militar. Y en ese reino de Nafarroa que quedaba, ¿quién gobernaba? Desde hacía mucho tiempo, tras la muerte del último de la dinastía Ximena, la nueva monarquía había sido traída desde Francia, de la familia de Champagna. Eso había sucedido en el s. XIII. Es decir, que desde el s. XIII, el reino de Nafarroa había estado en manos de dos dinastías francesas, de la familia de Champagna en un principio, y de la de Foix más adelante, estando durante un breve periodo repartida entre los reyes de Francia y Castilla. ¿Eso era el Estado vasco? De hecho, sólo tenemos que ver qué sucedió después de la conquista de 1512 con el Estado vasco “libre”, para conocer con claridad qué trajo la monarquía: en 1589, 77 años después de la famosa conquista, el rey de Nafarroa aceptó convertirse también en rey de Francia, por matrimonio, convirtiéndose para ello al catolicismo, y el siglo siguiente un sucesor suyo decidiría unificar ambas coronas. Tal vez, si Castilla no hubiera conquistado Nafarroa, hoy en día todxs lxs navarrxs serían francesxs, gracias a “su” rey. Y no es de extrañar, fijándonos en el origen de dichos reyes “navarros”. Después de todo, su origen era francés, ¿no?

Además, conviene recordar que la “pérdida” del reino fue instigada o facilitada por las disputas entre los poderosos engordados bajo el manto protector de la monarquía, en gran medida. Las luchas entre agramonteses y beamonteses que nada tenían que ver con los intereses populares abrieron las puertas a tal conquista. Las competencias, juegos sucios y corruptelas para lograr el poder en el Estado vasco, en la monarquía vasca, eran las mismas que había y aún hay en cualquier otra monarquía y cualquier otro Estado. El label vasco no las convertía en más populares, ni más dignas, ni más honestas, ni más democráticas, ni más generosas.

Y un buen número de personas de izquierda miran a esa historia para reivindicar el Estado vasco, para ensalzar una monarquía. También ellxs dirigen su mirada a las decisiones de los poderosos, las oligarquías, los tiranos, según su concepción interpretan la historia de los pueblos. Ello explica que también den por buena otra forma de dictadura de importación, aquélla a través de los partidos políticos y los parlamentos.

Sin embargo, Euskal Herriak debieran mirar a otra historia, a la historia que los señoritos, las elites, los curas, los nobles y los burgueses no han querido escribir, a la historia de lxs de abajo que han intentado en la medida de sus posibilidades borrar y hacer olvidar. Es decir, a la historia de los pueblos, porque tan solo en esos pueblos, en los pueblos soberanos organizados en red, voluntaria y horizontalmente está la clave para una independencia verdadera o, para ser más exactos, para una interdependencia voluntaria. Todos los Estados, sea éste francés, castellano, español o vasco, trabajan, desde su propia fundación, solamente en pos de la destrucción de la libertad, la autoorganización, el apoyo muto y la propiedad comunal de los pueblos. Lxs nuevxs monárquicxs, lxs nuevxs apologistas del Estado, debieran repensar qué significa ser de izquierda. Debieran pensar, cuando reivindican el Estado vasco, si también están pidiendo todo aquello que un Estado implica, es decir, un ejército vasco, una ley vasca de extranjería, una policía vasca, cárceles vascas, represión vasca, capitalismo vasco… Viendo que están dispuestxs a justificar una monarquía vasca, me temo que también deben estar dispuestxs a justificar todo lo anterior, convirtiendo el autoritarismo también en algo hermoso y deseable con sólo colocar por delante un “vasco”.

Si en los centenarios de este año hay algo que debamos reivindicar, que sea la abolición de todo Estado y la soberanía de los pueblos, y que hagamos camino para que Euskal Herriak alcancen la libertad individual y colectiva. Declaremos todos los Estados, las monarquías y las constituciones enemigos de los pueblos, opresores de los pueblos. Por ejemplo, Udalbiltza podría haber sido un modelo interesante, si hubiera sido una institución para la coordinación de las verdaderas asambleas populares organizadas lejos de los intereses partidistas, reflejo de democracia directa, en la senda de una soberanía de facto, pero por desgracia, se ha quedado en algo muy lejano a ello, convertido en otro escenario dentro de las luchas por el poder. Reivindicar los sistema de arriba abajo que han funcionado de sepultureros de los modelos de abajo arriba no va a hacer un gran favor a la libertad.

Lxs libertarixs tenemos una responsabilidad histórica para, frente a todo Estado, impulsar una construcción realmente popular, y estamos en el año adecuado para sumergirnos en tal tarea. Como nos ha mostrado Jose Mari Esparza en su libro, en la historia han existido numerosos mapas que han recogido a Euskal Herriak, que han reflejado diversas visiones e intereses políticas y administrativas. Ya es tiempo de que más allá de las decisiones de los de arriba, de los vencedores, los pueblos vascos, las gentes vascas, por voluntad de todas las personas que hoy viven en nuestros pueblos, soberanamente, libremente, dibujen un mapa configurado desde abajo

Asel
Fuente orginal: http://ehlibertarioak.wordpress.com/
"Y sin embargo todo el mundo quiere respirar y nadie puede respirar; y muchos dicen 'respiraremos más tarde'. Y la mayor parte no mueren porque ya están muertos".

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Re: 500 años de la conquista de Navarra

Mensaje por Parragate » 09 Abr 2012, 13:09

También gente de EHKL a sacado estos textos:
En 2012 se cumplirán 500 años de la conquista del Reino de Navarra por las tropas castellano-aragonesas. Por parte del nacionalismo español, especialmente en su versión foral navarra de UPN y afines, ha sido habitual una negación y ocultamiento de la conquista mediante una historiografía oficial falseada con tal de legitimar la unidad de España. Además de los fastos oficiales previstos de “celebración” de la fecha, unidos incluso a la batalla de las Navas de Tolosa de 1212.

Por ello, se ha contraatacado desde ciertos sectores académicos y desde el campo político abertzale en general, elaborando un relato distinto y reclamando en este quinto centenario una recuperación de la soberanía navarra, mediante iniciativas como “Nafarroa Bizirik 1512-2012”.

Lxs anarquistas vascxs también tenemos mucho que decir:

El curso de la historia llevó al reino a ser conquistado en pro del expansionismo e incipiente centralización de la monarquía autoritaria española. Lo cual supuso muerte y destrucción, pero también acrecentó el proceso de asimilación y aculturación para lxs vascxs.

Pero no podemos caer en falsificaciones similares a las del españolismo, negando el expansionismo que también practicó Navarra antes de quedar encajonada entre Castilla y Aragón; obviando la presencia de navarros beaumonteses o guipuzcoanos oñacinos en el bando castellano y de bearneses en el navarro; mitificando reyes y batallas, enarbolando estandartes reales; reivindicando la figura de reyezuelos de distintas dinastías de diversos orígenes; afirmando categóricamente que Navarra fue “el Estado vasco”; o reclamando cierta territorialidad histórica como si fuera estática e imprescriptible, cuando hoy fuera de las seis merindades casi nadie se siente navarrx.

La conquista no pudo suponer la pérdida de la soberanía de todo un pueblo, ya que ese pueblo no era soberano. Un pueblo soberano, libre y autogestionado no necesita de Estado. Lo cual no impide que sí valoremos elementos de la época como el batzarre o el auzolan que sí tienen capacidad liberadora.

La reclamación de la restitución del Estado propio parte de una premisa falsa: se obvian las relaciones de dominación entre gobernantes y gobernadxs, hablando de “lxs navarrxs” con un peligroso barniz interclasista.

Lxs oprimidxs nunca tuvimos ni tendremos un Estado propio, ya que la propia existencia del Estado es la que nos quita la libertad. La verdadera independencia será total, sin Estado, o no será. No habremos logrado nada si sustituimos la opresión de los estados español y francés por la de un nuevo estado vasco. Seremos personas libres, realmente independientes, el día que desaparezca todo tipo de dominación, ya venga esta del Estado, del capitalismo, del desarrollismo, del patriarcado, del racismo, de la familia o de la religión.

CONTRA TODAS LAS CADENAS

EUSKAL HERRIA SIN ESTADO

INDEPENDENCIA TOTAL
"Es en busca de lo
imposible que el hombre ha realizado lo posible. Los que sabiamente se han
dedicado a lo que les parecía posible, no han dado nunca un solo
paso".
(M. Bakunin)

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Re: 500 años de la conquista de Navarra

Mensaje por Parragate » 09 Abr 2012, 13:10

Y este otro:
¿Estado vasco? Ni restituido ni nuevoehlibertarioak-k publikatua
Tras la publicación del artículo “Ezker monarkia zalea eta Estatuaren apología (kateak berritzen)” y después su traducción en castellano “La izquierda monárquica y la apología del Estado (renovando las cadenas)” por parte de Asel Luzarraga, quería hacer mi humilde aportación al debate sobre el tema.

De entrada, tengo que decir que comparto completamente el fondo de la reflexión: negar la nostalgia por el viejo Reino (supuesto Estado vasco) utilizada como manera de justificar el derecho de Euskal Herria a conformar un Estado. Queda bastante claro que esto es inadmisible para aquellos que aspiramos a una independencia sin Estado, pero también por gente cercana a la Izquierda Abertzale más oficial (1), pese a lo hegemónico de esta corriente nabarrista en los últimos tiempos (también reflejada en el nacionalismo moderado, históricamente a través de Irujo y actualmente a través de Nafarroa Bai, Zabaltzen y Geroa Bai), especialmente al acercarse el aniversario de 1512.

En el sentido de por qué tenemos derecho a decidir nuestro propio futuro, creo que Esparza da en el clavo: porque nos da la gana, así de simple. A parte de eso tan obvio, constitumos un pueblo (llamémoslo pueblo, nación…) diferente (ni mejor ni peor) el cual surge de la convivencia en común, nexos económicos, sociales, lingüísticos, políticos e incluso avatares históricos. Pero el punto decisivo es que es un fenómeno eminentemente social que implica lo siguiente: que sus gentes se autoidentifiquen como pertenecientes a ese algo, en ocasiones tan sólo visto de forma negativa, frente a la imposición, negación, aculturación y represión de los Estados español y francés. De esta manera la nación no es algo estático, especialmente analizando la problemática nacional desde una óptica libertaria y comunitaria, desde la que la independencia es un radical ejercicio de autodeterminación y federalismo. Por todo ello, no tiene ningún sentido reivindicar la demarcación territorial de un Reino hace ocho siglos: fue un episodio de cierta relevancia en la historia de los pueblos vascos, pero no es ningún argumento de autoridad para tener derecho a restituir aquel supuesto Estado vasco.

Los avatares históricos
En cuanto a si realmente fue el Reino de Pamplona-Navarra el Estado vasco, estoy de acuerdo con las aportaciones hechas: la dudosa euskaldunidad de las altas instancias del Reino, la naturaleza de las distintas dinastías, etc. Sin embargo, creo que se pueden añadir más ingredientes. Como poco, la obviedad de que la expansiones y contracciones territoriales del Reino se produjeron en el contexto de la Reconquista, con la competición entre los distintos reinos cristianos, alianzas matrimoniales, tensiones, etc. (2) Por ello carece de sentido hablar de la supuesta intención de la monarquía navarra de unir a todos los territorios vascos bajo su yugo para vaya usted a saber qué.

En este punto es necesario hablar de la territorialidad de Navarra y su coincidencia con el tradicional zazpiak bat abertzale. Aquel momento histórico fue un momento muy concreto, totalmente arbitrario: unos pocos años del reinado de Sancho VII el Fuerte, Antso Azkarra (hasta 1200). El resto de los 1000 años que existió el Reino (algo más de 300 de ellos ya bajo el Rey de España) su territorio fue o mayor o menor de lo que convencionalmente se acepta como Euskal Herria. Obviando que para antes de 1200 zonas como las Encartaciones/Enkarterri ya eran Castilla, y que Lapurdi o Zuberoa tan sólo eran condados vasallos del rey navarro (con dudas en el caso labortano).

De Sancho el Fuerte y su emblema personal también es necesario hablar: el arrano beltza. Símbolo del Reino (presente hoy en día en la Diputación de Navarra, por ejemplo) que fue recuperado bastante recientemente para el nacionalismo vasco por Telesforo Monzón, como reivindicación de la agrupación de los territorios vascos bajo el Reino navarro. Ni que decir tiene mi opinión sobre la utilización de este símbolo, después de lo ya dicho, a parte de su naturaleza real.

Siguiendo con los temas de la conquista, creo que no hay que omitir información. Si bien es cierto que la nobleza del Duranguesado se decantó por pasar a estar bajo Castilla, en Gipuzkoa no fue del todo así. Hubo una división entre oñacinos (pro-Castilla) y gamboínos (pro-Navarra) que se materializó en las llamadas guerras banderizas. En el caso de Vitoria/Gasteiz, la ciudad aguantó un año el envite de las tropas castellanas, hasta que pidieron permiso al rey navarro para rendirse. Para desmitificar esta supuesta armonía de los vascos bajo el yugo navarro, conviene no olvidar tampoco las batallas de Beotibar (1321) entre guipuzcoanos y navarro-gascones; la de Belate (1512) y sus doce cañones arrebatados a los navarros presentes en el escudo de Gipuzkoa hasta hace bien poco; además de la obvia participación de vascongados y navarros beaumonteses en las filas castellanas en la conquista de Navarra.

En cuanto a Iruñea o Iruña, por lo que me toca, no se puede olvidar la realidad de los tres burgos diferenciados, separados por murallas. La Iruña vascona primigenia sobre la que se hizo el asentamiento romano se encontraba en la zona más alta, lo que más tarde fue el burgo de la Navarrería, poblado por vascones (y más tarde también por judíos), y con su propio fuero. Los otros dos, mayoritariamente francos (así como Estella/Lizarra, enclave comercial en el Camino de Santiago), eran San Nicolás y San Cernin, también con sus fueros. Su relación fue inestable, con periodos de guerra incluidos, hasta la unión que ordenó el rey Carlos III en 1423.

Por último, brevemente, si bien la creación de un reino supuso una evidente pérdida de libertad para los pueblos vascos (sin caer en idealizar la arcadia premoderna democrática), “antes fueron leyes que reyes”, y siempre hubo un conflicto con el poder real, limitándolo a través del juramento de los fueros y la vigencia del derecho consuetudinario, como por ejemplo con las Juntas de Infanzones de Obanos.

La legitimidad que ofrece un Estado
Para el nacionalismo vasco estatista, ya sea este jeltzale o socialista, el objetivo es la creación de un Estado vasco independiente. Una vez en este punto, resulta demasiado fácil recurrir a la existencia anterior de un Estado vasco como forma de legitimación y de defensa frente al nacionalismo español, que bombardea mediáticamente con la idea de que Euskal Herria es una entelequia, que no existe, etc.

De esta manera se olvida la mítica cita del rebelde Mark Legasse al respecto:

“Alabado sea el pueblo que, por amor a una lengua sin diplomas y a un país sin diplomáticos, no tiene cabida ni en la Historia ni en la Geografía, ni tan siquiera un banquillo en el concierto de las naciones. Tan invencible como el viento del desierto, pasa por las dunas de los siglos, elegante y discreto, sin dejar más huella que el albatros sobre las olas del mar.” Mark Legasse

A mi parecer, esto lo apunta muy acertadamente Juantxo Estebaranz (3) afirmando que se busca justificar la soberanía debido al “reconocimiento por las cortes europeas” del momento, denunciando la “usurpación” castellana, residiendo la soberanía en la monarquía navarra. Y es que el reconocimiento internacional da caché, que se lo digan si no en Aiete…

“La huída hacia delante de un nacionalismo revolucionario vasco que pretendía mediante esta fuga desasirse de la crítica académica y política que hacía palanca en la invención de la tradición vasca, hace que nos encontremos a través de la elección y reivindicación de Sancho el Grande, ante una corriente política que pretendiendo armarse de verdad histórica reincide en los mismos mecanismos arbitrarios, vícitma de su renovado afán por encontrar un determinado episodio histórico que pueda acoplarse a su cuerpo reivindicativo.”Juantxo Estebaranz

En este momento volvemos al principio. ¿Por qué debemos ser libres? Por nuestra libre decisión, valga la redundancia. El derecho a la independencia no emana de la existencia de un Estado anterior, ni mucho menos de la soberanía que exige que sea respetada el misterioso y pintoresco Blas de Beaumont (4).

Queremos la independencia y queremos que sea total, en todos los ámbitos de nuestras vidas. Y para eso no necesitamos remontarnos a ningún viejo reino ni ondear ningún viejo estandarte real. Con quererla nos basta. Y en eso estamos.

Como dicen los irlandeses, más que curtidos en su lucha por la independencia: TIOCFAIDH ÁR LÁ

OUR DAY WILL COME

GURE EGUNA HELDUKO DA

NUESTRO DÍA LLEGARÁ

(1) El citado J.M. Esparza, en Diario de Noticias de Navarra, respondiendo a las críticas hechas a su libro “Mapas para una Nación” desde sectores nabarraosoistas. http://www.noticiasdenavarra.com/2012/0 ... estro-pais

(2) Video: http://www.youtube.com/watch?v=o_9ue-U0 ... e=youtu.be
Mapa: http://nabarlur.blogspot.com/p/la-conquista.html

(3) Juantxo Estebaranz “Nabarra y el igualitarismo del tercer milenio” (Ekintza Zuzena, nº 37) http://www.nodo50.org/ekintza/article.p ... rticle=514

(4) http://casarealdenavarra.blogspot.com/

un miembro de Nafar Libertarioak

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imposible que el hombre ha realizado lo posible. Los que sabiamente se han
dedicado a lo que les parecía posible, no han dado nunca un solo
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Re: 500 años de la conquista de Navarra

Mensaje por Parragate » 09 Abr 2012, 13:12

Y este:
Martxoa 18, 2012 Contra el Estado Vascoehlibertarioak-k publikatua
El Estado es una forma organizada de poder, que se puede amoldar a una monarquía, una dictadura militar, a la democracia parlamentaria, al socialismo estatista, etc., repitiéndose siempre esquemas similares: unos grupos dominantes ejerciendo el poder, unos cuerpos represivos para mantenerlo, una moneda para pagarlos, un lugar -la escuela- de adoctrinamiento a la moral y a los comportamientos del sistema ; otros lugares -la prisión y el siquiátrico- donde aparcar los diferentes tipos de disidentes. Siempre, el trabajo como actividad básica y valor supremo y una legislación al servicio de la dominación. Por otra parte, el Estado se circunscrive a un espacio geográfico que dependiendo de su potencial bélico y financiero se podrá extender o reducir a partir de los conflictos tanto « nacionales », como « internacionales ». Dentro de lo que considera su territorio, incluye de forma arbitraria lugares, individuos, pueblos, naciones, a menudo diferentes. Les fuerza a tener un devenir histórico, social, económico, cultural, etc, común al tiempo que los separa, por medio de las fronteras, del resto de la humanidad.

En Euskal Herriak, «los abertzale », los patriotas vascos, solamente ven factible la liberación nacional si consiguen un « estado propio », un nuevo aparato administrativo-represivo que sustituya al del estado central.

La obtención del « estado vasco », aún siendo « socialista », no es una reafirmación popular ante el poder. No existe un « estado propio », ni desde una perspectiva nacional ni desde una perspectiva social. El estado se mantiene siempre por encima y contra la población que gobierna. Todos los estados están siempre al servicio de unos grupos dominantes. Los estados pueden ejercer su dominación basándose en diversas ideologías y clases o en la unión de diferentes territorios. En Euskal Herriak, incluso podría existir un estado que territorialmente se correspondiese exactamente con su geografía, pero que fuera una correspondencia puramente formal. En tal caso, la dominación podría revestir diferentes configuraciones, incluso podría ser ejercida por grupos sociales exógenos. Queda claro que la dominación continuaría siendo esencialmente la misma.

La idea de independencia, con todo su contenido liberador, de ruptura que pueda tener, se ve así ahogada por la idea de estado.


La formación del Estado en Vasconia

Para cuando llegaron los romanos con su estado imperialista, los vascones que vivían en la margen derecha del Ebro ya conocían lo que eran las ciudades-estado. En la Zona Media y Norte tuvo que pasar más de un milenio para que los vascones que habitaban esas tierras de bosques y montañas sufrieran sus consecuencias. El mantenerse en tribus y más tarde en comunidades locales, y sobre todo la defensa a ultranza de su autonomía, fue el medio más eficaz para impedir la constitución de agrupaciones socio-políticas que integrasen estas comunidades locales, e impedir el surgimiento del Estado, que es por principio unificador. “Los vascos no formaban una nación estructurada, sino un conjunto de tribus más o menos independientes, que hablaban cada una su dialecto, dialecto de una lengua común”, dice Jaques Blot en Montaña y Prehistoria Vasca.

Aún a principios del Siglo XVI la sociedad navarra seguía siendo un mosaico de comunidades locales. Estas, que eran relativamente autónomas y bien diferenciadas entre sí, existían de mucho antes y, en buena medida, al margen de la Monarquía y del Estado que las englobaba y con el tiempo las iría asimilando. No estamos diciendo que el estado no estuviese presente, el Estado no es sólo un sistema institucional y normativo sino también una estructura de hombres. Y entre éstos, las antiguas élites autóctonas fueron las primeros en integrarlas. Así, en Navarra, los estamentos del estado aparecen integrados en la esfera del reino, pero su influencia era más bien escasa como escriben, A. Floristan y J.M. Imizcoz en La sociedad navarra en la Edad Moderna. Nuevos análisis. Nuevas perspectivas: “frente a la importancia de la comunidad local, las superestructuras políticas del naciente Estado navarro bajo medieval e incluso, luego, de la Monarquía española, eran muy endebles. Afectaban todavía muy tangencialmente a la vida de aquellos campesinos, aunque fuese creciendo su importancia con el paso del tiempo”.

La transición de una sociedad de comunidades a la Sociedad moderna en el marco de una nueva reordenación general, la del estado moderno y de la Nación ocurre en el siglo XVII. Un proceso que, en el caso de Navarra, va en el sentido de la formación de la Nación española y del Estado moderno español. (El resto de las provincias vascas del Sur ya estaban integradas en la que fue la base de ese estado: Castilla).

La gran fractura de la sociedad de comunidades aparece con la división entre “vecinos” y “habitantes”. Esta dicotomía convirtió con el tiempo en explotadores a los primeros y en explotados a los segundos (llamados por cierto también “segundones”). La usurpación del Batzarre por una élite perteneciente a los “vecinos” trajo como consecuencia la separación entre el órgano de poder y la comunidad así como la generalización de la propiedad individual. Las principales señas de identidad de las sociedades con Estado fueron apareciendo con nitidez.

Es a partir de esas fechas cuando se puede decir que el Estado empieza a cobrar un mayor protagonismo. Hasta entonces en la Montaña, incluso cuando existía un señor, las comunidades campesinas continuaban viviendo muy libremente, según sus creencias y costumbres. Ya que la tierra, la principal fuente de poder en la Baja Edad Media, estaba en sus manos.

Progresivamente pues, el estado fue introduciendo su ideología, su cultura, su idioma y el virus de la propiedad individual, por medio del cambio de la relación política del poder. En Euskal Herriak, participa de esta degradación la suplantación del Batzarre por una Junta con alcaldes “competentes” y fieles al Estado. Paulatinamente y a consecuencia de lo anterior, aparecieron nuevas formas económicas y de vida social por medio del comercio, más tarde de la industrialización, de la productividad, etc… La concentración de servicios en un sólo lugar, normalmente en el centro o capital del Valle hicieron que se rompiese la unidad y equilibrio existente. Los pueblos más pequeños, perdieron gran parte de sus referentes culturales y sociales, sus costumbres propias, en beneficio del centro de los valles. Y acaso el referente más importante de todos, el sentido de comunidad.

Entorno al quinientos aniversario de la Conquista del Reino de Navarra por el Reino de Castilla nos quieren hacer creer que el objetivo del Estado navarro era realmente defender la autonomía de las comunidades locales. Olvidando que su fuero (la ley), sus impuestos, sus armas etc. estaban, como hemos apuntado al principio para defender a la clase social que estaba en el poder. La monarquía Navarra era similar a cualquier otra y defendía sus intereses, que eran justo los contrarios a los de sus “súbditos”. Cuando repoblaron el reino, los Reyes de Navarra facilitaron tierras y concedieron fueros a poblaciones extranjeras; los “francos”; en territorios habitados por poblaciones autóctonas. Estas últimas veían cómo los nuevos pobladores usurpaban sus bienes, les imponían su lengua y sus costumbres. Entre los Siglos XI y XIII, los fueros de Estella-Lizarra, Puente la Reina-Gares y Burgo de San Cernín prohibían la entrada a los “navarros” para favorecer la inmigración. Así, los “francos”, aliados de la Corona Navarra se convirtieron en los mayores enemigos de los vascones.

A la hora de defender sus intereses, los Reyes Navarros utilizaron la represión sin tapujos. Sin ser Navarra un lugar de alta conflictividad social, se produjeron insurrecciones como el levantamiento de los campesinos de Falces en 1357, con el ajusticiamiento de nueve campesinos, y otros veinte que se escaparon por los pelos, la confiscación de todos sus bienes, etc. También se dio la sublevación de Mixa y Ostibarre (Baja Navarra) en 1369, en Puente la Reina-Gares en 1379, la rebelión de Iruña-Pamplona en Diciembre de 1386 contra sus burgueses durante 22 días, por la distribución injusta de los impuestos. El cronista Garci Lopez de Roncesvalles testigo de los hechos cuenta que la represión vino de “la administración de la monarquía como garante del orden social del reino”. 1.451 soldados acudieron a Pamplona a sofocar el levantamiento, y una vez éste derrotado vino la represión. Cuatro hombres de los que más se destacaron fueron descuartizados y otros muchos encarcelados por su participación en los hechos. En 1405 la represión también se abatió sobre la Junta de Miluce. Nueve campesinos fueron ahorcados y uno despeñado.

Hoy día, se quiere salvar la cara al Estado navarro, debido a sus leyes. A modo de ejemplo, su ordenamiento principal; El Fuero General, las Cortes de Navarra y el clero reconocían infinidad de prerrogativas que potenciaban y reforzaban su poder, y así las jerarquías. Poseían los escudos de armas, no pagaban impuestos, en la Iglesia y en los actos públicos tenían prioridad en la localización de asientos y sepulturas, en el orden en las ofrendas, etc. En la concordia de 1501, el Valle de Amescoa Baja fijó la preferencia de los hidalgos en los asientos de las iglesias. La resistencia de la comunidad del valle a estas prerrogativas, consiguió echarlas por tierra.

De cara al 500 aniversario de la conquista del Reino de Navarra por tropas del estado castellano nos traen a colación el Derecho Pirenaico como algo de siempre. Tomás Urzainki escribe: “Sancho Rebullida afirma, equivocadamente, que este Derecho no es muy antiguo, pues habría surgido de forma consuetudinaria a lo largo de la Edad Media y la Edad Moderna hasta hoy; evidentemente, conociendo la realidad de los orígenes y evolución de este Derecho, no cabe tal sorpresa pues sí que sus actores jurídicos eran al menos miembros de aquellas juntas judiciales de las civitates de Vasconia”. Pero nos preguntamos: ¿podía existir antes de la Edad Media, no ya el Derecho Pirenaico, sino Derecho alguno en la zona pirenaica? Derecho significa jurisprudencia escrita, cosa que no existía en la Montaña Vasca. Por lo tanto, de haber existido derecho alguno, este habría sido en todo caso el Derecho Romano. A modo de ejemplo, digamos que las “leyes”, es decir las ordenanzas más antiguas del Valle del Baztan son de 1560.

Pasemos a ver que sucedía en el otro estado opresor de los vascos, el hasta la Revolución francesa no tan jacobino estado francés. Como se puede comprobar a continuación: “Antes de la Revolución francesa se contaban en Francia unas 144 provincias, cada una con sus fueros (coûtumes) diferentes, que no se empezaron a escribir hasta en tiempo de Carlos VII (1422-1461): teniéndose solamente la descripción de 16 al fin del reinado de Luis XII (1515). De manera que, desde que hubo pueblos en nuestro territorio, hasta principios del Siglo XVI, la mayor parte de estos pueblos estaban sometidos a leyes que nadie había descrito”.

Las comunidades rurales pirenaicas, alpinas, bretonas, etc., se guiaron más por la costumbre y las ordenanzas particulares, que por la legislación real general. Cada comunidad local, bien fuese valle, villa, ciudad, etc. era una micro sociedad. Tenía su propio territorio, sus propias normas, sus jerarquías, su código de valores. Incluso, en ocasiones, sus mitos, ritos y símbolos propios. Hasta los dialectos del euskara eran (y son) particulares. Eran cuestión de uso y no tenían nada que ver con el Derecho.

Cuanto más nos alejamos en el tiempo y más nos acercamos a las Montañas menos consolidados estaban los estados y en algunos casos, ni se sabía de ellos. Decía Heller: “el Estado como nombre y como realidad es algo, desde el punto de vista histórico, absolutamente peculiar y que, en ésta su moderna individualidad, no puede ser trasladado a los tiempos pasados y es patente el hecho de que durante medio milenio, en la Edad Media, no existió el Estado en el sentido de una unidad de dominación, independientemente en el exterior e interior, que actuara de modo continuo con medios de poderes propios y claramente delimitada en lo personal y territorial”.

Territorio, territorialidad y estado

Por su parte, el territorio como espacio acotado, empieza a tener importancia para las tribus vasconas cuando éstas empiezan a bajar de las Montañas al valle entorno al año mil de esta era. Y mucho más tarde, hasta que los estados no se van conformando como estado-nación con unas instituciones que abarcan todo el territorio, la territorialidad no empieza a tomar fuerza. La territorialidad cobra sentido con el paso de las “ius gens” (comunidades autónomas) a la “ius civitae” (el estado organizado en base al territorio y a la propiedad individual).

Un buen ejemplo son los propios vascones. Estos entran en la historia por medio de los griegos y romanos como pueblo, antes que como Vasconia, concepto territorial. En esa época el grupo étnico y lingüístico era su principal rasgo de identidad, ya que estaban auto organizados en “ius gens”. El acotar un territorio en aquel entonces hubiese sido harto difícil.

El que se puede considerar primer Estado navarro nace en la Iruña de los vascones. Iruña se convierte en una ciudad-estado y pasa a llamarse Reino de Pamplona, adjuntándose algunos territorios cercanos. La territorialidad del reino de Pamplona podía ser concretada sin mayores problemas. Pero no contaba con un grupo étnico y lingüístico homogéneo, sino al contrario, con una composición multiétnica (pamploneses, navarros, gascones, francos, judíos, mudéjares…) con sus respectivas lenguas. Entonces se había pasado a la “ius civitae”.

Desde la formación del Reino de Pamplona hasta la conquista del Reino de Navarra en 1512 por el reino castellano, la territorialidad del Estado navarro ha ido cambiando tantas veces, como lo hacía de monarca, hasta la consolidación de sus fronteras, en época en que el Estado navarro era regido por reyes y condes franceses.

El Reino de Navarra no fue jamás el Estado de los vascos (o de los vascones) ni territorial ni política, ni culturalmente. Bizkaia se separó del reino, antes de que la zona Noroeste de Navarra (Baztan y Bortziriak) se integrara. El Béarn llegó a ser parte del Reino, pero no así Zuberoa. Y es que como ya hemos dicho, el Reino de Navarra se formó sobre los “derechos” que la corona o el monarca navarro correspondiente fuera obteniendo para su patrimonio, siendo el Estado parte de ese mismo patrimonio. Por lo tanto, queda claro que en un Estado feudal o semi-feudal, como fue el del Reino de Navarra nunca recae la soberanía en la nación; inexistente; por la esencia patronímica de la entidad, es decir por la calidad de patrimonio personal del monarca.

En efecto, el Reino de Navarra jamás pudo concebirse como nación alguna (fuera cual fuera ella: pirenaica, navarra, vasca, vasco-navarra o bearnesa), pues quienes la defendían cuando servían a ese reino, servían a su rey. La lealtad que los animaba iba hacia el rey su señor. Su patriotismo no era sino precisamente eso: la defensa del patrimonio real. Las comunidades autónomas, los “ius gens” no evolucionaron hacia la formación de un Estado de “motu propio”, porque no transgredían los límites de la comunidad y resolvían sus diferencias en la negociación y el acuerdo, sellando con alianzas y pactos. Algunos de esos mecanismos han llegado hasta nuestros días como los acuerdos faceros entre valles. La dominación, el robo, la imposición y la guerra son cosa de los estados.

El estado navarro se materializó mediante su expansión colonizadora territorial. Dicha expansión se llevó a cabo por medio de la desterritorialización forzada de las comunidades originarias de sus tierras, de las que el Estado se fue apropiando.
El perseguir una sola identidad para Euzkadi, Euskadi, Euskal Herria, Reino de Navarra, Estado navarro, Estado vasco, etc. identificarse, hacerse idénticos es la obsesión de los patriotas. Apelan a la historia, a la territorialidad, al idioma (el euskara) para defender su derecho a la estandarización (al Estado) a pesar de que este promueve la homogeneización y el autoritarismo imponiendo un modo único de ser sobre la rica diversidad de Euskal Herriak.

Tal vez es con el euskara donde de forma más nítida se puede apreciar todo lo presentado anteriormente. Dicen algunos que los vascos, “euskaldunak” persisten porque existe el euskara y éste se mantuvo gracias al Reino de Navarra, al estado vasco, otros dicen que gracias al clero. Una vez más están reescribiendo la historia para sus intereses políticos. A pesar de que la población del estado independiente, el llamado Reyno de Navarra, era mayoritariamente vascoparlante, este era un estado romanzado. El euskara, las formas de vida y costumbres, el folklore, etc. han sobrevivido porque mal que bien han pervivido las comunidades que lo practican.

El estado es dependencia, la anarquía independencia

La idea de que la independencia sólo es posible a partir de la creación de un nuevo estado es falsa. No ha existido nunca un estado que fuese la libre expresión de la población, esto significaría que ha perdido sus atribuciones hasta tal punto que ha dejado de ser estado. El estado es siempre un fenómeno administrativo-represivo, un fenómeno jurídico e institucional creado para someter a la población.

Nación es sinónimo de pueblo. Sin embargo, el estado propio, el “estado vasco”, el “estado socialista vasco”, son tan sólo diferentes variantes administrativo-represivas, pero nunca serán el pueblo.

La independencia es la ruptura con toda forma de dominación, la no delegación de la propia capacidad de decisión y actuación. Es por eso que la independencia es esencialmente individual, antes que nacional, y, por descontado, mucho antes que estatal. No tenemos que inventar nada, nos basta con conocer y poner en práctica las formas organizativas de las comunidades de la Montaña Vasca que han perdurado en algunos casos hasta nuestros días.

Estas se basan en principios de igualdad, apoyo mutuo, solidaridad, rechazo a la jerarquía y a la propiedad privada, etc. Abogamos por la libre federación de las diferentes unidades poblacionales (la casa, el barrio, el pueblo, el valle,?), partiendo del individuo. Así alcanzaremos la independencia total, la que nos lleve hasta el final, al equilibrio entre la comunidad y el individuo, el individuo y la comunidad.

2011ko abendoaren 29an,

Iparretako Ak.

"Es en busca de lo
imposible que el hombre ha realizado lo posible. Los que sabiamente se han
dedicado a lo que les parecía posible, no han dado nunca un solo
paso".
(M. Bakunin)

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