NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
El nacionalismo ha sido siempre uno de los grandes venenos para la clase trabajadora. Ha servido para dividir a los trabajadores entre distintos estados nacionales, no sólo de modo literal, sino ideológicamente. Hoy en día, probablemente sea justo decir que una mayoría de los trabajadores –en mayor o menor medida- se alinean a nivel doméstico con sus respectivas clases dominantes. Después de todo, la ideología del nacionalismo significa, en ultima instancia, que trabajadores y capitalistas que viven en un área geográfica particular, deben tener un interés común.
Así como en la mayoría de los mitos, hay algo de verdad en esto. Normalmente, un lenguaje común es compartido, y, de modo superficial, por lo menos, una “cultura” en común puede ser definida (por ejemplo el “British Way of Life”). Sin embargo, si uno investiga un poco más profundamente, un análisis tal no puede sostenerse. Los socialistas argumentamos que la sociedad mundial puede partirse entre dos grandes clases: capitalistas y trabajadores. Más allá de que muchos trabajadores encuentren difícil el comunicarse, y de entenderse los unos a los otros a raíz de las barreras idiomáticas o culturales, esto no altera el hecho de que todos son parte de una masa global explotada, que tiene más en común el uno con el otro, que con sus jefes nativos.
Un popular mito respecto del nacionalismo, es que él es sinónimo de fascismo. Esta es una peligrosa ilusión. El fascismo es la forma más degenerada del nacionalismo, pero cualquier clase de patriotismo, por más que sea de la más inocua, puede definirse como anti-clase obrera. Esto abarca desde el Partido Conservador hasta los Trotskystas, que se sienten obligados a defender a naciones pequeñas (por ejemplo, a Irak, en contra de poderosos como Estados Unidos).
Todo lo cual nos lleva amablemente a la Copa del Mundo. Muchos socialistas juegan y miran fútbol, pero es una vergüenza que el nacionalismo (ya sea duro o moderado) contamine lo que debería ser un evento maravilloso. Por cierto, el “nacionalismo atlético” tiene un valor tremendo para la clase capitalista, dado que hace socialmente aceptable ser partidario de tu país. No sólo desvía la mente de los trabajadores de los problemas que los rodean, sino que permite a los políticos cosechar los frutos de cualquier factor de “sentirse bien” que surja de un buen conjunto de resultados.
Así como en la mayoría de los mitos, hay algo de verdad en esto. Normalmente, un lenguaje común es compartido, y, de modo superficial, por lo menos, una “cultura” en común puede ser definida (por ejemplo el “British Way of Life”). Sin embargo, si uno investiga un poco más profundamente, un análisis tal no puede sostenerse. Los socialistas argumentamos que la sociedad mundial puede partirse entre dos grandes clases: capitalistas y trabajadores. Más allá de que muchos trabajadores encuentren difícil el comunicarse, y de entenderse los unos a los otros a raíz de las barreras idiomáticas o culturales, esto no altera el hecho de que todos son parte de una masa global explotada, que tiene más en común el uno con el otro, que con sus jefes nativos.
Un popular mito respecto del nacionalismo, es que él es sinónimo de fascismo. Esta es una peligrosa ilusión. El fascismo es la forma más degenerada del nacionalismo, pero cualquier clase de patriotismo, por más que sea de la más inocua, puede definirse como anti-clase obrera. Esto abarca desde el Partido Conservador hasta los Trotskystas, que se sienten obligados a defender a naciones pequeñas (por ejemplo, a Irak, en contra de poderosos como Estados Unidos).
Todo lo cual nos lleva amablemente a la Copa del Mundo. Muchos socialistas juegan y miran fútbol, pero es una vergüenza que el nacionalismo (ya sea duro o moderado) contamine lo que debería ser un evento maravilloso. Por cierto, el “nacionalismo atlético” tiene un valor tremendo para la clase capitalista, dado que hace socialmente aceptable ser partidario de tu país. No sólo desvía la mente de los trabajadores de los problemas que los rodean, sino que permite a los políticos cosechar los frutos de cualquier factor de “sentirse bien” que surja de un buen conjunto de resultados.
"La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido no es libertad en absoluto". ROSA LUXEMBURGO
"La lechuza de Minerva levanta el vuelo solo al crepúsculo" HEGEL
"Yo no soy MARXISTA". KARL MARX
http://esparevol.forumotion.net
http://prol-dissidenten.blogspot.com
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
podrias desarrollar eso por favorTrotskystas, que se sienten obligados a defender a naciones pequeñas (por ejemplo, a Irak, en contra de poderosos como Estados Unidos).
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
--Bertold Brecht
blog para hacerte reflexionar- http://enbuscadeeldorado.blogspot.com/
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Vale te lo desarrollo, pero agarrate que viene curva:
La crítica de Rosa Luxemburg a los bolcheviques
La crítica de Rosa Luxemburgo a las luchas de liberación nacional en general y a la política sobre las nacionalidades de los bolcheviques en particular fue la más penetrante de todas las de su tiempo, pues se basaba en un análisis del imperialismo mundial mucho más profundo que el de Lenin. En textos como “La Acumulación de Capital” (1913) y el “Folleto de Junius” (1915) Rosa Luxemburgo demostró que el imperialismo no es sólo una forma de saqueo y latrocinio por parte de los países desarrollados a costa de los atrasados sino que es, sobre todo, la expresión de la totalidad de las relaciones capitalistas mundiales: «La política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno internacional por naturaleza, un todo inseparable que no puede comprenderse más que como relaciones recíprocas y al cual ningún Estado puede sustraerse» (“Folleto de Junius”, pág. l34. Editorial Anagrama).
Para Rosa la causa de la crisis histórica del capitalismo no está en la tendencia decreciente de la cuota de ganancia la cual, tomada aisladamente, es siempre compensada por el aumento de la capacidad competitiva sino que se sitúa en el nivel de la realización de la plusvalía. En “La Acumulación del Capital” y en “La Anticrítica” demuestra que la plusvalía total extraída de la clase obrera como un todo no puede ser realizada solamente dentro de la propia relación social capitalista, puesto que los obreros, al no percibir el valor total de su fuerza de trabajo, no pueden comprar todas las mercancías que producen. Y tampoco el conjunto de la clase capitalista (incluidas todas las capas sociales pagadas con las ganancias capitalistas) es capaz de consumir toda la plusvalía, puesto que una porción de ésta debe servir para la reproducción ampliada del capital y por lo tanto debe ser intercambiada. O sea, que el capital global está obligado constantemente a encontrar consumidores fuera del mundo que domina la relación social capitalista. En las etapas iniciales de la evolución del capitalismo había todavía cantidad de capas y núcleos sociales no capitalistas dentro de las áreas geográficas de desarrollo capitalista (campesinado, artesanos, etc.) que podían servir de base para la expansión normal y “sana” del capital, aunque ya en aquel entonces había una tendencia a buscar mercados fuera de los enclaves de relación capitalista dominante. La revolución industrial en Inglaterra fue estimulada en gran medida por la demanda procedente de las colonias británicas. Pero cuando las relaciones sociales capitalistas llegaron a generalizarse dentro de los enclaves de origen, se aceleró también la penetración de la producción capitalista por el resto del mundo. Desde entonces, poco a poco la competencia entre capitales privados, en el marco de un mercado interno -nacional-, fue quedando en un segundo plano y empezó a prevalecer la competencia entre naciones por la conquista de los últimos territorios precapitalistas del planeta. Esta es la esencia del imperialismo: es, sencillamente, la expresión de la competencia capitalista “normal” a escala “internacional”, competencia cuyo rasgo distintivo es el de ser competencia defendida y finalmente acaparada por el poder armado del Estado.
Mientras el desarrollo capitalista estuvo limitado a unos cuantos países avanzados que se extendían por un todavía considerable sector no capitalista del mundo, la competencia era relativamente pacífica (no desde el punto de vista de los pueblos precapitalistas, claro está, sometidos a un saqueo a lo bestia por los “cárteles” imperialistas, en China, África,...). Pero tan pronto como el imperialismo integró el mercado mundial en las relaciones capitalistas, tan pronto como el mercado mundial quedó repartido por completo la competencia mundial capitalista sólo podía asumir un carácter violento y abiertamente agresivo al cual ninguna nación, ni atrasada ni adelantada, podía sustraerse, pues todas y cada una de ellas habían sido irresistiblemente arrastradas hacia una competencia de ratas sanguinarias por un mercado mundial saturado.
R. Luxemburgo describió un proceso histórico global y unificado. Al haber entendido que todo estaba determinado, en última instancia, por el desarrollo del mercado mundial Rosa Luxemburgo fue capaz de ver que era imposible dividir el mundo en diferentes compartimentos históricos: por una parte, el capitalismo senil, y por otra, un capitalismo joven y dinámico. El capitalismo es un sistema global que surge y declina como entidad única cuyas partes son estrictamente interdependientes. El mayor error de Lenin fue afirmar que en algunas áreas del mundo el capitalismo podía ser todavía “progresista” e incluso revolucionario, mientras que en otras estaba en descomposición. De la misma manera que el concepto leninista de que el proletariado tendría tareas diferentes según el área geográfica en que se encuentra procede de la visión de un mundo dividido en naciones aisladas, encontramos también esa idea errónea en el concepto del imperialismo.
Empezando por estudiar el desarrollo del mercado mundial, Rosa Luxemburgo pudo comprender que las luchas de liberación nacional ya no eran posibles una vez que aquél quedó repartido entre naciones imperialistas. La Primera Guerra Mundial imperialista fue la prueba decisiva de la saturación del Mercado Mundial. Desde entonces, ya no puede haber expansión verdadera del mismo sino nuevos repartos de los mercados ya existentes, robándose unos bloques a otros sus propios botines, proceso que, sin revolución social, aboca inevitablemente al hundimiento de la civilización. En este contexto, es imposible que ninguna nación nueva entre en el mercado mundial con bases independientes, o que lleve a cabo el proceso de acumulación primitiva fuera de la barbarie generalizada que gobierna el ajedrez mundial. En resumen, «en el mundo imperialista contemporáneo no puede haber guerras de defensa nacional»(“Folleto de Junius”).
La única posibilidad de cualquier nación, grande o pequeña, de “defenderse” contra el ataque imperialista, incluso el intento mismo de hacerlo, exigía sin remedio alianzas con otros imperialismos o la propia expansión imperialista a costa de otras naciones más débiles, y así sucesivamente. Todos aquellos “socialistas” que durante la Primera Guerra Mundial proclamaban la defensa nacional de cualquier matiz que fuera estaban, de hecho, sirviendo de apologistas y reclutando agentes para la burguesía imperialista.
Aunque Rosa Luxemburgo haya tenido algunas confusiones respecto a la posibilidad de autodeterminación nacional después de la revolución socialista y aunque le faltó tiempo para desarrollar enteramente su posición, todos los esfuerzos de su demostración tendían a dejar bien claro que las fuerzas productivas habían entrado en conflicto violento y definitivo con las relaciones capitalista de producción, incluido en éstas el marco nacional desde entonces demasiado limitado. Las guerras imperialistas iban a ser la señal patente de ese conflicto insuperable y del ocaso irreversible del modo de producción capitalista. Por todo eso, en este nuevo contexto las guerras de liberación nacional, que habían sido la expresión de la burguesía revolucionaria, dejaron de tener todo contenido progresista para transformarse, en feroces guerras imperialistas, expresión esta vez de una clase cuya existencia se ha convertido en barrera para el progreso de la humanidad.
La capacidad de Luxemburgo para ver que la burguesía de cualquier nación sólo podría operar dentro de un sistema mundial imperialista, la llevó a criticar con severidad la política nacional de los bolcheviques después de 1917. Tras reconocer que la independencia nacional de Finlandia, Ucrania, Lituania, etc. fue otorgada por los bolcheviques para así ganar las masas de esos países al poder soviético, Rosa hacía notar que, en realidad, había ocurrido todo lo contrario: «Una tras otra, esas “naciones”han utilizado la libertad apenas recibida de regalo, para aliarse, como enemigos mortales de la revolución rusa, al imperialismo alemán y, bajo la protección de éste, llevaron los estandartes de la contrarrevolución a la misma Rusia» (“La Revolución Rusa”. 1918)
Resultaba totalmente utópica la idea de que en la era de la revolución proletaria pudiese haber alguna convergencia entre intereses proletarios y burgueses, y mucha menos, en las mismísimas fronteras del baluarte de la revolución, y sobre todo cuando ninguna de ambas clases podía sacar beneficio alguno mutuo de la “independencia nacional”. En la hora de la lucha final, en la hora de la lucha a muerte contra el capital, la consigna del “derecho de los pueblos a la autodeterminación sólo presentaba riesgos y peligros precisamente porque servía a la burguesía como justificación ideológica para defender sus intereses, los cuales consistían entonces, básicamente, en aplastar al proletariado revolucionario. Y así ocurrió. Con semejante consigna, la burguesía de los países limítrofes de Rusia asesinó a los comunistas, disolvió los soviet y dejó que los ejércitos del imperialismo alemán y los ejércitos blancos utilizaran sus territorios como base de operaciones.
Incluso para la burguesía, la autodeterminación nacional era una burla, pues tan pronto como se desgajaron del dominio ruso, las pequeñas naciones de Europa del Este cayeron bajo la bota del imperialismo alemán u otros imperialismos, y desde entonces no han parado de moverse de un imperialismo a otro hasta que se asentaron por fin bajo el “ala protectora del imperialismo “soviético”. Y la política bolchevique sobre las naciones no sólo dio rienda suelta a la canalla contrarrevolucionaria en las naciones fronterizas, sino que, a mayor escala, le dio más credibilidad a la burguesía “democrática” de la Sociedad de Naciones, a Wilson y compañía, cuya propia versión de la autodeterminación estaba ya en ese tiempo en total contradicción con los objetivos del proletariado internacional. Y en verdad, desde entonces, la afirmación bolchevique del “derecho a la autodeterminación” ha sido usada por estalinistas, neofascistas, sionistas y demás charlatanes nacionalistas para justificar la existencia de un montón de pequeños regímenes imperialistas.
Cuando Rosa hacía su crítica, la hacía como revolucionaria que expresaba su honda solidaridad para con la revolución rusa y los bolcheviques. Y, en realidad, mientras hubo vida en la revolución, mientras los bolcheviques intentaron actuar por los intereses de la revolución mundial sus posiciones sobre la cuestión nacional, entre otras, podían ser criticadas como errores de un partido obrero revolucionario. En 1918, cuando Rosa Luxemburgo escribió sus críticas a los métodos de los bolcheviques, éstos todavía ponían todas sus esperanzas en una revolución proletaria en Occidente. Pero desde 1920, con la revolución retrocediendo por todas partes, los bolcheviques dan muestras claras de haber perdido la confianza en la clase obrera internacional. Y desde entonces insistirán cada vez más en unir la revolución rusa a los “movimientos de liberación nacional” en el Este, considerándolos como una gran amenaza para el sistema imperialista mundial. Desde el Congreso de Bakú de 1920 hasta el IV Congreso de la Internacional Comunista en 1922, esa insistencia no hizo sino aumentar constantemente, mientras que cantidades crecientes de ayuda material eran repartidas entre los movimientos nacionalistas de muy diferente naturaleza. Las desastrosas consecuencias de esta política casi ni rozaron las mentes de la burocracia bolchevique, la cual era cada día menos capaz de distinguir entre los intereses inmediatos de Rusia y los intereses del proletariado mundial.
Pongamos el ejemplo de Kemal Ataturk. A pesar de que éste había ejecutado a los líderes del Partido Comunista Turco en 1921, los bolcheviques siguieron otorgando al movimiento nacionalista de Ataturk un potencial “revolucionario”. Sólo cuando dicho movimiento firmó compromisos con los imperialistas de la “Entente” en 1923 empezaron a revisar su política para con él. Pero entonces, la política exterior del Estado ruso ya no tenía lo más mínimo de revolucionaria. Lo de Kemal no fue un accidente, sino sencillamente, la expresión de una nueva época, la época de la total incompatibilidad del nacionalismo con la revolución proletaria, de la imposibilidad para cualquier fracción de la burguesía de estar fuera del imperialismo. Esta misma política terminó en estrepitoso fracaso en Persia y Extremo Oriente. La “revolución nacional” contra el imperialismo fue un mito peligroso que costó la vida a millones de proletarios y comunistas. Desde entonces se hizo cada vez más claro que los movimientos nacionalistas, lejos de desafiar la hegemonía del imperialismo, no podían sino convertirse en peones del tablero de ajedrez mundial. Cuando un imperialismo es debilitado por este o aquel movimiento nacional, no hay duda de que otro imperialismo está sacando provecho del asunto.
El inevitable paso siguiente que iba a dar la Rusia “soviética” fue el de entrar claramente, también ella, en competencia imperialista con los capitalismos establecidos. Con la revolución mundial en trágica desbandada, con un proletariado ruso diezmado por la guerra civil y el hambre, y aplastados en Petrogrado y Kronstadt sus últimos intentos por recobrar el poder político, el partido bolchevique había acabado por volverse patrón y capataz del capital nacional ruso; y puesto que en la época de decadencia del capitalismo, los capitales nacionales no tienen ninguna otra alternativa que la de ser imperialistas, la política exterior del Estado ruso desde la mitad de los años 20, incluido el apoyo a los “movimientos de liberación nacional , ya no pueden verse como errores de un partido proletario, sino como estrategias imperialistas de un gran poder capitalista. Por eso, la política de alianzas del Comintern con la “revolución nacional democrática” en China, que acabó en matanza de los obreros chinos tras la insurrección de Shangai en 1927, no fue una “traición” o el resultado de los “errores” de Stalin o del PC Chino. Al minar en sus bases la insurrección de los obreros chinos, lo único que estaban ejerciendo aquellos era su oficio de clase en tanto que fracción del capitalismo mundial.
La crítica de Rosa Luxemburg a los bolcheviques
La crítica de Rosa Luxemburgo a las luchas de liberación nacional en general y a la política sobre las nacionalidades de los bolcheviques en particular fue la más penetrante de todas las de su tiempo, pues se basaba en un análisis del imperialismo mundial mucho más profundo que el de Lenin. En textos como “La Acumulación de Capital” (1913) y el “Folleto de Junius” (1915) Rosa Luxemburgo demostró que el imperialismo no es sólo una forma de saqueo y latrocinio por parte de los países desarrollados a costa de los atrasados sino que es, sobre todo, la expresión de la totalidad de las relaciones capitalistas mundiales: «La política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno internacional por naturaleza, un todo inseparable que no puede comprenderse más que como relaciones recíprocas y al cual ningún Estado puede sustraerse» (“Folleto de Junius”, pág. l34. Editorial Anagrama).
Para Rosa la causa de la crisis histórica del capitalismo no está en la tendencia decreciente de la cuota de ganancia la cual, tomada aisladamente, es siempre compensada por el aumento de la capacidad competitiva sino que se sitúa en el nivel de la realización de la plusvalía. En “La Acumulación del Capital” y en “La Anticrítica” demuestra que la plusvalía total extraída de la clase obrera como un todo no puede ser realizada solamente dentro de la propia relación social capitalista, puesto que los obreros, al no percibir el valor total de su fuerza de trabajo, no pueden comprar todas las mercancías que producen. Y tampoco el conjunto de la clase capitalista (incluidas todas las capas sociales pagadas con las ganancias capitalistas) es capaz de consumir toda la plusvalía, puesto que una porción de ésta debe servir para la reproducción ampliada del capital y por lo tanto debe ser intercambiada. O sea, que el capital global está obligado constantemente a encontrar consumidores fuera del mundo que domina la relación social capitalista. En las etapas iniciales de la evolución del capitalismo había todavía cantidad de capas y núcleos sociales no capitalistas dentro de las áreas geográficas de desarrollo capitalista (campesinado, artesanos, etc.) que podían servir de base para la expansión normal y “sana” del capital, aunque ya en aquel entonces había una tendencia a buscar mercados fuera de los enclaves de relación capitalista dominante. La revolución industrial en Inglaterra fue estimulada en gran medida por la demanda procedente de las colonias británicas. Pero cuando las relaciones sociales capitalistas llegaron a generalizarse dentro de los enclaves de origen, se aceleró también la penetración de la producción capitalista por el resto del mundo. Desde entonces, poco a poco la competencia entre capitales privados, en el marco de un mercado interno -nacional-, fue quedando en un segundo plano y empezó a prevalecer la competencia entre naciones por la conquista de los últimos territorios precapitalistas del planeta. Esta es la esencia del imperialismo: es, sencillamente, la expresión de la competencia capitalista “normal” a escala “internacional”, competencia cuyo rasgo distintivo es el de ser competencia defendida y finalmente acaparada por el poder armado del Estado.
Mientras el desarrollo capitalista estuvo limitado a unos cuantos países avanzados que se extendían por un todavía considerable sector no capitalista del mundo, la competencia era relativamente pacífica (no desde el punto de vista de los pueblos precapitalistas, claro está, sometidos a un saqueo a lo bestia por los “cárteles” imperialistas, en China, África,...). Pero tan pronto como el imperialismo integró el mercado mundial en las relaciones capitalistas, tan pronto como el mercado mundial quedó repartido por completo la competencia mundial capitalista sólo podía asumir un carácter violento y abiertamente agresivo al cual ninguna nación, ni atrasada ni adelantada, podía sustraerse, pues todas y cada una de ellas habían sido irresistiblemente arrastradas hacia una competencia de ratas sanguinarias por un mercado mundial saturado.
R. Luxemburgo describió un proceso histórico global y unificado. Al haber entendido que todo estaba determinado, en última instancia, por el desarrollo del mercado mundial Rosa Luxemburgo fue capaz de ver que era imposible dividir el mundo en diferentes compartimentos históricos: por una parte, el capitalismo senil, y por otra, un capitalismo joven y dinámico. El capitalismo es un sistema global que surge y declina como entidad única cuyas partes son estrictamente interdependientes. El mayor error de Lenin fue afirmar que en algunas áreas del mundo el capitalismo podía ser todavía “progresista” e incluso revolucionario, mientras que en otras estaba en descomposición. De la misma manera que el concepto leninista de que el proletariado tendría tareas diferentes según el área geográfica en que se encuentra procede de la visión de un mundo dividido en naciones aisladas, encontramos también esa idea errónea en el concepto del imperialismo.
Empezando por estudiar el desarrollo del mercado mundial, Rosa Luxemburgo pudo comprender que las luchas de liberación nacional ya no eran posibles una vez que aquél quedó repartido entre naciones imperialistas. La Primera Guerra Mundial imperialista fue la prueba decisiva de la saturación del Mercado Mundial. Desde entonces, ya no puede haber expansión verdadera del mismo sino nuevos repartos de los mercados ya existentes, robándose unos bloques a otros sus propios botines, proceso que, sin revolución social, aboca inevitablemente al hundimiento de la civilización. En este contexto, es imposible que ninguna nación nueva entre en el mercado mundial con bases independientes, o que lleve a cabo el proceso de acumulación primitiva fuera de la barbarie generalizada que gobierna el ajedrez mundial. En resumen, «en el mundo imperialista contemporáneo no puede haber guerras de defensa nacional»(“Folleto de Junius”).
La única posibilidad de cualquier nación, grande o pequeña, de “defenderse” contra el ataque imperialista, incluso el intento mismo de hacerlo, exigía sin remedio alianzas con otros imperialismos o la propia expansión imperialista a costa de otras naciones más débiles, y así sucesivamente. Todos aquellos “socialistas” que durante la Primera Guerra Mundial proclamaban la defensa nacional de cualquier matiz que fuera estaban, de hecho, sirviendo de apologistas y reclutando agentes para la burguesía imperialista.
Aunque Rosa Luxemburgo haya tenido algunas confusiones respecto a la posibilidad de autodeterminación nacional después de la revolución socialista y aunque le faltó tiempo para desarrollar enteramente su posición, todos los esfuerzos de su demostración tendían a dejar bien claro que las fuerzas productivas habían entrado en conflicto violento y definitivo con las relaciones capitalista de producción, incluido en éstas el marco nacional desde entonces demasiado limitado. Las guerras imperialistas iban a ser la señal patente de ese conflicto insuperable y del ocaso irreversible del modo de producción capitalista. Por todo eso, en este nuevo contexto las guerras de liberación nacional, que habían sido la expresión de la burguesía revolucionaria, dejaron de tener todo contenido progresista para transformarse, en feroces guerras imperialistas, expresión esta vez de una clase cuya existencia se ha convertido en barrera para el progreso de la humanidad.
La capacidad de Luxemburgo para ver que la burguesía de cualquier nación sólo podría operar dentro de un sistema mundial imperialista, la llevó a criticar con severidad la política nacional de los bolcheviques después de 1917. Tras reconocer que la independencia nacional de Finlandia, Ucrania, Lituania, etc. fue otorgada por los bolcheviques para así ganar las masas de esos países al poder soviético, Rosa hacía notar que, en realidad, había ocurrido todo lo contrario: «Una tras otra, esas “naciones”han utilizado la libertad apenas recibida de regalo, para aliarse, como enemigos mortales de la revolución rusa, al imperialismo alemán y, bajo la protección de éste, llevaron los estandartes de la contrarrevolución a la misma Rusia» (“La Revolución Rusa”. 1918)
Resultaba totalmente utópica la idea de que en la era de la revolución proletaria pudiese haber alguna convergencia entre intereses proletarios y burgueses, y mucha menos, en las mismísimas fronteras del baluarte de la revolución, y sobre todo cuando ninguna de ambas clases podía sacar beneficio alguno mutuo de la “independencia nacional”. En la hora de la lucha final, en la hora de la lucha a muerte contra el capital, la consigna del “derecho de los pueblos a la autodeterminación sólo presentaba riesgos y peligros precisamente porque servía a la burguesía como justificación ideológica para defender sus intereses, los cuales consistían entonces, básicamente, en aplastar al proletariado revolucionario. Y así ocurrió. Con semejante consigna, la burguesía de los países limítrofes de Rusia asesinó a los comunistas, disolvió los soviet y dejó que los ejércitos del imperialismo alemán y los ejércitos blancos utilizaran sus territorios como base de operaciones.
Incluso para la burguesía, la autodeterminación nacional era una burla, pues tan pronto como se desgajaron del dominio ruso, las pequeñas naciones de Europa del Este cayeron bajo la bota del imperialismo alemán u otros imperialismos, y desde entonces no han parado de moverse de un imperialismo a otro hasta que se asentaron por fin bajo el “ala protectora del imperialismo “soviético”. Y la política bolchevique sobre las naciones no sólo dio rienda suelta a la canalla contrarrevolucionaria en las naciones fronterizas, sino que, a mayor escala, le dio más credibilidad a la burguesía “democrática” de la Sociedad de Naciones, a Wilson y compañía, cuya propia versión de la autodeterminación estaba ya en ese tiempo en total contradicción con los objetivos del proletariado internacional. Y en verdad, desde entonces, la afirmación bolchevique del “derecho a la autodeterminación” ha sido usada por estalinistas, neofascistas, sionistas y demás charlatanes nacionalistas para justificar la existencia de un montón de pequeños regímenes imperialistas.
Cuando Rosa hacía su crítica, la hacía como revolucionaria que expresaba su honda solidaridad para con la revolución rusa y los bolcheviques. Y, en realidad, mientras hubo vida en la revolución, mientras los bolcheviques intentaron actuar por los intereses de la revolución mundial sus posiciones sobre la cuestión nacional, entre otras, podían ser criticadas como errores de un partido obrero revolucionario. En 1918, cuando Rosa Luxemburgo escribió sus críticas a los métodos de los bolcheviques, éstos todavía ponían todas sus esperanzas en una revolución proletaria en Occidente. Pero desde 1920, con la revolución retrocediendo por todas partes, los bolcheviques dan muestras claras de haber perdido la confianza en la clase obrera internacional. Y desde entonces insistirán cada vez más en unir la revolución rusa a los “movimientos de liberación nacional” en el Este, considerándolos como una gran amenaza para el sistema imperialista mundial. Desde el Congreso de Bakú de 1920 hasta el IV Congreso de la Internacional Comunista en 1922, esa insistencia no hizo sino aumentar constantemente, mientras que cantidades crecientes de ayuda material eran repartidas entre los movimientos nacionalistas de muy diferente naturaleza. Las desastrosas consecuencias de esta política casi ni rozaron las mentes de la burocracia bolchevique, la cual era cada día menos capaz de distinguir entre los intereses inmediatos de Rusia y los intereses del proletariado mundial.
Pongamos el ejemplo de Kemal Ataturk. A pesar de que éste había ejecutado a los líderes del Partido Comunista Turco en 1921, los bolcheviques siguieron otorgando al movimiento nacionalista de Ataturk un potencial “revolucionario”. Sólo cuando dicho movimiento firmó compromisos con los imperialistas de la “Entente” en 1923 empezaron a revisar su política para con él. Pero entonces, la política exterior del Estado ruso ya no tenía lo más mínimo de revolucionaria. Lo de Kemal no fue un accidente, sino sencillamente, la expresión de una nueva época, la época de la total incompatibilidad del nacionalismo con la revolución proletaria, de la imposibilidad para cualquier fracción de la burguesía de estar fuera del imperialismo. Esta misma política terminó en estrepitoso fracaso en Persia y Extremo Oriente. La “revolución nacional” contra el imperialismo fue un mito peligroso que costó la vida a millones de proletarios y comunistas. Desde entonces se hizo cada vez más claro que los movimientos nacionalistas, lejos de desafiar la hegemonía del imperialismo, no podían sino convertirse en peones del tablero de ajedrez mundial. Cuando un imperialismo es debilitado por este o aquel movimiento nacional, no hay duda de que otro imperialismo está sacando provecho del asunto.
El inevitable paso siguiente que iba a dar la Rusia “soviética” fue el de entrar claramente, también ella, en competencia imperialista con los capitalismos establecidos. Con la revolución mundial en trágica desbandada, con un proletariado ruso diezmado por la guerra civil y el hambre, y aplastados en Petrogrado y Kronstadt sus últimos intentos por recobrar el poder político, el partido bolchevique había acabado por volverse patrón y capataz del capital nacional ruso; y puesto que en la época de decadencia del capitalismo, los capitales nacionales no tienen ninguna otra alternativa que la de ser imperialistas, la política exterior del Estado ruso desde la mitad de los años 20, incluido el apoyo a los “movimientos de liberación nacional , ya no pueden verse como errores de un partido proletario, sino como estrategias imperialistas de un gran poder capitalista. Por eso, la política de alianzas del Comintern con la “revolución nacional democrática” en China, que acabó en matanza de los obreros chinos tras la insurrección de Shangai en 1927, no fue una “traición” o el resultado de los “errores” de Stalin o del PC Chino. Al minar en sus bases la insurrección de los obreros chinos, lo único que estaban ejerciendo aquellos era su oficio de clase en tanto que fracción del capitalismo mundial.
"La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido no es libertad en absoluto". ROSA LUXEMBURGO
"La lechuza de Minerva levanta el vuelo solo al crepúsculo" HEGEL
"Yo no soy MARXISTA". KARL MARX
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Bueno, te comento un poco el tema. Yo también he sido "trosko" (de otros posts he leído que tu lo eras). Pero la experiencia real me hizo percatarme de que el troskismo hacía aguas en dos puntos (al menos):
-La definición de la URSS y los "Países Socialistas" como "Estados obreros degenerados". Que como consecuencia llevaba a la defensa "crítica" de estos estados incluso a nivel bélico. Esto se comprobó que hacía aguas, en particular con la caída de la URSS y cia.: ningún obrero salió a defender el "estado obrero", siquiera críticamente. Desde mi punto de vista la experiencia reinvindico la postura de la llamada "Izquierda Comunista" que definía estos países como simple Capitalismo de Estado.
-La posición sobre el "Derecho de Autodeterminación". En el texto que te añado me extiendo sobre el tema. Pero la "Izquierda Comunista" defiende la posición de Rosa Luxemburgo de que las luchas de "autodeterminación nacional" habían agotado su necesidad histórica. Ojo, que la posición de la III Internacional se refería a las colonias y no a Euskadi, Cataluña, e incluso como reivindican algunos Cantabria, Andalucía etc. Pero el trotskismo se aferrra a una postura superada históricamente.
Saludos comunistas.
-La definición de la URSS y los "Países Socialistas" como "Estados obreros degenerados". Que como consecuencia llevaba a la defensa "crítica" de estos estados incluso a nivel bélico. Esto se comprobó que hacía aguas, en particular con la caída de la URSS y cia.: ningún obrero salió a defender el "estado obrero", siquiera críticamente. Desde mi punto de vista la experiencia reinvindico la postura de la llamada "Izquierda Comunista" que definía estos países como simple Capitalismo de Estado.
-La posición sobre el "Derecho de Autodeterminación". En el texto que te añado me extiendo sobre el tema. Pero la "Izquierda Comunista" defiende la posición de Rosa Luxemburgo de que las luchas de "autodeterminación nacional" habían agotado su necesidad histórica. Ojo, que la posición de la III Internacional se refería a las colonias y no a Euskadi, Cataluña, e incluso como reivindican algunos Cantabria, Andalucía etc. Pero el trotskismo se aferrra a una postura superada históricamente.
Saludos comunistas.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
tu primer post no le veo mucha relaccion con lo que te he pedido que desarrollarasPETRI escribió:Bueno, te comento un poco el tema. Yo también he sido "trosko" (de otros posts he leído que tu lo eras). Pero la experiencia real me hizo percatarme de que el troskismo hacía aguas en dos puntos (al menos):
-La definición de la URSS y los "Países Socialistas" como "Estados obreros degenerados". Que como consecuencia llevaba a la defensa "crítica" de estos estados incluso a nivel bélico. Esto se comprobó que hacía aguas, en particular con la caída de la URSS y cia.: ningún obrero salió a defender el "estado obrero", siquiera críticamente. Desde mi punto de vista la experiencia reinvindico la postura de la llamada "Izquierda Comunista" que definía estos países como simple Capitalismo de Estado.
-La posición sobre el "Derecho de Autodeterminación". En el texto que te añado me extiendo sobre el tema. Pero la "Izquierda Comunista" defiende la posición de Rosa Luxemburgo de que las luchas de "autodeterminación nacional" habían agotado su necesidad histórica. Ojo, que la posición de la III Internacional se refería a las colonias y no a Euskadi, Cataluña, e incluso como reivindican algunos Cantabria, Andalucía etc. Pero el trotskismo se aferrra a una postura superada históricamente.
Saludos comunistas.
cuando defendemos el referendum, yo por lo menor, lo hacemos desde la perpectiva de que es un derecho democratico, no a favor de la independencia, yo lo mas seguro es que votaria en blanco.
lo de estados obreros deformados se llama asi porque en origen opretendian ser eso, pero no miremos solo a los terminos, vallamos mas alla, por que no salio ninguno brero a defenderlos? un estado burocratico que hacia aguas, la revolucion y el capitalismo lejanos en el tiempo, el control absoluto d elos medios de comunicacion, falta de cualquier organizacion que pudiera hacer frente a eso, ...
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
--Bertold Brecht
blog para hacerte reflexionar- http://enbuscadeeldorado.blogspot.com/
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Nación o clase?
Padre o madre?
Padre o madre?
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
En vez de nación o clase, por que no las dos. Lo digo y lo sostengo, hay que quitarle el discurso de las querencias que pueda sentir un ciudadano por la tierra que lo vio nacer a la derecha.
Salud.
Salud.
Pedro Kropotkin
Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en la necesidad de organizarse dentro del comunismo anarquista.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Habra quien diga que ni clase ni nación, Humanidad! jeje
Regeneración Libertaria
Tierra y Libertad
Todo por hacer
La Iconoclasta
Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.
Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
nacional... sindicalismo?Rojo Negro escribió:En vez de nación o clase, por que no las dos. Lo digo y lo sostengo, hay que quitarle el discurso de las querencias que pueda sentir un ciudadano por la tierra que lo vio nacer a la derecha.
Salud.
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
El paralelismo entre nación/clase, padre/madre podría tener un fundamento metafórico o poético, pero no base material. Cuando Marx (y con el Bakunin) afirmaba que los proletarios no tienen patria, lo decía con todo el sentido. Ha sido el estalinismo el que ha recuperado (distorsionando el programa sobre las nacionalidades de la III Internacional) esa idea "de moda" en la izquierda de la "liberación nacional", que no ha hecho más que desorientar.
Por otra parte, la alternativa HUMANIDAD me parece magnífica, pero en este sistema que ha dividido a la humanidad en clases y naciones, ha de ser la lucha del proletariado por una sociedad comunista sin clases ni estado, la que termine con esta escisión material y mental.
"Nada humano me es ajeno" K. Marx.
Por otra parte, la alternativa HUMANIDAD me parece magnífica, pero en este sistema que ha dividido a la humanidad en clases y naciones, ha de ser la lucha del proletariado por una sociedad comunista sin clases ni estado, la que termine con esta escisión material y mental.
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"La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido no es libertad en absoluto". ROSA LUXEMBURGO
"La lechuza de Minerva levanta el vuelo solo al crepúsculo" HEGEL
"Yo no soy MARXISTA". KARL MARX
http://esparevol.forumotion.net
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Bueno Bakunin se declaro como: Patriota de todas las patrias oprimidas en un texto (patria y nacionalidad me parece que se llamaba) en el cual a la vez despotricaba contra las patrias como alemanas, francesas... Y creo que por ahi van los tiros.
Yo me siento patriota en ese sentido de todas las patrias oprimidas, Aragon, EH, palestina, sahara... Pero en el momento en que estos pueblos se liberen de la opresion y recuperen su libertad para elegir, en ese momento dejare de ser patriota de esas patrias.
Y creo que la cosa va por ahi Bakunin se declaraba patriota de las patrias oprimidas mientras que las patrias ya liberadas consideraba que ser patriota era una tonteria ya que ser patriota de una patria liberada conlleva creer que tu patria es mejor que otras. Mientras que ser patriota de una patria oprimida es querer que todos los pueblos se relacionen en igualdad.
El tema de Stalin creo queno tiene mucho que ver la verdad ni creo que tenga mucho que ver su concepto de patria.
Yo me siento patriota en ese sentido de todas las patrias oprimidas, Aragon, EH, palestina, sahara... Pero en el momento en que estos pueblos se liberen de la opresion y recuperen su libertad para elegir, en ese momento dejare de ser patriota de esas patrias.
Y creo que la cosa va por ahi Bakunin se declaraba patriota de las patrias oprimidas mientras que las patrias ya liberadas consideraba que ser patriota era una tonteria ya que ser patriota de una patria liberada conlleva creer que tu patria es mejor que otras. Mientras que ser patriota de una patria oprimida es querer que todos los pueblos se relacionen en igualdad.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
gazte escribió:nacional... sindicalismo?Rojo Negro escribió:En vez de nación o clase, por que no las dos. Lo digo y lo sostengo, hay que quitarle el discurso de las querencias que pueda sentir un ciudadano por la tierra que lo vio nacer a la derecha.
Salud.
Uuuuuyyyyy no eso suena a déjame ver, donde habré yo escuchado eso, suena a José Antonio Primo de Rivera (pido disculpas por decir ese nombre soez).
Salud.
Pedro Kropotkin
Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en la necesidad de organizarse dentro del comunismo anarquista.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
BOIRA escribió:Bueno Bakunin se declaro como: Patriota de todas las patrias oprimidas en un texto (patria y nacionalidad me parece que se llamaba) en el cual a la vez despotricaba contra las patrias como alemanas, francesas... Y creo que por ahi van los tiros.
Yo me siento patriota en ese sentido de todas las patrias oprimidas, Aragon, EH, palestina, sahara... Pero en el momento en que estos pueblos se liberen de la opresion y recuperen su libertad para elegir, en ese momento dejare de ser patriota de esas patrias.
Y creo que la cosa va por ahi Bakunin se declaraba patriota de las patrias oprimidas mientras que las patrias ya liberadas consideraba que ser patriota era una tonteria ya que ser patriota de una patria liberada conlleva creer que tu patria es mejor que otras. Mientras que ser patriota de una patria oprimida es querer que todos los pueblos se relacionen en igualdad.
El tema de Stalin creo queno tiene mucho que ver la verdad ni creo que tenga mucho que ver su concepto de patria.
Me declaro igual que Bakunin… En lo demás, difiero respetuosamente, cuando libere a mi patria de los yankees, no seremos una patria excluyente y si una Anarco Patria Comunista Libertaria que buscara la asociación con otras patrias que así lo deseen. Incluyendo a los mismos Yankees si abrazan en Anarquismo.
Salud.
Pedro Kropotkin
Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en la necesidad de organizarse dentro del comunismo anarquista.
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Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
cuando los yankis se hagan anarqistas yo m hare nazi vale?Rojo Negro escribió:BOIRA escribió:Bueno Bakunin se declaro como: Patriota de todas las patrias oprimidas en un texto (patria y nacionalidad me parece que se llamaba) en el cual a la vez despotricaba contra las patrias como alemanas, francesas... Y creo que por ahi van los tiros.
Yo me siento patriota en ese sentido de todas las patrias oprimidas, Aragon, EH, palestina, sahara... Pero en el momento en que estos pueblos se liberen de la opresion y recuperen su libertad para elegir, en ese momento dejare de ser patriota de esas patrias.
Y creo que la cosa va por ahi Bakunin se declaraba patriota de las patrias oprimidas mientras que las patrias ya liberadas consideraba que ser patriota era una tonteria ya que ser patriota de una patria liberada conlleva creer que tu patria es mejor que otras. Mientras que ser patriota de una patria oprimida es querer que todos los pueblos se relacionen en igualdad.
El tema de Stalin creo queno tiene mucho que ver la verdad ni creo que tenga mucho que ver su concepto de patria.
Me declaro igual que Bakunin… En lo demás, difiero respetuosamente, cuando libere a mi patria de los yankees, no seremos una patria excluyente y si una Anarco Patria Comunista Libertaria que buscara la asociación con otras patrias que así lo deseen. Incluyendo a los mismos Yankees si abrazan en Anarquismo.
Salud.
Re: NACIÓN O CLASE (del Movimiento Socialista Mundial)
Muy buena la mezcla del pensamiento de Rosa Lux y tus "sustratos" de lo q ella creía enagenación de lo q significa "liberación nacional", aún a costa de la emancipación de clase.Petri.
En cuanto al último post; dejemos de englobar al pueblo, sea el q sea, con los sistemas q imponen sus gobiernos. El dia q el Anarkismo norteamericano, no ya q tomase el poder, sino q fuese un ¿tink-tank? con la suficiente influencia en la sociedad y el suficiente poder en la clase q impone sus intereses a lxs gobernantes, sería uno de los momentos históricos de nuetra idea, al más alto nivel, incluso por encima de los sucesos de Haymarket.
Salud.
En cuanto al último post; dejemos de englobar al pueblo, sea el q sea, con los sistemas q imponen sus gobiernos. El dia q el Anarkismo norteamericano, no ya q tomase el poder, sino q fuese un ¿tink-tank? con la suficiente influencia en la sociedad y el suficiente poder en la clase q impone sus intereses a lxs gobernantes, sería uno de los momentos históricos de nuetra idea, al más alto nivel, incluso por encima de los sucesos de Haymarket.
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