MONOGRÁFICO ANTINACIONALISTA (FIJA-León)
Publicado: 27 Feb 2009, 15:12
MONOGRÁFICO ANTINACIONALISTA
DIVIDE Y VENCERÁS: Introducción (3) Orígenes del Estado (3) Orígenes y definición de nacionalismo (4) Pilares del nacionalismo (4) Tipos de Nacionalismo (6) Nacionalidad (7) Nacionalismo en la Península Ibérica (7) Nacionalismo y Anarquismo (10) Federalismo libertario (11) EL NACIONALISMO COMO RELIGIÓN POLÍTICA (12) LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL “ANARCO-INDEPENDENTISMO” (15)
Suplemento Número 4 (Marzo de 2009)
LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL ANARCOINDEPENDENTISMO
El anarco-independentismo es una corriente que surge del
intento de unir las teorías del anarquismo y las del
nacionalismo. Esta extraña unión parte de una particular
concepción del nacionalismo (también del anarquismo),
concibiéndolo de una forma no estatista; en términos suyos,
nacionalismo nacionalista frente al nacionalismo estatista.
Esta forma de nacionalismo conllevaría la no necesidad de
creación de un Estado y sería la conservación de las
tradiciones, las culturas y los idiomas por el propio pueblo.
Esta particular visión del federalismo, federalismo
nacionalista podría llamarse, entra en contradicción con la
particular visión del federalismo libertario; esto es, el que
parte desde el propio individuo independientemente del
espacio geográfico en el que se haya desenvuelto. Es cierto
que no existe un Estado que centralice y someta al individuo,
pero es que la centralización no es particular del Estado sino
que puede darse desde diferentes entes. Si se delimita un
espacio geográfico y se somete a todos los individuos a una
cultura en particular, se está convirtiendo a esa cultura en
una forma de opresión (lingüística, cultural…) hacia el
individuo. Las dos tendencias más conocidas en el Estado
español son el anarco-independentismo y el anarcoabertzalismo.
Éstas reclaman la liberación nacional de los
“Països Catalans” y de “Euskal Herria” respectivamente. Esta
reivindicación parte de una concepción unitaria que poco
tiene que ver con la realidad. En cuanto al idioma, no hay
una realidad idiomática única y natural en esos territorios:
en el caso de los “Països Catalans” se dan diferentes
variedades, el català, el valecià o mallorquín, en el caso de
“Euskal Herria” el lapurtano, el guipuzcoano o el navarro. De
esta forma, la necesidad de mostrar una realidad cohesionado
conlleva la imposición (sea o no a través de formas estatales)
de un idioma único; el català o, más claramente, el euskara
batua (euskara unificado). ¿Cuál es la cultura de la que se
está hablando? De la que se está imponiendo para defender
unos intereses.
Al contrario de lo que parece que nos quieren hacer entender
los defensores del nacionalismo (pretendiendo establecer
vínculos entre las personas, los idiomas, las culturas con la
tierra), los idiomas no están anclados en este o en aquel
territorio, sino que lo están en las propias personas, y viajan
y se mueven con éstas, se transforman y evolucionan por su
acción; y negar esto es negar tanto el idioma como al ser
humano. Según algunos lingüistas, territorios que
supuestamente estarían entroncados en los “Països Catalans”
estuvieron habitados por euskaldunes, como podría
demostrar la toponimia de algunos puntos de Cataluña: Valle
de Arán, Barcelona o Badalona. También es conocida la teoría
de que la lengua vasca cohabitó en algunas zonas de Burgos
y también de la Rioja. Es decir, los movimientos migratorios
de los euskaldunes conllevaron que el idioma se fuera
desplazando durante siglos por todo el noreste Peninsular. El
estancamiento, siempre artificial, se debió a la imposición del
castellano, por lo que el euskera fue perdiendo
progresivamente terreno (en aquel momento, siglos XIII-XIV,
ocupaba prácticamente todo el noroeste, desde Lérida hasta
Burgos). La oposición al centralismo que pretenden hacer los
movimientos nacionalistas, sean o no estatistas, no es
diferente a su propuesta cultural. Porque, además de ser
ambas formas de centralismo, el efecto para con la cultura es
siempre el mismo: paralización y artificialidad.
Independientemente de que se reclame o no un Estado, la
idea de Pueblo siempre es autoritaria; porque deja de colocar
como protagonistas a los individuos que lo componen. Los
Pueblos no hablan idiomas, los hablan los individuos que
componen aquellos. No tiene sentido el aferrarse a una
cultura colectiva definida, porque la cultura es un producto
de la interrelación; y no se puede defender más que la
cultura individual, cosa que corresponde a cada une de
nosotres. Esta forma de entender la cultura, ayuda al
enriquecimiento de la cultura humana, no existe ninguna
forma cultural pura, porque todas surgen de la interrelación.
No existen los Pueblos. Existen los individuos. Es imposible
delimitar la existencia de un Pueblo de manera perfecta,
porque su interrelación no va a estar cohibida por una
frontera sino que la traspasará, y la cultura que de ello surja
será diferente a la del resto del Pueblo delimitado. No se
puede encadenar a los pueblos al centralismo nacionalista.
Juventudes Anarquistas de León (FIJA)
DIVIDE Y VENCERÁS: Introducción (3) Orígenes del Estado (3) Orígenes y definición de nacionalismo (4) Pilares del nacionalismo (4) Tipos de Nacionalismo (6) Nacionalidad (7) Nacionalismo en la Península Ibérica (7) Nacionalismo y Anarquismo (10) Federalismo libertario (11) EL NACIONALISMO COMO RELIGIÓN POLÍTICA (12) LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL “ANARCO-INDEPENDENTISMO” (15)
Suplemento Número 4 (Marzo de 2009)
LA CULTURA COMO FORMA DE OPRESIÓN: CONTRA EL ANARCOINDEPENDENTISMO
El anarco-independentismo es una corriente que surge del
intento de unir las teorías del anarquismo y las del
nacionalismo. Esta extraña unión parte de una particular
concepción del nacionalismo (también del anarquismo),
concibiéndolo de una forma no estatista; en términos suyos,
nacionalismo nacionalista frente al nacionalismo estatista.
Esta forma de nacionalismo conllevaría la no necesidad de
creación de un Estado y sería la conservación de las
tradiciones, las culturas y los idiomas por el propio pueblo.
Esta particular visión del federalismo, federalismo
nacionalista podría llamarse, entra en contradicción con la
particular visión del federalismo libertario; esto es, el que
parte desde el propio individuo independientemente del
espacio geográfico en el que se haya desenvuelto. Es cierto
que no existe un Estado que centralice y someta al individuo,
pero es que la centralización no es particular del Estado sino
que puede darse desde diferentes entes. Si se delimita un
espacio geográfico y se somete a todos los individuos a una
cultura en particular, se está convirtiendo a esa cultura en
una forma de opresión (lingüística, cultural…) hacia el
individuo. Las dos tendencias más conocidas en el Estado
español son el anarco-independentismo y el anarcoabertzalismo.
Éstas reclaman la liberación nacional de los
“Països Catalans” y de “Euskal Herria” respectivamente. Esta
reivindicación parte de una concepción unitaria que poco
tiene que ver con la realidad. En cuanto al idioma, no hay
una realidad idiomática única y natural en esos territorios:
en el caso de los “Països Catalans” se dan diferentes
variedades, el català, el valecià o mallorquín, en el caso de
“Euskal Herria” el lapurtano, el guipuzcoano o el navarro. De
esta forma, la necesidad de mostrar una realidad cohesionado
conlleva la imposición (sea o no a través de formas estatales)
de un idioma único; el català o, más claramente, el euskara
batua (euskara unificado). ¿Cuál es la cultura de la que se
está hablando? De la que se está imponiendo para defender
unos intereses.
Al contrario de lo que parece que nos quieren hacer entender
los defensores del nacionalismo (pretendiendo establecer
vínculos entre las personas, los idiomas, las culturas con la
tierra), los idiomas no están anclados en este o en aquel
territorio, sino que lo están en las propias personas, y viajan
y se mueven con éstas, se transforman y evolucionan por su
acción; y negar esto es negar tanto el idioma como al ser
humano. Según algunos lingüistas, territorios que
supuestamente estarían entroncados en los “Països Catalans”
estuvieron habitados por euskaldunes, como podría
demostrar la toponimia de algunos puntos de Cataluña: Valle
de Arán, Barcelona o Badalona. También es conocida la teoría
de que la lengua vasca cohabitó en algunas zonas de Burgos
y también de la Rioja. Es decir, los movimientos migratorios
de los euskaldunes conllevaron que el idioma se fuera
desplazando durante siglos por todo el noreste Peninsular. El
estancamiento, siempre artificial, se debió a la imposición del
castellano, por lo que el euskera fue perdiendo
progresivamente terreno (en aquel momento, siglos XIII-XIV,
ocupaba prácticamente todo el noroeste, desde Lérida hasta
Burgos). La oposición al centralismo que pretenden hacer los
movimientos nacionalistas, sean o no estatistas, no es
diferente a su propuesta cultural. Porque, además de ser
ambas formas de centralismo, el efecto para con la cultura es
siempre el mismo: paralización y artificialidad.
Independientemente de que se reclame o no un Estado, la
idea de Pueblo siempre es autoritaria; porque deja de colocar
como protagonistas a los individuos que lo componen. Los
Pueblos no hablan idiomas, los hablan los individuos que
componen aquellos. No tiene sentido el aferrarse a una
cultura colectiva definida, porque la cultura es un producto
de la interrelación; y no se puede defender más que la
cultura individual, cosa que corresponde a cada une de
nosotres. Esta forma de entender la cultura, ayuda al
enriquecimiento de la cultura humana, no existe ninguna
forma cultural pura, porque todas surgen de la interrelación.
No existen los Pueblos. Existen los individuos. Es imposible
delimitar la existencia de un Pueblo de manera perfecta,
porque su interrelación no va a estar cohibida por una
frontera sino que la traspasará, y la cultura que de ello surja
será diferente a la del resto del Pueblo delimitado. No se
puede encadenar a los pueblos al centralismo nacionalista.
Juventudes Anarquistas de León (FIJA)