"El pueblo palestino no existe"
Publicado: 25 Jul 2008, 21:56
De cómo negar la existencia de los pueblos resulta en un arma ideológica a favor del colonialismo.
http://www.escalones.net/?p=11Tergiversaciones históricas: el conflicto árabe-israelí
27 del 4 de 2006 en Minorías
Hace ya tiempo que pretendo escribir un post sobre el conflicto árabe-israelí y el extenso cúmulo de despropósitos que se han ido elaborando a lo largo de su corta historia en torno al mismo. La gesta colonial protagonizada por Israel tras la 2ª Guerra Mundial, llevada a cabo mediante la alusiva constante a una serie de estereotipos asignados deliberadamente contra el pueblo palestino con el propósito de desacreditar la existencia y pertenencia de un pueblo a un determinado territorio, ha sido clave en la estrategia llevada a cabo por Israel para apropiarse del territorio palestino. Muchos de los estereotipos aparecen descritos en la obra “Oriente Medio: el laberinto de Bagdag”, concretamente en el capítulo dedicado al conflicto palestino: “Palestina bajo la ocupación militar iraquí”.
Nos cuenta su autor, el Dr. José Abu-Tarbush Quevedo, cómo la acción colonizadora se presentó al mundo como una obra en pro de la necesidad de civilizar al Pueblo Palestino y no en cambio por el ansia sionista de la futura creación del Estado de Israel. Haciendo alusión a los numerosos estereotipos empleados y adjudicados sin piedad al pueblo palestino por Israel desde el inicio del conflicto hasta nuestros días destacan, entre otros:
Inexistencia: el verdadero problema de la creación del Estado Judío recae en la construcción de un estado de carácter colonial sobre la negación de la existencia de otro pueblo. Todo ello pese al conocimiento sionista previo desde Europa de la existencia de un pueblo cuyo territorio decían era un “espacio vacío”.
Nómadas: no faltó la recurrente tergiversación de reducir al pueblo palestino a meros nómadas dando la vuelta a la historia y exponiéndola al mundo como una labor altruísta basada en alterar un territorio vacío, árido y seco en otro donde el Estado de Israel pudiese desarrollar sus proyectos más venideros.
Refugiados: la huída forzada de su territorio suscitó la movilidad del pueblo árabe-palestino hacia los países árabes de la zona (fundamentalmente Jordania, Siria y Líbano). En esta tesitura se presentó a este pueblo carente de toda personalidad jurídica siendo reducido sus miembros a meras individualidades cuyo carácter de refugiado y su naturaleza árabe quedaba a merced de la hospitalidad de los países de acogida.
Terroristas (filocomunistas): la proyección de la idea del palestino como terrorista surge a raíz de la impotencia israelí dado el auge de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la dotación política que ésta aporta de la nueva realidad. La descalificación constante hacia la OLP fue fruto de la frustación israelí al ver ralentizado su ambicioso proyecto en la zona. Por eso, no se dudó en adjudicar al perfil palestino esa estampa de terrorista cuya existencia y razón coincidía por aquel entonces con la confrontación mundial bipolar entre el mundo capitalista y el comunista.
Islamistas: este debate llega hasta nuestros días y tiene mucho que ver con el “choque de civilizaciones” que ya se ha nombrado en otra ocasión en este blog. La relación entre el terrorismo y el mundo islámico que protagonizó el 11-S de Nueva York ha sido instrumentalizada por Israel para combatir su situación en la zona. Así, como dice el propio autor:
el pretexto de combatir el islamismo radical y violento parece otorgar al Estado Israelí un renovado rol de E.E.U.U. en Oriente Medio, al mismo tiempo que reduce y condena a todo el movimiento de resistencia nacional palestino a la conexión islamista-terrorista.
Inoportunos: en varias ocasiones (por ejemplo durante las conversaciones de paz llevadas a cabo en Camp David en Junio de 2000) se ha dotado al lado palestino como inconformista por rechazar una “generosa oferta” desde el bando israelí en relación al proceso de bantustanización del territorio palestino. Una vez más se presenta al colonizado como culpable de su situación y cuyo destino parece merecerse. Eso sí, el hecho de la existencia de textos sagrados que “legitiman” la creación del Estado de Israel es suficiente para justificar la fechoría colonial y su aptitud en la zona. Así, mientras se establecen criterios desiguales en materia de seguridad, se vira la tortilla y se expone al pueblo palestino como una verdadera amenaza para el Estado sionista. Además, y como bien afirma el autor,
se sigue jugando con la memoria de las víctimas del nazismo, de la que tanta rentabilidad ha extraído la clase política israelí para inmunizarse antes las críticas que le llueven de la comunidad internacional.
Estas no son sino algunas de las premisas que vienen a constatar la realidad de una historia injusta, la apropiación de un territorio ajeno de manera deliberada e ilegal cuya acción colonial ha incluido la propia negación de la existencia de un pueblo además de su menosprecio continuado.