La Peste del Patriotismo

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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GuilleM
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por GuilleM » 11 Abr 2008, 13:05

Entonces creo que no habrá mucho más que discutir. Igual, alguna cosa pero sin darle mayor importancia.
Y todo esto también lo quería enfocar de cara a las tribus o poblados indígenas. Que a veces queda muy bien que desde occidente se les de apoyo en sus reivindicaciones de mantenerse como lo que son (o eran). Y después me pregunto que somos nosotros? Esta uniformidad civilizadora que nos une ( y aquí igual estoy patinando con los términos) en que nos convierte? Y de ahí pasaría a decir que tocaría recuperar un modo de vida más rural, mas local, con mayor contacto con el medio, que esto, creo, nos daría una identidad o una identificación mayor con ciertas zonas,gentes,lenguas, modos de, (es esto cultura?),etc (y que veo beneficioso en cuanto al medio ambiente, añado). Y aquí es cuando creía que enlazaría con el tema tratado en este post, en cuanto si estas gentes que si quereis me acabo de inventar y sino las he sacado del pasado, sentirían un patriotismo o que. Y si así sin más, sin todo lo que dices en tu primera intervención que el patriotismo te obliga a hacer, pues este tan usado término no seria malo. Al menos de por si. Pero esta claro que tu post llevaba otra linea, o eso me ha parecido. I nada, que lo siento por desviar tanto el tema.
"Históricamente, el hombre occidental representa su conocimiento como el único capaz de lograr una conciencia universal y desecha el conocimiento no-occidental tildándolo de particularista e inferior."

El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 14 Abr 2008, 13:18

Para empezar no quiero que pueda mal interpretarse la intención de mi mensaje, lo reconozco sinceramente, mi intención era y será Destruir absolutamente el concepto de Patria que se cierne sobre los Individuos, y no creo que esto repercuta en nada en le que cada uno siente o deja de sentir.

Tus reflexiones son muy interesantes, me podrías hablar por ejemplo, de los Zoé en el Amazonas, de la pequeña aldea independiente y medieval, o del poblado de pescadores de la Melanesia, y yo te digo que es lógico que esa gente sienta cariño por sus condiciones de vida si estas les hacen felices ¿Cómo no pueden contemplar con horror el avance de la “civilización” que barrera sus poblados?, ¿Cómo no pueden sentir afecto por los surcos que abren en la tierra con sus arados?, ¿Cómo no puede agradecerle a sus mares turquesa que nutran de pescados a sus hijos?, ¿Cómo no pueden apreciar los árboles de los que se alimentan, en los que se ocultan o juegan?... Es lógico que todos ellos luchen cuando tratan de oprimirles y alejarles de sus casas… pero ¿Acaso no saben todos ellos que ante una avalancha, un volcán o cualquier otra eventualidad tendrían que buscar otra tierra que surcar, y otros mares y árboles de los que nutrirse?, ¿Acaso si en vez de en la Melanesia no hubieran nacido en lo más profundo de Alaska no tendrían que apreciar entonces en vez de la palmera el arce, en vez del mar el río, en vez del pescado el reno? Lo absurdo del caso es que algo solo correspondiente al azar, algo meramente circunstancial se convirtiera en el leiv motiv de sus vidas, lo ilógico sería tener que transferirle determinadas características, para más inri comunes, a esos ríos, a esos mares, a esos animales, o a esa tierra. Esa gente, excluida y perseguida, no lucha por conservar tal bandera, tal color en el pendón, o tal frontera, luchan porque cada individuo quiere seguir viviendo tal y como el mismo ha decidido vivir, y lucharan contra el colonialismo imperialista o la globalización externa, tanto como contra el patriotismo y el nacionalismo interno, si cualquiera de ellos intenta imponerles un modo de vida que no es el que su propia voluntad ha sancionado.

Eso, lo mismo que tu te preguntas si es o no “Patriotismo”, desde mi punto de vista no lo es. Solo es amor a la gente que conoces personalmente (algo variable y que podría trasformarse en odio), es aprecio por los dones que te regala tu entorno y las experiencias que te permite vivir (igual que podría despreciarse un paraje yermo y la vida cargada de suplicios y esfuerzos que nos proporciona), es únicamente amor a vivir felizmente… un sueño que todos compartimos.

Pero en ninguno de esos casos se ama al mar, a la vegetación o al suelo en si, y per se, amas su generosidad, porque amas a los individuos que quieres, es decir no amas la palmera de forma intrínseca, pues no le atribuyes cualidades personales ni abstractas, amas a tus seres queridos, por lo que tu consideración hacia la palmera se debe a que proporciona los cocos que calman el hambre de todos ellos, tampoco amas el huerto ni las montañas, amas que uno surta de hortalizas tu mesa y las vistas de pájaro que la otra te proporciona.

Lo que amamos es ser felices, y el suelo no es más que una parte alícuota que pertenece a ese mundo en el que intentamos serlo; amamos ser felices y La Patria es una peste que nos impide alcanzar tal felicidad pues no nos permite ser felices disfrutando de un entorno optimo como pretexto, quiere que el entorno no se establezca por y para nosotros, sino que nosotros nos establezcamos por y para él. Quiere que su clima y sus vientos, desde el alisio a la tramontana, que sus montañas y peñascos, representen Nuestra Identidad, y eso es solo una falacia, todos esos elementos solo son herramientas que usamos para poder ser felices, pero no son ni el objetivo, ni la meta, ni el fin de nuestra felicidad. Se quiere que el suelo se convierta en un nuevo “becerro de oro” al que rendirle adoración, pero el suelo es solo el elemento sobre el que establecemos nuestros pies a fin de mirar al cielo, a lo más alto, y también hacia delante, a lo más ancho, hasta contemplar que esa “Patria” no existe, que nuestras huellas son dueñas de aquel sitio donde quieran dibujarse, que nuestra mirada pertenece a más allá del horizonte que se atreve a ver; que el Mundo es Nuestro, y Nuestra Identidad no puede ser diseñada por territorio alguno, pues solo a nosotros nos corresponde trazar tal obra de ingeniería sentimental, y hemos de hacerlo a martillazos contra todo tipo de ingerencia, a golpe crudo de Voluntad.
Última edición por El Hombre Guillotina el 14 Abr 2008, 16:12, editado 1 vez en total.

El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 14 Abr 2008, 13:20

En otras palabras menos líricas, el Entorno es un Medio, y el Individuo, Todos los Individuos, son el Fin.

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GuilleM
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por GuilleM » 14 Abr 2008, 17:13

Por si acaso no había quedado claro, mis mensajes no eran en contra de lo que hayas puesto tu en el inicio del post, sino poner ejemplos de posibles o actuales sociedades, defender esos sentimientos o identidades que puedan tener, ver que nombre se le da a eso, por si los famosos patriotismo o nacionalismo tienen algo que ver en las definiciones que rulan por ahí
El Hombre Guillotina escribió:¿Acaso no saben todos ellos que ante una avalancha, un volcán o cualquier otra eventualidad tendrían que buscar otra tierra que surcar, y otros mares y árboles de los que nutrirse?, ¿Acaso si en vez de en la Melanesia no hubieran nacido en lo más profundo de Alaska no tendrían que apreciar entonces en vez de la palmera el arce, en vez del mar el río, en vez del pescado el reno? Lo absurdo del caso es que algo solo correspondiente al azar, algo meramente circunstancial se convirtiera en el leiv motiv de sus vidas, lo ilógico sería tener que transferirle determinadas características, para más inri comunes, a esos ríos, a esos mares, a esos animales, o a esa tierra. Esa gente, excluida y perseguida, no lucha por conservar tal bandera, tal color en el pendón, o tal frontera, luchan porque cada individuo quiere seguir viviendo tal y como el mismo ha decidido vivir, y lucharan contra el colonialismo imperialista o la globalización externa, tanto como contra el patriotismo y el nacionalismo interno, si cualquiera de ellos intenta imponerles un modo de vida que no es el que su propia voluntad ha sancionado.
Si por fuerza mayor tienen que marcharse, lo harán. Y no pasa nada. Puedes tener apego a un territorio, pero si no se puede pues nada, tampoco me rompe los esquemas :wink: . El tema más bien viene cuando, en palabras menos que llanas, sin fuerza mayor se te obliga a cambiar, y como digas algo de sentimiento de pertenencia o parecido pasas de nacionalista de los malos a cosas peores.
Y si, son cosas que te tocan, cosas del azar y circunstanciales si quieres. Por eso los de aquí ni lo de aquí, es mejor que lo y los de allí.
Y lo de las banderas y eso... que voy a decir en un foro anarquista :D . Puedo aceptar que tal bandera sea la representación de esa gente que convive en ese entorno? Es bueno esto? Todos verán lo mismo ante esa bandera? Esta claro que el trozo de tela con sus colores no vale mucho ...

Y si el nacionalismo/patriotismo interno les obliga a que se yo, pues claro que habrá que modificar cosas o replanteárselas. Pero si no lo hace, y no ejerce ningún tipo de dominación, ya es malo de per se? O tiende a cosas malas?
El Hombre Guillotina escribió:En otras palabras menos líricas, el Entorno es un Medio, y el Individuo, Todos los Individuos, son el Fin.
Si esto va como resumen del texto o de parte de él, pues nada, que de acuerdo ( a no ser que le de más vueltas y encuentre algo y damos más la tabarra :lol:
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El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 14 Abr 2008, 17:41

Y si el nacionalismo/patriotismo interno les obliga a que se yo, pues claro que habrá que modificar cosas o replanteárselas. Pero si no lo hace, y no ejerce ningún tipo de dominación, ya es malo de per se? O tiende a cosas malas?
Si, como tú dices, tiende a “cosas malas” es inevitablemente esa rueca aglutinadora a la que llamamos Patriotismo; pero si no lo hace y no ejerce ningún tipo de “dominación” entonces, sencillamente, ya no es “Patriotismo”. A la elección de un tipo de vida, en este caso puesta en común entre algunas personas, sea su número mayor o menor, yo lo llamo “Existencia”… quizás este termino sea mejor que su antitesis, pues pienso que, precisamente, cuando no se deja que los Individuos vivan tal y como ellos quieren, ni que compartan el derrotero vital que ellos mismos sea han trazado, es cuando se siente, inexorablemente, la helada presencia del Patriotismo. Creo que el estilo de vida que tú bosquejas justamente peligra cuando el Patriotismo, en cualquiera de sus formas, pero sobre todo en la imperialista, hace acto de presencia… lo demás, lo que sobrevive a ese Kraken de mil brazos, esa vida arcádica de pequeñas comunidades se me antoja, simple y llanamente, “Hambre de Vida”.

Y si, espero que tengamos más ocasiones de “darnos la tabarra” mutuamente.

Salud.

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GuilleM
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por GuilleM » 15 Abr 2008, 00:20

Lo de dar la tabarra era más por usuarios que entren en este tema quizá esperando otra cosa, pero por mi el tiempo que quieras. Pero creo que será por otros temas por el que demos la tabarra, porque creo que ya estamos bastante cerca.
Aunque me sigue picando un tema, y puede que en la actualidad también se de, y ahí si que puede que si no contigo, si con otros de por aquí, haya algo de roce. Quizá no. O quizá este mal planteada mi siguiente (al mismo tiempo que anterior) frase:
GuilleM escribió:El tema más bien viene cuando, en palabras menos que llanas, sin fuerza mayor se te obliga a cambiar, y como digas algo de sentimiento de pertenencia o parecido pasas de nacionalista de los malos a cosas peores.
"Históricamente, el hombre occidental representa su conocimiento como el único capaz de lograr una conciencia universal y desecha el conocimiento no-occidental tildándolo de particularista e inferior."

El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 15 Abr 2008, 09:56

Creo que igual que extrapolamos el afecto que sentimos por las personas hacía cosas inanimadas, también ese sentimiento de “comunidad” acabamos por otorgárselo a “dimensiones físicas” en vez de a “entes físicos”.

Si lo que sentimos es que “pertenecemos a un grupo humano” ¿hacía cuantos sujetos podemos proyectar ese sentimiento? Hacía todo el mundo, ¿o quizás pensamos –tal y como pensaba Malatesta- que amar al todo el mundo es un sentimiento “abstracto e imposible” igual a no amar a nadie? En tal caso (quienes así piensen), se sentirán obligados amar a “aquellos a los que conocen” y siempre y cuando ese “conocimiento mutuo” les resulte “agradable”. Este conocimiento se reducirá y discriminara, en casi todas las “comunidades humanas”, a un escogido y selecto número de personas (solo en comunidades muy minúsculas pueden conocerse todos sus habitantes) por lo que, al fin y al cabo, ese “sentimiento de pertenencia” sigue correspondiendo a un limitado número de personas y no a un “enclave físico”, ni a una supuesta “entidad multitudinaria”… y amar a las personas con las que tienes contacto directo, amar a aquellos a los que has conocidos gracias a la casualidad de compartir “hábitat”, sigue sin sonarme, en absoluto al Patriotismo.

Ese sentimiento hacía esas personas es el resultado de un acto que, sea o no espontáneo, ha dependido de tu criterio y empatía, lo cual lo convierte en algo voluntariamente libre. Llevarte mejor con A que con B, solo corresponde a tus pulsiones, sensaciones y experiencias, no te llevas mejor con A por haber nacido allí o allá, y lo apreciarías igual se encontrara donde se encontrara, es la personalidad de A lo que verdaderamente te ha “atraído”. Si esa no fuera su personalidad, ni su trato contigo te resultara “satisfactorio”, ya podría ser tu familiar más cercano o el vecino más lejano que no tendrías ese llamado “sentimiento de pertenencia” ni con él, ni con los que se le parecieran. Eso, elegir con quién nos relacionamos y con quien unimos vínculos y lazos afectivos, es un acto de Voluntad.

Lo contrario, cuando tenemos la necesidad de “pertenecer” a un “grupo social” porque, naciendo donde hemos nacido, lo sentimos como “nuestra obligación”, cuando se nos exige que nos sintamos una “parte más” del proyecto colectivo de una “comunidad general”, sin que nuestra afinidad cuente para nada, y cuando experimentamos la presión global para que nuestro comportamiento corresponda al “rol comunitario”, sin que nuestra empatía juegue basa alguna, entonces ese “sentimiento de pertenencia”, es solo Gregarismo, lo que Palante llamaba “El Espíritu Corporativo”, un síntoma, o mejor dicho una consecuencia, del Patriotismo.

Esto se reproduce cuando nos sentimos obligados a “sentirnos hombres o mujeres”, “negros o blancos”, “de aquí o de allá”, y no creo que corresponda con los lazos de “afinidad” que, voluntariamente, se establecen y que creo que corresponden con lo que tu dices y describes.

En conclusión, sienta uno que pertenece a todo el mundo, o solo a un escogido número de afines, creo que la dialéctica sería empezar a plantearnos que es el suelo el que nos pertenece a nosotros y no nosotros los que le pertenecemos al suelo.

Y Perdona si de tanto darle vueltas al tema he caído en alguna tautología.

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Vangelis
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por Vangelis » 15 Abr 2008, 11:12

Sobre la defensa de la lengua:

Se produce a causa del patriotismo, no es búsqueda de la libertad. Si tenemos que atornillar un tornillo nadie defendería el uso de un martillo, ya que no serviría en esa situación. Si te tienes que comunicar con personas que no entienden tu lengua no tiene sentido defender su uso. Soy catalanoparlante y no siento ningún aprecio por el catalán, ni el castellano. Son dos herramientas que poseo para comunicarme. Si una se torna inútil dejaré de usarla sin mayor problema.

El único motivo para identificar una lengua con la libertad es a través del patriotismo, que como bien indica este hilo es una peste, contraria a la convivencia entre personas, la rechazo y sigo sin entender como puede relacionarse con mentalidades anarquistas.

Para dar una vuelta de tuerca más, considero que sería un grandísimo avance cultural popularizar una sola lengua mundial, a poder ser de origen artificial, para podernos comunicar con las personas de todo el mundo.
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Grumilda
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por Grumilda » 15 Abr 2008, 12:56

Nuestra mente funciona a base de conceptos, de abstracciones. Pero una palabra puede esconder detrás miles de actos diferentes e incluso contradictorio. Aún así, es muy tentador odiar una palabra en todas sus acepciones. Entonces hay riesgo de que se de un monólogo de besugo.

El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 15 Abr 2008, 14:02

Lo que dices, Grumilda, es muy cierto. Desde luego cuando yo hablo de Libertad no hablo del mismo concepto que se esta formulando en las mentes de muchos otros… el término no es el mismo cuando los campesinos mexicanos de 1911 lo reclamaban junto a la “Tierra” que cuando los falangistas del 36 lo acompañaban de “Pan y Justicia”.

Esto puede llevar a equívocos, sin embargo, eso no puede ser una cortapisa para que, por muy maleado que este el ambiente, uno pueda seguir proclamando la Abolición de Toda Autoridad… obviamente conocemos la “objeción” gubernamental al respecto, e incluso la de muchas personas a quien tal concepto se les sigue presentando como beneficioso e imprescindible, estos últimos podrían decirnos: “¿Apoyáis entonces la masacres y la guerra, queréis destruir la armonía y la seguridad de las personas?”, pues, para ellos, es la Autoridad la que salvaguarda esos “valores” y no la que los destruye.

Cuando yo hablo de abolir la Autoridad, no hablo de “baños de sangre y epilepsia generalizada”, hablo de suprimir el poder de unos individuos sobre otros individuos.

De igual modo, cuando hablo de abolir el Patriotismo, no me refiero a destruir los vínculos que las personas quieran libremente establecer entre ellos, sino, precisamente, a todo lo contrario; ha destruir los “vínculos forzados” que les han obligado a mantener y que, aún hoy, siguen atando, uncidos como bueyes, a unos con otros. Sometiéndolos en pos de un “concepto colectivo” que debe imponerse a toda criatura, para poder fundirlos como una única pieza homogénea que debe, a su vez, ocupar una única casilla unidimensional… si me opongo al Patriotismo es porque justamente quiero que cada uno hable como quiera, que todos puedan escoger o crear la cultura que prefieran, y que todos puedan vivir allá donde gusten y tal y como deseen.

No quiero que nadie tenga porque adscribirse a mis particulares conceptos, quizás para ti el término tenga otras connotaciones… para mi la idea de que un territorio tenga determinada “idiosincrasia”, y que los habitantes de dicho lugar deban de adherirse, “orgullosamente”, a dicho “canon colectivo”, sin que importe demasiado la sensibilidad singular de cada uno, es, simplemente, Patriotismo; yo creo que los “valores”, “idiosincrasias” e “identidades” los tienen las personas y no los espacios físicos, creo que son de origen “personal” y que pueden, o no, compartirse. Compartir todo cuanto se desee, una idea un sentimiento, incluso una “rutina vital” (aún con todas las salvedades y excepciones que siempre nos arrojara cada Individualidad).

Creo que por eso cada persona, o grupo de personas, tiene que tener perfecta libertad para articularse como quieran, comunicarse como quieran y vivir como quieran… y pienso que cuando este fenómeno se ve interrumpido, cuando no puede producirse de forma normal, es cuando el Patriotismo, intestino o imperial, hacen su aparición y convierten lo espontáneo en regulado, y lo voluntario en impuesto.

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Indeterminacion
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por Indeterminacion » 15 Abr 2008, 22:01

considero que sería un grandísimo avance cultural popularizar una sola lengua mundial, a poder ser de origen artificial, para podernos comunicar con las personas de todo el mundo.
¿Y cómo la mantendrías Vangelis? ¿Acaso no sucedería lo mismo que le ha sucedido al latín? En cuestión de 1000 años se habría diversificado tanto que habría derivado en 15 o 20 lenguas distintas, por lo menos.
Si te tienes que comunicar con personas que no entienden tu lengua no tiene sentido defender su uso.
Depende del tipo de relación que quieras establecer. Yo cada vez pienso más que el idioma no es algo meramente funcional, también es una forma de relacionarse como son los gestos u otros "rituales" de relación. Lo frustrante es tener que condicionar tu "método habitual de comunicación" y adecuarlo a los métodos de otros sólo porque la razón pública (digamos el estado y sus medios) entiende que ése no es el método que debería considerarse habitual.
Además los lenguajes (idiomas en este caso) no son solamente herramientas de comunicación, sino que también son herramientas de estructuración del pensamiento.

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Vangelis
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por Vangelis » 16 Abr 2008, 00:43

Indeterminacion escribió:
considero que sería un grandísimo avance cultural popularizar una sola lengua mundial, a poder ser de origen artificial, para podernos comunicar con las personas de todo el mundo.
¿Y cómo la mantendrías Vangelis? ¿Acaso no sucedería lo mismo que le ha sucedido al latín? En cuestión de 1000 años se habría diversificado tanto que habría derivado en 15 o 20 lenguas distintas, por lo menos.
Pretender que hablemos todos igual es utópico en principio. No obstante, no veo tan utópico la popularización de una lengua artificial a nivel puramente académico, careciendo de registro coloquial. Del mismo modo que todos sabemos matemáticas o lógica fomal, todos podríamos aprender esta lengua por puro convenio, y por puro convenio liberarla de influencias culturales. Esta lengua no la usaríamos con nuestros amigos y familia, de hecho no tendría sentido usarla con gente de nuestro país.

Sería útil, no obstante, para redactar textos formales, o tener unos mínimos de comunicación con personas de todo el mundo. Es increible como mejora la empatía con una persona cuando sois capaces de comunicaros con fluideza.
Si te tienes que comunicar con personas que no entienden tu lengua no tiene sentido defender su uso.
Depende del tipo de relación que quieras establecer. Yo cada vez pienso más que el idioma no es algo meramente funcional, también es una forma de relacionarse como son los gestos u otros "rituales" de relación. Lo frustrante es tener que condicionar tu "método habitual de comunicación" y adecuarlo a los métodos de otros sólo porque la razón pública (digamos el estado y sus medios) entiende que ése no es el método que debería considerarse habitual.
Además los lenguajes (idiomas en este caso) no son solamente herramientas de comunicación, sino que también son herramientas de estructuración del pensamiento.
Me ha venido a la cabeza la neolengua de 1984 jeje, pero no es tan sencillo como aquello. Imponiendo una lengua no impones pensamientos de un modo efectivo. Solo son matices muy facilmente superables si tienes claro lo que quieres decir. Si hablaramos de culturas radicalmente opuestas sería otro tema, pero si habamos, por ejemplo, de catalán y castellano, al pertenecer a culturas tan parecidas no veo la opresión por ningún lado. Las lenguas son algo muy escurridizo y poco definido, por lo que siempre hay una manera de comunicar lo que quieres comunicar y en ningún modo me imagino que una lengua pueda, por si sola, imponer maneras de pensar.

Con la mano en el corazón, ojalá el mayor problema de nuestros días fuera la imposición de lenguas. Es una manera muy poco efectiva de oprimir, y al franquismo me remito.
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Comunista integral
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por Comunista integral » 16 Abr 2008, 04:31

Vangelis escribió:Sobre la defensa de la lengua:

Se produce a causa del patriotismo, no es búsqueda de la libertad. Si tenemos que atornillar un tornillo nadie defendería el uso de un martillo, ya que no serviría en esa situación. Si te tienes que comunicar con personas que no entienden tu lengua no tiene sentido defender su uso. Soy catalanoparlante y no siento ningún aprecio por el catalán, ni el castellano. Son dos herramientas que poseo para comunicarme. Si una se torna inútil dejaré de usarla sin mayor problema.

El único motivo para identificar una lengua con la libertad es a través del patriotismo, que como bien indica este hilo es una peste, contraria a la convivencia entre personas, la rechazo y sigo sin entender como puede relacionarse con mentalidades anarquistas.
Fíjate que toda esta construcción se sostiene sobre un pilar: "Soy catalanoparlante y no siento ningún aprecio por el catalán, ni el castellano". Ni bien nos apartamos de tu experiencia, todo lo que dices deja de ser válido, a pesar de que quieras darle un valor que trasciende tu experiencia.

Tu método básicamente ha sido decir "como a mí me da lo mismo el lenguaje que yo hable, considero que la defensa de cualquier lenguaje es un acto de patriotismo y no de defensa de la libertad".
Vangelis escribió:Para dar una vuelta de tuerca más, considero que sería un grandísimo avance cultural popularizar una sola lengua mundial, a poder ser de origen artificial, para podernos comunicar con las personas de todo el mundo.
Existe la iniciativa del esperanto.
Para todas las ocasiones en que lo amerite (y no son pocas):

¡MUERTE A L@S IMBÉCILES!

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lo carraco
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por lo carraco » 16 Abr 2008, 12:11

las lenguas son sólo instrumentos de comunicación, es el poder el que las ha convertido en instrumentos de asimilación.

pero esa asimilación también se da en todas las lenguas con una "academia", una institución que pretende regularlas y uniformarlas, instituciones cuyo objetivo no confeso es matar a la lengua que pretenden cuidar impidiéndo (o al menos limitando) su evolución natural, evolución que hace la gente que habla la lengua y de una forma natural, en función de cómo evoluciona su propia vida y sus relaciones. Las academias pretenden aislar la lengua del mundo y darle unas normas que cada día cumple menos gente, así, cada cierto tiempo, se ven obligadas a adaptar sus normas a las de la gente.

la evolución natural del latín fué el que se dividiera en muchas lenguas, de hecho el latín culto no era la única lengua que se hablaba en el imperio, había más latines.

sin embargo la evolución de las lenguas hoy en día es la contraria, cada día es más fácil viajar y comunicarse con gentes de todo el mundo, y seguirá siendo así hasta que esto (el sistema económico) reviente, si es que revienta. Por tanto la evolución es hacia algún tipo de spanglish. Si en tiempos del imperio romano hubiera habido internet, autopistas, aviones, trenes, etc., hoy todo el mundo sabría (mejor o peor) latín.

lo cual no quiere decir que el imperio romano siguiera vivo, al igual que en américa latina se sigue hablando castellano a pesar de que no estén bajo el yugo borbón.
Y qué bonito sería si no fuera mentira
D.B.

El Hombre Guillotina
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Re: La Peste del Patriotismo

Mensaje por El Hombre Guillotina » 16 Abr 2008, 13:38

Aunque no es mi intención alejar el tema del debate “lingüístico”, se me ha antojado interesante rescatar cierto planteamiento, y cederle la palabra al compañero Anselmo Lorenzo. A ver que os parece este texto.


LA PATRIA
(por Anselmo Lorenzo)

Hablemos de la patria: es esta una idea muy manoseada; progresistas, estacionarios y regresivos, es decir, los que van adelante, los parados y los que vuelven atrás, tienen de la patria muy diversos conceptos; y por si acaso falta algo para embrollar la cosa, hasta los indiferentes, los neutros, los pancistas se mezclan como queriendo dar a entender que se puede tener o dejar de tener opinión sobre asuntos importantes de la vida, del universo o de la muerte, pero la patria es intangible y que sobre este asunto no cabe más que ser patriotas.

En la vida de la humanidad, la patria es una institución pasajera, obra transitoria de la evolución progresiva, albergue de una noche que se abandona al día siguiente para continuar la marcha hacia el ideal.

No tienen razón los llamados patriotas; y lo menos malo que puedo decir de ellos es que se dan ese título por rutina, sometidos a una sugestión inconsciente; y si se atreven a replicarme que tienen certeza en su sentimiento y en su pensamiento patriótico, diré con Spies, aquel gran anarquista a quien honró la horca republicana de Chicago elevándolo a la categoría de mártir de la humanidad: «¡El patriotismo es el último refugio de los infames!». Y esto lo dijo a propósito de que Grinnel representante del poder judicial, ya excitaba el celo de aquel ignominioso jurado que le sentenció invocando el patriotismo para que matara injustamente, a sabiendas, bosquejando un pensamiento que para mengua de España en español se formuló en las alturas de Montjuich con estas palabras: «Es preciso cerrar los ojos a la razón».

Según los lexicógrafos, patria y patrimonio, la una país donde se nace, y el otro bienes que proceden de los padres, son ideas que tienen por origen etimológico la palabra padre. Por tanto, a lo menos en el pensamiento de los inventores de la palabra, respecto de la patria todos los que en ella nos cobijamos somos hijos, y respecto del patrimonio somos hermanos.

Así quieren hacernos creer que es de los que la definen cuando se trata del cumplimiento de deberes, o sea las obligaciones que como tales quieren imponérsenos.

Sólo diré que de padre, hijos y hermanos, en esto de la patria, bien sabéis o debéis saberlo, tenerlo presente y no olvidarlo jamás mientras vivamos bajo el régimen de la actual sociedad, no queda más que el nombre, y sobre la interpretación que de ella den los charlatanes del patriotismo y sobre la interpretación que cada uno quiera darle cuando la preocupación patriótica le empuje a dar sentido común a lo que esencialmente carece de él, no queda de positivo más que esta interpretación: la patria es la propiedad, y el único que tiene el deber de ser patriota, porque es el mayorazgo o el hereu social, es el propietario.

Siendo así la patria -y así es por error tradicional que consagran las leyes y las instituciones que se contienen en esa triple caja que se llama Nación, Patria, Estado-, por el poder coercitivo que el Estado da a lo erróneo y a lo injusto, queda el patrimonio nacional como un lote de rapiña en estado de usufructo para los unos y de herencia para los otros, y mientras los trabajadores nos hallamos despojados y desheredados, el propietario resulta único patriota de hecho, y es también el único que racionalmente puede envanecerse con el título de ciudadano. Yo, por mi parte, lo declaro, renuncio a él, no le quiero y le rechazo si alguno me le aplica por rutina y contra mi voluntad: todos los derecho políticos que el título de ciudadano pudiera, no otorgarme, sino reconocerme, porque mis derechos son parte integrante de mi personalidad están anulados por ese registro de la policía que tiene mi libertad a merced de un funcionario burdo, sin instrucción de los que el Estado paga a más bajo precio sin duda en relación de la clase de servicio que de él espera y que ya dos veces me ha arrancado de mi lecho, me ha separado brutalmente de mi familia y me ha encerrado en un calabozo. Aunque quisierais pasar por ciudadano yo no os lo llamaré, antes daré ese ya deshonrado título al burgués que nos explota, al casero que nos planta en la calle, al comerciante que nos sisa, al polizonte que nos encierra, al político que procura embabiecarnos y hasta el cura que saca su ración con la cuchara del presupuesto o bendice por dinero al que reclama sus servicios.

No lo he inventado yo, ni tampoco he de citar en mi apoyo pensamientos de demagogos insolventes: «El hombre es anterior y superior al ciudadano», y a eso me atengo. Por lo pronto ahí queda ese pensamiento de Renan. Ahora va este otro de Marmontel, célebre literato francés anterior a la revolución: «En la boca de los opresores del pueblo y de tiranos ambiciosos es donde principalmente retumba la palabra patria». Y el famoso Mirabeau escribió: «La patria, para aquel que nada posee, no es más, porque los deberes son recíprocos».

Y todo eso es claro como la luz del día, porque como dice Détré en L’Humanité Nouvelle, en resumen, «para aquellos que, masones o jesuitas, nobles o burgueses, poseen, gobiernan, mandan o aspiran a mandar, conservando las instituciones actuales, la patria es su interés particular, el interés de su clase o de su casta, sus bienes sus dignidades, sus títulos, sus empleos y la moneda de cien perras». Por eso se comprende que el general Savary en 1814, en vez de correr con el extranjero invasor, haya podido exclamar: «Más temo que yo a los cosacos de nuestros barrios bajos que a los cosacos del Don», y que después de la rendición de París, el general Ducrof haya osado decir ante la asamblea de Burdeos: «Si me batí en retirada en Champigny, fue porque temí un movimiento demagógico en París, y quise reprimirle».

¡Patria, patria; tierra de los padres! ¡Qué burla más sangrienta para el hombre despojado de la tierra, de casa, de ciencia; privado de higiene; falto de educación; reducido al salario y forzado aún a ser defensor y sayón de sus dominadores!

Concretándome ahora, acerca de la idea de patria, a lo que ésta sea respecto de la península que habitamos, he de hacer observar que la patria es elástica según las vicisitudes históricas; se estira o se encoge a compás de las peripecias que ocurren a sus dominadores: unas veces un rey débil que tiene por vecino otro rey, quiere ganar fama de pincho real o de conquistador glorioso, ve sus fronteras atropellada, y firma la paz dejando entra las uñas de su primo -sabido es que todos los reyes se llaman primos entre sí, aunque los primos seamos los que los aguantamos-, dos o tres provincias, sino le despoja por completo del reino, importándole tres cominos el derecho divino del despojado y el patriotismo de los vasallos que cambian de amo; otras veces se recorta un cacho de patria, como si esta operación se practicara con una tijeras sobre un mapa, y se le da en dote a una princesa fea que no encontraría novio sin esa ganga, y así van tierras y habitantes a la real alcoba a soportar esa cabronada patriótica; ha habido ocasiones en que la patria era tan pequeña que cabía en una cueva de las montañas de Asturias, necesitando la historia, para explicar el hecho, inventar el milagro camama del Covadonga; en cambio ha habido otras en que el sol no se ponía en los dominios de un hombre taciturno y de mal corazón llamado Felipe II, y entonces fue necesario glorificar las sangrientas usurpaciones de criminales aventureros como Pizarro y Hernán Cortés, etc.; según en que épocas, todos los que hoy se llaman españoles eran recíprocamente compatriotas o extranjeros, y podrían encontrarse luchando como compañeros de armas en el mismo campo o en otros diametralmente opuestos, porque aquí las patrias han cambiado de un modo asombroso; de tal manera que si en un mapa de España hubieran de trazarse todas las fronteras que han existido, parecería un pliego de patrón de modas en que para aprovechar el papel se trazan todas las piezas de un vestido complicado, formando tal enredo de líneas que apenas se entiende la modista. Hemos sido todo lo que hay que ser: celtas, celtíberos, cartagineses, romanos, godos, visigodos, vándalos, suevos, alanos, hunos, árabes, según nuestros dominadores antiguos; y según las regiones, nos hemos considerado nacionales, catalanes, aragoneses, navarros, castellanos, valencianos, andaluces, de no se cuantos reinos; respecto de religión, aquí se ha adorado todo, siendo por turno paganos, mahometanos, arrianos, cristianos, católicos o protestantes; es decir, enemigos siempre, según el gusto del mandarín de época o de lugar. Excusado es decir que si tales enemistades han existido entre los que antiguamente formaban el personal de los que hoy somos teóricamente hermanos por hallarnos, no diré cobijados, sino encerrados en las actuales fronteras, enemigos eran nuestros antecesores con todas las patrias del mundo.

Refiriéndome ahora a lo que las patrias anteriores han dado de sí y a lo que de los españoles ha hecho la patria actual, creo oportunas las consideraciones siguientes:

Si España en lo pasado ganó o se le concedieron brillantes calificativos, en lo actual a todos ellos ha de anteponer un ex que indica que los antiguos merecimientos se hundieron en el abismo de la decadencia.

De noble, leal, generosa, emprendedora, heroica, inteligente, artística; etc., califican a esta nación historiadores nacionales y extranjeros, y el nombre español va unido a grandes acontecimientos y a importantes progresos de la humanidad, pero en los tiempos que corremos he aquí el juicio que nuestra situación inspira a un escritor francés, que viene a ser como el eco de la opinión de Europa y América:

«La única salvación para España consiste en la inmigración de una raza superior, habituada a los grandes negocios mercantiles e industriales y apta para beneficiar los productos del suelo y del subsuelo».

Por si esta opinión pareciese exagerada, véase lo que escribe un médico barcelonés:

«… Las tristes desgracias de nuestra desventurada patria, han despertado generosas iniciativas de regeneración, pero… el pero es siempre dubitativo, tenemos que las tales iniciativas no germinarán en nuestra España, porque este pueblo español es un pueblo enfermizo, débil, enclenque, extenuado por su pésima administración pública, que le priva de lo más indispensable a su vida, le priva del amparo de la higiene. El pueblo español come poco y mal. En las grandes ciudades habita lugares insanos en habitaciones pequeñas en inverosímil hacinamiento. La ciencia sanitaria es lamentable olvido, es causa, no solamente de la excesiva mortalidad que se observa en la mayoría de las ciudades de España, sino que causa también de una espantosa morbilidad, hasta tal punto evidente, que el tipo español es un tipo enfermizo caracterizado por el color pálido de sus tegumentos, su poca estatura y sus menguadas fuerzas físicas».

La degeneración está, pues, en la masa de nuestra sangre; sangre de cura, de fraile, de mendigo, de torero, de rufián, de burgués, de explotado; que es a lo que el privilegio ha reducido las de los héroes, los sabios y los artistas españoles; considerando además; de acuerdo con españoles inteligentes de los pocos que aún restan, según queda patentizado, que todos los propósitos regeneradores que se lanzan a la publicidad, por buenos que parezcan, serán letra muerta si no se abandona de una vez el laberinto de preocupaciones en que nos enredamos, y si no conseguimos que del fondo de ignorante pesimismo en que yace la desmayada voluntad, se yerga enérgica y entusiasta la dignidad humana que aspire a la centralización del ideal.

Digámoslo francamente: es régimen nacionalista es incompatible con la libertad; lo de la reforma con el cambio de monarquía a república es como la bendición de un curandero para curar la tisis, y en ese régimen y con ese cambio, la aplicación de cuantas iniciativas surjan de la ciencia serán impedidas por el maüser de Silvela o por el tiro limpio de Moret, que son los polos sobre que gira la sociología de la restauración monárquica española, y como lo demuestra la práctica en todas las repúblicas y lo confirman las declaraciones que hizo Pi y Margall en su libre La República de 1873, quien refiriéndose a su paso por el poder escribió estas palabras memorables, impregnadas de autoritarismo: «Apenas puse los pies en el ministerio de la Gobernación, empecé a recibir noticias de haberse destituido ayuntamientos y establecido juntas revolucionarias en muchos pueblos de la península… Di al punto las más apremiantes y severas órdenes para disolver las juntas y reponer los ayuntamientos. Hice que se amenazara con la fuerza a los que se negaron a obedecerlas, y casi sin hacer otra cosa que enseñar a los más rebeldes las bayonetas del ejército, logré en días el restablecimiento del orden».

Hay que desengañarse: una nación ha de estar siempre bajo el poder de un Poncio, ora pretenda ser representada de un supuesto ser supremo que tiene por trono panteísta el universo sin fin donde le colocó la cándida imaginación de los místicos, o bien se atribuya la representación de ese pueblo soberano que es una infinidad de moléculas sin solidaridad ni cohesión, y por tanto sin personalidad positiva, por donde se va a parar a que no hay tal representación, y lo que se denomina tal no es más que una farsa manifiesta, llegando a caerse en la cuenta de que derecho divino y derecho democrático son dos fases de una misma falsedad, la llamada mentira política, y en este concepto, realista, absolutista o republicano federal, tanto monta; para mí como si fueran correligionarios; podrá separarlos la aspiración a la mayor o menor cantidad de autoridad; pero ambos me niegan mi libertad absoluta, ambos desconfían de mi suficiencia moral, ambos son continuadores y como sucesores directos de aquel primer legislador de maldita memoria que mandó que un trozo de tierra que limita por Norte, Sur, Este y Oeste, con tales otros trozos, es propiedad exclusiva de de Fulano de Tal, y de aquel pedazo de mundo que es suyo, puede arrojarme a la fuerza y sólo me permitirá pisarle para trabajarle mediante un jornal, hoy que dicen que soy ciudadano de una nación libre, y mediante la pitanza a mis antepasados, cuando eran siervos o esclavos; ¡maldita pitanza, maldito jornal, maldita propiedad y no menos abominable ley y el régimen nacionalista que sostiene la causa de tantas maldiciones! Sí; correligionarios son todos los políticos, correligionarios aún esos tránsfugas de la emancipación obrera, esos socialistas que quieren un Estado obrero que llevará consigo todas las abominaciones que son esenciales al Estado, y que van hoy a los comicios, esperando llegar a los ministerios, desde donde impondrán el credo oportunista a los hambrientos, y así, mientras habrá ex-obreros hartos y lustrosos que hagan apuntar el maüser garantía contra sus hermanos, irá rodando la bola como rueda de la jaula de la ardilla, que voltea en pura pérdida sin moverse del punto donde está sujeto su eje.

Resulta, pues, que si la abstracción paternal con que quiere encubrirse la idea de patria no distribuye equitativamente sus beneficios; si ante la posesión del patrimonio nacional no somos todos hijos ni hermanos; si el título de ciudadano y el calificativo de patriota han de comprender sin diferencia de ninguna clase a los que se hallan tan gravemente diferenciados, como que los unos son herederos favorecidos del mundo y viven en las alturas de la vida, a expensas de las privaciones y de los sufrimientos de los otros, pobres desheredados que se arrastran por los abismos de la miseria, y si la revolución social que venimos efectuando deja rezagados a todos los políticos del mundo, empeñados en el absurdo de echar vino nuevo en odres viejos, no queda más recurso que derribar las cuatro paredes que sirven de frontera a las naciones, abandonar el albergue de una noche, despabilarse revolucionariamente, y caminar.

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