¿Qué independencia?
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En Canarias, es común que se interprete el término independencia como la creación de un nuevo Estado. Cuando se plantea la conveniencia de que nuestro país rompa con la dependencia colonial española, por lo general se asocia como alternativa la edificación de un Estado canario. Trataremos, en este escrito, de aclarar esta cuestión falsamente planteada y de exponer en coherencia, desde una perspectiva autónoma-libertaria, una opción independentista.
Cuando hablamos de independencia lo que intentamos es definir una situación en la que se produzca una ruptura con la situación dependiente que Canarias tiene desde el siglo XV. Esa independencia algunos la entienden simplemente como un cambio administrativo. Así hablan de un Estado canario, un estado que falsamente se entiende como propio al considerarse que en el presente Canarias es una nación sin Estado, hecho no cierto.
Canarias ya tiene Estado
Actualmente, Canarias ya posee un Estado que organiza su vida, que impone unas instituciones y unos tributos que las sustentan. El Estado español —a quien nos referimos—, ¿en qué se diferenciaría del propuesto Estado canario? El ámbito territorial quedaría circunscrito al Archipiélago, pero con ello no queda garantizado que demasiadas cosas más puedan cambiar, pues, dependiendo de los intereses de quiénes controlen el poder, podrá tener un contenido "proteccionista" o bien ser permisivo con intereses extranjeros que realizarán una explotación neocolonial de nuestros recursos. Pero, es más, seguirán existiendo instituciones represivas (juzgados, policías, ejército...) y se seguirá saqueando al pueblo con impuestos con los que sustentarlas y también a aquellas otras que impiden un verdadero ejercicio de la participación popular (Ayuntamientos, Cabildos, Gobierno... ), ya que la casta política ejerce su actividad sobre el pueblo y veda la expresión libre de la ciudadanía. Además, la totalidad de las propuestas que tienen al Estado canario como valedor de la independencia del Archipiélago no cuestionan el actual modelo social y económico, acaso si introducen algunas matizaciones con las que intentan engatusar a la burguesía isleña —garantizando así sus apetencias de dominio económico—, nada proclive en el presente a apostar por la ruptura con el Estado español.
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El Estado nunca será nuestro, siempre es de ellos: de los opresores
En definitiva no existe ningún Estado que sea propio. El Estado es una estructura que siempre estará sobre el pueblo, nunca podrá ser expresión real de él. Incluso en el marco de una sociedad que se proponga el desarrollo de unas bases sociales igualitarias y la abolición de la burguesía, el mismo Estado se encarga de hacerla emerger nuevamente, tal como la historia nos ha demostrado. El Estado separa, hace aparecer una clase que dirige, manda y se enriquece en nombre de una colectividad que asiste de espectadora sobre todo aquello cuanto le concierne. El Estado hace siempre dependientes a los pueblos, al impedir el libre ejercicio de su soberanía, su continua autodeterminación, la práctica constante de la democracia directa como expresión de su voluntad, la apropiación de su existencia y de la misma riqueza que genera.
El Estado es dependencia; la autogestión, independencia
Pero, entonces, ¿cuándo cabe hablar de independencia? Cuando proponemos una Canarias independiente y libertaria abogamos por la ruptura con el Estado español que nos ha mantenido sojuzgados durante casi seis siglos y, además, afirmamos que esa independencia sólo será posible cuando el pueblo canario tome en sus manos directamente las riendas de su vida, lejos de cualquier tutela estatal. No seremos independientes hasta vernos libres de las garras de la oligarquía y burguesía canarias y del capital foráneo y también de las instituciones diseñadas para garantizar la dominación. Canarias se ha de Independizar de todo Estado, incluso de aquel que se considera falsamente como propio.
Cuando señalamos que el poder debe estar en manos del pueblo, esto es, que Canarias sea efectivamente autogobernada, afirmamos que su poder también se extienda sobre la economía, lo que implica la total autogestión de los medios de producción, distribución y consumo. Sin la auténtica colectivización de la actividad económica no existe independencia; actividad económica que, no obstante, hemos de ir corrigiendo desde ahora, dirigiendo los esfuerzos hacia el logro de una producción no dependiente, sino autocentrada, y en armonía con el medio natural de nuestro país y del planeta.
La autonomía por la independencia
Hablamos de una independencia producto de un proceso autoorganizativo, que haga ser al pueblo canario el auténtico protagonista de sus destinos. Hablamos de un proceso marcado por la democracia directa, asambleísmo, portavoces revocables... por una práctica autónoma, sin necesidad de dirigentes ni vanguardias y sin participar en las instituciones, sino practicando la acción directa. No es a partir de la participación en las instituciones del Estado español ni en las de un hipotético Estado canario como vamos a encaminarnos por los senderos que proponemos; viejas sendas ya propuestas desde planteamientos emancipativos de clase, esencialmente libertarios.
Unimos la liberación nacional a la de clase. La opresión nacional de Canarias ha sido necesaria para que se desarrollara un sistema económico con planteamientos coloniales que hasta hoy se prolonga, por eso no separamos una de la otra.
Como anticapitalistas somos independentistas, como ambas cosas somos, igualmente, antiestatistas y comunistas libertarios.
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VICENTE CAÑERO, 08/07/95.
Embannet er gazetenn El Baifo, nº 8-9, a viz Kerzu 1996