Quisiera saber la posición exacta de la CNT y las organizciones anarquistas en el tema de los nacionalismos perifericos...que alguien me informe...
Yo como anarquista....soy profundamente antinacionalista....
¿cual es la posición de la CNT? ¿considera a los grupos radiclaes nacionalistas aliados? y si es así ¿por que?...
CNT y nacionalismo
No conozco la postura oficial de la CNT, pero si te sirve de algo, te puedo explicar la de algunos cenetistas que conozco: no considera aliados a los nacionalistas. Se oponen a su ideología. Sin embargo, piensan que, con diferencia a la mayoría de nosostros (anarquistas), ellos al menos se mueven y se hacen oír. Así pues, ven un aspecto positivo en los grupos radicales nacionalistas de los que hablas.
Espero que esto te haya servido de algo.
(Por cierto, este post no iría mejor en Anarquismo y Cuestión Nacional?)
Espero que esto te haya servido de algo.
(Por cierto, este post no iría mejor en Anarquismo y Cuestión Nacional?)
"Todos los esfuerzos de las personas que desean vivir bien deberían tender a la destrucción del arte, pues es uno de los males más atroces que oprimen nuestra humanidad."
León Tolstoi
León Tolstoi
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Antirojigualdo
VI CONGRESO DE LA C.N.T.
Celebrado en Barcelona del 12 al 16 de Enero de 1983
Punto 7.3: C.N.T. ANTE LOS NACIONALISMOS
ACLARACIÓN PREVIA
Uno de los problemas con los que tropieza la difusión de nuestros postulados, sobre todo en zonas de fuerte implantación nacionalista es la degradación de términos que han sido totalmente desvirtuados por la constante manipulación de que vienen siendo objeto.
Ya que los anarcosindicalistas hacemos un esfuerzo para interpretar los criterios nacionalistas, según los mismos nacionalistas los emiten, queremos que éstos, a su vez, analicen y comprendan los nuestros, sin perderse en disquisiciones semánticas: siempre que utilicemos, por ejemplo conceptos como «nación», «región», etc., deben ser comprendidos en su acepción puramente geográfica o demográfica, sin connotación política alguna.
Asimismo se solicita de la Confederación que -y sobre todo para quienes de nosotros tienen que desenvolverse en ámbitos de nacionalismos radicalizados- se adopte un lenguaje a-nacional que evite toda connotación «centralista» o «españolista».
7.3.1. DEFINICIÓN Y ANÁLISIS DEL CONTENIDO «NACIÓN»
La nación no es una causa sino el efecto del Estado. Sea burgués o no burgués, el Estado siempre se basa en la nación, siendo la «patria» una modulación «sacro-afectiva» de aquel concepto.
El concepto «nación» ha servido tan pronto para englobar como para independizar; «nación» o «patria» son ideas-fuerza que pueden ser empleadas en sentidos muy opuestos, avasalladores o emancipadores; lo que para unos es gallardo patriotismo, para otros es coactivo imperialismo centralista, lo que unos consideran separatismo antipatriótico otros lo tienen como la máxima afirmación de identidad nacional. La C.N.T. es enemiga del concepto «patria», salvo cuando se le da el significado que le dio Malatesta: «Mi patria es el mundo».
Entendemos por nacionalismo la doctrina que sostiene que toda nación puede y debe formar un Estado independiente y también la tendencia o aspiración de un pueblo a organizarse en Estado a sentir que es una nación con todas sus características.
El hecho de que, en la actualidad, el nacionalismo a nivel internacional (Irlanda, Córcega, Euskadi, Cataluña, etc.) parezca estar en auge no quiere decir que sea revolucionario ni que haya sido asumido por los trabajadores.
En la llamada Revolución Industrial, en la crisis de 1914, (1ª Guerra Mundial) y en la de 1939 que trae consigo la 2ª Guerra Mundial (en estas dos ocasiones se aplasta, enfrentándolo, al Movimiento Obrero) la burguesía o pequeña burguesía utiliza a los trabajadores para defender sus intereses ante su propia crisis, tanto económica como política, sirviéndose de partidos o movimientos pretendidamente revolucionarios o de corte nacionalista.
Un claro ejemplo de cómo se puede dar un significado u otro a la lucha lo tenemos en Centroamérica. Sin ningún tipo de dudas, la lucha que se desarrolla en El Salvador, Guatemala, etc. es una lucha de clases. Los trabajadores luchan por la Revolución Social bajo una consigna de corte «socialista», luchan por su emancipación y libertad. Los trabajadores como clase no luchan por la liberación nacional, como la denominan los movimientos que los di gen. Si los trabajadores supiesen que van a seguir siendo explotados después de la liberación nacional, no lucharían con ellos, sin embargo su lucha es orientada y utilizada como de liberación nacional, como en Nicaragua donde cuentan con el apoyo de un sector de su burguesía que seguirá explotándoles de diferentes formas.
El nacionalismo, en contra de lo que dicen las tesis marxistas, significa el escamoteo o verticalización de la lucha de clases.
Ahora bien, en la Europa reciente han surgido brotes de nacionalismo heterodoxo que no carece de interés peculiar. trata de grupos nacionales que resisten frente a la centralización estatal, y tratan de emanciparse de ella, esgrimiendo peculiaridades culturales o lingüísticas, pero también enlazando con planteamientos ecologistas o con fórmulas revolucionarias en lo social: vascos, bretones, irlandeses, corsos, palestinos, etc. a veces con medios sumamente violentos se enfrentan a sus respectivas capitales,y por esta vía, en cierto modo, con el fundamento mismo abstracto y uniformador del estado moderno. Son minorías que se oponen quizás al sentido de la marcha de la historia moderna pero que conservan también con su resistencia la decisión de recuperarlo o reinventarlo. En cuanto puros nacionalismos, su interés es escaso y su argumentación pobre y obcecada: en último término sueñan con establecer otro Estado, con su ejército, policía y sus jerifaltes, pero con bandera y nombre distinto. Pero en ocasiones el puro nacionalismo sirve para buscar medios de asociación más directos que la abstracción estatal, más autogestionados por los individuos implicados en tales grupos, más solidarios en lo social y menos jerárquicos en lo político.
El interés liberador de estos heterodoxos nacionalismos antiestatales sería, en resumen, que no buscaran crear Estados inpendientes, sino más bien independizarse del estado.
Consideramos que la problemática de E.T.A. no es algo que se circunscribe a Euskadi, sino que tiene una importancia e influencia a nivel Internacional (reuniones de Felipe González con Miterrand).
Existe una mitificación da E.T.A. debido al apoyo recibido por parte de todos los antifranquistas durante la dictadura. Mitificación que persiste a pesar de la propaganda anti E.T.A., e incluso dentro de sectores anarquistas, debido a la incultura ideológica existente tras el franquismo que lleva a ver a los compañeros en las acciones armadas similitudes con la F.A.I. y con la propia C.N.T. en su acción contra la represión y el Sindicato Libre.
Hacemos esta propuesta con el fin de desmitificar y poner en su sitio los movimientos populistas de E.T.A. y H.B., que tan buenos resultados les han dado.
E.T.A. mediatiza todos los movimientos que se dan cambiándoles el sentido y dándoles el significado que le interesa partiendo de consignas tales como «con la independencia nacional se rompe con la represión y opresión del Gobierno Central».
El Movimiento Obrero como clase explotada debe ser consciente de que luchar contra las fronteras es luchar por su emancipación, debe ser consciente de que mientras haya fronteras es, o porque hay intereses distintos, o porque existen dos clases sociales.
De ahí que siguen en vigor el internacionalismo y la necesidad de la Revolución Internacional Social, totalmente opuesta a los intereses de una nación, y totalmente ligada a los intereses de una clase.
7.3.2 NACIONALISMO Y CULTURA
La cultura de un pueblo es tanto más elevada cuanto más llega en él a expresarse el espíritu de humanidad. No hay pueblos primitivos ni civilizados pues no existen pueblos o tribus que no dispongan de cultura alguna. Lo que hay es pueblos con cultura diferente. Si la cultura no es otra cosa que la superación de los procesos naturales que forman el proceso vital del hombre es en su esencia interna, en todas partes la misma a pesar del número siempre creciente y de la diversidad infinita de sus formas especiales de expresión. No hay culturas cerradas que entrañen las leyes de su propio origen.
Lo común que sirve de base a toda cultura es infinitamente más grande que la diversidad de sus formas exteriores.
Pero estas formas exteriores son realidades inherentes a la condición humana y el anarcosindicalismo no puede desentenderse de ninguna de las peculiaridades que configuran las inclinaciones populares de una colectividad, y en este sentido la C.N.T. debe considerar como su propia lucha la defensa y recuperación de estas peculiaridades como derecho legítimo de los pueblos a ejercer y mantenerlo como patrimonio social y cultural de una colectividad.
Sin embargo, la C.N.T. debe denunciar toda manipulación política de este patrimonio.
Patrimonio que pertenece a la sociedad civil, y el nacionalismo es una creación del poder político separado de la sociedad civil.
Nacionalismo y cultura son, pues, dos vertientes que se rechazan: la reconducción del nacionalismo a través de la cultura otra es otra de las flagrantes mistificaciones de la realidad de los pueblos.
La llamada cultura que nos llega hasta hoy, de la mano del nacionalismo, para justificar las reconocidas diferenciaciones en los pueblos, no es la cultura real de éstos sino la que el Poder Político ha adulterado, antes de permitir su vehiculación oficialmente homologada.
Sabemos perfectamente que la promoción nacionalista de cultura no tiene por objeto la recuperación de sus peculiaridades originarias, sino el de esgrimirla como medio conducente a establecer la supremacía del poder político sobre la sociedad. Esta adulteración de la cultura constituye una de las bases del pensamiento político del nacionalismo.
Reconocemos y defendemos la cultura peculiar y específica de los pueblos pero nos negamos, en cambio, a que ella sea no sólo utilizada por el poder, sino manipulada y adulterada para servir a los intereses contrarios a la sociedad.
Sin embargo, no podemos perder de vista uno de los orígenes fundamentales del nacionalismo cultural, esto es, el centralismo generador de otra cultura «nacional» tan falsa como la anterior
En definitiva, en el aspecto cultural, nos encontramos de nuevo con que los Estados-Nación manipulan y utilizan las expresiones culturales de los pueblos de forma selectiva (restringida), bajo la sempiterna forma del «dominio»; resultado de esto es la degradación del hecho cultural específico en el que se basa, degradación que sólo puede ser superada centrando la cultura en marco de libertad.
7.3.3. IDIOMA
El espacio del Idioma sufre la misma manipulación. La C.N.T., como en el caso de la cultura, debe defender el derecho de los pueblos a ejercer el uso de su idioma, pero este derecho, ligado a una utilización política, tiene por objeto la consolidación del poder.
En otro sentido, entendemos que se debe tomar algún compromiso hacia las lenguas de estas culturas oprimidas promoviendo la unificación siempre que no vaya en detrimento de las formas dialécticas y, al mismo tiempo, fomentando el bilingüismo.
Se deberá huir de presentar el hecho lingüístico como una imposición, donde los papeles del centralismo se reproduzcan. Se reconocerá asimismo el derecho de toda la población escolar al aprendizaje de una u otra lengua, independientemente de la decisión de padres, maestros, etc. Las mismas normas se aplicarán respecto del conjunto de la población laboral.
Hay quienes recuerdan, por último, la conveniencia de la difusión de la enseñanza del Esperanto.
7.3.4. AUTONOMÍA Y FEDERALISMO
La articulación orgánica de la dinámica autogestora constituye el federalismo.
Al enfocar el federalismo como organización de la clase obrera, no es posible ignorar la utilización de que ha sido objeto por parte de la burguesía. En efecto todos sabemos que diversas naciones caracterizadas por su total adscripción al capitalismo imperialista, dicen estar constituidas federalmente. Analizando de cerca este hecho observamos que, en determinado momento histórico, las burguesías nacionales que surgían de una acumulación capitalista aislada y heterogénea, requirieron para su desarrollo local, es decir, para incrementar racionalmente la explotación del trabajo, disminuir las interferencias centrales de los gobiernos. Así pues, reclamaron la autonomía proclamándose partidarios de las soluciones federalistas. Su federalismo, sin embargo, era sólo mecanicista, según el sentido operativo de organizar mejor la explotación de los trabajadores, y desde luego a muchas leguas de distancia de todas las connotaciones de autogestión, solidaridad y autonomía que de siempre el federalismo tuvo entre los trabajadores.
Nuestras burguesías de características periféricas muy acusadas (en Cataluña y Euskalherria) han jugado históricamente muy a fondo la carta de las autonomías políticas, y por tanto, han propiciado de uno u otro modo un federalismo frente al poder central. Su meta, no lo olvidemos, no es otra que la creación de un nuevo Estado asimismo centralista y explotador, en su contexto nacional.
Es evidente, pues, que estas burguesías van a jugar las bazas de un federalismo nacionalista según la doble operatividad de afirmación frente al poder central y de señuelo interclasista hacia los trabajadores.
La actual situación española de articular las formas de poder en el contexto de las «autonomías» es una actualización de los métodos arriba denunciados que deben ser combatidos por la Confederación, en tanto son antitéticos a la concepción que de la autonomía y la autogestión tiene la C.N.T.
La base del federalismo es la autonomía (del grupo, de la asociación ciudadana, del municipio libre, del sindicato, etc.). Por ella cada conjunto tiene completa independencia en su desarrollo y maduración. Si a la autonomía unimos, como consecuencia de la proyección externa del grupo, la solidaridad, desembocamos de inmediato en el federalismo.
Por tanto, reclamamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos, autodeterminación que representa la otra cara de la autogestión.
Asimismo, ante la falacia del «Estado de las Autonomías», reclamamos el derecho a organizar la administración territorial en base a los municipios libres.
En consecuencia, creemos que, paralelamente al rechazo de las nuevas reconducciones del nacionalismo, la C.N.T. debe obrar, conjuntamente con las distintas corrientes del Movimiento Libertario, de forma que promueva el surgimiento de los «municipios libres», paralelos a los integrados con la Administración del Estado y frente a ellos.
La estructura del «Municipio Libre» acogería en su seno cuantas organizaciones, entidades, colectivos, asociaciones y grupos se conformen a una actuación independiente de los partidos políticos y organismos estatales, y sus finalidades no sean las de restablecer las estructuras del Estado.
El «Municipio Libre» contemplaría un enfoque global de actuación social y cultural, en base a la libertad individual encaminada a establecer unas relaciones sociales de igualdad.
Los «Municipios Libres» creados bajo estas premisas establecerían las relaciones de información, documentación y cooperación de sus respectivas actividades, como paso precedente a una posterior «Federación de Municipios Libres».
La concreción cotidiana de estos postulados, ante los diferentes problemas suscitados por la política nacionalista y de Estado, deberán ser estudiados y resueltos por los diferentes Plenos de las Regionales.
Tomado de http://www.cnt.es/Documentos/congresosC ... la_CNT.htm
VII CONGRESO DE LA C.N.T.
Celebrado en Bilbao abril de 1990
PUNTO 6.8: ELIMINACIÓN O NO DE LA PALABRA NACIONAL EN LOS ÓRGANOS DE LA CONFEDERACIÓN (CONGRESOS, PLENOS, PLENARIAS, ETC.)
Estimándose que la palabra «Nacional» no designa más que un ámbito específico de entre los varios a los que puede afectar la convocatoria y celebración de una reunión orgánica, y califica además al Comité que ejerce las máximas funciones representativas de la Confederación en el conjunto del Estado, no se juzga necesaria su eliminación.
Tomado de http://www.cnt.es/Documentos/congresosC ... la_CNT.htm
Celebrado en Barcelona del 12 al 16 de Enero de 1983
Punto 7.3: C.N.T. ANTE LOS NACIONALISMOS
ACLARACIÓN PREVIA
Uno de los problemas con los que tropieza la difusión de nuestros postulados, sobre todo en zonas de fuerte implantación nacionalista es la degradación de términos que han sido totalmente desvirtuados por la constante manipulación de que vienen siendo objeto.
Ya que los anarcosindicalistas hacemos un esfuerzo para interpretar los criterios nacionalistas, según los mismos nacionalistas los emiten, queremos que éstos, a su vez, analicen y comprendan los nuestros, sin perderse en disquisiciones semánticas: siempre que utilicemos, por ejemplo conceptos como «nación», «región», etc., deben ser comprendidos en su acepción puramente geográfica o demográfica, sin connotación política alguna.
Asimismo se solicita de la Confederación que -y sobre todo para quienes de nosotros tienen que desenvolverse en ámbitos de nacionalismos radicalizados- se adopte un lenguaje a-nacional que evite toda connotación «centralista» o «españolista».
7.3.1. DEFINICIÓN Y ANÁLISIS DEL CONTENIDO «NACIÓN»
La nación no es una causa sino el efecto del Estado. Sea burgués o no burgués, el Estado siempre se basa en la nación, siendo la «patria» una modulación «sacro-afectiva» de aquel concepto.
El concepto «nación» ha servido tan pronto para englobar como para independizar; «nación» o «patria» son ideas-fuerza que pueden ser empleadas en sentidos muy opuestos, avasalladores o emancipadores; lo que para unos es gallardo patriotismo, para otros es coactivo imperialismo centralista, lo que unos consideran separatismo antipatriótico otros lo tienen como la máxima afirmación de identidad nacional. La C.N.T. es enemiga del concepto «patria», salvo cuando se le da el significado que le dio Malatesta: «Mi patria es el mundo».
Entendemos por nacionalismo la doctrina que sostiene que toda nación puede y debe formar un Estado independiente y también la tendencia o aspiración de un pueblo a organizarse en Estado a sentir que es una nación con todas sus características.
El hecho de que, en la actualidad, el nacionalismo a nivel internacional (Irlanda, Córcega, Euskadi, Cataluña, etc.) parezca estar en auge no quiere decir que sea revolucionario ni que haya sido asumido por los trabajadores.
En la llamada Revolución Industrial, en la crisis de 1914, (1ª Guerra Mundial) y en la de 1939 que trae consigo la 2ª Guerra Mundial (en estas dos ocasiones se aplasta, enfrentándolo, al Movimiento Obrero) la burguesía o pequeña burguesía utiliza a los trabajadores para defender sus intereses ante su propia crisis, tanto económica como política, sirviéndose de partidos o movimientos pretendidamente revolucionarios o de corte nacionalista.
Un claro ejemplo de cómo se puede dar un significado u otro a la lucha lo tenemos en Centroamérica. Sin ningún tipo de dudas, la lucha que se desarrolla en El Salvador, Guatemala, etc. es una lucha de clases. Los trabajadores luchan por la Revolución Social bajo una consigna de corte «socialista», luchan por su emancipación y libertad. Los trabajadores como clase no luchan por la liberación nacional, como la denominan los movimientos que los di gen. Si los trabajadores supiesen que van a seguir siendo explotados después de la liberación nacional, no lucharían con ellos, sin embargo su lucha es orientada y utilizada como de liberación nacional, como en Nicaragua donde cuentan con el apoyo de un sector de su burguesía que seguirá explotándoles de diferentes formas.
El nacionalismo, en contra de lo que dicen las tesis marxistas, significa el escamoteo o verticalización de la lucha de clases.
Ahora bien, en la Europa reciente han surgido brotes de nacionalismo heterodoxo que no carece de interés peculiar. trata de grupos nacionales que resisten frente a la centralización estatal, y tratan de emanciparse de ella, esgrimiendo peculiaridades culturales o lingüísticas, pero también enlazando con planteamientos ecologistas o con fórmulas revolucionarias en lo social: vascos, bretones, irlandeses, corsos, palestinos, etc. a veces con medios sumamente violentos se enfrentan a sus respectivas capitales,y por esta vía, en cierto modo, con el fundamento mismo abstracto y uniformador del estado moderno. Son minorías que se oponen quizás al sentido de la marcha de la historia moderna pero que conservan también con su resistencia la decisión de recuperarlo o reinventarlo. En cuanto puros nacionalismos, su interés es escaso y su argumentación pobre y obcecada: en último término sueñan con establecer otro Estado, con su ejército, policía y sus jerifaltes, pero con bandera y nombre distinto. Pero en ocasiones el puro nacionalismo sirve para buscar medios de asociación más directos que la abstracción estatal, más autogestionados por los individuos implicados en tales grupos, más solidarios en lo social y menos jerárquicos en lo político.
El interés liberador de estos heterodoxos nacionalismos antiestatales sería, en resumen, que no buscaran crear Estados inpendientes, sino más bien independizarse del estado.
Consideramos que la problemática de E.T.A. no es algo que se circunscribe a Euskadi, sino que tiene una importancia e influencia a nivel Internacional (reuniones de Felipe González con Miterrand).
Existe una mitificación da E.T.A. debido al apoyo recibido por parte de todos los antifranquistas durante la dictadura. Mitificación que persiste a pesar de la propaganda anti E.T.A., e incluso dentro de sectores anarquistas, debido a la incultura ideológica existente tras el franquismo que lleva a ver a los compañeros en las acciones armadas similitudes con la F.A.I. y con la propia C.N.T. en su acción contra la represión y el Sindicato Libre.
Hacemos esta propuesta con el fin de desmitificar y poner en su sitio los movimientos populistas de E.T.A. y H.B., que tan buenos resultados les han dado.
E.T.A. mediatiza todos los movimientos que se dan cambiándoles el sentido y dándoles el significado que le interesa partiendo de consignas tales como «con la independencia nacional se rompe con la represión y opresión del Gobierno Central».
El Movimiento Obrero como clase explotada debe ser consciente de que luchar contra las fronteras es luchar por su emancipación, debe ser consciente de que mientras haya fronteras es, o porque hay intereses distintos, o porque existen dos clases sociales.
De ahí que siguen en vigor el internacionalismo y la necesidad de la Revolución Internacional Social, totalmente opuesta a los intereses de una nación, y totalmente ligada a los intereses de una clase.
7.3.2 NACIONALISMO Y CULTURA
La cultura de un pueblo es tanto más elevada cuanto más llega en él a expresarse el espíritu de humanidad. No hay pueblos primitivos ni civilizados pues no existen pueblos o tribus que no dispongan de cultura alguna. Lo que hay es pueblos con cultura diferente. Si la cultura no es otra cosa que la superación de los procesos naturales que forman el proceso vital del hombre es en su esencia interna, en todas partes la misma a pesar del número siempre creciente y de la diversidad infinita de sus formas especiales de expresión. No hay culturas cerradas que entrañen las leyes de su propio origen.
Lo común que sirve de base a toda cultura es infinitamente más grande que la diversidad de sus formas exteriores.
Pero estas formas exteriores son realidades inherentes a la condición humana y el anarcosindicalismo no puede desentenderse de ninguna de las peculiaridades que configuran las inclinaciones populares de una colectividad, y en este sentido la C.N.T. debe considerar como su propia lucha la defensa y recuperación de estas peculiaridades como derecho legítimo de los pueblos a ejercer y mantenerlo como patrimonio social y cultural de una colectividad.
Sin embargo, la C.N.T. debe denunciar toda manipulación política de este patrimonio.
Patrimonio que pertenece a la sociedad civil, y el nacionalismo es una creación del poder político separado de la sociedad civil.
Nacionalismo y cultura son, pues, dos vertientes que se rechazan: la reconducción del nacionalismo a través de la cultura otra es otra de las flagrantes mistificaciones de la realidad de los pueblos.
La llamada cultura que nos llega hasta hoy, de la mano del nacionalismo, para justificar las reconocidas diferenciaciones en los pueblos, no es la cultura real de éstos sino la que el Poder Político ha adulterado, antes de permitir su vehiculación oficialmente homologada.
Sabemos perfectamente que la promoción nacionalista de cultura no tiene por objeto la recuperación de sus peculiaridades originarias, sino el de esgrimirla como medio conducente a establecer la supremacía del poder político sobre la sociedad. Esta adulteración de la cultura constituye una de las bases del pensamiento político del nacionalismo.
Reconocemos y defendemos la cultura peculiar y específica de los pueblos pero nos negamos, en cambio, a que ella sea no sólo utilizada por el poder, sino manipulada y adulterada para servir a los intereses contrarios a la sociedad.
Sin embargo, no podemos perder de vista uno de los orígenes fundamentales del nacionalismo cultural, esto es, el centralismo generador de otra cultura «nacional» tan falsa como la anterior
En definitiva, en el aspecto cultural, nos encontramos de nuevo con que los Estados-Nación manipulan y utilizan las expresiones culturales de los pueblos de forma selectiva (restringida), bajo la sempiterna forma del «dominio»; resultado de esto es la degradación del hecho cultural específico en el que se basa, degradación que sólo puede ser superada centrando la cultura en marco de libertad.
7.3.3. IDIOMA
El espacio del Idioma sufre la misma manipulación. La C.N.T., como en el caso de la cultura, debe defender el derecho de los pueblos a ejercer el uso de su idioma, pero este derecho, ligado a una utilización política, tiene por objeto la consolidación del poder.
En otro sentido, entendemos que se debe tomar algún compromiso hacia las lenguas de estas culturas oprimidas promoviendo la unificación siempre que no vaya en detrimento de las formas dialécticas y, al mismo tiempo, fomentando el bilingüismo.
Se deberá huir de presentar el hecho lingüístico como una imposición, donde los papeles del centralismo se reproduzcan. Se reconocerá asimismo el derecho de toda la población escolar al aprendizaje de una u otra lengua, independientemente de la decisión de padres, maestros, etc. Las mismas normas se aplicarán respecto del conjunto de la población laboral.
Hay quienes recuerdan, por último, la conveniencia de la difusión de la enseñanza del Esperanto.
7.3.4. AUTONOMÍA Y FEDERALISMO
La articulación orgánica de la dinámica autogestora constituye el federalismo.
Al enfocar el federalismo como organización de la clase obrera, no es posible ignorar la utilización de que ha sido objeto por parte de la burguesía. En efecto todos sabemos que diversas naciones caracterizadas por su total adscripción al capitalismo imperialista, dicen estar constituidas federalmente. Analizando de cerca este hecho observamos que, en determinado momento histórico, las burguesías nacionales que surgían de una acumulación capitalista aislada y heterogénea, requirieron para su desarrollo local, es decir, para incrementar racionalmente la explotación del trabajo, disminuir las interferencias centrales de los gobiernos. Así pues, reclamaron la autonomía proclamándose partidarios de las soluciones federalistas. Su federalismo, sin embargo, era sólo mecanicista, según el sentido operativo de organizar mejor la explotación de los trabajadores, y desde luego a muchas leguas de distancia de todas las connotaciones de autogestión, solidaridad y autonomía que de siempre el federalismo tuvo entre los trabajadores.
Nuestras burguesías de características periféricas muy acusadas (en Cataluña y Euskalherria) han jugado históricamente muy a fondo la carta de las autonomías políticas, y por tanto, han propiciado de uno u otro modo un federalismo frente al poder central. Su meta, no lo olvidemos, no es otra que la creación de un nuevo Estado asimismo centralista y explotador, en su contexto nacional.
Es evidente, pues, que estas burguesías van a jugar las bazas de un federalismo nacionalista según la doble operatividad de afirmación frente al poder central y de señuelo interclasista hacia los trabajadores.
La actual situación española de articular las formas de poder en el contexto de las «autonomías» es una actualización de los métodos arriba denunciados que deben ser combatidos por la Confederación, en tanto son antitéticos a la concepción que de la autonomía y la autogestión tiene la C.N.T.
La base del federalismo es la autonomía (del grupo, de la asociación ciudadana, del municipio libre, del sindicato, etc.). Por ella cada conjunto tiene completa independencia en su desarrollo y maduración. Si a la autonomía unimos, como consecuencia de la proyección externa del grupo, la solidaridad, desembocamos de inmediato en el federalismo.
Por tanto, reclamamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos, autodeterminación que representa la otra cara de la autogestión.
Asimismo, ante la falacia del «Estado de las Autonomías», reclamamos el derecho a organizar la administración territorial en base a los municipios libres.
En consecuencia, creemos que, paralelamente al rechazo de las nuevas reconducciones del nacionalismo, la C.N.T. debe obrar, conjuntamente con las distintas corrientes del Movimiento Libertario, de forma que promueva el surgimiento de los «municipios libres», paralelos a los integrados con la Administración del Estado y frente a ellos.
La estructura del «Municipio Libre» acogería en su seno cuantas organizaciones, entidades, colectivos, asociaciones y grupos se conformen a una actuación independiente de los partidos políticos y organismos estatales, y sus finalidades no sean las de restablecer las estructuras del Estado.
El «Municipio Libre» contemplaría un enfoque global de actuación social y cultural, en base a la libertad individual encaminada a establecer unas relaciones sociales de igualdad.
Los «Municipios Libres» creados bajo estas premisas establecerían las relaciones de información, documentación y cooperación de sus respectivas actividades, como paso precedente a una posterior «Federación de Municipios Libres».
La concreción cotidiana de estos postulados, ante los diferentes problemas suscitados por la política nacionalista y de Estado, deberán ser estudiados y resueltos por los diferentes Plenos de las Regionales.
Tomado de http://www.cnt.es/Documentos/congresosC ... la_CNT.htm
VII CONGRESO DE LA C.N.T.
Celebrado en Bilbao abril de 1990
PUNTO 6.8: ELIMINACIÓN O NO DE LA PALABRA NACIONAL EN LOS ÓRGANOS DE LA CONFEDERACIÓN (CONGRESOS, PLENOS, PLENARIAS, ETC.)
Estimándose que la palabra «Nacional» no designa más que un ámbito específico de entre los varios a los que puede afectar la convocatoria y celebración de una reunión orgánica, y califica además al Comité que ejerce las máximas funciones representativas de la Confederación en el conjunto del Estado, no se juzga necesaria su eliminación.
Tomado de http://www.cnt.es/Documentos/congresosC ... la_CNT.htm