Tecnología y trabajo. En la base del capitalismo.
Publicado: 31 May 2010, 12:30
VIRICA
EL CAPITALISMO.
El siglo XXI ha traído consigo una crisis financiera en el capitalismo. La tonadilla socialista anticapitalista cayó con la U.R.S.S. y en algunos sectores, aun libertarios, también. Se acepta el capitalismo como algo consustancial al Ser Humano. Hasta el punto de que mentes imprudentes sustituyen el capitalismo por nuevos engendros, más dogmáticos que reales y por supuesto, distantes de cualquier desarrollo práctico a los que echar la culpa de los males del mundo.
Si bien es cierto que el mensaje del anarquismo primigenio debe estar sujeto a la revisión constante, no es menos cierto que el capitalismo no solo anda fuerte, sino que ha demostrado, una vez más, su capacidad de adaptación; la clave de su supervivencia.
Hablar de capitalismo parece en la actualidad un atavismo. Y podría serlo si atendemos al mismo con el imaginario decimonónico, el cual dista de la realidad actual.
El problema que genera esta percepción radica en atender a sus manifestaciones externas. Una crisis financiera se identifica con una crisis capitalista, la invasión de la tecnología se eleva al rango de sistema, en sustitución del capitalismo, el estado de bienestar se asimila a una acción reformista de las fuerzas de izquierda – no siendo más que una concesión interesada del sistema-, etc…
La realidad es que el capitalismo es una idea. Y esa es la fuerza que lo hace pervivir. Una idea sencilla: inversión para obtener un beneficio. Da igual el método circunstancial para generar beneficio, el fin es claro y atractivo. Ahí radica la fortaleza del capitalismo, en una idea concreta, concisa y tan honda en el Ser Humano como su propia existencia. Las consecuencias de dar sentido real a esa idea son secundarias, como lo son los medios para su consecución. No hay más. Todas las caras con que se muestra el capitalismo no son más que facetas de la misma idea. Afirmamos que el capitalismo, bajo esta premisa, existe desde tiempos antiguos.
Como simples ejemplos, pensemos en la inversión de un patricio romano en un esclavo y el beneficio que de su trabajo obtendrá. O pensemos en el comercio tradicional de los fenicios, paradigma de la empresa en la antigüedad o más cerca aun, el capitalismo mercantil de la Edad Moderna Europea y tráfico comercial entre las urbes europeas y los territorios de ultramar.
Basta la existencia de capital y el deseo de convertirlo en un beneficio para que se de el Capitalismo. Una idea clara y capacidad para adaptarse a las circunstancias del momento son la clave de pervivencia de cualquier principio.
¿Y EL CAPITALISMO ACTUAL?
Por supuesto, el actual no es el reseñado en la práctica y no solo varía en el tiempo, también en el espacio. La complejidad se acentúa si atendemos a sus manifestaciones externas. Pero no nos confundamos, la idea que rige el capitalismo actual es la misma que rige el comercio en el pasado: la inversión para la obtención de un beneficio.
Podemos caracterizar el capitalismo actual atendiendo a los siguientes parámetros:
A. Mecanismos para convertir la propiedad en capital con el que operar en el sistema.
En un mercado se puede transformar la propiedad – bienes, servicios- en capital (mercado inmobiliario, mercado de trabajo, etc). Es el método por antonomasia. Además, existen otros mecanismos como la oportunidad que brinda un banco. Estos conceden dinero a cambio de una garantía sobre la propiedad (hipoteca) y un interés sobre el capital prestado: el préstamo es hoy día el mecanismo fundamental para la obtención de capital.
B. La compra y venta es un elemento fundamental en el capitalismo, pero no lo caracteriza como tal en la actualidad.
El intercambio de productos a cambio de capital es una constante a lo largo de la historia. La búsqueda del diferencial entre el precio de venta y compra es la clave para el beneficio bruto. Sin embargo, la nota característica del capitalismo industrial actual es que este, el capitalismo, en concreto, su fundamento: la obtención de beneficio, se aplica a la producción de los bienes y servicios – abaratando costes, economías de escala, especialización, inversión en tecnología, etc. Se mercantilizan esos procesos, algo que jamás había ocurrido en la historia de la humanidad y que condiciona, por tanto, la sociedad, economía y política que se rige por el capital. El caso más evidente es el mercado laboral.
Solo en los mercados de esclavos encontramos algo parecido al actual mercado de recursos humanos. Cierto que en el sistema esclavista se vende a la persona como recurso de producción y en el mercado laboral actual, en venta solo está el servicio – trabajo- pero en ambos casos este proceso capitalista afecta, irremediablemente, a la persona, condicionando su forma de vida de forma radical y para siempre.
C. El capital y el trabajo no están ligados a una actividad concreta.
El capital puede destinarse a las más diversas actividades lucrativas. Un mecanismo idóneo y tan antiguo como fundamental es la acción. Las acciones han variado muy poco desde su creación en el S. XVI y siguen generando un proceso que permite participar en las más diversas actividades empresariales. Un mismo accionista puede poseer participaciones en actividades que nada tienen que ver unas con otras con dos objetivos: aumentar el beneficio (jugando en el mercado de acciones: bolsa) y minimizar el riesgo (diversificando la inversión).
En teoría, el trabajo tampoco está condicionado a una actividad concreta, aunque bien es cierto que, en la práctica, posee un límite, el valor de la experiencia. Cuanta más experiencia posee un operario más valorado el trabajo fruto de aquella, motivo por el cual el trabajador se acaba condicionando a una actividad concreta, mas no es determinante.
D. La mano de obra no es solo un medio de producción mediante el trabajo.
El trabajador adquiere la condición de consumidor, incrementando la demanda. De ahí la rápida expansión del capitalismo a partir de la mejora de las condiciones de vida del trabajador desde el S. XIX. El trabajador como cliente.
E. Los mercados se configuran como el único lugar donde poner en contacto la oferta y la demanda.
En origen, el mercado era el lugar donde adquirir lo que no se podía producir de forma autosuficiente y se solapaba con la venta directa del propio productor – habitualmente el artesano poseía el taller en su propio hogar, donde además, vendía el producto-. El fin de la producción doméstica limita la obtención de bienes y servicios al mercad
F. El capitalismo requiere de la existencia de competencia para su pervivencia.
Sin embargo, existe una gran tensión entre la competencia y la concentración productiva. Un exceso de competencia genera un incremento de incertidumbre, limitando la inversión y en consecuencia, el beneficio, que repercute en un límite al crecimiento económico. A su vez, una excesiva concentración empresarial – fusiones, absorciones, etc-, actúa limitando la competencia, pero deriva en monopolios, con el consecuente efecto negativo sobre la economía. El caso más evidente de un gran monopolio es el monopolio de Estado comunista.
G. La especulación es una nota diferencial del capitalismo.
Como ya hemos puesto de manifiesto, el capitalismo actual no se nutre, exclusivamente, del intercambio de bienes y servicios a cambio de capital (también rige la producción). Tampoco se basa en exclusiva por los principios del mercado (tensión entre concentración y competencia). La especulación es otra forma adicional en el capitalismo para la obtención de beneficios, sin atender a los principios clásicos de la oferta y la demanda.
La especulación es la obtención de beneficios sobre precios que no se corresponden con el mercado de bienes y servicios.
Se invierte a tenor de un futuro precio, por ejemplo, que, desde luego, se puede condicionar y asegurarse. En nuestro país tenemos un caso que todo el mundo conoce: el mercado inmobiliario. Aun hoy, hay un millón de viviendas que no tienen demanda.
La generación de capital al margen de la economía es criticada por muchos, sin embargo es una ventaja frente a la excesiva incertidumbre de los mercados que, sin duda, ha generado muchos beneficios para algunos.
CONCLUSION.
Mientras que el capitalismo mercantil – u otras formas de capitalismo previo-, que se desarrolla a partir del S. XVI en Europa, se limita al intercambio de bienes de consumo aprovechando la diferencia de precios entre el lugar de obtención del producto (Las Indias, sea América, Africa o Asia) y el de venta (Europa) el capitalismo industrial genera beneficio, también, mediante la producción de bienes y servicios. La mercantilización de los mecanismos de producción es una de las características de nuestro sistema capitalista actual.
Los medios de producción en el Capitalismo Industrial son la tecnología y el trabajo. La inversión del capital acumulado en las centurias anteriores gracias al Capitalismo Mercantil, permite el destino de grandes cantidades de capital a la obtención de máquinas desde el siglo XVIII, mucho más eficientes y productivas que el Ser Humano. Por su parte, se opera en el trabajo a fin de controlar su coste: salarios bajos, sustitución de empleados experimentados por otros no cualificados, oposición a la negociación, más aun colectiva, especialización, etc.
El comunismo basó su lucha contra los medios de producción privados y los puso al servicio del Estado. A manos del Estado paso la tecnología industrial y la gestión del trabajo. Pero el capitalismo no es solo un medio de producción y la consecuencia fue que este, el capitalismo, se limitó a mutar en un macro monopolio gestionado por el Estado, pero con los mismos principios capitalistas de productividad y consecuencias nefastas que conocemos.
En el mismo sentido vemos que la simple y llana destrucción de los medios de producción: tecnología y trabajo, tampoco resolverá el problema, por cuanto el capitalismo puede operar, como ha hecho, mediante otros mecanismos. Por supuesto, la destrucción de los medios de producción harían volver al capitalismo a estadios anteriores o tal vez, regenerarse en otras novedosas formas de explotación.
La herencia marxista de atender a los medios de producción ha centrado el debate contra el capitalismo en esos dos extremos complementarios: de una parte la tecnología y de otra el trabajo.
La oposición a ambos mecanismos de producción no es novedosa. El Luddismo ya atacó el desarrollo industrial maquinista al amparo, entre otras ideas, de que la máquina generaba desempleo, al ser más productiva que la mano de obra. Por otro lado, el sindicalismo es el mecanismo habitual para controlar el capitalismo sobre el medio de producción laboral. Antitecnología y sindicalismo son ideas y métodos complementarios para atacar los medios de producción. Y el anarquismo ha recogido ambos testigos. Pero en ambos casos la lucha es parcial aunque necesaria.
Es vital, no obstante, no perder el rumbo. La tecnología y el trabajo son entes ajenos al capitalismo. Fundamentales para su pervivencia, pero solo tal y como lo conocemos ahora. Otras formas de capitalismo son viables sin tecnología y trabajo. El fin de los medios de producción, ya sea mediante su control público o destrucción total, no acabará con el capitalismo mientras perdure la idea de acumulación de capital para obtener un beneficio. Y mientras perdure la idea, el capitalismo tendrá el poder para mutar y perpetuar el autoritarismo que somete para obtención del beneficio.
Jon Ariza.