Sobre el reformismo

Para el debate en torno a la higiene ética en el comportamiento anarquista, y la ética y moral del Anarquismo. Filosofías de vida, cuestiones morales, vida sana, etc.
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argy
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Sobre el reformismo

Mensaje por argy » 18 May 2010, 13:14

Entiendo como reformista una lucha que no ataca al sistema, sino que lucha por repararlo, por hacerlo menos pernicioso, o incluso si ya se dice con ciertas connotaciones: para mejorarlo. Estoy de acuerdo en que ese tipo de luchas fortalecen al sistema y dan argumentos a sus defensorxs, que podran recurrir a estas mejoras para defender su cara más bonita.

Todo eso es cierto, pero aún así, mi experiencia no me permite censurar las luchas reformistas. Sucede que mientras trabajamos día a día para destruir el sistema tenemos que vivir en él y, aunque no lo hagamos, lo que está claro es que este no va a detener su actividad esperando a ser aniquilado, sinó posiblemente incluso la intensificará.

Por lo tanto, quien censura que las personas que malviven en el sistema intenten mejorar su situación reformando el sistema (y aprovechando la complicidad de este en esa tarea) para poder seguir luchando? Y es que en mi experiencia, solo me he topado con personas que critican el reformismo ajeno y lo tachan de "malbaratar esfuerzos" cuando ellas no sufren la opresión que intenta mitigar ese reformismo.

Antes de seguir lo voy a dejar claro y lo voy a resumir en una sola frase: La crítica general al reformismo me parece hipócrita porque solo se enfoca a reformismos que no nos afectan.

Y dicho esto, una de cal y una de arena:

Porque hay un gran grueso de luchas reformistas que niegan a reconocerse como tales? El reformismo no es nocivo de por sí, es lógico. Tenemos que hacer lo necesario para poder respirar un poco dentro de tanta miseria. Lo que, en cambio, es altamente nocivo, es criticar al reformismo tajantemente y practicarlo sin mesura, como si fuera el fin mismo.

Por supuesto, tengo que sacar el ejemplo más claro de este asunto, aunque levante ampoyas. El más claro, porque es precisamente una de las luchas en las que más imaginación hay que invertir para negar su reformismo, y a la vez una de las que menos acepta ser nombrada así. Me refiero al sindicalismo y a la cuestión laboral.

A caso llamar reformista a esa lucha es negar la importancia que tiene para muchxs su labor? La fuerza que puede tener ayudando a que muchas personas puedan respirar en un sistema asfixiante?

Pero en cambio, mentir y negar el reformismo lleva a actitudes como ningunear luchas ajenas, ignorarlas y ser incoherente con ellas, todo en nombre de luchas reformistas que nos ayudan, pero que NO deben ser el fin.
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CHINASKY
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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por CHINASKY » 18 May 2010, 14:06

Hijos de la gran púa


viernes, febrero 01, 2008
(los amigos de ludd)
"Lo que se entiende hoy por izquierda es algo tan banal como caricaturesco. Lo que resulta más triste es que a los que no participamos del izquierdismo activista o del sindicalismo, se nos reproche una actitud cómoda, abstracta o inoperante. Nosotros respetamos en general las actitudes de izquierda que son comunes a miles de personas en este país, pero no compartimos sus obsesiones ni sus causas. Vamos a citar un ejemplo bien conocido hoy: el discurso sobre la llamada «precariedad». Para nosotros, bajo la lamentación tan actual de muchos izquierdistas bienintencionados con respecto a la precariedad, lo que se esconde es el lenguaje mismo del Estado de bienestar, que no permite que se expresen otras críticas si no es en la forma de las falsas necesidades que el Estado establece. El discurso de la precariedad es el canto apologético al sistema de hoy, que ya ha establecido mediante la propaganda y la coacción, como debe ser administrada la «abundancia envenenada» del capitalismo industrial. El precarismo origina el discurso ramplón sobre «viviendas dignas» para los jóvenes, empleos fijos y estables, etc. Todas estas peticiones traducen la sensación colectiva de que es imposible escapar al chantaje del sistema. El sindicalismo ha creado el lenguaje de la precariedad y lo ha adoptado como lenguaje propio. No podemos negar que en otras épocas las reivindicaciones puramente materiales o económicas, de derechos laborales, etc., fueran parte de la estrategia de lucha de las masas obreras, pero entonces, en los años treinta del pasado siglo, la situación era muy diferente, ya que todo ello convivía con una cultura de lucha obrera y con un conflicto vivido masivamente. Pero habría que ver a qué han conducido las luchas por las mejoras en el medio proletario y qué es lo que realmente implicaban desde una perspectiva amplia. En el artículo de Michael Seidman, «La maternidad del week-end», editado por el colectivo Etcetera en forma de folleto, es interesante ver cómo las derivas de las luchas obreras de aquella época por conquistar el fin de semana como tiempo libre, junto con otras mejoras, estaban ya dentro de una estrategia de adaptación a la sociedad de consumo. Seidman describe cómo el tiempo libre conquistado por los obreros podía ser pronto asimilado al consumo turístico y la industria de ocio. Los sindicatos franceses empiezan entonces a gestionar las vacaciones obreras, hablan de ocio y piden el «derecho a la nieve» para sus trabajadores. Es verdad que Seidman da una valoración positiva a las luchas por el week-end en aquella época, señalando su potencial subversivo, pero para nosotros es fácil observar ahí uno de los muchos pasos hacia la justificación del bienestar obrero como causa última. Por otro lado, hay que ver cuál es el trasfondo de las peticiones obreras, ya George Orwell en su época se quejaba de que los aumentos salariales de los mineros británicos, logrados por la lucha sindical, suponían un grado de explotación más sobre el proletariado colonial de la India. Esto no es hacer demagogia, a menudo se dice que las reivindicaciones económicas de los trabajadores son el único terreno de lucha concreta desde el que es posible construir el antagonismo. ¡Esto sí que es teoría! Después de más de treinta años de sindicalismo, radical o no, en este país, se ve claramente que las luchas de los trabajadores sólo han llevado a la glorificación del sistema tal y como lo conocemos: división del trabajo, tecnificación, alimentos sucedáneos, urbanismo masificado, alienación en el ocio, educación y salud gestionadas por el Estado o el capital privado... Hay que constatar que todo lo que el trabajador puede conseguir hoy con su salario le ata más fuertemente al sistema de alienación y embrutecimiento, y le hace partícipe de la explotación neocolonial y la destrucción de la naturaleza. Al luchar por la supervivencia individual es imposible no caer en esta trampa, todos estamos presos en ella, pero lo que denunciamos es que el bienestar laboral y económico se convierta en causa política. Sin embargo, este es sólo un aspecto del izquierdismo. En años recientes hemos tenido que asistir al renacimiento de una izquierda autoconsiderada utópica y radical, que coronó los llamados movimientos antiglobalización o de resistencia global. La retórica de este movimiento carecía de articulación social visible, se trataba de un movimiento con una cresta intelectual perfectamente prescindible (los Toni Negri, Susan George, Bové, Klein, Ramonet, Manu Chao, etc.,) y con una representación militante compuesta por activistas vocacionales. Y cabe precisar: no es sólo en términos cuantitativos que la base social de este movimiento ha estado ausente, sino sobre todo en lo cualitativo, en efecto, ¿qué es de la vida cotidiana de cada uno de los manifestantes en contra de la guerra o de la catástrofe del Prestige? Hubo descerebrados que colgaban pegatinas de «no a la guerra»... ¡en sus automoviles todoterreno! Muchas personas que participaban en las manifestaciones no estaban dispuestas a establecer ninguna relación con la guerra y su particular modo de vida, estaban ansiosos por descargar su desesperación sobre el gobierno, Bush o las multinacionales y, desde luego, las organizaciones de izquierda se aprovechaban de ese sentimiento vago de indignación ciudadana para conducirlo hacia sus fines partidistas. No somos tan puristas como para exigir una absoluta coherencia entre las ideas que uno defiende y su modo de vida, ya que nosotros somos los primeros en estar atrapados en este sistema, pero lo que realmente nos interesa es que las luchas políticas revelen de la forma más honesta posible la dependencia que todos tenemos de este sistema.
Por otro lado, y del lado de la verdadera contestación radical, algunos escritos como los de Miguel Amorós o Carlos García, ya en aquel momento, pusieron los puntos sobre las íes, mal que les pese a muchos, para demostrar que el movimiento anti-guerra se reducía al plano simbólico y era incapaz de recurrir siquiera a instrumentos de lucha social como la huelga general...
Este anti-capitalismo de los anti-guerra y los anti-globalización era en verdad una revisión hecha de leninismo, tercermundialismo y ecopopulismo, pero todo ello remozado con el discurso de las nuevas libertades del mundo red y el asistencialismo de Estado (no en vano, la vanguardia intelectual del movimiento de resistencia global exigía, entre otras cosas, la renta básica, el software libre y la libertad de movimientos transfronterizos, como si de consignas revolucionarias se trataran, cuando en realidad todo ello traduce muy bien los mecanismos de funcionamiento que el sistema necesitará -y necesita ya- para dirigir y regular la nueva economía...). En España el límite máximo de la tontería se cruzó en las elecciones de marzo de 2004, donde toda esa izquierda banal, que además había sido llevada al estrellato por los media en la oposición, se desinfló en la nada. Todavía hay cretinos que creen que la derrota del Partido Popular fue un éxito para algo, y que los teléfonos móviles fueron el medio técnico subversivo que contribuyó a tan glorioso fin..."


http://www.nodo50.org/ekintza/article.p ... article=92
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companeroisrael
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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por companeroisrael » 18 May 2010, 14:18

No soy partidario del reformismo, pero lo respeto bastante, son luchas importantes en algunos puntos. Lo que si creo es que se confunde reformismo y revolucionario, entonces alli ya no va la cuestion, mediante reformas no se hacen revoluciones.

Estariamos peor sin sindicatos, pero el sindicato es solo una herramienta mas, no puede convertirse en un fin.

Al sistema lo que mas le conviene es que nos quedemos callados, entonces la union es importante.

Saludos
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Juliano
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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Juliano » 18 May 2010, 14:27

Creo que el reformismo y la revolución no son antagónicos si operan en el nivel que le responde a cada uno.

La revolución es un proceso con un objetivo concreto: el cambio radical, la sustitución. Como proceso requiere de una sucesión de etapas.

Entre tanto, entre la consecución de dichas etapas, nada impide la lucha parcial por unos objetivos parciales, concretos y siempre encaminados en el mismo sentido de las ideas libertarias.

Como ejemplo ilustrativo de lo que quiero decir, pienso en un dolor de muela. Esta está podrida y la única solución es arrancarla de cuajo. Pero hasta que se arranque, nada impide el uso de calmantes para amortiguar el dolor y luchar contra los síntomas, que, por supuesto, no son la enfermedad.

Por supuesto, el combatir los sistomas, las meras reformas, retrasan la revolución por una natural tendencia del Ser Humano hacia el conformismo, pero para esto está la idea, para ser propagada, para hacerla seductora y realmente sustitutoria.

Salud.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por inter1868 » 18 May 2010, 14:53

A mi modo de ver no es cuestión de conseguir una mejora (laboral) si no una vez iniciado el proceso de lucha laboral no se detiene por unas reformas de la calidad tanto laboral, en el medio, como económica.

Yo podría interpretar unas tendencias reformistas puntuales (pues la precariedad, en todos sus ámbitos, poco entiende de ideas a realizar si no de hechos aplicables), pero considero que dejan de ser reformistas cuando no se detienen y siguen avanzando y se dirigen a unos objetivos finales.
Nos interesa por cierto, mientras exista un gobierno, que éste sea lo menos opresivo, es decir, que gobierne lo menos posible.
Pero la libertad, incluso una libertad relativa, no se obtiene de un gobierno prestándole ayuda. Sólo se obtiene haciéndole sentir el peligro que significa el comprimir demasiado.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Juliano » 18 May 2010, 15:13

Inter1868, ¿sería algo así como?:

Integrar lo que de forma puntual sería reformismo en el proceso revolucionario. Así, la consecución del cambio no sería radical, sino paulatina, pero con el mismo fin: la transformación.

¿O no lo he entendido?.

Salud.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por inter1868 » 18 May 2010, 15:55

JULIANO escribió:Inter1868, ¿sería algo así como?:

Integrar lo que de forma puntual sería reformismo en el proceso revolucionario. Así, la consecución del cambio no sería radical, sino paulatina, pero con el mismo fin: la transformación.

¿O no lo he entendido?.

Salud.
Correcto JULIANO. :D

PD Seria paulatina en el sentido de que según que luchas laborales, en un contexto general, no pueden desarrollar un cambio brusco, aunque si daría conocimientos prácticos para la lucha.

Con esto quiero decir que no esta en la transformación laboral (sea cual sea el grado de intensidad de su transformación) la única vía de salida a esta sociedad si no seria un complemento una lucha más dentro de un contexto más amplio. ¿Me explico? :D
Nos interesa por cierto, mientras exista un gobierno, que éste sea lo menos opresivo, es decir, que gobierne lo menos posible.
Pero la libertad, incluso una libertad relativa, no se obtiene de un gobierno prestándole ayuda. Sólo se obtiene haciéndole sentir el peligro que significa el comprimir demasiado.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Juliano » 18 May 2010, 16:07

Ok.
Salud.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por inter1868 » 18 May 2010, 16:24

Otra cosa, sobre lo de un cambio paulatino lo situo en un contexto determinado. No es lo mismo conseguir una victoria limitada a un sector pequeño, que no por ello deja de ser menos importante, que en un contexto de implicación general, que es donde yo creo que si! se podria dar una transformación radical.
Nos interesa por cierto, mientras exista un gobierno, que éste sea lo menos opresivo, es decir, que gobierne lo menos posible.
Pero la libertad, incluso una libertad relativa, no se obtiene de un gobierno prestándole ayuda. Sólo se obtiene haciéndole sentir el peligro que significa el comprimir demasiado.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Juliano » 22 May 2010, 08:41

Inter1868. ¿Que te parecen estas dos ideas?.

1. El capitalismo necesita calma para sus tejemanejes. La tensión social no es buena para el negocio.
2. Facilitando poder adquisitivo generamos clientes. Sociedad del bienestar.

Ambos puntos son los motivos que tiene el capitalismo para permitir ciertas conquistas sociales... siempre, por supuesto, bajo su puño.

Salud.

PD.: En mi opinión el cambio real solo puede ser radical y violento.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por inter1868 » 25 May 2010, 09:14

Llego un pelin tarde pero te contesto :wink:
JULIANO escribió:1. El capitalismo necesita calma para sus tejemanejes. La tensión social no es buena para el negocio
No creas en su totalidad, en ocasiones actúan rápidamente para que la “opinión pública” o la “masa” no tenga ni conocimiento efectivo de lo que pasa, se "oculte" o que llegue tarde a una posible respuesta por aquello de: Ya lo han hecho que se puede hacer, son unos…
Y de esta forma quedan paralizados.
Y si es cierto que en ocasiones ralentizan sus propuestas.
JULIANO escribió:Facilitando poder adquisitivo generamos clientes. Sociedad del bienestar
Como consumistas del mal llamado primer mundo puedes tener parte de razón, pero en un mundo globalizado no es imperativo que los obreros tengan una buena paga al menos en el mal llamado tercer mundo o “países en desarrollo.
JULIANO escribió:Ambos puntos son los motivos que tiene el capitalismo para permitir ciertas conquistas sociales... siempre, por supuesto, bajo su puño
Creo que históricamente las conquistas se debieron a los huevos-ovarios de las personas que entendían que eran insostenibles su nivel de existencia. Evidentemente los capitalistas sabían asta donde podían ceder para la “paz social”

JULIANO escribió:En mi opinión el cambio real solo puede ser radical y violento
Efectivamente los cambios en profundidad se suelen dar de forma radical y violenta pero con un contenido detrás. Salud.
Nos interesa por cierto, mientras exista un gobierno, que éste sea lo menos opresivo, es decir, que gobierne lo menos posible.
Pero la libertad, incluso una libertad relativa, no se obtiene de un gobierno prestándole ayuda. Sólo se obtiene haciéndole sentir el peligro que significa el comprimir demasiado.

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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Nidhog » 31 May 2010, 02:04

No defiendo el reformismo como estrategia, pero si una reforma es buena (por ejemplo, imaginad que alguien propone abolir el estatus jurídico de "agente de la autoridad", la presunción de veracidad de los monigotes en sus denuncias, o abolir los registros "a discreción del agente")... lo suyo sería estar a favor de ésta.

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Plaza_Olmedo
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Re: Sobre el reformismo

Mensaje por Plaza_Olmedo » 01 Jun 2010, 21:51

argy escribió:Pero en cambio, mentir y negar el reformismo lleva a actitudes como ningunear luchas ajenas, ignorarlas y ser incoherente con ellas, todo en nombre de luchas reformistas que nos ayudan, pero que NO deben ser el fin.
Esto ya lo he escuchado varias veces en el foro, pero al menos en los foros por los que pululo nunca he visto a ningún sindicalista menospreciar otras luchas, otra cosa es diferir de ciertas teorías. Yo diría que lo contrario es más cierto.

Yo creo que reforma y reformismo no son lo mismo, y hay una frase de Foucault que me parece que lo define perfectamente: "Es necesario distinguir la crítica del reformismo como práctica política y la crítica de una práctica política por la sospecha de que pueda dar lugar a una reforma". Por paradójico que pueda parecer, al sindicalismo se le critica muchas veces por hacer lo que es: un sindicato. El otro día, en Indymedia, alguién comentó una noticia sobre una campaña de la CNT en contra de la precariedad del Bus Turístic diciendo que era un achorrada y que la CNT se debería dedicar a acabar con el Bus Turístic. Vamos, es el desconocimiento más básico de lo que significa un sindicato.

El sindicalimos tiene su estrategia y su análisis, que yo defiendo y defenderé, lo que no significa que sean correctas; y si ya no anda llamando a insurrecciones o declarando el comunismo libertario en los pueblos no significa que no sea una organización revolucionaria.

Y por lo demás, también parece que se habla de reformas para todo, como si fuera lo mismo una reforma del sistema de pensiones a un aumento de sueldo o la readmisión de un compañero despedido. Pero hagamos un rato como si fuera lo mismo, las reformas son expresiones de la correlación de fuerzas en determinados momentos no revolucionarios, cuya importancia, y por lo que de ningún modo pueden dejarse pasar como si fueran intrascendentes, es que contribuyen a modificar dicha correlación de fuerzas.

A continuación os dejo todo fragmento de Foucault, que es de Microfísica del poder
- El análisis de la guerrilla masas/poder ¿puede escapar a las concepciones reformistas que hacen de la revuelta el intermitente que obliga a los de arriba a una nueva adaptación o el reclamo mediante el cual se instituye una nueva forma de dominación? ¿Se puede pensar el rechazo fuera del dilema del reformismo y del angelismo? La entrevista con Deleuze de L'Arc daba a la teoría la función de una caja de herramientas al servicio de planteamientos políticos nuevos, sobre la base de experiencias como la del G.I.P. (Grupo de Información de Prisiones). Actualmente que los partidos tradicionales han reinstalado su hegemonía a la izquierda, ¿cómo hacer de la caja de herramientas algo diferente a un instrumento de investigación sobre el pasado?

— Es necesario distinguir la crítica del reformismo como práctica política y la crítica de una práctica política por la sospecha de que pueda dar lugar a una reforma. Esta segunda forma de crítica es frecuente en los grupos de extrema izquierda y su utilización forma parte de los mecanismos de microterrorismo con los cuales han funcionado frecuentemente. Consiste en decir: «atención: sea cual sea la radicalidad ideal de vuestras intenciones, vuestra acción es tan local, vuestros objetivos tan aislados, que el adversario podrá sobre este punto preciso apañar la situación, ceder si es preciso, sin comprometer en nada su situación de conjunto; aún más, percibirá a partir de aquí, los puntos de transformación necesarios, y vosotros estáis así recuperados». El anatema está lanzado. No obstante me parece que esta crítica «por» el reformismo descansa en dos errores:

* El desconocimiento de la forma estratégica que revisten los procesos de la lucha. Si se admite que la forma a la vez general y concreta de la lucha, es la contradicción, es cierto que todo lo que pueda localizarla, todo lo que permite establecer con ella una relación jugará a modo de freno o de bloqueo. Pero el problema está en saber si la lógica de la contradicción puede servir de principio de inteligibilidad y de regla de acción en la lucha política. Tocamos aquí una cuestión histórica considerable: ¿Cómo sucede que después del siglo XIX, se haya tendido tan constantemente a disolver los problemas específicos de la lucha y de su estrategia en la lógica pobre de la contradicción? En torno a esto existen una serie de razones que será preciso analizar un día. En cualquier caso es necesario intentar pensar la lucha, sus formas, sus objetivos, sus medios, sus desarrollos según una lógica que esté desembarazada de las presiones esterilizantes de la dialéctica. Para pensar los lazos sociales, el pensamiento político «burgués» del siglo XVIII se procuró la forma jurídica del contrato. Para pensar la lucha, el pensamiento «revolucionario» del XIX utiliza la forma lógica de la contradicción: esto no es sin duda más válido que aquello. En contraposición, los grandes Estados del siglo XIX se procuraron un pensamiento estratégico, mientras que las luchas revolucionarias, por su parte, no han pensado su estrategia más que de una manera muy coyuntural, e intentando siempre inscribirla en el horizonte de la contradicción.

* La fobia a la réplica reformista del adversario está también ligada a otro error. El privilegio que se concede a lo que se llama sin reírse la «teoría» del eslabón más débil: un ataque local no deberá tener sentido ni legitimidad si no va dirigido contra el elemento que, al saltar, permitirá la ruptura total de la cadena: acción local pues, pero que por la elección de su emplazamiento, actuará, y radicalmente, sobre el todo. Aquí de nuevo haría falta preguntarse por qué esta proposición ha tenido un éxito tal en el siglo XX y por qué ha sido erigida en teoría. Por supuesto ha permitido pensar aquello que había sido para el marxismo lo imprevisible: la revolución en Rusia. Pero de una manera general, es preciso reconocer que se trata de una proposición no dialéctica sino estratégica —muy elemental, por supuesto—. Ha sido el minimun estratégico aceptable para un pensamiento dirigido por la forma dialéctica y ha continuado todavía muy próxima de la dialéctica al enunciar la posibilidad, para una situación local, de servir como la contradicción del todo. De ahí la solemnidad con que se ha erigido en «teoría» esta proposición «leninista» susceptible de figurar en el primer aprendizaje de cualquier sargento cucharón. Y en nombre de esta proposición se terroriza toda acción local mediante el dilema siguiente: o bien atacáis localmente, pero es necesario estar seguro de que es el eslabón más débil cuya ruptura hará saltar todo, o bien el todo no ha saltado, el eslabón no era el más débil, el adversario no tiene más que recomponer su frente, la reforma ha reabsorbido vuestro ataque. Pienso que toda esta intimidación utilizando el miedo a la reforma está ligada a la insuficiencia de un análisis estratégico propio de la lucha política —de la lucha en el campo del poder político —. El papel de la teoría hoy me parece ser justamente este: no formular la sistematicidad global que hace encajar todo; sino analizar la especificidad de los mecanismos de poder, percibir las relaciones, las extensiones, edificar avanzando gradualmente un saber estratégico. Si «los partidos tradicionales han reinstalado su hegemonía en la izquierda», y sobre luchas distintas que no habían controlado, una de las razones — entre otras muchas— fue que no nos hemos procurado para analizar su desenvolvimiento y sus efectos más que una lógica profundamente inadecuada.

La teoría como caja de herramientas quiere decir:
* Que se trata de construir no un sistema sino un instrumento: una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se establecen alrededor de ellas.
* Que esta búsqueda no puede hacerse más que gradualmente, a partir de una reflexión (necesariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas.
"La sociedad menos perfecta es aquella en que, habiendo grandes, poderosos, justos motivos para protestar, no hay protestas" (Concepción Arenal)

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