Página 1 de 1

[De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 30 Nov 2009, 19:02
por Condenado
Crítica de un heterodoxo al anarquista

Danzando por estos mundos de la Libertad, un Anarquista con una clara premisa (ninguna autoridad), puede llegar a una conclusión amarga: en el mundo “libertario” hay demasiada autoridad.

No se alarme querido lector, no coja su hacha de decapitar “herejes” y se lance sobre este pobre “plumilla”. Es usted un ser al que se le presupone, por ser Anarquista, una gran amplitud de miras. Trague un poco del ajenjo que le ofrezco y después de saborearlo, hágame entonces gárgaras en la cara, pero mientras tanto sólo escúcheme. Es un pequeño consejo; tómelo o quémelo.

Coja mis palabras como las de un viajero, como un Gulliver moderno que le va relatando los ambientes, monstruos y bienhechores con los que se ha encontrado. Le habla alguien que, siendo Anarquista, y con no menos errores que usted en su haber, observa el mundo circundante con cierto tesón y, a veces, desamparo.

Criticaré a continuación al “anarquista” (permítanme la minúscula para no confundirnos a lo largo del texto), pero no al sujeto que, con taras, problemas y meteduras de pata, se opone a la Autoridad con cada fibra de su deshilachada alma. Sino a otra serie de “fenotipos” bien diferenciados. Conste antes que nada que no trato aquí de separar “la mies de la paja”, de pontificar quién es el “buen” y el “mal” Anarquista (un resultado así se alejaría bastante de mi cometido inicial). Sólo trato de derribar cualquier icono con el que nos topemos; lleve los ropajes que lleve.

En mi humilde calidad de observador, he percibido que ser “idealista” (usando la acepción grosera de esta palabra y no la filosófica, la que le daba Bakunin) está hoy muy mal mirado en ciertos ambientes que se dicen “anarquistas”. Un chaval, con tantas dudas como corazón, se acerca a un colectivo humano que se dice “libertario”. El chico o chica tiene el pecho repleto de hermosas “utopías”: el mundo acabará mañana, una gran noche lo cubrirá todo y empezará la Anarquía, habrá Libertad ilimitada, mayúscula, y se acabará la dinámica de “leones y corderos”. Este pensamiento es simple, es tremendamente básico ¿pero no es acaso hermoso?, ¿no es la esencia del espíritu Anarquista aún no filtrado por el tamiz duro de la militancia? Algunos “anarquistas” le dirán rápido a este chaval que es “tonto”, que el Anarquismo no es ninguna “simpleza” (como quieren sus detractores) que es algo muy “científico” muy articulado. El chico o la chica, recogiendo el alma del suelo, puede hacerse un desubicado “artístico”, un Anarquista instintivo, emocional, que nunca se bautizará con tal nombre, o puede seguir con sus nuevos “compañeros” convencido de que le enseñarán algo que él desconoce.

El grupo al que se acerque, y el corolario que siga después, puede ser muy distinto, pero podemos glosarlo grosso modo (yendo de lo general a lo particular). El Anarquista “amateur” puede dar con un grupo que, paradójicamente, estando compuesto por Libertarios, puede ser homogéneo y monolítico. Allí se le dice al joven que para ser Anarquista hace falta adscribirse a una tradición, conocer una teoría y ser aceptado por el “grupo”. Para el “anarquista” gregario el campesino andaluz que alzaba la hoz y la horquilla no podía ser Anarquista si antes no se había empapado de teoría. Al “anarquista” mimético no se le puede explicar que los “pioneros” no encontraron tradición alguna a la que adscribirse ¿A cuál se adhirieron Proudhon o Godwin?, ¿a cuál los Libertarios “pre-históricos” de Lao- Tsé o Faigny? Para el “anarquista” arribista sólo vale la “verdad colectiva”; la Individual puede ser sacrificada. El grupo, la mayoría. Siempre tiene razón; si discrepas sólo conseguirás ser “Un Enemigo del Pueblo”. Usan el “organízate y lucha” como una amenaza. “¿No te organizas, no te dejas absorber por el conglomerado? Entonces no eres un verdadero Anarquista”. Eso parecen decir.

La dinámica entonces parece estribar entre “organizados” y “desorganizados”, “formales” e “informales”, pero esto no es más que una falacia. ¿Puede alguien censurar a quien cree que es más productiva la actividad colectiva que la individual? ¿Es peor querer colaborar con un gran grupo que con uno pequeño? La militancia con colectivos mayestáticos no dista demasiado de la actividad grupúscular (la individual si guarda ciertas distancias, pero ese es otro tema). El círculo vicioso que aplasta la potestad Individual se da tanto en un caso como en otro. El sujeto es reprimido por la opinión de una mayoría cuantiosa o por la de una pírrica ¿acaso importa? Unos oprimen en pos de la ortodoxia y otros en pos de la “modernidad y renovación” ¿Qué diferencian hay en ello? El inexperto se acerca a estos grupúsculos con una bella sensibilidad y quizás con cuatro frases de Bakunin mal asimiladas; de repente, se le censuran los aspectos más estrambóticos de una conducta que él ni siquiera sabía que mantenía. Se deleitó en discutir un silogismo que no entendía y al rato se convirtió, para sus “nuevos compañeros”, en un “anarquista de salón”. “Basta de teorías anquilosadas le dicen”, y mientras Zerzan o Bonanno son cacareados aquí o allá, se olvidan de que los “amorfistas”, los “atomistas”, los “antiorganizzatore”, los “desorganizados”, ya habían expuesto opiniones anti-grupales, a través del acervo Individualista, desde hacía más de un siglo (y sin que tuvieran que dejarse babear por ningún “neo-marxista”). Se habla de “primitivismo” con el “sursum corda”, cuando Henri Zisly y los Individualistas llevaban mascándolo desde el XIX. Idea viejas con nuevos nombres, y la censura de siempre. Así se desenvuelve el “poseur”.

Quizás opte, ese joven al que antes hicimos referencia, por incrustarse en el Anarco sindicalismo. Embebido de 1936, seducidos por los libros que le hablan de la más grande Revolución Anarquista de la Historia, el pobre se dice: “he aquí mi palanca”. En cuanto el chico o la chica llegan al sindicato le cae el jarro de agua fría: otra vez es tonto. Le sueltan un soniquete ya sabido: “Hoy no es posible repetir el 19 de Julio del 36, las circunstancias son otras, el proletariado también, y hay que adaptarse al nuevo momento político-histórico”. Se le aducirá además que “hoy no hay la miseria de antes, el trabajador se ha hecho ‘comodón’ y es más difícil convencer a la gente”. El joven, si fuera perspicaz y un lector curioso, podrá espetarles: “¿Está más lejos ahora la Revolución que cuando un italiano reunió a un grupo reducido en Madrid? ¿Más complicada que cuando se recorría en pollino todos los cerros y secarrales difundiendo la ‘Idea’? ¿No existen hoy día carestía y crisis de subsistencia? ¿Acaso estoy ciego y es falsa la miseria que salpica mi ventana y mi televisión?”. Pero se callará y recibirá con dolor aquello de que “no puede confundirse Anarquismo con Anarco sindicalismo, pues no son lo mismo”. El joven, confuso, se preguntará, como nosotros “¿Es el sindicalismo el adjetivo del Anarquismo o es el Anarquismo el adjetivo del sindicalismo? ¿Quién adjetiva a quién?”.

Todo se le tornará claro cuando, precisamente por ser partidario de un sindicalismo entendido como Anarquismo, impugne la legalidad. Entonces las pléyades de abogados y manifestaciones legales le chocarán en la cara. Los “anarquistas” lo tomarán por un provocador, por un traidor, y a él le tocará doblar el palio.

La actitud dogmática, la frívola, la autoritaria, conviven sin dificultad en esta clase de “anarquista”. Todo convierte al Anarquismo en un agregado de algo: del grupo, de la post-modernidad, del sindicato. No puede el Anarquismo subordinar a estas figuras y herramientas; él debe claudicar.

Ante esta coyuntura todavía hay quien se extraña de los múltiples epítetos antagónicos que suelen acompañar al “Anarco”. La Autoridad ha desarmado a estos “anarquistas”. Puede que alguien, un individuo cerrado, inflexible, marcadamente autoritario, se haya adherido al Anarquismo por la fuerza que tiene el razonamiento “antigubernamental”. Así, este individuo, avasallador y sancionador, redució el Anarquismo al anti-estatismo. De tal modo, es posible que un buen día se le haya presentado un marxista que se dijera libertario, y puede que le hablara de lo imperativo del pragmatismo, de la gran relevancia que tiene el pensamiento unitario y rigurosamente estructurado. Este “anarquista” y aún otros, distintos a él pero también convencidos de que el Anarquismo es sólo oposición al Estado, se acomplejaron ante el fatuo cientifismo y la dialéctica férrea y encopetada (a la par que grosera). Por si les quedaba algún resquemor en su interior bastó que el marxista se reconociera opositor al Estado para que él, y su teoría, fueran ahora “libertarios”. Mientras se oponga al Estado “es de los nuestros”. Poco importa si la estructura social que propugna se basa en una férrea jerarquía, si la autoridad de los hombres “preparados” sigue superponiéndose a la voluntad de los “inaptos”, si su clasismo sigue relegando a los “sin-clase” (lumpen, así lo bautizaron) o al campesinado, si la Ciencia se vestirá, según sus deseos, de Religión y será la nueva “madre eterna”, poco importa si una férrea red de comités ocupa el lugar del Estado y reproduce sus funciones coactivas… Nada importa mientras se oponga al Estado.

Así se abre la vía de la Patria. El nacionalista toca a la puerta y el discurso del “anarquista” queda en agua de borrajas mientras este último se oponga al Estado. Se habla de las luchas nacionales bakunianas y se desoye su “todo patriotismo es un egoísmo en masa”. La cuestión de la Nación orbita y brilla con gran importancia, y mientras en ella no haya Estado todos se complacen en admirarla. Pero si el Individuo es inmolado ante la abstracción colectiva, si quien nace lo hace con una carta otorgada, si hemos de ser o de parecer tal y como agrada al lugar donde nos han arrojado al mundo, si hemos de estar sujetos a una “identidad innata”, si somos alumbrados con una cultura de serie y la Patria se hace mayestática, si persiste la Autoridad que supone estar condenado a ser absorbido por una postura general sin más prerrogativa que el nacimiento y la imposición educativa, si la Nación no puede reducirse a nuestros zapatos y tiene que aglutinar al Individuo hasta hacer de este pueblo, y del pueblo masa… Nada importa mientras no haya Estado.

En tal tesitura, tanto la Autoridad marxiana como la homicida abstracción “españa”, pueden ser libertarias con tan sólo oponerse al Estado.

¿Por qué nos extrañamos entonces de la cantidad de reaccionarios que deambulan con su A circulada? La caterva capitalista que se reclama Anarquista, son el producto descompuesto de esta circunstancia. Aquéllos que defienden el “homo homini lupus”, el “¡vae victis!”, el “struggle for life”, el dominio de un hombre sobre otro, el darwinismo social, la supeditación de la Voluntad a la abstracción dinero, la rendición del obrero al patrón, la sujeción del explotado ante el explotador, la represión para-policial, la subordinación de las necesidades a la potestad del propietario, quienes prohíben el libre acceso al consumo tratan de llamarse ahora “anarcas”… Porque mientras se opongan al Estado, aún ciegos de Autoridad, nada importa.

No obstante, parece que ante esta eventualidad muchos han reaccionado, aunque no sepan por qué. Saben que el Capital es opresivo, pero les desconcierta el pretendido antigubernamentalismo del que hablan los capitalistas. Aún no han captado que la Autoridad puede darse aun sin Estado (como puede darse aun sin capitalismo). La opresión genérica y racial, la tiranía nacional o la individual, la de la mayoría sobre el sujeto aislado o la del autarca sobre el pueblo, puede darse sin estructura de gobierno convencional.

Puede que los “anarquistas” abandonen las vías autoritarias antes de que les hablen de un “Dios Anarquista” y de misas alrededor de una bandera negra. Pero si aceptamos la autoridad del colectivo, la de las poses, la de cierto sindicalismo reformista, también la del individuo estrella, la del marxismo, la de la patria ¿cómo oponernos a una “religión anárquica”, a un “dogma de fe libertaria” o incluso a las aberraciones que van mutándose en el campo fascistoide?

Ésta es la opinión de quien no ha intentado sentar cátedra. Sin aseverar quien sigue el fantástico “manual” del “Anarquista correcto”, sólo constato que existen ese tipo de “anarquistas” que tratan de conciliar reformismo, sentido interno de la legalidad y autoridad con Anarquía. Y el problema no es que se ahoguen en su legalismo, su amarillismo y su cerrazón, sino que nos obligan a sojuzgarnos a los demás a la ortodoxia de turno (los trinos que dan el poder a las mayorías, a la retórica marxiana o la grandeza de la patria son los que pasan hoy por ortodoxia; en otro tiempo hubieran sido el detritus minoritario). No condeno aquí a los que tienen una voz moderada. Muchos son buenos compañeros, y su canto sosegado no asfixia su espíritu radical. Gente que como el Noi del Sucre, que pueden ser timoratos en las ideas pero estar dispuestos a disolver un mitin reaccionario a tiros. Yo hablo de los que disuelven el mitin de sus propios compañeros con una sola voz de reproche y desagrado. No hablo tampoco de quienes claman por una Patria unipersonal y un Dios privado, de quienes se delectan profundizando en los recovecos marxianos, o quienes buscan en las “nuevas tendencias” un reflejo de sí mismos; hablo de quienes condenan al hedonista al martirologio del “militante consciente” o de quienes hostigan al melancólico por no ser lo suficientemente “lúdico”. Hablo de quienes tratan de poner en connivencia sus prejuicios culturales, sexuales y étnicos con la “liberación humana” o de quienes imitando a un inflamado Nietzsche nos condenan a la ergástula por la vía de la “moral esclava”. Hablo de quienes estrangulan, en colectivos cerrados, toda la potencialidad que reside en la queja del Hereje.

Se quejaba Anselmo Lorenzo (así constata Manuel Buenacasa en la reseña que le dedicó al “abuelo”) que en este “mundillo” nuestro hay muchos rencores. Ojalá el rencor naciera y muriera con el rencoroso ¡Cuán bueno sería eso! El problema es que el rencoroso se inserta en una sensibilidad que desconoce, y trata de convertirla en escuela y de hacer del rencor Iglesia. Es a ese “anarquista”, al que lo es sólo de nombre (y que me perdonen los que disientan) y, quizás, por el beneplácito de la mayoría, al que le dedico todo el veneno de este humilde artículo.

Pero nada está perdido, el asunto no es tan grave. En posteriores artículos hablaremos de las virtudes del Anarquista (con mayúsculas), pero eso, por ahora, tendrá que esperar.

Ruymán Épater les Bourgeois
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/12198

Se podrán compartir o no los puntos de vista del autor (en mi caso, no del todo, aunque debo confesar que sí en gran medida), pero en cualquier caso me ha gustado bastante el texto, y por eso lo traigo aquí. No está mal que de vez en cuando haya una voz que nos recuerde a todos la importancia del individualismo cuando se milita en movimientos societarios.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 01 Dic 2009, 15:28
por Lebion
Es un texto que me ha gustado mucho, bastante sosegado y poniendo incapie en los retos que tiene el anarquismo o más bien los Anarquistas en general hoy en día.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 03 Dic 2009, 18:58
por blia blia blia.
Pues a mí no.
El movimiento libertario tiene múltiples defectos, muchos de ellos los ha señalado el compi brillantemente, pero lo peor es la gente que critica, critica, critica,...
Pone a los demás de tontos a la vez que intenta coleguear:

-- Bueno, tú aunque eres del rollo te das cuenta de las cosas, pero la mayoría de los primitivistas bla, bla bla y por supuesto tuvo su etapa primitivista, y un altar con 2 libros, 3 folletos y 5 textos impresos de internet del apóstol Zerzan.
--Es que la cnt tendría que hacer bla bla bla --Y él estuvo en la cnt y aparte de criticar (por lo bajini), hacer, no hizo nada (ser secretario de su sindicato no vale).

Si queremos dar lecciones de ética, sólo se puede hacer de una forma, con el ejemplo, no criticando a los individuos y a las organizaciones, generalizando, sin profundizar,... y además por internet y bajo seudónimo.

¡Muerte a Ruymán Épater les Bourgeois, blia blia blia. y a todos los de su calaña!

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 03 Dic 2009, 19:22
por Besançon
El texto me ha encantado, mucho.
Si queremos dar lecciones de ética, sólo se puede hacer de una forma, con el ejemplo
No estoy de acuerdo. Tal vez para un público infantil sí, porque sólo aprende por el ejemplo. Pero un adulto es capaz de entender y comprender una verdad aunque venga del más grande de los hijos de puta. Comprender y compartir una idea expresada no significa adhesión al "mensajero".

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 03 Dic 2009, 21:06
por Chimaera monstrosa
Besançon escribió:El texto me ha encantado, mucho.
Si queremos dar lecciones de ética, sólo se puede hacer de una forma, con el ejemplo
No estoy de acuerdo. Tal vez para un público infantil sí, porque sólo aprende por el ejemplo. Pero un adulto es capaz de entender y comprender una verdad aunque venga del más grande de los hijos de puta. Comprender y compartir una idea expresada no significa adhesión al "mensajero".
Quién es un hijo de puta ¿eh?

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 03 Dic 2009, 21:29
por Besançon
Chimaera monstrosa escribió:
Besançon escribió:El texto me ha encantado, mucho.
Si queremos dar lecciones de ética, sólo se puede hacer de una forma, con el ejemplo
No estoy de acuerdo. Tal vez para un público infantil sí, porque sólo aprende por el ejemplo. Pero un adulto es capaz de entender y comprender una verdad aunque venga del más grande de los hijos de puta. Comprender y compartir una idea expresada no significa adhesión al "mensajero".
Quién es un hijo de puta ¿eh?
Es una forma de hablar, no hablo de nadie en concreto. Quiero decir que incluso una persona que no da ejemplo de nada puede decir algo que sea una gran verdad. Lo digo porque algunos no han criticado el texto, sino más bien al que lo ha escrito. Yo no sé quién es, pero digo que incluso aunque fuese la peor de las personas, lo que dice sigue siendo muy válido.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 04 Dic 2009, 09:46
por El Errabundo
El texto no es “estratégicamente” inteligente. Es decir, cargar contra todos es siempre un mal recurso porque nunca complaces a nadie (salvo a los independientes). Sin embargo, es innegable que al autor consiguió el objetivo que corresponde a su “nom de plume”, ha conseguido épater les bourgeois (“escandalizar a los burgueses”), por lo menos a algunos (y espero que nadie se dé por aludido). Creo que en el propio texto se auguraba:

“No se alarme querido lector, no coja su hacha de decapitar “herejes” y se lance sobre este pobre “plumilla”. Es usted un ser al que se le presupone, por ser Anarquista, una gran amplitud de miras. Trague un poco del ajenjo que le ofrezco y después de saborearlo, hágame entonces gárgaras en la cara, pero mientras tanto sólo escúcheme”.

Sobre las especulaciones en torno al presunto pasado y las derivas ideológicas de un sujeto: es algo tan peregrino como tratar de descifrar el futuro en los pozos del café.

Sobre la conveniencia o inconveniencia de la “crítica”: pedirle a ésta que se desarrolle en el sitio adecuado y en el momento adecuado es tanto como “concertarla”; y toda crítica concertada es nula.

Sobre si el medio y la utilización de seudónimos es lo correcto: en ambos casos se cae en la falacia. Si el autor se queda en su casa de brazos cruzados y no escribe: desconoceríamos esa crítica que ahora “criticamos”. Si se limita a dar ejemplo: sólo su grupo más cercano podría conocer esa crítica, desconociéndola nosotros. Es decir, lo más “consecuente” es que no publique sus ideas, porque así, si ninguno de nosotros nos enteramos, estará cumpliendo con el verdadero papel del “crítico coherente”: te opongas a lo que te opongas, que nadie se entere.

Es como decirle a un ornitólogo que no publique sus descubrimientos y que se limite a volar. Bonito, pero improductivo.

Con respecto a los seudónimos (olvidándonos de la seguridad y demás gaitas) creo que deberíamos aplicárselo a media cantera del Anarquismo y cargarnos a Boal por firmar como “Chispas”, a Joseph Albert por hacerlo como “Libertad”, a Jacques Elie (y un largo etc.) por hacerlo como Han Ryner, a Ernest Juin por hacerlo como Armand y a Johan Kaspar Schmitd por hacerlo como Max Stirner. Y no nos olvidemos de otros muchos cenetistas de la primera mitad del siglo XX y de los guerrilleros. ¡Mira que renegar así de su bautizo! ¡Adictos a la comodidad del anonimato!

Sobre el resto de asuntos: creo, en definitiva, que el autor ha tratado de describir (con mejor o peor fortuna) algunas de las personas y ambientes que ha observado. No hay generalizaciones porque no se dan nombres de organizaciones especificas, sólo se mencionan dinámicas concretas dadas en determinados “movimientos”.

Sobre los ataques ad hominem, no creo, Besaçon, que blia blia blia conozca al autor, creo que hablaba de forma general, sin mala intención, en base a una presunción que hacía del aludido.

Por lo demás creo que solicitar la muerte para el autor es un tanto excesivo; él sólo pedía gárgaras.

Con toda cordialidad, Salud.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 04 Dic 2009, 17:38
por blia blia blia.
Tranquilos, no me escandaliza el texto de Epater. Lo que estoy es harto de la crítica (a los demás) basada en tópicos y de lo más superficial. No me voy a poner colorado por una paja, aunque sea mental.

También estoy harto de la crítica por la crítica, sin oponer una práctica tangible que pueda aclarar conceptos.

Sobre los seudónimos: Una cosa es enmascarar la personalidad para que la policía no te tenga localizado y otra es cambiar de seudónimo cada 4 días para que no se te pueda echar en cara lo que dijiste antesdeayer, que a lo mejor era lo contrario de lo que sostienes ahora. Y reconoceréis que eso pasa y mucho.

Insisto, la crítica debe ser consecuente, y parecerlo.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 05 Dic 2009, 03:09
por El Errabundo
Creo que el problema aquí es que el texto debe ser más sustancial de lo que reconocemos (de lo contrario no nos hubiéramos enredado en discutir cuestiones formales). Blia, blia, blia creo que fundamentas el peso de tú crítica en las ideas preconcebidas que te has hecho sobre el autor y sus intenciones, y eso, en mi humilde opinión, es siempre un error. A no ser que conozcas personalmente al autor ¿cómo sabes si cambia de pseudónimo cada cuatro días, sino es presumiéndolo? ¿Cómo podemos suponer que su crítica es menos valida si así fuera? ¿Cómo estar seguros, incluso, de que unos padres excéntricos no lo bautizaron de forma tan estrambótica? ¿Acaso las críticas del Acratosaurius Rex son menos incisivas por no estar firmadas con un nombre convencional? ¿Acaso que un autor diversifique su nombre le resta credibilidad? Si conocemos a la personal real podremos relacionar al individuo con sus ideas y saber si es o no consecuente, hacerlo basándonos es presunciones, en lo que suponemos que hay detrás del nombre, es lo que es superficial. Sobre todo porque son tales objeciones las que se sustentan, precisamente, en una retahíla de tópicos: “qué fácil es escudarse en el ‘anonimato’ de internet; da la cara; exponte y da tú nombre”. Bli, blia, blia según tu tesis todos cuantos estamos aquí, dando nuestra opinión tras un “seguro” nick (cada vez menos), somos unos farsantes.

Yo no sé si blia, blia, blia (es sólo a modo de ejemplo, no te lo tomes a mal) dice lo mismo aquí que en una asamblea del barrio, no sé si con los compañeros de la CNT mantiene la misma actitud que con los marxistas, ni siquiera sé si forea como blia, blñia, blia y después escribe artículos de opinión como Don Ramón Menéndez Pidal. Sinceramente, no lo sé; y como no lo sé me abstengo de conjeturar y no pongo en membrete (ni en cuarentena) lo que opinas tan sólo porque desconozca que se oculta tras la máscara de tu “nombre de guerra”.

La coherencia del autor, en tanto en cuanto no lo conozcamos, es tanto como esperar algo de la “ciencia infusa”, como tratar de desentrañar los misterios de un teseracto invisible suspendido en nuestras manos, como contener un quásar que gravita en un meñique o como viajar por un agujero de gusano sin más equipaje que la imaginación. Son, todas estas imágenes, material de especulación y retos a lo imposible, pero no transcienden del campo de las nebulosas y lo etéreo. No podemos esperar congruencia de un autor al que desconocemos, como no podemos acusar de inconsecuencia a una idea que aún no se nos ha expuesto. Si descubrimos un texto de Gustave Landauer (esto es solo un ejemplo) en el que se muestra conciliador con los espartaquitas, y conocemos su trayectoria, podemos poner en cuestión como un furibundo antimarxista pudo conciliarse con ellos. Pero si desconocemos al autor no podemos pedirnos coherencia más que a nosotros mismos.

La crítica sólo tiene que cumplir un requisito: que sea Libre (si es destructiva ya nos encargaremos los aludidos de desoírla o contrarrestarla). A nosotros nos corresponde hacerla consecuente (si la compartimos) o desacreditarla (si la impugnamos). La crítica no tiene que “parecer” nada; sólo tiene que “serlo”. Lo que nos “parezca” o no (en referencia a las “impresiones” que a priori nos suscitan las cosas) sólo entra dentro del delimitado terreno de nuestros prejuicios.

Gastar más tiempo en este asunto no tiene sentido. Me siento como si disertara sobre el envoltorio de un regalo en vez de decidirme a abrirlo.

Para mí la crítica que hace el texto es consustancialmente necesaria. Toca un tema bastante profundo (a mí se me antoja así) y sobre el que poco se habla. Nos pone en alerta sobre esta tendencia que nos lleva a entender el Anarquismo como un anti estatismo neutro. Sí la base del Anarquismo, como recogen los manuales de filosofía, es sólo el antigubernamentalismo, tenemos un cajón de sastre en el que cabe el liberalismo clásico, el marxismo heterodoxo consejista, el fascismo anticapitalista y el españolismo “de los pueblos” de algún primoriverista.

La base del Anarquismo es el no-poder, el no-dominio, la no-autoridad, es decir, la Libertad Integral. Si no entendemos esto, insultantemente básico, podemos aceptar un sistema de comités que hagan valer férreas leyes consuetudinarias, la persistencia de criterios raciales y sexuales en los que los conceptos de “superioridad” e “inferioridad” siguen teniendo peso.

Esa aberración del “anarco-fascismo” ha nacido de esos lodos. “Oiga que yo me opongo al Estado”, nos suelta un pintas con su esvástica, y si nos limitamos a ver el Anarquismo como no-Estado, tendremos que darle al colega un abrazo de hermano. Es así como se nos acopló la garrapata capitalista (en este mismo foro). “Oiga que yo me opongo al Estado”, nos decían chavales con un poster del tío gilito en la pared. Y mientras se oponían al Estado y a las “desvirtuaciones del mercado”, nos acariciaban las orejas con “el inapto para trabajar es natural que se muera”, “el patrón tiene el derecho a decidir sobre sus bienes y la labor del obrero” y “siempre habrá un mínimo de explotación, es lo lógico”. Todo ello muy “anárquico”. Se ponían una peluca y una barba bakuniana mientras lo decían.

El texto nos hace una llamada para que no nos dejemos desarmar; el Anarquismo es mucho más que Antiestatismo. Y nos aporta además otra solución práctica. No os dejéis aplastar por lo que decida, ni un sujeto aislado, ni las mayorías. Si mañana la mayoría del “movimiento” se dejara seducir por Adam Smith y abrazara la causa de Malthus, según algunos todos deberíamos de coger la burra e irnos al pesebre en procesión.

Mantengamos nuestro criterio personal, nuestro sentido de lo “justo” y lo “injusto”, y que las modas y corrientes mayoritarias, o el pasado o los pliegues de historia, no nos hagan tambalear. Creo que ese es el mensaje básico que nos largaba el compañero.

Con toda cordialidad, Salud.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 06 Dic 2009, 22:42
por blia blia blia.
La verdad es que le he dado vueltas, porque desde luego que vuestros argumentos tienen peso. La crítica es necesaria, es sana, debe ser libre,... ¿Porqué me molesta tanto un artículo de este palo? ¿Seré yo un autoritario?

Creo que no estoy cambiando de argumentos para acomodarme, simplemente explicándome mejor e intentando racionalizar una reacción visceral por mi parte.
Epater escribió:Conste antes que nada que no trato aquí de separar “la mies de la paja”, de pontificar quién es el “buen” y el “mal” Anarquista
Y cuando alguien dice: No os confundáis, no estoy diciendo tal, yo me voy por "básicamente eso es lo que quiere decir". ¿A qué viene sino lo de anarquista (de pega) y Anarquista (el bueno)?

La cuestión no es por el adjetivo, del que hace muchos años que desistí en buscar considerarme merecedor. Me molestan estas críticas simplistas, que no prestan atención a los argumentos del otro y que basan su poder de convicción en ridiculizarle e invitan al interlocutor a sentirse superior uniéndose a la mofa.

Ejemplos:
¿Desde cuando los informal-insurreccionalistas no son conscientes de que forman parte de una tradición tan vieja como el propio anarquismo? ¿Acaso están en contra de la organización y de la lucha popular?
Y bueno, tan absurdo es decir que vivimos en 1936 como en 1869. La mayoría de la gente no ve miserias por la ventana y la tele, sino el coche que tiene o el que sueña con tener. Es una realidad. ¿Están los sindicatos llenos de desencantados que piensan que no hay nada que hacer? ¿Les falta de voluntarismo a los anarcosindicalistas de hoy en día? Yo diría que no. Luego hay unas críticas que me pareció leer y no encuentro (ver nota final).

Lo de señalar la paja en el ojo ajeno nos gusta a todos, lo difícil es ver la viga en el propio. Por eso, prefiero las críticas desde la humildad, desde el respeto, desde la conciencia de que también caemos en errores parecidos o en ese mismo y que propongan alternativas factibles.

Y a cuenta de estas actitudes he visto enfrentamientos entre libertarios, y no me molestan tanto los colectivos divididos, las federaciones enfrentadas, sino el que porque fulanito es o me han dicho que menganito dice nos neguemos el apoyo los unos a los otros. Son este tipo de críticas las que ayudan a que nos encerremos en nuestro grupito. Pensándolo es lo que más me ha molestado del artículo. Me ha recordado mucho como algunos destripaban con argumentos simplistas a compañeros y yo asentía con la misma sonrisa mezquina, cuando no echaba más leña al fuego.

Porque parece que evolucionamos con un complejo de Edipo que nos hace renegar de aquello que éramos tiempo atrás y nos cerramos también a reconocer sus virtudes. Porque (seguramente me equivoco) el artículo me parece un ejemplo del cainismo que hay dentro del movimiento libertario. El objetivo no es tanto alabar la opción de cada uno, sino echar por tierra la de los demás.

Me gusta saber quién critica. No nombre, apellidos y dirección para partirle la cara si no me gusta lo que dice, sino saber la línea que recorre, si hay algo detrás (pues la crítica sin la práctica es masturbación mental) o sólo humo. Desde luego ese artículo de Landauer al que aludes tendrá distinto significado si se conoce la firma, las ideas y la praxis del que lo escribió. Pero bueno, con el tiempo ya veremos por dónde tira Epater. Espero que siga contribuyendo a la página.

---------------------
Y tienes razón. Me he quejado de cuestiones de forma, no del artículo en sí, que por lo etéreo del asunto está abierto a muchas interpretaciones.

De todas formas, no coincido con esa celebración del individualismo. Quizá porque no me crea capaz de, por mi cuenta, de llegar a las conclusiones de Lao-Tse Godwin.

Quizá porque creo firmemente (con Bakunin) que el humano es un animal social que no tiene sentido fuera del grupo. Que la libertad no se alcanza apartándonos de los demás, sino uniéndonos a ellos para construirla. De ahí la importancia de la organización, no sólo para acabar con el estado y el capitalismo. Por lo tanto, me parece bien que un recién llegado haga acopio de experiencias presentes y pasadas, de la tradición del movimiento en que se va a insertar. A pocos conozco que no renieguen de alguna.

--------------
Épater escribió:El joven, confuso, se preguntará, como nosotros “¿Es el sindicalismo el adjetivo del Anarquismo o es el Anarquismo el adjetivo del sindicalismo? ¿Quién adjetiva a quién?”.
Y ésta es una buena pregunta con la que quizá se puedan definir dos corrientes principales de entender el anarcosindicalismo. Para mí, como afiliado, es un sindicalismo con inspiración en el anarquismo. Aunque claro, creo que por alguna parte se define como “la acción del anarquismo en lo laboral”, lo que me parece que sobrepasa con mucho su realidad. Pero para qué discutir, me interesan sus posibilidades prácticas.

--------------------------
Nota final: Por cierto. ¿Originalmente no ponía nosequé de Salvador Seguí y alguna cosa más sobre patrimonio?

Últimamente no me fío mucho de mi memoria. Hoy mismo le insistía a mi mujer en que me había contado un par de veces que uno de Village People (casado y con hijos además) fue a veranear un año a su pueblo. La conclusión es que lo he soñado.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 06 Dic 2009, 23:15
por Cizalla
De acuerdo con blia blia blia. Si hay que debatir-criticar-autocritir-proponer que sea en temas concretos, no en etereo, no en abstracto, no mezclando churras con merinas para no tener que ir al grano. Y por favor basta de buenos y malos, basta de dicotomias inexistentes. Basta de crearnos enemigos-fantasmas a nuestra medida.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 07 Dic 2009, 07:46
por El Errabundo
Blia, blia, blia valoro cómo has reconducido tus mensajes (esto te lo digo de forma sincera, aunque creo que, según tu teoría, debes de creer que opino precisamente lo contrario :wink: ). Personalmente suelo escribir con la advertencia de que nadie se ofenda ante lo que digo, y no lo hago porque crea que la gente tenga motivos para ofenderse, sino porque conozco las limitaciones del lenguaje escrito y las susceptibilidades que se despiertan en el mundo de las “opiniones”. A veces estamos seguros de nuestras ideas, las hemos destilado como un alquimista, y llegamos a creer que nuestras opiniones “somos nosotros”; ofenderlas a ellas es herirnos a nosotros (de lo contrario no se explicaría el calentón que suscitan determinados “intercambios de ideas”). En tal tesitura a veces se pone “pomada” con la sincera intención de no ofender. Y si no le presumimos tanta bondad al Épater, por lo menos cierta “perspicacia”. Me lo imagino conocedor de que ciertos temas no son cogidos de buen grado (a las pruebas me remito), de que no se pueden opinar determinadas cosas y esperar salir indemne, de que no se puede criticar sin pagar un precio, el cual puede corresponder, incluso, con ser linchado. Si el tipo conocía esto no creo que tratara de evitarlo, más bien estaba previendo lo que iba a ocurrir y a lo mejor está ahora sonriendo al vernos confirmar sus previsiones.

En cuanto a tu evaluación de la crítica, creo, sinceramente, que la has tomado justo por el lado contrario. Quizás la verborrea del Épater te ha hecho pensar que el fulano nos mira desde “la cresta de la ola” y nos invita a hacerles los coros diciéndonos: “mirad a esos patanes, vamos a sacarles los colores”. Y considero que es precisamente lo contrario. Lo que yo he extraído del texto es la voz de alguien que, según nos dice, ha visto como la inocencia, las esperanzas, las expectativas ilusionantes, las utopías, de muchos compañeros han sido castradas por la dinámica de lo “constituido”.

Muchos Libertarios, aislados en pequeñas comunidades donde nadie les habla de Anarquía o hacinados en ciudades donde, aun rodeados, naufragan en la soledad del “diferente”, no se declaran Anarquistas por comparación y contraste (aunque soy de la opinión de que si no reside en ti, no hay fuerza colectiva que te la implante) sino entre cuatro paredes, sin compañeros en los que apoyarse y movidos sólo por una gran sensibilidad hacia el dolor social y una fuerte necesidad de Libertad. Esta gente, más tarde o más temprano, se relacionan con otros Anarquistas y ¿no conocemos ni un solo caso en que este Anarquista (“instintivo”, lo llaman en el texto) choca contra una suerte de protocolo que le dictamina cual es el camino adecuado? ¿Nunca nadie ha militado en un organismo en el que su voz sea la minoritaria y acabe desilusionándose ante las censuras, reconvenciones y sanciones de la mayoría? ¿A nadie se le ha leído la cartilla para “recomendarle” que pasos dar si quiere cumplir los “requisitos” para ser uno de los “nuestros”? Esto es tan viejo como el “grupo humano”, pero choca entre personas que deberían haber rechazado la disciplina cuartelaría de todas las escuelas y de todas las teorías.

¿Generalidades? Son casos que yo, personalmente, he conocido de primera mano. Y no se basan en una experiencia aislada, ni en dos, ni en tres. He hablado con gente que había descubierto la Anarquía sintiendo profundamente aquello de “ni dios, ni patria, ni rey”. Empezaron a militar en su grupo, sindicato, etc. más cercano. Si el grupo en cuestión simpatizaba con un colectivo de corte estalinista, el individuo que se les había unido era bombardeado cada vez que osaba hacer notar su descontento hacia el “grupo hermano”. El itinerario es interminable: “si los nacionalistas del barrio son colegas no se te ocurra andar por ahí cangándote en la patria”; “si cojean de tal o cual pata no tengas la ocurrencia de ponerte a tachar banderas”. Pero ojo, lo contrario es igualmente cierto. Gente que nunca se ha enemistado con nadie y al que la dinámica del grupo le obliga a enfrentarse con sus “amigos/rivales”. Gente que tiene que escupir a su “hermano de correrías” si su grupo lo ha estigmatizado.

Esto nos obliga preguntarnos ¿existe Autoridad entre los que se dicen Anarquistas? Para mí, evidentemente Sí. ¿Quiere esto decir que, ante esta “blasfemia”, debamos arrancarnos los pelos y cubrirnos de ceniza? ¿Queremos acaso individuos perfectos que nunca se dejen arrastrar por los pruritos del pasado? Sólo quiere decir que, detectado el problema, seremos capaces de erradicarlo.

Nos dan órdenes sobre que pensar en uno u otro sentido; no las aceptemos. Nos excluyen y marginan sino claudicamos; pues mejor solos que mal acompañado. Ya encontraremos con quien compartir la manta.

Continuemos en base a algo que has afirmado ¿Cómo podemos decir que el autor no presta atención a los argumentos de los otros, si el análisis que plantea el artículo no es sobre la razón o falta de razón de unos argumentos, sino sobre la actitud autoritaria que subyace cuando estos tratan de hacerse valer? Es más ¿Cómo podemos asegurar que no “empatiza” con las distintas posturas cuando precisamente pone en la “picota”, en igualdad de condiciones, el autoritarismo que puede darse en dos posturas presumiblemente “antagónicas” y enfrentadas? La crítica del texto va hacia el propio principio de Autoridad, con independencia de quien lo formule. He aquí un ejemplo claro:

Código: Seleccionar todo

El Anarquista “amateur” puede dar con un grupo que, paradójicamente, estando compuesto por Libertarios, puede ser homogéneo y monolítico. Allí se le dice al joven que para ser Anarquista hace falta adscribirse a una tradición, conocer una teoría y ser aceptado por el “grupo”. […] Para el “anarquista” arribista sólo vale la “verdad colectiva”; la Individual puede ser sacrificada. El grupo, la mayoría. Siempre tiene razón; si discrepas sólo conseguirás ser “Un Enemigo del Pueblo”. Usan el “organízate y lucha” como una amenaza. “¿No te organizas, no te dejas absorber por el conglomerado? Entonces no eres un verdadero Anarquista”. Eso parecen decir.

La dinámica entonces parece estribar entre “organizados” y “desorganizados”, “formales” e “informales”, pero esto no es más que una falacia. ¿Puede alguien censurar a quien cree que es más productiva la actividad colectiva que la individual? ¿Es peor querer colaborar con un gran grupo que con uno pequeño? La militancia con colectivos mayestáticos no dista demasiado de la actividad grupúscular […]. El círculo vicioso que aplasta la potestad Individual se da tanto en un caso como en otro. El sujeto es reprimido por la opinión de una mayoría cuantiosa o por la de una pírrica ¿acaso importa? Unos oprimen en pos de la ortodoxia y otros en pos de la “modernidad y renovación” ¿Qué diferencian hay en ello? El inexperto se acerca a estos grupúsculos con una bella sensibilidad y quizás con cuatro frases de Bakunin mal asimiladas; de repente, se le censuran los aspectos más estrambóticos de una conducta que él ni siquiera sabía que mantenía. Se deleitó en discutir un silogismo que no entendía y al rato se convirtió, para sus “nuevos compañeros”, en un “anarquista de salón”. “Basta de teorías anquilosadas le dicen”[…]. Así se desenvuelve el “poseur”.
Creo que no has querido ver la crítica como un “todo” y eso te ha hecho (desde mi humilde punto de vista) confundirte en las apreciaciones. El autor viene a decirnos que poco le importa que repriman al militante en nombre de la organización “formal y perenne” o en nombre del grupo “quebradizo y desestructurado”; lo que importa es que lo cohíban.

Vienes a decir después que acusa al “insurreccionalismo-informalismo” de no sentirse parte de una tradición, y es todo lo contrario. Acusa a algunos partidarios de dicha corriente, precisamente, de estar fuertemente enraizados en una tradición que insisten en perpetuar sin que tengan confianza en su capacidad de dar vida a algo de “denominación propia”. Que algunos desconozcan este hecho y vociferen contra las “viejas teorías” es sólo la guinda de la paradoja.

El autor nos dice que cuando un pibe expone una duda a sus compañeros estos pueden acusarlo en un caso de hereje y diletante, y en el otro de “anarquista de salón” (término textual del texto) e “ideologizado”. Lo que viene a desmenuzar el texto es como un individuo puede ser presionado por la ideología o por la anti-ideología. Como un grupo de gente que siente que ha superado las viejas rémoras, se cimienta precisamente en ellas para amordazar al “elemento discordante”. Creo que el autor lo resume así:
Idea viejas con nuevos nombres, y la censura de siempre.
Después llegamos a un punto que no creo que tenga nada que ver con el texto, sino con las respectivas perspectivas que tenemos sobre la tragedia social. Cuando yo (hablo de forma literal) le he dicho a mis compañeros que no confío en el “positivismo histórico” y en las leyes del “progreso continuo de la historia”, que creo que una Revolución siempre es posible con independencia de la asquerosa época que nos toque en suerte, me largan lo de los horarios de “sol a sol” de principios de siglo, me retratan las Hurdes de Buñuel en los 30, etc. Yo, no obstante, veo a cinco o seis familia apiladas en la puerta de una panadería, cerca de donde vivo, que esperan a que echen los desperdicios para afanarse en sacar lo que haya de comestible (a veces masa fermentada y sin cocer) y devorarlo antes de que llegue el camión de la basura. Veo vientres hinchados de aire y líquidos filtrados, veo escaras supurantes, niños tullidos y rostros anegados de miedo. Miro el almanaque y veo que estamos a menos de un mes de alumbrar el 2010 ¿tanto han cambiado las cosas? Me entero de que en México docenas de personas han sido violadas y maltratadas mientras se les obliga a trabajar 16 horas diarias haciendo bolsas en un “centro de rehabilitación de toxicómanos” ¿Dónde quedan las Hurdes y Los Olvidados de Buñuel? Si hoy nos parece demagógico hablar de las hambrunas de África es porque la muerte ajena nos deja fríos. Las circunstancias no han cambiado en demasía, lo que ha cambiado es el “material humano”: los individuos y organizaciones que antes bramaban ahora musitan. Es una cuestión de miopía y no de “progreso”. Las “circunstancias histórico-económicas” son siempre merecedoras de que les dispensemos unos latigazos.

Lo que en el artículo se le crítica a determinado sindicalismo no es que se desencante, sino que desencante a sus afiliados ahogándolos de cierto “pragmatismo” (y hemos de ser conscientes que esto a veces pasa). Lo que se crítica es que, si se reconoce que la “cosa está jodida”, sólo se puede abordar desde unas vías bien delimitadas. La idea es que el sindicato crezca, para que sea fuerte, y sólo puede crecer si “sale del ghetto” (manida coletilla) y no se lanza a extraños aventurismos. Hemos de ser más “oficiales”, me ha soltado algún compañero, para “poder competir con los amarillos”. También se me ha dicho: “el obrero viene al sindicato para que se le solucione la papeleta, todo lo demás le da igual”. Otros muchos compañeros sindicalistas ven que las cosas puede cambiar, que la Revolución, a largo plazo, se puede conseguir. Pero hay que ir “paso a paso”, y añaden: “mantenernos fieles pero, ganar en seriedad, y el rollo del anarquismo más adelante”.

A veces no se concibe que un obrero puede buscar en un sindicato Anarquista algo distinto a los demás (“¿Cómo? ¿No cobran subvenciones y no le hacen el caldo gordo a la patronal?”). A veces no concebimos que si el sindicalismo no es un medio para aproximar la Anarquía no tiene sentido ponerle el “Anarco-” delante. A veces no comprendemos que el ghetto es el mundo circundante y que toda “ala” que cortamos no nos acerca más al suelo, sino al fango.

Es una disertación a vuela pluma. No condeno tal o cual táctica, sino que, respaldando el texto, afirmo que exigir tales o cuales formas de afrontar la luchar conlleva, no por lo que se exige, sino por la exigencia en sí misma, una considerable dosis de Autoridad.

En otro orden de cosas no veo en el texto esa falta de “humildad” o de “respeto” que tú señalas (pues dices que para que te guste una crítica debe tener esas cualidades, y ésta desde luego no te gusta).

Todo lo que comentas después, justamente lo que ha secundado Cizalla, siento decirlo pero, desde mi punto de vista, no guarda ninguna relación con el fondo real del texto.

Creo que el autor explicó que si usaba las minúsculas y mayúsculas era para no hacer extensible su crítica a todos los Anarquistas y evitar tomar “la parte por el todo”. No hay tal dinámica de “buenos” y “malos”; sólo hay gente oprimida y gente que oprime y esto puede darse detrás de cualquier nombre. Hasta que no comprendamos esto seguiremos sorprendiéndonos si alguien se atreve a echarnos un responso por imponer nuestras manías personales a otros. Si determinamos que las cosas sólo pueden ser de una manera o de otra, sólo pueden producirse así o asa, tarde o temprano alguna voz se alzará y tratará de afear, no nuestra conducta, sino el control que ejercemos sobre la conducta ajena. Creo que eso es lo que ha tratado de hacer el Épater.

La antítesis de esto sería otra bien distinta. Sería considerar que toda crítica que se nos lance viene del resentimiento. Que como no reconocemos el “olor de la orina” de quien la lanza puede ser la de alguien que no ve sus propias meteduras de pata, o que trata de crear “sibilina cizaña”. Lo contrario es el “Frente populismo”. Condenar la crítica de quien no muestre sus credenciales como “miembro acérrimo”. Rechazar toda objeción que no corresponda a unas determinados parámetros (que no sea “suave”, “educada”, contemplativa”…, “tibia”) y que no reconozcamos “nacida en nuestro seno”. Ponerle la marca de Caín a una impugnación en cuanto presumamos que el dedo acusador es blandido por alguien de “grey desconocida” (o peor aún, un sujeto sin “clan”, un “nómada”). Es hablar de que la Unión es lo primero, aunque sea débil y forzada. Es confesar que es preferible unir dudas mudas y certezas falsas antes que objeciones sinceras.

Se ha afirmado, de distintas formas, que el artículo es una llamada a despertar antagonismos, rencillas, a soliviantar enemistades ficticias (habéis hablado de cainismo y dicotomías ficticias, respectivamente), vamos, un deliberado sembrador de discordias ¿Es esa la denominación que preferís usar cuando se nos dice que en numerosos Anarquistas, y en muchas de las organizaciones que éstos crean, sin distinción de tendencias y sensibilidades, persiste el deje de la Autoridad? Cuándo un Anarquista abomina de la Autoridad, allá donde se produzca, también en sí mismo, y en su propia casa ¿Consideráis que hace algo distinto de lo que debe hacer cualquier Anarquista –usando una palabra que se ha repetido mucho- “consecuente”? El Anarquista debe tratar de acorralar y extirpar el Principio de Autoridad se encuentre donde se encuentre, si es el patrón sobre el obrero, allí se le intenta dar caza. Si es el legislador sobre la población, el policía sobre el detenido o el militar sobre el civil, allí deberíamos encontrarnos para abofetearles. Si es el padre sobre la familia, el hombre sobre la mujer, el “occidental” sobre el colonizado, allí nos encontraran. Pero ¿y si es el de un individuo prominente sobre un grupo pusilánime? ¿Si es la mayoría de una asamblea sobre un “loco” divergente? ¿Si es el prócer ideológico, la luminaria del grupo, una agrupación sorda y alambicada, el peso del número, la cualificación de la cantidad? ¿Nos callaremos entonces? ¿Silenciaremos nuestras críticas para que no se tambalee una artificial y ficticia unidad que sólo puede salvarse muriendo? ¿Haremos oídos sordos para que no se nos acuse de contraproducentes? ¿Condenaremos la autoridad canónica y dejaremos que la que olfateamos siga destilando represión? Yo creo que la fuerza de una organización, los lazos de una comunidad, la afinidad de un Movimiento, sólo es posible si cada uno puede maldecir y destruir en su interior cada uno de estos elementos, hasta que desaparezca la causa del propio malestar. Sin tener que sentirse un engranaje constreñido por la “lealtad ciega”, sino, por el contrario, un miembro consciente y autónomo de ese elemento “global”.

Extrapolad el caso a una eventual Sociedad Anárquica. ¿Queremos que, para evitar problemas, la crítica se limite a un determinado molde, o que cada cual de rienda suelta a sus inquietudes (aún las más peregrinas)? Son muchos años de represión ¿abogamos por más? El sujeto, cada vez que objete, no puede sentirse como “un palo en la rueda”, debe de ser consciente de que la Sociedad, el colectivo, es una formación que se crea para tratar de satisfacer a sus miembros y no para que estos se inmoles ante él. Si el grupo no puede quedar a merced de los caprichos de un Individuo, no entiendo porque lo contrario puede ser permisible ¿No es ese acaso el error de la Sociedad actual? Todos sacrificados por un ente abstracto y detrás de ese ente los poderosos titiriteros de turno ¿Cometeremos el mismo error no sólo en nuestros proyectos futuros sino en nuestros propios grupos de actividad?

Creo que mi contestación se está convirtiendo en un artículo más largo que el del Épater, y eso tampoco es justo (disculpadme de ante mano por el esfuerzo que supondrá leerme). Sólo me queda un único punto: el Individualismo.

Yo, y no lo oculto, soy Individualista con la misma fuerza con la que soy Comunista Libertario (no concibo Mi Anarquismo de otra forma). Pondría exponeros mi objeción hacia el anti-individualismo, pero creo que lo explique en un pasaje que ya puse en este mismo foro. Venía a decir:

Código: Seleccionar todo

El Individualismo, grosso modo, es aquella facultad que nos permite desoír el reclamo absorbente de una marcha santificada por la “normalidad” y la fuerza de lo “constituido”, es lo que nos coadyuva a desobedecer el rigor de un mandato general, lo que nos hace no incrustarnos en lo “existente”, lo que nos hace rebelarnos, aún creyéndonos solos, contra aquéllo que se manifiesta como “razón de Estado”, como “ley económica”, como “tradición profana” o “liturgia sacra”…. Es lo que nos impulsa a salirnos del “redil”, lo que mantiene nuestro sentido crítico, nuestra independencia volitiva y pasa los “razonamientos comúnmente aceptados” por el tamiz de nuestra autonomía de criterio.

El Anarquismo, en todas sus manifestaciones ha entendido esto. El llamado “padre filosófico” de tal sensibilidad, el afamado William Godwin, era persistente en su Individualismo, y la mayoría de clásicos no le desmerecieron. Aún cuando había quienes lo confundían con la escuela de Rousseau (como Bakunin) o le dedicaban vivas diatribas negativas (como Malatesta, Merlino o Grave), prácticamente todos ellos dieron muestras de practicar un honesto Individualismo -aún no dotándolo, casi ninguno de ellos, de tal eufonía-, muy distanciado de aquella teoría que, en lenguaje vulgar, no excedía del esnobismo más grosero. Los ejemplos son inagotables, pero por no hinchar mi mensaje vayamos con algunos muy manidos tomados a vuela pluma: “Al margen de los individuos, aun las abstracciones más verdaderas no tienen existencia real” (Bakunin, Dios y el Estado, 1882). “Todo lo que emancipa a los hombres, todo lo que, al hacerlos volver a sí mismos, suscita en ellos el principio de su vida propia, de su actividad original y realmente independiente, todo lo que les da la fuerza para ser ellos mismos es verdad; todo el resto es falso, liberticida, absurdo” (Íd., Carta a su Hermano Pablo, 1845).Y: “Hay quien se llama individualista por creer que el individuo tiene dere¬cho a su completo desarrollo físico, moral e intelectual y debe encontrar en la sociedad una ayuda, no un obstáculo, para alcanzar el máximo de felicidad posible. En este sentido todos somos individualistas […]” (Malatesta, L´Individualisme dans L´Anarchisme [en Reveil], 1904). Amén de su archiconocido: “Todos los anarquistas, sea cual sea la tendencia a la que pertenecen, son de alguna manera, individualistas […]” (Actas del Congreso Anarquista de 1907), especificando que lo inverso estaba muy lejos de ser cierto.

Los ejemplos son notorios y fácilmente comprensibles. Si ahondamos en la cuestión, confundir “egoísmo” con Individualismo tampoco ayuda a aclarar la cuestión (aún cuando personajes como Stirner recomendaban, con inteligente malicia, que los “desposeídos y súbditos” debían de convertirse en “egoístas”, empezar a mirar por sí mismos, a fin de dejar de velar y desvivirse por los intereses de los “líderes y detentadores”). El “egoísmo” puede resultar autoritario cuando exige de los demás un altruismo que no está dispuesto a corresponder; el Individualismo, para tornarse compulsivo, debe de dejar de ser “él mismo”, debe reducirse y degradarse hasta los dominios de la insensibilidad y el elitismo… y en esos casos yo no hablaría de “individualismo”, sino de todo lo contrario. Hablaría de una suerte de apología tiránica, de aquello que mata toda personalidad, no hablaría, en absoluto, de lo que nos hace no acatar miradas inquisitivas sobre nuestro hombro ni satisfacernos con miradas de renuncia bajo nuestros pies, hablaría, por el contrario, de la antítesis del Individualismo: la aristocracia. Y eso no es más que el status quo que hoy padecemos, donde, en muchos casos, la apatía, el conformismo, el arribismo, no es producto del “exceso de individualismo”, sino de la carencia del mismo. Es el mimetismo, el espíritu corporativo (Palante), el suprimir nuestras veleidades peculiares en pos de la “voz común”, lo que nos hace embebernos de la indiferencia colectiva. Así, si todos son indolentes, nos contagiamos, precisamente por carecer de Individualismo, de la abulia general. 

Y esto no es un elemento ajeno a nuestros propios medios. Si en cualquier grupo, organización, sea Sindicato o Grupo de Afinidad, el discernimiento singular, aún el más discordante, es sofocado por una presión mayoritaria (o “sabiamente” dirigida por una “estructura romboide”), el Sindicato, o cualquier otro elemento que trate de aunar esfuerzos libertarios, habrá muerto por mera indigestión, se convertirá en un cadáver de siglas atragantado con la Libertad que justamente debía nutrirlo. 

Recomiendo, por tanto, relegar cualquier furioso anatema en contra de los mismos elementos que, precisamente, tejen las fibras de todo conglomerado, pues el colectivo, al fin y al cabo, no es más que eso: un grupo de Individuos mejor o peor avenidos. En los propios medios sindicales existieron siempre voces cargadas de Individualismo. Desde las que se declaraban abiertamente como tales, como Liberto Callejas, hasta las que sin epíteto alguno eran capaces de desobedecer cualquier “consigna cuartelaria ebria de pro-común”, tanto desde dentro, como Ascaso, Alaiz y Peirats, como revoloteando (con sus intermitencias), tal cual era el Individualismo altruista y anti stirniano/nietzcheano que representaban los Urales o Mella. Y Créanme, todo intento por imponer “La Ley del Número” (interesante ensayo de Mella) sobre el díscolo verbo Individualista acaba, bien en la impotencia, bien en algo peor: la deserción.

Contra algo similar venía a advertirnos Ángel Samblacat en su crónica sobre el Congreso Nacional de CNT (en el Teatro de la Comedia de Madrid) cuando boqueaba el año 1917: “Los hombres tampoco tienen color o individualidad. Casi todos son multitud, reata, recua o ácroma. Casi todos son de color de tripa de rata o de forro de gorra. Casi todos nuestros semejantes no son más que un esperpento de sastrería: ni fu, ni fa; ni limoná, ni chicha; ni leche, ni café. Y más pardas y cenizosas son las asambleas. Hay pocos hombres que conozcan las palabras áureas, las palabras sangrientas y que tallen y tajen al hablar. Y muchas veces sucede que esos hombres hachas, que esos hombres guillotinas devienen en las asambleas una pulverencia más, una gota de la balsa más, un ojo del queso más. Pero en este Congreso Rojo de la Comedia no ha ocurrido nada de eso. […] Ninguna individualidad se ha achicado, ni ha disminuido su estatura. Antes bien ha habido muchas que se han agigantado. […] A este Congreso de los sindicatos o de los soviets, a este Senado de proletarios, nadie ha venido a borrarse ni a disolverse en la colectividad, ni a frotar su nariz con la del vecino para achatarse todos. El ideal no es hacer del individuo masa, sino dar a la masa personalidad” (Congreso Rojo).

Sobre los “anti organizadores”, no tengo mucho más que añadir, mucho miedo despertaron los “atomistas”, los “amorfistas” de antaño, pero todo se reduce a una cuestión de sensibilidad. ¿Qué se quiere seguir el ejemplo de los Libertad, Croiset, Ciancabilla o Schicchi? ¿Qué otros son afines a los consejos de Malatesta y Pouget? Pues perfecto (por cierto, ninguno de los dos últimos condenaban la “acción individual” –aunque no la reconocieran tan efectiva como el acto grupal-, y, sin renunciar ninguno de ellos a la solidaridad con los “propagandistas”, Malatesta incluso metía al “Individualista práctico” en una categoría distinta a la del teórico), la cuestión no es si se cree en grupos pequeños unidos por la confianza personal, si en grandes organizaciones que aglutinen distintas tendencias, si en grupos quebrantables o en colectivos consagrados por el tiempo, lo importante es que ni unos ni otros se entorpezcan en su camino. Que puedan alegrarse de ver al compañero de viaje fortalecido. La ruta hacia la Manumisión no es una cucaña por la que hay que ascender a codazos, son múltiples vías amplias por las que puede transitarse sin zancadillear al vecino, y en las que sólo la miopía deliberada nos hará otearlas con estrechez (aquí encajaría la archiconocida cita de Voltairine sobre los variados métodos de la “primavera” pero que a fin de no cansar me abstengo de reproducir).

Concluyo que si la cuestión es puramente semántica, si se quiere entender “individualismo” tal y como siempre nos lo han regurgitado los medios burgueses, si se lo quiere devaluar con los sinónimos que circulan por los medios académicos y oficiales, tanto como por los más comunes y cercanos, entonces esta cuestión, aunque de menor importancia “teórica”, requiere también una pronta revisión. Socialismo, Comunismo e Individualismo, en sus verdaderas acepciones, son un pleonasmo con respecto a la Anarquía, pues sólo con la aproximación de ésta podrán desenvolverse integralmente tales elementos… No renunciemos, por tanto, a una de las esencias que alimentan el haber Anarquista y menos por un simple prurito que sólo atañe al inconsistente reino de la Palabras.
Y por cierto, y no es malo recordarlo, el mismo Bakunin que hablaba de que la Sociedad es anterior al Individuo, de que el hecho real de la Libertad Individual sólo es factible en comunidad, y que la libertad del Individuo aislado (como bien señalas) es una entelequia, se deleitaba en decir (pasajes como los que pondré a continuación hay miles, de Godwin, Proudhon, Bakunin, Kropotkin y todos los Anarquistas pro-sociales. Demostrando que en esa “tradición Anarquista” de la que hablas el Individualismo es una de las más vetustas piedras de toque. Los extraigo del libro, todavía inédito, de un amigo mío que ha hecho una enorme compilación de estas citas [no pongo más para no chafarle el trabajo de investigador que ha hecho]):

“[El pueblo] no es nunca un individuo, un ser único e indivisible en el sentido real de esta palabra. Por desarrollada que esté su conciencia colectiva y por concentrada que pueda encontrarse en el momento de una gran crisis nacional, la pasión, o lo que se llama la voluntad popular hacia un solo fin, jamás llegará esa concentración a la de un individuo real. En una palabra, ningún pueblo, por unido que se sienta, podrá jamás decir: ¡nosotros queremos! Sólo el individuo tiene el hábito de decir: ¡Yo quiero! y cuando oís decir en nombre de un pueblo entero: ¡él quiere!, estad bien seguros que un usurpador cualquiera, hombre o partido, se oculta tras eso” (Federalismo, Socialismo y Antiteologismo, 1867).

Esto es todo, vuelvo a disculpadme por la longitud y, encantado de polemizar contigo blia, blia, blia, me despido. Salud.

P.D: (Sí, a pesar de todo lo escrito aún me quedaba algo en el tintero) Puede, blia, blia, blia, que tu opinión sobre el texto se vea motivada y condicionada por malas experiencias pasadas con “críticos profesionales”. Si así es quizás, como tú mismo recomiendas, deberíamos de esperar a ver por donde desemboca el Épater, antes de buscarle afluente.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 07 Dic 2009, 09:55
por El Errabundo
Por cierto, en el texto nunca se menciona nada que tenga que ver con el patrimonio (tampoco en el texto de la portada), creo que has podido confundirte de autor y de texto, y si no lo del sueño :wink: . Sobre Seguí sólo se menciona esto:
No condeno aquí a los que tienen una voz moderada. Muchos son buenos compañeros, y su canto sosegado no asfixia su espíritu radical. Gente como el Noi del Sucre, que pueden ser timoratos en las ideas pero estar dispuestos a disolver un mitin reaccionario a tiros.
Y a colación de este asunto, para los que arguyen que el texto puede ser un ejercicio de “crítica por la crítica”, aquí se menciona específicamente contra quienes no va dirigido:
No hablo tampoco de quienes claman por una Patria unipersonal y un Dios privado, de quienes se delectan profundizando en los recovecos marxianos, o quienes buscan en las “nuevas tendencias” un reflejo de sí mismos […].
Y creo que tal afirmación no se limita a la retórica. Salud.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 08 Dic 2009, 21:19
por blia blia blia.
Bueno, los motivos por los que no me gustó el texto a la primera lectura ya los he explicado.

Sobre individualismo no sé qué decir. No es mi fuerte la verdad. También me parece un asunto bastante etéreo.

La cuestión de cómo se adaptan a ella quienes entran en una organización libertaria, del poder del gregarismo es muy interesante. Pero creo que dejarlo en un asunto de opresión del grupo a las ideas del individuo es una crítica muy superficial.

Dejando de lado cuestiones más generales sobre la formación de consenso, de la que creo hay estudios muy interesantes (se me viene a la mente la Escuela de Frankfurt) que no conozco lo que me gustaría, voy a tratar cuestiones más específicas de organizaciones libertarias (en las que los individuos participan en gran medida por motivos ideológicos).

Normalmente tenemos una idea muy definida de cómo debe ser la organización para que corresponda a nuestros anhelos. Parece que las organización elegida debe colmar todas nuestras inquietudes, por ello, son muy habituales estas actitudes:
  • La persona se va identificando totalmente con la organización.
  • Como la organización no cumple nuestras expectativas, o bien intentamos cambiarla, o la rechazamos.
Y a mí me parece que, tanto el recién llegado como el militante resabiado, deben de dejarse de ilusiones. Una organización es lo que es. Uno participa de ella, si quiere, siendo consciente de todas sus deficiencias y teniendo asimilado que su capacidad de transformarla para que se adapte mejor a sus puntos de vista es limitada y puede llevar a un encarnizamiento de las luchas de tendencias (que por otra parte, hay que asumir como intrínsecas a una organización con un fuerte componente ideológico).

Lo que no deja de sorprenderme, es cómo un individuo pretende poner patas arriba una organización formada por un puñado, decenas, centenares, miles, de otros como él, y con unas dinámicas de funcionamiento previas para que se adapte a lo que piensa que debe de ser.

En resumidas cuentas, si entras en una organización, hazlo conociendo de qué va la cosa en la práctica, porque lo más probable es que no puedas cambiar lo que consideras negativo. Además, si te empeñas en adaptarla a tus pensamientos, puedes destruir gran parte de lo que tenga de válido. Pon en una balanza lo bueno y lo malo, y si te convence, entra en ella. Si no, busca en otra parte.

Creo que no es una idea muy original. Al final es compartida por aquellos, que cuando alguien pregunta por qué colectivo es el mejor, le sugerimos que frecuente a todos los de su localidad y se quede con aquel en que más a gusto se encuentre.

Ah!, no es que siempre piense que la gente me miente. Simplemente que cuando leo “No seáis simplistas, no digo X, en realidad quiero decir Y” y cuando X lo entiendo e Y es un embrollo que probablemente desentrañarlo es superior a mis capacidades y lo único que hace es recordarme a X, pues lo que asimilo es que quiere decir X. Pero si el autor lo advierte al principio, es que es consciente del riesgo/parecido.

Re: [De la portada] Crítica de un heterodoxo al anarquista

Publicado: 09 Dic 2009, 07:41
por El Errabundo
Blia, blia, blia, tu último mensaje me parece muy interesante y también muy revelador.

Supongamos que llevamos tu teoría (análisis), recién expuesta, al grueso de la Sociedad. Podemos suponer que la Sociedad actual también tiene sus cosas buenas (Albert Libertad decía, grosso modo, que si la Sociedad conseguía liberarnos de las fieras salvajes, la enfermedad, el frío y el hambre [añadía que no en todos los casos], no conseguía espantar las humillaciones, derrotas y rendiciones cotidianas) ¿Intentar erradicar lo que de malo hay en ella supondría hacer desaparecer también esas presuntas cosas buenas?

La Sociedad humana, creada por los individuos, acaba por representar el enclave en el que nace el sujeto, quiera o no. Si el sujeto, según va desarrollándose y contrastando, certifica que en el conglomerado social algo falla ¿Deberá dejarlo tal y como se lo encontró? ¿Debe pensar que jamás podrá enmendar los errores que detecta? ¿Debe creer que al ser la Sociedad un organismo anterior a él, nada de lo que haga podrá modificarla? Si las premisas que fijas u observas sobre la organización son llevadas al terreno de la Sociedad ni el Anarquista, ni el Anarquismo, ni la Anarquía tienen, ni tendrán nunca, razón de ser.

Los argumentos en contra del mimetismo general son los que alumbraron el valor para enunciar el heliocentrismo, la gravedad y el evolucionismo (y los que los refutaran cuando el futuro convierta en supersticiones las certezas del presente). El supuesto “sentir general” (el “derecho social”, la “voluntad popular”, etc.), sabiamente manejado por las élites, es el que ha convertido en una “frivolidad” todo atentado al status quo. Toda amenaza al gregarismo ha sido interesadamente descodificada como una “excentricidad”, una vulgar “superficialidad”, tanto por los oprimidos que devoraban la “verdad” del prócer, como por la esnobista clase de los potentados que veían en todo desafío a las instituciones vigentes el principio de su propia disolución.

El Anarquismo se ha conformado, precisamente, en el convencimiento de que el “orden establecido” puede ser subvertido, de que lo “fijo” es mutable, de que lo “inamovible” es susceptible de ser abolido. El Anarquismo, desde el “prehistórico” (Karpócrates, Hussitas, Winstanley, Deschamps, Meslier), hasta el “moderno”, ha creído que el “hombre” es perfectible, que su modo de organizarse y los errores de la Sociedad no son el producto de una fatalidad. El Anarquismo cobra vigor ante la idea de que “lo hecho, hecho está”, de que “así es y así será siempre” y de que “es un iluso quien se proponga cambiarlo”.

Toda porción de vida puede ser trastocada, aunque sea brevemente (¿qué se lo digan a los gerifaltes y terratenientes, y a los campesinos aragoneses durante el 36? ¿qué se lo digan a los sans-cullottes y a los enragés, a los ranters y a los taboristas?). Creer que una organización es sólo lo que es, sólo lo que puede ser, es tanto como afirmar que no podemos toserle al sistema existente.

Un sindicato, por ejemplo, ha podido ser revolucionario y después reformista. Cuando el individuo se integra en él e intenta transformarlo ¿Cómo podemos decirle que es un imposible, cuando precisamente otros antes que él tuvieron que trastocarlo para pasarlo de radical a legalista?

Si creemos que las circunstancias de un grupo son inherentes a él, y que es una locura, disparate o suicidio tratar de rebelarse, estamos afianzando los argumentos de quienes nos reprochan malgastar nuestras fuerzas en huelgas, protestas y acciones que no podrán debilitar la omnipotencia del Capital. Si el Capital no cae es porque mucha gentes está convencida de que es imbatible y no lo abate; si las organizaciones no cambian es porque mucha gente está convencida de que son inmodificables y se resignan a su dinámica.

Esto es igual a creer que las organizaciones están dotadas de vida propia, que no dependen de cómo los individuos las manejen, sino que tienen una “biología particular”. Esta suerte de teleología (todo tiene un fin) nos lleva a sumarnos a una iniciativa en la que no creemos, o a disentir y sentirnos derrotados ¿Si nuestra voz es una comparsa, si no puede modificar nada, para qué emitirla? El que se resigna y el que disiente son absorbidos por la angustia: ora la del palmero, ora la del solista.

Y si alguien objeta que hay una diferencia entre los distintos colectivos y la Sociedad, y es que los primeros se escogen voluntariamente y en la segunda estamos obligados a nacer ¿acaso no podríamos convertirnos en eremitas, anacoretas y cenobitas modernos, y abominar de la Sociedad? ¿No podríamos ocultar nuestro rostro de ojos escrutadores y convertirnos en Simones del desierto? ¿No hay quien se aleja de la especie humana y se sepulta en una cueva? Por otro lado, si la Sociedad puede alargar hasta nosotros su brazo incluso después de tratar de abandonarla ¿no puede el individuo sentirse impelido a pertenecer a un colectivo, movido por la dinámica del “esprit de corps”, con el mismo ímpetu con el que se concibe “social”? ¿No puede sentirse un individuo pulsionado a anexionarse a un grupo, aparentemente afín, con la misma fuerza con la que intenta saciar sus necesidades básicas? ¿No ha sido acaso educado-domesticado para hallar en el grupo su razón de ser y en la soledad el fracaso? Por otro lado, si ayer escogimos voluntariamente el “dolor” ¿Significa eso que nunca podremos tratar de cambiarlo por placer, que nuestra voluntad siempre será esclava de nuestras elecciones pasadas? Podemos escoger el Infierno, y eso no significa que no queramos hacer de él un Edén.

El Federalismo que nos habían descrito Proudhon, Bakunin, Kropotkin y Rocker, nos hablaba de organizaciones movidas por la voluntad de los adheridos (a veces temporales, otras, si así se quiere, perpetuadas a través del tiempo). Si en una Federación surge un desacuerdo insalvable, ni la mayoría debe someterse al disidente (o minoría) ni los discrepantes deben dejarse sojuzgar por la fuerza del número. Se discutirá hasta donde se crea necesario y si el acuerdo es un imposible ¿para qué reclamar alianzas forzadas? Cada uno por su lado (como tú también has dicho) y que nadie entorpezca el camino contrario.

Las voces discordantes pueden seguir formando parte de la misma federación, mientras ninguna se arrogue el derecho de hablar en nombre de las demás. También pueden dividirse, surgiendo de la escisión dos Federaciones independientes dentro de una misma Confederación.

El problema surge cuando no podemos soportar la convivencia con los opositores, ni dentro de nuestro “círculo”, ni en sus límites. En numerosas ocasiones tratamos de sofocar la voz del “elemento problemático”. Nos amparamos en la mayoría para hacerle la vida insoportable, para que cada decisión suya sea sometida a la sanción de un juicio sumarísimo (es en la resistencia a esta coacción donde cobra relevancia el Individualismo).

No nos basta con sacarlo de nuestra “unidad”: cuando conseguimos que coja la puerta, y empieza a dar forma a su propia iniciativa, en nuestro interior sigue siendo “el enemigo”. Alguna vez he llegado a alguna ciudad nueva y, puesto en contacto con un supuesto grupo afín, he deambulado con ellos por las calles. Al encontrarme con numerosos carteles de otros grupos, y al congratularme por la diversidad, casi siempre he tenido la misma respuesta: “éste estuvo con nosotros, pero ahora es individualista”; “no te fíes de estos, son sindicalistas”; “estos nos han dado muchos problemas, son unos reformistas”. Me ponían en antecedentes, predisponiéndome contra gente que aún no conocía. No les bastaba con haber expulsado de su seno a sus “adversarios”, con haberse separado dando un portazo; siendo, en el fondo, “compañeros de ideas”, eran “adversarios”. Peleaban por una porción ridícula de relevancia, por una proyección imaginaria de un flácido poder, por tener la hegemonía en una pecera misérrima donde ni siquiera estaban invitados.

Sí, les decimos a los que nos preguntan “con quién juntarse” que se unan con quienes les resulte más cómodo, pero no siempre les decimos que dejen a los demás “hacer de su capa un sayo” y que ellos mismos hagan lo propio. A veces esta recomendación se resume en: “únete con quienes menos te coarten. Únete al colectivo cuyas condiciones y miembros te resulten menos lesivos”. Eso para mí, como alguien que propugna que el mínimo de coacción aceptable es cero, no es algo válido.

Si busco un entorno en el que mis decisiones no aten a los demás, y en el que la voluntad de los demás no me encadene, no sé porque he de variar mi criterio a la hora de abordar el tipo de organizaciones que queremos para llevar este objetivo a buen puerto. Si los medios y organizaciones no son firmemente libertarios, tampoco lo que obtendremos del futuro lo será. Y si nuestra alternativa no se distancia de lo que existe ¿para qué molestarnos en ofrecer nada?

Decía Bakunin (Estatismo y Anarquía, 1873) que “la libertad no puede ser creada más que por la libertad”, lo contrario es pretender que “con el fin de emancipar las masas laboriosas [sea] preciso ante todo subyugarlas”. De igual modo, si la disidencia no puede circular libremente por las organizaciones que actualmente conformamos, si hemos de delimitarnos a lo establecido ¿podemos pedirle al futuro algo que no sea continuismo, perpetuación y resignada servidumbre?

Esto es una sugerencia que tomo por práctica: si no vivimos hoy la libertad que buscamos, no nos molestemos en rastrearla; nunca la encontraremos.

Encantado de debatir contigo, Salud.