Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

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Xell
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por Xell » 22 May 2008, 09:56

La verdad que llamar liberales a estos #@! es hacerles un favor. Vamos a ver, ¿cuáles son los tres grandes principios del pensamiento revolucionario, ese que toda la civilización occidental ha heredado de la Ilustración? ¿esos que al parecer sólo el anarquismo parece que se toma en serio?

Libertad, Igualdad, Fraternidad.

Telmo y AaA, escudarse en la libertad para justificar que se mire para otro lado cuando al diferente se le lleva a campos de exterminio, o se contempla pasivamente cómo se sientan las bases para un genocidio global a fin de preservar unos pírricos privilegios económicos, es patético. Para esos menesteres, la cobardía cumple mejor función.

AaA escribió:Xell escribió:
Ah, por cierto, cuando AaA aplica sus concepciones económicas al comportamiento de los mandriles, está ejerciendo "imperialismo económico" :P


Perdona, pero estoy ejerciendo biología genética. Y eso sí es ciencia.
¿Lo cuálo? :lol:
- Si quieres tener una visión del futuro, imagina una bota pisoteando un rostro humano... para siempre.

El Hombre Guillotina
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por El Hombre Guillotina » 22 May 2008, 10:21

Marco Arrieta, el estilo de cada uno es el que es, vosotros sois muchos, parloteáis en muchas ocasiones sin sentido, y aún así os contesto ¿Has sumado acaso la totalidad de vuestros mensajes?, ¿Eres conciente de que reunidos centuplican la longitud de los míos? Además, a mi “barroquismo” se le contrapone las imbricaciones reiteradas, los descalificativos, y las niñerías varias de algunos de tus compañeros. Los planteamientos parecen expulsados por una única boca, y se que si ahora hago excepciones contigo o con Telmo me pasara como con Aquiles, tarde o temprano os dará un “arrebato” y os dará por romper la “piedra” en la que rebota el eco que os replica… os une la “lealtad de escuela” y eso no es bueno, perdéis perspectiva y capacidad de reconocer la “propaganda” de la argumentación.

Repito mi pregunta a Telmo, Aquiles, Marco Arrieta ¿Por qué no tenéis la necesidad de refutar a quienes usan la macilla estandarizadora para unir Anarquismo y Capitalismo? Aquiles lo hizo dos veces con tibieza, desde entonces nadie ha vuelto a hacerlo. La respuesta a porqué no lo hacéis ya la habéis bosquejado ¡Por mero “patriotismo” ideológico! Allí una barricada y aquí otra… correspondéis “malamente” a todos aquellos que, aún compartiendo la misma perspectiva comunista libertaria, dijeron que no os echaran (cada uno por sus personales motivos) aunque eso supusiera “discordancia interna”… Lo más fácil hubiera sido decir: “¡A la calle!”, y la gente, aún “tapándose la nariz” prefirió debatir. ¿No os dais cuenta de que Xell misma, a quién le habéis dedicado el odio más furibundo y mezquino, abrió este tema para sondear opiniones y no echaros de forma imperativa? Aquellos a quienes les habéis dedicados los más absurdos epítetos os dejan exponer vuestras opiniones, les causaréis sincera repugnancia, pero, o bien no piden que se os eche, o bien pudiendo echaros os dejan dar vuestras “boqueadas”.

Solo os recomiendo que os “Individualicéis”, prescindid del “nosotros”, no participéis en “tropel”, que cada uno explique sus particulares ideas y sepa mirar las “vigas” y las “pajas” en cualquiera de los ojos que los observen, también en el propio…es solo un consejo, mientras no sea así mis mensajes serán necesariamente tan largos como enrevesadas sean vuestras tergiversaciones, mis refutaciones tan largas como inflexibles sean vuestras afirmaciones, mis respuestas tan largas como severas sean vuestras proclamas… es una cuestión de “correspondencia”, otros os ignorarían o dedicarían insultos gruesos, yo solo argumento. (Esto tambien responderá a Vangelis, a parte de mi repetida: “Nadie esta obligado a leerme”)

Ahora con respecto a Proudhon…

Marco Arrieta, nadie ha dicho que “obedezcáis ciegamente” a Proudhon sino todo lo contrario, usáis y abusáis mucho la formula “Tucker dijo esto…”, “Spooner dijo lo otro…”, “Proudhon dijo lo de más allá…”y si algo me ha interesado teóricamente es el estudio de las distintas corrientes Anarquistas, ergo, cuando compruebo que ni Tucker, ni Spooner, ni Proudhon dijeron lo que les achacáis tendré que exponer, casi siempre textualmente, lo que verdaderamente dijeron. Por consiguiente, te equivocas diametralmente, de “pe a pa”, Proudhon no dijo en el mismo libro (¿Qué es la Propiedad? 1840) que la “propiedad fuera un robo” y a la vez la “libertad”, en si primera gran memoria solo se refiere a la Propiedad como ROBO, es en su etapa posterior, muchos años después, cuando empieza a dedicarle su consideración. Justamente en “¿Qué es la propiedad?” dice que esta solo le reporta “libertad” al propietario, mientras que supone la esclavitud del desposeído, y como de lo “bueno” no se producen “obras malas”, la propiedad debe ser la Tiranía. Así nos habla Proudhon en un pasaje que ya he citado pero que quizás por su longitud no habéis apreciado: “Ahora bien, ¿no es cierto, volviendo a M. Cousin, que si la libertad del hombre es santa, es santa por el mismo título en todos los individuos; que si necesita de la propiedad para exteriorizarse, es decir, para vivir, esta apropiación de la materia es a todos igualmente precisa; que si quiero ser respetado en mi derecho de apropiación, debo respetar a los demás en el suyo, y, por consecuencia, que si en el concepto de lo infinito el poder de apropiación de la libertad no tiene más límites que ella misma, en la esfera de lo finito ese mismo poder se halla limitado por la relación matemática entre el número de las libertades y el espacio que ocupen? ¿No se sigue de aquí que si una libertad no puede estorbar a otra libertad coetánea en el hecho de apropiarse una materia igual a la suya, tampoco podrá menoscabar esa facultad a las libertades futuras, porque mientras que el individuo pasa, la universalidad persiste, y la ley de un organismo perdurable no puede depender de simples y pasajeros accidentes? Y de todo esto, ¿no se desprende en conclusión que siempre que nazca un ser dotado de libertad es necesario que los demás reduzcan su esfera de acción haciendo puesto al nuevo semejante, y por deber recíproco, que si el recién llegado es designado heredero de otro individuo ya existente, el derecho de sucesión no constituye para él un derecho de acumulación, sino solamente un derecho de opción?

He seguido a Cousin hasta en su propio estilo, y lo siento. ¿Acaso es preciso emplear términos tan pomposos, frases tan sonoras, para decir cosas tan sencillas? El hombre tiene necesidad de trabajar para vivir; por consiguiente, tiene necesidad de instrumentos y de materias de producción. Esta necesidad de producir constituye un derecho; pero este derecho es garantizado por sus semejantes, a cuyo favor contrae él a su vez idéntica obligación. Cien mil hombres se establecen en un territorio despoblado, tan grade como Francia. El derecho de cada uno al capital territorial es de una cienmilésima parte. Si el número de poseedores aumenta, la parte de cada uno disminuye en proporción a ese aumento. De modo que si el número de habitantes asciende a 34 millones, el derecho de cada uno será de una 34 millonésima parte. […]

La igualdad de condiciones, este dogma terrible para los oídos del propietario, verdad consoladora en el lecho del pobre que desfallece, imponente realidad bajo el escalpelo del anatomista, la igualdad de condiciones, repito, llevada al orden político, civil e industrial, es, a juicio de los filósofos, una seductora imposibilidad, una satánica mentira.”

Es decir que la “propiedad” debe ser para “Todos”, pues todos han de tener el mismo derecho a adquirirla. Sin embargo, Proudhon, opuesto a la “comunidad de bienes y a la propiedad colectiva” (por sus reservas ante el autoritarismo de la Politeia de Planton, la Comunidad de los jesuitas del Paraguay o las teorías de Weitling), entiende a su vez que aprobar la propiedad individual, fundamentarla o defenderla es garantizar la “opresión y la arbitrariedad”, pues establecer para cada individuo la propiedad privada sería no establecerla para ninguno, o como consecuencia, para una minoría privilegiada, pues por medio de la propiedad uno puede hacer suyo 10 campos cuando solo puede cultivar uno, 10 talleres cuando solo puede producir con uno, y 10 casas aunque solo pueda habitar una, y los primeros que lleguen se apropiarían de todo, dejando a los demás “desheredados”, por eso contra a la propiedad plantea la “posesión en usufructo”, lo muestra con este claro y simple ejemplo, que también ya he citado: “Cicerón compara la tierra a un amplio teatro: Quemadmodum theatrum cum commune sit, rente tamen dici potest ejus esse eum locum quem quisque occuparit. En este pasaje se encierra toda la filosofía que la antigüedad nos ha dejado acerca del origen de la propiedad. El teatro -dice Cicerón- es común a todos; y, sin embargo, cada uno llama suyo al lugar que ocupa; lo que equivale a decir que cada sitio se tiene en posesión, no en propiedad. Esta comparación destruye la propiedad y supone por otra parte la igualdad. ¿Puede ocupar simultáneamente en un teatro un lugar en la sala, otro en los palcos y otro en el paraíso? En modo alguno, a no tener tres cuerpos como Géryen, o existir al mismo tiempo en tres distintos lugares, como se cuenta del mago Apolonio.

Nadie tiene derecho más que a lo necesario, según Cicerón: tal es la interpretación exacta de su famoso axioma «a cada uno lo que le corresponde», axioma que se ha aplicado con indebida amplitud. Lo que a cada uno corresponde no es lo que cada uno puede poseer, sino lo que tiene derecho a poseer. ¿Pero qué es lo que tenemos derecho a poseer? Lo que baste a nuestro trabajo y a nuestro consumo. Lo demuestra la comparación que Cicerón hacía entre la tierra y un teatro. Bien está que cada uno se coloque en su sitio como quiera, que lo embellezca y mejore, si puede; pero su actividad no debe traspasar nunca el límite que le separa del vecino. La doctrina de Cicerón va derecha a la igualdad; porque siendo la ocupación una mera tolerancia, si la tolerancia es mutua (y no puede menos de serlo), las posesiones han de ser iguales.”

Y creo que con eso se aclaran las dudas, ahora vayamos con Telmo.

Telmo, aunque te parezca imposible, el bienestar de la gente puede obtenerse sin falta de que el júbilo ajeno menoscabe el propio. Se habla de la necesidad de encontrar una “medida”, y yo no veo tal necesidad. Cuando se habla de abolir el Estado las críticas que a los Anarquistas suele espetarnos la gente es que todo sería una “hecatombe”, sin “policías” y “leyes” todo sería un “caos”. El Anarquismo ha sabido defender que son precisamente la policía, las leyes y el Estado los responsables de ese caos, los que origina y defienden las violencias y los privilegios y que si estos no existieran la gente podría relacionarse u organizarse sin más certificado que la propia voluntad y las propias preferencias y afinidades. Si aceptamos esto para el “organigrama político” ¿Por qué no puede asumirse para el “económico”? La gente se uniría voluntariamente para producir cuanto pudiera o quisieran, y para consumir según sus gustos, voluntades y necesidades. Si tú y unos amigos hacéis deporte ¿Todos habéis hecho el mismo esfuerzo? Es posible que si o que no, puede que “María” sea asmática, que “Miguel” tenga una cojera… después todos os acercáis a una fuente cercana y cada uno bebe ¿Puede limitarse los litros que a cada uno le corresponde en función del ejercicio realizado? Es posible que unos hayan hecho menos ejercicio que otros, pues sus condiciones físicas se lo impiden, pero el agotamiento de “Miguel”, con dificultades para andar, no es inferior al realizado por “Juan” atlético y sin tara alguna ¿Significa eso que “Miguel” pueda acaparar toda el agua? No, pues eso solo representaría una nueva forma de acaparación y arbitrariedad, solo quiere decir que en función de las capacidades y necesidades de cada uno, solo a cada uno lo corresponde decidir cuanto puede hacer y cuanto necesite consumir, y al resto, a todos los demás, nos corresponde evitar que nadie, bajo pretexto alguno, pueda acaparar en exclusiva lo que seguirá suponiendo la garantía de la propia existencia, la individual y la colectiva.

Si creemos que cada individuo puede articularse por si mismo, y que la abolición de leyes y Estado no supondrá la “guerra social”, el “todo contra todos”, la masacre de las “jaurías humanas”, pues consideramos que el individuo, regido por si mismo, y sin ninguna necesidad material de hacer daño a sus semejantes, podrá abstenerse de ello, y en caso contrario los individuos se defenderán y protegerán recíprocamente, ¿Por qué no podemos trasferir un principio tan básico y simple a las relaciones económicas? El “cada uno según sus capacidades, y a cada uno según sus necesidades” no esta obsoleto por mucho que algunos lo piensen, solo la Voluntad de cada uno debe determinar la dimensión social y económica, esa es mi propuesta Anarquista.

Edito: Había pasado por al alto lo del precio de costo. Como verás yo no defiendo el mercado y por tanto no creo que a las cosas pueda adjudicársele precio alguno, cada uno producirá cuanto sus fuerzas le permitan y consumirá cuanto necesite y según sus preferencias le dicten. Pero como veo que mi “idea” no es la que tú buscas, te hablaré del precio de costo que proponen los Mutualistas. Proudhon propone tasarlo en función de la utilidad, sobre todo, del tiempo empleado en su realización, y de si ha requerido de un esfuerzo combinado y conjunto, Warren del tiempo en exclusiva, y Tucker de una síntesis de todas ellas. Por tanto el precio, establecidos los acuerdos de los distintos protagonistas y afectados de esta simbiosis o intercambio, solo sería susceptible de variarse mientras no superara el precio convenido y cuantificado de dichos valores, ese sería el precio de costo. La cuantificación en función del “valor” o de su combinación es sencilla, número de horas, numero de trabajadores que han colaborado, utilidad practica del producto, dependiendo de si aceptamos “valor de tiempo”, “valor de cooperación”, “valor de uso”, o todas ellas (estas son las premisas clásicas del Mutualismo Anarquista y del Anarco Individualismo económico). Eso determinaría el “valor trabajo”, ahora bien, si lo que se pretende es medir el “esfuerzo”, nunca se ha ido más allá del “gasto de materiales” (el precio de las materias primas) y el propio “trabajo” (en función del tiempo empleado en su elaboración), y es esa la falla que yo personalmente le achaco al Mutualismo y al Individualismo económico, pues el sujeto A de 60 años puede esforzarse tanto como el sujeto B de 20 años aunque produzca menos en más tiempo, su “valor trabajo” no aumentaría por demorarse más, ni debería devaluarse por elaborar menos. Cada Individuo es distinto, es imposible establecer una “Ley” general con la que “medirnos y calibrarnos” a todos, ergo, debe ser cada Individuo el que, conocedor de sus limitaciones, capacidades y necesidades, actúe en consecuencia para trabajar como quiera y cuanto sus cuerpo le permita, y para consumir según los mismos presupuestos. Sin que Propiedad, Mercado, Competencia, Estado, Consejo, Asamblea o Comuna alguna le dicte o regule aquello en lo que solo su Voluntad tiene potestad absoluta. Me parece el “sistema”, no solo más Justo, Equitativo, o Igualitario, sino el más Libre y aquel en el que el Individualismo podrá alcanzar su verdadera realización.

Como ves Telmo es ultra simplificado, ultra sencillo y totalmente llano, más concisión no se puede pedir, y mientras vuestras exposiciones teóricas no traten de aglutinar, en pos de extrañas alquimias, conceptos irreconciliables, ni tratéis de poner ideas propias en bocas ajenas, o de sustituir vuestras propias ideas por los reduccionismos de manuales y los decálogos de determinados “gurús”, podré ser todo lo conciso que vosotros, y mi particular “estilo”, me permita.

En cuanto a otra cosa que se ha comentado últimamente solo una reflexión que rescato de mi último mensaje: si la solidaridad no puede forzarse tampoco la obediencia a la ley y el respeto a vuestra propiedad, la consideración hacía vuestro abusivo mercado, la observancia de vuestra insensible competencia, y la sumisión a vuestro sistema… el Capitalismo no nos entrara por muchos digestivos que nos ofrezcáis. Así nos habla Armand: “Se nos dice que el egoísmo o el individualismo anarquista, nos conducirá forzosamente a una especie de solidaridad. Nada nos prueba que el egoísmo bien razonado no pueda llegar a otra cosa que a la camaradería, tal como yo la concibo. El egoísmo anarquista me parece que llegará a la formación de una multitud de asociaciones de egoístas. Digo, me parece; no prejuzgo. Corresponderá a las asociaciones de entonces el adoptar tal o cual método de vida -intelectual, moral o económico- que más convenga a sus intereses. Creo también que, tanto menos se hará sentir la obligación del medio, más el número de los egoístas aislados aumentará. En todo caso a nadie le corresponde dictar, a la asociación o al individuo aislado, el medio a emplear para sentirse vivir. Es de presumir que, los egoístas anarquistas, no permitirán, en ningún caso, que nadie atente contra su dignidad individual. Así, si como dijimos en exposiciones anteriores, a nadie se le puede forzar a ser solidario o altruista, a nadie se le puede obligar tampoco a respetar la propiedad o los bienes de quienes no quieran ser solidarios con ellos. Si yo no soy solidario con un enfermo ¿Qué obligación tiene él de ser solidario conmigo y no violar mi propiedad?, si yo puedo producir más que él ¿Por qué antes de morir de hambre no va a poder arrojarse sobre los bienes que atesoro? Todo el que suponga una cortapisa para los demás deberá de pensar que estará justificando que se establezca la misma contra él. […]Parafraseando a Stirner ‘yo violare la propiedad ajena y a su vez que ninguno guarde respeto para la mía’…”

Hablas de pánico, pero es esto lo que os ocasiona verdadero Pavor, que en una sociedad Anarquista nada nos obligara a someternos a los designios de vuestra caridad o a las privaciones de vuestra propiedad… la libertad no os condenará a ser generosos, pero tampoco a los demás nos condenará a pasar hambre.”

Es decir, para quienes hacen apología de la “insensibilidad sistemática” desde luego, nadie puede obligaros a ser altruistas, pero ¡Ojo! tampoco nadie puede obligar a las masas hambrientas a observar a quienes atesoráis una insultante abundancia y quedarse impertérritos si tomar lo que necesitan para vivir de vuestros caudales, pues si en una parte reside el lujo y lo superfluo mientras en otra se estanca la miseria y la necesidad, tan libres sois de mirar hacía otro lado como nosotros de hacer nuestro lo que requiramos para subsistir… no se os puede obligar a ser sensibles ni a preocuparos por los demás, por supuesto que No, nadie puede imponeros el respeto al “apoyo mutuo”, a la “colaboración”, a la “cooperación”, ni a la “solidaridad”, de igual manera nadie puede imponernos a nosotros el respeto a vuestra “propiedad”, a la “ley” que la justifica, al “sistema” que la ampara, ni a la “fuerza” con la que la defendéis… es lo que ocurrió en el 36 ¿Para que teorizar? Cuando llegue el momento dado la gente sabrá tomar de donde sobra, el famélico ocupara los expositores rebosantes, el desarrapado cubrirá su desnudez en la “babilonia” del comercio, y el nómada hallará techo aún que sea el de una “bendita” Iglesia. Eso es Anarquía.

Y ahora me despido durante unos días, si se me interpela que no se esperen respuestas instantáneas, pues el “cordel de la Guillotina” necesita descansar.

Salud.

(P.D: Dedicaré un ultimo mensaje a recopilar más opiniones de Proudhon sobre la propiedad y eso será todo por ahora, hasta la semana que viene o así.)
Última edición por El Hombre Guillotina el 22 May 2008, 12:49, editado 1 vez en total.

El Hombre Guillotina
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por El Hombre Guillotina » 22 May 2008, 10:45

Aquí impugna Proudhon la Propiedad como “derecho civil” y de “ocupación”: “Pothier parece creer que la propiedad, al igual de la realeza, es de derecho divino y hace remontar su origen hasta el mismo Dios. He aquí sus palabras: «Dios tiene el supremo dominio del Universo y de todas las cosas que en él existen. Para el género humano ha creado la tierra y los seres que la habitan, concediéndole un dominio subordinado al suyo: Tú lo has establecido sobre tus propias obras, tú has puesto la Naturaleza bajo sus pies, dice el Salmista. Dios hizo esta donación al género humano con estas palabras que dirigió a nuestros primeros padres después de la creación: Creced y multiplicaos, y ocupad la tierra», etc.
Leyendo este magnífico exordio, ¿quien no cree que el género humano es como una gran familia que vive en fraternal unión, bajo la autoridad de un padre venerable? Pero ¡cuántos hermanos enemigos, cuántos padres desnaturalizados, cuántos hijos pródigos!
¿Dios ha hecho donación de la tierra al género humano? Entonces, ¿por qué no he recibido yo nada? El ha puesto la Naturaleza bajo mis pies, ¡y, sin embargo, no tengo donde reclinar mi cabeza! Multiplicaos, nos dice por boca de su intérprete Pothier. ¡Ah!, sabio Poihier, esto se hace mejor que se dice; pero antes es necesario que facilitéis al pájaro ramas para tejer su nido.

«Una vez multiplicado el género humano, los hombres repartieron entre sí la tierra y las cosas que sobre ella había; lo que correspondió a cada uno comenzó a pertenecerle con exclusión de los demás; éste es el origen del derecho de propiedad.»

Decid del derecho de posesión. Los hombres vivían en una comunidad, positiva o negativa, que esto importa poco; Pero no había propiedad, puesto que ni aún había exclusivismo en la posesión. El aumento de población obligó al hombre a trabajar para aumentar las subsistencias, y entonces se convino, solemne o tácitamente, en que el trabajador era único propietario del producto de su trabajo; esto quiere decir que se estableció una convención, declarando que nadie podría vivir sin trabajar. De aquí se sigue necesariamente que para obtener igualdad de subsistencias era menester facilitar igualdad de trabajo, y que para que el trabajo fuese igual, eran precisos medios iguales para realizarlo. Quien, sin trabajar, se apoderase por fuerza o por engaño de la subsistencia de otro, rompía la igualdad y estaba fuera de la ley. Quien acaparase los medios de producción, bajo pretexto de una mayor actividad, destruía también la igualdad. Siendo, pues, en esa época la igualdad la expresión del derecho, lo que atentase a la igualdad era injusto.

De este modo nació con el trabajo la posesión privada, el derecho en la cosa, ¿pero en qué cosa? Evidentemente en el producto, no en el suelo; así es como lo han entendido siempre los árabes y como, según las relaciones de César y de Tácito, lo comprendían los germanos. «Los árabes -dice M. de Sismondi-, que reconocen la propiedad del hombre sobre los rebaños que apacienta, jamás disputan la recolección a quien sembró un campo, pero no ven la razón de negar a cualquier otro el derecho de sembrarlo a su vez. La desigualdad que resulta del pretendido derecho del primer ocupante no les parece fundada en ningún principio de justicia; y si el terreno está distribuido entre determinado número de habitantes, les parece un monopolio de éstos en perjuicio del resto de la nación, con el que no quieren conformarse... »

En otras partes la tierra fue distribuida entre sus pobladores., Admito que de este reparto resultase una mejor organización entre los trabajadores, y que este sistema de repartición, fijo y duradero, ofreciera más ventajas. Pero ¿cómo ha podido constituir esta adjudicación a favor de cada partícipe un derecho transmisible de propiedad sobre una cosa a la que todos tenían un derecho inalterable de posesión? Según la jurisprudencia, esta transformación del poseedor en propietario es legalmente imposible: implica en el derecho procesal primitivo la acumulación de la acción posesoria y de la petitoria, y admitida la existencia de una mutua concesión entre los partícipes, supone una transacción sobre un derecho natural. Cierto que los primeros agricultores, que fueron también los primeros autores de las leyes, no eran tan sabios como nuestros legistas, y aun cuando lo hubieran sido, no lo hubiesen hecho peor que ellos. Por eso no previeron las consecuencias de la transformación del derecho de posesión individual en propiedad absoluta.

Refuto a los jurisconsultos con sus propias máximas.

El derecho de propiedad, si pudiese tener alguna causa, no podría tener más que una sólo: Dominium non potest nisi ex una causa contingere. Se puede poseer por varios títulos, pero no se puede ser propietario sino por uno solo. El campo que he desbrozado, que cultivo, sobre el que he construido mi casa:, que me proporciona con sus frutos el alimento, que me permite sostener mi rebaño, puede estar en mi posesión: 1º. a título de primer ocupante; 2º. a título de trabajador; 3º. en virtud del contrato social que me lo asignó como partícipe. Pero ninguno de estos títulos me concede el derecho de dominio o de propiedad. Porque si invoco el derecho de ocupación, la sociedad puede contestarme: «Estoy antes que tú.» Si hago valer mi trabajo, me diría: «Sólo con esa condición lo posees.» Si me fundo en las convenciones, me replicaría: «Esas convenciones establecen precisamente la cualidad de usufructuario.» Tales son, sin embargo, los únicos títulos que los propietarios presentan; jamás han podido encontrar otros mejores. En efecto, todo derecho, según nos enseña Pothier, supone una causa que lo produce en beneficio de la persona que lo ejercita. Pero en el hombre que nace y que muere, en ese hijo de la tierra que pasa rápidamente como un fantasma, sólo existen, en cuanto a las cosas exteriores, títulos de posesión y no de propiedad. ¿Cómo ha podido reconocer la sociedad un derecho contra sí misma, a pesar de no existir causa que lo produjese? ¿Cómo, estableciendo la posesión, ha podido conceder la propiedad? ¿Cómo ha sancionado la ley este abuso de poder?

El alemán Aucillón responde a esto: «Algunos filósofos pretenden que el hombre, al aplicar su esfuerzo a un objeto de la Naturaleza, a un campo, a un árbol, sólo adquiere derecho sobre las alteraciones que haga, sobre la forma que dé al objeto y no sobre el objeto mismo. ¡Vana distinción! Si la forma pudiera separarse del objeto, quizá cupiese duda; pero como eso es casi siempre imposible, la aplicación del esfuerzo humano a las distintas partes del mundo exterior es el primer fundamento del derecho de propiedad¡ el primer origen de los bienes.»

« ¡Ridículo pretexto! Si la forma no puede ser separada del objeto, ni la propiedad de la posesión, es preciso distribuir la posesión. - A la sociedad corresponden en todo caso el derecho de fijar condiciones a la propiedad. Supongamos que una finca rústica rinde anualmente 10.000 francos de productos líquidos, y que (esto sería verdaderamente extraordinario) esa finca no puede dividirse. Supongamos también que, según cálculos Prudentes, el gasto medio anual de cada familia es de 3.000 francos. Con arreglo a mi criterio, el poseedor de esa propiedad debe estor obligado a abonar a la sociedad un valor equivalente a 10.000 francos anuales, previa deducción de todos los gastos de explotación y de los 3.000 necesarios al sostenimiento de su familia. Este pago anual no es el de un arrendamiento, sino el de una indemnización.
La justicia hoy en uso expondría su opinión en la siguiente forma: «Considerando que el trabajo altera la forma de las cosas, y como la forma y la materia no pueden separarse sin destruir el objeto mismo, es necesario optar por que la sociedad sea desheredada, o por que el trabajador pierda el fruto de su trabajo: Considerando que en cualquier otro caso la propiedad de la materia supondría la de lo que por accesión se le hubiera incorporado, pero en el de que se trata, la propiedad de lo accesorio implica la de lo principal. Se declara que el derecho de apropiación, por razón del trabajo, no es admisible contra los particulares, y en cambio tendrá lugar contra la sociedad.»

Tal es el constante modo de razonar de los jurisconsultos sobre la propiedad. La ley se ha establecido para determinar los derechos de los hombres entre sí, es decir, del individuo para con el individuo y del individuo para con la sociedad. Y como si una proporción pudiese subsistir con menos de cuatro términos, los jurisconsultos prescinden siempre del último. Mientras el hombre se halla en oposición con el hombre, la propiedad sirve de peso a la propiedad, y ambas fuerzas contrarias se equilibran. Pero cuando el hombre se encuentra aislado, es decir, en oposición a la sociedad que él mismo representa, la jurisprudencia enmudece, Themis pierde un platillo de su balanza.
Oigamos al profesor de Rennes, al sabio Touiller: «¿Cómo la preferencia originada por la ocupación se ha convertido después en una propiedad estable y permanente, a pesar de poder ser impugnada desde el momento en que el primer ocupante cesase en su posesión? La agricultura fue una consecuencia natural de la multiplicación del género humano, y la agricultura, a su vez, favoreció la población e hizo necesario el reconocimiento de una propiedad permanente, porque ¿quién se habría tomado el trabajo de labrar y sembrar, si no tuviera la seguridad de recolectar los frutos?»

Para tranquilizar al labrador bastaría asegurarle la posesión de los frutos. Concedamos además que se le mantuviera en su ocupación territorial mientras continuase su cultivo. Todo esto era cuanto tenía derecho a esperar, cuanto exigía el progreso de la civilización. Pero, ¿la propiedad?, ¡el derecho sobre un suelo que no se ocupa ni se cultiva! ¿Quién le ha autorizado para otorgárselo? ¿Cómo podrá legitimarse?
«La agricultura no fue por sí sola bastante para establecer la propiedad permanente; se necesitaron leyes positivas, magistrados para aplicarlas; en una palabra, el Estado político. La multiplicación del género humano hizo precisa la agricultura; la necesidad de asegurar al cultivador los frutos de su trabajo exigió una propiedad permanente y leyes para protegerla. Así, pues, a la propiedad debemos la creación del Estado.»

Es verdad, del Estado político, tal como está establecido, Estado que primero fue despotismo, luego monarquía, después aristocracia, hoy democracia y siempre tiranía.
«Sin el lazo de la propiedad no hubiera sido posible someter a los hombres al yugo saludable de la ley, y sin la propiedad permanente la tierra hubiera continuado siendo un inmenso bosque. Afirmamos, pues, con los autores más respetables, que si la propiedad transitoria, o sea, el derecho de preferencia que se funda en la ocupación, es anterior a la existencia de la sociedad civil, la propiedad permanente, tal como hoy la conocemos, es obra del derecho civil. Este es el que ha sancionado la máxima de que la propiedad, una vez adquirida, no se pierde sino por acto del propietario, y que se corrserva después de perdida la posesión de la cosa, aunque ésta se encuentre en poder de un tercero. Así la propiedad y la posesión, que en el estado primitivo estaban confundidas, llegan a ser, por el derecho civil, dos conceptos distintos e independientes; conceptos que, según la expresión de las leyes, nada tienen entre sí de común. Obsérvese por esto qué prodigioso cambio se ha realizado en la propiedad y cómo las leyes civiles han alterado la Naturaleza.»

En efecto; la ley, al constituir la propiedad, no ha sido la expresión de un hecho psicológico, el desarrollo de una ley natural, la aplicación de un principio moral. La ley, por el contrario, ha creado un derecho fuera del círculo de sus atribuciones; ha dado forma a una abstracción, a una metáfora, a una ficción; y todo esto sin dignarse prever las consecuencias, sin ocuparse de sus inconvenientes, sin investigar si obraba bien o mal. Ha sancionado el egoísmo, ha amparado pretensiones monstruosas, ha accedido a torpes estímulos, como si estuviera en su poder abrir un abismo sin fondo y dar satisfacción al mal. Ley ciega, ley del hombre ignorante, ley que no es ley; palabra de discordia. de mentira y de guerra. Ley surgiendo siempre rejuvenecida y restaurada, como la salvaguardia de las sociedades, es la que ha turbado la conciencia de los pueblos, obscurecido la razón de los sabios y originado las catástrofes de las naciones. Condenada por el cristianismo, defiéndanla hoy sus ignorantes ministros, tan poco celosos de estudiar la Naturaleza y el hombre como incapaces de leer sus Sagradas Escrituras. […]

No preveían, en efecto, estos primitivos fundadores del dominio que el derecho perpetuo y absoluto a conservar un patrimonio, derecho que les parecía equitativo, porque entonces era común, supone el derecho de enajenar, de vender, de donar, de adquirir y de perder, y que, por consecuencia, tal derecho conduce nada menos que a la destrucción de la misma igualdad en cuyo honor lo establecieron. Además, aun cuando lo hubieran podido prever, no lo hubieran tenido en cuenta por impedirlo la necesidad inmediata que les estimulaba. Esto, aparte de que, como ocurre de ordinario, los inconvenientes son en un principio muy pequeños y pasan casi inadvertidas.
No previeron esos cándidos legisladores que el principio de que la propiedad se conserva solamente por la intención implica el derecho de arrendar, de prestar con interés, de lucrarse en cambio, de crearse rentas, de imponer un tributo sobre la posesión de la tierra, cuya propiedad está reservada por la intención, mientras su dueño vive alejado de ella. No previeron esos patriarcas de nuestra jurisprudencia que si el derecho de sucesión no era el modo natural de conservar la igualdad de las primitivas porciones, bien pronto las familias serían víctimas de las más injustas exclusiones, y la sociedad, herida de muerte por uno de sus más sagrados principios, se destruiría a sí misma entre la opulencia y la miseria.

No previeron tampoco... Pero no hay necesidad de insistir en ello.

Es regla de jurisprudencia que el hecho no produce el derecho; la propiedad no puede sustraerse a esta regla. Por tanto, el reconocimiento universal del derecho de propiedad no legitima el derecho de propiedad. El hombre se ha equivocado sobre la constitución de las sociedades, sobre la naturaleza del derecho, sobre la aplicación de lo justo, de igual modo que sobre la causa de los meteoros y sobre el movimiento de los cuerpos celestes; sus antiguas opiniones no pueden ser tomadas por artículos de fe. ¿Qué nos importa que la raza india estuviese dividida en cuatro castas; ni que en las orillas del Nilo y del Ganges se distribuyese la tierra entre los nobles y los sacerdotes; ni que los griegos y los romanos colocaran la propiedad bajo el amparo de los dioses; ni que las operaciones de deslinde y medición de fincas se celebraran entre ellos con solemnidades y ceremonias religiosas? La variedad de las formas del privilegio no le salva de la injusticia, el culto de Júpiter propietario (Zeus Klesios) nada prueba contra la igualdad de los ciudadanos. […]

El voto favorable de las religiones que le han consagrado es también nulo, porque en todos los tiempos el sacerdote se ha puesto al servicio del poderoso y los dioses han hablado siempre como convenía a los políticos. Las utilidades sociales que se atribuyen a la propiedad no pueden citarse en su descargo, porque todas provienen del principio de igualdad en la posesión, que le es inherente.

¿Qué valor tiene, después de lo dicho, el siguiente ditirambo en honor a la propiedad, compuesto por Giraud en su libro sobre La propiedad entre los romanos?

«La institución del derecho de propiedad es la más importante de las instituciones humanas ... » Ya lo creo; como la monarquía es la más gloriosa.

«Causa primera de la prosperidad del hombre sobre la tierra.» Porque entonces se suponía erróneamente que representaba la justicia.

«La propiedad llegó a ser el objeto legítimo de su ambición, el anhelo de su existencia, el asilo de su familia, en una palabra, la piedra fundamental del hogar doméstico, de la ciudad y del Estado político.» Sólo la posesión ha producido todo eso.

«Principio eterno ... » La propiedad es eterna como toda negación.

«De toda institución social y de toda institución civil ... » He ahí por qué toda institución y toda ley fundada en la propiedad perecerá.

«Es un bien tan precioso como la libertad.» Para el propietario enriquecido.

«En efecto, el cultivo de la tierra laborable ... » Si el cultivador dejase de ser arrendatario, ¿estaría la tierra por eso peor cultivada?

«La garantía y la moralidad del trabajo ... » Por causa de la propiedad, el trabajo no es una condición, es un privilegio.

«La aplicación de la justicia ... » ¿Qué es la justicia sin la igualdad económica? Una balanza... con pesos falsos.

«Toda moral ... » Vientre famélico no conoce la moral. «Todo orden público ... » Sí, la conservación de la propiedad.

«Se funda en el derecho de propiedad.» Piedra angular de todo lo que existe, falso cimiento de todo lo que debe existir: ésa es la propiedad

Resumo y concluyo:

La ocupación no sólo conduce a la igualdad, sino que impide la propiedad. Porque si todo hombre tiene derecho de ocupación en cuanto existe y no puede vivir sin tener una materia de explotación y de trabajo, y si, por otra parte, el número de ocupantes varía continuamente por los nacimientos y las defunciones, fuerza es deducir que la porción que a cada trabajador corresponde es tan variable como el número de ocupantes, y, por consecuencia, que la ocupación está siempre subordinada a la población, y, finalmente, que no pudiendo en derecho ser fija la posesión, es imposible en hecho que llegue a convertirse en propiedad.

Todo ocupante es, pues, necesariamente poseedor o usufructuario, carácter que excluye el de propietario. El derecho del usufructuario impone las obligaciones siguientes: Ser responsable de la cosa que le fue confiada; usar de ella conforme a la utilidad general, atendiendo a su conservación y a su producción; no poder transformarla, menoscabaría, desnaturalizarla, ni dividir el usufructo de manera que otro la explote, mientras él recoge el producto. En una palabra, el usufructuario está bajo la inspección de la sociedad, y sometido a la condición del trabajo y a la ley de igualdad.
En este concepto queda destruida la definición romana de la propiedad: derecho de usar y de abusar, inmoralidad nacida de la violencia, la más monstruosa pretensión que las leyes civiles han sancionado jamás. El hombre recibe el usufructo de manos de la sociedad, que es la única que posee de un modo permanente.

El derecho de ocupación es igual para todos”

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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por AaA » 22 May 2008, 12:50

Brutus escribió:Esto es increíble. Ahora apoyar a una persona necesitada de tú a tú es moral samaritana. Yo no puedo obligarte a que actúes de manera éticamente correcta. Yo no puedo obligarte a que me ayudes a sacar a un compañero que está colgando de una rama. Lo que haré será levantarlo si puedo. Y si no lo levanto, no me escudo en la libertad, que verguenza debiera darte decirte anarquista y hablar así. Ese personaje mítico que fue Jesús habló de samaritanos y de fariseos.
Mateo 23,1 Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Maestro".
Moral samaritana / moral farisea
Que sea de samaritano no significa que sea malo. A mí me parece muy bien que se sea solidario con el prójimo, que se ayude a quien sea por buena voluntad... pero no pretendo obligar a nadie a actuar de forma que yo considere morlamente (que no éticamente) correcta. Por que la moral es subjetiva y no tengo por que tener razón. Que tú levantes a tu compañeo está muy bien, que tú me obligues a levantar a tu compañero simplemente por que pasaba por ahí es autoritario. Y el anarquismo pretende la libertad, no la imposición de una moral que consideramos "superior".
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por AaA » 22 May 2008, 12:51

Xell escribió: ¿Lo cuálo? :lol:
Genética y selección natural. Sabes lo que son?
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regan
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por regan » 22 May 2008, 12:58

madreeee
mira lo que ha hecho
la guarra de tu hija

El Hombre Guillotina
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por El Hombre Guillotina » 22 May 2008, 13:07

Siento repetirme, pero cuando la “pertinencia” se convierte en “contumacia”, y se hacen “aseveraciones” de determinado calado, me siento forzado a reproducir mis palabras: “En cuanto a otra cosa que se ha comentado últimamente solo una reflexión que rescato de mi último mensaje: si la solidaridad no puede forzarse tampoco la obediencia a la ley y el respeto a vuestra propiedad, la consideración hacía vuestro abusivo mercado, la observancia de vuestra insensible competencia, y la sumisión a vuestro sistema… el Capitalismo no nos entrara por muchos digestivos que nos ofrezcáis. Así nos habla Armand: “Se nos dice que el egoísmo o el individualismo anarquista, nos conducirá forzosamente a una especie de solidaridad. Nada nos prueba que el egoísmo bien razonado no pueda llegar a otra cosa que a la camaradería, tal como yo la concibo. El egoísmo anarquista me parece que llegará a la formación de una multitud de asociaciones de egoístas. Digo, me parece; no prejuzgo. Corresponderá a las asociaciones de entonces el adoptar tal o cual método de vida -intelectual, moral o económico- que más convenga a sus intereses. Creo también que, tanto menos se hará sentir la obligación del medio, más el número de los egoístas aislados aumentará. En todo caso a nadie le corresponde dictar, a la asociación o al individuo aislado, el medio a emplear para sentirse vivir. Es de presumir que, los egoístas anarquistas, no permitirán, en ningún caso, que nadie atente contra su dignidad individual. Así, si como dijimos en exposiciones anteriores, a nadie se le puede forzar a ser solidario o altruista, a nadie se le puede obligar tampoco a respetar la propiedad o los bienes de quienes no quieran ser solidarios con ellos. Si yo no soy solidario con un enfermo ¿Qué obligación tiene él de ser solidario conmigo y no violar mi propiedad?, si yo puedo producir más que él ¿Por qué antes de morir de hambre no va a poder arrojarse sobre los bienes que atesoro? Todo el que suponga una cortapisa para los demás deberá de pensar que estará justificando que se establezca la misma contra él. […]Parafraseando a Stirner ‘yo violare la propiedad ajena y a su vez que ninguno guarde respeto para la mía’…”

Hablas de pánico, pero es esto lo que os ocasiona verdadero Pavor, que en una sociedad Anarquista nada nos obligara a someternos a los designios de vuestra caridad o a las privaciones de vuestra propiedad… la libertad no os condenará a ser generosos, pero tampoco a los demás nos condenará a pasar hambre.”

Es decir, para quienes hacen apología de la “insensibilidad sistemática” desde luego, nadie puede obligaros a ser altruistas, pero ¡Ojo! tampoco nadie puede obligar a las masas hambrientas a observar a quienes atesoráis una insultante abundancia y quedarse impertérritos si tomar lo que necesitan para vivir de vuestros caudales, pues si en una parte reside el lujo y lo superfluo mientras en otra se estanca la miseria y la necesidad, tan libres sois de mirar hacía otro lado como nosotros de hacer nuestro lo que requiramos para subsistir… no se os puede obligar a ser sensibles ni a preocuparos por los demás, por supuesto que No, nadie puede imponeros el respeto al “apoyo mutuo”, a la “colaboración”, a la “cooperación”, ni a la “solidaridad”, de igual manera nadie puede imponernos a nosotros el respeto a vuestra “propiedad”, a la “ley” que la justifica, al “sistema” que la ampara, ni a la “fuerza” con la que la defendéis… es lo que ocurrió en el 36 ¿Para que teorizar? Cuando llegue el momento dado la gente sabrá tomar de donde sobra, el famélico ocupara los expositores rebosantes, el desarrapado cubrirá su desnudez en la “babilonia” del comercio, y el nómada hallará techo aún que sea el de una “bendita” Iglesia. Eso es Anarquía.”

Y ahora si que me voy, Salud.

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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por KoLoKaDa » 22 May 2008, 14:30

la leche, Aaa, no sé si ya puedes sorprenderme más...
El determinismo biológico es una teoría que consiste en afirmar que tanto las normas de conducta compartidas como las diferencias sociales y económicas que existen entre los grupos, básicamente diferencias de raza, de clase y de sexo, derivan de ciertas diferencias heredadas innatas, y que en este sentido, la sociedad constituye un reflejo fiel de la biología. El determinismo biológico se plantea hoy en términos de determinismo genético, un conjunto de teorías que defienden la posibilidad de dar respuestas últimas al comportamiento de los seres vivos a partir de su estructura genética. Por lo tanto, la conducta, tanto de los animales como del ser humano, obedece a formas que han sido necesarias para la supervivencia de sus genes, y que se extienden a complejos sistemas sociales adaptados a su más favorable proceso evolutivo.

En el caso de los humanos, “máquina de supervivencia” de sus genes, según la definición de Richard Dawkins, al igual que sus características físicas, factores tan controvertidos como son el racismo, la desigualdad social, la competitividad, las guerras, el hambre, las enfermedades, la agresividad, las diferencias entre sexos, el libre albedrío o el altruismo, son justificados por los deterministas biológicos, esencialmente, a partir de factores heredados por los genes, los cuales a su vez se rigen por los procesos evolutivos que operan en la selección natural, establecidos por Charles Darwin en la segunda mitad del s. XIX, difundidos con posterioridad por el darwinismo social y cuyo eco contemporáneo se halla en las teorías sociobiológicas, suscritas entre otros, por Edward O. Wilson o Richard Dawkins, quienes han encontrado en autores como R.C. Lewontin, Steven Rose, Leon J. Kamin o Stephen Jay Gould sus más firmes oponentes, al manifestar en sus críticas que, escudándose en el determinismo biológico, se intenta legitimar el status elitista de determinados grupos de poder sociales, políticos y económicos, en el orden capitalista mundial hoy imperante. Dichos grupos justificarían el ejercicio de su autoridad, dominio y opresión, sobre los “naturalmente” menos favorecidos por la selección natural, en base a una aparente escasez de recursos o al notable y progresivo crecimiento de las poblaciones, factores que en última instancia, según los deterministas biológicos, condicionan la conducta humana.
si partimos de la base de que parece que no tienes ni pajolera idea de que la determinación genética nunca supone ni siquiera el 50% de la configuración del ser humano... ¿Y el ambiente? ¿Importa un pito que te críes en un campo de concentración o en un hogar de cuento de hadas? A ver cuanto tarda en pedir la selección natural de los que mejor se pueden alimentar y más propiedades pueden tener, así tendremos una aristocracia y luego la plebe trabajadora. Venga!
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por AaA » 22 May 2008, 14:43

Tanto Jorge. en aquella discusión que tuvimos como tú ahora habéis estado venga a tergiversar lo que digo: cuando hablo de animales, decís que hablo de humanos; cuando hablo de humanos que hablo de animales... En fin, no se si no me entiendes o sí lo haces a posta para manipular. Tú misma, no he defendido en ningún momento el determinismo biológico para los humanos, por mucho que te saques de la manga falsas acusaciones.
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por regan » 22 May 2008, 14:58

AaA escribió: En fin, no se si no me entiendes o sí lo haces a posta para manipular. Tú misma, no he defendido en ningún momento el determinismo biológico para los humanos, por mucho que te saques de la manga falsas acusaciones.
Qué cara! que sí que lo has defendido:
AaA escribió: Es evidente que tiene que haber desigualdad en los ingresos: no todas tenemos el mismo talento, ni somos tan trabajadores, ni tenemos la misma suerte... Lo que propugno es la igualdad de oportunidades de acceder a la riqueza.
AaA escribió:
regan escribió:Vamos a ver si lo he entendido bien. Defendeis que el anarquismo debe basarse en la propiedad privada y la igualdad de oportunidades para acceder al mercado (que luego la socialdemócrata soy yo), a la vez que admitís que no todas las personas son iguales ni tienen el mismo talento ni la misma suerte. Pues bueno, o lo uno o lo otro.
Pues claro. No todo el mundo tiene la misma facilidad para orfercer a los demás cosas que los otros consideran útiles y valiosos. Lo que no hace que haya alguien tan torpe como para no poder conseguir lo necesario para sobrevivir.
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... a&start=75
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por AaA » 22 May 2008, 15:02

He defendido que no todos somos iguales o tenemos las mismas capacidades. Lo cual no hace que estemos determinados genéticamente, pues entran en juego muchos más factores. Captas la "sutil" (? me parece abismal) diferencia?
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por regan » 22 May 2008, 15:07

No
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por AaA » 22 May 2008, 15:11

Reductio ad absurdum

Genes=Genes + Entorno

Genes - Genes= Entorno

Entorno = 0

Pero sabemos que Entorno =/= 0

Luego la primera premisa es falsa.

Sí, me aburro mucho.
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por KoLoKaDa » 22 May 2008, 15:17

eso no es una reducción al absurdo, sino un silogismo falso :roll:

absurdum sería si te dijera que el cielo es rosa o que el nominalismo es una tontería porque por mucho que imagine un elefante rosa, éste no aparece (salvo en las pelis de Disney)

Además de aburrirte.. ¿tus contactos con los "libertarianos" no te habrán acabado de pudrir el seso?
La obra "No está en los genes. Crítica del racismo biológico" fue publicada en 1984. Sus autores, Richard Lewontin, Steven Rose y Leon J. Kamin tratan de ofrecernos una visión de las raíces científicas y sociales del determinismo biológico, analizando las funciones sociales y pretensiones de cientificidad del mismo.En el capítulo I, los autores exponen cómo hacia 1980 se introduce en Gran Bretaña y Estados Unidos la ideología de lo que denominan Nueva Derecha, se impone frente al liberalismo anterior.

Filosóficamente, esta Nueva Derecha se remonta a la visión de Thomas Hobbes de la existencia humana como una guerra de todos contra todos, en la que las relaciones humanas se basan en la competitividad y la desconfianza mutua. Desde esta posición, se considera que el objetivo de la organización social era el de regular estas características inevitables de la condición humana. La visión de Hobbes de la condición humana se derivaba de su comprensión de la biología humana, siendo la inevitabilidad biológica la que convertía a los hombres en lo que eran.

Esta creencia se enmarca dentro del reduccionismo, que explica las propiedades de conjuntos complejos como puede ser una sociedad, en términos de las unidades de que están compuestos. Así las propiedades de una sociedad humana son la suma de los comportamientos individuales de los hombres que componen dicha sociedad. Dentro de este contexto, la explicación que se daría de una sociedad agresiva, sería que los individuos que la componen son agresivos.

Una postura enmarcada dentro del reduccionismo es la del determinismo biológico, que postula que las vidas y acciones humanas son consecuencias inevitables de propiedades bioquímicas de las células que constituyen a cada individuo, y estas a su vez están determinadas por los constituyentes de los genes que posee cada individuo. Así, la naturaleza humana estaría determinada por los genes.

A través de esta posición se han conseguido explicar desigualdades de status, riqueza y poder en las sociedades capitalistas industriales contemporáneas, definiendo los comportamientos humanos como características naturales de dichas sociedades. Este determinismo biológico ha sido aceptado por la nueva derecha como legitimador, ya que si estas desigualdades son determinadas biológicamente, entonces son inevitables e inmutables. De este modo queda paralizada la vía liberal de remediar desigualdades a través de medios sociales, ya que supondría “ir contra la naturaleza”.

A través de esta obra se pretende ofrecer una explicación de los orígenes y funciones del determinismo biológico y someterlos a examen por sus pretensiones vacías de la relación de la naturaleza y los límites de la sociedad humana en lo que toca a la igualdad, la clase, la raza y el sexo. Ante todo Lewontin, Rose y Kamin plantean que podemos conseguir vivir en una sociedad mejor que la actual; y que las desigualdades de riqueza, poder y status no son naturales, sino obstáculos impuestos socialmente, que impiden en último término la creación de una sociedad en la que el potencial creativo de sus ciudadanos se emplee para el beneficio de la misma.

Estos autores pretenden encaminarnos hacia una comprensión dialéctica en contraposición con la reduccionista, que hemos explicado anteriormente. Dicha comprensión dialéctica considera que las propiedades de las partes y de los conjuntos se determinan mutuamente, de modo que las propiedades de los hombres no se dan aisladamente, sino que surgen como consecuencia de su vida en sociedad, tratando así de dar una explicación coherente y unitaria del mundo material.
a ver... egoísmo, competitividad, todos contra todos, desigualdades perpetuadas a través de la herencia e igualdad sólo en hipotético acceso a la riqueza (como si el acceso a la riqueza fuese igual pa Fulanito de Tal y pal nieto del fundador de Microsoft), reduccionismo burdo que se dedica a poner como ejemplo de toda una sociedad el comportamiento de un Robinson Crusoe (u homo economicus) en particular, perpetuación de las diferencias...

coño, ¿a quien me sonará ese discurso?
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Re: Expulsión de todos los ultraliberales o anarcocapitalistas

Mensaje por regan » 22 May 2008, 15:18

Si yo he nacido con una cardiopatía que me impide hacer esfuerzo físico como puedes hacerlo tú, no tengo las mismas oportunidades que tú para adaptarme al mercado.
Tú defiendes que yo viva en peores condiciones que tú por esa razón. Dices: pues mira, mala suerte

De las formulitas esas no he entendido ni una palabra.
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