El lunes, 7 de julio, murió en Sta. Cruz de Tenerife José Antonio Gil Rubiales, comisario jefe del Cuerpo Nacional de policía en esta provincia. Su nombramiento fue impuesto por el ex delegado del Gobierno José Segura, pese a que Gil Rubiales tenía tras de sí una trayectoria profesional y personal no precisamente ejemplar. Había sido procesado y condenado por el Tribunal Supremo por infligir salvajes torturas a un detenido en las dependencias policiales de la Dirección General de Seguridad. El detenido falleció a las pocas horas de haber abandonado la comisaría donde fue interrogado. La dureza de los métodos de este ex miembro de la brigada político-social franquista se volvería a reproducir cuando, unos pocos años después, fue sancionado por propinar palizas con cadenas a los manifestantes que se refugiaban en los zaguanes tratando de huir de la persecución policial. Pese a estos antecedentes a Segura Clavell no le tembló el pulso cuando firmó su nombramiento como custodio de la seguridad de los ciudadanos tinerfeños, hace más de tres años.
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El Comisario Jefe del Cuerpo Nacional de la Policía de Santa Cruz de Tenerife José Antonio Gil Rubiales, murió este lunes como consecuencia de una enfermedad grave que le diagnosticaron hace algún tiempo. Gil Rubiales, que había cumplido recientemente los 56 años de edad, fue nombrado Comisario Jefe de la provincia de Tenerife por el ex delegado del Gobierno José Segura Clavell.
Antonio Gil Rubiales, nacido en Jerez de la Frontera, ingresó en 1971 en la Escuela General de Policía. Al concluir los cursos que lo convirtieron en miembro de ese Cuerpo, en plena dictadura, fue destinado a uno de los puntos más calientes de la resistencia antifranquista: San Sebastián. Su primer destino le ofreció espléndidas oportunidades de emplearse a fondo en la represión de los grupos políticos de la oposición democrática. En 1981, ya destinado en la Dirección General de Seguridad en Madrid, fue acusado de torturar salvajemente en las dependencias policiales a José Arregui, que murió a las pocas horas de salir de comisaría. En el año 1985, pese a sus antecedentes - o quizás precisamente por ellos - fue adscrito a la comisaría de Pamplona. Gil Rubiales inauguró allí su nuevo destino dando palizas con cadenas a quienes expresaban su protesta en las calles por la muerte de Mikel Zabalza, fallecido en extrañas circunstancias después de haber sido detenido por la policía. Junto con otros funcionarios de su comisaría, José Antonio Gil recorría las calles de la ciudad, arrancando a golpes de los portales a quienes habían tratado de refugiarse en ellos de la persecución policial. El hecho tuvo un amplísimo eco en la Comunidad Navarra, y la Delegación del Gobierno que entonces ostentaba el conocido delincuente Luís Roldan, se vio obligada a sofocar el escándalo aplicando una leve sanción a sus protagonistas.
En 1993, Gil Rubiales fue destinado a Canarias como inspector de la Comisaría de Las Palmas. Durante un corto periodo dirigió la Unidad de Intervención Policial (UIP). Sin embargo, su perfil y sus antecedentes provocaron malestar entre los integrantes de la misma. Hace tres años y medio, el Delegado del Gobierno socialista José Segura Clavell, contra todo pronóstico y opinión, impuso su nombramiento como Comisario Provincial de Santa Cruz de Tenerife. La designación tuvo un amplísimo eco a nivel de todo el Estado. En Canarias, sin embargo, la biografía de Gil Rubiales fue vergonzosamente silenciada por la casi totalidad de los medios de comunicación de las Islas. Sólo unas pocas organizaciones políticas y sociales, como Asamblea por Tenerife, Los Verdes y APC, protestaron por aquella escandalosa designación. Entre las mismas se encontraba . Durante estos tres años que estuvo al frente de la Comisaría Provincial de Tenerife, los métodos y la trayectoria del comisario Gil Rubiales fueron también ampliamente cuestionados.
Enterrado con honores oficiales uno de los policías que torturaron a Joxe Arregi
Juan Antonio Gil Rubiales murió el lunes cuando se encontraba en su despacho. Había llegado a ser comisario provincial de la Policía española en Santa Cruz de Tenerife. Años antes, en 1981, intervino como responsable en la detención de Joxe Arregi, que falleció a consecuencia de las torturas sufridas durante nueve días, hechos por los que fue condenado. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para ser despedido con todos los honores.
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