Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Fenómenos y reflexiones en torno al Anarquismo y la sociedad: paranoias, humor, surrealismo, sucesos inexplicables... Gustos y aficiones: cine, música, literatura, etc. Textos personales. Mensajes fuera de contexto e insultos y exabruptos contra el Anarquismo.
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AXIONDIREKTA
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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por AXIONDIREKTA » 09 Ago 2016, 19:42

http://lazoediciones.tumblr.com/cuestionariocitius
CUESTIONARIO
Responden Federico Corriente (F) y Jorge Montero (J), autores del libro «Citius, Altius, Fortius. El libro negro del deporte».
Lazo ediciones

1. ¿Cuál es el objetivo principal de Citius, Altius, Fortius? ¿Por qué el subtítulo de El libro negro del deporte?

F: A priori, el libro no tenía más objetivo que abordar de forma crítica el fenómeno deportivo, y los primeros sorprendidos de que la propia dinámica de las fuentes nos condujera a una crítica a fondo de la modernidad a través del deporte fuimos nosotros. En todo caso, si algo «reivindica» el libro es el espíritu crítico y lúdico frente al proyecto de «religión laica» encarnado en la «república deportiva» —término nada inocente acuñado por el barón de Coubertin—, en la que el criterio de la integración social óptima no reside en la adopción razonada de determinados principios y puntos de vista, sino en un activismo físico automático y «espontáneo» y un «conocimiento del mundo» y unas relaciones entre los seres humanos gobernados por el principio de la «guerra de todos contra todos».

Citius, Altius, Fortius («Más rápido, más alto, más fuerte»), además de ser el lema del movimiento olímpico moderno, resume a la perfección el espíritu del capitalismo industrial, la búsqueda del rendimiento a ultranza como fin en sí. El subtítulo pretendía aludir a esa profusión de libros muy poco críticos, pero llenos de estadísticas y referencias documentales, que lucen títulos tan sensacionalistas como El libro negro del comunismo, El libro negro del fascismo, El libro negro del colonialismo o El libro negro del capitalismo, que hacen gala de ignorar lo que todos estos «ismos» de la modernidad, tan propensos a exterminios y genocidios, tienen en común, y muy en especial su pasión compartida y nada fortuita por el «espíritu deportivo». Queríamos indicar así su parentesco, ya que para nosotros se trata de distintas ramas del mismo árbol.


2. A grandes rasgos, ¿cuáles son los ejes principales en los que basan el desarrollo crítico de estas páginas?

J: Desde sus albores en la Inglaterra cuna de la revolución industrial, hemos seguido la pista del proceso de supresión generalizada del juego que desembocó en la transformación de determinados juegos populares en deportes. La implantación progresiva del deporte estuvo precedida por una brutal «reforma» de las actividades tradicionales de ocio de las clases populares (en nombre de una cruzada fanática en pro del «recreo racional» impulsada por los poderes públicos y las iglesias) a la que no fue ajena el establecimiento y consolidación de un régimen parlamentario que tenía —y sigue teniendo— mucha afinidad con una competición «deportiva» entre equipos rivales. Resuelta la cuestión de los «orígenes», pasamos a concentrar nuestra atención en el proceso de difusión internacional del deporte, en su papel en el colonialismo y el imperialismo decimonónicos, así como en la grandísima estima que profesaron por esta práctica tan «democrática» y «liberal» el fascismo, el nazismo y el estalinismo. No en vano, a través del mundo del deporte y de los escritos programáticos del máximo representante ideológico del olimpismo, el barón Pierre de Coubertin, puede analizarse la modernidad capitalista (y «anticapitalista») en su totalidad.


3. ¿En qué difiere esencialmente su obra respecto a la de la mayoría de los historiadores del deporte?

F: La mayoría de los historiadores del deporte pretenden descubrir en los juegos y rituales atléticos antiguos embriones elementales que necesariamente habrían de evolucionar hasta desembocar en el deporte moderno, como si este no fuese sino la prolongación «natural» de antiguos juegos y pasatiempos populares. Destruyen así la especificidad histórica del deporte y llevan a cabo una labor que, pese a las apariencias, está muy lejos de ser crítica con el deporte o la sociedad que lo engendró (de hecho es completamente apologética). Así, por ejemplo, ante los escándalos del deporte contemporáneo los autores más «progresistas» enuncian el cómico postulado de que este se ha alejado de su «esencia» y proponen reformas destinadas a «recuperarla», lo que les aproxima paradójicamente, como dice L. Simonović, «al punto de vista de Coubertin, Baillet-Latour, Diem, Brundage y otros fervientes defensores del “deporte amateur” —los ideólogos más militantes y reaccionarios del capitalismo—, para los que el significado pedagógico principal del deporte residía en su valor “moral”».


4. ¿Qué destacarían especialmente de la crítica al desarrollo histórico de los Juegos Olímpicos? ¿Cómo valorarían su evolución en el tiempo hasta nuestros días?

J: Ya desde finales del siglo xix se había formulado toda una filosofía positiva burguesa del deporte exaltada por estadistas, políticos e ideólogos, todos ellos unánimes en considerarlo como excelso medio de integración de la agresividad social y en destacar el papel pedagógico que podía desempeñar como forma de competición simbólica. El máximo difusor de esta ideología fue el aristócrata francés Pierre de Coubertin (1863-1937). Lejos de idear los juegos olímpicos «restaurados» como una «ceremonia consagrada a la paz», el barón los concibió por un lado como una «tregua sagrada» entre las élites aristocráticas, capitalistas y militares de Occidente, durante la que estas dejarían temporalmente de lado su rivalidad, y por otro como una forma «extremadamente económica» de apaciguar y narcotizar a los explotados de la metrópoli y de las colonias.

En la concepción de Coubertin, por tanto, el deporte ya aparece como el vehículo por excelencia para «armonizar» la contradicción entre igualdad de oportunidades y desigualdad social. Este podía y debía triunfar allí donde la mentira política, jurídica y económica fracasasen.

Así pues, lo que inauguró el barón —que siempre rechazó categóricamente el pacifismo— fue una plataforma para establecer la supremacía de unas naciones sobre otras mediante la competición deportiva. Los conflictos internos de los Estados constituidos y los enfrentamientos entre coaliciones imperialistas no hicieron sino trasladarse al estadio olímpico, desenlace ya previsto y aplaudido por Charles Maurras, fundador de Action Française, que concluyó que tales festivales iban a servir a propósitos diametralmente opuestos a la detestada fraternización entre los pueblos. Apariencias aparte, la cosa no ha cambiado mucho y desde luego, no a mejor.


5. ¿Por qué creen que los intelectuales del siglo XX no han realizado pronunciamientos críticos con el deporte? Destacan en este sentido la figura de George Orwell, ¿por qué sus argumentos en este sentido tampoco han contado con especial difusión? ¿Qué destacarían de dichos argumentos expuestos en estas páginas?

F: Las «críticas» de los intelectuales del siglo xx al deporte casi siempre se han formulado en nombre de una concepción «clásico-humanista» de la cultura física, cuando no del tradicional desprecio de las élites intelectuales y políticas por la actividad corporal en tanto distracción de actividades supuestamente más «serias y elevadas», pero en cualquier caso desde perspectivas ajenas a la crítica social moderna.

George Orwell captó muy bien la confluencia del fenómeno totalitario y del fenómeno deportivo en tanto identificación con una comunidad abstracta concebida en términos de «prestigio competitivo» que presupone la existencia de uno o más adversarios igualmente abstractos, y que no es, por tanto, sino una proyección de la «guerra de todos contra todos», la reafirmación ilusoria del individuo aislado despojado de toda inserción comunitaria efectiva. Y lo hizo, entre otras cosas, porque su hostilidad al totalitarismo era radical y fruto de la experiencia personal directa del estalinismo que le proporcionó la Guerra Civil española. En esos mismos años la intelectualidad «progresista» del mundo entero perseguía y silenciaba hasta la menor crítica del estalinismo so pretexto de que eso «haría el juego» al fascismo. Ni que decir tiene que durante la Guerra Fría la actitud de los intelectuales defensores del «mundo libre» y de la «democracia» fue de idéntico jaez, ya que de lo contrario no habrían podido erigir tan alegremente en paradigma «antitotalitario» a la nación que, además de la Declaración de Independencia y la separación Iglesia-Estado, también dio al mundo el genocidio indígena, el Ku Klux Klan y el racismo «científico» aplicado.

En definitiva, si los argumentos antideportivos de Orwell tuvieron tan poca difusión, se debe a que el «antitotalitarismo» del siglo xx ha sido poco más que un artículo político de consumo, tan fraudulento como superficial. (El destino de la propia obra de Orwell, reducida a arma ideológica arrojadiza durante la Guerra Fría, lo confirma de forma tan triste como irónica.)


6. ¿Creen que cambiará esa mermada actitud crítica del intelectual en el siglo XXI?

J: Si algo demostró el siglo xx es que los intelectuales están al menos tan sometidos a los poderes y prejuicios de su tiempo como el común de los mortales, y a menudo mucho más. Por tanto, no hay motivos para pensar que esa «mermada actitud crítica» vaya a cambiar antes entre ellos que en la sociedad en conjunto. Lo cierto es que en la actualidad muy pocos intelectuales consideran la crítica del deporte o su análisis como algo digno de atención. Por sí solo, el hecho de que la crítica de un elemento tan central en la formación de la sociedad capitalista moderna no despuntara tímidamente hasta hace apenas cuatro décadas dice mucho sobre el grado de profundidad y concreción alcanzado por la crítica social a lo largo del siglo xx, y con mayor motivo si se tiene en cuenta su evidente función de válvula de escape y mecanismo de control social.


7. ¿Cómo definirían el perfil esbozado en estas páginas de Pierre de Coubertin? ¿Y la principal crítica a su olimpismo?

F: Coubertin fue, muy a su pesar, el gran «ideólogo olvidado» del siglo pasado. Y ese «olvido» no ha sido casual. El «divino barón» dedicó toda su vida a aconsejar a las élites de su tiempo acerca de cómo utilizar el deporte para integrar a las «razas inferiores» y a las clases trabajadoras (se resistió con todas sus fuerzas a hacer lo propio en el caso de las mujeres) en la sociedad establecida. También está fuera de toda duda que si a este aristócrata misógino y racista se le pudo rodear durante tanto tiempo con una aureola de santo laico y «gran humanista», fue gracias a la complicidad del régimen estalinista, que lo adoptó como mascota en la época en que solicitó el ingreso en las instituciones deportivas «burguesas» internacionales para estrechar relaciones con sus futuros aliados militares (en esos mismos años los nazis propusieron a Coubertin para el Premio Nobel de la Paz y le «subvencionaron» generosamente). De no haber sido sucesivamente liberal y teórico del «Estado democrático ideal», defensor del colonialismo y del racismo, firme partidario de fomentar el deporte entre la clase obrera y filonazi (sin que pueda decirse que en ninguna de estas sucesivas encarnaciones «traicionara» la ideología olímpica, más bien todo lo contrario), Coubertin sin duda sería un personaje menos engorroso y sus escritos habrían obtenido una difusión mucho mayor. Nosotros hemos querido «rescatarle» de ese olvido tan injusto e interesado y demostrar hasta qué punto cabe considerarle como uno de los profetas y propagandistas de una época siniestra que por lo demás sigue siendo la nuestra.


8. De toda la bibliografía sobre deporte consultada para la elaboración del libro, ¿qué obras destacarían?

J: Por encima de cualquier otra fuente sin duda tendríamos que destacar Philosophy of Olympism y otros escritos del ex jugador de la selección yugoslava de baloncesto y doctor en filosofía Ljubodrag Simonović. En este y otros ensayos, Simonović —de cuyas tesis nos separan sin embargo algunas diferencias importantes— ha realizado contribuciones inestimables a la crítica del deporte en general y del ideario olímpico en particular, así como a la desmitificación de Pierre de Coubertin y de todo su «legado» ideológico (la «pedagogía deportiva», el fair play, la religio athletae, etc.).


9. Históricamente, ¿cuál considerarían la más grave utilización de los Juegos Olímpicos como instrumento de poder político?

F: Hablar de la «utilización política» de los Juegos Olímpicos (o de los Mundiales) suele servir para desviar la atención del hecho indiscutible de que los Juegos y el deporte en general constituyen en si mismos una de las máximas expresiones sociopolíticas del orden existente. No es de sorprender, por tanto, que la práctica totalidad de los historiadores del deporte considere la «Olimpiada nazi» de 1936 como la primera utilización política premeditada y sistemática de unos Juegos (y no es que sea falso, pero a estas alturas se ha convertido casi en un homenaje obligado a Hitler como plusmarquista absoluto del Mal). No obstante, si hubiera que designar una Olimpiada especialmente escandalosa desde un punto de vista estrechamente «político», debería citarse el caso de los Juegos de México 1968, que pasaron a la historia por el gesto de protesta antirracista de los atletas negros estadounidenses, que de hecho contribuyó paradójicamente a sepultar bajo un espeso manto de silencio cómplice internacional la memoria de los más de trescientos manifestantes asesinados por el Estado mexicano menos de dos semanas antes de la ceremonia inaugural.


10. ¿Cuáles son las principales lacras actuales de los Juegos Olímpicos según estas páginas?

J: Quizá la que contiene a todas las demás: la religio athletae encarna el espíritu homogeneizador de un capitalismo «puro», cada vez más emancipado de cualquier vestigio de las antiguas culturas nacionales, que aspira a suprimir cualquier límite consueditudinario, moral o legal, y toda idea o movimiento social que pudiera estorbar el asentamiento progresivo de un neototalitarismo capitalista global.

En la actualidad la FIFA y el COI se han convertido en paradigmas de la globalización al ser las primeras instituciones internacionales en poner en entredicho la soberanía nacional de los Estados; su poder es tal que las discrepancias entre cualquiera de sus instancias y los organismos jurídico-políticos de los Estados se resuelven en el marco jurídico y legal que rige ambas organizaciones, sin que admitan la injerencia de poderes judiciales nacionales o internacionales.
Para garantizar el cumplimiento de sus ancestrales preceptos sobre el carácter intolerable de todo tipo de manifestación política en cualquier ámbito o espacio olímpico, tras los Juegos de Moscú (1980) y de Los Ángeles (1984), boicoteados respectivamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética, el COI decidió «blindarse» de una vez por todas contra los boicots organizados por Estados. En lo sucesivo bastaría con hacer financieramente responsables de las pérdidas económicas a los países boicoteadores y negarse a invitarlos a las siguientes olimpiadas. (Desde 1988 ningún Estado ha osado boicotear unos Juegos). Además, y para reducir a su mínima expresión los efectos de cualquier forma de oposición popular, en 2002, con ocasión de la Olimpiada de Salt Lake City, se establecieron por primera vez áreas específicas destinadas a albergar protestas toleradas, limitadas y vigiladas. A las autoridades olímpicas chinas les sedujo tanto esta iniciativa que la adoptaron durante los Juegos de Pekín, añadiéndole innovaciones de su propia cosecha, como la obligación de obtener un permiso oficial de protesta y proporcionar los nombres de todos y cada uno de los asistentes al «acto de protesta».

Por lo demás, tanto en la última Olimpiada, es decir, los Juegos de Pekín, como en los de Atenas en 2004 o los que se celebrarán en Londres este verano y en Río de Janeiro en 2016, cabe hablar de un patrón común en el que los Juegos sirven de pretexto para realizar violentas reconversiones urbanísticas, voraces operaciones especulativas y reordenar el espacio urbano en detrimento del patrimonio cultural. Los Estados también aprovechan estas celebraciones en su territorio para intensificar la legislación y las medidas represivas, ajustar cuentas con movimientos de oposición molestos y contener o eliminar a los pobres mientras reiteran sin cesar por todos sus altavoces propagandísticos que todas estas iniciativas son sacrificios imprescindibles para acceder a una sociedad más moderna, más justa y más abierta.


11. ¿Podría verse en estas páginas una invitación a volver a mirar a las Olimpiadas de la Atenas clásica para devolver valores necesarios al deporte?

F: De ningún modo. Y tampoco creemos que el deporte haya sufrido una «pérdida de valores» o que estos se hayan «degradado»: al contrario, los valores que el deporte expresa en la actualidad corresponden más que nunca a su esencia, tan absurda y autodestructiva como el propio sistema capitalista.

Con el debido respeto por la civilización clásica y sus valores, conviene recordar que los juegos olímpicos y otras actividades atléticas de la democracia esclavista griega tenían un carácter aristocrático y excluyente, y que en los juegos no podían participar esclavos, extranjeros, mujeres ni pobres. Así que mal podríamos encontrar en ellos inspiración alguna.

Creer, por otra parte, que el deporte podría «reformarse» en el marco de las relaciones sociales actuales, que reducen a los seres humanos a espectadores pasivos de un mundo cuyo sentido se les escapa y en los que sus potencias enajenadas cobran vida propia, equivale a ignorar que las pautas de la evolución del deporte se han movido siempre dentro de los estrechos límites de una sociedad que antes de encontrar en el deporte el medio por excelencia para canalizar, pervertir y explotar los impulsos lúdicos, se dedicó a perseguirlos y reprimirlos con furia vesánica durante dos siglos. De ahí que desde nuestro punto de vista solo quepa postular su abolición conjunta, en el marco de un proceso de transformación de las condiciones sociales de existencia de la humanidad entera. En otras palabras: la única posibilidad de superar el horizonte actual sería acceder a una cultura lúdica (no deportiva) y poscapitalista merecedora tanto del nombre de «cultura» como del de «poscapitalista». Dicho esto, no dudamos de que una cultura lúdica emancipada del fetichismo de la competición y del principio de maximización del rendimiento cuantificable podría rescatar y transformar muchos elementos del deporte actual.


12. ¿Qué creen que reflejan los actuales Juegos Olímpicos y el deporte actual de nuestra sociedad postmoderna?

J: La evolución del deporte ha sido siempre inseparable de las distintas etapas atravesadas por la sociedad moderna; eso es algo palpable y demostrable. En la era posmoderna podría decirse que el deporte ha dejado de ser un espejo en el que se refleja la sociedad para convertirse en uno de sus ejes vertebradores fundamentales, cuando no en el principal. Los deportistas contemporáneos son vedettes condenadas no a jugar, y ni siquiera a ganar, sino a generar ganancias y espectáculo. Se han convertido en soportes publicitarios sometidos a una presión monstruosa para optimizar el rendimiento y los resultados, y sin el consumo de todo tipo de fármacos, legales e ilegales, serían incapaces de soportar esa presión.
"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. " (Mark Twain)

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Llibertat_
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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Llibertat_ » 10 Ago 2016, 07:22

Muy interesante AXIONDIREKTA. Dejo un enlace a un artículo reciente de negreverd. Muy bueno, como siempre:
http://negreverd.blogspot.com.es/2016/0 ... -2016.html

Al final cita y enlaza a este librelo, que no he leído pero pinta bien:
http://metiendoruido.com/2014/06/texto- ... asil-2014/
El juego es una actividad placentera que produce diversión a sus participantes y es una manifestación previa a la conformación misma del lenguaje articulado. Es un espacio de comunicación por excelencia con uno mismo y con el otro en la alegría de hacer y es, necesariamente, una actividad voluntaria. Jugar con una pelota puede ser algo hermoso, divertido y formativo. Jugar al fútbol puede permitirnos alcanzar estados físicos, emocionales y espirituales placenteros y en comunión con los otros. Pero mundo mundial mundializado es la muerte y consiguiente profanación del cadáver del juego, y su autopsia es retransmitida y comentada por los periodistas deportivos de todo el mundo. Para ellos el juego ha muerto y debe ser seccionado y embalsamado.

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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Stalingrado » 15 Ago 2016, 20:25

Concluida la segunda semana de juegos, éste es el balance:
Encabeza el podio de oros y medallas, Estados Unidos con 69 unidades, de las cuales 26 son de oro.
Le sigue en segunda posición Gran Bretaña con 38 (15 de oro). Y en tercera plaza, China que ya acumula 45 medallas (15 de oro). A igualdad de oros se pone por delante el país que acumule más plata, en este caso Gran Bretaña tiene 16 de plata por 13 de China.
En cuanto a España, ocupa la 13ª posición con 5 medallas (3 de oro); de las cuales 4 han sido logradas por mujeres y una por hombres.
Veamos que pasa esta última semana (el domingo 21 se cierran los juegos), pero todo indica que una vez más Estados Unidos volverá a ser la gran triunfadora como en Londres 2012.
¡Hasta el lunes...un saludo!

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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Stalingrado » 22 Ago 2016, 21:31

Bueno, amigos y amigas del deporte, terminaron los Juegos de Río 2016 y el podio de medallas no ha cambiado:
-Estados Unidos arrasa con 121 medallas. (46 oros, 37 platas y 38 bronces).
-Gran Bretaña, queda segunda con 67 medallas. (27 oros, 23 platas y 17 bronces).
-Y China logra la tercera posición. (26 oros, 18 platas y 26 bronces).
España ha realizado una buena actuación y quedándose en la posición 14ª, ha logrado 7 oros, 4 platas y 6 bronces. Por sexos, 9 metales para las mujeres y 8 para los hombres.

En cuanto a los atletas fuera de serie han sido -cómo no- los estadounidenses:
-Michael Phelps 6 medallas (5 oros y 1 plata).
-Katie Ledecky 5 medallas (4 oros y 1 plata).
-Simone Biles 5 medallas (4 oros y 1 bronce).

La próxima cita será en el verano de 2020, en Tokio, Japón. País éste que repite sede, pues ya se celebraron las olimpiadas en 1964.
Hasta entonces, gracias por vuestra lectura y ¡un saludo!

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Última edición por Stalingrado el 25 Ago 2016, 20:51, editado 1 vez en total.

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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Eclipxe » 23 Ago 2016, 00:39

Ha pasado rapido. Pensaba que duraba 1 mes o similar. :(
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Luis Nuevo
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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Luis Nuevo » 23 Ago 2016, 08:03

Eclipxe escribió:Ha pasado rapido. Pensaba que duraba 1 mes o similar. :(
¿¿¿Querías más??? No he visto mucho la tele, pero me gusta poner la radio por la noche y qué triste. Salvo en las musicales, en todas las cadenas lo miiiiismooooo.

En los mundiales de fútbol lo mismo, estoy deseando que eliminen a España para que dejen de dar la chapa.

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Re: Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 · Guía

Mensaje por Llibertat_ » 23 Ago 2016, 10:54

Además del que ya comenté en mi anterior intervención, negreverd ha sacado dos artículos mas sobre las olimpiadas. Parece que es un tema que les saca tanto de sus casillas como a mi:
http://negreverd.blogspot.com.es/2016/0 ... sio-i.html
http://negreverd.blogspot.com.es/2016/0 ... ca-ja.html

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