siudadano tarsán escribió:Bueno, a veces sí que me he quejado de ser hombre y he "reclamado" el estatuto de cristal de cuarzo (en determinados accesos de nihilismo misántropo o de misantropía nihilista, pero al segundo carajillo, se me pasa).
Enga ya tío... Eso es quejarse como decir, "¡hostias que me he pillado con la cremallera!". Eso es un orgullo. Es percibir que eso está ahí, y que duele.
Cada loco tiene su tema, y yo como no soy un anarquista a tiempo completo, reparto mi tiempo libre en diversas asociaciones bienestaristas, que si los bichos, que si la naturaleza, que si la ampa..., Resulta que soy un bienestarista y a mucha honra. Una de esas asociaciones organiza talleres gratuitos (con voluntarios sin sueldo), para dar apoyo a mujeres que son diagnosticadas de cáncer ginecológico. Mis funciones se reducen a preparar la infraestructura, colocar sillas, tener el papelógrafo, que funcione la pantalla y esas cosas. Pero luego estoy calladico en un rincón viendo la terapia de grupo, todas son mujeres, y es curiosa la cosa.
Hay mujeres que dan gracias al cáncer, por haberlas liberado. Gracias, literalmente. No es ni una ni dos, es un comentario que les escucho con frecuencia. Tener cáncer las llevó a salir de la rueda de la casa y el trabajo. La agenda que tiene en la cabeza una tía, es alucinante: llevar la casa, los niños, el marido, el trabajo, mantener la imagen, todo para adelante, con un fervor religioso... Hay mujeres que cobran la ayuda, limpian por horas, mantienen hijos, nietos, yernos, maridos... Y ¡de repente! se dan cuenta de que tienen muchas papeletas para morir pronto, y que el sistema sanitario les da la orden de parar, basta de trabajar y de cuidar a los demás. Ahora tienen que mirarse a ellas mismas. Y entonces se paran y se encuentran con que tienen aficiones, gustos, ganas de salir, de ir al cine, de relacionarse, de hacer manualidades, de asociarse... Se liberan, gracias a una enfermedad mortal. A mí esas cosas me llaman mucho la atención y me dan de qué pensar.
¿Qué clase de vida lleva una mujer, que encuentra que tiene una vida que vivir gracias a que la muerte llama a la puerta?
Yo pienso, y ya que estamos en ingobernables y en idas de ollas, que la revolución a la que aspiro sería esa: la de detener la rueda del mundo, la de salir de la multitud de obligaciones que nos joden, la de permitirnos tomar aire y respirar, y mirar alrededor, lo que sentimos y lo que somos. Ojalá tuviese la barra que rompiese el engranaje, porque os íbais a llevar una sorpresa.
Tal vez por eso multitud de problemas que salen en la tele referidos a liberaciones nacionales, opresiones populares, religiones de ultratumba, deportes de masas, eventos de no sé qué, ofensas tremebundas y principios intangibles... Me la rempanchiflen, y me parezcan... Insignificancias.
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.