Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?
Publicado: 25 Oct 2017, 23:50
¡Muy interesante! No conocía la revista.
Foro Anarquista para el debate y el contacto directo entre compañer@s.
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Cicle de Cinema contra el racisme, diverses mirades a l'Islam!
- Un món que no és el nostre, Centre Cívic Can Basté, dissabte 28/10, 18 h
- A la dreta i més enllà, Casal de Barri de Prosperitat, dijous 2/11, 19 h
- Dixan. Alger_Banyoles_Alger, Ateneu Popular 9 Barris, dissabte 4/11, 18 h: http://documentaldixan.cat/?page_id=178
- Selecció de curts Solo para Cortos, Kasal de Joves de Roquetes, divendres 10/11, 19 h
- Selecció de curts Solo para Cortos, Casal de Joves de Prosperitat, dijous 16/11, 19 h
- Selecció de curts Solo para Cortos, Casal de Joves de Guineueta, dilluns 20/11, 19 h
La lucha contra la religión es la lucha por una vida nueva
- Fantástico... Francamente fantástico.
- Fantástico parece ser su palabra favorita, señor Shannon.
- Señorita Jerkes, se vive en dos planos distintos...
- ¿Sólo en dos?
- El plano fantástico y el plano real. Son los dos en los cuales vivimos. ¿Pero cuál es verdaderamente el real?
- Yo diría que los dos, señor Shannon.
Pues bien, es posible que el madridleño "Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía" -institución que a veces parece creada para suscitar odio hacia la expresión "arte contemporáneo"- haga salir a Curtis de su ostracismo. El gran autor de películas como La trampa : qué ocurrió con nuestros sueños de libertad (2007), Los chicos buenos y los chicos malos (2011), Lago amargo (2015) o Hipernormalización (2016) se ha hecho con un hueco en la programación del sitio; no es que sea una proyección en el centro cívico de mi barrio, pero menos da una piedra.Adam Curtis es un hábil depredador en la selva televisiva; dejó sus clases de ciencias políticas en Harvard para dedicarse a hacer documentales para televisión. Como buen depredador, a la hora de elaborar sus documentales Curtis se alimenta tanto de aquellas imágenes-iconos que han servido para que los medios escribieran la historia... como de las imágenes-muleta que aparecen de forma reiterada, con sus minimas variaciones, en los informativos de televisión, como de aquellas imágenes que han quedado dormitando en los archivos de las grandes cadenas televisivas. Curtis siempre ha trabajado desde el alcázar real de la BBC, si bien esto le reportó algunas ventajas (acceso a un fondo ilimitado de material de archivo, estatus per se, rigor y seriedad propias del perfil de la cadena), no le ha solucionado su proyección al exterior, puesto que los derechos de las imágenes que utiliza sólo están solventados para el público inglés y no para el resto, cosa que ha hecho que sus documentales no se hayan podido editar en DVD, a pesar de las peticiones. Su ventana al mundo es Internet, es ahí donde podemos acceder a sus ensayos televisivos, es ahí donde la ley se la toma cada internauta por su cuenta, a pesar de los intentos gubernamentales de controlarla.
Subiré más mensajes sobre Curtis, que gracias a esta retrospectiva están saliendo muchos artículos. Lástima que este ciclo "casi completo" no nos haya traido -salvo sorpresa- Goodies and baddies:
Enlace: Adam Curtis - Una historia natural del poder
“Vivimos en un tiempo extraño. No dejan de ocurrir eventos imprevisibles que sacuden la estabilidad de nuestro mundo: atentados suicidas, oleadas de refugiados, Donald Trump, Vladimir Putin, incluso el Brexit. Pero quienes están al mando parecen incapaces de afrontarlos y nadie tiene una visión de un futuro diferente o mejor. Esta película narra la historia de cómo hemos llegado a este lugar extraño”. Así comienza HyperNormalisation, uno de los filmes más influyentes de los últimos años. Su autor, el cineasta británico Adam Curtis, se obstina desde comienzos de la década de 1990 en mostrar el funcionamiento del poder, su sinuosa arquitectura, las ideas que lo conforman, sus agentes e instituciones y su inscripción en la geopolítica contemporánea y en nosotros mismos. Con ello, no solo ha construido una de las obras fílmicas más apasionantes, lúcidas y reveladoras de los tiempos recientes sino una verdadera historia natural de nuestro presente.
Este ciclo recoge por primera vez la mayor parte de su trabajo, compuesto de largometrajes, series y breves clips articulados a partir del remontaje del ingente archivo de la BBC. Las películas, remasterizadas en nuevas versiones preparadas específicamente para el ciclo, se complementan con una clase magistral, dos sesiones programadas por el autor (“cartas blancas”) y una serie de presentaciones a cargo de teóricos de la cultura. Adam Curtis argumenta con frecuencia que él es periodista, ni cineasta ni artista, y que su obra consiste en elaborar un nuevo modelo analítico y crítico de la información y del reportaje mediante la búsqueda, en el montaje discursivo y visual de las imágenes, de narraciones que expliquen las ideas que producen nuestro tiempo desquiciado. Excavando en el archivo de la BBC, cadena para la que produce sus películas, Curtis emplea el torrente inagotable de la imagen contemporánea para escribir un relato que cartografía cómo ciertas nociones, historias y conexiones, por improbables que parezcan, nos determinan y nos gobiernan en la actualidad.
Adam Curtis sitúa entre sus focos principales de interés el escrutinio de una nueva cultura narcisista del yo, su relación con la contracultura de la década de 1960 y con el nacimiento de internet y las redes tecnológicas, y la imposibilidad de las élites políticas, frente a un abstracto poder financiero global, de dirigir el mundo desde la Guerra Fría. Y, como relatos subyacentes, la crisis de la representación, el uso del deseo irracional de consumo de las masas, las nuevas formas de control social, la arquitectura de un nuevo orden mundial, los efectos de la pospolítica como gobierno, y las consecuencias de la llamada posverdad como criterio de comunicación pública. Adam Curtis, como su admirado John Dos Passos en literatura, ha articulado una obra poliédrica con una densidad inigualable de sujetos, ideas y temas, marcando la transición del cine entendido como ensayo al cine concebido como novela del presente.
El cine de Curtis también explora diferentes espacios y audiencias: la producción en dispositivos alternativos, la distribución en televisión de las series en varios capítulos y los estrenos en plataformas de streaming y nuevas pantallas. El Museo, respondiendo a estos nuevos formatos, plantea a su vez la proyección tanto de episodios individuales como de las series íntegras en sesiones continuas.
La idea de «intervención humanitaria», que está detrás de la decisión de atacar Libia, es una de las creencias esenciales de nuestra época.
Divide a la gente. Algunos lo ven como un uso noble y desinteresado de la fuerza de Occidente. Otros lo ven como una cortina de humo del moderno imperialismo liberal.
Quiero contar la historia de cómo se originó esta idea y cómo fue creciendo hasta dominar las mentes de una generación de hombres y mujeres en Europa y América.
Es la historia de una generación que se quedó desencantada de la política occidental al uso. Pensaron que podían sortear las viejas estructuras de poder corruptas y conectar directamente con las víctimas inocentes de las guerra en todo el mundo.
- Me gusta la provocación, el calor... Sentirme como si estuviese donde te pueden acuchillar y nadie se daría cuenta durante quince o veinte minutos porque estás comprimido entre tanta gente que te sería imposible caer al suelo. Me gusta la música, las letras de las canciones... en los discos no siempre es lo mismo. Pero en directo lo sientes en las tripas... Eres golpeado en el pecho por esas oleadas sonoras. Hay cantidad de discos punk donde se pierde, a mi entender, ese sentimiento, ese impacto...
He leído que una de tus ideas sobre cine y vida en general es purgar la culpa, cada culpa, directamente con la violencia... exteriormente para con los otros y para con uno mismo, y llevar a cabo una redención, trascender con esto...
- Es un tipo de lucha nihilista, luchar por el respeto propio. Puedo golpear bajo a la sociedad aunque esto no me ayude a ser una persona mejor, o hacer de la sociedad un sitio mejor, pero sigo pegando. Éste es un sentimiento de 'Taxi Driver' y del punk-rock.
¿Qué opinas de la TV?
- Sobre todo es buena para que el cerebro quede aprisionado en celdas.
¿Entonces no trabajarías para la TV?
- Yo no he dicho eso. No me gusta ver TV, pero eso no significa que yo no pueda hacer algo bueno para ella. También, en su modalidad por cable, ha abierto un nuevo y enorme mercado... Los científicos han desarrollado una perfecta solución para la calidad de imagen en la TV... Su coste es astronómico y hoy no se puede masificar. Pero es un buen sistema. Medio millón de puntos individuales corren por el interior de la fibra óptica de la pantalla y crean destellos. Si puedes bajar el precio en el mercado harás un negocio inteligente.
¿Qué tipo de arma es ésta?
- Es un tirachinas. He tenido muchas pistolas de verdad pero se me han ido oxidando al descuidarlas.
... ¿Crees que es posible rechazar lo injusto y lo que la injusticia te hace, y aceptarlo al mismo tiempo?
- La vida tiene su propio curso y nadie puede controlar la vida. El que finalmente acepta esto va a ser fortalecido; esto es lo que va a pasarle. Y no es ninguna debilidad... Hay algunas decisiones prácticas... Tan lejanas como dolorosas, el dolor es definido por su propia negación. No hay placer tan grande como el alivio del dolor. No hay nada que puedas hacer que te de tanto placer como aliviar el dolor. Si estás realmente dolorido toma morfina. Es el sentimiento más maravilloso del mundo, porque... es la sensación de volver al útero. De pronto todo desaparece y vuelves a lo de siempre, a ese mundo doloroso.
... Cuando escribes mucho material que no se puede definir, de un género peligroso, la industria se siente atraida porque no hay nada más como eso. Es único. Entonces ellos, los de la industria, lo manipulan e intentan que el material aparezca menos infinito, más de lo de la calle de todos los días, y acaban convirtiéndolo en un mal material. Ellos no entienden nada, y cuando lo entienden se asustan. En 'Hardcore' tuve que hacer algo así. Tuve que cambiar el final, y realmente no quería hacerlo. En el final original, la hija muere accidentalmente en un accidente de coche. Su padre lo olvida todo después de que su búsqueda finaliza. Entonces se da cuenta de que en ese momento su vida no tiene significado. Deja a la otra chica que le había ayudado, vuelve a casa y se da cuenta de que se había equivocado con su vida.
Bo-lí-gra-fo
SALVADOR DALÍ, SIN VALOR ADALID.
Haces bien en poner banderines de aviso. – Federico García Lorca, 'Oda a Salvador Dalí'.
Cada uno tiene sus brújulas y sus barómetros, personalmente Dalí me ha servido siempre para adivinar el rumbo de quienes lo juzgan. Cuando quiero entender de entrada a alguien que me presentan sin mayores referencias, me las arreglo para sacar a Dalí de algún cajón del diálogo. Si me dicen (sintetizo una opinión que puede durar diez minutos): “Es un estupendo hijo de mala madre”, siento que hay contacto y que todo puede andar bien. Si en cambio la respuesta se corta por el lado de: “Dejando aparte su pintura, es un ser moralmente despreciable”, cierro el cajón y me despido lo antes posible porque está claro que me ha tocado aguantar a un señor bien y pocas cosas me cuestan más que eso en la vida. Aparentemente las dos opiniones se parecen, puesto que ponen el acento (más bien el remache) en una calificación moral; pero hay que estar allí, percibir el tono y las resonancias de las dos opiniones para comprender cuánto se diferencian. Que Dalí sea un hijo de mala madre contiene un eufemismo que le cae por la cabeza (otro eufemismo) a una pobre señora catalana, cuando es él quien debería recibir el ladrillazo entre los bigotes-antenas. Nadie se ha negado menos que Salvador Dalí a recibir e incluso a agradecer ese género de ladrillazos; su particular infamia es la del Aretino, la de Curzio Malaparte, la de Louis-Ferdinand Céline, la de Maurice Sachs, la de Jean Genet, la de William Burroughs. Unas líneas sobre Sachs, precisamente, pueden explicar mejor esta vista de puntos, si cabe la inversión; las escribí en 1950 y reaparecen hoy entre viejos papeles: “N. y su mujer me hablan con horror de la innoble figura de Sachs, tal como surge de ‘Le Sabbath’. Adelanto una tentativa, no de defensa (¿qué hay que defender ahí?) pero sí de prevención contra ese desborde del asco tras del cual se adivinan los acomodos de las buenas conciencias. Cierto que Sachs es el perfecto ‘salaud’, pero mis amigos no deberían olvidar que es él quien lo admite antes que nadie. Vivimos entre vidas de mala fe, empezando por la nuestra, y pocas veces lo reconocemos como no sea en el fácil plan de: ‘Yo pecador, etc.’, o ‘Entre mis muchos defectos, etc.’. Sachs no cae nunca en esas perífrasis que esconden el sobreentendido de: ‘En fin, uno tiene sus fallos, pero en el fondo…’. Honradamente sabe que no es honrado; adelantándose a una posible biografía, nos tiende su tarjeta: Maurice Sachs, canalla. ¿Qué dice tu tarjeta, N., qué dice tu tarjeta? Tal vez el error de N. esté en que no distingue entre dos planos capitales: lo que se cuenta en ‘Le Sabbath’ y el hecho de que se cuente. Con Céline pasa lo mismo, o con Genet. Mucho de lo que relatan es atroz, pero su autenticidad autobiográfica proyecta esa literatura a una dimensión significativa por completo diferente de la ‘ficcional’. Si N. habla con razón del exhibicionismo moral de Sachs, nuestra frecuentación vicaria de casos clínicos (casi siempre a través de manuales psicoanalíticos o criminológicos de divulgación, verdaderos burdeles para mirones) debería forzarnos a reconocer el valor sui generis de que alguien se anime a asumirlos y a narrarlos sin que nos lleguen de tercera mano, mediatizados por una colchoneta y un desciframiento de sueños y parentelas. Seamos sinceros por los menos en esta admisión: cada libro “horrible” –‘La Sabbath’, ‘Voyage au bout de la nuit’, ‘Miracle de la Rose’- pone en crisis la entera literatura edificada sobre la moral judeocristiana, la desafía y la exige razones más valederas que el ajuste a valores perpetuamente en crisis. Frente a esas bruscas cloacas necesarias, imperiosas, los que siguen esperando de la literatura una manifestación estética de la interminable lucha entre Ormuz y Arimán, dando por supuesto que la batalla se libra a favor de Ormuz, se indignan ante el incomprensible fenómeno de que Arimán pueda aportar cada tanto un testimonio directo en vez de limitarse al contragolpe y a todas las gamas de lo negativo. Eso no se hace, un canalla no tiene derecho a ser un gran escritor; ya no se puede vivir en la ciudad de las letras, adónde vamos a parar”.
Dalí, está de más decirlo, tiene tanto de Arimán como de Leonardo de Vinci o de cualquiera de esos artistas o pensadores que él pretende encarnar y, por supuesto, dejar a muchos cuerpos de distancia. Asimilarlo al Mal es rendirle un homenaje que nos valdría inmediatamente un telegrama entusiasta de su parte. La función histórica y social de Dalí es fundamentalmente socrática, pero como un Sócrates en negativo, despreocupado de todo progreso en cualquier plano. Es el monstruo, es decir esa excepción aparente que de golpe puede dejar al desnudo la monstruosidad hasta entonces disimulada de los seres normales. Si Dalí puede ser culpado de acciones innobles (no las conozco directamente, y las que conozco de oídas no son como para escandalizarse tanto), ninguna de ellas acumula la infamia universal que deja aparentar el virtuoso coro de protestas y denuestos que siempre las acompañó. Hay contra Dalí un horror muy parecido a esa hipocresía sádica que se disfraza de horror hacia el verdugo. Dalí trepa tranquilamente la escalera, pasa la soga por el cuello de André Breton o de Pablo Picasso, y los cuelga sin el menor remordimiento. Pero entre la multitud indignada que asiste a las ejecuciones se cuentan muchos que llevan años ahorcando privadamente a Breton o a Picasso, que los han descuartizado y quemado a fuego lento en incontables mesas de café, en tertulias valencianas o parisinas o bonaerenses, pero que se mandarían a guardar apenas alguien les pidiera que firmasen sus opiniones. Dalí es un nuevo Sócrates por su despiadada habilidad para poner en descubierto las falencias individuales y colectivas, y también es el Cristo por su asunción desdeñosa de los pecados del mundo; a las imágenes positivas del sofista y del mesías, contrapone una mera preocupación mayéutica; una vez que la estupidez, la vanidad, las ideas recibidas, la tradición artística, el progreso espiritual entendido como lo entienden los burgueses, han quedado en cueros y suficientemente ridiculizados por su propia acción y sobre todo por las reacciones que esa acción suscita y favorece, él pierde todo interés en el asunto. Poco le importa lo bello, lo bueno y lo verdadero, y mucho menos lavar los pecados del mundo. No es el amigo de Alcibíades ni el cordero de Dios; es un catalán compadrito con más mañas que un caballo de circo, es un testigo del siglo, un estupendo hijo de mala madre. Cuando Federico lo elogió por poner banderines de aviso, no se equivocaba. Sus tijeras han tusado a un montón de Sansones demasiado seguros de su fuerza moral. Alguna vez, quizá, la humanidad pueda hacer su historia sin gente como Dalí; por el momento se limita a negarlo con el triste sistema del leproso que cubre los espejos de la casa. Al anagrama famoso y justo y latino ‘Avida Dollars’, yo contrapongo este otro más amable y simbólico y francés con el que me despido: ‘Dors, Dalila, va’.