¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Fenómenos y reflexiones en torno al Anarquismo y la sociedad: paranoias, humor, surrealismo, sucesos inexplicables... Gustos y aficiones: cine, música, literatura, etc. Textos personales. Mensajes fuera de contexto e insultos y exabruptos contra el Anarquismo.
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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 06 Dic 2018, 15:24

Muchas gracias.
AXIONDIREKTA escribió:
04 Dic 2018, 14:46
Rojo amanecer (1989) es una película mexicana del director Jorge Fons, en la que se narran los sucesos de la Matanza de Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, México.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 06 Dic 2018, 15:30

La escuela de cine privada Bande A Part de Barcelona tiene un canal de youtube con las obras de alumnas y alumnos, reportajes, y vídeos tan didácticos como éste:


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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 07 Dic 2018, 00:29

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Suspiria ( Luca Guadagnino, 2018) se presenta como un remake o revisión de la película homónina de Dario Argento -1977-, uno de los títulos más notables del cine de terror italiano de los setenta. Pero aunque se queda con la anécdota, es más un intento de relanzar el espíritu de aquellas películas de Argento, de Bava o de Fulci que de reconstruir la película italiana. No es recomendable para quien no sienta interés por el cine de terror, pero es muy buena película de terror. Y por cierto, quien haga boicot a Amazon, que sepa que viendo la película lo rompe -dicha empresa participa en la producción-.

Bordeando el exhibicionismo de sagas como Saw u Hostal, aquellos antepasados de esta Suspiria, sin embargo, no se limitaban a alimentar fantasias adolescentes de resistencia ante la exhibición de salvajadas: su forma de respetar a la audiencia era confrontarla con el más difícil todavía en la exhibición de violencia, o, mejor dicho, de imágenes que irritasen los nervios, pero siempre como una forma de denunciar la fragilidad de lo que la sociedad considera normal, no de trivializar la violencia como un barrio dentro de esa normalidad. Con cuatro duros hacían lo que Kubrick quiso mejorar y aumentar con un dineral en El resplandor -aunque se quedó en la imitación-: inquietar con una visión de mal no tanto violento como invencible, fuente del instinto de muerte que forma parte del equipaje de cualquier humano.

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La Suspiria actual participa de esta rizada de rizo -basta ver un espejo en pantalla para sentir dentera-, y creo que lo hace con brillantez. Como en aquellas películas, quienes marcan la ley son los objetivos deformados y las angulaciones inclinadas -con perspectiva de zoo, mostrando siempre a los personajes desde fuera, como en una jaula de la que no pueden escapar, casi sin montaje psicológico-; el ritmo de la película se basa más en usar el montaje para romper la continuidad que para simularla, introduciendo parámetros de musicalidad visual que resultan insólitos en una película comercial conteporánea. No hay personajes con los que simpatizar en este espectáculo de luchas rituales por confirmar quién merece el trono de reina de las brujas, con desenlace sorprendente e hipnótico. Una vez entré en la película se me pasó en un vuelo, y eso que dura dos horas y media.

Lástima de un epílogo que parece intentar un cierre amable de la película. Y conste que simpatizó con su intención: que después de dos horas de brujas esclavizando con las artes más sucias, la película no quede al margén de un movimiento feminista que ha incorporado en sus lemas "la herencia de las brujas a las que no se pudo quemar". Pero es un punto de acaramelamiento en una película que habría quedado más redonda con el aquelarre en que desembocó minutos antes.


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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 09 Dic 2018, 23:07

Por una coincidencia, este fin de semana me he encontrado ante un curioso programa doble y contrastante de cine africano.

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Por un lado Divine carcasse (Domenique Loreau, 1998), vista en copia privada: una provocación antropológica sobre brechas de usos y costumbres que contempla el cambio de manos de un automóvil desde sus propietarios de raza blanca hasta las aldeas donde no encuentran nada mejor que hacer con él que desmontarlo para convertirlo en una figura para sus rituales.

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Por otro, Ouaga Girls (Theresa Traore Dalberg, 2017), la historia de unas mozas de Burkina Faso que estudian para trabajar en talleres de reparación de vehículos. La película es, como otras de Burkina Faso, un docudrama que comparte la experiencia del ponerse las pilas en lo laboral de gente joven de Burkina; una experiencia la de este ponerse las pilas muy diferente en Nueva York que en aldeas de un país que fue socialista. Una de las películas más interesantes del I Festival On-Line de Cine Africano.

Es interesante plantearse las distintas realidades sociales que una y otra película documentan a partir de un mismo pretexto, la manipulación de automóviles.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 14 Dic 2018, 00:50

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La flauta mágica /Trollflöjten (Ingmar Bergman, 1975)
Como se sabe, y más allá de su apariencia de comedia de magia o de relato de aventuras fantásticas, la mozartiana Zauberflöte no es solamente una obra de propaganda de la fraternidad masónica que juega con un elaborado simbolismo musical y numérico presidido por los guarismos 3 y 5, sino que constituye además un significativo testimonio –el más preciso que jamás se haya ofrecido a través de los códigos artísticos- de su correspondiente itinerario iniciático, … poniendo en escena la metáfora de la muerte –muerte para la ignorancia, resurrección para el conocimiento- con el propósito de articular una convincente referencia a la soledad de iniciado en la cámara de reflexión masónica. Tamino entra en escena perseguido por esa serpiente que tradicionalmente ha materializado el significante de la tentación, del instinto descontrolado capaz de destruir la especificidad de lo humano: alcanzar la conciencia sobre su propio destino, que solamente podrá realizarse en el seno de una relación igualitaria con Pamina, constituirá la médula de su avatar.

Ante la posibilidad de desarrollar en la escena fílmica la obra de Mozart y Schikaneder, Ingmar Bergman ha tomado un camino absolutamente radical: borrar toda huella del significado esotérico de la fábula para convertirlo en un alegato genérico en favor de la armonía universal, lo que no sólo no traiciona el mensaje profundo de la obra sino que lo proyecta en un orbe más amplio y más universal de la significación. La Suecia de 1974 no es la Viena de 1791, y la reivindicación de la masonería frente a un Leopoldo II recién coronado se transforma en un discurso que aspira a horizontes mayores y menos específicos. Trollflöjten es una arrebatadora declaración amorosa y un admirativo ditirambo sobre la universalidad del texto de partida. Bergman es profundamente respetuoso con la idea central de la obra –es decir, con el fin teórico de la propia fraternidad masónica- en su propósito de transcender la contingencia de la significación en aras de ampliar su ámbito significante.

No es otro el propósito de la bellísima secuencia inicial de la película: no vemos a los ejecutantes y no hay ningún plano que relacione a los asistentes con el escenario, sino una sucesión de primerísimos planos de hombres y mujeres de todas las edades y variedades humanas… Los rostros se alternan con algunas imágenes del interior del teatro hasta el arranque del allegro, … pero no hay ningún plano general que relacione el conjunto de miradas, todas ellas dirigidas en una misma dirección que, se supone, es la que corresponde al escenario: se sugiere la existencia de un eje, pero la ausencia de contraplano vulnera su propia retórica.

Dicho en otros términos: la obertura se trata como música que forma parte del ambiente de la acción –se supone interpretada ante un atento auditorio- y a la vez como acompañamiento unificador del montaje de una serie de imágenes conexas pero independientes. No se describe la música, sino que se insiste en la exigencia de una atención sostenida que a todos concierne por encima de edades, linajes o categorías.
El comienzo de la representación propiamente dicha se corresponde con una visión frontal que respeta el eje del proscenio… pero lo hace sólo para iniciar un proceso que irá abandonando esa retórica en favor de una narrativa puramente fílmica. El teatro de Drottningholm donde se sitúa la representación es uno de los pocos que conserva su estructura y maquinaria dieciochesca, que sigue empleándose en las representaciones actuales, pero Bergman a su vez lo reconstruyó en estudio, lo que le permite mover la cámara con mucha mayor libertad, introduciéndola entre bastidores o mostrando planos subjetivos de los intérpretes.

La retórica teatral, arcaizante, introduce a la vez un elemento distanciador y convincente, en la medida en que supone representar la propia representación filmada: un juego ampliamente desarrollado a lo largo de la totalidad de la película. El teatro y el cine se interpelan, discuten y complementan entre sí desde el inicio mismo de la ficción… Los primeros planos de los intérpretes tomados desde lugares escénicos inaccesibles al espectador de la hipotética representación teatral permite destacar los respectivos puntos de vista de los personajes, vulnerando la retórica teatral tan ostentosamente invocada en el comienzo de la obra como pretendido justificante documental de la película. El teatro se desnuda e ironiza sobre sí mismo a través de su representación cinematográfica que, con desfachatez admirable, llega al extremo de incluir aplausos enlatados de un público no visible. El intermedio entre actos transcurre en los camerinos, donde vemos a Sarastro estudiando el Gurnemanz de Parsifal, a las tres damas fumando bajo un cartel que lo prohíbe en varios idiomas o a Pamina derrotando a Tamino al ajedrez.

Trollflöjten es un encargo de la televisión pública sueca para celebrar el aniversario de su creación. ergman cuenta con un excelente plantel de cantantes-actores pero saben que no debe dirigirse a un espectador operísticamente cualificado sino a un público amplio. De ahí la idea de traducir la obra al sueco, lo que, por otra parte, condice con el propósito de Mozart, que, a través del singspiel, componía para un auditorio popular en su lengua vernácula. De ahí también el utilizar grandes carteles manejados por los propios interpretes para destacar aquellos fragmentos del texto que sintetizan algunos de los aspectos esenciales de la obra.

Ni ópera filmada ni musical de Hollywood, Trollflöjten define y explota un verosímil propio entre documental ficticio sobre el teatro y ficción documental teatralizada, cuyas retóricas se interpenetran, superponen y desplazan unas sobre otras con tanta sencillez como eficacia. No hace falta decir que la operación quizás no hubiese alcanzado tan convincente resultado de no haber contado con una base de belleza tan sublime como la obra de Schikaneder y Mozart; esa elección constituye el mayor acierto de una película cuyo resultado último no es otra cosa que un homenaje a una obra que, sin la menor duda, ocupa el lugar cimero en el catálogo universal del teatro cantado.
El texto es de José Luis Téllez en el número de enero de 2018 de la revista 'Scherzo'.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 15 Dic 2018, 16:49

¿Os habéis tragado enteritas las dos horas y medía de Bailando en la oscuridad o las tres de Dogville después de que os hayan dicho en todas las críticas que estas películas de Lars von Trier son muy importantes y buenas y rompedoras y lúcidas y clásicos que habrán de perdurar? Pues que sepáis que no son más que un refrito de lo que Samuel Fuller hizo con cuatro duros en los ochenta y pico minutos que dura The naked kiss / Una luz en el hampa . Con cuatro duros, mejor, y con más sentido -y que sepáis que Lars von Trier lo sabe-.
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Samuel Fuller siempre me descoloca. Y eso me ha pasado en Una luz en el hampa, una traducción del título The naked kiss a mi parecer desacertada (queriendo realizar una especie de metáfora con el papel de la protagonista, Kelly) y quitando la nota de inquietud que esconde su título original.

Me ha impactado entre otras causas porque desconocía absolutamente a la obra que me acercaba. Tan sólo sabía que la protagonista era Constance Towers (con la que ya había trabajado en el Corredor sin retorno) y que era uno de los trabajos donde Fuller contó con libertad creativa porque la hizo prácticamente con sus propios medios (como autor independiente). Nada conocía de su argumento, sólo que su protagonista era una prostituta.

Samuel Fuller te atrapa desde la primera escena presentando a su personaje, Kelly, de la manera más impactante, violenta y brutal posible… ya ante los títulos de crédito te quedas de piedra (escena que no quiero desvelar para no quitar el efecto sorpresa a futuros espectadores que como yo se sentirán alucinados desde el primer momento). Lo que no te esperas es que después de una presentación tan brutal de un personaje que parece que va a protagonizar un thriller duro o puro cine negro te veas hundido en el melodrama más exacerbado y barroco con escenas culminantes de emoción exaltada y rozando siempre la virguería visual. Y después un regreso ligero al cine de investigación policial más convencional aunque con una continuidad en soluciones visuales que atrapan.

Una luz en el hampa es de esas películas que irremediablemente no se olvidan. Dentro del melodrama forma parte de un esquema narrativo que siempre funciona: la tranquila localidad norteamericana de carácter idílico en la que sólo hace falta rascar un poco para encontrar toda la podredumbre que la corroe. Así descubrimos las luces y sombras de los personajes más representativos de la trama que guardan la doble moral y la hipocresía reinante. Por eso Fuller golpea porque nos ‘engaña’ sobre una posible redención de la prostituta que decide rehacer su vida en idílico lugar… y nos muestra la imposibilidad de redención en un mundo que la hunde de nuevo en el ostracismo. Así Fuller va dando giros de trama que nos van hundiendo más y más en el fondo de la butaca… y sin embargo a Kelly la mantiene intacta, siempre en pie a pesar de las bofetadas continuas que recibe.

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Y la película constantemente inquieta. Ofrece momentos de relativa paz e idilio pero siempre con una nota inquietante que nos hace estar en un estado continuo de incomodidad. Impresionante es esa escena en el hospital donde trabaja la exprostituta como enfermera de niños con discapacidad física. Es una escena como un paréntesis emotivo y musical (Constance Towers siempre quiso se cantante y actuó posteriormente en varios musicales exitosos en Broadway) que desconcierta absolutamente al espectador. Los niños discapacitados físicos se encuentran perfectamente distribuidos en una habitación y a base de primeros planos van ejecutando una melancólica canción (Tell me please), de pronto, ante los rostros de las demás enfermeras y el prometido de la exprostituta (el millonario que realiza obras de caridad de la localidad) que está grabando esta sesión, Kelly va pasando entre cada uno de los niños cantando también la triste melodía. No sabes el qué es pero toda la escena te incomoda. Y además la canción melancólica y triste toma un cariz terrorífico cuando vuelve a repetirse de nuevo (pues ha sido grabada) en la casa del millonario. Es un día en el que Kelly entra entusiasmada en el que será su futuro hogar con su traje de novia en una caja… de fondo está la angelical pieza musical… Y entonces es cuando Kelly ve algo que rompe de nuevo con la narración que estábamos contemplando y nos golpea de manera brutal, como a la protagonista, en la cara.

Es increíble el juego que realiza Fuller (creador también del guion) con cada uno de los personajes. En todos hay luces pero sobre todo unas sombras que pesan como losas. Unas losas que todo lo ensucian. Sombras alargadas como las que porta Kelly, el personaje más transparente, pero también con unas sombras inquietantes (sufre varios momentos de una violencia inesperada que siempre nos pillan con brutal sorpresa). Kelly no puede huir de su pasado no tanto por ella como porque la podredumbre está anclada en cualquier sociedad que se quiere mostrar idílica… y esa podredumbre arrastra a todos a Kelly incluida. Samuel Fuller nos lleva de la mano a la historia de un ‘ángel’ redimido y nos golpea con la imposibilidad de esa redención en un mundo lleno de lodo e hipocresías sociales. Todos los personajes, incluso los niños, muestran notas discordantes, desde el policía machista e hipócrita (que rechaza continuamente a Kelly por lo que fue aunque se siente atraído por ella desde el primer instante en que la ve) hasta la anciana que alquila su habitación y le cuenta una historia de amor imposible y le recita un poema-oración alrededor de su cama.

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Samuel Fuller, con el director de fotografía Stanley Cortez (presente en El cuarto mandamiento de Orson Welles o en La noche del cazador de Charles Laughton), crea momentos de puro cine para expresar momentos entre el idilio y la pesadilla e inquietud. Otro momento culminante (la película, la verdad, está lleno de ellos) es cuando el millonario de la localidad finalmente se entrega a la protagonista. Él le propone a ella, mientras comparten gustos culturales, un viaje por Venecia. Y entonces le proyecta una película de uno de sus viajes a dicha ciudad. Y la dice que imagine a un gondolero cantando. Kelly entra en estado de éxtasis y nos hace entrar a todos en su estado. Todo el idilio y el éxtasis… es cortado de golpe por el primer beso entre los futuros enamorados… pero Kelly sonríe confiada (ha salido un momento de la ensoñación) y vuelve a rodear en sus brazos al enamorado. Regresa a Venecia. - Fuente: https://hildyjohnson.es/?p=2114

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Sindelar » 16 Dic 2018, 22:55

Domingo de secundar el cine español Imagen

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 23 Dic 2018, 22:39

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La historia de un país es la historia de sus crimenes, de sus crimenes... que dejan huella
El archivo digital de RTVE, la televisión pública made in spain, permite recuperar la mayoría de los capítulos de La huella del crimen -http://www.rtve.es/television/la-huella-del-crimen/-, un conjunto de producciones de Pedro Costa que se emitían como serie de televisión pero que está compuesto por películas independientes. En cada película se contaba la historia de un crimen famoso de la historia de Spain, y cada una de ellas estaba a cargo de un director diferente. En algunos casos, la contribución de ese director a La huella del crimen es, además, uno de los mejores trabajos de su carrera.

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Así es el caso de Antonio Drove, que se encargó de El crimen de Don Benito (1991). Como en La verdad sobre el caso Savolta (1979), Drove utiliza una historia negra como lente de aumento sobre un proceso histórico, en este caso el lavado de cara del caciquismo a principios de siglo. De haber algún relato en la película, es más el del juicio del crimen y las reacciones que suscitó que el del propio crimen -violación y asesinato-, que está en elipsis –no por ahorrarse la sangre; la exhibición de la sangre de las víctimas bajo los ojos de un guardia civil es estremecedora y vacuna de cualquier disminución del peso de los hechos-. El ir y venir de representantes de distintas clases sociales en torno a un crimen que se tapa exhibiéndolo da lugar de forma entretenida a un montón de reflexiones políticas a quemarropa. Es una pena que Drove no pudiera añadir a estos dos episodios nacionales suyos su prevista adaptación de ‘Caronte aguarda’, de Fernando Savater – es decir, haber ambientado directamente en la transición española una de sus historias sangrientas de títeres políticos.

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A Juan Antonio Bardem también le salió una de sus películas más dignas con la reconstrucción de la historia de Jarabo (1984), el señorito que cuando se le acabó el efectivo empezo a darle a la pistola con poco tino. No sé hasta qué punto lo que cuenta Bardem se ajusta a los hechos o a la realidad del personaje, pero la película hace una pintura social que produce una enorme tristeza, casi tanta como Calle Mayor (1956); da pena ver que cuando al personaje se le acaba el dinero con el que compra humillaciones y humillaciones no queda más que un asesino torpe y patético, y que las vidas de tantos hayan estado en manos de sujetos de esa catadura. Las muertes a camara lenta pueden parecer efectistas, pero marcan un contraste con el ritmo lento de Jarabo limpiando el escenario del crimen o correteando sin destino a la búsqueda de una solución que no tiene mientras se finge parrandero con gracia.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por otsabide » 25 Dic 2018, 12:46

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"El Grinch" (2018)
Siguiendo con el rosario de películas infantiles que me estoy teniendo que tragar hasta que los críos se decidan a ir al cine solos, pues hoy ha tocado ésta, remake en dibujos animados de otra "con personas" que yo no había visto. Al tratarse de una peli sobre un monstruo que odia la navidad (eso sí lo sabía), pues iluso de mí guardaba alguna esperanza. Y tiene sus golpes; pero el happy-end-todos-amigos-en-navidad las desactiva todas, hasta un grado que casi deseaba ser tragado por el sillón de la sala, de la vergüenza ajena.
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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 30 Dic 2018, 17:45

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Este año ha sido el centenario del nacimiento del gran director de cine sueco Ingmar Bergman y se han hecho las correspondientes celebraciones cinéfilas: conferencias, ciclos, monográficos, etc. Lo cierto es que tiene unas cuantas películas más que recomendables, cada una por su motivo. Pero si yo tuviera que recomendar una de ellas sin otro motivo que despertar el amor por el cine de quien la viera -amor al cine hecho por profesionales-, recomendaría una que, quizás por ser una comedia, no tiene la fama de los dramones: El ojo del Diablo / Djävulens öga (1960)

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El Diablo tiene un orzuelo que es como un aviso de que hay decencia en la Tierra. Como un alergeno que le provocara una reacción. Satán no tolera que una chica joven, guapa e inteligente siga siendo virgen y de espíritu limpio. Todo un atentado contra los principios corruptos que, lógicamente, rigen en el infierno.

Y como el casanova Don Juan se encuentra ahí cumpliendo condena desde hace centurias por haber rendido tantas honras femeninas a sus pies, el demonio le propone una misión para reducir la pena (sin que en el cielo se enteren, claro): subir a la Tierra y seducir a la veinteañera Marie, la única hija de un pastor luterano que se va a casar pronto con su prometido. Don Juan es enviado junto con su sirviente, Pablo.

El director sueco propone una visión de cielo e infierno como las dos caras de la misma moneda, como el mismo perro con distintos collares. Antagonistas de fachada pero en realidad separados por un corto paso.

En medio de ambos, la Humanidad. Bergman apunta el descubrimiento más bello y optimista que puede ofrecer, aunque pueda parecer que la oscuridad vence a la luz. No es una concesión corriente en una película bergmaniana, porque su pesimismo suele ganar la partida.

Ese descubrimiento es el libre albedrío. Tanto cielo como infierno creen que somos fichas en su gran tablero de ajedrez. Se equivocan…

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Fuente: http://www.colectivo-rousseau.org/artic ... nion/3007/

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 01 Ene 2019, 12:05

Harakiri (Masaki Kobayashi, 1962).


La traducción de los títulos originales de las películas pocas veces obedece a criterios de fidelidad y exactitud. Harakiri (o Haraquiri, según el Diccionario de la Real Academia), de Masaki Kobayashi, se titula en realidad Seppuku. En japonés, se considera vulgar la expresión harakiri para designar el suicidio ritual de los bushi. Bushi es el «caballero armado» que sigue el código del bushidō, «el camino del guerrero». El término samurái, «el que sirve», también se considera inapropiado, pues designa a una gran variedad de guerreros del antiguo Japón, algunos de castas inferiores. Es una distinción importante, pues el sentido de la jerarquía ha condicionado durante siglos la mentalidad japonesa y aún conserva vigencia. El orden jerárquico exige cuidar el lenguaje, preservando el significado de las palabras. Es una manera de recordar a cada individuo el lugar que le corresponde. El seppuku es un ritual sagrado que sólo puede ejecutar un bushi. Si lo llamamos harakiri, rebajamos su dignidad y desdibujamos las estrictas barreras entre castas. Según el bushidō, el seppuku no es un gesto de desesperación, sino una forma de salvaguardar el propio honor, oponiendo al descrédito de la vergüenza una muerte solemne y decorosa. Pacifista desde su juventud, Masaki Kobayashi escenificó en toda su crudeza el seppuku en su película Harakiri –respetaremos el título que se ha popularizado en Occidente-, mostrando al espectador que abrirse el vientre nunca es algo limpio y honorable.

La película de Kobayashi obtuvo en 1963 el Premio del Jurado del Festival de Cannes. Aparentemente, es un alegato contra el código del bushidō, pero en algunos aspectos parece acercase a sus enseñanzas, ponderando el honor y la lealtad. El bushidō es un breviario que enuncia las siete virtudes del bushi o «caballero armado»: justicia, coraje, compasión, cortesía, honestidad, honor y lealtad. La compasión a que se refiere el bushidō no es la compasión cristiana, universal e incondicionada. El bushi debe ser generoso con sus camaradas y absolutamente leal a su señor, pero no se le pide que sea benevolente con los inferiores y, menos aún, que considere a todos los hombres sus hermanos. Se puede respetar a un enemigo, pero siempre se intentará acabar con su vida, cortar su cabeza y exhibirla como trofeo. El bushi jamás perdonará los agravios o las insolencias, especialmente si proceden de individuos de castas inferiores. La venganza es un sentimiento honorable y legítimo. Así lo reconoce el clásico 'Hagakure kikigaki', de Yamamoto Tsunetomo, que se ha traducido habitualmente como Anotaciones sobre cosas oídas a la sombra de las hojas. Merece la pena detenerse un poco en el libro, pues nos ayudará a comprender mejor la película de Kobayashi. Yamamoto Tsunetomo, un bushi del clan Nabeshima, dejó las armas cuando murió su señor, retirándose a un monasterio budista. Allí dictó a un discípulo su obra, un comentario sobre el código del bushidō integrado por reflexiones, apuntes y anécdotas. Durante dos siglos, el clan Nabeshima guardó en secreto el libro, pero en la era Meiji salió a la luz. Hasta la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Hagakure disfrutó de una enorme popularidad. Los pilotos kamikaze (viento divino) solían llevar un ejemplar en su avión, acompañado de una katana.

Después de leer 'Hagakure', comprendemos que el camino de bushi es un camino de violencia, disciplina, estoicismo y desprecio por la vida: «En una situación de vida o muerte, elige, simplemente, una muerte rápida. No hay que tener pereza». No hay que ser bueno, sino fuerte y resuelto: «Los que son demasiado buenos llegan siempre tarde. El ser humano debe rebosar vitalidad». No hay que ser dulce y sencillo, sino firme y temerario: «Vivimos en una época en la que se cree que son buenas personas las que muestran buen carácter, las simpáticas y amables, las pacíficas y de trato agradable, individuos, en suma, pasivos y a los que les cuesta actuar con audacia». Cuando los hombres se comportan como mujeres, sólo cabe esperar desgracias: «El mundo, evidentemente, ha entrado en una fase de declive: los hombres están perdiendo su virilidad y adoptando cualidades propias de la feminidad». La razón jamás debe frenar o hacer titubear a un bushi: «Ninguna tarea importante puede llevarse a término con sentido común. Hay que renunciar a él y precipitarse en la locura por la muerte».

En Harakiri, Kobayashi no homenajea al bushidō de forma indirecta, como han señalado algunos críticos, delatando una supuesta impostura. Su protagonista, Tsugumo Hanshirō (Tatsuya Nakadai, actor fetiche de Kobayashi) no actúa por honor y lealtad a su señor, sino por amor a la memoria de su hija, su yerno y su nieto. De hecho, atribuye su muerte a la intransigencia del bushidō, que impone conductas crueles e inhumanas. Masaki Kobayashi nunca se dejó seducir por el camino del bushi. Siempre se sintió más cerca del crisantemo que de la espada. Nació el 14 de febrero de 1916 en Hokkaidō, la isla más septentrional de Japón. En 1933, se matriculó en la prestigiosa Universidad Waseda de Tokio para estudiar Historia del Arte Asiático. Su trayectoria académica fue ejemplar, destacando por sus brillantes calificaciones. Discípulo del profesor y erudito Aizu Yaichi, especializado en arte budista, abandonó la facultad para trabajar como ayudante de director en los estudios cinematográficos Shochiku. Su pasión por el cine prevaleció sobre su vocación universitaria. Sin embargo, sólo trabajó detrás de la cámara ocho meses, pues fue movilizado por el ejército imperial, que lo envió a participar en la campaña de Manchuria, donde contempló horrorizado los crímenes de guerra cometidos por sus compatriotas, cumpliendo órdenes del general Hideki Tōjō y el emperador Hirohito. En 1944 fue destinado a las islas Ryūkyū para luchar contra las fuerzas aliadas que se acercaban a Japón. Su experiencia en el frente agudizó su oposición al militarismo. Ante la derrota, prefirió entregarse, descartando el honorable suicidio. Pasó un año en un campo de prisioneros de Okinawa. Tras su liberación, volvió a trabajar para Shochiku como ayudante de director. Cuando al fin pudo dirigir películas, trasladó al lenguaje cinematográfico sus convicciones pacifistas y sus penalidades como soldado.

Basada en diarios reales, Kabe atsuki heya (1953) narra las experiencias de un grupo de soldados japoneses de bajo rango condenados por crímenes de guerra. Los prisioneros se escudaban en la obediencia debida, afirmando que se habían limitado a cumplir su deber. La película no agradó a muchos japoneses, que lo acusaron de sentimientos antipatrióticos. Kobayashi no se dejó intimidar por las críticas y, entre 1959 y 1961, rodó La condición humana, una trilogía de más de nueve horas basada en la novela homónima de Junpei Gomikawa. Ambientada en la Manchuria ocupada por Japón, la primera parte (titulada No hay amor más grande) narra la historia de Kaji (Tatsuya Nakadai), un joven ingeniero que acepta supervisar el funcionamiento de una mina de carbón. Se libra de ese modo de combatir en una guerra que considera injusta. Kaji intenta mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, pero sus esfuerzos humanitarios se desmoronan cuando llegan seiscientos prisioneros de guerra chinos y los soldados empiezan a maltratarlos con brutalidad inusitada. Desbordado por las circunstancias, Kaji acaba interrogándose sobre su responsabilidad moral. No lleva armas y no participa en los abusos, pero colabora en el mantenimiento de una mina que se ha convertido en un campo de concentración. La condición humana es una obra de largo aliento, ambiciosa y valiente, que afronta con un lenguaje visual cuidadosamente elaborado la degradación moral propiciada por las ideologías totalitarias.

Harakiri ahonda en la crítica de los valores del Japón imperialista y del código del bushidō. La película empieza con varios planos de la armadura que representa a los antepasados de la casa Ii. La cámara muestra un primerísimo plano de la horripilante máscara del rostro, mientras se escucha la inquietante y bellísima banda sonora de Tōru Takemitsu, que combina la música tradicional japonesa con la música clásica occidental, logrando una amplia gama de énfasis y matices, inconcebibles sin la fusión de dos tradiciones distintas. Un contrapicado lateral muestra una katana y un plano posterior picado se demora en una armadura coronada por un casco con cuernos y una melena blanca. Después, la cámara retrocede con un rápido zoom, captando un plano frontal de la armadura. Envuelta en sombras, de repente queda rodeada de oscuridad y sólo un poco después aparecen los adornos de la estancia en que se encuentra. Hasta entonces, un humo blanco flotaba a su alrededor, imprimiendo a la escena un halo místico e irreal. Estamos muy lejos de la «locura por la muerte» o de la vitalidad y audacia exaltadas por Hagakure. Por el contrario, apreciamos la podredumbre de la muerte y la crueldad de la violencia. A continuación, la cámara abandona la armadura y fija su mirada en el libro que recoge la historia de la casa Ii. Los sinogramas nos sitúan en el 13 de mayo de 1630. Es la época del shogunato Tokugawa, que ha logrado pacificar el país. Muchos clanes desaparecen y sus bushi se convierten en rōnin, literalmente «hombres flotantes» (es decir, errantes), que sobreviven como vagabundos, mercenarios o bandidos. Hagakure no ignora este destino: «El destino de un bushi al servicio de un señor es ser algún día rōnin y morir por seppuku. Desde el principio hay que estar preparado para ambas cosas». Tsugumo Hanshirō, bushi del clan Geishu hasta su abolición, acude a la casa del clan Ii para pedir que le permitan realizar el ritual sagrado del seppuku entre sus paredes. Para un bushi que ha perdido a su señor, es muy importante poder morir en un lugar digno.

La cámara nos muestra en un plano medio frontal la majestuosa puerta de la casa Ii, mientras avanza dignamente hacia ella Tsugumo Hanshirō. Aunque está de espaldas, apreciamos su dignidad en sus pasos firmes y serenos, pero también su pobreza. Su ropa negra está vieja y gastada. Su pelo, recogido en una coleta, parece polvoriento y ligeramente despeinado. Su desaliño contrasta con la casa del clan Ii. La cámara recorre sus estancias desde una perspectiva lateral, mostrando sus paredes adornadas con dibujos de tigres, árboles y montañas. Por primera vez, aparece el patio donde acontecerán los principales incidentes. Situada en una grúa, la cámara ofrece una sucesión de planos picados y oblicuos, fijándose en la perfecta simetría de las tejas y la arena blanca del patio. Un vertiginoso zoom del pasillo central, acompañado por las notas de una biwa (una especie de laúd de mástil corto con trastes), nos introduce en el interior de la casa.

El regente de la casa Ii, Saitō Kageyu (Rentarō Mikuni), acepta recibir al rōnin, pero le cuenta la historia de otro rōnin del clan Geishu que hizo la misma petición. Se llamaba Chijiiwa Motome (Akira Ishihama). Su final fue horrible, pues la pobreza le había obligado a vender sus espadas. En su lugar, llevaba cañas de bambú. El clan decidió dar un escarmiento, obligándole a realizar el seppuku con esas armas simuladas, sin ignorar que su agonía sería horrible. Su espantoso fin ahuyentaría a futuros rōnin, con intenciones semejantes. El bushi Omodaka Hikokuro (Tetsurō Tamba) insistió particularmente en el castigo y actuó en la ceremonia del seppuku como ayudante o kaishakunin, asumiendo la tarea de decapitar al suicida. No obró con rapidez, sino con lentitud y crueldad, esperando a que la espada de bambú provocara a duras penas el desentrañamiento o evisceración. Kobayashi utiliza el flashback para completar la historia. Poco a poco, Tsugumo Hanshirō revela su identidad. Chijiiwa era su yerno, el marido de su hija Miho (Shima Shinoda) y su intención es vengar su terrible muerte.

Kobayashi filma la muerte de Chijiiwa con extrema dureza. Dado que el bambú no logra atravesar el vientre, el joven deja caer su cuerpo sobre la caña, provocándose una aparatosa hemorragia y un dolor inenarrable. El público de Cannes gimió, protestó y alzó la voz, exteriorizando su espanto. No es una escena innecesaria, sino un momento particularmente trágico que se volverá más intolerable al conocer la personalidad de Chijiiwa, que no es un rōnin, sino un bushi que había cambiado la espada por una escuela, donde instruía a los más pequeños en las enseñanzas de Confucio. Tsugumo Hanshirō, su suegro, tampoco es un rōnin. Al igual que su yerno, nunca vendió su habilidad como guerrero al mejor postor. Prefirió ganarse el sustento fabricando sombrillas.

Con un espléndido guion de Shinobu Hashimoto, una exquisita fotografía de Yoshio Miyajima y un preciso montaje de Hisashi Sagara, los personajes acumulan consistencia con cada plano y cada diálogo hasta componer un riquísimo mosaico sobre la condición humana. El bushidō postula una ética absurda e inhumana. Tsugumo Hanshirō lamenta no haber vendido sus espadas, como hizo su yerno para comprar comida. Gracias a ello, pudo alimentar durante un tiempo a su esposa y a su hijo. La creciente miseria del país le dejó sin alumnos. Hanshirō también perdió sus ingresos como fabricante de sombrillas. A ninguno le preocupó parecer afeminado con su trabajo, impropio de un guerrero.

Es inevitable comparar Harakiri con Yojimbo, de Akira Kurosawa, rodada casi al mismo tiempo. Protagonizada por Toshirō Mifune, Yojimbo sí está protagonizada por un auténtico rōnin. Ambas pertenecen claramente al género de chanbara o chambara, el cine de samuráis que alude al sonido de las espadas al luchar y que equivaldría al cine occidental de espadachines, como las distintas versiones de El prisionero de Zenda o Scaramouche. Kurosawa adopta un tono de comedia que evoca el cine de John Ford y mantiene la cámara en una posición más natural. En cambio, Kobayashi emplea un registro melodramático y recurre a los planos oblicuos, los zooms y las perspectivas con grúa. Los bushi que escuchan el relato de Tsugumo Hanshirō apenas se mueven. Sus rostros hieráticos fingen dignidad, pero se deforman con el miedo cuando la muerte se acerca. El duelo entre Hanshirō y Omodaka Hikokuro, el bushi que obligó a su yerno a desgarrarse el vientre con la espada de bambú, discurre como un ballet meticulosamente planificado.

Después de cruzar un cementerio, filmado desde una grúa, y un bosque de bambú, con planos contrapicados, se enfrentan en una colina batida por el viento. Ninguno de los dos se precipita. Sus movimientos son lentos y ceremoniosos. Kobayashi combina planos medios, panorámicas, planos de detalle, contrapicados con grúa, primeros planos, planos holandeses o aberrantes, sin llegar a abrumar al espectador. La sensación de fluidez prevalece sobre el artificio. Hikokuro posee buena técnica, pero aunque ha aprendido el arte de la espada en la escuela de Shindo-Munen, su destreza no pude compararse con la del viejo bushi, que ha participado en innumerables combates. «Sin la práctica adquirida en el campo de batalla, la esgrima es como nadar en la tierra», comentará más tarde Tsugumo Hanshirō

La tumultuosa lucha final entre Hanshirō y los bushi de la casa Ii es otra lección de sabiduría narrativa. Mientras el regente se esconde en la penumbra del interior, el viejo bushi del clan Geishu se enfrenta a más de veinte adversarios. Gracias a su habilidad con la lanza y la espada, mata a cuatro y deja malheridos a ocho, pero sufre múltiples heridas que acaban finalmente con su vida. El combate se desplaza del patio a los pasillos y estancias. En un gesto cargado de simbolismo, Hanshirō se parapeta tras la armadura de la casa Ii que aparece en las primeras escenas, simbolizando el poder del clan. Abrazado a ella, da sus últimos pasos y, con rabia incontenible, la arroja al suelo, mostrando su desprecio por la tradición del bushidō. Cuando aparecen unos arcabuceros y se arrodillan para disparar contra él, se abre el vientre con determinación. No pretende morir como un bushi, sino librarse de una muerte más atroz, como la crucifixión, un castigo habitual en esa época. En cualquier caso, tras perder a su yerno, su hija y su nieto (los dos últimos de hambre y enfermedad), ya no quedan motivos para seguir viviendo.

El regente de la casa Ii prohíbe que se relate lo sucedido. El libro del clan se limitará a narrar que dos rōnin de Geishu realizaron la ceremonia del seppuku a petición propia, huyendo de la pobreza y el deshonor. Un primerísimo plano del regente, con los ojos llenos de estupor y desolación, revela que se ha producido una auténtica conmoción en la historia del clan. Las paredes con rastros de sangre, el patio con lanzas rotas y espadas partidas, la armadura del clan destrozada, testimonian que el código del bushidō sólo produce sufrimiento y despoja al ser humano de su dignidad. Las escenas de duelo minuciosamente estilizadas pueden desdibujar el alegato pacifista de Kobayashi, pero un análisis más detenido pone de manifiesto que el cineasta mantiene su punto de vista, convirtiendo un brillante chanbara en una proclama humanista. Harakiri es una película extraordinaria, quizá porque «había mucho talento» en el equipo que realizó la película, como reconoció el propio Kobayashi en una entrevista concedida muchos años después, pero también porque expresa el anhelo del ser humano de vivir en paz.

Fuente: https://www.revistadelibros.com/blogs/v ... i-harakiri

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blia blia blia.
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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por blia blia blia. » 01 Ene 2019, 13:47

Super8 escribió:
01 Ene 2019, 12:05
Harakiri (Masaki Kobayashi, 1962).
Fuente: https://www.revistadelibros.com/blogs/v ... i-harakiri
Harakiri me pareció buenísima. Y no deja de ser una peli de samurais con sus peleas, sus códigos,... pero tiene su crítica social y reflexión moral. La vi porque la encontré en un listado de esos de "mejores pelis de la historia". Y como véis no me defraudó.


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De samurais me flipó León Rojo. Es la tercera vez que lo digo en el foro. Yo creo que tiene mucha influencia de la revuelta de la época (es de 1969) . En Japón estaba el movimiento estudiantil Zengakuren, así que lo que algunos han llamado "el segundo asalto a la sociedad de clases" estaba en el aire. La lectura política de la película me parece obvia, pero aquí hay un fulano corroborando. Según él la produjo el propio Toshiro Mifune (que hace muy bien el personaje de una persona -militar- en principio mediocre y patoso que se ve empujado a liderar una revolución en una localidad).



También el argumento es típico de las pelis de samurais (y del oeste), el héroe que salva el pueblo de las manos de los tiranos y/o corruptos, pero aquí la lectura es más revolucionaria por una parte y realista por otra, porque... no os lo estropeo.
En la época de decadencia del shogunato de los Tokugawa, el emperador enviaba tropas a los pueblos para liberar a los siervos del Shogun. Gonzo, un soldado que formaba parte de esas tropas, tras llegar a las cercanías de su pueblo, decide adelantarse y hacerse pasar por el capitán para difundir un mensaje. Pero en el pueblo tendrá que lidiar con los comerciantes corruptos y el actual administrador jefe. (FILMAFFINITY)

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por salvoechea » 04 Ene 2019, 15:11

Roma. Mira que a mi las unanimidades de la crítica me suelen echar patrás. Esta vez a callarse la boca. Lo que dice toda la crítica, es un peliculón, hacía mucho tiempo que no veía una película que me sorprendiese, y me enganchase de esa manera, desde los títulos de crédito del inicio hasta el último avión. Cuenta muchísimas cosas, para quién quiera verlas las tiene delante.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Lebion » 04 Ene 2019, 17:03

Tube la misma apreciación al ver Roma el otro día. Muy chula
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Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.

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Re: ¿Cual es la última pelicula que habeis visto?

Mensaje por Super8 » 05 Ene 2019, 22:58



La verdad es que hay bastante material en Internet sobre el importante y también estimable director de cine español Juan Antonio Bardem (1922-2002). Importante sin duda para las historias de cine y con películas muy estimables, aunque a la sombra de películas peores cuya fama o resonancia sólo se explica por los esfuerzos del aparato de propaganda del que Bardem fue destacado miembro, el PCE. Intentó, de manera muy respetable, construir más un proyecto político que una carrera artística, y demasiadas veces demasiada gente -yo mismo en algún momento- han ignorado las películas conformándose con valorar el proyecto político. Es de una familia de actores y artistas varios que, cuando él empezó a decaer, cobró fama por el resto de sus miembros.


Epílogo era una serie de entrevistas a gente letrada famosa grabadas con la intención de emitirlas sólo cuando el famoso en cuestión hubiese muerto. Esta de Bardem está muy bien aunque, como con su más que interesante libro de memorias Y todavía sigue conviene estar pendiente de lo que queda entre líneas respecto a un señor que mientras pudo no dejó de buscar posicionarse como mandamás, y tampoco lo oculta -con cosas tan pueriles como presentarse como 'el comunismo' en persona-. Ojo al concepto de fanfarrón negativo, que tiene más ejemplos que el que cita Bardem.



Calle Bardem (Alberto Leal, 2005) es una recopilación de entrevistas con compañeros de profesión de Bardem una vez él ya había muerto. Está muy bien y aparece mucho de eso que Bardem dejaba entre líneas en sus autoretratos, aunque enseña poco sobre, en sí, su cine: la mayor parte de los insertos de películas suyas -y en plan ilustrativo- son de Resultado final (1997), bodrio de visionado insoportable para el común de los mortales y especialmente triste para quienes tenemos respeto por su autor.



Después de que su Muerte de un ciclista (1955) cosechase un triunfo prefabricado en el festival de cine de Cannes de esos que he dicho de la propaganda progresista -pues es película que no hay por donde cogerla de artificiosa y forzada-, Bardem muñó un proyecto que habría de ser más resonante -"Calle Mayor"-, y lo fue, esta vez con completo mérito. Y no hay que descontar la aportación a Calle Mayor (1956) de Betsy Blair, arriba presente -que, precisamente por ser una actriz exportada, supo construir a su personaje sin tópicos made in spain sobre nuestras solteronas-, pero tampoco ignorar que Bardem supo darle una continuidad lógica y artística a esta película con su variante posterior -"¿que habría pasado si...?"- Nunca pasa nada (1963). Es decir, que esta vez sí le tenía cogidas las vueltas al tema y se las dio con talento y eficacia.

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