Uno de sus documentales más famosos es La batalla de los diez millones (1970), documental sobre el disparatado proyecto de sanear la economía cubana a base de poner a toda la población a recolectar caña para conseguir una cosecha de diez millones de toneladas que hiciese al país economicamente solvente -¿independiente?-. Lo de disparatado lo digo yo por lo que tengo entendido, el documental es solidario con la causa aunque a costa de grandes esfuerzos por parte del siempre riguroso Marker. En la película Fidel Castro es omnipresente, y, según dice otra bitácora:
Ahí tenemos, pues, un documental, que acaba documentando la capacidad de construir una realidad -la de la causa a la que Fidel Castro exige adhesión- más que la presunta realidad. El documental, por su parte, parece defender la causa más que por su valor, porque sus seguidores corren el riesgo de ser asesinados por el imperialismo si insisten en su numantinismo.
Viendo la soltura con la que se desenvuelve frente a las cámaras (aún de pie, ataviado con una gabardina, mientras extrae papeles de un portafolios antes de comenzar una de sus míticas intervenciones televisivas) se diría que el hombre de la barba nació para liderar el uso propagandístico de los medios de comunicación de masas y no un proceso revolucionario.
Casi cincuenta años más tarde, el jiniterismo se encuentra ya consolidado en Cuba con sus aspectos más escandalosos pintados de 'aceptación de la iniciativa individual'. Por el medio, Chris Marker retomó los temas de numantinismo, insularidad y masacre en una de sus obras mayores: Level Five (1997). En esta película se borran deliberadamente las barreras entre documental y ficción con un inspirado juego de espejos: es la historia de una programadora que se documenta para realizar un vídeojuego sobre el atroz episodio de la batalla de la isla de Okinawa, isla japonesa cuyos habitantes fueron convencidos, en los últimos días de la segunda guerra mundial, de resistir hasta la muerte al ejército yanqui. Los habitantes de Okinawa fueron el peón sacrificado de una jugada del estado mayor japonés que pretendía convencer a los yanquis de que sería demasiado costoso ocupar todo el archipiélago; los yanquis tuvieron en esta exhibición la coartada perfecta para justificar su uso de la bomba atómica contra Japón, al no quedarles otra opción contra "tanto fanático".
Asistimos en la película a la búsqueda de documentación de la programadora en un entorno virtual -lo que permite reconstruir los hechos históricos- pero también a las preguntas que los hechos y la forma en que se documenta suscitan a una programadora que acaba siendo la programadora programada -o no-. En cierto modo puede verse como un remake de "La batalla de los diez millones" bajo la anestesia de mostrar una situación parecida al servicio, no del presunto anti-imperialismo, sino del imperialismo japonés. Todo un desafío a la inteligencia que tanto nos cuenta ejercer en estos tiempos de comercio con vídeos que demuestran algo, vídeos que demuestran que los vídeo que demuestran algo no demuestran nada, vídeos que demuestran que los vídeos que demuestran...