Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Aitor Mena
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Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Mensaje por Aitor Mena » 01 Jul 2018, 21:46

Joxe Elorrieta; ECHANDO LEÑA AL FUEGO DE LA MIRADA SINDICAL CONTRACORRIENTE. CLASE, TERRITORIO Y NUEVAS ALIANZAS, Icaria Editorial, 2016 (296 pp.), ISBN 978-8498887617

Jon Las Heras Cuenca
University of Manchester y Mondragón Unibertsitatea

Lluís Rodríguez Algans
Asociación de Economía Crítica e Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión

Jon Bernat Zubiri Rey
Euskal Herriko Unibertsitatea y Centre de Recherche en Économie de Grenoble

Este artículo expone de forma sintética y constructiva el análisis que Joxe Elorrieta nos presenta en Una Mirada Sindical Contracorriente (Elorrieta 2017), interpretando el mismo con ayuda de lecturas complementarias.

El libro busca enardecer el debate sobre el posicionamiento que los sindicatos han tomado con respecto a los procesos neoliberales y de globalización capitalista. Desde una perspectiva de clase, explica cómo la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales han sido "desempoderadas" durante las últimas décadas. A su vez, y de manera muy cuidadosa, escapa de cualquier lectura estructuralista o inmovilista que reniegue o empequeñezca la acción de la clase trabajadora en la transformación del capitalismo y su sustitución por un sistema más justo y sostenible. Joxe Elorrieta hace uso en este libro de una vasta literatura académica de economía política radical y relaciones laborales, problematizando la acción estratégica de los sindicatos en Euskalerria, especialmente la de ELA – Euskal Langileen Alkartasuna (Dufour y Hege 2017; 2013; 2009; Giménez 2012; Iriarte 2017; Kortabarria 2016; Letamendia 2004). El libro es pues rico en contenido histórico y teórico, y, por tanto, no dejará al lector impasible ante los argumentos que presenta. La doble formación y experiencia del autor cómo economista sindical y doctor en Ciencia Política (Elorrieta 2011), pone el colofón a sus 20 años de Secretario General del sindicato, aportando una mirada rica en matices y poniendo el foco de atención en los temas tratados, de máxima conexión práctica.

Una Mirada Sindical Contracorriente está estructurado en cuatro capítulos, y sigue una lógica clara para que el lector entienda los procesos de acumulación y lucha de clases más generales, así como la forma concreta en la que se plasman en Euskalerria. Por lo tanto, podemos entender que el libro tiene como objetivo situar a la clase trabajadora y al sindicalismo como sujetos transformadores dentro de una economía globalizada. Los dos primeros capítulos nos presentan una revisión histórica y teórica de los procesos que llevaron al surgimiento del neoliberalismo y la globalización capitalista como proyectos de renovación y relocalización de la dominación de clase; mientras que los dos últimos capítulos son una revisión de los problemas y dilemas estratégicos a los que el sindicalismo occidental y vasco, respectivamente, se han enfrentado durante las últimas décadas. A lo largo de todo el libro se complementa la exposición con numerosas notas complementarias, 573 en total a lo largo de las casi 300 páginas, dando pistas de profundización, también accesibles en la extensa bibliografía utilizada.

Desde la introducción se apela a una renovación del sindicalismo, así como del resto de fuerzas sociales y políticas, frente a "la pasión verdaderamente delictiva" del capitalismo (Badiou 2012), que hace uso de la austeridad, la deuda y la regresión social para lograr sus objetivos lucrativos. Remarcando que vivimos gobernados por "la ética o política de las bandas de ladrones" (Sarrionandia, 2015), la relaciona con Tolstoi (1900) en su alegato de que "en nuestra sociedad se ha constituido un grupo de individuos que desposee a los trabajadores, mediante actos de verdadero bandolerismo, de todo el producto de su trabajo" (citado en Elorrieta 2017: 49). En un "sistema que es anti-nosotros" tal y como planteó 15-M, entiende que el proceso de globalización capitalista "ha procedido, sin resistencia organizada, a la individualización de toda la biografía laboral" (Elorrieta 2017: 20). El autor hace un llamamiento a una alianza para salir de la actual situación, que en el contexto vasco debería alejarse de la "vía Maltzaga" (unión del PNV y la izquierda abertzale, propuesta de Telesforo Monzón en la Transición), dada la "inequívoca opción neoliberal del PNV" (22).

(...) http://revistaeconomiacritica.org/sites ... ianzas.pdf

Sin embargo, en el libro hemos encontrado a faltar algunas cuestiones que consideramos cruciales al abordar las materias tratadas en general y también en el marco propio de Euskalerria.

Por un lado, el debate sobre la renovación y revitalización sindical pasa obligadamente por las experiencias y formas de implantación efectiva del sindicato en el centro de trabajo, la organización de la sección sindical. Elorrieta no trata este aspecto en el libro, pese a tener ELA una aproximación interesante al modelo organizativo de centro de trabajo y empresa, llegándose incluso a teorizar una "estrategia de sustitución" de la representación unitaria por la sindical, con el objetivo de reforzar el sindicalismo en los centros de trabajo. De esta forma se pretende hacer frente a los problemas que plantea la representación unitaria, especialmente el desincentivo de la afiliación y militancia sindical (ELA, 1991)8. La capacidad organizativa de las secciones sindicales es sin embargo una cuestión crucial en el marco del capitalismo postfordista, puesto que la organización de una sección sindical con presencia en un centro de trabajo con varias empresas, en varios centros de trabajo de una misma empresa o incluso en varias empresas de un mismo grupo, permite la negociación de convenios que puedan incluir empresas matrices y subcontratadas, empresas con varios centros de trabajo o los grupos de empresas mercantiles. Cuando hablamos del "lugar" la sección sindical en los centros de trabajo es un elemento crucial a tener en cuenta y, por tanto, unas referencias a las experiencias sobre cómo se interviene sindicalmente en estos parámetros hubieran sido necesarias, atendiendo a las propuestas de renovación existentes, tales como la de impulsar secciones multi-sectoriales o multi-profesionales arraigadas en el territorio (Béroud et al. 2008; 2009; 2013; Zubiri 2011).

Más allá de la escala micro-empresarial, la participación sindical en aspectos de política económica, industrial o fiscal se ha venido canalizando en el denominado "dialogo social" o "concertación social", si bien éste ha demostrado limitaciones en cuanto a una efectiva influencia sindical en dichas materias, que ha sido menor y muchas veces para validar las políticas neoliberales, además de las ya citadas contraindicaciones de las que es objeto el propio sindicalismo. Pero si el "diálogo social" no es la vía adecuada, ¿cual es o puede ser la alternativa para influir sindicalmente en la política económica, industrial y laboral? La alternativa "macrosindical" para influir en las políticas públicas no es un planteamiento genérico de contrapoder. Algunas vías de intervención alternativas exploradas por el sindicalismo europeo pasan por incrementar la participación y control sindical de los procesos productivos, económicos y de inversión en empresas y sectores vía negociación colectiva, con participación sindical (o no) en el accionariado y la dirección. Este aspecto en tanto se extiende por ley, acuerdo colectivo o de facto a toda la estructura económica, supone sin duda un elemento que configura el poder en las relaciones laborales hacia una nueva democracia industrial con participación de las personas trabajadoras (Baylos 1992; Poole 1995; Landa 2004; Fernández Steinko 2000).

La aplicación de una democracia industrial de este tipo en España se podría canalizar por una ampliación de los derechos sindicales de información, consulta y participación, vía cambio legislativo o en su introducción en la negociación colectiva, en materias contable, mercantil y económica, productiva, organizativa y laboral, fundamentales también para la preparación, seguimiento del cumplimiento de acuerdos en la negociación colectiva y anticipación a eventuales reestructuraciones empresariales (AA.VV 2017). Lo anterior es si cabe más necesario en los importantes procesos de reestructuración y crisis empresarial que se han dado en el marco temporal que analiza Elorrieta de crisis económica, y dónde la recuperación de empresas para su posterior transformación en sociedad laboral o cooperativa se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo, así como la estructura industrial del país. La práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias de control obrero, además de requerir de un apoyo técnico especializado para evaluar las alternativas de inversión y la viabilidad económica de la transformación (Iriarte 2017; Mata y Rodríguez 2016), respecto a lo cual ELA también tiene ejemplos que aportar (Villarreal 2016). Hubiera sido necesario un análisis y crítica de estas cuestiones, así como de las posibles contradicciones y dificultades del sindicalismo combativo para impulsar experiencias de control sindical, como alternativa al diálogo social, y teniendo en cuenta que en el ámbito vasco empiezan a elaborarse reflexiones en este sentido vinculando relaciones laborales y modelo de desarrollo, análisis de algunas experiencias europeas de relaciones laborales, inversiones, desarrollo tecnológico, asignación de ganancias y formación (LAB 2015).

A su vez, hubiera sido oportuno citar las contradicciones y dificultades que los sindicatos encuentran a la hora de defender conjuntamente, también en un plano de sindicalismo internacional, el empleo y sus condiciones en empresas multinacionales o con capacidad de trasladar producción, inversiones y excedentes financieros a su antojo, alterando datos y contabilidades y, por tanto, condicionando sobremanera el terreno de disputa sindical, generando así causas económicas y productivas justificativas -legalmente- de reestructuraciones laborales. Estos fenómenos se acentúan en el marco de la financiarización de las estructuras de capital de las empresas y de la economía en general (Albarracín y Gutierrez 2012). En relación a ello, también hubiera sido interesante la cita de las contradicciones sistémicas y sindicales respecto al empleo, vinculadas a la necesidad de defender una política económica y ecológica que respete los derechos humanos y la sostenibilidad del ecosistema, como puede ser en los casos de las industrias de acero y energéticas vinculadas con los combustibles fósiles o las industrias armamentísticas.

El libro apunta hacia la necesidad de optar por un sindicalismo estrechamente vinculado a otras organizaciones de clase y movimientos sociales, con dos objetivos interdependientes: (i) tejer nuevas alianzas con nuevos actores sociales, ya sean sindicatos o movimientos sociales, para demandar transformaciones y mejoras socioeconómicas, enmendando así la traición de los partidos socialdemócratas tras haberse posicionado en defensa del capital; (ii) poder plantear problemas políticos, económicos y sociales a la sociedad en su conjunto desde una perspectiva de "contrapoder" y, más importante, desde una posición de igualdad con los movimientos sociales, y no de subordinación como ocurrió anteriormente con los partidos políticos (Elorrieta 2017 : 33-38, 45-46, 64-72, 135-38, 171-75, 205-10, 217-219). En esta línea de renovación estratégica hemos echado de menos un análisis, ni que fuera sucinto, de los ejemplos de alianzas sindicales y sociales, como la organización con otras organizaciones del proceso que culminó en la "Carta de Derechos Sociales de Euskalerria"9, de "Alternatiben Herria"10 junto con el movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria o el impulso y participación en espacios de análisis y debate cómo los Encuentros Ecosocialistas Internacionales11 o el Euskal Gune Ekosozialista12, cómo ejemplos de programas de actuación con participación sindical y social alternativos también al dialogo social y concertación neoliberal.

(...)

8 ELA en sus congresos se expresaba en este sentido: "La vitalidad de las secciones sindicales es la cuestión prioritaria del sindicalismo que quiere ser reivindicativo. El poder sindical está en relación directa con nuestra capacidad de sindicalizar empresas y, desde ahí, extender la acción sindical a otros ámbitos. Allí donde hay secciones sindicales que se organizan hay resultados: afiliación, representación, formación, negociación colectiva y participación en la vida federal, comarcal y confederal." (ELA, 2008); "La Sección Sindical, impulsada, liderada y dinamizada por el Delegado o Delegada Sindical, necesita compartir responsabilidades siendo imprescindible para ello el reparto de tareas. La clave de la sindicalización son las personas militantes que convierten en objetivo estratégico la afiliación conscientes de que es lo único que nos da correlación de fuerzas". (ELA, 2013).
9 http://www.eskubidesozialenkarta.com
10 http://alternatibenherria.eus
11 http://2016.alterecosoc.org
12 https://guneekosozialista.noblogs.org

http://revistaeconomiacritica.org/sites ... ianzas.pdf
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Aitor Mena
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Re: Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Mensaje por Aitor Mena » 11 Ago 2018, 13:04

Sobre una obra de Joxe Elorrieta, ex-Secretario General del sindicato ELA

“Echando leña al fuego de la mirada sindical contracorriente”


03/07/2018 | Jon Las Heras Cuenca, Lluís Rodríguez Algans, Jon Bernat Zubiri

Este artículo expone de forma sintética y constructiva el análisis que Joxe Elorrieta nos presenta en Una Mirada Sindical Contracorriente (Elorrieta 2017), interpretando el mismo con ayuda de lecturas complementarias. El libro busca enardecer el debate sobre el posicionamiento que los sindicatos han tomado con respecto a los procesos neoliberales y de globalización capitalista. Desde una perspectiva de clase, explica cómo la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales han sido "desempoderadas" durante las últimas décadas.

A su vez, y de manera muy cuidadosa, escapa de cualquier lectura estructuralista o inmovilista que reniegue o empequeñezca la acción de la clase trabajadora en la transformación del capitalismo y su sustitución por un sistema más justo y sostenible. Joxe Elorrieta hace uso en este libro de una vasta literatura académica de economía política radical y relaciones laborales, problematizando la acción estratégica de los sindicatos en Euskalerria, especialmente la de ELA – Euskal Langileen Alkartasuna.

El libro es pues rico en contenido histórico y teórico, y, por tanto, no dejará al lector impasible ante los argumentos que presenta. La doble formación y experiencia del autor cómo economista sindical y doctor en Ciencia Política, pone el colofón a sus 20 años de Secretario General del sindicato, aportando una mirada rica en matices y poniendo el foco de atención en los temas tratados, de máxima conexión práctica.

Leer el artículo completo:

http://revistaeconomiacritica.org/sites ... ianzas.pdf

Euskal Herria | Sindicalismo | ELA

http://vientosur.info/spip.php?article13970
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Aitor Mena
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Re: Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Mensaje por Aitor Mena » 26 Ago 2019, 23:24

https://www.researchgate.net/publicatio ... ria_296_pp

Elorrieta, J. (2017): Una mirada sindical contracorriente. Clase, territorio y nuevas alianzas, Barcelona, Icaria, 296 pp.

Una mirada sindical contracorriente es más que un libro sobre sindicalismo abertzale; es un ensayo que contiene importantes claves con las que desarrollar una visión global sobre los retos del sindicalismo europeo. El autor, Joxe Elorrieta, dirigente del sindicato vasco Eusko Langileen Alkartasuna (ELA) entre 1988 y 2008, fue uno de los actores clave en el paradigmático proceso de renovación de dicha organización. Además, estudió desde el punto de vista académico dicho proceso en su tesis doctoral publicada por la editorial Txalaparta en el año 2012.

Con este nuevo libro, elaborado con el apoyo de la Fundación Manu Robles, amplía la visión sobre el contexto general en el que se desenvuelve el movimiento sindical, y se detiene en la situación y desafíos del movimiento sindical vasco, en el que las organizaciones sindicales nacionalistas combativas han sabido articular una mayoría frente a los sindicatos CC. OO. y UGT.

El primer capítulo, titulado "El contexto", comienza describiendo el modelo social fordista que precedió al actual sistema neoliberal. En dicha etapa, la socialdemocracia había impulsado políticas sociales, y las organizaciones sindicales gozaban de buena salud, pues el sistema de acumulación capitalista configuró la negociación colectiva, la regulación del empleo y el pacto social como mecanismo de contención del conflicto social. En esta etapa, que abarca el periodo entre 1945 y 1971, y en el que los partidos obreros tenían un importante respaldo electoral de la clase trabajadora, en las sociedades capitalistas avanzadas no se cuestionaba la intervención estatal en la economía, y se disfrutaba de pleno empleo y un estado del bienestar bastante sólido. A partir de la década de 1970 se abre una nueva etapa que rompe el pacto fordista y se acelera el proceso de globalización, acentuando las desigualdades, descomponiendo la democracia parlamentaria, limitando la soberanía nacional y propiciando una crisis ecológica de normes dimensiones. La crisis económica a partir de 2008, confrontada mediante políticas de austeridad, no hace sino profundizar dichas dinámicas, radicalizando el modelo neoliberal y agravando sus consecuencias sociales y ambientales.

El segundo capítulo, "Claves para entender la hegemonía del capital", trata de explicar la erosión del poder sindical como resultado de las estrategias de las élites económicas y políticas. Estas estrategias se plasman en la contrarrevolución de las políticas antisindicales de Thatcher en Reino Unido y el Right to Work de Reagan en EE. UU. Pero también en el caso alemán, diseñado por el partido socialdemócrata SPD, con la complicidad de su sindicato afín, el DGB. Por supuesto, España no escapa a este tipo de hostilidades antisindicales. Más adelante, Elorrieta desentraña los mecanismos con los que opera la hegemonía neoliberal en campos como la ciencia económica, la gestión de empresas, la política, los mass media y los intelectuales posmodernos. Para ello utiliza originalmente la idea de la "banalidad del mal" de Arendt.

El tercer capítulo, "Oportunidades para el sindicalismo reivindicativo", parte de la constatación de la creciente separación entre el mundo académico, ubicado generalmente en una "torre de marfil", y la realidad y las luchas de la clase trabajadora. En buena medida, el sindicalismo y la perspectiva de clase ha sido abandonada incluso por los teóricos de la nueva izquierda, entre los que el autor cita a Hardt y Negri, Laclau o Badiou. Frente a estos enfoques, Elorrieta reivindica las aportaciones de Thompson, Harvey, García Linera o Zizek. Considera que estas corrientes teóricas pueden contribuir a repensar las estrategias de revitalización del sindicalismo alternativo, un sindicalismo que sigue la "lógica de la transformación", frente a la "lógica de consenso" seguida por el sindicalismo de concertación. Propone, además, interesantes recetas para la empresa de recuperar el poder sindical, principalmente en torno a una adecuada política de alianzas entre el movimiento obrero y otros actores sociales. Defiende así un sindicalismo de contrapoder, que abandone los espacios de diálogo bipartito o tripartito y recupere su protagonismo a través de la acción directa en los lugares de trabajo, y que además defienda políticas redistributivas, de reconocimiento, de participación social, de igualdad de género y ecologistas. En otras palabras, un sindicalismo que además de llevar una activa militancia en las empresas, ofrezca respuestas progresistas a los principales desafíos de nuestra sociedad.

En el capítulo cuarto, "El caso vasco: converger para ir más allá del tacticismo e impulsar soberanismo social", se detiene en el sindicalismo abertzale, que presenta como paradigma de esta estrategia de revitalización sindical. En concreto, describe primero la particularidad del contexto político vasco, y a continuación reflexiona sobre los intentos de convergencia entre los dos principales sindicatos nacionalistas, ELA y LAB, a lo largo de los años. Ambos sindicatos han logrado la hegemonía sindical en la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), y han avanzado notablemente en Navarra. En concreto, en 2016 sumaban el 59,22% de la representación de los trabajadores en la CAPV, articulando una clara mayoría que, en ocasiones, no han sabido aprovechar. En la década de 1990, desarrollaron una importante unidad de acción para evitar que la alianza entre CC. OO. y UGT minara su poder de representación. Esto supuso un acercamiento de ELA al Movimiento de Liberación Nacional Vasco, y propició clarificación de ideológica y programática de este sindicato, aunque en la década de 2000, por diversos motivos, se rompió la unidad sindical. Elorrieta, en este sentido, se manifiesta a favor de la convergencia entre ELA y LAB, sobre la base de unos mismos modelos sindicales, prioridades reivindicativas compartidas y el horizonte de la soberanía nacional.

El último capítulo, "A modo de recapitulación: romper el cerco", desarrolla lo que el autor denomina el "punto de vista contracorriente", con el que considera que es posible dar forma a alternativas frente al declive del movimiento sindical contemporáneo.

En definitiva, Una mirada sindical contracorriente es un trabajo enciclopédico, que abarca una enorme diversidad de temas relacionados con el sindicalismo actual, centrándose en desafíos y oportunidades del sindicalismo aberztale. Una de las mayores fortalezas del libro es la enorme actualidad de las referencias bibliográficas utilizadas. Contiene, además, interesante información sobre el contexto neoliberal en el que navegan las organizaciones sindicales hoy. Aunque quizá, por ese carácter enciclopédico, en algunas de sus secciones el lector puede percibir que falta profundización. En todo caso, el carácter generalista del libro lo convierte en una valiosa herramienta para la divulgación y el combate ideológico. Estudiosos de las relaciones laborales, sindicalistas, activistas de otros movimientos o sencillamente ciudadanos preocupados por el mundo del trabajo encontrarán en este libro valiosas claves para comprender nuestro mundo y reflexionar sobre el incierto futuro del empleo y los sindicatos.

Beltrán Roca Martínez
Universidad de Cádiz
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Aitor Mena
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Re: Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Mensaje por Aitor Mena » 27 Ago 2019, 01:44

Mikel Arizaleta. Traductor

Josu Jon Imaz

«Hay momentos en la vida en los que las personas debemos enfrentarnos a decisiones complejas. Dar importancia a los proyectos en los que creemos o apostar por vincular esos proyectos a nuestra propia participación en los mismos. No quiero ocultar que en las últimas semanas he vivido esta disyuntiva. Y he tomado una opción. No seré candidato a la presidencia del EBB del Partido Nacionalista Vasco, para la que fui elegido hace cuatro años. Volveré a la actividad profesional después de más de trece años de compromiso intenso con aquellas funciones que EAJ-PNV me ha encomendado: diputado al Parlamento Europeo, consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno Vasco y presidente de nuestra ejecutiva, el Euzkadi Buru Batzar (...)»

2017/01/31

Joxe Elorrieta, quien fuera secretario general del sindicato ELA entre 1988 y 2008 –hoy ya jubilado-, ha escrito “Una mirada sindical contracorriente. Clase, territorio y nuevas alianzas”, libro de 293 páginas, dividido en 5 capítulos y publicado por la editorial Icaria. «Durante casi cuatro años he ido dando forma al presente trabajo», es frase con la que abre el libro, y «la evasión de impuestos es un factor clave de la desigualdad» la que cierra. El prólogo es de Xabi Anza, responsable de formación de ELA y Presidente de la Fundación Manu Robles-Aranguiz, que resume «Una mirada…»: «…se trata de una lectura crítica de lo que ha sido la evolución del sindicalismo occidental desde la segunda guerra mundial hasta nuestros días» al objeto de iluminar el futuro de la acción sindical. Joxé Elorrieta lo tiene claro, tras lectura y detallado análisis de la bibliografía última al respecto (este libro es, en gran medida, el resultado de una «acarreo de materiales», dice ya en la introducción): «el neoliberalismo es un programa de destrucción metódica de los colectivos.» Y Advierte Xabi Anza: «Este libro traerá cola. No me cabe ninguna duda». El objetivo del libro apare escueto y nítido ya en la primera página de la introducción: «la activación eficaz de un soberanismo social que lleva a una nación, Euskal Herria, a configurarse como Estado», y con ese objetivo trata de pergeñar una estrategia sindical capaz de responder a un contexto de clase contra clase, desafío urgente que atañe al conjunto de las organizaciones trabajadoras.

Y para avanzar en esa dirección, afirma, es preciso caracterizar correctamente la fase actual dominada por el capital financiero, y que deriva en una desigualdad extrema en el reparto de la riqueza, una economía del 99% al servicio del 1%. Si en el 2015 Oxfam informaba que sólo 62 personas poseían tanto patrimonio como la mitad de la población mundial (3.600 millones), en el 2017 OXFAM denuncia que hoy son ya las ocho personas más ricas del mundo las que poseen tanta riqueza como la mitad de la humanidad, la acumulación de riqueza y poder se concentra a marchas forzadas al tiempo que, de igual modo, se expanden la pobreza y miseria entre las personas del planeta, una pasión verdaderamente delictiva en frase de Badiou.

El rastro de la desigualdad lleva, inmediata y necesariamente, a la política, entendida ésta como el principal instrumento con el que una reducida élite económica impone sus reglas, dejando escasos resquicios a la democracia. Con el control adquirido se siente en condiciones de domeñarla e impedir toda resistencia. El marco normativo está diseñado para que el mercado funcione, prácticamente, sin restricciones, una vez que se apuesta por el deterioro de lo público, la minimalización del estado de bienestar y la escalada contra el equilibrio medioambiental.

Y llevado esto al campo sindical, mediante sucesivas reformas normativas se vacía su capacidad y atribuciones, sobre todo la negociación colectiva, se busca el exterminio, la desnaturalización de las organizaciones obreras, romper la resistencia organizada en la contratación y el despido, se busca la individualización. Asistimos a un escenario crítico, tal vez el más crítico de toda su historia, porque asistimos a una declarada hostilidad del mundo empresarial de la mano de políticos y gobiernos. Todos ellos saben que las organizaciones obreras han sido punta de lanza en la lucha de los derechos colectivos de los sectores más castigados.

En el capítulo primero analiza la fase precedente del neoliberalismo; en el segundo explica el porqué de la privilegiada posición del capital; en el tercero rumbo a tomar el sindicalismo alternativo para un cambio de escenario; en el cuarto aborda algunos nudos críticos a la hora de operativizar la mayoría sindical vasca (ELA, LAB) en el horizonte de una alianza con otras fuerzas sociales y políticas; y el quinto es el guión de intervención propuesto por el autor.

En el primer capítulo, titulado el contexto –apoyados su análisis y reflexión en pensamientos y citas bien masticados de autores selectos en la materia- nos ofrece una serie de ideas muy ilustrativas e iluminadoras en la contienda actual, que nos toca bracear, y que yo traiga a colación a modo de reclamo para su lectura.

Ya la ley Taft-Hartley de 1947 exigía que los funcionarios de los sindicatos jurasen no haber tenido relación con ninguna organización filocomunista, norma que únicamente perseguía eliminar a los miembros más combativos de las organizaciones obreras, introduciendo para ello una serie de restricciones a la actuación de los sindicatos y al derecho de huelga. Las mayores víctimas de ese «pánico rojo» fueron el movimiento obrero norteamericano y las aspiraciones socialdemócratas de los sectores más progresistas de la sociedad: «los sindicatos fueron purgados de influencias radicales, los comunistas y otros partidos de izquierda quedaron proscritos y se intensificó la infiltración por el FBI de cualquier organización opositora. Todo aquello fue legitimado como vital para la seguridad interna de los Estados Unidos frente a la amenaza soviética, generando el conformismo político y la solidaridad interna (anticomunismo y nacionalismo norteamericano). La persecución destruyó en los Estados Unidos las organizaciones de izquierdas, debilitó al movimiento de defensa de los derechos civiles y corrompió profundamente a los intelectuales».

En Alemania los empresarios y altos funcionarios, que se beneficiaron de la ocupación nazi, apenas sufrieron perjuicio alguno, en Francia, Bélgica, Holanda y Noruega los gobiernos de la postguerra prefirieron olvidar el colaboracionismo, convirtiéndose los gobiernos en meros administradores del cotarro. Y cuando por fin interviene el estado en la economía no responde a una razón de orden ideológico porque no se pone en cuestión la propiedad y la explotación privada de los medios de producción, ya gobiernen los cristianodemócratas o los socialdemócratas. Este consenso de la postguerra entre la izquierda y la derecha, la ética del estatalismo y del paternalismo, respondía a que por encima de todo se consideraba que hacía falta un gobierno activo para conseguir una sociedad estable dentro de lo que algunos han venido a denominar un capitalismo sin perdedores.

El marco diseñado por el “Consenso de Washington” –término acuñado en 1989 por el economista John Wilianson a la agenda diseñada a finales de los ochenta por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el departamento del Tesoro– tiene por objetivo controlar el déficit presupuestario, reducir el gasto público, disminuir los impuestos al capital, liberalizar la actividad financiera para que los mercados jueguen un papel decisivo en la fijación de los tipos de cambio, eliminar las barreras al comercio internacional para que desaparezcan las trabas a las inversiones extranjeras y la protección a la iniciativa privada, todo ello posibilita que el sector financiero alcanzara un grado de autonomía respecto a la producción real sin precedentes en la historia del capitalismo, erigiéndose en la actividad más rentable no gracias a la eficiencia de los mercados sino como resultado de gigantescas e intercomunicadas burbujas, bajada de salarios y desplazamiento de la carga de los ricos a los trabajadores, lo que conlleva el desmontaje del estado de bienestar, individualizando y privatizando la política social.

Sus coberturas van dejando de ser un derecho para pasar a ser prestaciones a situaciones y comportamientos tasados y evaluados. Crecen las desigualdades sociales, se descompone la democracia política y se contrae la soberanía nacional. El neoliberalismo es un laissez faire. Comienza el crecimiento de los más ricos a costa de los más pobres. El 1% más rico, que tiene un patrimonio valorado en 667.000€ o más; pocas docenas de empresas trasnacionales controlan el 90% de los beneficios de todo el mundo. La riqueza crece fuera de todo control. La historia de la distribución de la renta ha sido siempre política y no puede ser reducida a mecanismos meramente económicos. La desigualdad viene determinada, en definitiva, por aquellos que tienen el suficiente poder para imponer, por encima de todo sus intereses. Hoy ni la participación popular ni la libertad colectiva juegan papel esencial en las decisiones políticas. La comisión trilateral sostiene que la acción eficaz de un sistema democrático requiere en general un nivel de apatía y de no participación. Nunca en la historia de las finanzas se había otorgado un papel tan grande a la codicia.

La frontera entre la élite política y empresarial es tan permeable que cada vez resulta más difícil considerarlos mundos distintos, empezando por las cámaras legislativas y alcanzando de lleno las máximas responsabilidades ejecutivas. Es frase de Hightower “ya no es necesario que las empresas presionen al gobierno. Ellas son el gobierno”. La puerta giratoria. La simbiosis de las corporaciones y organismos gubernamentales está perfectamente encarnada en la institucionalización de la industria del lobbismo, grupos de intereses organizados con vastos recursos que operan de forma permanente, sincronizados con las agendas y los procedimientos parlamentarios, que corrompen los procesos políticos y representativos. Cuando los lobistas y gobiernos se sientan a disfrutar de una opípara comida, hecho que ocurre con cierta frecuencia, el interés general no está incluido en el menú. Dice Sarrionaindía que «la gente se despolitiza cuando la política ha sido aniquilada».

La práctica dominante es la de una especie de monopartidismo ideológico que sólo se muestra diligente en el campo de los recortes, tanto de gasto social como de derechos individuales y colectivos de los trabajadores y trabajadoras; las políticas socialdemócratas se confunden con las neoliberales. Y una mayoría del movimiento sindical se ha ido aclimatando a este escenario, mostrándose como parte del juego sistémico imperante. Lo que deriva en que lo preferente es el pago de la deuda a los acreedores sobre cualquier compromiso social, sancionado por el estado español por la reforma del art. 135 de la constitución, acordada en el verano de 2011 por el PP y el PSOE con inusitada celeridad y sin información previa a la ciudadanía.

El laissez-faire fue diseñado con detalle para blindar los privilegios de las élites defendiendo el mercado autorregulador como la solución más eficaz para el buen funcionamiento económico: “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même”, dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo; pero lejos de ser una expresión espontánea del hecho económico respondió a una reglamentación de carácter estatal, introducida y mantenida por vía legislativa y coactiva para cambiar la distribución de la renta. Lo que ahora se busca son –en nombre de la utopía y de los mercados desregulados– argumentos y, sobre todo, leyes y normativas para posibilitar el desvío de la riqueza a unas pocas manos, donde el gobierno no es la solución a nuestro problema, sino el gobierno es el problema, en frase de Reagan. Desde la omnipresencia del mercado el neoliberalismo convierte el móvil de la ganancia en el mecanismo que habrá de poner en marcha similares reglas también en el ámbito del trabajo. El dogma por el que los salarios debían encontrar su precio de mercado sigue estando presente de la mano de los nuevos clásicos que sostienen que el desempleo es voluntario. Ni se inmutan en afirmar que una parte de los trabajadores rechazan los empleos disponibles en las condiciones de mercado. No hay paro, sólo individuos que optimizan entre trabajo y ocio. Se hace realidad lo dicho ya por Tolstoi: «en nuestra sociedad se ha constituido un grupo de individuos que desposee a los trabajadores, mediante actos de verdadero bandolerismo, de todo el producto de su trabajo». E intelectuales como Gilder sostienen que «el incentivo de la pobreza es lo más necesario para que los pobres tengan éxito», concluyendo que toda protección social sólo puede ser nefasta, asociándola a la decadencia moral con el consiguiente potencial de peligrosidad. Esta apología de la pobreza se ha plasmado en diferentes regulaciones como la de los servicios sociales que imponen requisitos laborales a todo el que solicita una prestación de bienestar.

La rapidez y la facilidad con la que se han desbaratado los logros pasados ha venido, también, propiciada por diversos factores como la utilización unilateral de los cambios tecnológicos puestos al servicio de la globalización neoliberal y por la gran duplicación de la fuerza efectiva del trabajo, en un mercado laboral cada vez más único.

La crisis, provocada sobre todo por el rescate del sector bancario y no por el exceso de gasto público, ha sido aprovechada por la UE para imponer una política económica de austeridad. Denunciar el gasto público como excesivo para justificar la austeridad responde a una operación política muy manipuladora ya que identifica recortes con crecimiento. Los que propugnan el austericidio pretenden acabar con la red social de protección utilizando el pánico del déficit para desmantelar todos los programas sociales, en especial los concernientes a las pensiones públicas. Y la destrucción del estado del bienestar se traduce en una acelerada privatización, abriendo grandes oportunidades de negocio para el sistema financiero fundamentalmente. La UE está dispuesta a llevar a los gobiernos a la bancarrota si no aceptan reducir los salarios bajo la amenaza de «únete a la lucha contra los trabajadores o te destruimos». Se trataría de un golpe de estado silencioso. Este proceder, cerrado a cualquier solución que alivie el coste social, deja al descubierto que la lucha de clases, nunca proclamada por el poder, ha vuelto con toda su crudeza, camuflada con un odio innato, secular, al estado como agente regulador del mercado. Los acreedores quieren que los gobiernos conviertan la devolución de la deuda en su máxima prioridad. Élite que cuando el caso lo requiere no tiene reparo alguno en dejar constancia que la democracia es un simple decorado y que las decisiones las toman los banqueros y no los ciudadanos. Ejemplo paradigmático Grecia.

Los gobiernos deben limitar drásticamente el poder de los mercados financieros. Los mercados laborales de los países industrializados deben reformarse con vistas a hacerlos menos flexibles, no más. La presión a la baja de los salarios en una fase de creciente desempleo no hace sino que la recesión sea más profunda al no poderse recuperar la actividad económica vía demanda. La política monetaria debe hacer uso de todos los instrumentos disponibles para disminuir el riesgo de la deflación, bajada generalizada de precios, que haya más producción que demanda.

Son algunas de las ideas que el lector encontrará expuestas y razonadas ya en el capítulo primero del libro, el contexto, capítulo y libro que merece la pena leerse. Y, entre nosotros, la figura de quien fuera máximo dirigente del partido mayoritario de nuestro pueblo, el PNV, y en su día también miembro destacado y portavoz del gobierno vasco, Jon Josu Imaz San Miguel, hoy Consejero Delegado y vocal de la Comisión Delegada de Repsol, ilustra por desgracia de modo palmario aquello de que: La frontera entre la élite política y empresarial es tan permeable que cada vez resulta más difícil considerarlos mundos distintos, empezando por las cámaras legislativas y alcanzando de lleno las máximas responsabilidades ejecutivas. En frase de Hightower «ya no es necesario que las empresas presionen al gobierno. Ellas son el gobierno». ¡La puerta giratoria!

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/josu-jon-imaz
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Aitor Mena
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Re: Joxe Elorrieta. Echando leña al fuego de la mirada sindical

Mensaje por Aitor Mena » 27 Ago 2019, 11:32

Del libro-entrevista del periodista Imanol Murua (2009) https://www.mrafundazioa.eus/es/centro- ... lorrieta-1
¿Cuál crees que va a ser el modelo sindical del futuro?

Primero. Es un sindicalismo que apuesta sin ningún complejo por las ideas, por los valores. No debe tener restricción alguna para generar su propio pensamiento, desde el punto de vista ideológico lo más profundo, incisivo y completo posible. El mundo de la ideología, de las ideas, es consustancial al movimiento sindical. El movimiento sindical tiene que ser un ámbito autónomo de reflexión y propuesta política. No estamos hablando de política partidaria, sino de una cuestión estratégica, más de modelo.

Segundo. Es un sindicalismo autónomo desde un punto de vista de cuadros, de militantes. El gran motor de las organizaciones alternativas es la capacidad de tener una militancia. Una cosa es ser activista, y otra es ser militante. El militante tiene que ser también activista, tiene que tener un componente de compromiso en la actividad, pero es una cosa distinta: es alguien que tiene una disciplina organizativa, que tiene capacidad de planificación estratégica, que tiene que buscar la acomodación de objetivos y medios, y en ese sentido es disciplinado, persistente y sistemático en su entrega militante.

Tercero. Es un sindicalismo con autonomía económica. El gran chantaje del poder para todo lo alternativo es intentar mediatizar su recorrido también a través del tema material, del tema económico.

Cuarto. Es un sindicalismo que tiene que trabajar muchísimo con la gente, con los trabajadores y trabajadoras, en las asambleas de empresa, en los ámbitos locales. El movimiento sindical tiene que ser un movimiento alternativo, sin ningún complejo, con una sola limitación: tiene que ir al ritmo que va su gente. Ese ritmo se puede acelerar a través de la formación, a través de la participación, de la acción en ámbitos sectoriales o intersectoriales, a través de un trabajo político y organizativo de los cuadros… El movimiento sindical siempre tiene que estar condicionado por eso: llega hasta donde es capaz de que llegue la gente.

Ya ves que no he hecho ningún comentario sobre que el futuro del sindicalismo necesita una legislación que facilite el trabajo sindical. No porque no haga falta, porque las condiciones en que trabaja el sindicalismo aquí son cada vez mas hostiles desde un punto de vista legal y desde el punto de vista de intervención del poder político. Cada vez con mayor hostilidad.
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