Hacia una huelga indefinida en la industria

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Aitor Mena
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Hacia una huelga indefinida en la industria

Mensaje por Aitor Mena » 14 Ene 2018, 23:46

Hacia una huelga indefinida en la industria

12/01/2018 | Ed Ouri

Desde el lunes 8 de enero, los obreros de la metalurgia y de la industria electrónica están en lucha en Alemania. La patronal hace oídos sordos a las reivindicaciones del sindicato IG Metall, que reclama una mejora real de las condiciones de trabajo y de vida para los 3,9 millones de trabajadores y trabajadoras del sector. Por esta razón, el sindicato ha decidido poner en marcha una estrategia gradual de intensificación de la lucha. Así, desde el lunes se han iniciado huelgas de advertencia en las primeras fábricas del automóvil, movimiento que se extenderá en los próximos días y se considera que desembocará en una huelga indefinida. A diferencia de muchas luchas de los últimos años, esta de ahora no es defensiva, sino ofensiva: los trabajadores no se oponen a la disminución de su parte del pastel, sino que quieren una más grande.

Del diálogo social a la lucha de clases

Mientras que la patronal suele ensalzar los beneficios del diálogo social, ahora resulta que ese diálogo solo vale cuando los trabajadores aceptan las exigencias de los empresarios. Porque tan pronto un sindicato plantea verdaderas exigencias de progreso social, la patronal se niega a negociar. Concretamente, en el marco de las negociaciones de los convenios colectivos, el sindicato IG Metall reclama este año un aumento salarial de 6 % y una reducción del tiempo de trabajo individual y facultativo de 35 horas a 28 horas semanales. Mientras que el contenido de la reivindicación en materia salarial está claro, el de la reducción de jornada merece una precisión.

El modelo propuesto por el sindicato implica la posibilidad para el conjunto del personal asalariado del sector de reducir su jornada de trabajo semanal de 35 a 28 horas durante dos años. Transcurrido este periodo, tiene derecho a recuperar su tiempo de trabajo normal de 35 horas. En este modelo, los salarios deberán reducirse en principio de forma proporcional a la reducción del tiempo de trabajo. Ahora bien, el sindicato contempla una serie de excepciones: quienes tengan a su cargo un hijo o hija de menos de 14 años de edad, quienes estén cuidando a personas mayores de su familia o el personal desplazado podrán beneficiarse de una compensación al menos parcial de su salario. Por su parte, la patronal rechaza el diálogo y no piensa mejorar su propuesta, que contempla el pago de una prima de 200 € y un pequeño aumento salarial del 2 % a partir del mes de abril.

La intensificación de la lucha

En este contexto de ausencia de negociación real, el sindicato IG Metall, cuyo número de afiliados ha aumentado recientemente, ha decidido por tanto llamar a la huelga. El mismo lunes de contabilizaron 15 000 huelguistas en unas 80 empresas y el sindicato tiene previsto incrementar gradualmente el número de fábricas en huelga.

Paralelamente, en Berlín ha tenido lugar una primera manifestación sindical. Según el dirigente de IG Metal Jörg Hofmann “la masiva participación en el comienzo de las huelgas de advertencia a escala federal es una demostración del aprecio del personal por la oferta empresarial: nulo”. Al mismo tiempo, ha anunciado la extensión sucesiva del movimiento en los próximos días. Se materializa la perspectiva de una huelga indefinida, como en 1984, cuando después de siete semanas de huelga los obreros obtuvieron la reducción de la jornada se 40 a 35 horas semanales.

Este aumento de la combatividad sindical viene de la mano de un incremento relativo del poder estructural de los obreros metalúrgicos y de la industria electrónica en Alemania. En efecto, estos sectores ocupan un lugar central en la economía alemana y en las exportaciones, que son un factor clave de la misma. A esto se añade que las carteras de pedidos de las empresas alemanas están bastante llenas y la globalización les impone una capacidad de respuesta cada vez mayor y unos plazos de entrega cada vez más cortos. También está el hecho de que el paro ha disminuido en estos sectores de la industria cualificada. Con el descenso del número de parados –el ejército industrial de reserva de que hablaba Marx–, la fuerza de los trabajadores aumenta.

Malestar patronal y riesgo sindical

La patronal parece sorprendida por la combatividad obrera. Cuando IG Metall dejó entrever la posibilidad de lanzar un movimiento huelguístico, su primera respuesta fue un intento de intimidación declarando que la huelga sería ilegal, pues apoyaría una medida contraria a la ley. En efecto, la patronal afirmó que la reducción del tiempo de trabajo discriminaría a las personas que ya trabajan a tiempo parcial, porque por el hecho de reclamar una compensación al menos parcial por parte del sindicato, dichas personas ganarían salarios más bajos que quienes decidieran reducir su tiempo de trabajo.

Frente a este intento de intimidación, IG Metall responde que entonces habrá que proponer un aumento salarial suplementario para los y las trabajadoras a tiempo parcial o concederles el derecho a trabajar a jornada completa. En cuanto a esta argumentación de la patronal, que parece invocar los derechos de los trabajadores, cabe señalar que, curiosamente, no emplea el mismo argumento cuando se trata de la discriminación salarial de las mujeres. En Alemania, la diferencia salarial de género también es de alrededor de un 20 %.

Acto seguido, la patronal alega los costes suplementarios de la reducción de la jornada laboral. Para ello aduce un estudio consecuente que realizó precisamente el sindicato IG Metall entre la mano de obra del sector. Dicho estudio muestra la proporción de trabajadores que tiene potencialmente el derecho a una compensación salarial en caso de reducción de la jornada de trabajo: un 33 % son desplazados, un 26,5 % tienen hijos de menos de 14 años y un 18,5 % se ocupan de familiares en edad avanzada. Claro que una misma persona puede acumular dos o incluso tres de estos elementos. Sin embargo, según cálculos de la patronal, la reducción de la jornada laboral generará la necesidad de crear 200 000 puestos de trabajo suplementarios, y por tanto, desde su punto de vista, una disminución equivalente de los beneficios. Cosa que sorprenderá a quienes en Francia sostienen que la reducción del tiempo de trabajo no genera empleo.

La patronal alemana dice claramente que esta reducción genera empleo porque considera que todas las personas que podrían reducir su jornada con compensación lo harían. La contrapropuesta patronal a la reducción de jornada consiste, por lo demás, en aumentar la duración de esta a 38 horas. Como por arte de birlibirloque, después de afirmar que los trabajadores desean trabajar menos horas, la patronal supone que en realidad quisieran trabajar más. Claro que en este caso no tiene a mano un estudio para demostrarlo.

Además, la patronal propone asimismo a los asalariados que trabajen hasta 40 horas y superen por tanto voluntariamente la duración de la jornada establecida en el convenio colectivo. Como si el personal renunciara voluntariamente a su suplemento de horas extraordinarias. Y aparte de la cuestión del suplemento, esta propuesta revela concretamente hasta qué punto los intereses de la patronal están muy alejados de los de la clase obrera. En efecto, el mismo estudio de IG Metal invocado torpemente por la patronal refleja que el 82 % de los obreros y obreras aspiran a una reducción de su tiempo de trabajo.

De todos modos, a diferencia de la lucha por las 35 horas en 1984, esta vez IG Metall no propone una reducción generalizada del tiempo de trabajo, sino una flexibilización de la jornada laboral. Una parte del movimiento sindical denuncia esta diferencia como un factor de riesgo, porque más allá de las diferentes condiciones de trabajo según los ramos, en que el tiempo de trabajo varía entre 35 y 40 horas, esta flexibilización es susceptible de fragmentar a la mano de obra del mismo ramo en función de su jornada laboral. En efecto, esta fragmentación puede dificultar la formación de una conciencia de clase común, que será indispensable cuando la patronal trate de nuevo de poner en entredicho las conquistas de la clase trabajadora.

A este respecto es revelador que de cara a las últimas elecciones legislativas de otoño de 2017, el Partido Socialdemócrata (SPD) y los Verdes, así como los conservadores de la Unión Cristianodemócrata (CDU), defendieran la flexibilización del tiempo de trabajo. Además, la reducción de jornada temporal e individual que propone IG Metall comporta el riesgo de una sobrecarga de trabajo en caso de que la empresa decida no contratar suficientes trabajadores adicionales.

Una parte del movimiento sindical plantea asimismo la cuestión de la compensación suficiente del trabajo reproductivo (menores, personas ancianas) y considera que una compensación parcial no es suficiente. A estos riesgos asociados a la manera en que IG Metall pretende aplicar la reducción de jornada se añade otra crítica relativa a la reivindicación de un aumento salarial del 6 %. Sucede que la evolución de la relación entre salarios y productividad muestra que la reivindicación salarial podría ser bastante más elevada. Según un estudio reciente del Instituto Nacional de Investigación Económica (Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung), entre 2003 y 2013 ha aumentado la productividad más que los salarios en la industria alemana (a diferencia de los servicios, donde la precarización general es evidente). Por consiguiente, nada más que para compensar el aumento de la productividad de los últimos años, los salarios deberían aumentar un 12 %.

A pesar de estas críticas, no hay que pasar por alto lo esencial de este movimiento huelguístico. La lección central de esta lucha creciente consiste en la mayor combatividad de la clase obrera, y ello no para defender unas conquistas, sino para obtener nuevas. Así, salta a la vista que el aumento salarial mejorará el poder adquisitivo y redistribuirá la riqueza a favor de los trabajadores. Asimismo, la oposición frontal de la patronal a la reducción del tiempo de trabajo muestra que esta propuesta sindical supone una mejora real de las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora. En una situación política en Alemania en que las políticas de seguridad y antisociales dominan el debate público desde hace ya demasiado tiempo, el retorno de la lucha de clases, impuesto por los trabajadores y trabajadoras, es sin duda una señal estimulante.

09/01/2018

https://www.ensemble-fdg.org/content/ve ... -allemande

Traducción: viento sur

http://vientosur.info/spip.php?article13393
Autobusean ez duk ohiturazko aurpegia, aurrera egiteko hoa inoiz ez bezala

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Aitor Mena
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Re: Hacia una huelga indefinida en la industria

Mensaje por Aitor Mena » 14 Ene 2018, 23:53

28 horas: la demanda de los trabajadores alemanes del metal

El poderoso sindicato IG Metall negocia nuevas condiciones de trabajo y exige, además de más sueldo, la posibilidad de trabajar 28 horas a la semana durante dos años.

La flexibilidad se ha convertido en un mantra que acompaña la introducción de cada nueva reforma laboral, una flexibilidad exigida por los mercados para evitar la pérdida de competitividad y que normalmente se traduce en mayores facilidades para el despido o la creación de puestos de empleo a tiempo parcial. Hasta ahora. Al menos en Alemania, donde los trabajadores del metal reivindican este concepto, pero para trabajar menos y cobrar más.

“La flexibilidad de los horarios laborales no se tendría que aplicar siempre de forma unilateral y en contra de los intereses de los trabajadores, sino que también debería guiarse por las necesidades de estos, de manera que así puedan cuidar de sus hijos, de sus mayores o, simplemente, trabajar menos”, explica a El Salto un portavoz de IG Metall, el sindicato más grande de Alemania.

IG Metall negocia desde finales del año pasado el nuevo convenio colectivo con las diferentes patronales regionales de las industrias eléctricas y del metal. Los líderes sindicales piden, además de un aumento salarial del 6%, la posibilidad de reducir la jornada semanal de trabajo hasta las 28 horas durante un máximo de dos años, y recuperar el horario anterior una vez transcurrido ese período.

A lo largo de esta semana, los trabajadores del sindicato han protagonizado huelgas en diferentes puntos del país, con las que buscan ejercer presión durante las negociaciones.

“Es una respuesta a las necesidades de las personas, que han cambiado de las que se tenían hace 30 años”, apuntan desde IG Metall. “Los modelos de vida y de familia son hoy mucho más diversos. La gente quiere ser capaz de decidir cómo vivir y cómo trabajar. Y, al mismo tiempo, los cambios demográficos provocan nuevos retos para la economía y para las familias”, continúa.

¿Petición realista?

El sindicato señala a encuestas internas realizadas la pasada primavera para justificar la urgencia e importancia de sus demandas. Según estas, llevadas a cabo con una muestra de 680.000 trabajadores, casi dos tercios de todos los empleados realizan horas extra. Además, la mitad trabaja los sábados y un cuarto lo hace incluso los domingos.

IG Metall confía en la gran fuerza de presión de sus 2,3 millones de afiliados para poder salir de las negociaciones con todas las peticiones aceptadas. Algunos actores políticos y sociales, como el partido Die Linke, apoyan sus demandas, pero no todos creen que puedan implementarse de forma sencilla.

“IG Metall quiere que los empleados tengan el derecho a reducir sus horas de trabajo incluso aunque el empresario no esté de acuerdo. Además, quieren que suba el salario por hora. Eso incrementaría notablemente los costes laborales, por lo que la competitividad se resentiría”, señala a este diario Clemens Fuest, presidente de IFO, el Instituto para las Investigaciones Económicas con sede en Múnich. “La medida se puede implementar, sí, pero las empresas, sin duda, reaccionarían. Que trabajadores importantes redujeran horas causando problemas para la compañía se consideraría como algo desleal y tendría, por ejemplo, efecto en futuros ascensos”.

La reformulación de las jornadas laborales tradicionales no son un tema exclusivo del sindicato metalúrgico. Un nuevo marco legislativo laboral ha estado presente en las maratonianas y fracasadas negociaciones para formar la coalición de Gobierno conocida como Jamaica (conservadores, liberales y verdes). También serán un tema principal de las próximas conversaciones entre Angela Merkel, actual canciller en funciones, y Martin Schulz, líder socialdemócrata, para tratar de encontrar una salida al bloqueo político que vive Alemania.

El cambio viene, pero ¿en qué dirección?

Mientras en Alemania la modificación de la tradicional semana laboral de 40 horas es todavía objeto de debate, en países escandinavos como Suecia ya se ha comenzado a implementar, con resultados variables.

El fabricante japonés de automóviles Toyota, por ejemplo, hace cerca de una década que redujo la duración de los turnos en su planta de Gotemburgo. Con una semana de trabajo de 30 horas, la empresa ha visto aumentar sus beneficios, por lo que no se plantea volver al modelo anterior. No ha ocurrido lo mismo con el programa de la municipalidad de la misma ciudad, que se ha estado implementando durante dos años en un centro para la tercera edad. Tras reducir de ocho a seis horas, y sin bajada de sueldo, la jornada de 68 trabajadores de enfermería, las autoridades de Gotemburgo han decidido poner fin al proyecto debido a que tuvieron que contratar a 17 nuevas personas para cubrir las horas perdidas.

En Alemania, la ley laboral estipula que, por norma general, no se pueden trabajar más de ocho horas al día. Asimismo, los trabajadores deben tomarse obligatoriamente un descanso de 30 minutos tras seis horas en el puesto y, al menos, deben transcurrir 11 horas entre dos días consecutivos de trabajo. Hay que señalar, no obstante, que estas protecciones laborales, introducidas hace un siglo, no afectan a los autónomos, que conforman el 10% del total de la fuerza laboral alemana. Además, según datos oficiales, los trabajadores germanos realizaron el año pasado 772 millones de horas extra pagadas y otras 947 millones no remuneradas.

¿cómo revisar el modelo?

Todos opinan que el modelo se puede revisar, pero el cómo es algo en lo que no coinciden. La exigencia del sindicato IG Metall va en la línea de lo demandado por la dirección del Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung (Centro Científico para la Investigación Social de Berlín), que lleva años abogando por la reducción a las 32 horas semanales de trabajo. Sin embargo, el Consejo de Expertos Económicos, un órgano asesor del Gobierno de Berlín, aboga por más horas.

Los conocidos como “cinco sabios” consideran que el marco actual está “obsoleto” y sostienen que, en vez de un límite de ocho horas al día, sería más adecuado instaurar un máximo de 48 horas a la semana: “Las leyes de protección laboral han sido efectivas en Alemania, pero algunas de sus partes no son compatibles con nuestro mundo laboral digitalizado”, señaló el presidente del Consejo, Christoph Schmidt, en declaraciones al diario Die Welt.

Desde el Instituto para las Investigaciones Económicas de Múnich también opinan que la modificación tendría que ir en ese sentido. “Alemania se enfrenta a un cambio demográfico que supone una reducción de su fuerza laboral. Por tanto, esto sugiere que se tendría que alentar a los trabajadores a trabajar más, no menos”, opina su presidente, Clemens Fuest. Fuest subraya que, como sindicato más grande de Alemania, IG Metall es “muy importante, pero también muy responsable”, por lo que espera que sus representantes traten de encontrar “un acuerdo que funcione”.

El portavoz de los trabajadores del metal, en cambio, insiste en la necesidad de todas sus demandas ya que “durante los últimos años las horas de trabajo no han dejado de ser más y más flexibles, pero siempre en beneficio del patrón”. Y preguntado por si podrían sentar precedentes en otros sectores, responde: “Eso hay que preguntárselo al resto de sindicatos. Sin embargo, en el pasado, IG Metall ha sido a menudo pionero en demandas de políticas salariales”.

https://elsaltodiario.com/laboral/28-ho ... anes-metal
Autobusean ez duk ohiturazko aurpegia, aurrera egiteko hoa inoiz ez bezala

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