Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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blia blia blia.
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por blia blia blia. » 14 Nov 2016, 00:27

Por la madurez de este grupo de trabajadores/as, me parece muy interesante la entrevista a Angry Workers of the World. Es muy larga como para pegarla aquí, yo todavía la estoy leyendo.

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Super8
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Super8 » 14 Nov 2016, 08:23

blia blia blia. escribió:Por la madurez de este grupo de trabajadores/as, me parece muy interesante la entrevista a Angry Workers of the World. Es muy larga como para pegarla aquí, yo todavía la estoy leyendo.
Dicen:
Conseguir apoyo más directo y regular por parte de la izquierda es cosa difícil porque estamos lejos, en la zona 4, ¡y no hay propaganda lo bastante romántica y obrera como para atraer a la gente aquí!
Estoy de acuerdo en que la entrevista es muy interesante. Si se crea un especial con el "debate sindicalismo" -que debería crearse- yo la incluiría ahí, junto a los textos escritos a propósito para ese debate.

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Jove Obrer
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Jove Obrer » 14 Nov 2016, 10:44

blia blia blia. escribió:Por la madurez de este grupo de trabajadores/as, me parece muy interesante la entrevista a Angry Workers of the World. Es muy larga como para pegarla aquí, yo todavía la estoy leyendo.
¿porqué te parecen maduros?
“Si lo real es móvil, que nuestro pensamiento sea también móvil y que sea el pensamiento de ese movimiento. Si lo real es contradictorio, que nuestro pensamiento sea pensamiento consciente de la contradicción.”

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blia blia blia.
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por blia blia blia. » 14 Nov 2016, 12:02

Jove Obrer escribió:
blia blia blia. escribió:Por la madurez de este grupo de trabajadores/as, me parece muy interesante la entrevista a Angry Workers of the World. Es muy larga como para pegarla aquí, yo todavía la estoy leyendo.
¿porqué te parecen maduros?
Porque partiendo de unas posiciones autonomistas muy "radicales", al estar intentando incidir en la realidad de sus propios centros de trabajo, están muy matizadas y enriquecidas por la experiencia.

Mucha diferencia del típico discurso del estudiante o funcionario que te habla de "autonomía obrera" (ojo, también me vale para el que te habla de "anarcosindicalismo"). Por ejemplo, no te dicen que los sindicatos son de por sí reaccionarios y crean dirigentes. Si no que en los que cortan el bacalao en su sector no tienes oportunidad de relacionarte con compañeros y los alternativos están muy desperdigados y no te suponen una ayuda. De hecho también te hablan de aspectos positivos y no lo descartan, pero que ahora están en fase de potenciar las relaciones en el propio centro de trabajo. Yo lo he relacionado con eso que tanto se ha dicho de que la CNT se creó desde abajo, juntándose sindicatos y agrupaciones obreras, pero se relanzó desde arriba, creando comités, federaciones de ramo y sindicatos de localidad.

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Rorschach
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Rorschach » 20 Nov 2016, 11:46

Último aporte

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/37432
Anarcosindicalismo: recuperar el entusiasmo

Las siguientes líneas van a condensar una serie de pensamientos en torno al anarcosindicalismo que creo que comparto con bastante compas pero que echo en falta en las reflexiones que circulan y que no circulan por internet. Son reflexiones personales, como no podía ser de otra manera, por lo que no oculto que tienen mucho de intuición, contexto y víscera.

El anarcosindicalismo es un espacio del movimiento popular de las Españas que está en una esquina del movimiento obrero y en el centro del movimiento libertario. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero y sindical es el espacio que compartimos quienes apostamos por una estética, mitología y, sobre todo, unas prácticas y estrategias libertarias. A la vez en el movimiento libertario es como una presencia constante que ha referenciado durante décadas el resto de iniciativas, bien para tomar al cenetismo como referencia, bien para huir del él lo más rápido posible.

Nuestra posición es que el sindicalismo y el movimiento obrero son y deben ser la única expresión política de nuestra clase, o al menos, su primera línea. Claro que hay un impulso desde los valores, los principios y la ideología propias del anarquismo, pero por delante de ese impulso va una práctica organizativa de clase dado que sin ella los matices libertarios no valen de nada.

Creo que nos hace falta pensar lo que somos, porque he notado en el reciente “debate” sobre Sindicalismo Revolucionario (SR) una cierta falta de anclaje en la realidad y de sinceridad.

Es de agradecer que tras el siniestro parón que el movimiento popular ha experimentado en los dos últimos años empiecen a circular textos y polémicas sobre la orientación de nuestras posiciones, que oxigenen a unas militancias que están estancándose en los marcos mentales del 15M. El debate sobre el SR ha aportado claridad a algunas posiciones que son necesarias y que es necesario defender en público. No paso por alto el hecho de que se hable de SR, pero por más que me gustara que de verdad estuviéramos hablando de SR no he visto ni una intervención en la que el punto de referencia no fuera lo que en nuestra Historia se llama anarcosindicalismo. En las Españas no hay un sindicalismo revolucionario como tal, aunque haya quién prefiera descargarse de los males de la doctrina cenetista quitándose hasta el nombre para que los fantasmas del pasado no nos sigan la pista. Lo más parecido a SR que tenemos hoy serían las posiciones que propugna el hoy por hoy minúsculo SUT. El sindicalismo real que se da en algunos países ibéricos de la mano de CIG, CSI, ELA o LAB, está aún lejos de plantearse ser SR y esto tampoco es una observación dicha desde una torre de marfil en medio del páramo. Es una constatación: son sindicatos vinculados a movimientos políticos que entienden el sindicalismo como un movimiento limitado. Desde luego unos y otros son sindicatos, compartimos movimiento popular con ellos y son compañeras en las calles; pero si no son nuestra opción es principalmente porque no son de tradición libertaria, seamos sinceras.

Creo que esta ausencia de sinceridad, que es generalizada, es consecuencia del marasmo que ha sufrido el espacio del anarcosindicalismo los últimos años, tras un lento renacer de décadas. Hoy en día hay que sumar varios factores que han cambiado de nuevo el rostro del anarcosindicalismo, como pasó en los 70:

-Relevo generacional: o más que relevo, cambio generacional. En algunos ámbitos, sectores y colectivos enteros más que relevo ha habido un choque, un barrido. Este factor se ha visto en muchas expresiones del movimiento popular, pero en el anarcosindicalismo es la principal explicación del cambio de línea que ha experimentado CNT y los cambios de línea en temas como, por ejemplo, la relación con la AIT . Y por supuesto, también está detrás de las tensiones orgánicas que estallan aquí y allí por todo el espectro del anarcosindicalismo.

-Cambio de condiciones materiales:
el conflicto social de los años 2010-2014 no ha traído sólo reales decretos contra los que movilizarse. Las vidas de nuestra gente han cambiado: quienes estudian hoy no tienen 24h disponibles para militar. Quienes trabajan hoy sufren aún más el terror laboral de una patronal desatada: ritmos inhumanos, movilidad forzada, pluriempleos…. Quienes cuidan tienen a más gente aún a cargo que ha quedado desamparada. El tiempo para militar ha bajado bastante comparado con el que teníamos hace una década.

-Existencia de un movimiento libertario no-cenetista: CNT ha sido el lugar de encuentro de un movimiento libertario precario y que se repetía constantemente. Según iban llegando oleadas de jóvenes, se acervaban para organizarse allí y después acabar bien lejos, experimentado en otros campos de lucha. Sin duda, la generación cuya separación ha sido más estruendosa fue la de la “Epidemia de Rabia”, pero no ha sido la única, por ello a lo largo de los 2000 asistimos al nacimiento de un “ghetto libertario”, que por muy criticado que pueda ser, ha desanclado las posiciones del anarcosindicalismo. En el ciclo de 2011, la existencia de esos polos autónomos han oxigenado las ideas y permitido que haya nuevas experiencias. Desde la FAGC a la FEL pasando por una constelación de asambleas libertarias más o menos informales que han nacido y muerto, acercando más el movimiento libertario de las Españas al mundial y alejándolo de ese movimiento ahijado de “la CNT de los 30”, lo que trastoca esa definición de anarcosindicalismo que lo sitúa en el centro del movimiento libertario.

Creo que las consecuencias de estos cambios explican nuestro estado de ánimo. El cambio en el movimiento libertario y el cambio de posiciones genera una desorientación, que junto al cansancio por el empeoramiento de nuestras condiciones de vida nos lleva a un desasosiego con el compromiso que lo hace más difícil. Además hay una percepción un tanto conspirativa que es común a casi todo el movimiento popular, pero que se agudiza en las organizaciones que han sufrido escisiones duras, como son las que componen el espacio anarcosindicalista. Esto oscurece las percepciones, vemos el futuro gris o negro y a nosotras nos vemos con aspiraciones a ser los últimos mohicanos. Creo que es un error, porque no somos ni de lejos la última barricada en una clase obrera echada a perder. Creo que la actualidad nos da constantemente cal y arena como para pensar en que perfectamente podíamos ponernos en serio a participar de dicha actualidad. Hay dificultades, por suerte.



Voy a señalar lo que creo que son nuestros límites hoy mediante tres aspectos que están en la primera línea de nuestros retos.

NUNCA MÁS UN ANARCOSINDICALISMO SIN SINDICALISMO


-El reto de la negociación colectiva: la apuesta fuerte de CNT en los últimos años se ha enfocado a poner la negociación colectiva como espacio de conflicto sindical estratégico. La revitalización sindical que apuntan algunos compas es sin duda la tarea pendiente del modelo sindical de CNT, pero no sólo. Apostar por la negociación colectiva en serio significa apuntar a desbancar a CCOO y UGT de la representatividad sindical que padecemos y que nos atenaza al resto del movimiento sindical, al menos en Castilla. Para ello hay que reconocer lo obvio: necesitamos más recursos militantes. Esto es: mejor formación y capacidad jurídica y negociadora, más horas militantes, organizaciones más dinámicas para responder ágiles y eficaces… No estamos en el mejor momento social para dedicar más tiempo a la militancia de lo no-urgente, a invertir en formación o en el trabajo militante diario de la hormiguita que va de empresa en empresa. Porque como he indicado antes nuestro tiempo militante se ha cercenado por la crisis económicas y de cuidados y a la vez, porque ese estado de crisis permanente nos obliga a estar constante en movilización y sin pasar de punto de Asuntos Urgentes.

El anarcosindicalismo ha pecado veces y veces de activista, esto es, de ir sumándose y saltando de causa en causa según la ocasión. Esto es consecuencia de una concepción demasiado instrumental y política del sindicalismo. Nuestra tarea no está en intervenir en todas las luchas, ni tener presencia en todos los frentes del conflicto social. Aunque suena peor, nuestra tarea está en organizarnos para dar nuestras propias respuestas e impulsar nuestros propios conflictos, que no es poco. La primera aclaración que necesitamos es que el sindicalismo tiene un campo de acción: las relaciones laborales de explotación. Para participar en el resto de luchas tenemos también una herramienta más que inventada: la solidaridad.

-El fetiche de la “acción directa”: se ha hecho un trabajo intensísimo por desvincular el concepto de acción directa de los petardos, los hierros y los magnicidios. Hay que dar un paso más y desvincular el concepto de acción directa del cartel-mani-acción. La negociación colectiva sindicato-empresa es acción directa mediante el conflicto colectivo. La negociación colectiva Federación de sindicatos – patronal es acción directa, mediante el conflicto social. Todos los medios para construir ese conflicto colectivo son medios para construir acción directa.

Por otro lado, con respecto la “acción mediada”, hay que dignificar el derecho laboral y sus instituciones. El estado no es una máquina burocrática que habita en unos despachos. Es parte de nuestra sociedad, que se materializa en las instituciones pero que lo atraviesa todo. Y como parte de nuestra sociedad, también opera en la lucha de clases. No voy a entrar en si el estado tiene autonomía de la clase dominante o no, porque en cualquiera de los casos el estado para mantener el orden se ha visto obligado a instituir las reivindicaciones de la parte dominada. Por eso el estado es herramienta de la clase que domina la lucha –la patronal; pero no es una simple herramienta, sino que al ser parte de la sociedad recoge las resistencias y victorias también de nuestra gente. El estado institucionaliza las victorias de nuestra clase y las enmarca en el derecho laboral y sus instituciones, aunque no solo. Si el derecho laboral es limitado es precisamente porque somos la clase oprimida, pero ese derecho, esos derechos, son el patrimonio de las luchas del pasado y renegar de él es renegar de nuestro patrimonio más valioso. De nada vale mantener limpio el local y la bandera si no conocemos ni respetamos nuestra jornada laboral, por poner un ejemplo. De nada nos vale hablar de derechos y conquistas en abstracto y no trabajarse las plataformas reivindicativas ni pelear por asentar convenios favorables a nuestra posición. La inspección de trabajo, las salas de la social y los profesionales de la abogacía laboral son herramientas en nuestras manos y saber utilizarlas es una cuestión táctica, lo que en ningún caso puede hacerse con el peso de “fallar a los principios” por recurrir a mediaciones. Debería ser intolerable para nosotras que haya compas que defiendan la idea de que los derechos laborales son privilegios de obreros blancos, machistas, heteros, taurinos y mourinhistas.

-La ausencia de debate estratégico: la definición del espacio anarcosindicalista que se ha dado en este texto incide en impulsamos prácticas libertarias en el movimiento obrero para conseguir que tenga finalidades revolucionarias. Pero el debate sobre esas prácticas está ausente o está reducido a fetiches como el de la “acción directa contra la vía jurídica”. Desde la controversia de la transición que tuvo como resultado la ruptura de la unidad organizativa, desde CNT se han puesto a punto las herramientas para reforzar su modelo sindical de secciones sindicales, cuya razón de ser es el aumento de la participación directa de cada trabajadora, no lo olvidemos.

La transformación en Principio del “boicot a las elecciones sindicales” es una perversión y una trampa. La escisión de CGT se dio sobre el papel por este motivo, aunque la realidad es que fue más la excusa que la causa, dado que la ruptura de la unidad se produce porque tal unidad nunca se había dado tras el exilio. Hoy CNT ha decidido su propia estrategia en base a esa diferencia, pero es una estrategia más de otras que quedan por definir y donde coincidimos con corrientes de CGT y de otras organizaciones. Por inercia, dogmas o falta de imaginación no estamos experimentando y depurando nuestras prácticas con la vitalidad y dinamismo con el que se mueve la realidad laboral. Pero a nuestro alrededor por suerte sí que se están dando estas experiencias.

Por ejemplo, es un pulmón de aire fresco el trabajo académico que se está realizando en los seminarios de la UPV donde se enfrentan las trayectorias de la representación de los trabajadores frente a sus sindicatos, ya como entes separados, afilando nuestra capacidad de poner la legalidad a merced de nuestros intereses y estrategias.

Por otro lado me parecen muy necesarias los textos de Yeray Campos y Beltrán Roca, que nos recuerdan que los convenios colectivos no son el único ni tal vez el mejor modelo, porque desincentiva una afiliación sindical que para nosotras debería ser fundamental, como paso previo a la participación. Lo mismo respecto al texto del compa de Embat, sobre la postura sobre la gestión obrera de servicios que hoy consideramos “públicos” con toda naturalidad mientras que otras posturas plantean que empecemos de 0, con el caso práctico de la Seguridad Social Sindicalizada frente a las mutuas autónomas impulsadas desde el sindicalismo. Poner a circular ideas y prácticas variadas, opuestas y que se van superando obligadas por la realidad es la única forma de cabalgar una realidad cambiante.

Podemos seguir por las experiencias en sectores precarizados: el trabajo sexual, el trabajo doméstico, el trabajo ñapa a ñapa, la venta ambulante, la chatarra…Ahí donde CCOO y UGT ni están ni se les espera pero sin duda hay relaciones de explotación. La iniciativa de algunos sectores parece una respuesta aislada pero positiva si la reflexión que extiende es: “Estamos obsesionados con crear partidos políticos, y lo que necesitamos es un sindicato". Nuestra crítica a este tipo de experiencias es casi automática por corporativista, dado que la traducción práctica es que cada sector se construye a sí mismo y a veces, sólo a veces, se confluye en cosas. Tal vez haya que probar a hacer sindicalismo así o al menos cooperar con estas iniciativas y ver si el espacio anarcosindicalista funciona lejos de sus tradicionales casas (y mansiones).



NUNCA MÁS UN SINDICALISMO SIN TRABAJADORAS


Hoy en día nuestra clase en todo el globo se enfrenta a una crisis civilizatoria. Nos enfrentamos a la suma de la crisis ambiental y su caos climático, la crisis financiera que se mueve como un fantasma desde 2008 y la crisis de cuidados que ya se ha extendido a toda nuestra clase.

-Tenemos una clase obrera más precaria, móvil y dividida. La crisis financiera de 2008 fue el punto de partida de una crisis sistémica que en Europa ha servido para crujir a toda la clase trabajadora contra sus condiciones de vida.

Todos los sesudos analistas de internet señalan que hay una radicalización de la clase obrera de los países centrales hacía posiciones neofascistas (más patriarcado, más nacionalismo, más corporativismo). Es nuestro deber trabajar en el seno de esta clase obrera y no desde posiciones excéntricas atrincheradas en los locales. Esa es la esencia del anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario: llevar las posiciones clasistas a los conflictos diarios de los trabajadores. Esos conflictos nos son cotidianos y aún así no siempre podemos dar una respuesta firme.

Por atacar con el ejemplo más común, el sindicalismo aún no da una respuesta eficaz ante la contratación temporal. La reciente sentencia europea sobre la indemnización a interinos y eventuales nos distrae del debate de fondo: sea o no sea fraude, la indefensión es mucho mayor ante la contratación temporal cuando el contrato acaba que con cualquier otro tipo de despido. Esta situación provoca que nuestra gente no trabaje varios años seguidos en el mismo puesto, ni en la misma empresa, ni en el mismo sector, lo que también está demostrado que es una causa de baja afiliación sindical y en consecuencia, nulo compromiso. Es curioso ver como ante esta situación, la respuesta de CCOO y UGT es, al unísono, nombrarse representantes de todo este sector y afirmar que la mejor defensa son los convenios colectivos que ellos negocian de manera casi exclusiva. Recientemente hemos tenido la victoria de un sindicato de CNT que ha eliminado la temporalidad en una empresa, poniendo en práctica la estrategia de CNT de ir empresa por empresa consiguiendo mejoras mediante la participación y la implicación. ¿es suficiente? ¿se puede extender a todo sector?

-La ruptura del suelo que pisamos. La precarización total de las condiciones de vida de nuestra clase ha sido posible por una crisis que el feminismo llama “la crisis de reproducción social” o “crisis de cuidados”. Esta crisis ha ido invadiendo todas las sociedades del planeta desde mucho antes del crack de 2008. La crisis de cuidados es esa hiperconcentración de todos los cuidados en la familia nuclear tradicional (patriarcal, por descontado), al romperse el resto de esferas de socialización (el barrio, la asociación, los compañeros de trabajo). Cuando las familias estallan y no dan más de sí , lo que quedan son personas aisladas en una sociedad atomizada, individuos que se relacionan con otras personas mediante el consumo. Esta crisis es lo que explica que haya personas cuyos problemas laborales sean la punta del iceberg. Es por esta crisis por la que la gente que entra por las puertas de un sindicato lo primero que busca no es una herramienta de emancipación de clase, sino alguien con quién desahogarse. Esta crisis está oculta en muchas de las miserias del trabajo, en mucho estrés, en mucho acoso laboral. Pero por supuesto esta hiperconcentración de los cuidados no se traduce sólo en trabajadores que no son capaces de reponerse física ni emocionalmente de la explotación capitalista, sino que tiene el epicentro del problema en quienes cargan con todo el peso de los cuidados, que en nuestra sociedad –por patriarcal- son las mujeres. Las dobles y triples jornadas laborales se pueden afrontar desde el sindicalismo propugnando la igualdad de tareas, la igualdad efectiva en las empresas, la feminización de sectores masculinos (como el metal, donde falta mucha conciliación) y la dignificación de sectores femeninos (como la limpieza de edificios donde falta mucha retribución). Pero lo que se puede alcanzar desde el sindicalismo son parches ante el reto de la crisis de cuidados, dado que luchamos con sus consecuencias y no alcanzamos a la raíz que está en las relaciones rotas por el capitalismo, que no son precisamente las de explotación sino las imprescindibles para que las comunidades humanas sean tales.

En este sentido el anarcosindicalismo debe hacer bandera de que el movimiento obrero y sindical sea efectivamente la matriz de otro mundo, como Mikel define el Sindicalismo Revolucionario, pero no ya por sus planteamientos respecto de la economía fabril y productiva sino por ese suelo de la economía productiva que es la reproducción social. El sindicato debe de reconstruir y reinventar las relaciones donde el cuidado sea la razón de ser, anticipando la sociedad del futuro por sus bases económicas reales.



NUNCA MÁS UN SINDICATO EN COMA


El tercer grupo de tareas pendientes que tenemos que analizar y resolver son las más ingratas y espinosas. Hay que hablar de la Organización y de organizarse.

-“Un gran sindicato”. La propuesta subyacente de la posición de J.L. Carretero es que necesitamos reinventar la organización sindical para tener una máquina de combate en la que se den todos estos debates y experiencias de lucha que he repasado hasta ahora. Mi posición es que esto ni es posible, ni es deseable ahora mismo.

La unidad sindical es un principio básico del movimiento obrero, pero la unidad sindical se da en torno a las propuestas y la fuerza sindical del movimiento y no al revés. Por eso la primera fase de la construcción de la unidad está en construir fuerza, como fue el inicio de las grandes organizaciones obreras del pasado. Eso en la realidad significa que las distintas organizaciones en las que operan anarcosindicalistas tienen mucho campo por recorrer tal cual están y que la unidad, de ser necesaria, se dará de manera natural y se dará en torno a las estrategias y propuestas que más fuerza sean capaces de aglutinar.

Para el día a día, lo primera es que hay que desacralizar nuestras organizaciones y darle más importancia al movimiento de clase. “Organizarse jamás ha querido decir afiliarse a la misma organización. Organizarse es actuar según una percepción común, al nivel que sea.” Lo más primario tener clara esa percepción común que el anarcosindicalismo comparte y hacerla viral, expansiva, lanzarla a la conquista del universo sin complejos. Luego ya veremos como hacemos las asambleas o el método que elijamos.

-La CNT que no queremos.
En CNT se han dado en la última década unos muy virulentos choques orgánicos, llevando a la organización a un estado de shock permanente que ha destruido muchas iniciativas positivas por la permanente crisis orgánica producida por una guerra fría entre posiciones de los distintos partidos anarquistas. Hay un ambiente enrarecido entre militantes por la constante sombra de la duda.

El fondo de esta cuestión es que la reconstrucción de CNT se ha hecho recurriendo las más de las veces al sustrato emocional y épico de la organización más que a su contenido de clase o a su capacidad de lucha. Esa omnipresencia de la identidad de una CNT es la primera causa de que dejar el carné se tome como una herida irreparable para algunos compañeros. Eso no quita que haya diferencias políticas, que haya maniobras burocráticas y que ha habido escándalos que merecen condena indudable. Pero la manera de resolver y afrontar estas situaciones genera conflictos inevitables entre posiciones que no pueden dirimirse sacrificando la fraternidad entre compañeras.

Vaya por delante que dentro de estas diferencias, lo que queda claro desde hace años es que el modelo de CNT supeditado a un determinado partido anarquista y envuelto en la mitología cenetista del exilio tiene los días contados y va quedando como una postura automarginal. Enfrente han surgido distintas propuestas reabriendo el debate de los 70 sobre qué debe ser CNT y como debe relacionarse con el movimiento libertario: una organización de todo el movimiento libertario con forma de sindicato, una organización que sea la correa de transmisión de movimiento libertario en el mundo obrero, un sindicato autónomo de lo libertario en la que quepan distintas posturas (marxismos, anarcomunistas, faistas…)… Esta reapertura no es clara, sino que se va dando por la vía de los hechos y sin tener muy en cuenta que las malas formas a la hora de convivir llevaron al desastroso resultado de hace 3 décadas, por encima de las diferencias estratégicas y políticas.



Hay que recuperar el entusiasmo. De lo contrario el anarcosindicalismo bien puede morir como tal y volver a empezar de 0 en el seno del movimiento libertario o de los movimientos populares de los pueblos ibéricos. Recuperar la ilusión significa que tenemos que volver a saber lo que queremos y que es posible conseguirlo.

Lo primero tenemos que poner en el centro son las emociones que nos impulsan a estar en la militancia y en el anarcosindicalismo. Es necesario que lo sintamos útil, que nuestro trabajo sirve, y para ello nada mejor que mirar atrás y ver que lo que hemos construido es positivo. Que ganamos conflictos. Que ayudamos a nuestra gente en su día a día y que hemos evitado que haya compañeros en situaciones extremas, tanto por los cuidados que nos hemos dado como por la lucha sindical que nos ha hecho mantener empleos con dignidad.

Lo segundo es recuperar el horizonte. Dejar de ver un mundo gris y abocado a la decadencia que nos pintan las películas americanas. Tenemos una propuesta de nuevo mundo y que es perfectamente válida en estos tiempos de caos geopolítico, caos climático y decrecimiento económico. Tenemos que inspirarnos en el movimiento libertario que va un par de pasos por delante en estos temas, que nos hablan de un decrecimiento comunal, respetuoso y cooperativo, en el que la lucha sindical tiene un espacio central. No habrá transición de civilización sin medios técnicos, sin trabajadoras con conocimientos específicos y sin la capacidad de gestionar las empresas que hoy nos explotan y destruyen el planeta, y esa fuerza transformadora es la que se organiza en el sindicalismo.

Gaspar ( CNT Valladolid )

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Lebion
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Lebion » 29 Nov 2016, 20:39

Ahí va otra aportación al debate:

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/37501
Necesitamos buenas alforjas para el desafío de conformar un fuerte sindicalismo revolucionario.

Por Julio F. (CNT Gráficas – Madrid)

Me agrada profundamente que se de en estos tiempos un debate sobre el papel del sindicalismo como elemento de transformación social. Y está muy bien desearlo en estos momento cuando existe un cierto ambiente entre la izquierda que menosprecia su capacidad como elemento imprescindible y que lo relega a algo que ya le ha pasado su tiempo. Algunos resabios de esto me hizo pensarlo la frase de Pepe Gutiérrez-Álvarez que dice que el sindicalismo revolucionario vendrá del ejemplo de las Mareas o de luchas concretas que convergerán en plataformas donde el sindicato estará en segundo plano. Considero que la reflexión para que esos deseos de grandes sindicatos potentes y amplios, capaces de arrancar mejoras y estar listos para controlar la economía de un país, debe pasar por analizar qué está pasando actualmente con ciertas cuestiones que en su tiempo posibilitaron su desarrollo y lo pueden volver hacer: cultura de lucha y de clase, militancia y ética, estrategia e inteligencia colectiva, economía de fuerzas y amplitud de miras.

Bases

"La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos"

Esta frase concentra el pensamiento que debe regir las bases de un sindicalismo revolucionario. Somos muy buenos en pensar cómo será la futura sociedad pero nefastos en ver las cosas que puedan formar los ritmos sociales con los que podamos estructurar una comunidad solidaria y revolucionaria.

Y el ejemplo lo tenemos reciente. ¿Cómo ha podido generar la PAH y grupos de vivienda esa cultura de lucha y ese imaginario social, con sus limitaciones, favorable en amplias capas de la sociedad que responda a unos parámetros de justicia, lucha y solidaridad? Mi respuesta no puede ser otra que cuando responde a problemas comunes, concretos y ha generado una dinámica que pasa del activismo a la militancia. En otras palabras, cuando luchar contra injusticias tuyas o ajenas forma parte de tu vida cotidiana tanto igual que ir a comprar la barra del pan, ir a tapear con tus amigos o hacer una parrillada con familiares y amistades junto a compañeros del sindicato, por poner algunos ejemplos.

Es cierto que sufrimos un constante ataque mediático para desclasarnos o perder los símbolos con los que en otros tiempo formábamos nuestra identidad como clase y como comunidad que se arropaba cuando alguien tenía un problema o se quería mejorar el barrio o las condiciones laborales. Pero precisamente por ello debemos reencontrarlos en el presente y con sus nuevas formas o palabras. Emanciparse como clase, como trabajador y trabajadora es una idea de base que conforma unas formas de actuar y hacer, pues ha de trabajarse en colectivo, tener iniciativa, aprender, participar y no querer doblegarse para en un momento dado regir sin jefes el destino de la economía y la sociedad.



Compromiso y participación

Hay una cierta lógica instalada en los mundos de la izquierda y el del anarquismo en particular, que es el que más conozco, donde pareciera que la lucha es una cuestión binominal, o se es consumista y pasota o alguien ultramilitante o supercomprometido. No existen ahí grados ni grises y considero esto un grave error que no nos permite avanzar ni evaluar en qué estamos errando con más propiedad.

Esta voluntad de participación, con distintos porcentajes, no sólo para la toma de decisiones si no en las acciones, coordinación, preparación táctica o estratégica de campañas o luchas a de tratarse de modo inclusivo y propositivo. Y esto encaja perfectamente en parámetros democráticos y de trabajo en red, pues un sindicato no deja de ser una organizada red de solidaridad y apoyo mutuo. Siempre habrá quien participa más y quien lo hace menos y precisamente por eso hay que tener claro los mecanismos o formas para que quienes están más en todo tengan herramientas para ser más inclusivos y repartan tareas o puedan hacer que participen en pequeñas cosas a quien no lo están tanto. Eso hace cohesión y sentido de utilidad, que las cosas sirven y uno se siente parte de ello y, por lo tanto, acaba identificándose como parte del grupo y del sindicato.

Para favorecer pues esta participación es muy importante la planificación a largo plazo, a medio y corto. Si eliges el trabajo y desarrollas unas pautas importantes generales de guía vas a eliminar tiempo improductivo y asambleas innecesarias que se pueden destinar a grupos de trabajo que desarrollan y hacen, hacen y hacen. Y ahí es donde es sencillo ir introduciendo a compañeros menos participativos o que no forman parte de los veteranos que llevan las partes más pesadas o de responsabilidad interna de un sindicato. Además también hay que tener en cuenta que hacer acción sindical en tu empresa, incluso de forma planificada, ya consume un tiempo y energía considerable de militancia. Si además añadimos cuestiones barriales definitivamente la planificación y la seriedad con lo que hacemos es una obligación. La eficiencia democrática de la organización es pues una cuestión de asambleas, reuniones y comités, de tener claro un tiempo regular de toma de acuerdos generales y de los miles acuerdos de gestión para desarrollarlos. Tener pocas asambleas y muchas reuniones es algo que se va dar natural con una masificación del sindicato.

Otro punto reside en la formación: si no contamos con cuadros militantes y gente preparada para saber los mecanismos que tenemos para defendernos y como trabajar en cada sector económico no vamos a conseguir ser una referencia para los demás trabajadores. Y sin esto no hay revolución posible. Además, deben de poder a su vez formar a más gente de tal forma que todos puedan llegar a ese mismo conocimiento, hablando de cuestiones básicas o algo complejas pero que no llegan al conocimiento que muchas veces pueda tener alguien especializado en algún área como abogados y economistas, por ejemplo.

También debemos afrontar que existen de facto liderazgos informales, personas que son más carismáticas o tienen un cierto don para ser influyentes entre los grupos de trabajadores. Traernos este perfil y que enfoque sus habilidades de forma colectiva reforzará nuestras ideas e influencia sindical en sectores y empresas. Estos compañeros tienen un rol importante de animadores e incluso dinamizadores de procesos internos de los sindicatos o colectivos de trabajadores.



Alianzas y estrategias.

Una obviedad es que no contamos con la masividad ni profundidad organizativa como en los años 30 y precisamente porque el momento actual es nuestro, con sus peculiaridades, hay que tener amplitud de miras y saber aglutinar sectores que luchan. Tender a la unidad para ganar conflictos laborales y sociales es una necesidad de nuestra clase porque nos hace fuertes frente a los deseos de empresarios, banqueros y gobiernos de turno. Además nos posibilita imaginar construyendo un futuro emancipador.

Hablo de alianzas porque la fragmentación sindical en nuestro país es un hecho y porque el sindicalismo revolucionario no es hegemónico a nivel social. Por tanto se ha de buscar formas con las que trabajar con otros para conseguir objetivos que deseamos en diferentes tiempos. A nivel de empresa, a nivel de convenios colectivos, en áreas que tienen que ver con sectores públicos, en cuestiones de vivienda, etc...

Esa idea general que nos trasmitió las “Marchas de la dignidad” de la confluencia y objetivos comunes debe dar otro paso más, conformar planes de trabajo (constructivos y concretos) más allá de las manifestaciones, ya que éstas son demostraciones de fuerza y apoyo, puntuales, de unas series de exigencias o ideas y no son parte de un trabajo diario. Para ello hay que poner sobre la mesa nuestras plataformas reivindicativas y llegar a consensos que formen un bloque frente a empresarios y gobiernos de turno. Lo considero, como mínimo, un paso necesario para revitalizar el sentido cultural de pertenencia a una misma clase popular que se organiza y apoya. Y esto es lo más cercano a la realidad actual que la creación de “Un Gran Sindicato” propuesto por J. L. Carretero

Creando músculo

Si tenemos la idea de un sindicalismo que pueda transformar la sociedad a gran escala también debemos pensar en herramientas y redes que en conjunto posibiliten esta misma. Es por eso que comparto con compañeros como Lluís Rodríguez la necesidad de construir cajas de resistencia en los sindicatos y no creo necesario aportar más datos que los que ha enumerado él en su artículo. Tenerlas favorece que colectivos de trabajadores tengan la capacidad de afrontar un duro conflicto como es una huelga sostenida en el tiempo de forma más eficiente, además combate el miedo a verse sin el sostén económico para mantenerse a sí mismo o su familia. Sin olvidar por ello que el punto central es la iniciativa y voluntad popular para querer revertir o mejorar situaciones de injusticia o condiciones de trabajo en las empresas, es pues que la caja de resistencia usada con inteligencia favorece una cultura de avance, solidaridad y lucha, además que posibilita aglutinar mayores sectores y grupos de trabajadores por medio del ejemplo práctico.

Relacionado con lo anterior y en marco de una vuelta a ganar más poder sindical y control en la contratación de personal en las empresas, las bolsas de empleo son un elemento de exigencia en el pulso de las negociaciones colectivas sectoriales o de empresa a empresa. Con esta estrategia el sindicalismo puede volver a recuperar la confianza y simpatía de amplias capas de trabajadores que están desempleados o son temporales endémicos.

El cooperativismo obrero y de izquierdas en nuestro país ha ido haciendo buenos progresos desde una de las entidades de más referencia como es Coop57, representan una manera de aglutinar a los trabajadores para controlar parcelas de la economía dentro del marco capitalista desde un enfoque socialista. El sindicalismo revolucionario que también apuesta por fomentar las cooperativas debería ser consciente y habilitar puentes de entendimiento con ellas. Teniendo en cuenta una perspectiva de dar cobertura a las necesidades básicas y fomentar que la circulación monetaria sea acumulada preferiblemente por nuestra clase que por las multinacionales, recuperar entidades como los economatos dentro de los sindicatos es un cimiento más que necesario para volver a una cultura colectiva que entrelaza las organizaciones sindicales con otros aspectos no estrictamente laborales y preocupaciones que más se han acentuado con la llamada crisis y las políticas gubernamentales de precarización de las clase popular.



Centrar el esfuerzo

Siendo sinceros con nosotros mismos, no contamos hoy con grandes recursos económicos y multitudes de brazos para emprender todos y cada uno de los proyectos que deseamos, o para intervenir en todas y cada una de las luchas que son transversales, injustas o ponen en riesgo las condiciones de vida de nuestra clase social trabajadora (con o sin empleo).

Aunque estoy de acuerdo con Ruymán Rodríguez en darle la importancia que tienen las luchas de vivienda o aquellas que se salen de la relación laboral, no estoy de acuerdo en que el foco prioritario de los esfuerzos se salga del campo económico de las empresas. Nos enumera una serie de ejemplos históricos donde el anarcosindicalismo de los años 30 intervino con huelgas de alquileres, mutuas obreras o red de escuelas y ateneos. Pero, en el relato no evidencia que eso se pudo dar por los miles de afiliados con sus cuotas y la dinámica que ejercía su poder sindical en el entramado empresarial que se reflejaba a su vez en las comunidades obreras de los barrios. Si hoy en día muchos de los trabajadores no cuentan con sindicato alguno en su trabajo o por otro lado donde si los hay siguen o se conforman con sindicatos como CCOO o UGT no es porque “han sido fabricados a conciencia por el Sistema” si no porque no existe en sus centros de trabajo un cambio, una alternativa o unos sindicatos que representen un relato diferente en lo cotidiano y sean útiles para defenderse o ganar mejoras laborales y sociales; por lo tanto abandonarlo porque los sindicatos que quieren ser ese cambio no lo están haciendo bien no es una solución, si no el intentarlo de otras formas más eficientes con el ejemplo de otros sindicatos de otras localidades.

Quienes estamos en procesos de crecimiento e implantación de sindicatos, constatamos que hay una carga de trabajo para desarrollar tareas prácticas de acción sindical y formativas de la afiliación que consumen la capacidad de hacer más allá de los objetivos que se han acordado realizar, sin embargo, esto no elude que también tengamos fuerza, si bien no para impulsar, si para solidarizarnos o aportar recursos de infraestructura, logística, difusión y económicos para distintas luchas que compartimos. Si el sindicato aumenta en implantación sectorial y territorial lo hará también su capacidad de intervención en otros campos y entrará en contacto más seguido con nuevas realidades que ya están en marcha por fuera de esta, como son las redes de cooperativas, asociaciones barriales, colectivos de vivienda, etc…




No quiero acabar sin mencionar que estamos asistiendo en la actualidad a un aumento de la capacidad de asumir luchas sindicales por parte de grandes colectivos de trabajadores y de conseguir victorias desde el anarcosindicalismo de forma eficaz, lo que da muestra de una maduración de nuevas generaciones formadas y con experiencia que pueden asumir el desafío de conformar un sindicalismo revolucionario numeroso en el que todos sumamos y avanzamos, creámonoslo.
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por blia blia blia. » 08 Dic 2016, 17:55

Del artículo de Gaspar:
Existencia de un movimiento libertario no-cenetista: CNT ha sido el lugar de encuentro de un movimiento libertario precario y que se repetía constantemente. Según iban llegando oleadas de jóvenes, se acervaban para organizarse allí y después acabar bien lejos, experimentado en otros campos de lucha. Sin duda, la generación cuya separación ha sido más estruendosa fue la de la “Epidemia de Rabia”, pero no ha sido la única, por ello a lo largo de los 2000 asistimos al nacimiento de un “ghetto libertario”, que por muy criticado que pueda ser, ha desanclado las posiciones del anarcosindicalismo. En el ciclo de 2011, la existencia de esos polos autónomos han oxigenado las ideas y permitido que haya nuevas experiencias. Desde la FAGC a la FEL pasando por una constelación de asambleas libertarias más o menos informales que han nacido y muerto, acercando más el movimiento libertario de las Españas al mundial y alejándolo de ese movimiento ahijado de “la CNT de los 30”, lo que trastoca esa definición de anarcosindicalismo que lo sitúa en el centro del movimiento libertario.

Creo que las consecuencias de estos cambios explican nuestro estado de ánimo.
No entiendo muy bien si Gaspar lo interpreta como negativo o positivo. Yo lo entiendo como algo muy positivo.

- Para el anarcosindicalismo porque no inunda los sindicatos de gente (muy joven) no interesada por lo laboral.
- Para el resto del anarquismo que ya no depende de la infraestructura de la CNT y es capaz de tener entidad propia.

Si la lucha laboral es lo más importante se puede teorizar muy fácilmente, pero es algo que tienen que demostrar en la práctica quien esté metido en esa lucha. Creo que así fue como un montón de anarquistas refractarios al sindicalismo fueron entrando en él a principios de siglo XX en España.
-La CNT que no queremos. En CNT se han dado en la última década unos muy virulentos choques orgánicos, llevando a la organización a un estado de shock permanente que ha destruido muchas iniciativas positivas por la permanente crisis orgánica producida por una guerra fría entre posiciones de los distintos partidos anarquistas. Hay un ambiente enrarecido entre militantes por la constante sombra de la duda.
A mí me da la impresión de que siempre ha habido follones.

En el 95 se fue de la CNT buena parte de la regional catalana, la ahora denominada CNT-Catalunya que dejó a la CNT en la zona en que más implantación tenía escuálida. Creo que fue paralelo al conflicto en Madrid con el grupo liderado por Jaime Pozas (Pozas era alguien bregado en rollos internos). No llego a imaginarme los follones que habría antes y después. Eso a 12 años del Vi congreso donde hubo la última escisión y a 5 que se ganara el juicio de las siglas.

En 1999 en Madrid ya volvió a haber expulsiones y medio sindicato se fue a su casa porque no aguantaba el follón. Ahora mismo se echa la culpa a las juventudes libertarias, pero en Madrid fueron prácticamente convidados de piedra, peones en manos de uno de los bandos.

Y bueno, yo a finales de los 80 estaba en un sindicato en la que había alguna persona a la que lo único que le importaba eran los rollos internos. Te ponían la cabeza como un bombo.

Así que en ese sentido, andamos parecido. Cuando pregunto si nos pasa sólo a nosotros esto me dicen que no, que en todas las organizaciones de izquierda ocurre lo mismo.

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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por blia blia blia. » 08 Dic 2016, 18:04

Pongo un artículo de Lluís Rodríguez Algans (que ha contribuído al debate) y creo que da un poco cuenta de los fundamentos en los que basa sus propuestas para el sindicalismo. De su blog: https://llrodriguezalgans.blogspot.com. ... stion.html

Del contrapoder sindical a la autogestión económica

“Autobusean ez duk ohiturazko aurpegia, aurrera egiteko hoa inoiz ez bezala” (*

Vivimos tiempos de resistencia y alternativas en Euskal Herria. Resistencia sindical al desempleo, la precariedad laboral, las reducciones de salarios, los cierres de empresas, deslocalizaciones y desmantelamiento industrial. Alternativas en la política económica e industrial instrumentada por medio de propuestas sindicales para un cambio de modelo, en la extensión de las sociedades laborales y el cooperativismo como redes de economía social y transformadora, también en encuentros para el debate, visualización y consolidación de modelos económicos alternativos como el II Encuentro del asesoramiento laboral y social sobre negociación colectiva y control sindical, los III Encuentros ecosocialistas o Alternatiben Herria en Bilbo.

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La economía capitalista es voraz y los gestores del capital, también el vasco, pretenden desmantelar la economía productiva, subordinándola a lógicas de rentabilidad financiera, sosteniendo crecientes niveles de explotación y extracción de excedentes económicos de forma legal o fradulenta para su beneficio. El análisis y síntesis de John Bellamy Foster sobre “Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista”, nos sirve para situar algunos aspectos clave del por qué y hacia dónde ir respecto a la política económica que aplica el capitalismo neoliberal vasco, subordinado al español y europeo. Por una parte, la orientación de política fiscal regresiva del Gobierno Vasco o Navarro y las Diputaciones Forales es funcional para que sean las empresas privadas quienes determinen el empleo por medio de sus niveles de inversión y producción. Además, éstas ven con buenos ojos las políticas generalizadas de externalización de servicios para sus áreas de negocio y beneficio, o la propia retirada del sector público de forma que no interfiera en sus negocios privados a costa de los impuestos de toda la ciudadanía vasca. La aplicación de políticas fiscales de inversión social orientadas al pleno empleo serían percibidas por la patronal cómo ataques a su poder para dictar la política económica tal como lo hacen actualmente. Y no solamente por eso, sino también por qué políticas orientadas al pleno empleo, por ejemplo con políticas fiscales progresivas y laborales protectoras, harían sin duda que la posición de fuerza de la clase trabajadora en Euskal Herria aumentara y así también los salarios y condiciones laborales. Desde una perspectiva más amplia, cualquier programa de transformación social necesita establecer una garantía de empleo y seguridad económica a la clase trabajadora para contraponer a la autoridad y poder empresarial un cambio social orientado a formas de planificación económica democrática.



Asimismo, los encuentros citados al principio apuntan a esa necesidad de que el sindicalismo retome centralidad en la influencia sobre las políticas estratégicas empresariales y económicas, así como a la imperiosa urgencia de poner en el centro de la actividad económica la vida, los cuidados, los tiempos de trabajo y los equilibrios ecológicos, transformando el modelo productivo y de consumo hacia una economía social a la par que democrática. El capitalismo vasco y sus portavoces políticos (PNV, PSE, PP), nunca querrán orientar la actividad productiva hacia criterios de eficiencia ecológica y económica, satisfacción de necesidades y desarrollo endógeno o propiamente de pleno empleo con reducción de la precariedad y la pobreza: prefieren el desempleo y la precariedad que imponga disciplina y miedo en las empresas, que mantenga a ralla la reivindicación de mejores salarios y condiciones de empleo, prefieren subordinarse al capital nacional y extranjero, demostrando con ello la obsolescencia de un sistema económico, el capitalista, que debe ser sustituido por sus negativos impactos sociales, económicos y ecológicos. Es evidente también en este contexto político, que la transformación del modelo productivo solo puede venir de una propiedad social de los medios de producción, de un control social de las decisiones de inversión a medio plazo y de los procesos de producción a corto plazo. Esto es precisamente lo que plantea la economía social y transformadora. Dos patas, resistencia y alternativas, resistencia sindical, es decir sindicalismo de contrapoder y alternativas económicas, economía social y transformadora en definitiva.


De la economía social al sindicalismo de contrapoder

El análisis de las interrelaciones entre sindicalismo y economía social en el contexto antedicho, debe empezar por remarcar la importancia de la economía social a la hora de prefigurar la economía que necesitamos la clase trabajadora a la vez que de establecer alternativas hoy mismo. Una transformación del sistema económico necesariamente pasará por el impulso de muchas experiencias concretas y la integración de las mismas. El cooperativismo y la economía social son también una forma de generar autoocupación, sea en contextos de crisis empresarial, sea en contextos de desempleo masivo dónde la patronal castiga la militancia sindical. Asimismo la economía social se puede orientar a apoyar luchas sindicales, cómo el caso de Coop57 ejerciendo como caja de resistencia. Por otra parte el sindicalismo es clave para la economía social al sostener unos valores y prácticas que no deben abandonarse pese a la dinámica que genere la inserción en una economía capitalista. Asimismo, la negociación colectiva de referencia permite una guía de mínimos en lo concreto de las relaciones laborales en la economía social. Sucede lo mismo con la disputa por el salario social, indirecto -sanidad, educación- y diferido -pensiones, subsidio de desempleo, etc.- que afecta a toda la clase trabajadora incluidas cooperativistas o participantes de la economía social. El sindicalismo cómo organización de masas incide en ese ámbito en apoyo a las redes de economía social y transformadora. Por último, desde una perspectiva de transformación social no todas las empresas pueden ser cooperativizadas o transformadas en modelos de economía social a corto plazo, por lo que se requiere de un fuerte sindicalismo de contrapoder para orientarse a otro modelo económico y social.


Del sindicalismo de contrapoder a la economía social

La acción sindical cotidiana, la de las secciones sindicales en los procesos de negociación colectiva, tiene mucho de los valores y fundamentos de la economía social. Los procesos de militancia sindical orientados a la expansión de derechos se cimientan en una adecuada recopilación de información económico-financiera, productiva y laboral de las empresas para sustentar los procesos negociadores, en una colectivización entre las plantillas de las reivindicaciones dirigidas a los empresarios y la patronal, así como en la articulación de fórmulas solidarias de acción colectiva y huelga indefinida con apoyo de caja de resistencia que es sin lugar a dudas un mecanismo financiero colectivo de solidaridad sindical. Ese poder sindical como herramienta democratizadora de una empresa o sector, es la antesala a modelos de economía social y democracia económica. Esto si cabe es más evidente en procesos de reestructuración y crisis empresarial dónde la recuperación de empresas para su posterior laboralización o cooperativización se torna cómo acción estratégica imprescindible para defender las condiciones y nivel de empleo así como la estructura industrial del país, precisamente cuando los poderes político y económico están promoviendo todo lo contrario. Ahí la práctica sindical previa es imprescindible para acometer con garantías dichas experiencias.

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Del contrapoder sindical a la autogestión económica


¿Cómo puede el sindicalismo ayudar a construir otro modelo social? Sin duda el núcleo vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al respecto. Por un lado, la orientación de la política sindical y los contenidos sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de altos salarios y pleno empleo. Las dos reivindicaciones clave del movimiento sindical vasco cómo salario mínimo de 1200 euros mensuales y jornada laboral máxima de 35 horas semanales, deben integrarse para mejorar las condiciones de vida con la generación y reparto del empleo. Por otro lado la introducción de contenidos de negociación colectiva instrumentales de control sindical económico en las empresas y sectores, esto es, promover la democracia económica en las empresas capitalistas con ampliación de derechos de información, consulta y control sindical de los procesos productivos, de inversión y posterior generación de empleo. Esta mirada hacia los contenidos instrumentales de la negociación colectiva permite avanzar hacia mayor capacidad de control de los procesos de inversión, producción y distribución. Asimismo un mayor control sindical de la producción y finanzas empresariales permite limitar el fraude económico, fiscal y a la seguridad social en el que incurren las empresas capitalistas cuyos impactos sociales son demoledores tal como vienen exponiendo estudios realizados por expertos economistas desde la UPV/EHU para Euskadi.


Euskal Herria tiene un privilegiado potencial, fraguado en décadas de luchas obreras y construcción de alternativas económicas, para la configuración de un potente marco autónomo de economía autogestionaria y lucha de clases. En el marco de esa confrontación por el desacuerdo total con los mecanismos capitalistas y como expresión de la conciencia colectiva de la clase trabajadora vasca, es imprescindible dirigirse a una sociedad de personas y pueblos libres y responsables realizable en un socialismo en el que los medios de producción, de consumo y de cultura, estén en manos y al servicio de las personas trabajadoras, en una auténtica democracia económica. Ello pasa necesariamente por qué el movimiento obrero y sindical establezca fuerte conexión entre acción sindical y los procesos dirigidos a la socialización de los medios de producción y consumo, además de una alianza permanente entre la economía social y el sindicalismo de contrapoder. En palabras del sindicalista irlandés James Connolly en un artículo de 1908 titulado “Sindicalismo industrial y socialismo constructivo”… a la vez que incrementa el poder de resistencia del trabajador contra los abusos actuales de la clase capitalista, lo familiariza con la idea de qué el sindicato que contribuye a construir está destinado a suplantar aquella clase en el control de la industria dónde trabaja.

* “Eutsi gogor”, Hertzainak (Hau dena aldatu nahi nuke, 1985).

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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Lebion » 15 Dic 2016, 16:05

Ahí va otro interesnate:
Revitalizar el poder sindical, ganar la democracia económica
1.- Renovar y revitalizar el sindicato. Congresos, seminarios, investigación y acción colectiva
2.- Negociación colectiva y política sindical: el camino al control sindical
...2.1.- El sindicalismo en los centros productivos: secciones sindicales y sindicato en el territorio
...2.2.- De la negociación colectiva en los centros productivos al sector y el territorio
...2.3.- Contenidos instrumentales de negociación colectiva: control sindical y blindaje ante contrarreformas laborales
...2.4.- Contenidos sustantivos de negociación colectiva: empleo, salarios y jornada
...2.5.- Contenidos sustantivos de negociación colectiva: reestructuraciones empresariales y política industrial
3.- Huelgas, cajas de resistencia y repertorios de presión económica
...3.1.- Estrategias empresariales anti-huelga y presión sociosindical
4.- El sindicato cómo contrapoder social
5.- Recursos organizativos sindicales: asesoría y formación
6.- La autonomía financiera cómo base para la revitalización sindical
https://llrodriguezalgans.blogspot.co.u ... ar-la.html
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Suso » 18 Dic 2016, 09:34

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/37680

Pues, sin querer menospreciar a nadie, yo este es el que mejor entiendo. Me gusta.

Yo no sabia que en Huesca habia gente asi :lol:

La escena

El ciclo de luchas abierto por el 15M se ha cerrado cuando llegaron a un techo en el cual hacían falta referentes políticos que diesen una orientación política a nivel cualitativo y con carácter ofensivo a los movimientos sociales. Ante la falta de dichos referentes en gran parte de la izquierda, más centrada en autodestruirse que en construir (y en el anarquismo fue casi la tónica general hace unos 2 a 3 años), muchas activistas terminaron atraídas por los cantos de sirena de Podemos y el asalto institucional. Pero esto ya es agua pasada. Ahora vemos que el ciclo electoral está tocando a su fin y tenemos que ver cómo podemos reactivar la lucha en las calles. Dicho de otra manera, abrir un nuevo ciclo de luchas partiendo de la actual coyuntura.

Si bien podemos decir que las luchas laborales son imprescindibles en la lucha de clases, no puede ser expresamente el eje central de la misma, ya que en estos momentos el capitalismo afecta a todas las áreas de nuestras vidas, no solo el trabajo. De hecho, siguen existiendo otras estructuras sociales de opresión como el patriarcado y el racismo que terminan relacionándose. Sin entrar ahora en estos temas, en el panorama laboral actual, a parte de la actual coyuntura de precarización, microempresas, trabajo temporal… encontramos un desencanto generalizado con los actuales sindicatos mayoritarios, convertidos en gestorías y servicios burocráticos corruptos. Todo esto es resultado de la ofensiva neoliberal de los ‘70, época en que las izquierdas estaban en retroceso y la afiliación sindical descendía. Llegaron las externalizaciones, las deslocalizaciones y las reconversiones industriales que reconfiguraron los tejidos laborales y empresariales de todo el mundo, hasta hoy en día. Con la llegada de la mal llamada crisis económica del 2007-2008, la situación de las izquierdas y el tejido sindical al estallar dicha crisis eran testimoniales frente a la hegemonía casi absoluta de la ideología liberal. Tampoco dejaba mucho que desear las opciones revolucionarias, que estaban relegadas al folclore y las discusiones en el pasado glorioso. Todo eso más una pasividad generalizada, el descontento de la población comenzó a poner el foco de la mirada en otros problemas como la corrupción, el paro, la vivienda y los servicios públicos principalmente.

Las luchas laborales de hoy

A pesar del desencanto con los sindicatos, una escasa conciencia de clase generalizada y la actual situación del mercado laboral, sí que hemos visto conflictos laborales importantes. Además de recordar los conflictos mineros, el de Panrico y Cocacola, habría que mencionar las de Correos, en el sector TIC en empresas como HP e Indra donde comenzaron a tener implantación sindical, y más en especial el de Movistar, sin dejar atrás la huelga reciente en Telemarketing por un convenio digno. También vemos que en el sector servicios comienzan a crearse secciones sindicales, en concreto, en la hostelería. No sin olvidar a las Kellys, las camareras de hoteles, el sindicato de manteros e incluso las empleadas del hogar, son ejemplos de cómo los sectores más precarios comienzan a organizarse. Además, cabe mencinar la llegada del sindicalismo en artes gráficas como el de figurantes o los sindicatos de músicos. Esto quiere decir que en el mundo laboral hay conflictos abiertos y aún por haber que desde las bases de un sindicalismo de clase debemos saber impulsarlas, dotándolas de herramientas y recursos para que dichas luchas crezcan sin importar las siglas, sino atendiendo al sentido estratégico.

En todos los conflictos mencionados anteriormente, los actores (sindicales) son diferentes así como la composición de la plantilla que está involucrada en estos conflictos. Todo ello nos indica la diversidad de sindicatos que están llevando a cabo las acciones y movilizaciones. Haré especial mención al caso de la huelga de Movistar como ejemplo de articulación multisectorial, el cual rompió la barrera de las luchas sectotiales para conectar con los movimientos sociales, lo que permitió que alcanzase tal envergadura y repercusión. En este sentido, tenemos que hacer análisis amplios que vayan más allá de nuestros espacios políticos o de implantación de nuestro sindicato que vayan en el sentido de tejer alianzas con otros sindicatos y movimientos sociales.

En qué fallamos

Basta ya de lamentos y de culpar al sindicalismo de concertación. Miremos ahora hacia nosotras. Un gran error es confundir el sindicato con una organización política y reivindicar la identidad del mismo y la ideología antes que atender al aspecto funcional. Cuando priorizamos la identidad sobre lo funcional, ocurre que pasa de ser sindicato a grupo de afinidad donde entran mayormente aquellas personas que tienen ciertas simpatías con el anarquismo, y que hace otras cosas desatendiendo el sindicalismo. Cabe pues preguntarnos sobre cómo estamos actuando y cómo pretendemos articular un sindicalismo funcional en este tejido laboral tan precarizado y descompuesto si lo que pretendemos es crecer. Es más, cómo podemos configurar un movimiento sindical que llegue a los barrios, qué aspiraciones se pueden realizar desde el sindicalismo alternativo y rellenar los huecos a donde el sindicalismo de concertación no llegan. En política, cuando una organización, una fuerza o un actor deja un espacio en el escenario, es una oportunidad para que otra fuerza la ocupe. Esto es lo que deberiamos saber leer y aprovechar.

Las preguntas que deberíamos hacernos para la reflexión y la autocrítica deberían tirar en estos sentidos: ¿cómo afrontamos la subcontratación? ¿Cómo podríamos dar cobertura sindical a sectores desprotegidos y temporalizados como la hostelería, las empleadas de hogar o las camareras de hoteles? ¿Qué hacer con los y las trabajadoras en microempresas y PYMES? El sindicalismo de barrio podría ser una respuesta interesante ante estas preguntas, ya que ampliaría el campo de acción hacia el barrio y facilitaría la articulación multisectorial.

Salida hacia adelante

Hemos de ir superando los debates sobre las formas, los contenidos y las identidades para pasar a centrarnos en análisis de coyuntura, hojas de ruta, propuestas y líneas estratégicas. Así que las cuestiones de fondo no son si el sindicalismo tiene que ser ésto o lo otro, si tiene que ser libertario o no, o si la estructura está burocratizada o no, sino que más bien debe ir en el sentido del papel que pueda jugar como herramienta para la emancipación de la clase trabajadora actual y qué lineas políticas asume como instrumento para la lucha de clases. Más allá de la legalidad vigente y de los métodos de lucha en sí, hemos de plantearnos unas líneas que permitan una ofensiva a nivel político-social. En este sentido, primero hemos de contar las fuerzas que tenemos y qué objetivos debe tener un sindicalismo revolucionario. Podemos poner como finalidad el asumir el control de la economía por parte de la clase trabajadora, pero en medio existen muchos otros objetivos: constituirse como referente en las luchas obreras, ofrecer herramientas y apoyo logístico en la formación de nuevas secciones sindicales y asesoramiento laboral, tener contacto con cooperativas, tejer lábeles sindicales en los barrios, tener bolsas de trabajo propias, cajas de resistencia para huelgas, bases para la recuperación de empresas, mutuas… Son por ahora solo una tormenta de ideas, pero realmente necesarias para ir concretando objetivos y avanzar en materia.

Luego, la relación del anarquismo con el mundo laboral debe, primero, dar respuestas en el corto plazo en el sentido de ofrecer herramientas funcionales que resulten efectivas para poder ganar conflictos laborales, como por ejemplo, propuestas para revitalizar un sindicalismo revolucionario. No es que la gente se tenga que acercar al anarcosindicalismo o sindicalismo revolucionario, sino cómo podemos ir acercando las herramientas del sindicalismo revolucionario a los sectores precarizados y al mundo laboral, qué soluciones podemos aportar a esta coyuntura laboral y qué estrategias llevar a cabo para avanzar. Tanto en los movimientos sociales como en el mundo laboral, nuestro papel como libertarios es asumir una responsabilidad política de constituirnos como tendencia organizada e insertarnos en las luchas existentes tratando de que estas luchas avancen siguiendo unas líneas políticas socialistas libertarias, no porque tengamos razón, sino por acierto estratégico. Si no queremos mantenernos más tiempo a la defensiva, necesitamos propuestas para pasar a la ofensiva. Una de ellas, ya que estamos tratando el problema de la escasa vinculación entre movimientos sociales y luchas laborales, es la articulación multisectorial, que consiste básicamente en tender puentes y, de alguna manera, sincronizar objetivos que puedan asumirse tanto desde la perspectiva laboral como desde los movimientos sociales, que existan lazos solidarios entre ellos, como lo sucedido en la huelga de Movistar, la cual recibió apoyos desde la PAH y otros colectivos.

La propuesta de articulación multisectorial servirá como primer paso para romper las barreras sectoriales y sentar las bases para la construcción del poder popular, esto es básicamente, la capacidad material del pueblo para realizar sus aspiraciones y decidir su propio destino en todas las esferas de la vida pública: política, economía, sociedad y territorio. Aquí el sindicalismo revolucionario entraría en el papel de la construcción de un nuevo modelo económico sin desligarse del resto de luchas. Y nuestro papel como libertarios es ser un actor político que impulse un movimiento popular fuerte e independiente.
Lusbert | Recientemente llegado a Barcelona desde Huesca, buscando mi proyecto de vida y integrándome en los movimientos sociales de la city. Viendo oportunidades donde otros ven derrotas, mi planteamiento es simple: Anarquismo social como base, poder popular como estrategia y socialismo libertario como objetivo. Escribiendo en Regeneración y en Solidaridad Obrera, participando en acción Libertaria de Sants y con medio pie en Embat.
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Lebion » 27 Dic 2016, 16:52

Me resultó curiosa ver esta noticia a tenor del último artículo de Metrero:

http://larepublica.es/2016/12/26/delega ... l-empresa/
Ser delegado sindical de empresa

Javier Adalid | Un día cualquiera, estás trabajando y te da por mirar tu entorno laboral y te das cuenta que muchas cosas son mejorables, y que nadie se preocupa por ello. Te das cuenta que llevas tiempo pidiendo que las posturas con las que trabajas no son las más idóneas, que los ritmos son abusivos, que las exigencias son altas, los salarios bajos y que ni siquiera tienes una zona decente donde ducharte y cambiarte para volver a tu casa después de tu jornada laboral. Tus quejas son acogidas de manera abrupta por tu mando directo y su respuesta hacia la “mosca cojonera” son siempre las mismas: “Es lo que hay, si te gusta bien y si no ahí tienes la puerta. Tengo muchos que matarían por tu puesto y seguro que se quejarían menos”.

Te das cuenta que las reivindicaciones individuales acaban en saco roto y poco llegas a cambiar, y un día comiendo el bocadillo con los compañeros y compañeras te preguntan ¿Por qué no te haces delegado sindical?

Entonces, piensas: “la organización de las ideas y la defensa de lo colectivo es lo más efectivo para hacer frente a los abusos de poder y de la explotación en los centros de trabajo”… y decides presentarte.

Con toda la ilusión del mundo compartes con tu entorno la idea y te encuentras frases como: “¿ya quieres vivir del cuento?” ”Esos son unos vagos” “Vas a ser un vendido” “No des la cara por la gente que no te lo agradecen, defiende lo tuyo”.

A pesar de las advertencias decides tirar adelante, pero la vida del delegado de Empresa no es fácil. Es una de las tareas menos agradecida que existe, ya que en la mayoría de casos te sientes incomprendido. El delegado sindical de Empresa, no deja de ser un trabajador como los demás, que ha decidido representar a sus compañeros, y que este paso sólo le supone el poder de representar y no te genera ser un superdotado de golpe, el cual tiene solución inmediata para todos los problemas y respuestas para todas las preguntas, como muchos trabajadores y trabajadoras piensan.

En realidad esto consiste en una aventura en la que te tienes que formar y que la mejor formación es la experiencia de haberte estrellado en muchas ocasiones, como para casi todo. Conseguir mejoras para el trabajo de tus compañeras no es fácil y al final nunca satisface a todo el mundo. Pero la que no está contenta es la Empresa que ya tiene enfrente un contrapoder que crece proporcionalmente al apoyo que vas consiguiendo de tus compañeros y que disputa directamente las plusvalías del trabajo que se realiza.

El delegado sindical, tiene también una labor social y de pedagogía con los trabajadores para crear conciencia de clase, porque los derechos laborales si no están acompañados de otras medidas sociales nos dejan en situación de vulnerabilidad. Para desarrollar todas estas labores es necesario tirar de una palabra muy usada y poco practicada, MILITANCIA, que significa emplear tu tiempo libre por trabajar por el bien común altruistamente.

Esta es una versión comprimida de la labor incansable que hacen muchos delegados y delegadas sindicales de Empresa, poco valorados, muy olvidados, pero muchas veces auténticos héroes que se enfrentan cada día a caciques, dictadores empresariales o a grandes multinacionales con un poder por encima de los gobiernos de turno. Y lo hacen sin más herramientas que la lucha, la unidad y la solidaridad de sus compañeros y compañeras de trabajo.

Javier Adalid es Secretario General de CCOO de Nissan en la fábrica de Montcada i Reixac (Barcelona).
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Metrero
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Metrero » 27 Dic 2016, 18:49

Estoy haciendo un esfuerzo terrible por contener la emoción ante tanta entrega desinteresada. Por cierto ¿es en Nissan donde tienen doble escala salarial?

Creo que si queremos un debate serio sobre los comités de empresa deberíamos dejar de lado argumentos tan poco razonables como los que se pretende aportar con esa carta .

Mariano
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Mariano » 27 Dic 2016, 20:32

Muy buena la aportación de Lebión.
Estoy convencido de que él no es defensor de la representación unitaria, para eso lleva más años que el tato en CNT. Pero no está dispuesto a entablar un debate con simplificaciones y experiencias en una sola empresa.

Lo primero, si se quiere llegar a algún lado en el debate, es superar el discurso moralista. Los cenetistas no somos moralmente superiores a nadie. De hecho, en la CNT hay mucha gente inmoral, hipócrita... como en todos lados. Un trabajador que decide presentarse a delegado de personal o miembro de comité de empresa no tiene necesariamente que buscar las horas, la protección, los "privilegios". Claro que hay caraduras, pero también hay montones de personas que se la juegan, que son solidarias, que pierden más de lo que ganan al dar la cara y hacerse delegados de cualquier sindicato de clase. Reducirlo todo a una cuestión de aprovechados es mentir, o ver la realidad de manera totalmente distorsionada. Y en base a un análisis distorsionado no puede menos que salir una estrategia errónea.

Desde que empezamos a desarrollar el modelo de Secciones Sindicales ha llovido mucho. Y muchos de los problemas que tiene la representación unitaria también son extensibles a la representación sindical (pasividad de las plantillas...), con las dificultades añadidas que ya conocemos: no reconocimiento como interlocutor, dificultad para iniciar legalmente conflictos colectivos, falta de horas sindicales,...

Yo añadiría que el discurso de la CNT de los 80-90: le fetichización de las asambleas de trabajadores, el discurso sobre rotabilidad de cargos, la interpretación extraña de la palabra autogestion (que en la jerga de CNT se utiliza como sinónimo de independencia económica)... todo eso, desde mi punto de vista, no tiene tanto que ver con la CNT histrórica (que era una organización de su tiempo, pragmática, bastante jerárquica...) sino con una influencia de corrientes autonomistas, post 68, que desplazaron la perspectiva de clase a un segundo plano frente a una serie de principios ideológicos mal entendidos.

El X Congreso de CNT, para mí, supuso un paso adelante para salir de esa mixtificación, superar el trauma de la escisión, y desarrollar un modelo sindical propio. El problema es que con el modelo sindical propio, aunque hemos hecho importantes avances, hemos tocado un techo de cristal. El ritmo e crecimiento es muy lento. Hay sindicatos -los que aplican el model X Congreso- que despegan, afilian a gente, se convierten en referente en sus localidades, constituyen secciones sindicales... crecen moderadamente, protagonizan luchas laborales significativas y llevan a cabo un proceso de aprendizaje. Pero llega un momento en que las altas y bajas de afiliación se equiparan, no se crece, se estanca la cosa.

Por ello, es preciso profundizar en el debate huyendo de cliches, ideas preconcebidas y moralismo. Partir de todas esas experiencias que conocemos para averiguar en qué medida, bajo qué condiciones, esto o lo otro funciona (en lugar de afirmar que esto o lo otro siempre conlleva tal o cual cosa). En otras palabras. Para mi en este debate sobre sindicalismo revolucionario sobran todos los que han escrito desde la teoría, y valoro mucho a los que han hecho aportaciones a partir de una práctica extensa y contrastada, huyendo de explicaciones totalizadoras.

Por otro lado, me parece ridículo decir que la CGT u otras opciones han fracasado, cuando los que realmente hemos fracasado somos nosotros. Conseguir revocar a un comité en un momento de mosqueo de la plantilla no significa nada. Es una buena maniobra, pero lamentablemente la gente va a seguir confiando en la representación unitaria. Si en una empresa conseguimos que una Sección Sindical se imponga sobre un comité, veamos qué factores han intervenido ahí, veamos si eso es sostenible en el tiempo. Pero cuando eso no sea posible, cuando no se den esos factores, algo habrá que hacer. La CNT debería tener una hoja de ruta que garantizara el "éxito" en la mayoría de las situaciones, y eso no lo estamos consiguiendo. Otros sindicatos (CGT, ELA, SAT...) en parte sí lo están haciendo, y por eso multiplican nuestra afiliación y tienen más presencia que nosotros. La culpa no es de los demás. Es sólo y exclusivamente nuestra.

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Rorschach
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Re: Interesante debate sobre sindicalismo revolucionario

Mensaje por Rorschach » 27 Dic 2016, 21:56


El delegado sindical, tiene también una labor social y de pedagogía con los trabajadores para crear conciencia de clase, porque los derechos laborales si no están acompañados de otras medidas sociales nos dejan en situación de vulnerabilidad. Para desarrollar todas estas labores es necesario tirar de una palabra muy usada y poco practicada, MILITANCIA, que significa emplear tu tiempo libre por trabajar por el bien común altruistamente.
Si esto no lo firma cualquier anarcosindicalista que se lo haga mirar. El escrito de este hombre en ningún momento dice algo que no pueda decir un delegado sindical que no sea representante unitario.

Me gusta especialmente cuando habla de ser "delegado de empresa" me da la impresión de que reivindica el valor del que pelea en los tajos frente a los burócratas que tiene en los locales de CCOO. Me gustaría pensar que con el modelo de secciones sindicales, o de asambleas de centro de trabajo, esto no pasara...pero la experiencia me dice que sí.

Yo creo que hay hacer bandera de la militancia obrera y la participación, porque es lo que el anarquismo intenta impulsar en el mundo laboral. Desde cualquier sigla. Claro, eso significa atacar al activismo partidista y a la delegación, lo que es más difícil de hacer en CCOO que en CNT porque la representación unitaria tiende a la partidización y al delegación per se mientras que la representación sindical no. Pero nadie es perfecto, por ahora.

Yo cojo el guante que lanzan algunos desde la tribuna de la anarcograndilocuencia. Hace no mucho vi un texto que intentaba explicar porque habían expulsado a CNT de la AIT en el que se enrocaban con el tema de que CNT está mutando hacía un "sindicato de servicios" porque "prefiere tener afiliación que militancia". A parte del tono y las tonterías, es verdad y hay que reconocer que es una tarea pendiente la formación de MILITANTES. Creo que esta por ver como conseguimos crear lazos de compañerismo, generar compromiso con la organización, compromiso con la clase y al final, convencer del comunismo y la anarquía. En sindicatos que se autogestionan (no solo se autofinancian) es imprescindible que haya militancia para sostener la organización y ganar las luchas. Aquí no podemos poner de ejemplo a ELA, por ejemplo, que aunque en militancia ganará a todo el anarcosindicalismo mundial, su columna vertebral es su caja de resistencia y sobretodo, su gabinete técnico-jurídico. Obvia decir que tampoco podemos poner de ejemplo a un grupito de gente en Huelva que reniega de las secciones sindicales, o a una organización "sindical" internacional que ahora mismo tiene menos de 500 afiliados, o a tantos y tantos partidos políticos troskos, leninistas, anarcas o cenetistas que no pasan de 10 año tras año.
Parto de la base de que sin afiliación es directamente imposible conseguir militancia. Sin gente, sin simpatías, es imposible directamente "seducir" a nadie. Por eso yo estoy por la CNT que apuesta por aumentar la afiliación mediante la acción sindical. Ahora bien, a la vista está que la afiliación per se no supone militancia, por eso no estoy por CGT, USO, CSI o CIG. Es evidente que estos saben afiliar a gente en masa, porque saben plantear conflictos, ganarlos, establecerse y avanzar. Si no sabemos eso vamos de culo, esa es la prioridad y por ahí hay que tirar. Pero nuestro problema, y esto es extensible al anarcosindicalismo cenetista y al autonomismo, es que no podemos hacer eso sin militancia, porque es nuestro principal recurso (si no es el único).
Mariano escribió: El problema es que con el modelo sindical propio, aunque hemos hecho importantes avances, hemos tocado un techo de cristal. El ritmo e crecimiento es muy lento. Hay sindicatos -los que aplican el model X Congreso- que despegan, afilian a gente, se convierten en referente en sus localidades, constituyen secciones sindicales... crecen moderadamente, protagonizan luchas laborales significativas y llevan a cabo un proceso de aprendizaje. Pero llega un momento en que las altas y bajas de afiliación se equiparan, no se crece, se estanca la cosa.
Yo tengo mi diagnóstico para esto y es precisamente esa falta de atracción, de capacidad de conseguir que la afiliación puramente sindical de empresa asuma compromisos. Esto no significa que vaya a las asambleas o coja cargos orgánicos, significa que entienda que mantenerse en el sindicato le será útil en otros curros, le será útil para sus conocidos cuando tengan un problema y sobretodo que le es muy útil apoyar las luchas en otras empresas y sectores porque eso nos beneficia a todo el mundo a la larga. Que la gente asuma compromisos de clase, con nosotras o con quien sea. Nos faltan herramientas para dar el salto de la afiliación a la militancia. Las experiencias que yo tengo hasta ahora son muchos errores y pocos aciertos. Las semanas culturales, las charlas para convencidos, las asambleas internas y la maldita orgánica ideologizada-a-más-no-poder son un lastre. Los piquetes solidarios (o acciones en general), los grupos de trabajo sobre temas concretos (sociales o sindicales), las movilizaciones dentro de una estrategia (con objetivos que se pueden valorar, no solo salir por salir) son experiencias positivas. Pero lo más importante es la normalidad, hacer de la militancia algo normal y no algo extravagante, sacrificado y elitista. Generar simpatía, que no significa ser simpáticos sino ser claros, honestos y de fiar. O al menos en esta Castilla, que la simpatía no la tenemos como un valor al alza, que se yo.

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