Liberados y funcionamiento sindical

Presente y futuro de la Lucha Obrera, así como la validez, aciertos y contradicciones de las formas de organización de la Clase Trabajadora. Seguimiento de conflictos laborales, huelgas, etc.
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Invitado

Liberados y funcionamiento sindical

Mensaje por Invitado » 26 May 2004, 08:44

Propongo este tema, para debatir la forma de funcionar de los actuales sindicatos que participan en las elecciones sindicales, a través de los fragmentos de un libro de reciente aparición publicado por la FAL cuyo autor es Fernando Ventura. Este es un trozo, habla de una sección de CCOO, y a ver si sugiere algo.

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[...] Puede verse que en una Sección Sindical (constituida por el conjunto de afiliados a un sindicato en un centro de trabajo) hay una serie de personas que están liberadas —o que lo han estado, o que van a estarlo—, y que son las que toman las decisiones importantes en nombre de los afiliados. Se ha comprobado cómo se reúnen en una permanente, que es un órgano de poder muy fuerte del sindicato. Es algo informal porque no está instituido con fuerza en los estatutos del sindicato, sino que se crea por la dinámica rutinaria de la Sección Sindical. En teoría, los órganos de poder definidos en los estatutos son los que ostentan la capacidad decisoria, como pueden ser la Comisión Ejecutiva, el Consejo, el Congreso... Es la Ejecutiva la que designa y coopta a unas personas responsables de cargos o tareas que son quienes forman la permanente (el buró de los franceses), y que pueden formar parte de la Ejecutiva o no. No todos los miembros de la Ejecutiva están liberados totalmente, pero sí lo están todos los de la permanente. Cuando la Ejecutiva designa a la Permanente, está trasladando la mayor parte de su soberanía a ésta última. A medida que se avance en este texto se profundizará sobre su significado y cuál es el poder real que ostentan esos órganos de poder.
El nombre de permanente deriva de una de sus cualidades: los miembros de la comisión permanente están de forma continua y cotidiana al servicio del sindicato cumpliendo un horario laboral porque están liberados. Su capacidad de actuación y poder de decisión es por lo tanto muy amplio y deriva en lo fundamental: primero, del conocimiento y la experiencia que conducen a la especialización; segundo, de la capacidad de maniobra y tiempo proporcionada por la liberación; tercero, de la ocupación de cargos y responsabilidades, que son posiciones de poder institucionalizado; y por último, del espíritu de equipo, afinidad, y camaradería. Formarán parte de esta élite personas que dispongan de cualidades especiales (comunicabilidad, simpatía, saberes, contactos...), la principal de ellas —probablemente— la lealtad a la organización, a la facción y a la camarilla que coopta al recluta. Se entiende por lealtad aquella disposición que hace que el individuo haga lo que debe ser hecho (votar en un sentido concreto, asistir a las movilizaciones, defender la posición del sindicato, difundir sus consignas, no atacar o poner en peligro las posiciones de los cargos superiores...), sin que sea necesario el empleo de coacciones más o menos evidentes. El premio que recibe la lealtad es la posibilidad de criticar, de actuar, de equivocarse..., y que la crítica, la actuación y el error sean aceptados con benevolencia por la organización.
Pero hay que seguir profundizando. En esta descripción de una permanente, hay dos partes que hay que comprender: una es la visible, que explica lo que pasa; la otra es la invisible, la que nadie percibe y a la que sólo de vez en cuando se le presta una molesta atención. Lo realmente importante es que hay que entender que en la permanente están presentes los liberados hablando, tomando decisiones, y están ausentes, invisibilizados y anulados por diversos mecanismos, los afiliados, base teórica del poder y fuente de gran parte de la legitimidad sindical.
El peso de las decisiones recae siempre sobre los liberados. Ellos son los que están al tanto de toda la actividad de la sección y de las últimas complejas informaciones. Un afiliado que no esté liberado, poco tiene que decir en una reunión de este tipo, porque lo ignora todo. Más aún, si alguno asiste y lanza ideas propias en el caso de que sea capaz, aunque sea más parlanchín que un loro, si propone algo, son los liberados los que lo tendrán que llevar a efecto, y en sus manos únicamente está el hacerlo o no.
Por eso las decisiones son tomadas por un pequeño número de personas. Ellas ven lo más normal el hacerlo así. Saben que difundir toda la información que ellos poseen respecto a cualquier tema les requeriría un gran esfuerzo. Saben que a la postre la gente no participaría. Saben que los pocos que lo hiciesen terminarían eligiendo a la persona más idónea por ellos designada. En realidad, decir que los liberados piensan estas cuestiones es inexacto, porque estos problemas participativos son siempre inimaginables. Normalmente no se plantean. Y si surge el deseo participativo de afiliados no integrados en el grupo dirigente, que intervengan de forma efectiva proponiendo actividades no habituales, es muy posible que se encuentren con resistencia pasiva o con la oposición firme de todos los liberados activos. En este caso el fracaso de la propuesta está garantizado.
Así, quienes no están liberados se inhiben de participar, primero, porque ignoran y carecen de datos para decidir; segundo, porque saben que la decisión está ya tomada; tercero, porque imponer un deseo propio les costaría ímprobos esfuerzos al no estar organizados en el interior de la élite dirigente; cuarto, porque desarrollarlo sería más laborioso aún al depender su ejecución de la acción de personas no motivadas, que son los liberados sindicales.
Todo esto provoca una separación entre los afiliados y los liberados de la estructura sindical. Este es un tema que va a surgir de forma recurrente. Un liberado de una sección sindical es separado de los trabajadores por barreras físicas (el local del sindicato), funcionales (el trabajo a realizar), mentales (la perspectiva de la posición del liberado), estructurales (los cauces de difusión de información, la forma de interaccionar...), de poder (capacidad de toma de decisiones) y, por último, por barreras epistemológicas (el conocimiento de los saberes, de las reglas del juego y del funcionamiento del campo).
Pero el liberado de una sección sindical se encuentra en continuo contacto con los trabajadores y los afiliados, cosa que no sucede en los niveles superiores del sindicato, cuyos locales y actividades discurren lejos de los hospitales. Los cargos que ocupan esas posiciones superiores pueden tomar decisiones impopulares. Sus consecuencias las sufren los trabajadores, que lanzan sus protestas contra los miembros de la Sección Sindical, a los que sólo les cabe la alternativa de dimitir, o de asumir las posturas de los dirigentes, cosa que suelen hacer por lealtad a la organización a la que sirven, por intereses personales o por simple impotencia. A otro nivel sufren la misma situación de los afiliados con respecto a ellos: los liberados de una Sección Sindical no pueden oponerse a los dictados de los liberados de un nivel superior de la estructura sindical. Están en contacto, pero separados por diversas barreras, como lo puede estar —es sólo un ejemplo— un camarero del cliente a quien sirve.
En cuanto a los trabajadores, un porcentaje muy significativo de ellos, o al menos de suficiente calibre como para influir en las opiniones de los liberados, perciben a los sindicalistas como parte de la empresa, traidores, ventajistas o inútiles que no hacen nada. Esa opinión es sufrida con paciencia, pero pesa sobre los actos de los liberados. Puede adelantarse que, en general, el trabajador afiliado siente por su sindicato el mismo aprecio, en el mejor de los casos, que el que puede sentir por la compañía aseguradora de su coche.

Invitado

Mensaje por Invitado » 27 May 2004, 10:21

... Obsérvese la frase con que se define [desde los críticos de CCOO] a la CGT: «hacen lo mismo que todos», lo que supone el reconocimiento implícito de que «todos hacemos lo mismo», dejando entrever que ese «lo mismo» es poco...

La situación de estos críticos se agrava cada día debido, también, a la flexibilidad ideológica de CGT, donde cabe casi todo el mundo. La crítica que la facción crítica de CCOO dirige a CGT, sorprende por su insustancialidad, por su irrelevancia: como el modelo de práctica sindical defendido, sobre el papel, por CGT es muy parecido al de la facción crítica de CCOO (las consabidas demandas de mayor participación de los trabajadores, democratización de las estructuras y de la gestión, transparencia, antiburocratismo, etc.), los reproches de ésta contra aquélla no giran en torno a cuestiones teóricas, filosóficas, programáticas, etc., sino que se centran en lo personal, en lo anecdótico, en la descalificación moral («ellos hacen lo mismo que nosotros»; «son unos falsos»; «tienen mucho morro»; «prometen cosas que luego no pueden cumplir»; «meten a los trabajadores en callejones sin salida»). El sector crítico de CCOO puede esgrimir convincentes argumentos teóricos, políticos, ideológicos, contra el sector hegemónico oficialista; pero no contra CGT, que sostiene el mismo discurso.

El criticismo de las facciones disidentes integradas en el sistema, además de fácil, juega con ventaja. Lo que va mal en CCOO es culpa de los oficialistas. Si la CGT no funciona mejor es por culpa de ser una organización minoritaria. Los militantes quedan así a salvo de la culpa, que puede ser achacada a las fuerzas que efectivamente dominan las organizaciones, y que atan de manos los esfuerzos de los disconformes. Se tiene por todo esto la impresión de que los críticos (de CCOO, de CGT) están muy cómodos en su papel de minoría, en su posición de fuerza aplastada, reprimida, pero disfrutando las ventajas (liberaciones, recursos estructurales, subvenciones, legitimidad institucional...) de pertenecer a una organización más o menos poderosa y a salvo de recibir los embates de los trabajadores en el supuesto de que los críticos lideraran a CCOO, o que la CGT fuera una organización mayoritaria —y que por lo tanto tuviera que firmar—. Desde esta perspectiva, el discurso posibilista aparece como un expediente para justificar la permanencia individual en un aparato privilegiado —permanencia en puestos de culpabilidad política, de complicidad represiva, de connivencia profunda con los fines del Sistema—. Un expediente que permitiría la instalación con la nómina asegurada y con la consciencia tranquila, en una estructura opresiva, fingiendo «hacer algo», «llevar a cabo lo posible», «hacer sindicalismo», tentar aquella «diferencia mínima»...

Aunque el posibilismo de estos disidentes en realidad «no puede nada», sirve para ocultar unos propósitos particulares y funda un autoengaño muy de este tiempo —que llega a culpabilizar a los dominados—.

machno

tas pasao chacho¡¡¡¡¡

Mensaje por machno » 27 May 2004, 18:59

Hi leido lo que he podido, y las conclusiones no me convencen.
El auto engaño es muy frecuente pero tampoco generalizado, hay gente que cree en un mundo mejor, o en la lucha por unas mejores condiciones y milita desde el PSOE hasta el pc, pasando por todos los amarillos habidos y por haber.
Lo que si es jodido es que no se plantean las estructuras de sus organizaciones, mas alla de sus fines.
En tos los sindicatos que amarillean hay mas que discrepancias de las bases a los jefes.
Por eso creo que la cnt tiene un papel importante en la "escena" demostrar la validez de sus estructuras, y formarse como un sindicato que ademas de decir, hace.
Laq propaganda por el hecho es la mejor de las propagandas y estimulantes a hacercarse a la cnt.
!!!!!A LA CALLE, A LA CALLE¡¡¡¡¡

Invitado

Mensaje por Invitado » 28 May 2004, 11:38

Es frecuente advertir en el discurso de los todos los sindicalistas profesionalizados una desaprobación del comportamiento y de la actitud de los trabajadores. El trabajador que encuentran ante sí, no coincide con el que ellos desean, disciplinado y entusiasta. Ante las quejas de los trabajadores, los sindicalistas afirman que «los trabajadores tienen los sindicatos que se merecen», porque el sindicato es «el reflejo de los trabajadores».

En la base de toda esta decepción mutua se halla, invariablemente, una idea que no gusta al sindicalista: la idea de que «algo va mal en los trabajadores»; de que no son como deberían ser. Idea que tiende a situar al sindicalista por encima de las masas, como si a él le asistiera la luz que a los demás falta.

Invirtiendo el reproche de los sindicalistas liberados, se podría concluir que los trabajadores no votan, no respaldan las convocatorias sindicales, y dan la impresión de ir cada uno a su bola, por un problema de alienación y obnubilación de los hombres y mujeres que viven del sindicalismo —y porque «algo va mal» en la forma hegemónica de organización sindical. Porque los sindicatos, tienen los trabajadores que han creado y que se merecen—.

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politiqueos,bah!
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Mensaje por politiqueos,bah! » 28 May 2004, 22:09

Partimos de la base de que los liberados son personas que se supone estan "minimamente" concienciadas por la causa obrera; quieren ayudar, tienen sus ideales y quieren cambiar cosas, en pocas palabras que se deben al currante.
Sin embargo, a la vista de los resultados, es curioso descubrir que en la mayoria de los casos ( y perdonenme la expresión) tienen una "doble moral".
Me explico.
Cuando las cúpulas o simplemente los dirigentes o en esos consejos de sindicalistas que hacen deciden algo que es impopular y por lo tanto va en contra de los trabajadores, la mayoria de ellos se guardan su opinión personal y adoptan la postura "oficial". Esto para mi se llama hipocresia.
Por esto llego a preguntarme.
¿A quien se deben estos señores? ¿Al sindicato o a los trabajadores?.
Y otra pregunta no menos importante.
¿Que es un sindicato?
¿Una herramienta para mejorar las condiciones de trabajo de un afiliado? o
¿una organizacíon pensada para mejorar el mundo obrero y por lo tanto las de todos?

Luis

Mensaje por Luis » 29 May 2004, 14:02

Pues una posible respuesta a tus preguntas, y que a mi me parece bastante acertada, también está recogida en el libro de Fernando Ventura "Democracia representativa y sindicalismo de Estado".
La estructura de los sindicatos de Estado y su profesionalización (liberados) hacen que el "sindicalista profesional" busque "clientela" entre los trabajadores, contribuyendo a personalizar los problemas, obstaculizando un proceso de lucha general, fomentando los pequeños intereses a menudo enfrentados. En el caso del hospital donde curra Fernando Ventura, se fomentaba (inconscientemente casi siempre) la lucha entre interinos y fijos, enfermeros y personal de mantenimiento...etc.
Estas contradicciones las crea el propio capitalismo, pero la estructura del sindicalismo institucionalizado no ayuda, para nada, a resolverlas y contribuye a fraccionar la lucha de los trabajadores, impidiéndoles buscar soluciones de conjunto y fomentando el individualismo.
Así pues, una posible respuesta a tu pregunta sería: el Sindicato lo componen sus afiliados y la lucha la deben dirigir ellos, buscando en todo momento no parcializar la lucha y extenderla al conjunto del mundo obrero (o, al menos, en un primer momento, a su empresa, lo cual ya es un logro). Si no se actúa así, se está condenado al fracaso... La forma actual de entender el sindicalismo dificulta muchísimo este proceso, así se puede observar en FASA, en Michelín, en Nissan, en SEAT, en el Hospital Virgen del Rocío...en las grandes empresas (donde históricamente el movimiento obrero ha protagonizado las mayores luchas) es donde mejor puede ser observado este fenómeno. El tanto por ciento que se le puede atribuir a los "nuevos modos de producción" (toyotismo, subcontratación, flexibilidad, precarización en todos los aspectos, debilidad de la contratación colectiva...) y el que le corresponde a otros aspectos de la evolución del capitalismo en la actual debilidad del movimiento obrero no podemos saber cuál es, pero parece evidente que el modelo de sindicalismo imperante no ayuda en nada a superar esta situación, sino a agravarla y tiene un papel importante en esta situación de crisis del obrerismo, que ya va para largo...Y por supuesto, contribuye a que los planes del capitalismo se pongan en práctica sin mayores dificultades y que, allí donde son contestados (caso de la doble escala salarial en Nissan de Barcelona), la respuesta no sea tan contundente como cabría esperar y que la lucha sindical esté muy, muy debilitada, y que tenga que recurrir al siempre difícil camino de los tribunales, que ya se sabe al servicio de quienes están...

Pepe

Mensaje por Pepe » 30 May 2004, 19:57

Me acabo de leer el libro y me parece muy reomendable igual que el otro que acaba de publicar también la FAL, el de la huelga de la Construcción en Asturias (1977), en ellos se ofrecen las dos caras de la moneda: el de un sindicalismo de Estado (donde la CNT no existe) y el de un sindicalismo asambleario y de movilización (donde CNT es fuerte y se mueve cual pez en el agua). Es interesante estudiar la abismal distancia que separa ambas concepciones del sindicalismo o de la "lucha" obrera.

Aunque tiempo habrá de hacer alguna aportación más, ahora, y debido al poco tiempo que tengo, me gustaría afirmar algunas cosas: aun estando de acuerdo en buena parte con el análisis y las conclusiones del autor no creo que esas prácticas (chanchulleos, electoralismo, liberados sin contacto con la base) se puedan generalizar a otras empresas de menor tamaño donde la relación entre los trabajadores es más directa.

Pero lo que más me ha sorprendido es la paradoja de que las diferentes organizaciones utilizan las elecciones para funcionar luego como seeciones sindicales, es decir, sin darle más importancia al Comité de empresa.

Bueno, ya seguimos hablando

Luis

Mensaje por Luis » 30 May 2004, 21:04

Pues sí, otro libro muy recomendable, el de César Alberto Rosón: "La huelga de la construcción de Asturias en la Transición".
Dos grandes aciertos de la FAL.
En cuanto a lo que dices, Pepe, acerca de la relación de los sindicatos de Estado con las elecciones sindicales, está claro que de ahí obtienen la representatividad que les da "poder de negociación" y medios para la sección sindical. Pero ésta (sus liberados, que son los que la suelen mover) funciona siempre teniendo en mente la relación de fuerzas con otros sindicatos surgida de las elecciones y buscando restarles "clientela" mediante cualquier sistema y cayendo en una lucha de unos contra otros que sólo puede beneficiar a la empresa. En los panfletos de los sindicatos se acusa y se ataca más a los otros "competidores" que a la patronal... Al sindicalismo de Estado le interesa, más que la efectiva participación de los trabajadores en el Sindicato, su voto. Así, resulta que tenemos un sindicalismo fuerte económicamente y débil en su potencial ofensivo, como herramienta de movilización y de transformación de las relaciones productivas.
Cierto, Pepe, esto se suele dar sobre todo en las grandes empresas. Ahí precisamente es donde el sindicalismo de Estado tiene su mayor número de afiliados.
En la pequeña empresa, en la economía sumergida, en el universo del trabajo temporal y de la subcontratación es donde la CNT tiene mayor presencia y cosecha victorias. Allí, precisamente, donde está desaparecido el sindicalismo de Estado.
Continuemos con el debate

Invitado

Mensaje por Invitado » 31 May 2004, 11:35

La paradoja que señala Pepe, de que en la sanidad pública no funcionan ni comités de empresa, ni juntas de personal, es para pensarla. Ahí lo que funcionan son las secciones sindicales, y las elecciones para lo único que sirven es para determinar el número de liberados de cada sindicato. Estos sindicatos son casi absolutamente mantenidos por la empresa. La empresa recauda las cuotas, paga los locales y sus infraestructuras: limpieza, fungibles, teléfono, internet, papel, fotocopiadoras, sus gastos, y sobre todo, paga a los liberados. Un montón de liberados sindicales, tanto dinero que gasta lo mismo en sindicatos que en diálisis para enfermos renales, cerca de trescientos millones de antiguas pesetas al año. Es una barbaridad de dinero, que no es casual, que cae sobre los sindicatos de clase y corporativos UGT, CCOO, CGT, CSI-CSIF, SATSE, Sindicato Médico, SPAS y SAE. Hay tanto sindicato porque hay una abstención electoral brutal, del 70%, y por lo tanto hacen falta muy pocos votos para ser representativo en el centro, porque el censo es de 8000 trabajadores, pero con ciento diez votos ya se sacan delegados. Qué clase de legitimidad tienen unas elecciones en las que vota el 30% del censo, y un sindicato de los mayoritarios considera un éxito enorme conseguir setecientos votos? ¿Cómo se explica esa abstención cuando están sindicados el 40% de los trabajadores? ¿Cómo se explica que haya gente de CGT que vote a CCOO, y gente de CCOO que vote a CGT? ¿Y cómo se explica que haya candidatos que ni siquiera se molesten en ir a votar?

El panorama sindical hace que todo gire en torno a los liberados. Un hospital enorme, con 8000 trabajadores, que tuvo mucha tradición asamblearia, se ha convertido en un nidito de profesionales sindicales. La gente no participa porque hay liberados, y los liberados se justifican diciendo que la gente no participa.

Lo que hay que preguntarse también, es qué tipos de actividades sindicales surgirían, si desapareciesen los liberados.

Difícil panorama el que tenemos.

Ningures
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Engaños

Mensaje por Ningures » 31 May 2004, 16:46

Es que una de las mentiras de este sistema, y una de las razones que llevan a dudas razonables sobre si merece el nombre de democracia, es el asunto de la abstención, votos en blanco, etc.

Los "mecanismos correctores" aplicados en realidad sirven para una autojustificación del sistema, al no necesitar un mínimo de representatividad real para ser efectivos. El sistema se justifica a si mismo, cuando una de las viejas reivindicaciones "democratas" era que el dinero entregado a las organizaciones no fuera por "diputados", o "delegados sindicales", sino por VOTO. posible, no real.
Imaginemos que tenemos cuarenta millones a repartir entre cuarenta posibles votos. Sale a millón el voto. Y si solo votan dos personas, a ellos mismos, pongamos por caso, se llevarian dos millones y los otros 38 quedarian en las arcas.
Ahora, si cambiamos el sistema para que el reparto no sea por voto, sino por "delegado", sale a veinte millones por voto, en el caso anterior. Curioso, no?
Con lo cual, además, el objetivo de cualquier organizacion medianamente inteligente será desmovilizar al voto, para aumentar su propio ratio voto/pelas. Y si además lograran que en el reparto de delegados tuvieras que tener una representatividad mínima no sobre los votos emitidos, sino sobre los totales.... bueno, para las organizaciones más fuertes sería un chollo, no?
Y si ya rizando el rizo le permites a dos organizaciones que sumen el, pongamos, 51% por ciento de los votos emitidos, por ejemplo, el 30% de 8000 (1224 votos sobre 8000 posibles), pues que firmen como si representaran a la totalidad de los trabajadores, y los apoyaras legalmente al 100%, pues por ejemplo podrian firmar el cierre y el despido de los 8000 trabajadores.
No esta mal, no?
Pues "creo" que así está el patio.
"Una certera dosis de su amor puede hacer que el mundo gire al revés que Dios. Una certera dosis de su amor, fiebre entre las piernas inyectada en el corazón. Es esto real, o no?". Surfin´Bichos.

Invitado

Pragmatico

Mensaje por Invitado » 31 May 2004, 20:42

El problema que tenemos en los analisis que realizamos, es que siempre generalizamos con el concretismo que nos interesa. En esto solemos coincidir los anarquistas con los patronos.
El primero en meter mierda con los sindicatos es el patrón que le interesa que estos esten desligitimados delante de los trabajadores, por eso compra voluntades, por eso les da la mayor resonancia.
Los anarquistas también como buitres esperan el saber donde hay un corrupto, para acusar a todos de corruptos, el poder ya se sabe corrompe, y todo se generaliza, todos son corruptos, todos son vendidos, no se salva nadie todos los sindicalistas son corruptos, vende obreros, da igual que a muchos los despidan, por ser reinvidicativos, que a otros los sancionen, estan en el sistema todos son vendidos.
La realidad hay de todo, corruptos, vendidos, luchadores, revolucionarios(unos pocos), personas con todas sus virtudes y con todos sus defectos.
Cegandose en el envoltorio, no encontraremos las soluciones necesarias para implicar a los trabajadores, sólo haremos el juego al patrón, despretigiando pero sin crear una alternativas real a lo que sucede

Invitado

Mensaje por Invitado » 31 May 2004, 21:03

Ver un caso concreto sirve para analizar lo que sucede en general también.

En el caso del libro que se comenta, el autor afirma que los liberados de CCOO, (miembros del sector crítico) que protagonizan su relato, son personas honradas. Se centra en este sindicato porque en el caso particular de su empresa, es el que tiene la sección sindical más grande (mil afiliados), y es el más radical y combativo. Los miembros de la sección sindical de CCOO de ese hospital se comprometen a orientarse hacia:
la supresión de la sociedad capitalista, y la construcción de una sociedad socialista democrática. El sindicato se compromete a promover y generalizar la construcción de formas unitarias de representación de los trabajadores/as, a partir de las asambleas y los organismos que los propios trabajadores/as elijan democráticamente. La independencia de la Confederación sindical de CCOO se expresa y garantiza fundamentalmente por medio del más amplio ejercicio de la democracia y de la participación de los trabajadores en la vida interna del sindicato. Las asambleas de afiliados/as, el funcionamiento democrático de todos los órganos de la Confederación y el respeto a sus decisiones tomadas por mayoría, son la base de esta independencia, lo que nos caracteriza como sindicato asambleario. La Confederación Sindical de CCOO asume sus responsabilidades y traza su línea de acción con independencia de los poderes económicos, del Estado y de cualquier otro interés ajeno a sus fines, y también de los partidos políticos.

Considerando que la conquista de las reivindicaciones sociales y políticas de los trabajadores/as exigen protagonismo directo, CCOO se propone organizar a la mayoría de ellos a fin de incorporarles a la lucha por su propia emancipación. CCOO promoverá en todas sus estructuras la participación de la diversidad social existente entre la clase trabajadora
Lo que muestra ese estudio es como personas honradas, que procuran que la gente participe y que se enfrentan a la empresa, se ven envueltas en una trama en la que a pesar de sus esfuerzos, llegan a lo contrario de lo que pretenden.

Ningures
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A ver, a ver...

Mensaje por Ningures » 01 Jun 2004, 03:04

Alguien dijo....

"El problema que tenemos en los analisis que realizamos, es que siempre generalizamos con el concretismo que nos interesa. En esto solemos coincidir los anarquistas con los patronos."

Perdón, si no te quieres leer las leyes, no confundas analisis con la realidad. No soy Jimenez Losantos....

"El primero en meter mierda con los sindicatos es el patrón que le interesa que estos esten desligitimados delante de los trabajadores, por eso compra voluntades, por eso les da la mayor resonancia."

Perdón, pero la legitimacición, a nivel legal, lo da el punto anterior. A nivel gente.... bueno, para que hablar....

"Los anarquistas también como buitres esperan el saber donde hay un corrupto, para acusar a todos de corruptos, el poder ya se sabe corrompe, y todo se generaliza, todos son corruptos, todos son vendidos, no se salva nadie todos los sindicalistas son corruptos, vende obreros, da igual que a muchos los despidan, por ser reinvidicativos, que a otros los sancionen, estan en el sistema todos son vendidos."

Perdón, pero de entrada no opino que el poder corrompa, sino que atrae a lo corruptible (Frank Herbert dixit). Y no habrás escuchado aqui ataques contra sindicalistas que hagan sindicalismo, es decir, que defiendan a sus compañeros. Sino ataques contra gente que se llama sindicalista y que vende a sus compañeros, es decir, firma cierre de empresa con unas condiciones económicas favorables para el. No hagas demagogia, anda, que se te ve el plumero.


"La realidad hay de todo, corruptos, vendidos, luchadores, revolucionarios(unos pocos), personas con todas sus virtudes y con todos sus defectos.
Cegandose en el envoltorio, no encontraremos las soluciones necesarias para implicar a los trabajadores, sólo haremos el juego al patrón, despretigiando pero sin crear una alternativas real a lo que sucede"

Perdón, pero quien se ciega en el envoltorio eres tu, llamando sindicalistas a gente que no trabaja por sus compañeros, o trabajadores a aquellos que, como delegados sindicales, no saben lo que es ver un tornillo.


Y como último perdón, y con modestia, aprende de qué hablamos.
Hablamos de que en el marco legal actual es imposible hacer sindicalismo dentro del sistema.

Hablamos de que hacer sindicalismo es luchar con tus IGUALES para defender sus/tus/nuestros derechos.

Hablamos de que la revolución no es pedir un imposible, sino lo justo.

Hablamos de que la corrupción no es venderse, sino olvidarse de porque luchaba uno.

Hablamos de que luchar no es amor a las peleas, sino dejar la piel, la sangre y la nariz por la justicia.

Hablamos de que venderse no es que te pongan un precioso yate, sino algo tan cutre como un bonito viaje pagado a todos los directivos de la empresa, incluyendo los representantes sindicales.

Es decir, no hablamos de que haya buitres. Sino muchos aguilillas.

Y nosotros somos Aguiluchos.

Hablamos de ANARCOSINDICALISMO.

Salud. Y felicidades por la falta de faltas de ortografía. Algo curioso en este foro.
"Una certera dosis de su amor puede hacer que el mundo gire al revés que Dios. Una certera dosis de su amor, fiebre entre las piernas inyectada en el corazón. Es esto real, o no?". Surfin´Bichos.

Invitado

Mensaje por Invitado » 02 Jun 2004, 13:26

En respuesta a lo que dice Invitado Publicado: Lun May 31, 2004 8:42 pm, cuando dice
El primero en meter mierda con los sindicatos es el patrón que le interesa que estos esten desligitimados delante de los trabajadores, por eso compra voluntades, por eso les da la mayor resonancia.
Sí, el patrón mete mierda, pero los sindicatos se prestan a cogerla. La compra de voluntades sindicales se realiza a través del salario que paga el patrón al liberado sindical. ¿Cómo no van a estar desprestigiados los sindicatos? Mediante esas dádivas, el patrón mantiene viva a la organización sindical pero en la mayor debilidad posible, porque la fuerza de un sindicato son sus afiliados participando en él. Desgraciadamente, en la actualidad, los sindicatos que participan en el sistema de elecciones, las necesitan para sobrevivir, y al mismo tiempo son la causa de su debilidad.

La única vía para que esto cambie de algún modo, para que sea posible una alternativa, me parece que pasa por la dimisión de todos los liberados sindicales: de los buenos, de los regulares y de los malos. Quita las liberaciones, quita los interlocutores válidos, los representantes legítimos de los trabajadores, y verás como no queda más remedio que empezar a organizarnos de otra manera.

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