Abecedario de Élisée Reclus

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adonis
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Abecedario de Élisée Reclus

Mensaje por adonis » 21 Abr 2019, 17:42

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El pensamiento de Élisée Reclus no ha dejado de movilizarnos: geógrafo prolífico, a la vez comunista y anarquista, feminista y vegetariano, este adversario de la “funesta institución” que fue la esclavitud en Estados Unidos hizo suyas, a menudo en contra de su tiempo, la mayor parte de las luchas por la emancipación. Eso le supuso dos exilios: el primero, después del golpe de Estado de Louis Napoléon Bonaparte; el segundo, tras su participación en las filas de la Comuna. Cercano a Bakunin, este último decía de él y de su hermano mayor, Élie, que eran “los hombres más modestos, los más desinteresados, los más puros, los más religiosamente devotos de sus principios” que encontró durante toda su vida. Entremos, con algunas de sus letras, en este hombre para quien la victoria del capital implicaría que la humanidad “dejara de vivir”.

Alcantarilla: “En nuestros países de la Europa civilizada, donde el hombre interviene por todas partes para modificar la naturaleza a su gusto, el arroyo cesa de ser libre y se convierte en cosa de los habitantes de sus riberas. Lo utilizan, según les conviene, para regar las tierras o para moler el trigo. Pero, frecuentemente, no saben utilizarlo con inteligencia y lo aprisionan entre murallas mal construidas que la corriente derriba; conducen el agua hacia hondonadas donde se estaciona en charcas pestilentes; las llenan de basura que debiera servir de abono a sus campos y transforman el alegre arroyo en una alcantarilla inmunda”. (El arroyo, 1869).

Animales: “Si debiéramos realizar la felicidad de todos aquellos con figura humana y destinar a la muerte a todos nuestros semejantes con hocico y no más diferentes de nosotros que por un ángulo facial menos abierto, ciertamente no habríamos realizado nuestro ideal. Por mi parte, yo abrazo también a los animales en mi afecto de solidaridad socialista. […] no comprendo la muerte de un animal o de un hombre […]”. (Carta a Richard Heath, 28 de julio de 1884).

Belleza: “Vivimos en el siglo de los ingenieros y los soldados, para quienes todo debe trazarse en línea recta. ¡Alineación!, tal es la palabra de orden de esos pobres de espíritu que solo ven la belleza en la simetría, y la vida en la rigidez de la muerte”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Comuna: “Asociaos con los compañeros cuyas tierras están amenazadas con las vuestras por el usurero, los grandes especuladores agrícolas y los aficionados a las grandes cacerías, cuya tendencia es convertir en bosques todos los campos roturados; olvidad las pequeñas rivalidades entre vecinos y agrupaos en comunidades en las que todos los intereses sean solidarios y cada puñado de tierra tenga como defensores a todos los miembros. Cien, mil o diez mil seréis bastante fuertes para luchar con el señor terrateniente; sin embargo, no seréis bastante fuertes contra un ejército. Asociaos, pues, por comunidades, y que la más débil disponga de la fuerza de todas. Más aún: haced un llamamiento a los que no poseen nada, desheredados de las ciudades, a quienes tal vez os hayan enseñado a odiar y que debéis amar, porque ellos ayudarán a conservar vuestras tierras y a reconquistar las que os han quitado. Con ellos podréis atacar y destruir todas las murallas y cercos que limitan las propiedades de los grandes señores de la tierra; con ellos podréis fundar la gran comunidad de los hombres libres, en la que se trabajará con concierto para vivificar el suelo, embellecerlo y vivir felices sobre esta buena tierra que nos da el pan”. (A mi hermano el campesino, 1893).

Cuatro: “Tal como la practicamos hoy, la domesticación atestigua también en muchos aspectos una verdadera regresión moral porque, lejos de mejorar a los animales, les hemos deteriorado, degradado, corrompido. Hemos podido, es verdad, mediante la elección de los sujetos, aumentar en el animal tal o cual cualidad de fuerza, de olfato, de velocidad, pero en nuestro papel de carniceros, hemos tenido la preocupación primordial de aumentar las masas de carne y grasa que andan a cuatro patas, de darnos almacenes de carne ambulante que se mueven con pesar desde el estiércol al matadero. ¿Podemos decir que el cerdo vale más que el jabalí o la asustadiza oveja más que el intrépido muflón?” (“La gran familia”, Le Magazine International, 1897).

Decadencia: “Existe una causa mayor, la causa de las causas, que resume la historia de la decadencia. Es la constitución social de forma que una parte de la humanidad sea dueña de la otra parte; es el acaparamiento de la tierra, de los capitales, del poder, de la instrucción y de los honores para unos cuantos solamente o para una clase aristocrática”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Esfuerzo: “Finalmente contamos con un tercer vínculo, el que los estudiantes y los oyentes establecerán entre nosotros por su amor a la verdad, por su alto espíritu de estudio sincero y desinteresado. Elevarnos y mantenernos muy alto por su llamamiento constante que tienen el derecho de hacer a nuestro esfuerzo, porque les debemos una educación, si no siempre nueva, al menos incesantemente renovada por la dura investigación y la reflexión profunda”. (“La felicidad a la que la ciencia nos invita”, El gozo de aprender, Élisée Reclus y Piotr Kropotkin, 1895).

Hacha: “Como el cazador persiguiendo su presa, como el soldado dedicado a matar a sus semejantes, el cortador de árboles enloquece en su obra de destrucción porque siente tener ante sí a un ser vivo. El tronco gime por la mordedura del acero, y su lamento se repite de árbol en árbol por todo el bosque, como si participaran de su dolor y comprendieran que el hacha se volverá contra ellos también”. (El arroyo, 1869).

Huelga: “Un hecho capital domina toda la civilización moderna, el hecho de que la propiedad de uno solo puede aumentar indefinidamente, e incluso, en virtud del consentimiento casi universal, abarcar el mundo entero. El poder de los reyes y emperadores está limitado, el de la riqueza no. El dólar es el señor de los señores: es por su virtud, antes que por cualquier otro motivo, que los hombres son repartidos de forma diversa sobre la faz de la Tierra, distribuidos aquí y allá en las ciudades y campiñas, en los campos, los talleres y las fábricas, que son llevados y maltratados de trabajo en trabajo, de huelga en huelga”. (El hombre y la tierra, 1905).

Ingenieros: “Al resto, ¿no es así que actuamos hacia la naturaleza entera? Soltad una jauría de ingenieros en un valle encantador, en medio de praderas y árboles, en las orillas de algún bonito río, ¡y pronto veréis lo que habrán hecho! Habrán puesto todo su cuidado en hacer su obra personal tan evidente como sea posible y en ocultar la naturaleza debajo de sus montones de piedras y de carbón; del mismo modo estarán orgullosos de ver el humo de sus locomotoras entrecruzarse en el cielo en una sucia red de bandas amarillentas o negras”. (“A propósito del vegetarianismo”, La Réforme alimentaire, volumen V, n.º 3, 1901).

Justicia: “Una de dos: o bien la justicia es el ideal humano y, en este caso, la reivindicamos para todos; o bien sólo la fuerza gobierna las sociedades y, en este caso, usaremos la fuerza contra nuestros enemigos. O la libertad de los iguales, o la ley del talión. (Por qué somos anarquistas, 1889).

Mujer: “Es sobre todo dentro de la familia, es en sus relaciones diarias con los suyos, cuando mejor podemos juzgar al hombre; si respeta totalmente la libertad de su mujer, si los derechos, la dignidad de sus hijos e hijas le son tan preciosos como los suyos, entonces la prueba está hecha: es digno de entrar en una asamblea de ciudadanos libres; si no, él es aún esclavo, ya que es tirano”. (El hombre y la tierra, 1905).

Moral: “Así, pues, el hombre que quiere desenvolverse y ser moral debe hacer absolutamente lo contrario de cuanto le recomiendan la Iglesia y el Estado: es preciso pensar, hablar y obrar libremente. Estas condiciones son indispensables para todo progreso”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Negación: “Entrad en una escuela superior: el profesor habla allí de Descartes y nos cuenta cómo el gran filósofo comenzó haciendo tabla rasa de todos los prejuicios, de todos los estereotipos, de todos los sistemas anteriores. Le alaba mucho por haber tenido este vigor intelectual; nos dice que desde el momento en que fue pronunciada la audaz palabra de negación absoluta, el pensamiento humano se emancipó; ¡pero este mismo profesor no tiene más que exclamaciones de horror para todos aquellos que se pudieran atrever a imitar a su héroe!” (La evolución legal y la anarquía, 1878).

Obra: “Contra el tigre le es posible a la víctima alguna defensa; contra los libros de banca, ninguna; sus fallos no admiten apelación; los hombres y los pueblos mueren aplastados por el peso de esos archivos cuyas páginas silenciosas nos relatan con cifras la obra inhumana que ellos representan. Si el capital debiera prevalecer, sería tiempo de llorar por nuestra edad de oro, podríamos entonces mirar atrás y ver, como una luz que se apaga, todo lo que la tierra tuvo de dulce y de bueno, el amor, la alegría, la esperanza. La humanidad habría dejado de vivir” (La evolución, la revolución y el anarquismo, 1902).

Ojos: “[…] en estos casos han de vencerse las dificultades por ‘golpes de Estado’: los soberanos, los poderosos, se lamentan de que ‘la legalidad los mata’ y se salen de ella bravamente para ‘entrar en el derecho’. El éxito legitima sus actos a los ojos de la historia; el fracaso los coloca entre los facinerosos”. (La evolución, la revolución y el anarquismo, 1902).

Quepis: “[…] el espíritu de cuerpo, entre gentes que salen de la misma escuela con diploma, convierte a los ‘camaradas’, por honestos que sean, en otros tantos conspiradores inconscientes, unidos para su bienestar particular y contra el bien público, y convertidos en hombres de rapiña que saquearán a cualquiera para repartirse la presa. Ved si no a los futuros funcionarios en el colegio, con el quepis numerado, o en algunas universidades con gorras verdes o blancas: quizás no hayan jurado al ponerse el uniforme como en el ejército y la magistratura; pero no obstante obran como éstos, según el espíritu de casta, resueltos siempre a tomar la mejor parte”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Revolución: “[…] la evolución y la revolución son dos actos sucesivos de un mismo fenómeno; la evolución precede a la revolución, y ésta a una nueva evolución, causa de revoluciones futuras”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Solidaridad: “Ver de un lado la multitud de desgraciados hambrientos y del otro unos cuantos privilegiados comiendo según su apetito y vistiendo según su capricho y hacer creer ingenuamente que no puede ser otra cosa, tal es la misión de la moderna economía política. Es cierto que en tiempo de abundancia sería posible ‘coger del montón’ y que en momentos de escasez todo el mundo podría racionarse de común acuerdo, pero tal modo de obrar supone una sociedad estrechamente unida por los lazos fraternales de la solidaridad”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Tierra: “Allí donde el suelo se ha deteriorado, allí donde toda poesía ha desaparecido del paisaje, las imaginaciones se apagan, los espíritus se empobrecen, la rutina y el servilismo se apoderan de las almas y las disponen al sopor y a la muerte. Entre las causas que en la historia de la humanidad ya han hecho desaparecer tantas civilizaciones sucesivas, habría que contar en primera línea con la brutal violencia con la que la mayoría de las naciones trataban a la madre tierra. Talaban los bosques, dejaban empobrecerse los manantiales y desbordarse los ríos, deterioraban los entornos, rodeaban las ciudades de zonas pantanosas y pestilentes; después, cuando la naturaleza, por ellos profanada, se les volvía hostil, la odiaban y, sin poder renovarse como el salvaje en la vida de los bosques, se dejaban cada vez más embrutecer por el despotismo de los sacerdotes y reyes”. (“Del sentimiento de la naturaleza en las sociedades modernas”, La Revue des deux Mondes, 63, 15 de mayo de 1866).

Trabajo: “El trabajo es indispensable para quien desea gozar del reposo, lo mismo que el recreo cotidiano es necesario al obrero para renovar sus fuerzas. No habrá tranquilidad en el mundo, ni equilibrio estable en la sociedad, mientras los hombres, condenados en número infinito a la miseria, no tengan todos, después de la diaria tarea, un momento de descanso para regenerar el vigor y mantenerse así con la dignidad de seres libres y pensantes”. (El arroyo, 1869)

Utilidad: “El sabio tiene una inmensa utilidad como minero; extrae los materiales, pero no es él quien los emplea: es al pueblo, al conjunto de hombres asociados, a quien corresponde la tarea de construir el edificio”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Vagón: “[…] es fuera de las escuelas donde más nos instruimos; en la calle, en el taller, en los barracones de la feria, en el teatro, en el vagón del ferrocarril, a bordo de los barcos, contemplando los paisajes nunca vistos, visitando las ciudades extranjeras” (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

Veneno: “Vea lo que los budistas han hecho de Buda, lo que los cristianos han hecho de Cristo, suponiendo que uno y otro hayan vivido, lo que importa poco además, porque uno y otro no son para nosotros más que ‘voces’. De sus palabras, tan esencialmente humanas, con las que se mezclaban por lo tanto errores y debilidades, los sacerdotes han hecho palabras divinas, indiscutibles, e interpretándolas a su conveniencia, las han utilizado para imponer al rebaño de los hombres sus propios errores y sus delirios. No obstante, la traición de Buda por los budistas, de Cristo por los cristianos, no nos impide retomar los documentos primitivos de su historia y yo me guardaría bien de descuidar por ejemplo todo lo que encuentro de humano y de verdadero en los Evangelios. Pero, cuando me los dan como una obra divina o de no sé cuál ‘divinidad’ o ‘santidad’ concreta, ya no los quiero. Atribuir lo que sea de infalible a una obra cualquiera, Evangelios o Palabras de un creyente o Cantos de la Comuna, no lo quiero, protesto. Es de ahí de dónde nos vendrá el veneno”. (Carta a Richard Heath, 28 de julio de 1884).

Votar: “Votar es abdicar; nombrar uno o varios amos por un periodo corto o largo, es renunciar a su propia soberanía. Que se vuelva monarca absoluto, príncipe constitucional o simplemente mandatario dotado de una pequeña parte de realeza, el candidato que ustedes llevan al trono o a la silla será su superior. Ustedes nombran a hombres que están más allá de las leyes, puesto que ellos se encargan de redactarlas y su misión es hacerles obedecer a ustedes”. (Carta a Jean Grave, Le Révolté, 1885).

XIV: “Cada soberano tiene su camarilla, sin contar sus ministros, delegados, consejeros de
Estado, cada uno de los cuales es un virrey; luego éste se ve contenido, ligado por los que lo precedieron, considerandos, protocolos, convenciones, compromisos y otras muchas cosas que
constituyen una ciencia con problemas infinitos: el más insolente Luis XIV se siente cogido en la red de miles de hilos diferentes y le es muy difícil salirse de ella. Todas esas convenciones en las cuales el amo se ha encerrado fastuosamente le producen cierto disgusto y disminuyen sus fuerzas reaccionarias”. (Evolución, revolución y anarquismo, 1902).

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