Otra de Stalin: confesión de Bujarin

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desarmado
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Otra de Stalin: confesión de Bujarin

Mensaje por desarmado » 12 Abr 2005, 12:23

Me ha impactado como se puede destruir a un humano tanto como para autoinculparse de esta manera publicamente. Para quien no lo sepa el tipo es inocente de lo que confiesa. Puro 1984.

Última declaración en los Procesos de Moscú]
Nikolai Ivanovich Bujarín

[1938]

Me parece verosímil pensar que cada uno, de los que estamos ahora sentados en este banquillo de los acusados tenia un extraño desdoblamiento de conciencia, una fe incompleta en su tarea contrarrevolucionaria. No digo que no existiera esta conciencia, sino que estaba incompleta. De ahí esa especie de semiparálisis de la voluntad, esa lentitud de reflejos. Me parece que somos unas personas cuyos reflejos son hasta cierto punto lentos. Esto no proviene de la ausencia de ideas consecuentes, sino de la grandeza objetiva de la edificación socialista. La contradicción entre la aceleración de nuestra degeneración y esa lentitud de reflejos traduce la situación del contrarrevolucionario, o, con más precisión, del contrarrevolucionario que se desenvuelve en el marco de la edificación socialista en progreso. Se crea entonces una doble psicología. Cada uno de nosotros puede comprobarlo en su fuero interno, pero no quiero entregarme aquí a profundos análisis psicológicos.

A veces, yo mismo me entusiasmaba al glorificar en mis escritos la edificación del socialismo; pero poco después cambiaba de actitud debido a mis acciones prácticas de carácter criminal. Se formó en mí lo que, en la filosofía de Hegel, se llama una conciencia desgraciada. Esta conciencia desgraciada difería de la conciencia ordinaria porque era al mismo tiempo una conciencia criminal.

Lo que constituye el poder del Estado proletario no es solamente el haber aplastado a las bandas contrarrevolucionarias, sino también el haber descompuesto interiormente a sus enemigos, el haber desorganizado su voluntad. Esto no ocurre en ningún otro sitio, y no podría existir en ningún país capitalista.

Me parece que, cuando empiezan a manifestarse dudas y vacilaciones en ciertos sectores intelectuales de Occidente y América, a propósito de los procesos que han tenido lugar en la U.R.S.S., es debido, en primer lugar, a que estas personas no tienen en cuenta una diferencia radical: en nuestro país, el adversario, el enemigo, posee al mismo tiempo esa doble conciencia, esa conciencia desdoblada. Y me parece que esto es lo que hay que comprender ante todo.

Si me permito detenerme en estos problemas, es a causa de que yo tenía en el extranjero considerables relaciones entre calificados intelectuales, principalmente con científicos. Y debo explicarles lo que cada pionero sabe en nuestro país, en la U.R.S.S.

A menudo se justifica el arrepentimiento mediante toda una serie de cosas absurdas como, por ejemplo, el polvo del Tíbet, etcétera. En mi caso particular, diré que en la cárcel donde permanecí casi un año, trabajé, estuve ocupado, conservé la lucidez de espíritu. He aquí el mentís práctico a todas las tonterías, a todos los chismes contrarrevolucionarios.

Se habla asimismo de hipnosis. Pero en este proceso he asumido mi defensa jurídica, me he orientado sobre el terreno y he polemizado con el Fiscal. Y cualquier persona, aunque no tenga mucha experiencia en las diferentes especialidades de la medicina, tendrá que reconocer que no ha existido hipnosis.

A menudo se explica el arrepentimiento por un estado de espíritu a lo Dostoievski, por las cualidades físicas del alma (el «alma eslava»). Esto es cierto, por ejemplo, para personajes como Aliocha Karamazov, para los personajes de novelas tales como el Idiota y otros tipos de Dostoievski. Ellos están dispuestos a exclamar en público: «Pegadme, ortodoxos, soy un criminal».

Pero, no es ésta la cuestión. En nuestro país, el «alma eslava» y la psicología de los héroes de Dostoievski son cosas extinguidas desde hace tiempo: pertenecen al pluscuamperfecto. Estos tipos ya no existen en nuestro país, como no sea en los patios de las casas provincianas, ¡o quizá ni ahí! En cambio, esta psicología subsiste en Europa occidental.

Ahora quiero hablar de mí mismo, de los motivos que me llevaron a arrepentirme. Ciertamente, hay que decir que las pruebas de mi culpabilidad juegan también un importante papel. Durante tres meses permanecí encerrado en mis negativas. Después inicié el camino de la confesión. ¿Por qué? El motivo estriba en que, durante mi encarcelamiento, pasé revista a todo mi pasado. En el momento en que uno se pregunta: «Si mueres, ¿en nombre de qué morirás?», aparece de repente y con sorprendente claridad un abismo profundamente oscuro. No había nada por lo que mereciese la pena morir, si pretendía hacerlo sin confesar mis errores. Por el contrario, todos los hechos positivos que resplandecían en la Unión Soviética tomaban proporciones diferentes en mi conciencia. Esto fue lo que en definitiva me desarmó, lo que me obligó a doblar mis rodillas ante el Partido y ante el país. Cuando me pregunto: «Bien, no vas a morir. Si por cualquier milagro quedas con vida, ¿cuál será entonces tu objetivo? Aislado de todo el mundo, enemigo del pueblo, en una situación que no tiene nada de humana, totalmente alejado de lo que constituye la esencia de la vida ...». Y en seguida recibo la misma contestación a esta pregunta. En estos momentos, ciudadanos jueces, todo personalismo, todo rencor, los restos de irritación, de amor propio y otras muchas cosas caen por sí mismas, todo desaparece. Y cuando llegan a nuestros oídos los ecos de la vasta lucha emprendida por el pueblo soviético, todo esto ejerce su acción, y nos encontramos ante la completa victoria moral de la U.R.S.S. sobre sus adversarios arrodillados. Una casualidad puso en mis manos un libro de la biblioteca de la cárcel, el de Feuchtwanger, donde se hablaba de los procesos de los trotskistas. Me produjo una gran impresión. Pero debo decir que Feuchtwanger no llegó al fondo de la cuestión, se detuvo a mitad de camino. Para él no todo está claro, mientras que en la realidad todo lo está. La historia mundial es un tribunal universal. Los líderes trotskistas han fracasado y han sido arrojados al foso. Es justo. Pero no se puede proceder como lo hace Feuchtwanger, principalmente en lo relativo a Trotsky, cuando lo coloca en el mismo plano que Stalin. En este punto, sus planteamientos son totalmente erróneos, puesto que, en realidad, todo el país está detrás de Stalin. Él es la esperanza del mundo, es el creador. Napoleón dijo en una ocasión: el destino es la política. El destino de Trotsky es la política contrarrevolucionaria.

Voy a acabar pronto. Estoy hablando, quizás, por última vez en mi vida.

Quiero explicar cómo llegué a la necesidad de capitular ante el poder judicial y ante vosotros, ciudadanos jueces. Nos alzamos contra la alegría de la nueva vida, con métodos de lucha completamente criminales. Rechazo la acusación de haber atentado contra la vida de Vladimir Ilich, pero reconozco que mis cómplices de la contrarrevolución, conmigo al frente, intentaron acabar con la obra de Lenin, continuada por Stalin con un éxito prodigioso. La lógica de esta lucha, bajo una capa ideológica, nos hacía descender paso a paso hasta el más oscuro cenagal. Una vez más se ha probado que el abandono de la posición bolchevique señala el paso al bandidismo político contrarrevolucionario. Hoy el bandidismo contrarrevolucionario ha sido aplastado; hemos sido derrotados, nos hemos arrepentido de nuestros horribles crímenes.

En realidad, no se trata de arrepentirse, ni tampoco de mi arrepentimiento. Incluso sin esto, el Tribunal puede dar su veredicto. Las confesiones de los acusados no son obligatorias. La confesión de los acusados es un principio jurídico medieval. Pero se ha producido la derrota interior de las fuerzas contrarrevolucionarias; y hay que ser Trotsky para no rendirse. Mi deber es demostrar aquí que, en el paralelogramo de fuerzas que ha trazado la táctica contrarrevolucionaria, Trotsky ha sido el primer motor del movimiento. Y sus más violentas manifestaciones —el terrorismo, el espionaje, el desmembramiento de la U.R.S.S., el sabotaje— provenían ante todo de esta fuente.



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Ver Roberto Hernández Montoya, El stalinismo: efecto perverso del capitalismo




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desarmado
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Mensaje por desarmado » 12 Abr 2005, 12:59

En mi anterior post pequé de ingenuo. me preguntaba como se puede destruir de esa manera a una persona. Supongo que llega un momento en que dices lo que sea para que te maten de una vez.

Antes de ser destruido moral y fisicamente dejó esta carta a su mujer. Esta sobrevivió milagrosamente a los gulags de stalin. Según dicen la repitió mentalmente día tras día durante 20 años para no olvidarla.

"A UNA FUTURA GENERACION DE DIRIGENTES DEL PARTIDO"

"Dejo la vida. Inclino la cabeza, pero no ante la guadaña proletaria, que es correctamente despiadada pero también casta. En lugar de eso, soy impotente ante una maquinaria infernal que parece utilizar métodos medievales, pero que posee un poder gigantesco, fabrica calumnias, actúa decididamente y con confianza.

"Dzerzhinsky [el dirigente de la policía secreta, o Cheka, bajo Lenin] ya no existe; las maravillosas tradiciones de la Cheka han ido quedando gradualmente en el pasado, esas tradiciones por las cuales la idea revolucionaria gobernaba todas sus acciones, justificaba la crueldad contra los enemigos, salvaguardaba al Estado contra cualquier contrarrevolución. Por esta razón los organismos de la Cheka se ganaron una confianza especial, un honor especial, una autoridad y un respeto. Ahora, los llamados organismos de la GPU son principalmente una organización degenerada de funcionarios sin principios, disolutos y bien cuidados que, gozando de la autoridad previa de la Cheka, buscando satisfacer la suspicacia patológica de Stalin (temo decir más), persiguiendo rango y gloria, llevan a cabo sus actos obscenos sin entender que simultáneamente se están destruyendo a ellos mismos: ¡la Historia no tolera testigo de actos sucios!

"Estos organismos que 'funcionan de maravilla' pueden hacer trizas a cualquier miembro del Comité Central, a cualquier miembro del partido, convertirlo en polvo, transformarlo en un terrorista traidor, saboteador, espía. Si Stalin dudara de sí mismo, instantáneamente tendría una confirmación.

"Nubes de tormenta se agitan por encima del Partido. Mi muerte, culpable de nada, por sí sola implicará a otros miles de inocentes. Porque, después de todo, hay que crear una organización, una organización bujarinista que en realidad no sólo no existe ahora, cuando llevo ya siete años sin una sombra de desacuerdo con el Partido, sino que no existió entonces, en los años de la Oposición de Derechas. Nunca supe nada de organizaciones secretas en Ryutin y Uglanov. Junto a Rykov y Tomski, expuse mis puntos de vista abiertamente.

"Desde los 18 años he estado en el Partido, y el objetivo de mi vida siempre ha sido la lucha por los intereses de la clase obrera, por la victoria del socialismo. Estos días el periódico con el nombre sagrado, Pravda, imprime la mentira más despreciable, que yo, Nicolás Bujarin, quería destruir la conquista de Octubre para restaurar el capitalismo. Esta es una obscenidad sin precedentes. Es una mentira cuya obscenidad sólo puede ser comparada con la historia de que [el zar] Nicolás Romanov dedicó su vida a la lucha contra el capitalismo y la monarquía, a la lucha por el triunfo de la revolución proletaria". (Citado en Anna Larina, This I cannot forget, p. 343-4).

Recordemos al leer estas líneas que Lenin había descrito al hombre que las escribió como "el favorito del Partido" y uno de sus principales teóricos. Es cierto que Bujarin cometió muchos errores, algunos de ellos graves, pero era un revolucionario honesto, a diferencia de los que lo asesinaron. El principal objetivo de las purgas era trazar una línea de sangre entre la burocracia y las auténticas tradiciones del marxismo y el leninismo. Era necesario romper el nudo de la Historia, destruir totalmente las tradiciones de la democracia obrera y el internacionalismo, no dejar nada que pudiera recordar a las futuras generaciones el auténtico significado de Octubre. Así, no bastaba con torturar y asesinar a los viejos bolcheviques. Tenían que cubrirse de lodo ellos mismos, renunciar públicamente a sus crímenes y cantar loas a Stalin. Zinoviev, Kámenev, Bujarin, Rykov, Rakovski y muchos otros revolucionarios confesaron haber sido agentes imperialistas toda la vida. Su acusador, el fiscal general Vychinski, era un antiguo abogado menchevique que había colaborado con la contrarrevolución blanca.

Prácticamente toda la vieja guardia bolchevique fue exterminada. Entre las víctimas estaba A. V. Shotman, un viejo miembro del partido que se encargó de proteger la vida de Lenin cuando se vio obligado a pasar a la clandestinidad después de las Jornadas de Julio de 1917. En 1918, Lenin escribió: "Shotman es un viejo camarada del Partido al que conozco muy bien. Merece confianza absoluta". Sin embargo fue detenido y murió en 1939. Muchos comunistas extranjeros también murieron. Fritz Platten, el revolucionario suizo que había colaborado con Lenin y organizado el famoso tren sellado que le llevó de Suiza a Rusia en 1917 y que había sobrevivido a las prisiones zaristas, alemanas y rumanas, murió en uno de los campos de Stalin. Toda la dirección del Partido Comunista Polaco fue liquidada, incluyendo a I. S. Ganetsky, al que Lenin había recomendado personalmente para la militancia en el partido ruso.

Las purgas en la práctica liquidaron lo que quedaba del Partido Comunista Soviético. Entre 1939 y 1952 no se celebró ni un solo congreso del Partido, aunque incluso durante el periodo más difícil de la guerra civil este organismo supremo se había reunido anualmente. A principios de 1939, de los 139 miembros del Comité Central elegido en el 17º Congreso, en el que Stalin celebró su victoria sobre la Oposición, 110 habían sido detenidos. Del Comité Central del Partido Bolchevique de Octubre de 1917, sólo dos sobrevivieron: Alejandra Kollontai, que fue enviada como embajadora a Suecia, y el propio Stalin. De toda la militancia del partido, sólo quedaron unos pocos protegidos de Stalin, cuidadosamente elegidos, y sus matones: los Molotovs, Kaganovitchs, Mikoyans y Voroshilovs.

Se reescribió la historia del partido. La tristemente famosa Historia del PCUS (Bolchevique) Curso Breve la redujo a una serie de mentiras y leyendas, diseñadas para glorificar a Stalin. Los Diez días que estremecieron al mundo, de John Reed, que había sido alabado por Lenin como una versión veraz de la Revolución, fue prohibido. No sólo se borró el nombre de Trotsky y se eliminó su imagen de las fotos, sino que incluso figuras como Krasin, Noguin, Chicherin y Lunacharski fueron borradas. Finalmente, se completó la transformación del partido de la vanguardia de los obreros revolucionarios en una palanca del aparato burocrático. Ésta es la respuesta definitiva a todos los calumniadores de Lenin y Trotsky. Aquellos que intentan demostrar que el bolchevismo y el estalinismo son el mismo fenómeno todavía tienen que explicar como puede ser que, para poder triunfar, el régimen totalitario burocrático se viera obligado a aniquilar al Partido Bolchevique, arrancar de raíz cualquier vestigio de leninismo, reescribir la Historia y enterrar las viejas tradiciones de democracia obrera e internacionalismo bajo una montaña de cadáveres.

Si Stalin y Lenin fueran iguales, ¿no hubiese sido posible llegar a un compromiso? Esto no sólo hubiera sido racional, sino mucho más económico. Los enemigos de Octubre no tienen respuesta a esta pregunta, excepto los rancios clichés de costumbre sobre "revoluciones devorando a sus hijos" que no explican nada en absoluto. Sin embargo la respuesta es clara e innegable para cualquier observador auténticamente objetivo: el bolchevismo y el estalinismo son tan incompatibles como revolución y contrarrevolución. Para los que son incapaces de distinguir entre ambas, realmente no tenemos nada más que decir.


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1984
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Mensaje por 1984 » 13 Abr 2005, 00:17

Aterradora declaración. ¿Qué le harían para sacársela?

No me extrañaría nada que Orwell se hubiese basado en este mismo texto como inspiración para su novela. Se identifican varios elementos comunes con el libro.
Posee al mismo tiempo esa doble conciencia, esa conciencia desdoblada
¿Sacaría de aquí el concepto de “doblepensar”?
Hoy el bandidismo contrarrevolucionario ha sido aplastado; hemos sido derrotados, nos hemos arrepentido de nuestros horribles crímenes
Antes de que te maten debes amar al Gran Hermano. Así no se hacen mártires.


Pero veo una diferencia. En la novela el protagonista llega a albergar la esperanza de, en el último momento antes de morir, gritar al aire su rebeldía, que quedará así impune, sin arrepentimiento. Pero hasta eso lo pierde. Al final realmente se lo cree, ya está listo para morir.

Orwell no podía saber lo de la carta.
La rebeldía puede triunfar.
Four more years of war is peace, ignorance is strenght and slavery is freedom. Four more. May all your interventions be "humanitarian". (Propagandhi)

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Joreg
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Mensaje por Joreg » 13 Abr 2005, 00:40

Koestler decía que los disidentes confesaban para no irle a la contra al partido. Era su manera de justificar su trayectoria, no dar argumentos a los capitalistas. Aparte de eso estaban las presiones contra familiares, los malos tratos... Si ahora en cinco días en comisaría se confiesa todo lo habido y por haber, en aquellos tiempos en los que los interrogatorios duraban meses o años...

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desarmado
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Mensaje por desarmado » 13 Abr 2005, 10:39

La carta estuvo 20 años escondida en el cerebro de su mujer 1984. ORwell no lo supo, seguramente. Por lo demás me alegra que este no acabe como Winston amando realmente al gran hermano Stalin. La realidad es igual de triste pero deja espacio a la esperanza (la carta): una temporadita en una cheka y cantas la traviata en do menor sin saber solfeo.
Salut.
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