Empiezo por Manuel Buenacasa en Figuras Ejemplares que Conocí (1957-1964), donde el autor nos cuenta algunos detalles de su encuentro con Anselmo Lorenzo:
“Se marchó Miranda y entonces manifesté a Negre mi deseo de conocer también a Salvador Seguí. Negre me interrumpió: —No te lo recomiendo; somos muchos los que sospechamos de él. Esas palabras causaron en mí efectos desastroso. ¿Por qué un compañero por mí admirado me ponía en guardia contra otro compañero a quien yo no conocía aún? […].
Antes de despedirme de Lorenzo le expliqué lo que Negre me había dicho un día respecto de Seguí. El “Abuelo” reflejó una sonrisa triste:
“—Mira —me dijo—: Estoy algo al corriente de lo que sucede entre algunos compañeros. También yo he sido víctima de ataques injustos. En nuestro mundillo abundan envidiosos. Si llegas a militar con firmeza, como yo en otro tiempo, tampoco faltará quien hable mal de ti. Seguí es un muchacho que promete mucho. Hombre de gran corazón, estudioso, muy valiente y buen organizador. A estas cosas por tristes que sean, no hay que otorgarles mucha importancia. Pongamos las ideas por encima de todo y dejemos de lado las flaquezas humanas”.
Así terminó aquella mi segunda entrevista con Lorenzo, no sin prometerle que volvería a visitarle. Lo hice unas semanas más tarde, exactamente diez días antes de su muerte, acaecida el 28 de noviembre de 1914”.