Fragmento disolucion RAF sobre el neoliberalismo

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dacoal
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Fragmento disolucion RAF sobre el neoliberalismo

Mensaje por dacoal » 17 Jul 2012, 18:12

He leido recientemente "Fuimos tan terriblemente consecuentes" y hay un fragmento del comunicado de disolucion de la RAF que creo que merece ser destacado.
El final de la RAF se produce en un momento en el que todo el mundo se ve enfrentado a las consecuencias del neoliberalismo. La lucha internacional contra la expulsión, contra la exclusión y por una realidad social justa y fundamentalmente diferente se opone a toda la evolución del capitalismo.
Las relaciones globales e intersociales se agudizan cada vez más en la turbulencia del desarrollo histórico tras el final del socialismo real. No es una contradicción que demos por finalizado nuestro proyecto, pero sigamos creyendo en la necesidad de hacer todo lo posible, dentro de lo razonable, para que pueda surgir un mundo más allá del capitalismo, en el que se pueda hacer realidad la emancipación de la humanidad. En vista de las consecuencias espeluznantes del derrumbamiento del socialismo real en todo el mundo y del empobrecimiento en masa de millones de personas en la antigua Unión Soviética, sería insuficiente hablar hoy en día sólo de las oportunidades que se abren con el final del socialismo real. No obstante, también nosotros pensamos que en el modelo del socialismo real no resultaba posible una verdadera liberación. Queda pendiente aún sacar las conclusiones de las experiencias antiemancipatorias producto de concepciones autoritarias y burocrático-estatalistas del socialismo real para futuros caminos de liberación.
Con el derrumbamiento del socialismo real ha desaparecido la competencia de sistemas y, en consecuencia, los actores del sistema capitalista ya no se ven en la necesidad de tener que aparentar que su sistema es el «mejor». Con la caída de este obstáculo ideológico para el Capital se ha iniciado un proceso de desencadenamiento global del Capital: toda la humanidad ha de ser sometida a las necesidades del Capital. El neoliberalismo es el fundamento ideológico y económico para un avance mundial en la optimización de la explotación de los seres humanos y de la naturaleza para el Capital. Los representantes del sistema lo llaman «empuje reformador» o «modernización».
Es más que evidente que la evolución actual del sistema trae consigo más rigores sociales y existenciales para una aplastante mayoría de la humanidad. Para la mayoría de las personas en el mundo el neoliberalismo significa una nueva dimensión de la amenaza que pende sobre sus vidas.
Sólo aguantan la lucha por la hegemonía política y el poder económico las economías que utilizan sus recursos en la búsqueda exclusiva del beneficio de las multinacionales y de una parte cada vez más pequeña de la sociedad. Los efectos retroactivos de este funcionamiento del sistema conducen a profundos cambios dentro de las sociedades; y, además, a que el empobrecimiento progresivo y el embrutecimiento que conlleva provoquen el desencadenamiento de más guerras y barbarie. Cuando se vean afectados sus intereses económicos y políticos, los países ricos no dudarán en intervenir en estos conflictos mediante la guerra para seguirse asegurando «el acceso ilimitado a las materias primas» de la Tierra y para imponer su deseo de poder. Nunca les moverá el interés por buscar soluciones verdaderas para las personas, sino sólo el de controlar la destrucción que causa su sistema y extraer de ésta beneficios para unos pocos.
No es una contradicción, sino que responde totalmente a la lógica del sistema, el hecho de que en esta fase podamos asistir a las crisis de los sistemas políticos y al hundimiento de las sociedades en todo el mundo, e incluso al empobrecimiento de grandes masas en las metrópolis que hasta ahora habían permanecido a salvo de la miseria, al mismo tiempo que las corporaciones transnacionales tienen más poder que nunca y obtienen más beneficios que nunca.
Paradójicamente, la exitosa maximización de beneficios del Capital, con el subsiguiente proceso de desintegración de las sociedades, parece llevar al Capital a sus propios límites. Con esta evolución lo que nos amenaza es, sobre todo, un nuevo avance de la barbarie. La dinámica inherente al desarrollo del sistema hará que este proceso negativo se prolongue sin fin, hasta que se fragüe una nueva concepción de la liberación de la que surjan nuevas fuerzas para poder superar este sistema. Sin embargo, hoy en día no tenemos en nuestro haber sólo las derrotas de la izquierda histórica y la violencia de la situación social mundial, sino que también tenemos la mecha de los movimientos revolucionarios que pueden tomar como referencia la experiencia de la historia de la resistencia en todo el mundo.
Dentro de esta evolución global, el capitalismo apuesta cada vez menos también en las metrópolis por comprar la tranquilidad a través del sistema de protección social estatal. En vez de eso, se margina a partes cada vez más amplias de la sociedad que ya no resultan necesarias en el proceso de producción. «Potencia mundial» y «Estado social» ya no pueden convivir juntos. En lugar de los antiguos «Estados sociales», en Europa, por ejemplo, se convierte a todo un continente en un Estado policial bajo la hegemonía política y económica de la RFA y con la RFA como Estado racista puntero.
Se envía a la policía y a los militares contra los que huyen de la miseria, la guerra y la opresión. Se realizan expulsiones cuyo destino final es la guerra y la tortura. Se crea una sociedad llena de cárceles. Se expulsa de los centros comerciales a los sin techo, a los jóvenes, y a todos aquellos que cuestionan la probidad de las tradiciones y de la burguesía, mediante la policía y los servicios de seguridad. Se vuelven a introducir centros cerrados como cárceles para niños. Se intenta ejercer un control completo sobre los refugiados mediante tarjetas-chip que, en un futuro no lejano, se intentarán usar con otros grupos sociales. Porras y armas serán la respuesta a las revueltas previsibles de los que han sido marginados. Exclusión, persecuciones y expulsiones. Y ni siquiera se puede descartar que se pueda producir la apropiación total del ser humano a través de su producción genético-tecnológica.
También aquí y en muchas otras partes resulta habitual la marginación y la persecución por medio del declive social dentro de la sociedad. El racismo desde abajo amenaza la vida de millones de personas, lo que en Alemania lleva implícito la marca asesina de la continuidad histórica. La exclusión desde arriba de los inválidos y las agresiones contra ellos desde abajo muestran una sociedad en su brutalidad cotidiana. Sólo se quiere a las personas que no supongan un obstáculo para la eficacia de este sistema económico y todo lo que es susceptible de ser capitalizado. No ha de quedar sitio para cualquier otra cosa que se sitúe fuera de la sociedad capitalista. Todas aquellas personas, y son muchas, que ya no pueden vivir aquí o que ya no quieren vivir aquí —y también son muchas las que deciden poner fin a sus vidas— son una prueba diaria de lo absurdo que resulta este sistema y de la dureza de la sociedad.
La comercialización del ser humano y la violencia en los hogares de esta sociedad, en sus calles, es la violencia de la opresión, es la frialdad social contra el otro, contra la otra, es la violencia contra las mujeres; todo esto es expresión de las condiciones racistas y patriarcales existentes.
La RAF siempre estuvo enfrentada a la mentalidad-conciencia de una gran parte de la sociedad. Esto es un paso necesario en el proceso de liberación, porque las condiciones externas no son sólo reaccionarias, sino que éstas generan lo reaccionario en el ser humano, que reprime constantemente su capacidad de liberación. Sin lugar a dudas, es vital enfrentarse al racismo y a cualquier otra forma de opresión y luchar contra ello. Los proyectos de liberación del futuro tendrán también que evaluarse en función de su capacidad para encontrar la llave de las conciencias cerradas de forma reaccionaria y para saber despertar el deseo de emancipación y de liberación.
La realidad del mundo nos demuestra hoy en día que hubiese sido mejor que el levantamiento mundial, del que también surgió la RAF, hubiese tenido éxito.
El levantamiento mundial, del que también surgió la RAF, no tuvo éxito, lo que ha significado que hasta ahora no se ha podido cambiar el curso de este desarrollo destructivo e injusto.
Más que los errores cometidos, nos pesa el hecho de que no hemos sido capaces de encontrar respuestas satisfactorias a este desarrollo. La RAF procede del levantamiento de las últimas décadas, que no pudo predecir con precisión la evolución del sistema, pero que intuía el peligro que implicaba. Sabíamos que este sistema iba a permitir vivir con dignidad a cada vez menos personas en el mundo. Y también sabíamos que este sistema quiere tener el acceso total al ser humano, para conseguir que sean las propias personas las que se sometan a los valores dominantes y los acaben haciendo suyos. De estos supuestos se alimentaba nuestra radicalidad. Para nosotros no había nada que perder con un sistema así. Nuestra lucha —la violencia, con la que nos enfrentamos a las condiciones imperantes— tiene una parte difícil y espinosa. También la lucha por la liberación tiene su lado oscuro. Atacar a personas por la función que desarrollan dentro del sistema está —para todos los revolucionarios del mundo— en contradicción con su manera de pensar, con su manera de concebir la liberación. Aunque existan fases en el proceso de liberación, en las que esto se vea como algo necesario, por la existencia de aquellos que quieren la injusticia y la opresión y que defienden el poder que tienen ellos u otras personas. Los revolucionarios anhelan otro mundo en el que nadie decida quién tiene derecho a la vida y quién no. No obstante, creemos que el rechazo que ha provocado nuestra violencia tiene rasgos de irracionalidad. Porque el verdadero terror es una condición inherente al funcionamiento normal del sistema económico.
Luchar, crear, poder popular
"Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza." Antonio Gramsci

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