El tema de la militarización es un tema interesante. En la CNT el proceso fue a grandes rasgos algo parecido a esto:
- En los años 20, los años rojos, los años del pistolerismo, los grupos anarquistas para defenderse y defender sus estructuras de los atentados de los pistoleros de la patronal, deciden contestar al fuego con fuego y forman los Grupos de Defensa Confederales.
- Durante la República siguen existiendo estos grupos, que en alguna ocasión participan en las intentonas revolucionarias. Se crearon en 1931, pero nunca tuvieron disciplina, homogeneidad ni mando central.
- A partir de la experiencia de Octubre -- en la estructura militar de todas las fuerzas revolucionarias era el grupo, y la columna (varios grupos) -- en la CNT algunos llegan a la conclusión de que hay que tomarse más en serio el asunto de la "defensa". Proponen la estructuración y coordinación de los grupos de defensa a nivel nacional. Proponen que se nombren comités dirigentes (Estados Mayores), que se armen los grupos, que hagan entrenamiento paramilitar (que algunos lo hacían entre excursión y excursión). En definitiva proponen que la CNT forme un ejército de milicias con su cuadro de mandos centralizado, sus técnicos y demás.
- Esta idea se presentará madurada en el Congreso de Zaragoza, avalada por la facción de García Oliver. La propuesta será rechazada debido -quizás- a la manera en la que lo presentó [poco menos que hablaba de crear un Ejército rojo, tema tabú para los anarquistas]. Cipriano Mera exclamó: "Ya nos dirán los compañeros Ascaso y García Oliver del color que quieren el fajín de general". Sin embargo se aprueba el siguiente texto donde no se concreta absolutamente nada:
Defensa de la revolución
Admitimos la necesidad de la defensa de las conquistas realizadas por medio de la revolución, porque suponemos que en España hay más posibilidades revolucionarias que en cualquiera de los países que la circundan. Es de suponer que el capitalismo de éstos no se resigne a verse desposeído de los intereses que en el curso del tiempo haya adquirido en España.
Por tanto, mientras la revolución social no haya triunfado internacionalmente, se adoptarán las medidas necesarias para defender al nuevo régimen, ya sea contra el peligro de una invasión extranjera capitalista, antes señalado, ya para evitar la contrarrevolución en el interior del país. Un ejército permanente constituye el mayor peligro para la revolución, pues bajo su influencia se forjaría la dictadura que había de darle fatalmente el golpe de muerte.
En los momentos de lucha, cuando las fuerzas del Estado, en su totalidad o en parte, se unan al pueblo, estas fuerzas organizadas prestarán su concurso en las calles para vencer a la burguesía. Dominada ésta habrá terminado su labor.
El pueblo armado será la mayor garantía contra todo intento de restauración del régimen destruido por esfuerzos del interior o del exterior. Existen millares de trabajadores que han desfilado por los cuarteles y conocen la técnica militar moderna.
que cada comuna tenga sus armamentos y elementos de defensa, ya que hasta consolidar definitivamente la revolución éstos no serán destruidos para convertirlos en instrumentos de trabajo. Recomendamos la necesidad de la conservaci6n de aviones, tanques, camiones blindados, ametralladoras y cañones antiaéreos, pues es en el aire donde reside el verdadero peligro de invasión extranjera.
Si llega este momento, el pueblo se movilizará rápidamente para hacer frente al enemigo, volviendo los productores a los sitios de trabajo tan pronto hayan cumplido su misión defensiva. En esta movilización general se comprenderá a todas las personas de ambos sexos aptas para la lucha y que se apresten a ella desempeñando las múltiples misiones precisas en el combate.
Los cuadros de defensa confederal, extendidos hasta los centros de producción, serán los auxiliares más valiosos para consolidar las conquistas de la revolución y capacitar a los componentes de ellos para las luchas que en defensa de la misma debamos sostener en grandes planos.
Por tanto, declaramos:
Primero. El desarme del capitalismo implica la entrega de las armas a las comunas, que quedarán encargadas de su conservación y que cuidarán, en el plan nacional, de organizar eficazmente los medios defensivos. Segundo. En el marco internacional, deberemos hacer intensa propaganda entre el prQletariado de todos los países para que éstos eleven su protesta enérgica, declarando movimientos de carácter solidario frente a cualquier intento de invasión por parte de sus respectivos gobiernos.
Al mismo tiempo, nuestra Confederación ibérica de comunas autónomas libertarias ayudará, moral y materialmente, a todos los explotados del mundo, a libertarse para siempre de la monstruosa tutela del capitalismo y del Estado.
- En alguna reunión posterior o en alguna reunión de la FAI se concretó el tema de cómo estructurar las milicias anarquistas y confederales. Es ahí donde se dispone que 10 combatientes formarán un grupo, con un delegado al frente, 10 grupos formarán una centuria, y varias centurias una columna.
Esta estructura será elegida en los primeros días de la sublevación militar.
- Durante el primer mes y medio de la guerra, se combate con muy poca disciplina, que aumenta según van aumentando las bajas por negligencia y descuidos. La CNT se comienza a plantear el tema de la militarización hacia Octubre, cuando desde la propaganda del gobierno y de los partidos del Frente Popular se comienza a hablar de la militarización de sus propias milicias y de la creación de un Ejército Popular. Al principio se rechaza la idea de crear otro ejército igual que el que se ha sublevado. García Oliver habla de un nuevo tipo de ejército formado con oficiales salidos del pueblo que se formen en Academias militares revolucionarias. Impulsa la creación de alguna de estas escuelas militares, escuela de comisarios y escuelas de oficiales.
- En el norte la CNT comienza a formar batallones hacia el mes de octubre (6 en Euskadi y unos 10 en Asturias). Los batallones se estructuran en compañías, pelotones y secciones. En Euskadi los batallones confederales siguen un reglamento propio hasta la caida de Bizkaia. En Asturias los batallones confederales se adhieren a un reglamento asturiano igual para todos los batallones asturianos. [En Santander los confederales combatían en batallones mixtos con gente de otras fuerzas en esos momentos]
- Hacia Noviembre con la ofensiva del ejército Nacional contra Madrid, la CNT del centro se convence de la necesidad de militarizarse de alguna forma. Desde el comienzo la CNT del Centro vio que el gobierno y las demás fuerzas políticas trataban a las milicias confederales con abierta hostilidad. Les era muy dificil abastecerlas de armas, tuvieron que organizar la intendencia, el traslado de heridos, el pago de salarios por su cuenta. Y cuando hubo un número mayor de columnas, centurias y batallones se vieron con la necesidad de coordinarlas.
Eduardo de Guzmán relata la creación de un mando único para las milicias confederales del centro:
La batalla de Madrid sirve de elocuente y dolorosa experiencia a todos. Para triunfar no bastan las milicias de partido, con toda su abnegación y todo su heroísmo. Igual que en agosto hubo que pasar del pueblo en armas a las milicias, ahora hay que salvar la distancia que separa a las milicias del Ejército Popular. No es fácil conseguirlo. En teoría todos estamos de acuerdo. En la práctica, falta sinceridad, nobleza, espíritu de sacrificio, lealtad. Los políticos atruenan los oídos con una consigna: «Mando único». ¿Lo quieren realmente? Sí, con tal, naturalmente, de que sean ellos quienes encarnen el mando. De otra manera, no. De otra manera crearán obstáculos, buscarán dilaciones, plantearan inconvenientes. Es inútil que la confederación presente el ejemplo de su actuación. Es inútil que pida a todos el cumplimiento en privado de las promesas formuladas en público. El mando único no pasa aún de ser una consigna; el Ejército regular, una ilusión remota.
Pero el Comité de Defensa quiere ir preparando, con rapidez y eficacia, la creación del futuro Ejército, aumentando al mismo tiempo los recursos y posibilidades de las fuerzas que tenemos en los frentes. Ya Val, hablando con Durruti, había dicho: «Hay que terminar con la relativa autonomía en que viven nuestras columnas; necesitamos centralizar los mandos...».
En Val la acción está siempre muy cerca, cuando no la precede, de la palabra. Al hablar con Durruti tenía ya trazado su plan. A poco de morir Buenaventura lo llevaba a la práctica. Antes de finalizar noviembre, se ha logrado centralizar, unificándolas, todas las milicias confederales que operan en los frentes de Madrid.
Son muchos los hombres de la organización que pelean en el centro. Están en primer lugar los seis batallones que mandan Mera y Palacios en la Casa de Campo. Está la Columna «España Libre». Están los luchadores que vinieron con Durruti. Están varias centurias de las columnas « Tierra y Libertad» y Amor. Están los batallones que pelean en Albarracín y Guadalajara, vigilando cualquier sorpresa que el enemigo intente. Y, por ultimo, los varios millares de andaluces que a toda prisa constituyen la Columna «Espartacus», sin contar compañías y batallones enteros que pelean en unidades republicanas o marxistas ni muchos centenares de compañeros encargados de los servicios auxiliares de Transporte, Sanidad, Transmisiones, Intendencia y Antigás.
Un día Val habla con los jefes de todas las unidades: «No podemos seguir como hasta aquí. El mando único no es tan sólo una consigna para nosotros. Desde hoy quedan unificadas todas las milicias confederales del centro, con un Estado Mayor que coordine y dirija sus operaciones...».
El Estado Mayor confederal se instala en la calle Salas. A su frente, dos hombres de solvencia en la organización confederal y dos militares de confianza, dos técnicos de capacidad probada, que en los campos de batalla han demostrado su amor por la causa del pueblo. Por la noche, CNT escribe: «La confederación da una vez más el ejemplo unificando sus columnas. Ahora esperamos que nuestra labor sea superada, por la constitución de la milicia y del mando único -Ejército regular, dicho sea en otras palabras- según la voluntad y el deseo de toda la España antifascista».
- En diciembre ya está en marcha todo este proceso militarizador. Además muchos delegados de columna y batallón confederales de otros frentes están a favor de la militarización. Ya es un proceso imparable. Primero entran en el ejército popular las milicias del Centro, luego las de Aragón, Levante, Andalucía, etc.
- El proceso dura hasta abril. Y termina con la protesta airada y en algunos casos (Los futuros Amigos de Durruti) se acaba en retirada de muchos milicianos (La Columna de Hierro pasó de 12.000 a 4000). Sin embargo la vida interna de los nuevos batallones y brigadas mixtas apenas cambia: los delegados ahora son sargentos o tenientes y ahora se supone que hay que saludarlos como tales (cosa que no se debió de aplicar mucho). La disciplina aumenta, pero nunca debió de ocurrir de golpe, sino que sería un proceso continuo desde julio del 36 hasta abril del 37.
Sin embargo, queda la duda de qué quiso hacer la CNT realmente.
Querian militarizar sus milicias, es cierto. Veian necesario un Ejército Popular unificado. Llevaban colaborando con otras fuerzas desde julio y ahora tendrian que ceder y militarizar sus milicias [y estaban ya de acuerdo hacia diciembre-enero]. Pero tambien buscaban tener un peso específico en este nuevo ejército. Los combatientes confederales eran muy numerosos, así que supongo que llegaron a esperar que la república les concediera muchos más mandos y comisarios que losque finalmente les dieron. No supieron jugar la baza política y acabaron disolviendo las milicias a cambio de nada; con serios problemas internos con milicianos cabreados.
...vive como piensas o acabarás pensando lo que vives...