Joan Peiró. Artículo en El País.

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regue
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Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por regue » 23 Oct 2008, 11:04


Ministro, anarquista y olvidado

El 24 de julio de 1942, Joan Peiró fue fusilado en el cementerio valenciano de Paterna. Dirigente obrero, autor de una notable labor periodística, Peiró comenzó su militancia anarcosindicalista en una fábrica de vidrio de Mataró y la culminó como ministro de Industria en el Gobierno de la República que presidió Largo Caballero. Pocas estrellas brillaron como la suya en el extenso firmamento anarquista español. Pero, al contrario de lo que ha pasado con Durruti o con otros héroes de la épica libertaria, Peiró nunca ha sido un personaje de culto. Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti murieron como héroes, el primero en los combates contra los sublevados en Barcelona en julio de 1936 y el segundo unos meses más tarde en el frente de Madrid. Subieron a los altares de la literatura anarquista. A Joan Peiró, pese a ser ejecutado por los franquistas, siempre se le ha hecho pagar la factura de la moderación y de su apego a la realidad.


Joan Peiró dedicó su vida a ajustar el anarquismo al reloj de la historia


Su discurso, como el de Ángel Pestaña o Salvador Seguí, partidarios de una organización obrera disciplinada, procedía del mundo industrial, de trabajadores con oficio adquirido y experiencia sindical en los sectores más desarrollados de la industria catalana. Por el contrario, el discurso de otros dirigentes anarquistas como Ascaso, Juan García Oliver o Durruti, emanaba de los grupos de acción, de obreros poco especializados y sin oficio conocido que siempre consideraron la calle como el escenario de la "gimnasia revolucionaria" frente al Estado.

Esas dos formas de entender la revolución y el papel de los anarquistas en los sindicatos provocaron, desde comienzos de la Segunda República, una profunda división en el anarcosindicalismo español. Peiró, pese a su actitud crítica ante la FAI, nunca se mostró de acuerdo con aquellos dirigentes que, como Pestaña, apoyaron un alejamiento absoluto de la CNT. Intentó más bien el camino opuesto: sumar esfuerzos, en vez de dividirlos, construir un "frente obrero antifascista". En realidad, Peiró fue uno de los escasos dirigentes de la izquierda española que se tomó el peligro fascista en serio, aunque de poco o nada sirvieron sus esfuerzos.

Tras el golpe militar de julio de 1936, en aquella atmósfera caliente de destrucción del adversario y de sueños igualitarios, cuando en Cataluña propietarios y clérigos caían asesinados a cientos, denunció la actuación de los grupos incontrolados, "los actos de terrorismo individual", y abordó los problemas que la revolución y la guerra planteaban a la República. Según sus argumentos, para vencer al fascismo era imprescindible desarrollar un importante esfuerzo económico en la retaguardia y organizar y disciplinar las milicias en el frente.

Ese discurso de orden y disciplina llevó a la CNT al Gobierno de la República el 4 de noviembre de 1936. Peiró fue nombrado ministro de Industria. En su breve periodo de gestión, elaboró un proyecto de incautación e intervención de la industria civil y mantuvo un enfrentamiento con la Generalitat a propósito de las exportaciones y la obtención de divisas. Cuando, después de los sucesos de mayo de 1937, Azaña encargó a Negrín la formación de un nuevo Gobierno sin la CNT, Peiró acusó a los comunistas de haber provocado la crisis y denunció la represión desencadenada contra el POUM. Tras la ocupación de Barcelona por el ejército de Franco, pudo escapar a Francia.

La invasión de Francia por parte de las tropas alemanas, iniciada en mayo de 1940, permitió la captura de miles de republicanos españoles allí refugiados. Muchos acabaron exterminados en campos de concentración nazis. Algunos de los más distinguidos, reclamados por Ramón Serrano Suñer, ministro de la Gobernación, y con la destacada intervención de José Félix de Lequerica, embajador español en Vichy, fueron entregados a las autoridades franquistas por la Gestapo, sin necesidad de procedimientos legales ni tratados de extradición. El 21 de octubre de 1940, un juicio sumarísimo condenó a varios de ellos a muerte. En ese grupo estaba el socialista Julián Zugazagoitia, ministro de la Gobernación de la República, ejecutado el 9 de noviembre. Unos días antes, el 15 de octubre, había sido fusilado Lluís Companys, presidente de la Generalitat. Un año más tarde fue entregado Joan Peiró, a quien la hora de la ejecución le llegó en julio de 1942. Los tres habían denunciado sistemáticamente la brutal violencia del verano de 1936 en la zona republicana y habían contribuido a salvar la vida de numerosos políticos de la derecha y miembros del clero.

Acabada la guerra, las cárceles, las ejecuciones y el exilio metieron al anarquismo en un túnel del que ya no volvería a salir. En la memoria colectiva del movimiento libertario se agrandó la figura de Durruti, con su pasado novelesco y sus hazañas de héroe, y quedó en la oscuridad la de Peiró, un obrero que dedicó su vida a fabricar bombillas, organizar sindicatos y ajustar el anarquismo al reloj de la historia.

Ni siquiera su trágico final sirvió para redimirle. Ejecutado por los franquistas, ensombrecida su memoria por la épica del anarquismo destructivo y de acción, olvidado por las historias que dicen recuperar a las víctimas del franquismo. Así ha acabado Joan Peiró. Incluso hoy, cuando se recuerda a otros políticos ilustres del republicanismo o del socialismo, su tragedia sigue siendo un episodio menor.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
Visto en: elpais.com

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Manu García
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Mensaje por Manu García » 23 Oct 2008, 12:17

Julián Casanova reincide en sus posiciones ya conocidas, que tienden a desfigurar la realidad de los hechos para adaptarla a su particular visión de la historia del movimiento obrero en este país, particularmente en sus vertientes libertarias.

Se podrían decir muchas cosas sobre el artículo, pero como no quiero perder demasiado tiempo con él, me centraré en lo fundamental.

En primer lugar, afirma Casanova que Peiró no goza del mismo reconocimiento en los medios libertarios (Casanova, en su permanente afán de ridicaluzación del anarquismo, habla en términos de religiosidad) que otros militantes de la época como Durruti o Ascaso, que también murieron en circunstancias trágicas. No es tanto una percepción personal suya como una manera de cargar contra las ideas-fuerza del anarquismo, porque el autor achaca este pretendido lugar marginal (que no es tal, decimos nosotros) al "realismo y adaptación a la realidad" de las posiciones de Peiró (no se refiere, por supuesto, a sus posiciones netamente anarcosindicalistas, las anteriores al 19 de julio).

Peiró, al que como de costumbre se le hace aparecer al lado de Pestaña (y hay que recordar que aunque ambos firmaron el "manifiesto de los Treinta", mantuvieron posiciones divergentes respecto a estrategias), es presentado como "partidario de una organización disciplinada", y no entendemos lo que el autor quiere decir con eso. Quizás quiera decir vaciada de sus contenidos libertarios. Y Peiró no era partidario de ello. Pensaba que la eficacia y la organización obrera no sólo eran compaginables con el anarquismo, sino que eran su condición imprescindible: sólo el anarquismo y el anarcosindicalismo podían resolver con eficacia la cuestión social, liquidando la sociedad de clases y el Estado y sólo siendo eficaces y organizando a la mayoría de l@s trabajador@s podía el anarquismo conseguir su finalidad emancipadora.

Un pequeño inciso, aclarando algo que Casanova no contribuye a despejar, sino a embrollar. García Oliver (un excelente camarero que aun en los tiempos en los que el "pacto del hambre" era más duro era reclamado para trabajar por los patrones del ramo por su profesionalidad), Francisco Ascaso (también camarero) y Durruti (mecánico ajustador), también fueron anarcosindicalistas y también tenían "oficio conocido", aunque tomaran ante la coyuntura que se abría con la llegada de la II República posiciones diferentes a las de Peiró (más relacionadas con cuestiones generacionales y bagaje militante que con el oficio desempeñado, es nuestra hipótesis) y aunque las persecuciones de las que fueron objeto no les permitieran desarrollarse profesionalmente y llevar a cabo una labor organizativa sostenida en su ramo y en su ámbito geográfico, como sí que la llevó a cabo Peiró.

Estamos seguros de que el Peiró al que homenajea Casanova (homenaje que no es tal, porque su objetivo no es ése, sino cargar contra el anarquismo) no es el partidario de la organización de fuertes sindicatos de ramo capaces de torcerle la mano a la patronal y afrontar con éxito las luchas contra la explotación, no es de la acción directa, no es el defensor del contenido y las finalidades emancipadoras del anarcosindicalismo, no es el que le puso las cosas claras a Pestaña en su "Deslinde de campos", no es el negador de los comités paritarios, tampoco el enemigo irreconciliable de la sociedad de clases.

Es un Peiró caricaturizado y expurgado convenientemente de esas aristas incómodas para servir a los fines de Casanova, del que se toman interesadamente ciertos aspectos de una etapa muy delimitada de su trayectoria y se obvian el resto.

Peiró no dedicó su vida a "adecuar el anarquismo al reloj de la historia", porque consideraba que el anarquismo mantenía toda su vigencia. En su etapa de organizador anarcosindicalista (ésa que abarca la mayor parte de su vida y que Casanova se empeña en ignorar intencionadamente), impulsó siempre los modos de hacer del movimiento obrero antiparlamentarista y de acción directa, del anarquismo tal como lo sostuvieron los pioneros de la Internacional: de lucha de clases, organizador y revolucionario. También lo defendió así en sus artículos de prensa y en sus famosas polémicas con Pestaña o Maurín.

Como de costumbre, cuando se recurre a la historia no se trata tanto del pasado como del presente y Casanova intenta presentar a Peiró poco menos que como un melifluo dirigente obrero que si viviera hoy suscribiría manifiestos a favor de ZP.

Pues no, ése no fue Joan Peiró i Belis, la figura a la que no nos avergüenza reivindicar, sino todo lo contrario, desde el anarquismo militante. Además de un hombre con unos profundos valores humanos, fue un incansable organizador, un propagandista de gran valía, un orador muy apreciado por el auditorio obrero, un hombre de acción en los conflictos sociales, un pensador profundo y un penetrante analista de temas de actualidad. Un anarcosindicalista de los pies a la cabeza. No la caricatura que nos quiere vender Casanova.
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almendruco
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por almendruco » 23 Oct 2008, 13:29

Minima y acertada respuesta compañero. Evidentemente el autor del articulo no destaca la gran labor de clarificacion ante Pestaña : la CNT no es comprensible sin sus fines fundacionales , antiparlamentarismo y accion directa. Ademas deja de informar de un hecho para mi trascendental; Peiro fue sometido a la propuesta de colaboracion con el franquismo en el lanzamiento de sus sindicatos verticales, mientras permanecia preso en espera de ejecucion de la sentencia. La negativa que dio el compañero fue la que desencadeno definitvamente su fusilamiento.

Sigamos defendiendo la memoria historica , desenmascarando en la medida de lo posible los intentos institucionales o del poder o de los "vivillos" de recuperar el proyecto revolucionario del anarquismo y el anarcosindicalismo.

Nuestro proyecto no cabe , bajo ningun concepto, en ninguna de sus formas de Estado o Instituciones de dominación.

Peiro no es Pestaña ¡¡¡

salud a lxs que luchan ¡¡¡¡¡
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irrecuperable
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por irrecuperable » 24 Oct 2008, 02:39

Simple curiosidad... cuales son las diferencias, en la teoria y en los hechos, entre Peiro y Pestana? Los dos remarcais este dato. Lo podeis extender um poco?
ni mandar ni obedecer!!!

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Manu García
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Mensaje por Manu García » 24 Oct 2008, 09:34

irrecuparable escribió:Simple curiosidad... cuales son las diferencias, en la teoria y en los hechos, entre Peiro y Pestana? Los dos remarcais este dato. Lo podeis extender um poco?
Peiró y Pestaña discreparon sobre cuestiones fundamentales de estrategia ante dos coyunturas, la dictadura de Primo y la II República.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, Pestaña defendió que los sindicatos de la CNT se adaptaran a los comités paritarios lanzados por el régimen para encuadrar a la clase trabajadora. Sostenía que eran la única manera de salir de la marginalidad. Peiró le contestó, defendiendo en una serie de artículos que la CNT permaneciera al margen de ellos.

Durante la II República, como es bien sabido, ambos firmaron el "manifiesto de los treinta". Pero cuando Peiró recibió la propuesta de Pestaña de lanzar un Partido Sindicalista, se opuso a esa idea y la rebatió públicamente.
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Aitor Mena
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por Aitor Mena » 24 Oct 2008, 15:18

Manu, esta carta que escribes bien podria enviarse al "director" de El País, resumida adecuadamente.
Autobusean ez duk ohiturazko aurpegia, aurrera egiteko hoa inoiz ez bezala

niunpasoatras
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por niunpasoatras » 24 Oct 2008, 16:20

¿"Lo del deslinde de campos" a que hacía referencia el compañero, no fue donde debatieron Peiro y Pestaña sobre el concepto de CNT como contenido, o como continente?

Peiro sostenía que la CNT era contenido, es decir, que sin sus principios antiautoritarios y antiparlamentarios, la CNT dejaba de ser la CNT, mientras que Pestaña defendía que la CNT era continente, y por tanto podía adoptar cualquier posición político y/o estratégica.

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Jove Obrer
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por Jove Obrer » 24 Oct 2008, 16:26

No sé si eso era exactamente lo que defendía Pestaña, quiero decir lo de "cualquier posición política y/o estratégica", pero Peiró aunque criticó que la C.N.T se definiera orgánicamente como anarquista al creer que eso mutilaba su esencia....libertaria y obrera (de apiraciones unitarias) si chocó con Pestaña respecto a legalizar los sindicatos bajo el modelo riverista en una situación muy crítica en la que los sindicatos se estaban vaciando, con una frase que se me ha quedado impresa en la mente y que más o menos venía a decir : "antes prefiero dejar morir a la Organización".
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Manu García
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Mensaje por Manu García » 24 Oct 2008, 16:32

¿"Lo del deslinde de campos" a que hacía referencia el compañero, no fue donde debatieron Peiro y Pestaña sobre el concepto de CNT como contenido, o como continente?
En efecto, niunpasoatras, en ese intercambio epistolar abierto debatieron sobre eso, entre otros temas.
Manu, esta carta que escribes bien podria enviarse al "director" de El País, resumida adecuadamente.
Creo que en las "Cartas al director" de El País me tienen ya muy visto. Si algún compañero o compañera, o sindicato, quiere enviar mi escrito en su nombre, ya sea tal cual o resumido, tiene mi permiso :wink:
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almendruco
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por almendruco » 24 Oct 2008, 20:43

Manu García escribió: Citar:
¿"Lo del deslinde de campos" a que hacía referencia el compañero, no fue donde debatieron Peiro y Pestaña sobre el concepto de CNT como contenido, o como continente?


En efecto, niunpasoatras, en ese intercambio epistolar abierto debatieron sobre eso, entre otros temas.
perdonar que me meta , para ser exacto el debate de produjo en articulos periodisticos
"deslinde de campos" es un folleto especifico sobre la situacion, pero el debate fue mas amplio. Si alguien tiene especial interes le pudeo buscar las publicaciones , una era de Gijon, creo recordar (peiro). El otro por logica seria sabadell o por alli (pestaña)

Es decir hay una serie de articulos, con replicas y contrareplicas , desde dos peridodicos distintos y un articulo extenso denominado "deslinde de campos"

Efectivamente se trataba de ver la organizacion como continente o como contenido
Peiro afirmaba que si se perdia el antiparlamentarismo y la accion directa , ya no era la cnt, es decir que los afiliados no podian cambiar la finalidad organica. Pestaña decia que la cnt era lo que sus afiliados decidiesen en cada momento.

Llevandolo a otro extremo y esta claro que me posiciono con Peiro, pongo el siguiente ejemplo: ¿se puede adoptar la dictadiura del proletariado como objetivo de la organizacion, aunque sea en congreso y seguir siendo la cnt?
Pestaña diria es posible, Peiro, diria imposible porque ya no seria la cnt aunque se llamase igual.
Manu, esta carta que escribes bien podria enviarse al "director" de El País, resumida adecuadamente.


Creo que en las "Cartas al director" de El País me tienen ya muy visto. Si algún compañero o compañera, o sindicato, quiere enviar mi escrito en su nombre, ya sea tal cual o resumido, tiene mi permiso
Desde luego apoyo la propuesta , aunque no creo en la prensa burguesa. Si le añadiria el aspecto que os comente sobre las circunstancias de su muerte
deja de informar de un hecho para mi trascendental; Peiro fue sometido a la propuesta de colaboracion con el franquismo en el lanzamiento de sus sindicatos verticales, mientras permanecia preso en espera de ejecucion de la sentencia. La negativa que dio el compañero fue la que desencadeno definitvamente su fusilamiento.
lo veo fundamental para que no le puedan recuperar organizaciones que participan en el tinglado sindical mas proximas, no ya a las posiciones pestañistas , si no cinco puntistas

salud
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Mensaje por Manu García » 25 Oct 2008, 19:19

Almendruco, Pestaña publicó en "¡Despertad!" de Vigo y Peiró en "Acción Social Obrera" de Sant Feliu de Guixols. Eran de los pocos voceros libertarios que la dictadura de Primo permitía en aquel momento.

Digo que fue un "intercambio epistolar abierto" porque con la respuesta de Peiró a la toma de posición de Pestaña la polémica tomó la forma de la "carta abierta" entre militantes.
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por Jove Obrer » 25 Oct 2008, 19:50

Llevandolo a otro extremo y esta claro que me posiciono con Peiro, pongo el siguiente ejemplo: ¿se puede adoptar la dictadiura del proletariado como objetivo de la organizacion, aunque sea en congreso y seguir siendo la cnt?
Pestaña diria es posible, Peiro, diria imposible porque ya no seria la cnt aunque se llamase igual
Tengo aquí mismo un artículo de Peiró en el que defiende justamente que al definir en demasía unas finalidades ideológicas concretas era posible cohartar a otros miembros de la organización, y que en cualquier caso había que tener en cuenta que esas hoy minorías debían ser respetadas y que tenían que tener la libertad en el seno de nuestra organización para cambiar en sus Congresos sus finalidades. La divergencia ideológica decía (además de la estrategica) enriquecía a la C.N.T, favorecía el esfuerzo de las diferentes posturas por mejorarse intelectualmente y programáticamente y sobretodo significaba que la organización tenía un funcionamiento libertario donde no se machacaba las posiciones divergentes y aún minoritarias si no que se les ofrecía respeto, debate yel poder participar en (modificar si fuese menester) la propia organización.

Cuando tenga tiempo, dentro de unos meses, lo transcribiré porque tiene un gran valor en cuanto a ética libertaria se refiere dentro del organismo obrero.
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Mensaje por Manu García » 26 Oct 2008, 19:04

Reproducimos a continuación una pieza sobresaliente, el capítulo octavo de la serie "Problemas del sindicalismo y del anarquismo", escrita por Peiró unos meses antes de la proclamación de la II República.

LA ACCIÓN DIRECTA

La acepción que en nuestros medios se ha dado a la acción directa es tan simple y pueril, que los adversarios hallan en ello motivos para calificarnos en las formas más despectivas. La acepción que generalmente se da a la acción directa es ésta : «Solución de los conflictos entre el capital y el trabajo tratando directamente patronos y obreros, prescindiendo de la Autoridad.» Repetimos que ésa es la acepción general, y no hay que decir que ella denota una pobreza universal y justifica las pullas y epítetos, provenientes, desde luego, de los que disimulan su ignorancia con la ignorancia de los demás.

Esencialmente, «acción directa» significa «acción de masas», y las masas obreras no solamente están interesadas en los problemas que se debaten entre el capital y el trabajo, sino que lo están asímismo en todos los problemas de la vida pública y social, sean ellos morales, políticos, jurídicos, administrativos, culturales, y cuantos se refieran al orden de la justicia y la libertad. Por eso mismo, si acción directa es solucionar los conflictos económicos-profesionales tratando directamente con la burguesía, prescindiendo de la autoridad, igualmente «debe ser y es» acción directa tratar directamente con la autoridad y con el Estado, el Municipio o cualquier otro estamento, en tanto los problemas a tratar y resolver se debatan entre la clase obrera y cualesquiera de dichas instituciones.

Veamos de aportar ejemplos.

Supongamos que es la autoridad gubernativa quien clausura un centro obrero u ordena la detención de uno o varios trabajadores y que esa detención, por ser gubernativa, es arbitraria. Sería pueril reclamar a la burguesía el levantamiento de la clausura o la revocación de la orden de detención, por cuanto lo natural y lógico sería ir directamente a la autoridad gubernativa que tal decretara.

Admitamos -¿es necesario admitirlo?- que existen una o varias leyes que lesionan los legítimos intereses del proletariado o que son un valladar al progreso político-social del pueblo, y si cándido es mandar diputados al Parlamento para que consigan la reforma o derogación de las leyes perniciosas, estúpido sería dirigirse a la burguesía con semejantes fines. Es el mismo proletariado quien, directamente, debe enfrentarse con los Gobiernos y determinarlos a la reforma o derogación de las leyes o decretos perjudiciales a los intereses de aquél y al proceso de la evolución político-social de la colectividad.

El procedimiento debe ser el mismo cuando se trata del Municipio o del estamento que fuere, pues ya hemos dicho que la clase obrera, como cualquier otra clase, está interesada en todos los problemas morales, políticos, jurídicos, culturales, administrativos y los que se relacionan con la justicia y la libertad ciudadanas, los cuales pueden ser suscitados tanto por el Estado como por el Municipio, pasando por toda la gama de organismos oficiales.

* * *

Harto sabemos que eso se llama «hacer política» y que eso es enarbolado como un espantajo por ciertos Padres de la iglesia anarquista, como si la doctrina anarquista fuera un tratado de dogmas y un coto cerrado a los determinismos del proceso universal de la Historia. Por eso, antes de seguir adelante con los ejemplos, escogidos entre los más simples, queremos exhumar un hecho histórico, cuya continuación trata de encarnar en España el Sindicalismo Revolucionario, soplo espiritual que da vida a la C. N. T.

La Federación Regional Española (Sección española de la I Asociación Internacional de los Trabajadores) era un organismo proletario de lucha de clases, como lo es en nuestros días la C. N. T., y el alma de aquel organismo lo eran unos hombres activos e inteligentes que, conocidos genéricamente con el adjetivo de «internacionalistas», profesaban y mantenían con un ardor sublime ideas anarquistas. Bakunin era el inspirador de aquellos hombres, y cualquiera que conozca la historia de sus actividades, sabe que los internacionalistas del pasado siglo no gustaban de andarse por las ramas y se dirigían directamente a las raíces de los males sociales, y, al efecto, atacaban todos los problemas de la sociedad.

Se decían antipolíticos, forma de expresar su repulsión al parlamentarismo y a los falaces sistemas democráticos legados al mundo por las revoluciones políticas, pero no se desentendían de los problemas políticos, pues no era posible que a aquellos hombres, cuya cultura se midió más de una vez con la cultura de las potencias intelectuales de la época, les escapara que en el fondo de todo problema político yace el gran problema económico-social, como tampoco podía escaparles que este gran problema es el básico de una gran serie de problemas morales y espirituales, jurídicos y humanos, cuya universalidad, en fin, constituye el sistema medular de la sociedad capitalista.

Por eso la Federación Regional Española, tanto como en las luchas económicas de clase, empleaba su atención y sus energías contra las leyes de la herencia, de la propiedad, del matrimonio, de las relaciones del Estado con la Iglesia y las Ordenes monásticas, etc., etc., y esas sus actividades, expresadas con una crítica inexorable y resumidas en un programa tan humano como fundamental, concitó las iras de las clases privilegiadas, que, sin más armas para perseguir el programa político-social de los internacionalistas, lo calificaron de inmoral, antisocial e incluso de bandidismo,como asimismo luego, medio siglo después, lo han calificado los estranguladores de la Revolución Social en Rusia.

Es indudable que los internacionalistas, todos ellos anarquistas e inspirados por aquel gran inquieto que se llamó Miguel Bakunin, «hacían su política» enfrente de la política del capitalismo y de las clases burguesas. Es evidente que ellos «hacían política a su manera» y que «realizaban esa política por medio de la acción directa del proletariado», y es que sólo un sedimento de estulticia puede negar que «la acción directa es el arma política del proletariado revolucionario».

Además, los internacionalistas no se calificaron jamás como obreristas. Su más alto galardón era llamarse anarquistas, y los que así se llamaban, en tanto que se reclamaban antipolíticos, declaraban siempre que el Anarquismo es una doctrina político-social.

También nosotros, los anarquistas que somos el espíritu de esotro espíritu encarnado por el Sindicalismo Revolucionario que da el ser a la C. N. T. de España, profesamos esa doctrina político-social y estamos en nuestro centro cuando «hacemos política» cual la hicieran los gloriosos internacionalistas del siglo XIX.

Continuemos en el plano de los ejemplos.

Supongamos que el proletariado acaba de salir de una represión extraordinaria y que los caídos en las redes de la Ley han sido objeto de sanciones sistemáticas y excepcionales, y admitimos que la gravedad y lo sistemático del caso imponen proceder a una campaña pro amnistía y revisión de determinados procesos especiales. El procedimiento a emplear en tal caso no ha de reducirse a realizar la campaña en la prensa y la tribuna, formando con ello un estado de opinión favorable a los objetivos perseguidos, sino que, además, la campaña debe adquirir la máxima amplitud con una actividad extraordinaria de los sindicatos, no haciendo, como es corriente que ocurra, que las juntas o comités expidan telegramas o instancias solicitando amnistías o revisiones, sino celebrando asambleas generales y bien públicas en que las masas intervengan y se manifiesten votando conclusiones que expresen su voluntad por la justicia y la libertad.

Si la campaña, así simultaneada, tiene la suficiente intensidad y gana el interés público, los Gobiernos tratarán de oponerse a la campaña; pero si la organización obrera, apoyada en la opinión, es lo bastante fuerte para mantenerse firme, la campaña proseguirá presionando a los Gobiernos hasta que, al fin, ellos procedan de acuerdo con la campaña y en previsión de complicaciones políticas.

Como axioma incuestionable, se ha dicho: «Voz del pueblo, voz de Dios», y el axioma, por serlo, no falla cuando hay inteligencia para comprender, y serenidad para realizar.

Un ejemplo bien gráfico. Admitamos que un Gobierno trata del proyecto de un impuesto de utilidades gravando los jornales de la clase obrera, y admitamos, también, que ésta está fuertemente organizada. Supongamos ahora que los más estudiosos militantes de esa organización se aperciben de la sinrazón del proyecto y echan las campanas al vuelo en las asambleas sindicales, en las cuales tratan de demostrar a las masas, y lo consiguen, no ya que los jornales son insuficientes para la atención de los derechos de existencia decorosa, sino sobre todo que el jornal no es utilidad, esto es, que el jornal es el producto de un esfuerzo incompensado por la sociedad; y supuesto esto, supongamos asimismo que, además de la enérgica protesta de las asambleas sindicales, la organización sale a la vía pública por medio de una campaña de oposición al proyecto de impuesto de utilidades, campaña que, en último término, culmina en una huelga general. ¿Qué pasará?

Si la voz del pueblo está en condiciones de hacerse oír como la voz de Dios, y la voz de Dios es la fuerza del pueblo, es indudable, por lo menos muy probable, que el Gobierno será forzado a reconocer su sinrazón y a desistir de su proyecto, como, por ejemplo, en 1908 el Gobierno Maura se vió precisado, por el empuje del pueblo, a retirar aquel famoso proyecto de Represión contra el Terrorismo, cuyo terrorismo existió para dar pretexto a un ataque a las libertades individuales.

Y cuando hablamos de un proyecto de impuesto de utilidades, queremos decir que el mismo procedimiento es utilizable para la oposición a todo proyecto de ley y a todo decreto o ley promulgados. En definitiva, se trata de un problema de organización y de fuerza.

***

Creemos haber dicho lo suficiente para dar una idea de lo que es acción directa. Pero esbozado el sistema, conviene decir que la forma de practicarlo cae en la órbita del empirismo, esto es, que el sistema es practicable en esta o aquella forma y en tal o cual grado de extensión e intensidad, según los casos y las exigencias del momento.

Repetidas veces hemos visto menospreciar el empirismo tachándolo despectivamente de sistema fundado en la mera práctica o rutina, y es bien cierto que el empirismo ha sido reconocido como un sistema filosófico que toma la experiencia como base de los conocimientos humanos. Preguntamos nosotros si existe sistema filosófico alguno que no tenga por única base a la experiencia y a la precognición, mejor dicho, al conocimiento de las cosas de existencia anterior a cualquier sistema filosófico. La respuesta será negativa.

Las mismas ciencias, cualesquiera que ellas sean, son de naturaleza empírica de igual forma que los sistemas filosóficos. Pero, aunque estas ligeras consideraciones nos servirían de buena razón para justificar nuestra indiferencia por los rimbombantes «métodos científicos» con que los marxistas orlan sus actuaciones, no tratamos de defender al empirismo.

Lo que importa subrayar es la prepotencia del proletariado, el cual puede y debe resolver todos sus asuntos y transformar fundamentalmente el mundo social sin delegar su soberanía en quien de su soberanía hará un medio para saciar ambiciones personales. Y no importa menos subrayar el error en que viven los que no han comprendido que «acción directa» significa «acción de masas» y que sin la acción de las masas la acción directa equivale a un redentorismo, aunque sin diputados y demás, pero tan ineficaz como el redentorismo de éstos.

Una consideración final, ya que más tarde nos será forzoso volver sobre el tema.

Hemos concluído hace mucho tiempo que la influencia de los partidos políticos mantiene disperso al proletariado en el orden de las apreciaciones político-sociales. El hecho es una realidad más concluyente todavía. La gran masa general del proletariado coincide en cuanto a la interpretación del magno problema económico, pero discrepa y se repele entre sí en cuanto se refiere a las formas de resolver los problemas permanentes de orden genérico y los de estructuración político-social. Precisamente la concepción del Sindicalismo Revolucionario tiene su origen en el propósito de dar al traste con ese dualismo existente en un mismo individuo.

Además de aprovechar la coincidencia del proletariado en cuanto a la interpretación y al afán de solución del problema económico, el Sindicalismo Revolucionario trata de que reine esa misma coincidencia respecto de los demás problemas. Si el Sindicalismo persigue ese fin, es preciso que él, desde plano que le es característico, atienda todos los problemas en que entienden los partidos políticos.

El plano característico del Sindicalismo es la acción directa, es la acción de masas, y es necesariamente preciso que sean las mismas masas las que practiquen la acción directa, las que por sí mismas traten y resuelvan los problemas que propiamente les interesen. Observando así el Sindicalismo, y adiestradas las masas, en la más amplia práctica de la acción directa, es incuestionable que ellas estarán en condiciones de prescindir, y probablemente prescindirán, de los partidos políticos que las dividen y distraen de su objetivo emancipador, y de los políticos que las explotan en su exclusivo provecho personal.

Y con ello se logrará el natural y absoluto deslinde de campos: a un lado el capitalismo y al otro el proletariado; aquí los explotadores, los victimarios; allá los explotados, las víctimas...

Sin transiciones, sin falacias redentoristas, tal cual en verdad es la realidad.
"No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos"

Daigual
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por Daigual » 27 Oct 2008, 22:45

Solo dos puntualizaciones que no desmienten nada de lo dicho hasta ahora, pero me parecen importantes.

Pestaña se murio estando en la CNT.

Presto impagables servicios a la organización, entre otros fue decisivo para abandonar la III Internacional tras su viaje a la rusia sovietica.

Sin mas

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biofilo
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Re: Joan Peiró. Artículo en El País.

Mensaje por biofilo » 31 Oct 2008, 13:57

Daigual escribió:Solo dos puntualizaciones que no desmienten nada de lo dicho hasta ahora, pero me parecen importantes.

Pestaña se murio estando en la CNT.

Presto impagables servicios a la organización, entre otros fue decisivo para abandonar la III Internacional tras su viaje a la rusia sovietica.

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de acuerdo contigo

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