90 aniversario del congreso de Sans
Publicado: 13 Jul 2008, 20:29
Por si es de interés para alguien coloco aquí el folleto que repartió la CNT en Barcelona durante los actos conmemorativos del congreso de Sans.
El Congreso de Sans
28 de junio de 1918
En un soleado día del verano de 1918, a las diez de la mañana, se reúnen en el local del Ateneo Racionalista de Sans, ciento sesenta y cuatro hombres. Tienen grandes y callosas manos, vestidos con chaquetas, blusas, gorras, pantalones de tela... La presencia de la Guardia Civil a la entrada del local es notoria, y el Delegado del Gobierno, presente en la sala, vigila sus conversaciones, sus idas y venidas. En justa reciprocidad, las fuerzas del orden reciben miradas atravesadas.
Ellos se saludan. Algunos ya se conocen de tiempo, otros sólo de nombre, otros de nada. Se llaman unos a otros “compañeros”. Sonrisas, apretones de manos, abrazos…, y van tomando asiento en modestas sillas. Han acudido convocados por el Comité Regional de Cataluña de la Confederación Regional del Trabajo (CRT) para discutir el rumbo que han de tomar en sus actuaciones, y representan a setenta y cinco mil ciento sesenta afiliados los sindicatos catalanes. Sus organizaciones de oficio, creadas para mejorar sus condiciones de vida, llevan nombres pintorescos: La Espiga de los panaderos de Barcelona; La Oceánica de los pescadores; los peones son de La Efusión; los inválidos de La Oportuna; los pintores de La Siempreviva; los de Géneros de Punto los de La Justiciera; los barberos de Palafrugell son de La Constancia Barberil… La Única, La Armonía, La Española, la Ideal Cristalera, La Fraternal… Otras sociedades obreras, menos imaginativas o más sobrias, se limitan a definirse por su oficio: toneleros, constructores de pianos, carpinteros…
A las diez y media de la mañana Joan Pey, del sindicato de la Madera de Barcelona, y uno de los convocantes del acto como miembro del Comité Regional de la Confederación Regional del Trabajo (CRT), declara abiertas las tareas del Congreso, explicando brevemente las gestiones realizadas y el por qué de la reunión. Todos ponen expresión solemne y mantienen silencio. Las palabras flotan con un aire soñador...
¿Quiénes son los protagonistas?
Obreros
Son todos obreros manuales. No hay líderes de origen burgués entre ellos. No hay intelectuales de profesión, porque estos trabajadores son todos intelectuales. Representan a la Cataluña “que piensa y trabaja”. Son personas que hoy día serían consideradas incultas, ya que apenas han ido a la escuela. Lo que saben se lo ha enseñado la vida y lo poco o mucho que han leído. Pero son capaces de sentarse a discutir cómo quieren que sea el mundo, son capaces de llevar a cabo lo que se proponen y desean de manera colectiva. Muy pocas personas dan ese perfil en la actualidad. Ah, hablan de una manera que os puede parecer muy antigua, llena de metáforas y giros barrocos. Es que son muy elegantes.
Anarquistas
Estos obreros son casi todos anarquistas, es decir, son personas que no quieren dominar ni ser dominadas. No sólo pretenden conseguir mejores salarios y jornadas de trabajo más livianas. También pretenden cambiar la estructura jerárquica y autoritaria de la sociedad, eliminar el Estado, abolir la propiedad privada y crear asociaciones libres de trabajadores para guiar la producción. Se han propuesto resolver la cuestión social actuando en el terreno económico, es decir, en el de la lucha contra el capitalista.
Catalanes
En su mayor parte son obreros catalanes. Hay una leyenda que atribuye el arraigo del anarquismo en Cataluña a la emigración de obreros andaluces… Sin negar esa contribución, puede decirse por los apellidos que los Escandell, Rubinat, Butsems, Miró, Benvingut, Llorach…, son en un 75% más abundantes que los Ruíz y los López. Algunos políticos catalanistas afirman que el anarquismo arraiga en Cataluña como un fenómeno traído “de fuera”, por gente atrasada y primitiva. Tal idea es falsa como puede verse. Ni son mayoritariamente de fuera, ni los que vienen de otras regiones son “gente atrasada”. Por el contrario, son personas de ideas muy avanzadas, universales, que van a construir la Cataluña moderna.
Valientes
Otra de sus características es que todos ellos son hombres marcados, señalados. En mayor o menor grado, gente valiente, decidida y audaz. Tienen vidas que darían para guión de cientos de películas. El carpintero que está hablando desde la mesa, Joan Pey, es un hombre sobrio, tímido. Parece incapaz de decirle a nadie lo que ha de hacer. Se desespera si no le cuadran las cuentas… Pues desarmó a dos policías en las recientes huelgas de la CNT, cuando fueron a detenerle. Esta persona tan discreta, mira con aire absolutamente inocente el incendio del “Turó Park”, centro de recreo de las clases adineradas barcelonesas, mientras la policía se devana los sesos buscando a los culpables en el entorno de la huelga de la construcción. Pey es un tipo puro, íntegro, el tesorero del sindicato, ha pasado varias veces por la cárcel. Desarmar a los policías no se lo perdonarán. Su destino está ya escrito y morirá dentro de cinco años a manos de pistoleros de la patronal de la Banda de Homs.
Sin perderle ojo, como para darle apoyo, está su amigo Francisco Miranda, presidente del Sindicato Único de la Madera. Paco es un cuarentón avanzado, también carpintero. Un hombre solitario, de pocos amigos, del que se dice que es “austero hasta el ridículo”. Junto a su amigo Pey, es una persona que no llama la atención de la policía, que jamás recomienda la violencia en público. Pero es la pura encarnación de la acción directa que no se detiene ante nada. Carpintero, ebanista, barnizador y…, químico. Actúa siempre solo o con Pey, que es de su misma condición…
Un poco más allá, como delegado de los lampareros, está Camilo Piñón Oriol, con una condena de 20 meses por no delatar a un compañero, infinidad de detenciones, trabajo como organizador, orador, activista… Será desterrado al Castillo de Mahón y a su vuelta la patronal le declara el Pacto del Hambre…
Desde una esquina, con los brazos cruzados sobre el pecho, observa el maestro racionalista Joan Roigé, animador de la escuela La Luz en la que se celebra el congreso. Es un maestro de la CNT, laico, que basa su enseñanza en la ética y el antiautoritarismo. Niños y niñas comparten las clases. En su escuela no hay exámenes, no se habla de Dios, la Ética es la asignatura fundamental, se anima al autodidactismo y se promueve la enseñanza oral mediante debates, lecturas, conferencias, discusiones, charlas… Pasará varias veces por prisión y muere en 1942 en la Barcelona franquista, olvidado, sin que se sepa cómo…
Dando vueltas por ahí se ve a un tipo bajito, seco, delgado…, hoy tiene aspecto de tuberculoso funesto. Su expresión es la propia para presidir un funeral… Ese es un obrero de Artes Gráficas, Evelio Boal, “incapaz de emitir una risa franca”. Cáustico, cínico, irónico, soso, tal vez algo insoportable. Es también director de una compañía de teatro de aficionados, en la que actúa como cómico en obras de tipo social. Y la gente se ríe a mandíbula batiente cuando sube al escenario. Además, le gusta más de lo debido empinar el codo con otros compañeros del sindicato. Se le considera un poco inconstante, un poco raro. Será el secretario general de la CNT en 1919. En una de las ocasiones en que le encarcelan, le suelta la policía por la noche y alguien le asesina por la espalda…
Militantes
Todos son así. Casi todos hombres, pero también hay algunas mujeres moviéndose como leonas. ¡Ah!, son gente extraordinaria. ¿Qué por qué? Por que todos trabajan y se ganan el jornal. Tienen familias, hijos y llevan el pan a sus casas. Pero cuando salen del trabajo, van al sindicato en lugar de meterse en la taberna o en la iglesia. Son los militantes, son “los que luchan”. Estudian las bases de trabajo, interpretan documentos legales y van a las empresas de obreros no sindicados a darse a conocer. Cuando se presentan al empresario, lo hacen con un tremebundo “somos la CNT”.
Los burgueses les temen y les detestan, porque cuando aparecen, las cosas dejan de funcionar como ellos quieren. Esos intrusos conocen al dedillo sus empresas, sus proveedores, sus ventas, sus clientes, sus beneficios, mejor que el propio contable, mejor incluso que el empresario. Cuando discuten no tienen problema de enfrentarse con economistas, con ingenieros, con policías, con sabios… Entienden lo que leen, contestan con fundamento, no se les puede tomar el pelo, y si te descuidas, te ponen una piedra en el camino y te encuentras sin dientes en tierra. Carecen de complejos, porque son los portavoces colectivos de una organización diabólica dedicada a trastornar el orden social. Son la CNT hecha carne, sudor y sangre.
Cuando los trabajadores se ven maltratados, desesperados, llaman a los militantes, a los sindicalistas, a los compañeros. Y ven que llegan al tajo personas como ellos, que dicen exactamente lo que ellos están pensando. Observan que entran en cualquier parte, que plantan cara a los poderosos, que apartan a quién se les opone, que abren puertas en las que pone “prohibido”, que reagrupan a los indecisos y a lo tibios, que no miran hacia atrás cuando van a la lucha, que no paran en la batalla hasta vencer o ser derribados, que encajan los golpes que les dan y que los devuelven con fuerza. Y, de repente, los trabajadores comprueban que sus opresores no son invulnerables. Constatan que pierden la chulería, que también sangran, también sufren, también se duelen de sus heridas, se tambalean y aflojan. Y entonces, de donde había uno, salen diez militantes, porque todos quieren ser como ellos. Ellos demuestran su superioridad ante el burgués en todos los terrenos, en el ético, en el laboral, en el del conocimiento... En el de la razón y la fuerza, en el de la valentía y el honor. Son héroes, gente increíble, nunca se vieron personas así en el mundo en tanta cantidad como en Barcelona, como en Cataluña a principios del siglo XX.
Por eso los burgueses les odian, y como respuesta están empezando a matarlos. Las vidas de los militantes peligran, y van preparados para lo que sea. Haz el siguiente experimento: colócate al lado del joven Joan Ferrer, un obrero de Igualada. Métele la mano en el bolsillo del pantalón y notarás una cuerda de cáñamo. Tira de la cuerda suavemente y ante ti aparecerá, subiendo camuflada por el tubo del pantalón y pasando a través del bolsillo descosido, una pavorosa pistola negra. Cargada y a punto. Si te acercas a los delegados, y les tocas la chaqueta o el pantalón, o los tobillos, o la gorra, o el lugar más insospechado, notarás un objeto duro y frío. Es “la herramienta”. No la quieren, pero se ven obligados a llevarla.
De momento, los protagonistas permanecen ajenos al futuro y al pasado, se centran en el presente y comienzan a discutir el orden del día.
Los antecedentes del Congreso de Sans
Para entender cuáles son las maquinaciones y motivaciones de estas personas, hay que mirar un poco a sus antepasados del siglo XIX. El movimiento obrero español de ese siglo tuvo un marcado componente anarquista. Estos militantes creaban Sociedades Obreras de Resistencia al Capital de carácter no sólo económico, sino ideológico, dejando bien clara cuál era su finalidad: la anarquía, una sociedad sin poder y sin explotación.
En sus actividades manumisoras, la fortuna no les sonríe. En el último cuarto del siglo XIX, y principios del XX, ¡ay!, las sociedades obreras inspiradas por anarquistas no tienen el desarrollo esperado. La represión es muy dura, los militantes son perseguidos, represaliados, encarcelados, desterrados o ejecutados. Sus organizaciones no consiguen desencadenar la ansiada revolución.
Pero tampoco se puede decir que a los socialistas del PSOE, la otra tendencia obrera presente en España, les vaya mucho mejor con sus moderadas reivindicaciones y su organización sindical al servicio del partido. Su sindicato, la UGT, no acaba de levantar vuelo.
La disolución de las organizaciones obreras libertarias debido a la represión o al desánimo, la modestia de las huelgas generales de 1902 y 1903, la tristeza por los resultados menores de lo esperado, hacen que los militantes anarquistas cuestionen sus antiguas actuaciones, y se plantean la necesidad de experimentar nuevas tácticas. Sienten que es precisa una organización estable, estructurada, trabada de manera orgánica, que supere a las duras y viejas sociedades de oficio. Y esta inquietud se hace más palpable en Cataluña, a cuyas industrias acuden grandes contingentes de trabajadores inmigrantes por la crisis agrícola y minera que hay en esos años del 1900.
Esta actividad organizativa obrerista de los anarquistas se está desarrollando (por resumir) entre dos tendencias ideológicas muy parecidas. La tendencia anarquista-sindicalista (AS) y la tendencia sindicalista revolucionaria (SR). Dos formas de plantearse la cuestión sindical que se entremezclan. Las diferencias son mínimas, pero importantes. ¿En qué consisten esos matices?
Los anarquistas-sindicalistas (AS).
Los AS dan mucha importancia a la lucha económica y social (contra el burgués, contra el empresario), frente a la acción política (que da más importancia a la competencia de partidos que aspiran al poder, para desde el gobierno realizar reformas).
La finalidad de la lucha económica para los AS es la realización de una revolución expropiadora que dé lugar a una sociedad anarquista con diversidad de organizaciones libres para la producción, distribución y consumo. Para llegar a esa expropiación, el Estado, como garante de la tiranía capitalista, ha de ser destruido.
Este campo de luchas económicas, sociales (así las llaman), exige la acción directa como táctica, es decir, el trato directo con el empresario sin intermediarios. La acción directa privilegia el activismo, la práctica, la movilización obrera. Los AS se muestran contrarios a la táctica de base múltiple, que procura la prudencia, el paso a paso, el crear cooperativas, seguros, cajas de resistencia, fondos de pensiones, empleo de mediadores… Para los AS los trabajadores tienen que ser protagonistas de su destino, y eso se consigue en el terreno de la lucha, que es la fragua donde se forjan los militantes. La lucha no es solo acción, sino también formación, cultura, aprendizaje, actividad constructiva y destructiva tomadas de la mano.
Por ese protagonismo que dan a los trabajadores, y que implica que cada cual ha de tomar sus propias decisiones, los AS insisten en la autonomía y libertad individuales, de las que se sigue la autonomía y libertad de las organizaciones que forman esos individuos. Estas organizaciones autónomas se unen mediante pactos federales, manteniendo siempre como bandera la de la independencia.
Los Sindicalistas Revolucionarios (SR).
El planteamiento SR establece igualmente la preferencia por lucha económica y social de los trabajadores. Mucho ojo: la lucha económica no significa suspirar por el dinero, sino desenvolver las actividades militantes en el terreno de las empresas, al margen de organizaciones políticas y religiosas. El SR reconoce la lucha de clases y la división de la sociedad en dos grandes grupos, el de los asalariados y el de los burgueses. Estas dos clases tienen intereses enfrentados. Los intereses de los trabajadores son comunes y llevan a estos a crear sindicatos para defender esos intereses.
Dado que hay una sola clase proletaria, ha de haber un único sindicato, basado en la Unión y la Solidaridad. La propia necesidad, la unión de los trabajadores, mueve a constituirlo. El sindicato “surge de la vida”.
El sindicato, para agrupar a todos los trabajadores, es neutro ideológicamente, apolítico. A él puede pertenecer cualquier obrero, piense como piense, tenga ideas religiosas, nacionalistas, de derechas o de izquierdas. Lo que une en el sindicato, es ser obrero y nada más. Por ello dice Josep Negre, primer secretario de la Cofederación que, "en CNT se observa la más estricta neutralidad, integrándola obreros de todos los matices".
De los intereses comunes de los trabajadores y de su defensa, surge la necesidad de un cambio social. Los burgueses explotan a los trabajadores, y por ello el sindicato pretende una revolución expropiadora, la Revolución Social, que dé lugar a una sociedad en la que no haya salario, lucro, competencia, desigualdad, ni propiedad privada.
El SR condena al Estado por ser el instrumento del Capitalismo para perpetuar la opresión burguesa. Para derrotar a la burguesía y al Estado, el arma a emplear ha de ser la Huelga General, un paro total de productores que de inmediato tomarán las riendas de la producción mediante sus sindicatos.
El sindicato no es solamente, por lo tanto, una sociedad de resistencia, ni un medio de educación del proletariado, sino la máquina de demolición de la sociedad presente, y de reconstrucción de la sociedad futura. Sus secciones económicas y de estadística permiten conocer necesidades y forma de satisfacerlas. Para el SR, el sindicato no necesita de ideología exterior a él, porque él solo se basta tanto para destruir el sistema económico imperante, como para construir y organizar uno nuevo. Cuando el burgués les pregunta que cómo van a organizar el mundo si destruyen el Estado y les expropian, ellos responden: “con el Sindicato”.
Las diferencias y similitudes entre SR y AS.
En realidad el programa de AS y SR en España (casi todos ellos también anarquistas) es muy parecido, podría decirse que complementario. Pero hay algunos matices muy importantes.
Para un SR el sindicato no ha de tener tutela de ideología de ningún tipo, ha de ser una organización apolítica para agrupar en su seno a toda la clase obrera. El sindicato destruirá la estructura económica capitalista mediante la huelga general, y el sindicato es la organización económica del futuro.
Para un AS las sociedades obreras han de tener inspiración anarquista. Los AS no son apolíticos, sino antipolíticos, y este sentir antipolítico (contrario a partidos, parlamentos y gobiernos) reafirma el anarquismo. Para el anarquista la meta es la anarquía, no una sociedad sindical. El sindicato es tan solo un arma estratégica, un instrumento de promoción de La Idea, de la acracia, y el anarquismo ha de estar presente en él. En la sociedad anarquista habrá sindicatos, pero también otro tipo de organizaciones, y lugar para los individualistas.
El sindicalista que hay en el SR insiste en la necesidad de organización, cotización regular, comités estructurados, coordinación y disciplina; el anarquista que hay en el AS insiste en no votar, no delegar, no aceptar mayorías ni minorías, no establecer centros decisorios. Quiere libertad individual, soberanía personal, ausencia de coerciones, y tener la autonomía como base de la organización.
Ambos propugnan la revolución, la expropiación universal, la abolición de la propiedad privada, la eliminación del salario, y, por tanto, la fórmula económica comunista como medio de superar la desigualdad y la injusticia. La táctica a emplear, en eso están ambos de acuerdo, será la acción directa, que se expresa mediante la movilización, el activismo, la propaganda, la reivindicación, la huelga parcial, el boicot, el sabotaje, el lábel o sello de calidad, y la Huelga General.
Es muy importante entender que ambas opciones, además, se mezclan. Dependiendo de la época y de la experiencia sufrida, pueden encontrarse personas que incidan más o menos en cada una de ambas opiniones o tendencias, o que asuman ideas de ambas en un particular cóctel. No puede decirse que en esos momentos formen facciones organizadas, sino que las personas se adscriben a unas actitudes o a otras en función del momento histórico.
En definitiva, estos hombres y mujeres están decididos a llevar a cabo la liquidación social, y quieren una organización que combine eficacia y disciplina, con sus deseos de libertad y autonomía. Una mezcla que es difícil de compaginar. Esa mezcla de anhelos, de deseos, es la que va a manifestarse en el Congreso de Sans de 1919.
El desarrollo de las tendencias
¿Pero de dónde ha salido el SR? El Sindicalismo Revolucionario aparece en Francia, le dan vida obreros como Ferdinand Pelloutier, Emile Pouget y otros militantes anarquistas en el sindicato Confederation General du Travail (CGT). Pelloutier y Pouget habían hecho circular, el primero memorias sobre las Bolsas de Trabajo (La Histoire des Bourses du Travail 1902) y antes incluso L'Organisation corporative et l'Anarchie (1896), y Pouget empezó a lanzar sus ardorosas andanadas en Greve générale réformiste et Greve générale révolutionnaire (1902) Les Bases du Syndicalisme (1904) Le Syndicat (1904) Le Partí du Travail (1905) L' Action directe (1907). Como veis el SR bebe de las aguas del anarquismo, y sus ideas están ya expuestas y en funcionamiento desde antes de 1900. Hay otra leyenda académica que establece que fue Georges Sorel, un intelectual y un burgués, el “padre de la teoría política del SR”, o “el padre de la teoría de la violencia política”, con su culto a la fuerza, sus mal digeridas lecturas de Proudhon, su monarquismo, su protofascismo, y su relación amor odio con el marxismo. Esa paternidad es falsa, pues no es hasta 1908 cuando Sorel publica sus “Reflexiones sobre la violencia”. Por lo tanto, el SR es un producto obrero de raíces anarquistas, con fuerte experiencia práctica que da lugar a una teoría que desarrollan obreros manuales. Gracias a la CGT francesa, el SR entra en España desde finales del siglo XIX y principios del XX, de la mano de los exiliados españoles, que entran en contacto con los sindicalistas franceses.
Hay que mencionar la tarea propagandística que desarrolla el pedagogo anarquista Francisco Ferrer, que entusiasmado por las ideas del SR fundará el periódico La Huelga General, realizará traducciones de las teorías de los obreros franceses y las publicará en la editorial de La Escuela Moderna, cuyos libros se distribuyen por toda España.
Otro personaje fundamental al dar su apoyo al SR va a ser el patriarca del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, que igualmente realizará traducciones y publicará textos del SR. Anselmo Lorenzo tiene un gran prestigio en los círculos obreros y su opinión es muy tenida en cuenta. Amigo de Ferrer, el viejo internacionalista, que mantiene sus ideales anarquistas intactos, insiste en la necesidad de que los anarquistas entren en las sociedades obreras y tomen cargos en ellas para orientarlas mediante el ejemplo.
Pero Ansemo Lorenzo, ojo al dato, afirma que los franceses no han descubierto nada, y que el SR no es más que el viejo anarquismo societario (de las sociedades obreras) revestido de modernidad. Él defiende –en cierto modo- la tesis de que el SR ha copiado al sindicalismo catalán, que los exiliados españoles han llevado el SR a Francia en el siglo XIX, y no a la inversa… Así que más que de influencia, habría que hablar de interacción, de trasvase de ideas a través de los Pirineos.
Sea como sea, lo inventara quien lo inventara, gracias a la aportación teórica de Pelloutier, de Pouget, de Ferrer, de Lorenzo y de Prat y de muchos otros…, y a la actividad de los propagandistas y difusores, el SR va a ser adoptado por los anarquistas españoles como procedimiento de lucha que sustituya a las viejas sociedades de resistencia obrera, y le van a dar el nombre de sindicalismo moderno. Ese sindicalismo moderno seguirá otra trayectoria diferente a la francesa, ya que aquí la influencia libertaria se va a notar mucho más.
Esta interacción de ideas de SR y de AS puede rastrearse en diferentes declaraciones y manifiestos que están elaborando las diversas sociedades obreras. Por ejemplo, en 1917, la Federación Nacional de Obreros Agricultores (FNOA) en su II Congreso de Valencia, establece que:
“He aquí que reconocemos el SR como el principal factor de transformación social, como el medio de lograr las concepciones anarquistas. De esto se sigue, que el puesto de todos los hombres amantes de la anarquía está en los sindicatos obreros, para orientarlos, y entendemos que los campesinos deben luchar para mejorar su condición presente, basados en los métodos del SR, sin perder de vista su emancipación integral, o sea el conseguir el triunfo de la anarquía. Porque no solo aspiramos a conquistar más libertad, comodidades, higiene, garantía de vida, sino la completa dicha y libertad para todos; caminamos a una sociedad de productores libres, sin explotadores ni tiranos.”
Puede verse en este discurso, que ambas opciones van tomadas de la mano, se complementan, siguen el mismo camino y pretenden el mismo objetivo. Con matices importantes que las diferencian, pero unidas.
Cronología y eventos.
En 1906, según Josep Negre, se lanza la idea de Solidaridad Obrera, y nos cuenta que: “La idea de Solidaridad Obrera nació en la mente de algunos elementos obreros del Partido Socialista, sugerida por el movimiento solidario establecido entre fuerzas político burguesas catalanas -Solidaridad Catalana-”.
Que fueran socialistas los promotores, no animó mucho a los anarquistas a participar en el asunto. Ante las reticencias, los socialistas, cuya intención era conseguir integrar a esas organizaciones en la UGT, insistieron dando garantías de que “no querían una organización tendenciosa de carácter partidista”. Y así las sociedades obreras de Barcelona de inspiración anarquista o que estaban constituidas al margen de la UGT, se deciden a adoptar la idea y a formar Solidaridad Obrera como Federación Local en 1907.
Casi en paralelo, también en 1907, se celebra el Congreso Anarquista Internacional de Amsterdam. Fue un congreso que va a marcar tendencia, con participación de grandes figuras de esa ideología como Malatesta y Emma Goldman... Ambos libertarios manifestaron graves reticencias hacia el sindicalismo. Malatesta, de la tendencia anarcocomunista, explicaba que la Huelga General como instrumento revolucionario sería absolutamente ineficaz, ya que los obreros a los tres días tendrían que volver al trabajo por necesidad y hambre, o si el movimiento era lo suficientemente amplio como para liquidar a la burguesía habría que enfrentarse al ejército empleando armas y bombas. Y entonces, ¿de qué serviría la huelga?
A pesar de las reticencias, la insistencia de los AS hizo que se aceptase una proposición en la que los anarquistas de todos los tipos, entrarían en los sindicatos manteniendo el absoluto respeto a la iniciativa individual, “sin estorbar su libertad, juego y evolución”, que diría Emma Goldman. Por su lado el anarquista sindicalista Monate declaró que “El sindicato obrero no es sólo el núcleo de la lucha, sino el germen de la sociedad futura, y ésta será lo que hayamos hecho del sindicato”.
Todas estas influencias e informaciones, más las ya mencionadas frustraciones que tenían los anarquistas españoles por no alcanzar sus objetivos con rapidez, hicieron que entrasen en Cataluña masivamente en las sociedades obreras y creasen Solidaridad Obrera junto a socialistas y miembros del partido radical. Pero tanto socialistas como radicales dejarán pronto campo libre a los AS y a los SR. Los socialistas se marcharán cuando vean que es imposible integrar a SO en UGT; y los radicales abandonan el barco cuando comprueban que el imposible supeditar a SO a la política del Partido Radical. ¿Por qué los miembros de SO deciden crear la CNT y no ingresan en UGT?
La sangre de Francisco Ferrer i Guardia
En 1909 estalla en Barcelona la Semana Trágica. En protesta por la Guerra de Melilla y contra el embarque de tropas con destino a esa masacre, Solidaridad Obrera proclama la huelga el 21 de julio de 1909, y el 24 se forma el comité de huelga con participación de socialistas y radicales. El 26 de julio estalla la huelga en los barrios barceloneses, extendiendo las mujeres la protesta a Sabadell y Tarrasa. En Barcelona se levantan barricadas y el ejército proclama la Ley Marcial y el Estado de Guerra, conteniendo las protestas en el cinturón barcelonés, y acabando con la resistencia el domingo uno de agosto de 1909.
SO se vio incapaz de extender el conflicto por falta de coordinación. Y fue incapaz igualmente de impedir la ejecución de uno de sus más entusiastas partidarios: Francisco Ferrer, dinamizador del periódico Solidaridad Obrera, (llamada popularmente la Soli) cuyo primer número financió, será acusado de haber dirigido el levantamiento, llevado a Consejo de Guerra y fusilado sin mayores ceremonias.
Esta impotencia y rabia contenida ante los sucesos de la Semana Trágica, sufriendo destierro, persecución, exilio, ejecuciones, cárcel..., y contemplando los militantes que con articularse solo en los márgenes catalanes no podían organizar una reacción efectiva para hacer frente a situaciones tales como la Semana Trágica y la ejecución de Ferrer, unida a la ambigüedad de socialistas y radicales, que predicaron la revolución y jugaron a la moderación, les hicieron convocar para enfrentarse al “trust del Estado y la burguesía” una Confederación Nacional de los Trabajadores. Por eso Josep Negre dijo que la Confederación Nacional del Trabajo, nació “de la sangre de Ferrer”.
Es una explicación sentimental, pero no debe desdeñarse el efecto de catalizador que tuvo ese asesinato llevado a cabo por la conspiración del Ejército, la Iglesia y el Gobierno, en la génesis del nuevo sindicato.
Las diferencias orgánicas con la UGT
A ello se unían las diferencias de funcionamiento de la UGT y de SO. La UGT era una organización centralizada en sus decisiones, política, supeditada al PSOE, que empleaba la base múltiple (caja de resistencia, fondos de pensiones y seguros, creación de cooperativas, empleo de mediadores profesionales, aceptación de iniciativas políticas). En cambio SO proclamaba la autonomía de sus sindicatos, su apoliticismo, su amor por el activismo y su táctica de acción directa, que establecía que: “en los conflictos establecidos entre trabajo y capital, no ha de admitirse injerencia de intermediario alguno”. Por ello el divorcio entre UGT y CNT, estuvo servido desde sus orígenes.
Se funda la CNT
Por todo lo expuesto, a iniciativa de SO y de los sindicatos catalanes, en 1910 se crea la CNT, que nace como organización SR. Así se expresa el Comité Nacional de la CNT a través del periódico Solidaridad Obrera el 15 de septiembre de 1911:
“Para evitar una nueva repetición de estos sucesos (la desarticulación de las organizaciones obreras), no encontramos cosa que mayor convicción nos proporcionara, que la constitución de la CNT a base de federaciones comarcales, regionales, de industria y de oficio, las cuales se integrarán en la Confederación Nacional, para recabar la seguridad de que robustecida la personalidad de cada región, en el caso, aunque muy lastimoso, bastante probable, de fracasar por unas causas u otras el Consejo Central del organismo nacional, no implicara, como hasta aquí, el derrumbamiento total de dicho organismo y la desaparición por cierto número de años de la organización nacional del proletariado, pues éste quedaría siempre en pie, cobijado en sus respectivas organizaciones regionales”.
Por lo tanto la CNT dará autonomía a las organizaciones que la constituyen, promoviendo la “solidaridad de los trabajadores sindicados” desde una plataforma territorial (la localidad, la comarca, la región), frente a la “solidaridad nacional de los miembros de un mismo oficio”. Hay que señalar que esta nueva Confederación inmediatamente convoca una huelga general, y es perseguida e ilegalizada hasta 1914. Sólo empieza a funcionar de forma más o menos orgánica (siguiendo sus Estatutos) hacia 1915.
Los sindicatos de oficio
Conviene volver a insistir, para entender los debates del Congreso de Sans, que hasta ese momento, y durante el desarrollo de la CNT, las sociedades obreras anarquistas que se articulan en ella son “de oficio”.
Por ejemplo, los toneleros de un barrio podían estar federados en una organización, o incluso coexistir dos o más sociedades diferentes de toneleros en el mismo barrio. Esas organizaciones federaban a los toneleros de la región y de España con sus respectivas federaciones de toneleros, locales, comarcales, regionales y nacionales, desarrollando la solidaridad corporativa de los miembros del mismo oficio.
Los SR, por el contrario, van a insistir en la necesidad de constituir sindicatos de ramo, es decir, los que integren a toneleros, constructores de carretas, constructores de pianos, ebanistas... sin diferenciar a aprendices de peones o de oficiales, en el Sindicato Único del Ramo de la Madera, para fomentar la solidaridad de clase. Ese sindicato se coordina con los de una misma localidad en una Federación Local, y esa Federación Local con otras en una confederación Regional, y las diversas confederaciones en la Nacional, para fomentar la solidaridad y apoyo entre diversos ramos.
Esto no quiere decir que los AS estén por las sociedades de oficio y los SR por los sindicatos de ramo. Por los sindicatos únicos van a estar todos cuantos quieren darle al sindicato una base territorial y un mecanismo de solidaridad por encima del oficio. Y por los sindicatos de oficio van a estar sociedades de larga trayectoria muchas veces anarquista, con tradición organizativa muy fuerte, que se resisten a abandonar la estructura orgánica que han tenido hasta ese momento. Ya se ha explicado un poco más atrás, que no hay tendencias organizadas en torno al AS y al SR, sino que hay ideas a las que se adscriben personas, y personas que pueden cambiar de opinión a lo largo del tiempo en función de la experiencia.
El Congreso de Sans
28 de junio de 1918
En un soleado día del verano de 1918, a las diez de la mañana, se reúnen en el local del Ateneo Racionalista de Sans, ciento sesenta y cuatro hombres. Tienen grandes y callosas manos, vestidos con chaquetas, blusas, gorras, pantalones de tela... La presencia de la Guardia Civil a la entrada del local es notoria, y el Delegado del Gobierno, presente en la sala, vigila sus conversaciones, sus idas y venidas. En justa reciprocidad, las fuerzas del orden reciben miradas atravesadas.
Ellos se saludan. Algunos ya se conocen de tiempo, otros sólo de nombre, otros de nada. Se llaman unos a otros “compañeros”. Sonrisas, apretones de manos, abrazos…, y van tomando asiento en modestas sillas. Han acudido convocados por el Comité Regional de Cataluña de la Confederación Regional del Trabajo (CRT) para discutir el rumbo que han de tomar en sus actuaciones, y representan a setenta y cinco mil ciento sesenta afiliados los sindicatos catalanes. Sus organizaciones de oficio, creadas para mejorar sus condiciones de vida, llevan nombres pintorescos: La Espiga de los panaderos de Barcelona; La Oceánica de los pescadores; los peones son de La Efusión; los inválidos de La Oportuna; los pintores de La Siempreviva; los de Géneros de Punto los de La Justiciera; los barberos de Palafrugell son de La Constancia Barberil… La Única, La Armonía, La Española, la Ideal Cristalera, La Fraternal… Otras sociedades obreras, menos imaginativas o más sobrias, se limitan a definirse por su oficio: toneleros, constructores de pianos, carpinteros…
A las diez y media de la mañana Joan Pey, del sindicato de la Madera de Barcelona, y uno de los convocantes del acto como miembro del Comité Regional de la Confederación Regional del Trabajo (CRT), declara abiertas las tareas del Congreso, explicando brevemente las gestiones realizadas y el por qué de la reunión. Todos ponen expresión solemne y mantienen silencio. Las palabras flotan con un aire soñador...
¿Quiénes son los protagonistas?
Obreros
Son todos obreros manuales. No hay líderes de origen burgués entre ellos. No hay intelectuales de profesión, porque estos trabajadores son todos intelectuales. Representan a la Cataluña “que piensa y trabaja”. Son personas que hoy día serían consideradas incultas, ya que apenas han ido a la escuela. Lo que saben se lo ha enseñado la vida y lo poco o mucho que han leído. Pero son capaces de sentarse a discutir cómo quieren que sea el mundo, son capaces de llevar a cabo lo que se proponen y desean de manera colectiva. Muy pocas personas dan ese perfil en la actualidad. Ah, hablan de una manera que os puede parecer muy antigua, llena de metáforas y giros barrocos. Es que son muy elegantes.
Anarquistas
Estos obreros son casi todos anarquistas, es decir, son personas que no quieren dominar ni ser dominadas. No sólo pretenden conseguir mejores salarios y jornadas de trabajo más livianas. También pretenden cambiar la estructura jerárquica y autoritaria de la sociedad, eliminar el Estado, abolir la propiedad privada y crear asociaciones libres de trabajadores para guiar la producción. Se han propuesto resolver la cuestión social actuando en el terreno económico, es decir, en el de la lucha contra el capitalista.
Catalanes
En su mayor parte son obreros catalanes. Hay una leyenda que atribuye el arraigo del anarquismo en Cataluña a la emigración de obreros andaluces… Sin negar esa contribución, puede decirse por los apellidos que los Escandell, Rubinat, Butsems, Miró, Benvingut, Llorach…, son en un 75% más abundantes que los Ruíz y los López. Algunos políticos catalanistas afirman que el anarquismo arraiga en Cataluña como un fenómeno traído “de fuera”, por gente atrasada y primitiva. Tal idea es falsa como puede verse. Ni son mayoritariamente de fuera, ni los que vienen de otras regiones son “gente atrasada”. Por el contrario, son personas de ideas muy avanzadas, universales, que van a construir la Cataluña moderna.
Valientes
Otra de sus características es que todos ellos son hombres marcados, señalados. En mayor o menor grado, gente valiente, decidida y audaz. Tienen vidas que darían para guión de cientos de películas. El carpintero que está hablando desde la mesa, Joan Pey, es un hombre sobrio, tímido. Parece incapaz de decirle a nadie lo que ha de hacer. Se desespera si no le cuadran las cuentas… Pues desarmó a dos policías en las recientes huelgas de la CNT, cuando fueron a detenerle. Esta persona tan discreta, mira con aire absolutamente inocente el incendio del “Turó Park”, centro de recreo de las clases adineradas barcelonesas, mientras la policía se devana los sesos buscando a los culpables en el entorno de la huelga de la construcción. Pey es un tipo puro, íntegro, el tesorero del sindicato, ha pasado varias veces por la cárcel. Desarmar a los policías no se lo perdonarán. Su destino está ya escrito y morirá dentro de cinco años a manos de pistoleros de la patronal de la Banda de Homs.
Sin perderle ojo, como para darle apoyo, está su amigo Francisco Miranda, presidente del Sindicato Único de la Madera. Paco es un cuarentón avanzado, también carpintero. Un hombre solitario, de pocos amigos, del que se dice que es “austero hasta el ridículo”. Junto a su amigo Pey, es una persona que no llama la atención de la policía, que jamás recomienda la violencia en público. Pero es la pura encarnación de la acción directa que no se detiene ante nada. Carpintero, ebanista, barnizador y…, químico. Actúa siempre solo o con Pey, que es de su misma condición…
Un poco más allá, como delegado de los lampareros, está Camilo Piñón Oriol, con una condena de 20 meses por no delatar a un compañero, infinidad de detenciones, trabajo como organizador, orador, activista… Será desterrado al Castillo de Mahón y a su vuelta la patronal le declara el Pacto del Hambre…
Desde una esquina, con los brazos cruzados sobre el pecho, observa el maestro racionalista Joan Roigé, animador de la escuela La Luz en la que se celebra el congreso. Es un maestro de la CNT, laico, que basa su enseñanza en la ética y el antiautoritarismo. Niños y niñas comparten las clases. En su escuela no hay exámenes, no se habla de Dios, la Ética es la asignatura fundamental, se anima al autodidactismo y se promueve la enseñanza oral mediante debates, lecturas, conferencias, discusiones, charlas… Pasará varias veces por prisión y muere en 1942 en la Barcelona franquista, olvidado, sin que se sepa cómo…
Dando vueltas por ahí se ve a un tipo bajito, seco, delgado…, hoy tiene aspecto de tuberculoso funesto. Su expresión es la propia para presidir un funeral… Ese es un obrero de Artes Gráficas, Evelio Boal, “incapaz de emitir una risa franca”. Cáustico, cínico, irónico, soso, tal vez algo insoportable. Es también director de una compañía de teatro de aficionados, en la que actúa como cómico en obras de tipo social. Y la gente se ríe a mandíbula batiente cuando sube al escenario. Además, le gusta más de lo debido empinar el codo con otros compañeros del sindicato. Se le considera un poco inconstante, un poco raro. Será el secretario general de la CNT en 1919. En una de las ocasiones en que le encarcelan, le suelta la policía por la noche y alguien le asesina por la espalda…
Militantes
Todos son así. Casi todos hombres, pero también hay algunas mujeres moviéndose como leonas. ¡Ah!, son gente extraordinaria. ¿Qué por qué? Por que todos trabajan y se ganan el jornal. Tienen familias, hijos y llevan el pan a sus casas. Pero cuando salen del trabajo, van al sindicato en lugar de meterse en la taberna o en la iglesia. Son los militantes, son “los que luchan”. Estudian las bases de trabajo, interpretan documentos legales y van a las empresas de obreros no sindicados a darse a conocer. Cuando se presentan al empresario, lo hacen con un tremebundo “somos la CNT”.
Los burgueses les temen y les detestan, porque cuando aparecen, las cosas dejan de funcionar como ellos quieren. Esos intrusos conocen al dedillo sus empresas, sus proveedores, sus ventas, sus clientes, sus beneficios, mejor que el propio contable, mejor incluso que el empresario. Cuando discuten no tienen problema de enfrentarse con economistas, con ingenieros, con policías, con sabios… Entienden lo que leen, contestan con fundamento, no se les puede tomar el pelo, y si te descuidas, te ponen una piedra en el camino y te encuentras sin dientes en tierra. Carecen de complejos, porque son los portavoces colectivos de una organización diabólica dedicada a trastornar el orden social. Son la CNT hecha carne, sudor y sangre.
Cuando los trabajadores se ven maltratados, desesperados, llaman a los militantes, a los sindicalistas, a los compañeros. Y ven que llegan al tajo personas como ellos, que dicen exactamente lo que ellos están pensando. Observan que entran en cualquier parte, que plantan cara a los poderosos, que apartan a quién se les opone, que abren puertas en las que pone “prohibido”, que reagrupan a los indecisos y a lo tibios, que no miran hacia atrás cuando van a la lucha, que no paran en la batalla hasta vencer o ser derribados, que encajan los golpes que les dan y que los devuelven con fuerza. Y, de repente, los trabajadores comprueban que sus opresores no son invulnerables. Constatan que pierden la chulería, que también sangran, también sufren, también se duelen de sus heridas, se tambalean y aflojan. Y entonces, de donde había uno, salen diez militantes, porque todos quieren ser como ellos. Ellos demuestran su superioridad ante el burgués en todos los terrenos, en el ético, en el laboral, en el del conocimiento... En el de la razón y la fuerza, en el de la valentía y el honor. Son héroes, gente increíble, nunca se vieron personas así en el mundo en tanta cantidad como en Barcelona, como en Cataluña a principios del siglo XX.
Por eso los burgueses les odian, y como respuesta están empezando a matarlos. Las vidas de los militantes peligran, y van preparados para lo que sea. Haz el siguiente experimento: colócate al lado del joven Joan Ferrer, un obrero de Igualada. Métele la mano en el bolsillo del pantalón y notarás una cuerda de cáñamo. Tira de la cuerda suavemente y ante ti aparecerá, subiendo camuflada por el tubo del pantalón y pasando a través del bolsillo descosido, una pavorosa pistola negra. Cargada y a punto. Si te acercas a los delegados, y les tocas la chaqueta o el pantalón, o los tobillos, o la gorra, o el lugar más insospechado, notarás un objeto duro y frío. Es “la herramienta”. No la quieren, pero se ven obligados a llevarla.
De momento, los protagonistas permanecen ajenos al futuro y al pasado, se centran en el presente y comienzan a discutir el orden del día.
Los antecedentes del Congreso de Sans
Para entender cuáles son las maquinaciones y motivaciones de estas personas, hay que mirar un poco a sus antepasados del siglo XIX. El movimiento obrero español de ese siglo tuvo un marcado componente anarquista. Estos militantes creaban Sociedades Obreras de Resistencia al Capital de carácter no sólo económico, sino ideológico, dejando bien clara cuál era su finalidad: la anarquía, una sociedad sin poder y sin explotación.
En sus actividades manumisoras, la fortuna no les sonríe. En el último cuarto del siglo XIX, y principios del XX, ¡ay!, las sociedades obreras inspiradas por anarquistas no tienen el desarrollo esperado. La represión es muy dura, los militantes son perseguidos, represaliados, encarcelados, desterrados o ejecutados. Sus organizaciones no consiguen desencadenar la ansiada revolución.
Pero tampoco se puede decir que a los socialistas del PSOE, la otra tendencia obrera presente en España, les vaya mucho mejor con sus moderadas reivindicaciones y su organización sindical al servicio del partido. Su sindicato, la UGT, no acaba de levantar vuelo.
La disolución de las organizaciones obreras libertarias debido a la represión o al desánimo, la modestia de las huelgas generales de 1902 y 1903, la tristeza por los resultados menores de lo esperado, hacen que los militantes anarquistas cuestionen sus antiguas actuaciones, y se plantean la necesidad de experimentar nuevas tácticas. Sienten que es precisa una organización estable, estructurada, trabada de manera orgánica, que supere a las duras y viejas sociedades de oficio. Y esta inquietud se hace más palpable en Cataluña, a cuyas industrias acuden grandes contingentes de trabajadores inmigrantes por la crisis agrícola y minera que hay en esos años del 1900.
Esta actividad organizativa obrerista de los anarquistas se está desarrollando (por resumir) entre dos tendencias ideológicas muy parecidas. La tendencia anarquista-sindicalista (AS) y la tendencia sindicalista revolucionaria (SR). Dos formas de plantearse la cuestión sindical que se entremezclan. Las diferencias son mínimas, pero importantes. ¿En qué consisten esos matices?
Los anarquistas-sindicalistas (AS).
Los AS dan mucha importancia a la lucha económica y social (contra el burgués, contra el empresario), frente a la acción política (que da más importancia a la competencia de partidos que aspiran al poder, para desde el gobierno realizar reformas).
La finalidad de la lucha económica para los AS es la realización de una revolución expropiadora que dé lugar a una sociedad anarquista con diversidad de organizaciones libres para la producción, distribución y consumo. Para llegar a esa expropiación, el Estado, como garante de la tiranía capitalista, ha de ser destruido.
Este campo de luchas económicas, sociales (así las llaman), exige la acción directa como táctica, es decir, el trato directo con el empresario sin intermediarios. La acción directa privilegia el activismo, la práctica, la movilización obrera. Los AS se muestran contrarios a la táctica de base múltiple, que procura la prudencia, el paso a paso, el crear cooperativas, seguros, cajas de resistencia, fondos de pensiones, empleo de mediadores… Para los AS los trabajadores tienen que ser protagonistas de su destino, y eso se consigue en el terreno de la lucha, que es la fragua donde se forjan los militantes. La lucha no es solo acción, sino también formación, cultura, aprendizaje, actividad constructiva y destructiva tomadas de la mano.
Por ese protagonismo que dan a los trabajadores, y que implica que cada cual ha de tomar sus propias decisiones, los AS insisten en la autonomía y libertad individuales, de las que se sigue la autonomía y libertad de las organizaciones que forman esos individuos. Estas organizaciones autónomas se unen mediante pactos federales, manteniendo siempre como bandera la de la independencia.
Los Sindicalistas Revolucionarios (SR).
El planteamiento SR establece igualmente la preferencia por lucha económica y social de los trabajadores. Mucho ojo: la lucha económica no significa suspirar por el dinero, sino desenvolver las actividades militantes en el terreno de las empresas, al margen de organizaciones políticas y religiosas. El SR reconoce la lucha de clases y la división de la sociedad en dos grandes grupos, el de los asalariados y el de los burgueses. Estas dos clases tienen intereses enfrentados. Los intereses de los trabajadores son comunes y llevan a estos a crear sindicatos para defender esos intereses.
Dado que hay una sola clase proletaria, ha de haber un único sindicato, basado en la Unión y la Solidaridad. La propia necesidad, la unión de los trabajadores, mueve a constituirlo. El sindicato “surge de la vida”.
El sindicato, para agrupar a todos los trabajadores, es neutro ideológicamente, apolítico. A él puede pertenecer cualquier obrero, piense como piense, tenga ideas religiosas, nacionalistas, de derechas o de izquierdas. Lo que une en el sindicato, es ser obrero y nada más. Por ello dice Josep Negre, primer secretario de la Cofederación que, "en CNT se observa la más estricta neutralidad, integrándola obreros de todos los matices".
De los intereses comunes de los trabajadores y de su defensa, surge la necesidad de un cambio social. Los burgueses explotan a los trabajadores, y por ello el sindicato pretende una revolución expropiadora, la Revolución Social, que dé lugar a una sociedad en la que no haya salario, lucro, competencia, desigualdad, ni propiedad privada.
El SR condena al Estado por ser el instrumento del Capitalismo para perpetuar la opresión burguesa. Para derrotar a la burguesía y al Estado, el arma a emplear ha de ser la Huelga General, un paro total de productores que de inmediato tomarán las riendas de la producción mediante sus sindicatos.
El sindicato no es solamente, por lo tanto, una sociedad de resistencia, ni un medio de educación del proletariado, sino la máquina de demolición de la sociedad presente, y de reconstrucción de la sociedad futura. Sus secciones económicas y de estadística permiten conocer necesidades y forma de satisfacerlas. Para el SR, el sindicato no necesita de ideología exterior a él, porque él solo se basta tanto para destruir el sistema económico imperante, como para construir y organizar uno nuevo. Cuando el burgués les pregunta que cómo van a organizar el mundo si destruyen el Estado y les expropian, ellos responden: “con el Sindicato”.
Las diferencias y similitudes entre SR y AS.
En realidad el programa de AS y SR en España (casi todos ellos también anarquistas) es muy parecido, podría decirse que complementario. Pero hay algunos matices muy importantes.
Para un SR el sindicato no ha de tener tutela de ideología de ningún tipo, ha de ser una organización apolítica para agrupar en su seno a toda la clase obrera. El sindicato destruirá la estructura económica capitalista mediante la huelga general, y el sindicato es la organización económica del futuro.
Para un AS las sociedades obreras han de tener inspiración anarquista. Los AS no son apolíticos, sino antipolíticos, y este sentir antipolítico (contrario a partidos, parlamentos y gobiernos) reafirma el anarquismo. Para el anarquista la meta es la anarquía, no una sociedad sindical. El sindicato es tan solo un arma estratégica, un instrumento de promoción de La Idea, de la acracia, y el anarquismo ha de estar presente en él. En la sociedad anarquista habrá sindicatos, pero también otro tipo de organizaciones, y lugar para los individualistas.
El sindicalista que hay en el SR insiste en la necesidad de organización, cotización regular, comités estructurados, coordinación y disciplina; el anarquista que hay en el AS insiste en no votar, no delegar, no aceptar mayorías ni minorías, no establecer centros decisorios. Quiere libertad individual, soberanía personal, ausencia de coerciones, y tener la autonomía como base de la organización.
Ambos propugnan la revolución, la expropiación universal, la abolición de la propiedad privada, la eliminación del salario, y, por tanto, la fórmula económica comunista como medio de superar la desigualdad y la injusticia. La táctica a emplear, en eso están ambos de acuerdo, será la acción directa, que se expresa mediante la movilización, el activismo, la propaganda, la reivindicación, la huelga parcial, el boicot, el sabotaje, el lábel o sello de calidad, y la Huelga General.
Es muy importante entender que ambas opciones, además, se mezclan. Dependiendo de la época y de la experiencia sufrida, pueden encontrarse personas que incidan más o menos en cada una de ambas opiniones o tendencias, o que asuman ideas de ambas en un particular cóctel. No puede decirse que en esos momentos formen facciones organizadas, sino que las personas se adscriben a unas actitudes o a otras en función del momento histórico.
En definitiva, estos hombres y mujeres están decididos a llevar a cabo la liquidación social, y quieren una organización que combine eficacia y disciplina, con sus deseos de libertad y autonomía. Una mezcla que es difícil de compaginar. Esa mezcla de anhelos, de deseos, es la que va a manifestarse en el Congreso de Sans de 1919.
El desarrollo de las tendencias
¿Pero de dónde ha salido el SR? El Sindicalismo Revolucionario aparece en Francia, le dan vida obreros como Ferdinand Pelloutier, Emile Pouget y otros militantes anarquistas en el sindicato Confederation General du Travail (CGT). Pelloutier y Pouget habían hecho circular, el primero memorias sobre las Bolsas de Trabajo (La Histoire des Bourses du Travail 1902) y antes incluso L'Organisation corporative et l'Anarchie (1896), y Pouget empezó a lanzar sus ardorosas andanadas en Greve générale réformiste et Greve générale révolutionnaire (1902) Les Bases du Syndicalisme (1904) Le Syndicat (1904) Le Partí du Travail (1905) L' Action directe (1907). Como veis el SR bebe de las aguas del anarquismo, y sus ideas están ya expuestas y en funcionamiento desde antes de 1900. Hay otra leyenda académica que establece que fue Georges Sorel, un intelectual y un burgués, el “padre de la teoría política del SR”, o “el padre de la teoría de la violencia política”, con su culto a la fuerza, sus mal digeridas lecturas de Proudhon, su monarquismo, su protofascismo, y su relación amor odio con el marxismo. Esa paternidad es falsa, pues no es hasta 1908 cuando Sorel publica sus “Reflexiones sobre la violencia”. Por lo tanto, el SR es un producto obrero de raíces anarquistas, con fuerte experiencia práctica que da lugar a una teoría que desarrollan obreros manuales. Gracias a la CGT francesa, el SR entra en España desde finales del siglo XIX y principios del XX, de la mano de los exiliados españoles, que entran en contacto con los sindicalistas franceses.
Hay que mencionar la tarea propagandística que desarrolla el pedagogo anarquista Francisco Ferrer, que entusiasmado por las ideas del SR fundará el periódico La Huelga General, realizará traducciones de las teorías de los obreros franceses y las publicará en la editorial de La Escuela Moderna, cuyos libros se distribuyen por toda España.
Otro personaje fundamental al dar su apoyo al SR va a ser el patriarca del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, que igualmente realizará traducciones y publicará textos del SR. Anselmo Lorenzo tiene un gran prestigio en los círculos obreros y su opinión es muy tenida en cuenta. Amigo de Ferrer, el viejo internacionalista, que mantiene sus ideales anarquistas intactos, insiste en la necesidad de que los anarquistas entren en las sociedades obreras y tomen cargos en ellas para orientarlas mediante el ejemplo.
Pero Ansemo Lorenzo, ojo al dato, afirma que los franceses no han descubierto nada, y que el SR no es más que el viejo anarquismo societario (de las sociedades obreras) revestido de modernidad. Él defiende –en cierto modo- la tesis de que el SR ha copiado al sindicalismo catalán, que los exiliados españoles han llevado el SR a Francia en el siglo XIX, y no a la inversa… Así que más que de influencia, habría que hablar de interacción, de trasvase de ideas a través de los Pirineos.
Sea como sea, lo inventara quien lo inventara, gracias a la aportación teórica de Pelloutier, de Pouget, de Ferrer, de Lorenzo y de Prat y de muchos otros…, y a la actividad de los propagandistas y difusores, el SR va a ser adoptado por los anarquistas españoles como procedimiento de lucha que sustituya a las viejas sociedades de resistencia obrera, y le van a dar el nombre de sindicalismo moderno. Ese sindicalismo moderno seguirá otra trayectoria diferente a la francesa, ya que aquí la influencia libertaria se va a notar mucho más.
Esta interacción de ideas de SR y de AS puede rastrearse en diferentes declaraciones y manifiestos que están elaborando las diversas sociedades obreras. Por ejemplo, en 1917, la Federación Nacional de Obreros Agricultores (FNOA) en su II Congreso de Valencia, establece que:
“He aquí que reconocemos el SR como el principal factor de transformación social, como el medio de lograr las concepciones anarquistas. De esto se sigue, que el puesto de todos los hombres amantes de la anarquía está en los sindicatos obreros, para orientarlos, y entendemos que los campesinos deben luchar para mejorar su condición presente, basados en los métodos del SR, sin perder de vista su emancipación integral, o sea el conseguir el triunfo de la anarquía. Porque no solo aspiramos a conquistar más libertad, comodidades, higiene, garantía de vida, sino la completa dicha y libertad para todos; caminamos a una sociedad de productores libres, sin explotadores ni tiranos.”
Puede verse en este discurso, que ambas opciones van tomadas de la mano, se complementan, siguen el mismo camino y pretenden el mismo objetivo. Con matices importantes que las diferencian, pero unidas.
Cronología y eventos.
En 1906, según Josep Negre, se lanza la idea de Solidaridad Obrera, y nos cuenta que: “La idea de Solidaridad Obrera nació en la mente de algunos elementos obreros del Partido Socialista, sugerida por el movimiento solidario establecido entre fuerzas político burguesas catalanas -Solidaridad Catalana-”.
Que fueran socialistas los promotores, no animó mucho a los anarquistas a participar en el asunto. Ante las reticencias, los socialistas, cuya intención era conseguir integrar a esas organizaciones en la UGT, insistieron dando garantías de que “no querían una organización tendenciosa de carácter partidista”. Y así las sociedades obreras de Barcelona de inspiración anarquista o que estaban constituidas al margen de la UGT, se deciden a adoptar la idea y a formar Solidaridad Obrera como Federación Local en 1907.
Casi en paralelo, también en 1907, se celebra el Congreso Anarquista Internacional de Amsterdam. Fue un congreso que va a marcar tendencia, con participación de grandes figuras de esa ideología como Malatesta y Emma Goldman... Ambos libertarios manifestaron graves reticencias hacia el sindicalismo. Malatesta, de la tendencia anarcocomunista, explicaba que la Huelga General como instrumento revolucionario sería absolutamente ineficaz, ya que los obreros a los tres días tendrían que volver al trabajo por necesidad y hambre, o si el movimiento era lo suficientemente amplio como para liquidar a la burguesía habría que enfrentarse al ejército empleando armas y bombas. Y entonces, ¿de qué serviría la huelga?
A pesar de las reticencias, la insistencia de los AS hizo que se aceptase una proposición en la que los anarquistas de todos los tipos, entrarían en los sindicatos manteniendo el absoluto respeto a la iniciativa individual, “sin estorbar su libertad, juego y evolución”, que diría Emma Goldman. Por su lado el anarquista sindicalista Monate declaró que “El sindicato obrero no es sólo el núcleo de la lucha, sino el germen de la sociedad futura, y ésta será lo que hayamos hecho del sindicato”.
Todas estas influencias e informaciones, más las ya mencionadas frustraciones que tenían los anarquistas españoles por no alcanzar sus objetivos con rapidez, hicieron que entrasen en Cataluña masivamente en las sociedades obreras y creasen Solidaridad Obrera junto a socialistas y miembros del partido radical. Pero tanto socialistas como radicales dejarán pronto campo libre a los AS y a los SR. Los socialistas se marcharán cuando vean que es imposible integrar a SO en UGT; y los radicales abandonan el barco cuando comprueban que el imposible supeditar a SO a la política del Partido Radical. ¿Por qué los miembros de SO deciden crear la CNT y no ingresan en UGT?
La sangre de Francisco Ferrer i Guardia
En 1909 estalla en Barcelona la Semana Trágica. En protesta por la Guerra de Melilla y contra el embarque de tropas con destino a esa masacre, Solidaridad Obrera proclama la huelga el 21 de julio de 1909, y el 24 se forma el comité de huelga con participación de socialistas y radicales. El 26 de julio estalla la huelga en los barrios barceloneses, extendiendo las mujeres la protesta a Sabadell y Tarrasa. En Barcelona se levantan barricadas y el ejército proclama la Ley Marcial y el Estado de Guerra, conteniendo las protestas en el cinturón barcelonés, y acabando con la resistencia el domingo uno de agosto de 1909.
SO se vio incapaz de extender el conflicto por falta de coordinación. Y fue incapaz igualmente de impedir la ejecución de uno de sus más entusiastas partidarios: Francisco Ferrer, dinamizador del periódico Solidaridad Obrera, (llamada popularmente la Soli) cuyo primer número financió, será acusado de haber dirigido el levantamiento, llevado a Consejo de Guerra y fusilado sin mayores ceremonias.
Esta impotencia y rabia contenida ante los sucesos de la Semana Trágica, sufriendo destierro, persecución, exilio, ejecuciones, cárcel..., y contemplando los militantes que con articularse solo en los márgenes catalanes no podían organizar una reacción efectiva para hacer frente a situaciones tales como la Semana Trágica y la ejecución de Ferrer, unida a la ambigüedad de socialistas y radicales, que predicaron la revolución y jugaron a la moderación, les hicieron convocar para enfrentarse al “trust del Estado y la burguesía” una Confederación Nacional de los Trabajadores. Por eso Josep Negre dijo que la Confederación Nacional del Trabajo, nació “de la sangre de Ferrer”.
Es una explicación sentimental, pero no debe desdeñarse el efecto de catalizador que tuvo ese asesinato llevado a cabo por la conspiración del Ejército, la Iglesia y el Gobierno, en la génesis del nuevo sindicato.
Las diferencias orgánicas con la UGT
A ello se unían las diferencias de funcionamiento de la UGT y de SO. La UGT era una organización centralizada en sus decisiones, política, supeditada al PSOE, que empleaba la base múltiple (caja de resistencia, fondos de pensiones y seguros, creación de cooperativas, empleo de mediadores profesionales, aceptación de iniciativas políticas). En cambio SO proclamaba la autonomía de sus sindicatos, su apoliticismo, su amor por el activismo y su táctica de acción directa, que establecía que: “en los conflictos establecidos entre trabajo y capital, no ha de admitirse injerencia de intermediario alguno”. Por ello el divorcio entre UGT y CNT, estuvo servido desde sus orígenes.
Se funda la CNT
Por todo lo expuesto, a iniciativa de SO y de los sindicatos catalanes, en 1910 se crea la CNT, que nace como organización SR. Así se expresa el Comité Nacional de la CNT a través del periódico Solidaridad Obrera el 15 de septiembre de 1911:
“Para evitar una nueva repetición de estos sucesos (la desarticulación de las organizaciones obreras), no encontramos cosa que mayor convicción nos proporcionara, que la constitución de la CNT a base de federaciones comarcales, regionales, de industria y de oficio, las cuales se integrarán en la Confederación Nacional, para recabar la seguridad de que robustecida la personalidad de cada región, en el caso, aunque muy lastimoso, bastante probable, de fracasar por unas causas u otras el Consejo Central del organismo nacional, no implicara, como hasta aquí, el derrumbamiento total de dicho organismo y la desaparición por cierto número de años de la organización nacional del proletariado, pues éste quedaría siempre en pie, cobijado en sus respectivas organizaciones regionales”.
Por lo tanto la CNT dará autonomía a las organizaciones que la constituyen, promoviendo la “solidaridad de los trabajadores sindicados” desde una plataforma territorial (la localidad, la comarca, la región), frente a la “solidaridad nacional de los miembros de un mismo oficio”. Hay que señalar que esta nueva Confederación inmediatamente convoca una huelga general, y es perseguida e ilegalizada hasta 1914. Sólo empieza a funcionar de forma más o menos orgánica (siguiendo sus Estatutos) hacia 1915.
Los sindicatos de oficio
Conviene volver a insistir, para entender los debates del Congreso de Sans, que hasta ese momento, y durante el desarrollo de la CNT, las sociedades obreras anarquistas que se articulan en ella son “de oficio”.
Por ejemplo, los toneleros de un barrio podían estar federados en una organización, o incluso coexistir dos o más sociedades diferentes de toneleros en el mismo barrio. Esas organizaciones federaban a los toneleros de la región y de España con sus respectivas federaciones de toneleros, locales, comarcales, regionales y nacionales, desarrollando la solidaridad corporativa de los miembros del mismo oficio.
Los SR, por el contrario, van a insistir en la necesidad de constituir sindicatos de ramo, es decir, los que integren a toneleros, constructores de carretas, constructores de pianos, ebanistas... sin diferenciar a aprendices de peones o de oficiales, en el Sindicato Único del Ramo de la Madera, para fomentar la solidaridad de clase. Ese sindicato se coordina con los de una misma localidad en una Federación Local, y esa Federación Local con otras en una confederación Regional, y las diversas confederaciones en la Nacional, para fomentar la solidaridad y apoyo entre diversos ramos.
Esto no quiere decir que los AS estén por las sociedades de oficio y los SR por los sindicatos de ramo. Por los sindicatos únicos van a estar todos cuantos quieren darle al sindicato una base territorial y un mecanismo de solidaridad por encima del oficio. Y por los sindicatos de oficio van a estar sociedades de larga trayectoria muchas veces anarquista, con tradición organizativa muy fuerte, que se resisten a abandonar la estructura orgánica que han tenido hasta ese momento. Ya se ha explicado un poco más atrás, que no hay tendencias organizadas en torno al AS y al SR, sino que hay ideas a las que se adscriben personas, y personas que pueden cambiar de opinión a lo largo del tiempo en función de la experiencia.