El 5º Regimiento y el Comunismo en la guerra

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_nobody_
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El 5º Regimiento y el Comunismo en la guerra

Mensaje por _nobody_ » 12 Nov 2004, 20:21

En una de las historias oficiales del PCE de la guerra dicen esto:
El «milagro» de Madrid

Desde julio de 1936 hasta la batalla de Guadalajara, Madrid fue el objetivo estratégico fundamental de la ofensiva de los facciosos. Hitler y Mussolini alentaban a Franco a atacar y tomar la capital con la promesa de reconocer a su gobierno tan pronto como hubiera realiza conquista de Madrid. Ya el 7 de agosto de 1936, el general Mola anunció jactanciosamente que Madrid sería ocupado el día 15 de ese mes por las cuatro columnas que avanzaban hacia la capital y con la cooperación de los elementos fascistas y reaccionarios armados que existían en su interior, al conjunto de los cuales bautizó el general con el nombre de «Quinta Columna».

Los facciosos, extraordinariamente reforzados por el material de guerra que recibían de Italia y Alemania, por las fuerzas marroquíes y legionarias, apoyados por los tanques y la aviación italo-germanos y por la caballería mora, avanzaron con bastante rapidez sobre la capital. El 27 de septiembre los franquistas tomaron Toledo, con la Quinta Bandera de la Legión Extranjera, y un Tabor de Regulares Marroquíes, apoyados por tanques, aviones y cañones italianos y alemanes. [147] Estas fuerzas, por ironía de la Historia, se llamaban «nacionales».

La toma de Toledo acentuó la corriente de pesimismo que ya existía en el seno del Gobierno respecto a las posibilidades de defender a Madrid.

El Partido Comunista se alzó desde el primer momento contra ese espíritu derrotista y proclamó la posibilidad de defender la ciudad. Nuestro Partido tenía fe en la capacidad y el heroísmo de la clase obrera y del pueblo para realizar esa defensa, a condición de ser convenientemente dirigidos. Y, consciente de su responsabilidad histórica, asumió con energía y entusiasmo ese papel dirigente, dispuesto a realizar todos los sacrificios necesarios.

Toda la actividad práctica del Partido se concentró en la realización de un gigantesco y multifacético esfuerzo para organizar la lucha de todo el pueblo en la desigual batalla contra un enemigo poderoso, armado ya de un material de guerra modernísimo y con efectivos que ascendían (según comunicado del Cuartel General fascista de 7 de octubre de 1936) a 150.000 soldados.

«Defender a Madrid es defender a toda España», decía al pueblo el Partido Comunista. Y en la calle y cerca del Gobierno, exigía la adopción de medidas efectivas de guerra en Madrid:

«Militarización de toda la población civil, trabajo obligatorio, racionamiento, disciplina, castigo de los saboteadores».

El Partido intensificó la campaña pro fortificación de la capital. El 26 de septiembre de 1936, el 5º Regimiento proclamaba:

«Transformar cada casa, cada barriada, en fortalezas contra las que se estrellen los intentos del enemigo».

Y las fortificaciones empezaron a construirse gracias al tesón y la actividad del Partido, que supo vencer todas las dificultades que se oponían a la realización de esa labor, desde [148] la falta de medios materiales hasta las incomprensiones de Largo Caballero.

Pese a que algunas de las líneas proyectadas no se construyeron y a que otras lo fueron tardíamente, sólo en parte y con defectos, el colosal trabajo, en el que muchos días tomaron parte los dirigentes del Partido, se tradujo en realidades muy positivas: en el aspecto puramente militar dio solidez a la defensa; en el orden político y moral, el intensísimo trabajo de agitación del Partido en torno a la tarea de fortificación, en la que participó gran parte de la población, tanto masculina como femenina, de Madrid, contribuyó vigorosamente a elevar su espíritu combativo y a prepararla y movilizarla para la defensa.

Cientos de agitadores del Partido, algunos de los cuales no habían hablado antes en público ni una sola vez, daban diariamente mítines relámpago en los cuarteles, las fábricas, en los cines, en las esquinas de las calles, en los patios de las casas de vecindad.

El enemigo había llegado a los alrededores de la capital. Sus emisoras de radio anunciaron la toma inminente de Madrid, y hasta hubo algún periódico fascista que publicó el discurso de Franco celebrando, por anticipado, la imaginaria conquista. Pero ante las fuerzas del fascismo se alzaban las de un pueblo dispuesto a rechazar el ataque.

El día 6 de noviembre se trasladó el Gobierno a Valencia. De la ingente misión de defender a Madrid quedó encargada la Junta de Defensa, constituida por representantes de todos los Partidos políticos y organizaciones sindicales del Frente Popular, de la Juventud Socialista Unificada v de las Juventudes Libertarlas. Los dos puestos de mayor en aquellos momentos cruciales, los de las Consejerías de Guerra y Orden Público, fueron ocupados por los comunistas: Antonio Mije, miembro del Buró Político, y Santiago Carrillo, Secretario General de la Juventud Socialista Unificada, respectivamente. A partir de entonces la resistencia se hizo más efectiva. El 9 de noviembre, las unidades fascistas llegaban a las proximidades de la Ciudad Universitaria y penetraban en la Casa de Campo. Madrid se irguió como una muralla infranqueable y apareció ante el mundo entero animado de una [149] magnífica serenidad y de una fe profunda en su victoria sobre el fascismo. 30.000 combatientes del 5º Regimiento ocupaban los puestos de mayor peligro en la línea de un frente de combate al que ya era posible trasladarse desde el centro de la capital en tranvía o en el Metro. Y con «los del Quinto», a su lado, se batían también en primera línea más de 30.000 militantes de los 35.000 con que contaba entonces en Madrid la JSU y otros muchos miles de obreros y ciudadanos. Ese mismo día 9, dos columnas de defensores de la República desfilaban por Madrid en dirección al frente. La primera estaba constituida por los combatientes extranjeros de la Primera Brigada Internacional. El número de sus componentes era de 2.000; pero aquel puñado de valientes antifascistas encarnaba la solidaridad internacional, y su presencia en las trincheras contribuyó a elevar aún más la ya muy alta moral de los luchadores españoles. La segunda columna, organizada por el Partido Socialista Unificado de Cataluña, encarnaba la solidaridad de Cataluña con Madrid. Al frente de algunas fuerzas anarquistas, que se incorporaron también a la lucha en el frente de Madrid, el 15 de noviembre, figuraba el anarquista Buenaventura Durruti, valiente luchador proletario, que había de caer una semana después en el frente madrileño. Durruti, partidario de la unidad de acción obrera, encarnaba ese espíritu unitario y el heroísmo de que dieron muestras tantos obreros anarquistas.

Aunque los combates por Madrid continuaron con gran intensidad durante todo el resto del mes de noviembre, y se reprodujeron luego en sucesivas ofensivas, Madrid había ganado ya, en la primera decena de noviembre, la gran batalla defensiva. Hasta el fin de la guerra la capital permaneció en manos de los defensores de la República.

Como predecía José Díaz al cumplirse un mes de la resistencia heroica, la defensa de Madrid fue un hecho tan glorioso que ha quedado escrito en la historia con letras de fuego.

Miles de comunistas cayeron en la defensa al lado de otros miles de valientes antifascistas. Cayó Peña en el frente de la Sierra, Félix Bárcena al frente del Batallón Thaelman, Heredia a las puertas de Madrid, Evaristo Gil en Somosierra; como estos miembros del Comité Provincial, cubriéndose de gloria, ofrendaron su vida en defensa del pueblo cientos y cientos de [150] cuadros comunistas. Eran muchas y muy dolorosas las bajas del Partido, pero cada día acudían a engrosar sus filas cientos de otros obreros, campesinos e intelectuales. Crecía el número de miembros del Partido en toda España, se duplicaba, se triplicaba, llegó a cuadruplicarse en Madrid. Y no por el famoso «proselitismo» que, dando al vocablo un falso significado de habilidad y deslealtad hacia sus aliados, adjudicaban al Partido algunos dirigentes de otras fuerzas políticas, sino porque las masas veían en el Partido Comunista al más heroico defensor de los intereses del pueblo y de la patria, y en su política, la única política realista y justa para lograr la victoria.

La defensa de Madrid fue posible, en primer lugar, por la magnifica potencia combativa de nuestro pueblo. Pero el impulsor y organizador de esa potencia fue el Partido Comunista; su heroísmo y su capacidad de organización de las masas constituyeron los factores decisivos para que se realizara lo que fue calificado por muchos de «milagro» de la resistencia de Madrid.

La defensa de Madrid conmovió no sólo a España, sino al mundo entero. El Madrid sañudamente bombardeado por los «Saboyas», los «Junkers» y los cañones del fascismo extranjero; el Madrid atacado furiosamente por moros y legionarios: el Madrid de las casas rotas y el corazón entero, que cantó uno de los poetas del Partido, se alzaba sereno y altivo sobre su pedestal de escombros, como un escudo de la libertad y de la paz mundial.

«Los heroicos defensores de Madrid –decía la Internacional Comunista en su llamamiento con motivo del XIX aniversario de la gran Revolución Socialista de Octubre– defienden con sus pechos de la agresión fascista a toda la democracia europea, defienden de una nueva guerra mundial a toda la humanidad».
Dejando a un lado la utilización de la figura de Durruti para hablar de "unidad", resalté la cifra de combatientes por que me pareción del todo exagerada. Hablan de 30.000 combatientes del 5º regimiento y de otros tantos de las JSU. Y es que mirando las cifras de combatientes de noviembre salen 39100 el 23 de noviembre
http://www.gefrema.org/odb-gce/epr/colu ... ov1936.htm

Teniendo en cuenta que comenzaron unos 20000 combatientes el mes de noviembre. ¿Cómo iban a tener ellos 60.000? Ni que todas las bajas fueran suyas.

A todo esto, habria que ver si es cierto el numero que dan de tropas para el 5ª Regimiento.

Mucha cara

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