Moa y el Revisionismo Histórico

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Jorge.
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Moa y el Revisionismo Histórico

Mensaje por Jorge. » 05 Nov 2004, 08:22

http://periodicocnt.org/303jul2004/22/

Moa y el Revisionismo Histórico

José Luis Gutiérrez Molina
Artículo aparecido en la sección de Opinión del periódico cnt n°303 julio 2004


Sus libros han vendido miles de ejemplares y han llegado hasta un público habitualmente poco dado a la lectura. Además proporcionan herramientas para quienes justifican el golpe de Estado de julio de 1936 y las prácticas represivas de los sublevados y del régimen franquista nacido de su victoria. También son utilizados por los que pretenden oponer argumentos al tímido y tardío "movimiento por la recuperación de la memoria" que, durante estos últimos tiempos, busca que, por fin, tengan voz aquellos que fueron silenciados, primero, por la violencia entre 1939 y 1975 y, después, durante la actual monarquía parla- mentaria, sacrificados en beneficio de lo que se ha llamado la "transición española".

Las tesis de Moa son tan viejas como las justificaciones de los golpistas de 1936. Ni tan siquiera aportan relevantes novedades producto de la investigación. En realidad sólo buscan "limpiar la imagen de los fascistas y ocultar la verdad" como ha dicho recientemente Francisco Espinosa, uno de los historiadores habitualmente zaheridos por Moa. Pero sus libros sí han contado con una intensa campaña de promoción que, no por casualidad, se ha desarrollado durante los años de gobierno del Partido Popular. Durante ellos, además de contar del beneplácito y acceso a la televisión estatal, ha recibido el plus publicitario de ser lectura durante las vacaciones del entonces presidente de gobierno y del apoyo de viejos santones como el hispanista norteamericano Stanley Payne. El éxito de Moa ha preocupado a las mentes lúcidas del mundo académico español. Historiadores como Alberto Reig Tapia o Enrique Moradiellos han dedicado largos artículos a poner en evidencia sus carencias historiográficas. Excepciones dentro del encefalograma plano que caracteriza a los departamentos de Historia de las universidades más preocupados por sus gabelas que por implicarse en el mundo social. Aunque el mayor rechazo ha procedido de los ya citados grupos de "recuperación de la memoria histórica". Un movimiento ciudadano más allá de partidos e instituciones.

En cualquier caso, los laureles de Moa no deberían sorprender. La sociedad española está inerme ante operaciones de este tipo. Su impacto no hace sino reflejar la existencia de un amplio espectro social receptivo. El resultado de la política que, desde hace tres décadas, han mantenido las autoridades gubernativas y culturales españolas de afianzar el borrón y cuenta nueva, el pacto de amnesia, acordado con los grupos franquistas sobre la guerra y la represión. Al silencio producido por el miedo que llegaba hasta la médula, le sucedieron los llamamientos a la "responsabilidad", a no ser "revanchistas". Hasta tal punto fue eso así que no sólo los protagonistas sufrieron una segunda derrota, más dolorosa, la del olvido, sino que alcanzó el paroxismo con las agresiones que los disciplinados servicios de orden del PCE realizaron durante esos años contra quienes osaban romper el acuerdo exhibiendo en los mítines banderas republicanas.

El resultado fue que las iniciativas que surgieron fueron silenciadas o desarticuladas y que la historiografía interpretó la década de los años treinta como un enfrentamiento entre fascistas y defensores de un régimen democrático. Los rebeldes del verano de 1936 se sublevaron para cortar el proceso democrático que encabezada la Segunda República. Con ello dejaban fuera tanto la existencia de grupos sociales representativos que tenían aspiraciones revolucionarias, como la evidencia de que al golpe de estado le siguió un proceso revolucionario que, en definitiva, fue el que hizo volver los ojos y corazones de millones de personas hacia el Ruedo Ibérico. Un amplio hueco que la historiografía franquista ha aprovechado en su intento de reeditar viejas glorias. Cuando la única versión posible era la de los vencedores. Así, ha quedado delimitado el campo de batalla en torno a un "y tú, más" en el que ambos contendientes sí que se ponen de acuerdo en culpar a los "incontrolados", a los "anarquistas", de todos los males que se produjeron en la zona republicana. La revolución no existió y, si se le reconoce, es para atribuirle excesos y muertes.

En esta situación era cuestión de tiempo que sucediera lo que ha ocurrido con Moa: que el viejo franquismo reapareciera envuelto en nuevos celofanes. Las nuevas generaciones, y muchos miembros de las anteriores, carentes de referentes, embotadas por el repetido martilleo de que "no se repitan los horrores de la guerra civil" prestan oídos a las tesis de los vencedores. Es la consecuencia del pasteleo. Con el fascismo no se puede llegar a acuerdos. Hay que cerrarle el paso. La mejor forma es concienciando a la población y dándoles las herramientas que posibiliten que se tenga la máxima posibilidad de elección. Pero el conocimiento es peligroso. Ningún Estado lo pretende. Es preferible tener a unos ciudadanos que no piensen, en ningún sentido, que funcionen al ritmo de las consignas y acudan obedientes y disciplinados a delegar sus destinos, cada cuatro años, introduciendo papeletas en una urna. Pocos no olvidan que la desinformación es el mejor aliado de los totalitarismos sean del signo que sean.

Basta mirar lo que ha ocurrido en el mundo a partir del 11 de septiembre del 2001. El actual imperio, con la excusa de la seguridad —como en el mejor momento de los nazis— utiliza instrumentos que pocos se diferencian de los del III Reich alemán: campos de concentración, zonas oscuras jurídicas, torturas, criminalizaciones raciales y culturales, etc. Moa y los "revisionistas" no son sino una expresión más de la peligrosa tendencia actual al totalitarismo existente. Los actuales lamentos no dejarán de ser lágrimas de cocodrilos si, además de desenmascarar a Moa y a los otros escritores revisionistas, como César Vidal, no se dan los pasos necesarios para realizar una honesta lectura de los acontecimientos, y del proceso que condujo a ellos, de 1931-1939. Si no se tiene ningún miedo, ni reparo, en reconocer que la pretensión de los fascistas no sólo era terminar con la "democracia" sino, sobre todo, terminar de una vez con todas con la tradición y las posibilidades revolucionarias en España.

Actualmente no es políticamente correcto reivindicar la revolución, el cambio social. Sólo se aceptan los matices, las "terceras vías" dentro del capitalismo, la única posibilidad de estructura social posible. La búsqueda de un cambio social se identifica con violencia, con terrorismo. Olvidando que si hubo un estallido revolucionario en España lo fue precisamente como respuesta a un golpe de estado; que si hay violencia en los cambios sociales es precisamente por la resistencia a ellos. ¿Cuánta sangre ha costado las mejoras obreras que tan alegremente dilapidan hoy los gestores socialdemócratas en un vano intento de saciar el hambre del capital?

Que las obras de Pío Moa se vendan y difundan tanto preocupa, pero más debe inquietar que lo hagan por lo que indica de desmemoria, de falta de conciencia, de incultura de una sociedad española en la que sólo parece primar el espíritu conformista del "mamaíta que me quede como estoy". La confirmación del siniestro vaticinio del dictador: está todo atado y bien atado. Desde esta perspectiva cómo debe extrañar que en una sociedad con importantes rasgos franquistas triunfen obras de franquistas como el señor Pío Moa Rodríguez.

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José Luis Gutiérrez Molina es junto a Enrique López Marín y Fernando Ventura, fundador de la Asociación Cultural Las Siete Entidades de Sevilla, asiduo conferenciante en actos organizados por CNT y el movimiento libertario. Colaboraciones suyas pueden leerse en publicaciones de carácter histórico (El Ateneo, Papeles de Historia, Bulletin d'Histoire conteporaine de l'Espagne de Burdeos, Cádiz, Revista de Historia Moderna y Contemporánea...) en las Actas de diversos congresos a los que ha asistido (Congreso sobre Andalucismo histórico, Sevilla 1995 y 1999, Jaén 1996, Encuentros de Historia y Arqueología, Cádiz 1993, 1995, 1997 etc.) y en Archipiélago, El libertario Andaluz... Autor de numerosísimos trabajos de carácter histórico especialmente sobre anarquismo anda- luz y sobre historia industrial Capital vasco e industria andaluza. El astillero Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz (Cádiz 1996) Astilleros Españoles 1872-1998. La construcción naval en España (Madrid 1998 en colaboración), Colectividades libertarias en Castilla (Madrid 1977), Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República (Madrid-Móstoles 1994), Economía andaluza e historia industrial. Estudios en homenaje a Jordi Nadal (Granada 1999, en colaboración), La idea revolucionaria. El anarquismo organizado en Andalucía y Cádiz durante los años treinta (Móstoles-Sevilla 1993) Se nace hombre libre (Cádiz 1997, edición de obras de V. Ballester), Seis estudios sobre el proletariado andaluz (Córdoba 1984, en colaboración), Siglo y medio del ferrocarril en España 1848-1998 (Madrid 1999, en colaboración). Además es autor de las notas e introducción a La anarquía según Andalucía (Sevilla 1996), Durruti en la Revolución Española (Sevilla 1996), Un encuentro. Federica montseny en Andalucía, verano de 1932 (Sevilla 1994). (De Esbozo de una Enciclopedia histórica del anarquismo español de Miguel Íñiguez).

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Arrocero
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Mensaje por Arrocero » 05 Nov 2004, 10:52

A Pio Moa lo venden como a un ex-GRAPO que "vio la luz", por eso vende tanto. El tipo intelectualmente no es nada del otro viernes, pero el aparato publicitario que hay alrededor de el si lo es

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