Cinco días de Julio en Sevilla
Publicado: 16 Jul 2006, 17:57
La foto que estoy mirando en El Correo de Andalucía muestra una barricada en la Plaza de San Marcos. Consiste en una pequeña muralla que apenas llega a la barriga de una persona puesta en pie. La han fabricado con adoquines y materiales de construcción. Una veintena de personas, hombres y mujeres, vestidos de calle (ellas con abanicos), conversan mientras esperan que llegue el ejército. Es un día muy soleado. Nadie posee a la vista ni una triste escopeta, ni una pistola, nada. El diecisiete de julio de mil novecientos treinta y seis las organizaciones sindicales han pedido al Gobernador Civil, Varela Rendueles, que reparta armas. Se ha negado y se seguirá negando hasta el final.
Al día siguiente, dieciocho, una sección del cuerpo de Ingenieros ocupa la Maestranza de Artillería sin resistencia. Las diversas unidades del ejército y de la guardia civil (un millar de hombres), bien pertrechadas con material de guerra, fusiles, ametralladoras, cañones, morteros..., avanzan por el centro de Sevilla disponiendo retenes de vigilancia. Únicamente se les enfrenta la Guardia de Asalto. Los republicanos se atrincheran en el Hotel Inglaterra y en Telefónica. Son derrotados en poco tiempo gracias al empleo de artillería. El Ayuntamiento, que celebra un pleno ordinario, es tomado por soldados de Intendencia tras sofocar la resistencia de la Guardia Municipal. El Alcalde, Horacio Hermoso, recibe a los golpistas y es fusilado. Así finaliza la refriega con las fuerzas republicanas.
Mientras esto ocurre, los barrios obreros se levantan: Triana, la Macarena, San Marcos, San Bernardo, San Julián, San Luis, Nervión, Amate, El Cerro... Carentes de armamento, los civiles son repelidos en sus intentos de asaltar los cuarteles y han de volver a sus barrios esperando que lleguen refuerzos de Huelva: la Columna Minera. Pero el día 19 esa columna es traicionada por los militares incluidos en ella, que la llevan a una emboscada en La Pañoleta. El día 19 llegan también los mercenarios del Ejército de África, varios miles de efectivos. Tres días más resistirán los sevillanos a la Legión y a las tropas de regulares en una batalla en la que se lucha casa por casa, y en la que los golpistas emplean a hijos de los obreros como escudos humanos. Natividad Morales López (3 años), Valeriana Romero Baena (5 años) y Manuel Chaves Maqueda (12 años), mueren durante los combates. El día 22 los últimos resistentes son barridos a cañonazos en el Arco de la Macarena.
Inicio del drama, los numerosos presos son concentrados en diversos puntos desde los que partirían a su triste destino: el pelotón de ejecución. Cuatro mil personas fueron así asesinadas en Sevilla capital. Trabajadores, ancianos sacados de la cama, mujeres, anarquistas, socialistas, comunistas, republicanos, funcionarios... En toda la provincia se cifran en unos doce mil los muertos según Ortiz Villalba ("Del Golpe militar a la Guerra Civil"), hasta el año de 1945. En el bando fascista se cuentan seis muertos a manos de los obreros.
Los vencedores, que se alzan para defender la propiedad, se ceban en los restos de sus víctimas: incautan sus bienes, roban sus cuentas corrientes, expropian sus viviendas y se lucran con la carnicería repartiéndose el botín y los cargos en la administración del nuevo Estado.
Así acabaron los franquistas, la derecha española, con el tejido ideológico, solidario, de los trabajadores y trabajadoras sevillanos. Así barrieron sus símbolos, sus signos de identidad, sus proyectos y esperanzas. Así los redujeron al silencio.
De ese mundo venimos nosotros. Somos el producto de la derrota que sufrimos en la llamada Guerra Civil Española. Una Guerra Social en donde los ricos, los poderosos y sus lacayos se dedicaron al exterminio físico de quienes un día vieron un mundo nuevo a su alcance. No solo una guerra, sino un verdadero etnocidio, porque mataron junto a las personas, una forma distinta de entender la vida.
Al día siguiente, dieciocho, una sección del cuerpo de Ingenieros ocupa la Maestranza de Artillería sin resistencia. Las diversas unidades del ejército y de la guardia civil (un millar de hombres), bien pertrechadas con material de guerra, fusiles, ametralladoras, cañones, morteros..., avanzan por el centro de Sevilla disponiendo retenes de vigilancia. Únicamente se les enfrenta la Guardia de Asalto. Los republicanos se atrincheran en el Hotel Inglaterra y en Telefónica. Son derrotados en poco tiempo gracias al empleo de artillería. El Ayuntamiento, que celebra un pleno ordinario, es tomado por soldados de Intendencia tras sofocar la resistencia de la Guardia Municipal. El Alcalde, Horacio Hermoso, recibe a los golpistas y es fusilado. Así finaliza la refriega con las fuerzas republicanas.
Mientras esto ocurre, los barrios obreros se levantan: Triana, la Macarena, San Marcos, San Bernardo, San Julián, San Luis, Nervión, Amate, El Cerro... Carentes de armamento, los civiles son repelidos en sus intentos de asaltar los cuarteles y han de volver a sus barrios esperando que lleguen refuerzos de Huelva: la Columna Minera. Pero el día 19 esa columna es traicionada por los militares incluidos en ella, que la llevan a una emboscada en La Pañoleta. El día 19 llegan también los mercenarios del Ejército de África, varios miles de efectivos. Tres días más resistirán los sevillanos a la Legión y a las tropas de regulares en una batalla en la que se lucha casa por casa, y en la que los golpistas emplean a hijos de los obreros como escudos humanos. Natividad Morales López (3 años), Valeriana Romero Baena (5 años) y Manuel Chaves Maqueda (12 años), mueren durante los combates. El día 22 los últimos resistentes son barridos a cañonazos en el Arco de la Macarena.
Inicio del drama, los numerosos presos son concentrados en diversos puntos desde los que partirían a su triste destino: el pelotón de ejecución. Cuatro mil personas fueron así asesinadas en Sevilla capital. Trabajadores, ancianos sacados de la cama, mujeres, anarquistas, socialistas, comunistas, republicanos, funcionarios... En toda la provincia se cifran en unos doce mil los muertos según Ortiz Villalba ("Del Golpe militar a la Guerra Civil"), hasta el año de 1945. En el bando fascista se cuentan seis muertos a manos de los obreros.
Los vencedores, que se alzan para defender la propiedad, se ceban en los restos de sus víctimas: incautan sus bienes, roban sus cuentas corrientes, expropian sus viviendas y se lucran con la carnicería repartiéndose el botín y los cargos en la administración del nuevo Estado.
Así acabaron los franquistas, la derecha española, con el tejido ideológico, solidario, de los trabajadores y trabajadoras sevillanos. Así barrieron sus símbolos, sus signos de identidad, sus proyectos y esperanzas. Así los redujeron al silencio.
De ese mundo venimos nosotros. Somos el producto de la derrota que sufrimos en la llamada Guerra Civil Española. Una Guerra Social en donde los ricos, los poderosos y sus lacayos se dedicaron al exterminio físico de quienes un día vieron un mundo nuevo a su alcance. No solo una guerra, sino un verdadero etnocidio, porque mataron junto a las personas, una forma distinta de entender la vida.