Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

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Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por blia blia blia. » 04 Dic 2017, 20:22

Este texto de Patricia Castro (@_espatricia en twitter) una comunista feminista está dando mucho que hablar. Básicamente arremete contra ciertas dinámicas que se basan en perspectivas postmodernas.

Yo no sé qué pensar. Hay categorías aparte de la clase social que pueden ser construcciones sociales, pero no imaginarias (género, raza,...). De acuerdo que la autora es feminista (y seguro que antiracista) y no se estará refiriendo a estas luchas, pero no sé dónde está la frontera de una lucha contra una opresión real y una demanda producto de los deseos. A mí me cuesta decirle a una persona que eso que tanto le perturba ( por ejemplo, no sentirse a gusto en ningún género de los establecidos, ni siquiera como hombre gay o mujer transexual) es una chorrada. Porque, la verdad, nunca he conocido a nadie así, en cambio machistas a punta pala. Veganos recalcitrantes sí, y si dicen que en un espacio no se puede consumir carne, no digo ni pío. Admiro sus convicciones y determinación. ¿Complejo de inferioridad?

No sé si todo esto está relacionado con la importancia que se da a las guerras culturales, Gramsci, la lucha en la supraestructura por la hegemonía, los significantes vacíos, el libro ¿Qué pasa con Kansas? de Thomas Frank y demás.
Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Quedan ya muy lejos los días de las grandes movilizaciones sociales, de calles llenas y protestas ensordecedoras a favor del movimiento obrero, de la mejora de condiciones de vida y de la dignidad humana. Ahora todo son luchas parciales, que lejos de sumar y hacer un bloque unido y complejo, dividen sin cesar y atomizan todas las causas que otrora lograron grandes cambios en la sociedad. Vivimos tiempos donde lo simbólico le ha ganado la partida a lo real, donde importan mucho más las formas que el contenido, y donde todos nos hemos convertido en nuestros propios enemigos. Bienvenidos al siglo de lo banal y lo posmoderno.

La posmodernidad es el caballo de Troya de la izquierda. Ha destrozado toda la solidaridad existente entre las clases populares y el mismo concepto de bien común, así como los valores de fraternidad, igualdad y justicia que teníamos. En estos tiempos reina el individuo por encima de todas las cosas, es la tiranía y el desprecio a cualquier colectivo que no quiera hacer de la diferencia su lucha, sino la búsqueda de frentes comunes amplios que nos hagan mejorar el bienestar general. Ahora se pelea para que cada grupo tenga sus derechos, no para hacer un mundo mejor, ni más justo; sólo se busca el beneficio propio. El triunfo del individualismo y competencia atroz, que fomenta una carrera por diferenciarse y destacar, donde lo normal se penaliza y ser único se premia. Incluso los grupos que se crean para llevar a cabo estos nuevos activismos tienden a escindirse y atomizarse cada vez más, porque cualquier excusa es buena para encontrar una peculiaridad o un rasgo que lo diferencie del prójimo. Es todo lo contrario a los valores por los que la izquierda ha luchado siempre, la organización y lo colectivo están en vías de extinción. Mientras la derecha copa el descontento social y el fascismo avanza, la posmodernidad se ha vuelto un dogma de fe que no puede ser puesto en duda, se acaba convirtiendo en una especie de fascismo cuqui, donde existen cien partidos y una única política.

La izquierda ha abandonado la lucha contra de la explotación en cualquiera de sus formas, ya sea el trabajo asalariado o la explotación sexual y prostitución, a pasar a defenderla y regularla. Todo aquello que cuestiona a las raíces del sistema es visto como algo trasnochado y pasado de moda, en pos de una forma de pseudolucha que no critica las estructuras sino que se acomoda en ellas. Todo lo que antes era esclavitud y sometimiento ahora es sinónimo del mal llamado empoderamiento y libertad. Buscamos formas de evadirnos de la dura realidad, y pensando que cambiando nuestra forma de ver las cosas y redefiniendo conceptos, podemos tomar las riendas de nuestra vida; es una falacia bastante extendida. No podemos ser dueños de nuestro propio destino si no somos conscientes de las estructuras que condicionan nuestra vida, y que debemos cambiar para poder cambiar la sociedad. Todo lo demás son cuentos moralizantes, según las ideas que triunfen en la época. Se ha pasado de querer acabar con esta lacra de sistema a querer decorar nuestra basura como nos plazca. Y realmente podemos hacer lo que queramos, pero eso no tiene nada de emancipatorio ni progresista, por mucho que nos quieran hacer ver que sí. Sufrimos una terrible disonancia cognitiva, donde hemos pasado de combatir el veneno y decir que es malo, a justificar su uso porque la gran mayoría así lo piensa. Negar la realidad no conforma ninguna solución, nos lleva a un callejón sin salida.

Abandonar el análisis científico y la racionalidad ha comportado llevar políticas contradictorias y en muchas ocasiones acabar justificando muchos de los comportamientos de la derecha. Porque los grandes impulsores de las políticas de identidad fueron los partidos de izquierda a lo largo de los 90 y 2000, con Tony Blair y Bill Clinton a la cabeza. En vez de combatirlas ferozmente, se tomó el testigo de la contrarrevolución neoliberal que se había dado en la década de los 80. Pasamos de criticar a Thatcher por decir aquello de “No hay alternativa, la sociedad no existe, solo existen los individuos” a ser fieles seguidores de sus enseñanzas. Nos hicimos defensores de la doctrina neoliberal, de justificar el egoísmo y el individualismo, pasamos de ir contra Reagan por querer acabar con el bloque hegemónico de la URSS –que hacía de contrapeso al capitalismo occidental–, a tener vergüenza por pronunciar la palabra socialización. Después de 40 años de derrota, vemos las costuras de este monstruo que resulta ser Occidente. Ahora sabemos que tras la caída del muro de Berlín no fuimos ganadores de nada, sino que perdimos toda la esperanza de un futuro mejor. Y así estamos, retrocediendo a pasos agigantados, dejándonos vencer por el corporativismo de las transnacionales, que lejos de claudicar ahora gobiernan sin tener que manejar títeres en la principal potencia del mundo: Estados Unidos. Donald Trump es la encarnación de la oligarquía americana, el quinto jinete del apocalipsis financiero. No olvidemos que este magnate –autoproclamado defensor de los trabajadores y de ese hombre blanco que ahora tiene la culpa incluso de la explosión del Big Bang –, ganó su fortuna gracias a la especulación inmobiliaria y a la ingeniería financiera. Tras la dura crisis en los 70 que arrasó la ciudad de Nueva York, Trump se dedicó a comprar edificios emblemáticos y rascacielos a precio de saldo. Justamente fue en esa época donde se inició la gentrificación de Manhattan y el principio del auge de Wall Street como los depredadores de la economía global. Por entonces el presidente de Estados Unidos, el actor secundario Reagan, sólo hizo que levantar las compuertas y dejar correr al torrente del capital que ahora nos ahoga como sociedad. En vez de regular, echó leña al fuego y todos ardimos con él. Los pobres no existían, las protestas de colectivos dispares comenzaron a florecer y también la popularidad de Patti Smith.

En 1972, Pasolini advertía sobre el movimiento hippie que “derecha e izquierda se habían fusionado físicamente”. Tanto los pacifistas de la resistencia no violenta como los que protestaban en Mayo del 68 –fruto del situacionismo francés de mitad de siglo – fueron premonitorios de aquella enajenación colectiva que resultaría ser la santa alianza entre la posmodernidad y el capitalismo. Con propuestas que aún a día de hoy siguen siendo válidas y necesarias, había un cambio más profundo en su interior. Ya no se luchaba por transformar la realidad, sino la mente y la forma en que nos imaginábamos las cosas. La crítica iba más allá de un sistema capitalista inoperante y basado en parches sistemáticos, iba contra la misma idea de existir y relacionarnos. Cierto es que estas protestas se dieron en la época dorada del capitalismo, en esos años de oro donde Occidente experimentó el mayor crecimiento de la historia; eran tiempos de abundancia y donde ya nada llenaba, con el existencialismo en boca de todos los jóvenes. La filosofía se había convertido en un producto de consumo, en una moda más a seguir. Y después de una juventud que buscaba una alternativa, llegó la generación del punk, donde Reagan y Thatcher se comían el mundo y la música era ruidosa, visceral y sincera, y mostraba ese malestar que poco a poco iba llenando todo. No había esperanza, ni futuro, sólo neoliberalismo, o capitalismo global financiero, como le quieran llamar.

Y así nos adentramos poco a poco en los 90, con las protestas altermundistas en auge y con el nacimiento del feminismo de la tercera ola –alguna vez deberíamos de hablar del feminismo como una doctrina políticosocial y no sólo como un producto que surge a raíz de ciertos cambios culturales, pero eso es otra historia–. También tenemos que tratar los movimientos antirracistas, LGTB y el ecologismo. Todos los –ismos modernos, luchan por separado cada tema, buscando diferenciarse cada vez más entre ellos y a la vez creando más escisiones en cada colectivo. Son necesarias sus aportaciones puesto que en el mundo existe racismo, machismo y el planeta está gravemente herido, pero quizá debamos replantearnos si la lucha atomizada tiene sentido. Son un hecho las múltiples discusiones que se tienen actualmente sobre la inclusión de más siglas al colectivo LGTB y sobre la misma definición de cada término, ¿bisexual y pansexual son lo mismo? ¿Si lo son para que se necesitan dos palabras para nombrar lo mismo? Sólo por mencionar alguna de las problemáticas actuales. Las políticas de identidad están basadas en el sentimiento de pertenencia a un grupo, el cual se puede escoger, en vez de ser consciente que se forma parte de un estrato de la sociedad al que estamos vinculados por nuestras condiciones socioeconómicas. Es decir, se prioriza el sentir, y la irracionalidad por encima del análisis y el ser. Nos podemos sentir de muchas formas, pero ser sólo somos un abanico limitado de cosas. Nos hemos convertido en nuestros carceleros, todos somos opresores, y nos pasamos el día cuestionándonos a nosotros mismos y nuestros iguales en vez de levantar la cabeza y mirar hacia arriba. Infinidad de causas, a veces justas y dignas, otras ridículas y sinsentido, se superponen ad fininitum hasta llegar a competir por cuanto de oprimidos estamos y quién lo esté más es el más válido para quejarse. Así se acaba matando la espontaneidad de una protesta o la legitimidad de poder quejarse, porque no nos parece sincera su queja; el relativismo absoluto es una forma nueva de totalitarismo. Tras mil estudios financiados por universidades de prestigio siempre se acaba llegando a la conclusión que todo es culpa de los hombres cisheteros de primer mundo que votan a Trump. Esta conducta es típica de la lógica neoliberal, y de la izquierda posmoderna que ha medrado abandonando toda su conciencia de clase y vaciándose de contenido, culpando a la gran mayoría de sociedad y poniendo el foco de problema en los individuos que la componen sin tener en cuenta el mundo que fabrica a éstos, ni como están canalizando su malestar. Se acaba por simplificar los hechos de una realidad sumamente compleja. Es más fácil prometer reformas feministas como el uso de cuotas, o carriles bicis más anchos, que mejoras en las condiciones laborales de las trabajadoras o tratar el abandono de las ciudades periféricas y su deterioro.

En la actualidad tenemos a grupos de feministas cuestionando las leyes que dicta la Constitución por ser injustas –cosa muy cierta – pero sin parar a pensar que son el resultado de un tiempo y unas estructuras determinadas. Critican leyes discriminatorias de la mujer por ser patriarcales, sin hacer un análisis del sistema, donde claramente la justicia sólo existe para las clases con cierto poder adquisitivo y las élites, donde el pobre es fulminado. Se obvia la principal causa que atraviesa todo tipo de movimientos y opresiones, que es la clase social. Obama era un blanco rico pintado de negro, no fue juzgado por su color de piel como lo hubiera sido una persona en condiciones de pobreza. Otro ejemplo lo tenemos en el feminismo liberal que Hillary Clinton intentó impulsar para ganar la campaña a la presidencia de Estados Unidos, a favor de muchas minorías y la concesión de derechos que sólo fomentaban la creación de lobbies de presión, en vez de unas leyes justas que emancipasen a todos los individuos en vez de subyugarlos para el beneficio de unas cuantos. Todo se confunde. Movimientos antiespecistas que le dan la misma importancia a una gallina que a un ser humano, donde se relativiza el valor de la vida humana, llegando a equiparar en ocasiones los mataderos de animales con el Holocausto nazi – banalizando el mal y deformando la realidad – cuando los animales no tienen conciencia ninguna. ¿Dónde ponemos el límite? ¿Matar una hormiga está bien? ¿Los ácaros que tenemos en el colchón no merecen también una vida digna? ¿Dejamos de dormir en camas por el estrés que puedan sufrir? Sólo a través de una crítica racional y dialéctica podemos llegar a saber qué es lo que nos beneficia como sociedad y que hábitos pueden ser saludables. Pero toda aquella doctrina que deshumanice al ser humano, está un paso más cerca de la caverna y el oscurantismo que de la liberación de la humanidad. Abandonar los hechos es abandonar la razón y basarse en interpretaciones que sólo crean humo.

El problema de fondo ha estado en el abandono del materialismo y la regresión a un idealismo que es imposible cumplir porque no analiza las condiciones reales, sino que atiende a la irracionalidad de las sensaciones y da la espalda al cientifismo. La ciencia no es democrática, las leyes de la gravedad no pueden deconstruirse, son absolutas. Pensar que todos somos enemigos de todos ha hecho crecer un recelo muy grande en la sociedad, ha provocado un rechazo a los valores de compromiso y solidaridad en los que se había basado la izquierda hasta la irrupción de la posmodernidad en sus filas. Ahora importan más las fotos, las palabras y el discurso que los hechos y el trabajo de campo, donde se valora más la incidencia de las campañas en las redes sociales que un buen trabajo en la calle, mejorando las condiciones de vida de la gente. Los debates actuales sobre la regulación de la prostitución, la defensa de la maternidad subrogada buscando alternativas “éticas” o las últimas formas de economía colaborativa ponen de manifiesto la descomposición de la izquierda que aportaba luz al mundo y luchaba por dominar las estructuras, para conseguir el progreso de la sociedad y la emancipación de la humanidad. Todo lo que empodera nos ata más fuerte a nuestras cadenas. Sin el resurgir de la clase trabajadora y de la conciencia obrera como motor de trasformación social, no podremos construir una alternativa real, viable, ni mejor a este sistema caduco que sufrimos hoy en día. Si lo conseguimos o no, depende en gran parte de nosotros.

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salvoechea
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por salvoechea » 04 Dic 2017, 22:46

Me ha gustado.

Lo que no he entendido ha sido tu introducción, blia
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por blia blia blia. » 05 Dic 2017, 14:50

salvoechea escribió:Lo que no he entendido ha sido tu introducción, blia
:oops: :oops: :oops: :oops: Pues me pregunto qué cuestiones son reivindicables y cuáles son caprichos de pijo-progre.

Me respondo: Más que la cuestión en sí es su forma de abordarla. Si analizamos los conflictos de género o raza descontextualizando el entorno (en particular la clase social), acabamos diciendo bobadas seguro.

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Joreg
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Joreg » 05 Dic 2017, 18:47

A mí el relato que lleva a cabo no me convence.

La izquierda, no es solo la que se lanzó a defender luchas como las feministas, la pacifista, la de los homosexuales y transexuales, la ecologista y la de lo que se llamó "nuevos movimientos sociales". Ya que se va a ser crítico, hay que señalar que la izquierda que se vino abajo, fue la de los partidos comunistas: el portugués, el italiano, el francés, el español... Y también el húngaro, el checo, el polaco, el rumano, el vietnamita, el chino, la URSS... ¿Y qué decir de los sindicatos? ¿Dónde quedaron los proyectos de la FSM? ¿O del hundimiento de esa película, también tuvieron la culpa los posmodernos? Hay una parte de la crítica que hacen esos posmodernos, que es muy aprovechable, y que deriva de una larga tradición de críticas, que parten de Karl Korsch, la escuela de frankfurt y toda esa peña de después de la guerra mundial, que constatan que el socialismo real, es un espanto en muchos aspectos, y que lo que es peor, ha creacdo una nueva "clase", que no es propietaria de los medios de producción, pero que los monopoliza y es propietaria de los medios de represión, gozando de muy diversos privilegios.

En cuanto al tema de luchas parciales, a ellas no han sido exentas los comunistas. Palestina, la OTAN, el appartheid en Sudáfrica...

Siempre me ha sorprendido la ceguera de la gente comunista de Estado, que son capaces de descuartizar al más pintado, pasando de puntillas sobre sus propias cagadas. Porque si hubo una caída gorda, monumental en el siglo XX, no se debió a los posmodernos, a no ser que se quiera pensar ahora que los jipis y cuatro colgaos, fueron los artíficies de la caída de la URSS, del capitalismo de China y Vietnam, del genocidio de Camboya y de la desecación del Mar de Aral.

Hay que agradecer, no obstante, que llamen cuasifascistas a quienquiera que sean los posmodernos. En otros momentos históricos, te ponían la etiqueta al completo, y a cascarla.
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Joreg
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Joreg » 06 Dic 2017, 09:15

Hay otra cosa que querría señalar. Bueno, en realidad mis objeciones no tienen fin, no porque yo defienda el posmodernismo, ya que no tengo ni idea de qué es eso en realidad, si no por lo que encierra la crítica.

Ahí en ese artículo dice la autora que "hemos abandonado el análisis científico y la racionalidad". Y, para nada. La ciencia sigue estando en pie de guerra en el ámbito de las ciencias naturales. Física, química, etc., siguen moviéndose con el método científico. Otra cosa son las ciencias sociales: sicología, economía, sociología, antropología, historia... Y dentro de los que estudian esas cosas, los marxistas. En los años sesenta y setenta, los marxistas presumían de tener un método científico materialista de análisis de los hechos sociales, el MH y el MD. Método tan científico, que no les permitió prever el colapso del sistema en los países del "socialismo real". Millones de cuadros formados en las escuelas de técnicos de los diversos partidos, y que acababan en las universidades húngaras, alemanas o rusas, fueron incapaces de verlas venir. ¿En qué se traducía entonces el análisis científico marxista? En una liturgia, una serie de recetas de alquimista que establecían pronósticos como el oráculo hacía profecías. Y al final, con tanto análisis científico y tanta hostia, todo se les fue a la mierda. Y lo disolvieron los propios dirigentes comunistas. Se quedaron todos con la boca abierta, intentando explicar qué cuernos había pasado. ¿Cómo fue que cayó el Muro, cuando unos días antes había estado desfilando el ejército y el pueblo, conmemorando la fundación de la RDA? Compárese ello con la persistencia de Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia.

¿Cuál es la queja de esta autora en mi opinión? No que la izquierda ahora mismo sea de un reformismo atroz (por resumir lo que dice). La queja es que la izquierda no se encuentra unida exactamente en un partido, tal cual a ella le gustaría. Cosa que también encantaría a otros, dicho sea de paso, siempre que se tratase de su secta.
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salvoechea
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por salvoechea » 06 Dic 2017, 10:03

Jorge, pero tu la criticas por marxista, no por lo que dice en el texto. yo no la leo decir eso que tu dices del partido y la única nostalgia es la de la lucha de la clase trabajadora. Supongo que todo lo demás que criticas es por deducción
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Cilurnum » 06 Dic 2017, 11:04

Pues a mí los comentarios de Joreg me parecieron acertadísimos. Veo un deje megalómano y condescendencia con otras perspectivas.

"...También tenemos que tratar los movimientos antirracistas, LGTB y el ecologismo. Todos los –ismos modernos, luchan por separado cada tema, buscando diferenciarse cada vez más entre ellos y a la vez creando más escisiones en cada colectivo."

Cito esta frase como ejemplo del análisis de brocha gorda que hace. Soltar esto a la ligera tiene tela, en ningún momento vi yo que entre compas que luchan en frentes distintos haya un afán de diferenciarse más y más. Pretender homogeneizar todos esos frentes no lo veo muy emancipador, sino como una apisonadora. Dame un huerto con pimientos, tomates, cereales, lechugas, patatas, un par de geranios que hacen guapo, guisantes... Paso de monocultivo de patatas que luego pasa lo de Irlanda.

¿Qué propuesta se deduce de este texto? A mí no sé por qué me da que sea lo que sea, lleva bigote.
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Joreg » 06 Dic 2017, 12:23

salvoechea escribió:Jorge, pero tu la criticas por marxista, no por lo que dice en el texto. yo no la leo decir eso que tu dices del partido y la única nostalgia es la de la lucha de la clase trabajadora. Supongo que todo lo demás que criticas es por deducción
Ya. Es que no lo puede decir, pero a mí me parece que criticar el "posmodernismo", diciendo que es "abdicar de la ciencia y la razón", es desconocer qué cosa es el posmodernismo, o los autores que engloban en ese término. Porque si bien puede haber un posmodernismo "reaccionario e impostor", más pesado que un saco de cemento, hubo un posmodernismo "de resistencia". Se trata de una pléyade de autores que son "académicos", y que lo que vienen a decir, es que las viejas ideas del cientificismo, no son válidas para explicar la sociedad, ni lo que va a pasar. Lo que señalaron aquellos tipos y tipas, es que la ciencia tenía sus limitaciones.

El posmodernismo se acuña a finales de los setenta con Lyotard y una serie de autores franceses estomagantes (me refiero únicamente a lo que conozco, habrá otras cosas antes seguro y más autores/as), a los que no entiende ni sus muertos, y que difícilmente pueden servir de base a política de ningún tipo. Afecta principalmente a la filosofía, a la discusión de especialistas y al arte. Y sus observaciones se nutren de los movimientos de protesta previos de los años sesenta: el 68 en Paris, el pacifismo y Vietnam, los derechos civiles, el appartheid, los levantamientos en Checoslovaquia, Polonia y Hungría...

Pero lo que escriben no puede servir de base a ningún activismo, porque los activistas no entienden esas filosofías. O al menos a mí me costaba un huevo enterarme de qué mierda escribían.

En lo que se refiere a lo que deduzco, es verdad que yo tengo muchísimos prejuicios que derivan del año de la pera. Mi origen ideológico no es anarquista. Yo fui prosoviético de origen. Por no irme demasiado por las ramas, en las discusiones que tenía con marxistas, y tenemos que irnos a 1975 en adelante, venían a decir que los anarquistas eran exactamente la descripción que hace esa autora más arriba: gente que derivaban la lucha de clases, a temas parciales como siquiatría, estudiantes, indígenas, mujeres, ecología, cosas espontáneas. Hubo alguno que venía a decir que el anarquismo, lejos de estar desaparecido, aunque de forma organizada no existía, aparecía periódicamente en movimientos de protesta, que por ser específicos de un tema, o por estar descontrolados, no hacían avanzar a la humanidad hacia el socialismo.

Así que claro, la argumentación de la autora me recuerda mucho a lugares en los que ya estuve. Cierto que no va a soltar la terminología de aquellos tiempos, pero es que después de lo llovido, un poquito guardan las formas. Por eso hablan de fascismo cuqui o de cuasi fascismo, sin señalar a nadie en particular. E

Porque si tan malo es eso del posmodernismo, lo suyo sería señalar a los autores intelectuales que han llevado en estas décadas, a los sindicatos de clase a firmar todo lo firmable, a la socialdemocracia de reconvertir todo lo reconvertible, y a la población en general, a aceptar lo inaceptable.

Pero el cambio no se debe a los "posmodernos", ni a la ideología que trasmiten. En España los sociólogos detectan el cambio de mentalidad entre los años sesenta y setenta, cuando las nuevas generaciones que no luchan en la guerra civil, tienen acceso a algunos bienes de ocio, consumo y bienestar material. Victor Pérez Díaz (por ejemplo) en esos años escribe sus observaciones y son bastante contundentes.
Última edición por Joreg el 06 Dic 2017, 12:32, editado 1 vez en total.
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por salvoechea » 06 Dic 2017, 12:31

Joreg escribió: Pero el cambio no se debe a los "posmodernos", ni a la ideología que trasmiten. En España los sociólogos detectan el cambio de mentalidad entre los años sesenta y setenta, cuando las nuevas generaciones que no luchan en la guerra civil, tienen acceso a algunos bienes de ocio, consumo y bienestar material. Victor Pérez Díaz (por ejemplo) en esos años escribe sus observaciones y son bastante contundentes.
Pues ese cambio de mentalidad, ha triunfado. Porque ahora los bienes de ocio y consumo son el único referente y han transformado a la sociedad en lo que vivimos
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Super8 » 06 Dic 2017, 12:47

Vaya, sin entrar en si es marxista o no, yo diría que la autora demuestra cierta ignorancia satisfecha. Decir que el ecologismo "abdica de la ciencia y la razón" y de "los hechos", con todas las lecturas de ciencias naturales que exige tomárselo un poco en serio...

A mí me parece que la autora ha tomado ciertos blancos fáciles: los editoriales antiURSS de "El País" de los ochenta-noventa -que sí que hablaban bastante de postmodernidad en plan consigna-, las jovenzuelas de perilla hipster que montan teterias psicogeográficas subvencionadas por ayuntamiento del cambio... Y da a entender que si estos no la hacen caso a ella, todos los que no la hacen caso descienden de ellos y son culpables de que "no haya frentes unitarios". Pero eso queda por demostrar, y más le valdría afrontar cómo ella misma se une al 99% que no es hipster o postmoderno, ver si tiene algo que aportar en ese sentido. Sobre ese difícil tema si merece la pena discutir.

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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Joreg » 06 Dic 2017, 12:58

salvoechea escribió:Pues ese cambio de mentalidad, ha triunfado. Porque ahora los bienes de ocio y consumo son el único referente y han transformado a la sociedad en lo que vivimos
Piensa en el momento simbólico: la Caída del Muro. Más aún que la retirada de Afganistán, la huelga en Dansk... El capitalismo, no la posmodernidad, venció a la URSS, sin disparar ni un solo misil intercontinental. La población, desbordó, ahora que está de moda la palabreja. ¿No tienen nada que decir los analistas de eso? ¿Todo es perfidia neoliberal?

Al general Jaruzelsky, el polaco, le preguntaron décadas después que era lo que más le gustaba del capitalismo.

Contestó que ver los escaparates llenos de productos.
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por salvoechea » 06 Dic 2017, 13:20

Super8 escribió:Vaya, sin entrar en si es marxista o no, yo diría que la autora demuestra cierta ignorancia satisfecha. Decir que el ecologismo "abdica de la ciencia y la razón" y de "los hechos", con todas las lecturas de ciencias naturales que exige tomárselo un poco en serio...

A mí me parece que la autora ha tomado ciertos blancos fáciles: los editoriales antiURSS de "El País" de los ochenta-noventa -que sí que hablaban bastante de postmodernidad en plan consigna-, las jovenzuelas de perilla hipster que montan teterias psicogeográficas subvencionadas por ayuntamiento del cambio... Y da a entender que si estos no la hacen caso a ella, todos los que no la hacen caso descienden de ellos y son culpables de que "no haya frentes unitarios". Pero eso queda por demostrar, y más le valdría afrontar cómo ella misma se une al 99% que no es hipster o postmoderno, ver si tiene algo que aportar en ese sentido. Sobre ese difícil tema si merece la pena discutir.
O yo soy demasiado corto o os habéis dejado llevar por el tema de que la autora se define como comunista. Yo no veo donde dice que el ecologismo abdica de la ciencia.

Un ejemplo de lo que yo si englobo dentro de la izquierda pos moderna, con un ejemplo de esos ecológicos. En Barcelona se va a empezar a implementar la restricción de tráfico en base a las etiquetas de vehículos según lo que contaminen, en los que los propietarios de un flamante Tesla pueden llegar a tener aparcamiento y punto de carga gratis, y el pringao que se tenga que mover con un diésel viejo que es lo único que se puede permitir, problemas para circular. El ayuntamiento lo soluciona dando transporte público gratis durante una época. Pero imagínate tu uno de esos trabajadores de las subcontratas de telefónica, sí los de la escalera en la vaca de su propio coche, horas interminables y condiciones de mierda, ya sabes de quién hablo. Ese si su coche es diésel y viejo, ya tiene un problema añadido. Montarse e el metro cargando la escalera los materiales y las herramientas. El de la tetería va en bici subvencionada con el carril mas ancho para que quepa el del patinete, todo de los mas ecológico.
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por Joreg » 06 Dic 2017, 13:27

Yo no sé si eso es posmodernismo. Yo lo llamaría más bien elitismo o cabronada del ayuntamiento. Mi coche tiene treinta años... ¿Tengo que comprar un híbrido? ¿Eso es ser posmoderno?
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por salvoechea » 06 Dic 2017, 13:36

Otro que se me pasó por la cabeza viendo a Bertín Osborne dejarse invitar por Boris Izaguirre a su casa y de paso promocionar su nuevo libro ( reconozco que veo esas cosas alguna vez, y que también me toco mis artes en solitario, soy un ser débil)
Pues el tipo explica lo féliz que es con su pareja y que bien que haya una ley que permita el matrimonio homosexual, todo un avance. Pues resulta que una de las invitadas florero, era su empleada del hogar, a la que hablaba de usted, y con la que se refería a su marido como Sr. tal. Todo muy progresista ¿no?
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Re: Cuquifascismo: La izquierda posmoderna

Mensaje por blia blia blia. » 06 Dic 2017, 14:28

Jorge tiene parte de razón. El término "cuquifascista" lo utiliza como reclamo en el título (práctica que no sé si es postmoderna, pero que las redes sociales digitales amplifican y que tiene su propio término: clickbait) pero luego no parece que desarrolle su tesis. Acusar de fascista, si se pretende ser serio (no digamos ya científico) , requiere explicar bien qué se entiende por fascismo e ir señalando punto por punto cómo el fenómeno corresponde a esos parámetros. Poner "cuquifascismo" en el título y en el segundo párrafo y decir que "justifica comportamientos de las derechas" no vale.

Por otra parte, realmente la autora parece defender que las ciencias sociales son una ciencia en el sentido "fuerte", cosa que sólo hacen los marxistas más recalcitrantes.
Abandonar el análisis científico y la racionalidad ha comportado llevar políticas contradictorias y en muchas ocasiones acabar justificando muchos de los comportamientos de la derecha.

[...]

El problema de fondo ha estado en el abandono del materialismo y la regresión a un idealismo que es imposible cumplir porque no analiza las condiciones reales, sino que atiende a la irracionalidad de las sensaciones y da la espalda al cientifismo. La ciencia no es democrática, las leyes de la gravedad no pueden deconstruirse, son absolutas.
No sé qué ley social se puede comparar con la de la gravedad. ¿La de tendencia decreciente de la tasa de ganancia?

Ahora. A pesar de que hay "mentiras, sucias mentiras y estadísticas" (y las ciencias sociales se suelen basar en estadísticas), yo prefiero análisis basados en datos (como pudo hacer Ignacio Fernández de Castro), o que tengan un marco conceptual claro (como el caso de Bordieu).

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