Planteamiento para una economía Colectivista y Libertaria

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Joreg
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Planteamiento para una economía Colectivista y Libertaria

Mensaje por Joreg » 04 Oct 2015, 17:39

A ver la chusma. Lo mismo que planteé un tema de transición a una economía libertaria, me gustaría discutir los pormenores de una economía funcionando de manera colectivista, al estilo de lo que hubiera salido de triunfar la Revolución Española. El programa económico que llevaron a cabo en las colectividades, atentos, fue entre colectivista y mutualista. Aunque se habla de pueblos en los que se abolió el dinero, esa fue una experiencia que no sabría yo decir dónde se llevó a cabo y por cuanto tiempo. En cambio sí están descritos planteamientos colectivistas, o la idea del Banco Sindical, o las derivaciones del Pleno Económico de 1938, que iban en ese sentido. Así que me gustaría que entre todos veamos una ponencia, y a ver qué se le puede añadir, quitar, o mejorar. Allá va.
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.

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Joreg
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 04 Oct 2015, 17:40

Esta ponencia ha sido por economistas libertarios, y tiene mucha influencia de las ideas de Abraham Guillén, así que mucha atención.

Un programa económico colectivista


Una sociedad libertaria basa su economía en una organización autogestionaria y federal de la producción, la distribución y el consumo. Quienes toman las decisiones que afectan a la economía, son los propios productores, por un lado como trabajadores, y por otro como miembros de una comunidad (barrio, pueblo, ciudad)…

Se pretende con ello una interrelación producción/consumo destinada a satisfacer necesidades, dejando atrás la voluntad de acumulación de capital típica del sistema capitalista, que ha conseguido llevarnos a un estado perpetuo de crisis económica y social sin precedentes como la actual.

Para conseguir este fin no sólo hace falta realizar un cambio en sí de la producción, sino en todo el organismo económico.

Proceso de producción

Para el cambio del primer proceso, el productivo, sólo se mantendrán los trabajos que sean realmente útiles, evitando destinar recursos, tiempo y esfuerzos a aquellas actividades que no reporten un bien común a la sociedad. La totalidad del proceso productivo se llevará a cabo con un respeto global por el medio ambiente.

Evitaríamos de este modo, crear grupos sociales aventajados por el hecho de consumir bienes o servicios que no supongan un plus de beneficio para el conjunto.

Tales trabajos productivos responderán a condiciones laborales ventajosas y respetuosas con el ser humano y con el conjunto de seres del planeta.

Retribuciones

- Las retribuciones se calcularán en base a las horas trabajadas. No por categoría profesional, ni la posición social del individuo, pues lo importante es lo que se aporta al conjunto,.
- En cuanto a la jornada laboral, cada persona debe poder dedicar las horas que considere conveniente a la actividad productiva que más le plazca, sin que ésta responda a atributos educativos o sociales, aportes directos del sistema capitalista clasista y discriminatorio.
- El ser humano no debe ser considerado un mero medio productivo, y la producción debe responder a sus necesidades para mejorar su nivel de vida o puesto de trabajo.

Medio ambiente

Hay que tener en cuenta, el respeto hacia todo lo que afecta el trabajo. No solo debemos valorar las características propias e internas del mismo. Hay que cuantificar también el impacto medio-ambiental del trabajo, buscando que éste sea de signo positivo y no negativo, como pasa en la actualidad. Así emplearemos con responsabilidad los recursos que la tierra nos ofrece, procurando regenerar más que consumir, o reciclar más que recolectar.

A nivel social, también hay que buscar esta reproducción, de forma que refuerce vínculos de solidaridad y cooperación pues el impacto global que genera el trabajo organizado de este modo, contribuirá a que la gente se acostumbre a tomar decisiones colectivas.

Ni burócratas, ni intermediarios

En lo correspondiente al intercambio, éste se articula vía un mercado social sin intermediarios –figura característica del capitalismo y que sólo perjudica al consumidor final, convirtiéndolo así en la parte más vulnerable del sistema–, y sin burócratas –típicos de sociedades donde el Estado se apropia del trabajo colectivo, y en las que juegan roles privilegiados. Las labores de gestión y administración, las llevarán a cabo los propios trabajadores .

Sin planificación centralizada

Para conseguir estos propósitos se crea una red de intercambio libre, sin planes económicos estructurados desde despachos gubernamentales, sino gestados en las asambleas de las entidades locales, regionales o nacionales a las que afecta.
Para interaccionar con los distintos actores del mercado libertario, hay que buscar un sistema que sea justo e igualitario en lo productivo y en lo social. Es decir, uno que trate a todos los individuos por igual, rigiéndose según sus necesidades y capacidades. Hay que buscar que la sociedad libertaria sea capaz de devolver a cada cual lo que aporta.
Por lo tanto, un sistema de intercambio mediante moneda social (bonos, vales) según hora trabajada es un sistema más justo que el actual mediante el que todo el mundo puede satisfacer sus necesidades sin ser excluido del sistema de intercambio.
Todas estas cuentas tendrían como fin y resultado, el de asegurar la mejora en las condiciones de vida de sus miembros.

La función del Excedente

El agente que se encargaría de esta función de mejora es el excedente económico generado durante los procesos de producción/consumo gracias al trabajo asociado de los individuos.
Hay que tener en cuenta que en una sociedad libertaria, el excedente que se genera en los trabajos productivos no se lo apropia un gestor capitalista –el cual los utilizaría para su propio beneficio– ni un Estado opresor –que lo gestionaría para procurar el bien de sus más fieles seguidores (la burocracia). El excedente beneficia a sus productores. De esta forma, el esfuerzo generado gracias a la constancia y trabajo de los miembros de la comunidad, tendría su retorno positivo para, por ejemplo, la inversión en Investigación y Desarrollo de nuevas tecnologías que ayudarán a mejorar la productividad de la economía libertaria, y así, recibir otros beneficios asociados como la reducción de jornada o la modificación de procesos de producción concretos que pudieran ser duros o incómodos.

El municipio libre
“Las empresas son, simplemente, tan totalitarias como el bolchevismo o el fascismo. Poseen las mismas raíces intelectuales de principios del siglo XX. Por ello, al igual que otras formas de totalitarismo tuvieron que desaparecer, igual tiene que ocurrir con las tiranías privadas. Tienen que ser puestas bajo control público”.
Noam Chomsky

Para acabar con la dictadura económica, la propuesta colectivista consiste en formar una sociedad basada en la autogestión, tanto en las empresas para la producción de bienes y servicios, como de las organizaciones territoriales de barrio, pueblo, ciudad, comarca, etc.

El primer paso, es proclamar la independencia de las comunidades de barrio, municipales, comarcales, provinciales, etc. que se irían federando de abajo hacia arriba, de lo pequeño a lo grande, en un Consejo Superior de Economía, que tendría la función de administrador democrático para las distintas federaciones productivas y de servicios autogestionadas.

Al mismo tiempo, los trabajadores y trabajadoras deben formar parte de la toma de decisiones que afecten a su día a día en sus empresas y, en definitiva, tener su papel dentro del conjunto de la sociedad.

La planificación del desarrollo económico, cultural, tecnológico y social debe generarse de abajo hacia arriba, gracias a la puesta en común de la riqueza global.

Es el productor el que planifica. Los productores no pueden ser separados de la sociedad donde han sido concebidos como sujetos libres. Tienen que poder participar de forma solidaria en todos los aspectos que puedan afectar a su vida presente y futura, convirtiéndose en agentes solidarios que practican la “ayuda mutua”.

Para llevar a la práctica estas ideas, se crearían dos tipos de federaciones en cada localidad: unas de ramo industriales (metal, madera, comercio, alimentación, energía…), agrícolas, servicios (sanidad, educación) artísticas, etc.; las otras serían organizaciones de consumidores para asegurar el correcto abastecimiento de bienes, servicios y productos a sus barrios, pueblos…

Cada persona participaría, por una parte en su organización laboral de ramo, y por otro en su organización territorial de consumo. Todas estas federaciones y comunidades locales estarían federadas a nivel local, regional, nacional. De esta forma se crearía una red de instituciones capaces satisfacer todas las necesidades de los habitantes, no solo de un municipio, sino de un gran conjunto de ellos.

Cada una de las pequeñas, medianas y grandes empresas que las conforman a las ramas de producción, estarían controladas por los trabajadores de forma democrática y asamblearia. Los bienes y servicios de interés común serían gestionados por la propia comunidad que las cree. Las escuelas, institutos, universidades…, serán gestionadas a nivel vecinal, local o regional, dependiendo del número de alumnos. Los bancos ejercerán una función logística para la comunidad; o las farmacéuticas, pasarían a gestionar todos los medicamentos que hicieran falta al conjunto de la población, sin tener en cuenta patentes.

Cada una de las empresas que formen parte de las distintas federaciones tendrá su voz y voto dentro de las mismas. Los trabajadores y trabajadoras de cada una de ellas podrán participar en la planificación, ya no sólo de su propia empresa, sino económica territorial a través de sus representantes. Cada uno de estos puntos de producción será gestionado por parte del colectivo de trabajadores y trabajadoras, donde su fuerza de trabajo les pertenece de facto sin depender de la explotación patronal ni de la del capitalismo de estado. Pasan a ser agentes activos en la toma de decisiones acerca de qué se produce, cómo se produce y se obtiene y a qué se dedica el excedente económico colectivo.

Al ser los propios miembros de las empresas los que planifiquen cómo será la producción teniendo en cuenta cuál es la situación de otras empresas dedicadas a las mismas o a otras tareas, empleando la cooperación en lugar de la competencia, y compartiendo conocimientos, e innovaciones técnicas, se abre mucho más el campo a un bienestar para todos.
De esta manera se puede llegar a alcanzar el estado de pleno empleo. Pues a medida que una rama productiva llega a su máximo estado de productividad, y es la maquinaria la que va cogiendo protagonismo en el sistema de producción, los trabajadores y trabajadoras pueden ir adquiriendo nuevos conocimientos en otras actividades del sistema, de manera que, poco a poco, cada persona pueda comprender de manera holística como funciona su economía más próxima.

A la vez, habría una reducción de la jornada laboral, pues todas las personas seguirían recibiendo el mismo salario o uno mayor (ya que la producción no disminuiría, sino que aumentaría, incluso) teniendo que emplear menos tiempo al trabajo social.

En este sentido evitaríamos estados de desempleo masivo como el que vivimos en la actualidad, cuando, en el estado español, un total de 5.427.700 personas no tienen trabajo, lo que significa un total del 23,67%, es decir, cerca de uno de cada cuatro trabajadores y trabajadoras activas.

Parece ser que esta situación puede acompañarnos aún un largo tiempo, pues si observamos la evolución del paro español, parece que la tendencia es a la baja, pero no porque se estén creando puestos de trabajo positivos para la sociedad, sino porque se favorecen las políticas laborales a los intereses capitalistas de los patronos con facilidades para el despido, salarios a la baja…; además de acompañarse de factores demográficos como la masiva emigración de personas al exterior o el irremediable retorno de emigrados a sus países natales; y de factores estadísticos como la no contabilización de los parados de larga duración que pierden su subsidio al cumplir el máximo plazo de tiempo recibiendo tal ayuda. Así, pues, venimos de una situación donde, desde 2008 el paro ha pasado de ser grave a ser alarmante: en 2008 el paro total en el Estado español era del 13,79% (cerca de 2.600.000 personas); en 2009, 18,66%; en 2010, 20,11%; en 2011, 22,56%; en 2012, 25,77% (unas 6.051.100 trabajadoras y trabajadores activos); en 2013, 25,73%; y, en 2014, 23,64% (aproximadamente, 5.610.400 personas). Increíblemente, los políticos actuales tiran cohetes al ver estas cifras y festejan los efectos positivos de sus decisiones respecto a la situación, pues miran para otro lado cuando esta situación provoca que en 2013, el porcentaje de población en riesgo de pobreza aumentara hasta su máximo del 27,3% del total de población, hecho que es aún más preocupante cuando observamos que, en el colectivo de menores de 16 años, es el 26,7%.

En cambio, con la fórmula de gestión empresarial por los propios trabajadores, y cooperación en sentido global, se conseguiría no solo acabar con el desempleo, si no también, eliminar cualquier tipo de burocracia que limite el circuito democrático y autogestionario de planificación económica. Ya que la burocracia comporta una centralización de la misma, que excluye a los trabajadores y les impone un papel secundario dentro del circuito productivo. Esta apropiación del saber por parte de los planificadores los convierte en patrones y explotadores únicos del pueblo con la capacidad de imponer precios y salarios y apropiarse del excedente generado, en nombre del beneficio de los accionistas, o del Estado. Esto tiene efectos perversos:

Económicamente, estas decisiones pueden crear desajustes en el circuito productivo, pues no se avienen a las necesidades sociales que hay en cada núcleo de producción-consumo; creando, pues, focos de subproducción o subconsumo fuera del circuito global.

Además supone la alienación de los trabajadores y trabajadoras en relación con su aportación productiva, hecho que implica desinterés para nuevos aportes válidos para el progreso común.



Ingreso sí, salario no

“Debemos saber que solo reemplazando la economía de la competencia y la codicia por la economía de la cooperación equitativa garantizaría una globalización que tomaría ventaja en cuanto a beneficios potenciales de eficiencia, al igual que promovería la protección del medio-ambiente, la equidad internacional, la democracia económica y la variedad”
Robin Hahnel

Una economía en la que el ser humano es el centro, no tiene sentido que sea diseñada sin asegurar que el mismo podrá vivirla como protagonista y con las libertades que esto implica. Es aquí donde hay que buscar la forma más justa para que una o uno sienta que aporta a la comunidad lo mismo que la comunidad le devuelve. Ya hemos hablado de los servicios públicos, que estarían totalmente cubiertos por la colectividad, pero el consumo particular es tan importante como el social y habría que diseñar una valorización de nuestras aportaciones que nos permita crear un medio de intercambio justo.

Lo que nos hace igual a todos es nuestra capacidad de aportar a lo común. He aquí donde cobra vida el concepto de la Hora-Trabajo (H-T). Sería una manera de contabilizar lo que cada uno ha sido capaz de aportar cada individuo, en cuanto a producción, a la colectividad de manera automatizada, integral y justa con una equivalencia monetaria de igual valor. Así, igualmente, se podría calcular, en conjunto, el valor de la propia producción en conceptos macroeconómicos, huyendo de las falsas ecuaciones que rigen las economías actuales y en las que el PIB deviene una magnitud sin sentido ni realismo.

Tal sistema de valorización permitiría a cada uno y cada una consumir de manera responsable todos aquellos bienes y servicios que necesitara, para poder satisfacer sus necesidades propias y las de la gente de su alrededor. Haría falta, por eso, acordar cuál sería el aporte de cada hora trabajada a la comunidad, pues hay que darle más valor a la contribución a la comunidad que a la realización del individuo como tal. De esta forma, la sociedad libertaria sería capaz de invertir en el bien común para desarrollar nuevas técnicas en I+D que permitan incrementar la productividad de cada persona (ya sean automatizaciones, informatización de procesos, etc.).

A medida que este avance productivo fuera aumentando, las personas podrían sustituir el tiempo de trabajo por tiempo de ocio, recibiendo, de todas formas, la misma remuneración que recibían en anterioridad, pues la producción sería igualmente realizada aunque fuera gracias a los progresos de investigación y desarrollo. Habría un momento ideal, pues, que las máquinas estarían al servicio de las mujeres y hombres, las y los cuales podrían dedicar plenamente su tiempo a las tareas que más les placieran.

Una de las principales funciones que tendría la H-T sería la de representar fielmente el verdadero valor-trabajo, lo cual permitiría cumplir económicamente la ley de equivalencia en los intercambios realizados en todas las ramas de la división social del trabajo. Se conseguiría eliminar las desigualdades entre sectores productivos y entre regiones, pues todos y todas percibirían la misma remuneración en HT fuera cual fuese su actividad laboral en la zona geográfica que fuera. Así pues, todos los miembros de la sociedad autogestionaria cobrarían el mismo valor por la hora trabajada, sin tener en cuenta qué tarea desarrollaran, ni en qué sector trabajaran. Para el conjunto de la comunidad es tan válida una tarea como la otra, pues su existencia y presencia es decidida en asamblea por el conjunto de la población. La armonización de ingresos iría también acompañada por la homogeneización de las jornadas laborales y su adaptación a la exigencia del trabajo realizado. De este modo habría que debatir en cada una de las ramas productivas esta cuestión, pues no exige el mismo esfuerzo, ni implica el mismo desgaste trabajos como la extracción en la industria minera, como trabajos en oficina o de investigación.

Otra característica básica de la H-T es que no puede ser acumulada. Solo puede ser gastada en productos que le sean necesarios. Si alguien necesitara consumir algo que fuera demasiado caro tendría que hacer uso de cartillas o bonos de consumo, gestionados desde la comunidad como vale de pago futuro.

En cuanto al equilibrio de la moneda dentro del conjunto del sistema, Abraham Guillén dice:
“Ahora bien, como ninguna moneda puede ser absolutamente estable, ya que si aumentara la productividad del trabajo […] resultaría que la H-T iría teniendo menos valor de cambio, aumentando su valor de uso, conduciendo este proceso económico hacia una economía de abundancia donde, superado el valor venal, solo quedaría el valor de uso. Por consiguiente, […] el valor de los bienes producidos no tendría ya mucho trabajo viviente, sino casi todo trabajo pasado (capital acumulado), que determinaría así una producción autorregulada y de abundancia. Entonces habría llegado el tiempo maravilloso de superar definitivamente el dinero y la mercancía, recibiendo cada hombre y mujer según su necesidad, aunque sólo aportara según su capacidad desigual, o sea, que sería posible la igualdad económica entre hombres y mujeres”

Estabilizar la moneda es necesario en una economía libertaria y autogestionada. Asegurando el equilibrio valor/trabajo se asegura, también, la armonía entre salarios y precios, pues no hay intereses políticos ni económicos, por parte de los patronos o del Estado, para desestabilizarlo, es decir, se elimina la inflación. Las causas inflacionistas son muy diversas, pero conceptos como desajustes oferta-demanda, emisión de dinero o exceso de deuda desaparecen de la estructura económica en una sociedad basada en una división social del trabajo, en la que los diversos productores colaboran para mejorar la eficiencia en la producción.

Justamente, los efectos previstos de la cooperación en sociedades libertarias serían de signo contrario al actual, pues el excedente colectivo destinado a I+D permitiría un aumento de la productividad que implicaría reducir la cantidad de tiempo requerido para la producción de un producto concreto.
Producir en menos tiempo implica reducir el precio manteniendo el valor, y en consecuencia aumenta el poder adquisitivo de los trabajadores a medida que el precio de tal producto se reduce.

Esto crearía, a nivel internacional, una revaluación de la H-T, pues su productividad iría subiendo y los productos producidos en la economía autogestionada bajarían de precio, con lo que aumentaría su presencia en el mercado exterior, haciendo cada vez más escasa y fuerte la H-T.

En el mercado interno, cuando la productividad abastezca a la economía hasta el punto de la abundancia, se podrían repartir tales productos entre la población sin necesidad de utilizar la moneda como método de intercambio y se alcanzaría el comunismo libertario en su plenitud: cada uno aportaría según capacidades y recibiría según necesidades.

Aquí llegamos a otro punto importante sobre el diseño de tal sociedad libertaria: el comercio con el exterior. La moneda H-T podría ser intercambiada por moneda extranjera sin jugar un papel fluctuante ni especulativo en su cambio. La estabilidad de la misma H-T la colocaría en una situación ventajosa frente a las demás monedas, pues no respondería a posibles ataques capitalistas, sino que solo dependería de las trabajadoras y trabajadores que dedicaran su tiempo a la producción social. En cuanto al comercio en sí, debería tener parámetros éticos muy claros y no comerciar de ninguna de las maneras con productos y regiones que no respondieran a características como:

“que no compre trabajo ajeno bajo forma de salario, que no permita que nadie usurpe la plusvalía, de que no se acumule como capital individual o estatal, de que no intercambie con productos, bienes o servicios, según la ley del valor-trabajo en un mercado autogestionario, de que no sea usurario con tipos de interés, de que nadie pueda obtener ganancias a costa de otro, de que no facilite y cuantifique la economía social, a fin de poder programarla y conducirla siempre a mayor progreso tecnológico y económico”.

El excedente económico
“El auto-gobierno es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”
Abraham Guillén

El excedente económico es un concepto de amplia importancia en el funcionamiento del sistema económico de división social de la producción. Después de deducir al valor total de la producción los costes y otros factores derivados, y de entregar a los trabajadores y trabajadoras el ingreso que les corresponde, aparece el capital social acumulado.

Este excedente es el valor de la aportación total de la producción de un ente económico a la comunidad. Su finalidad es la de retornar a las y los colectivistas su aportación a la comunidad mediante su trabajo a la producción social. Aquí es donde se encuentra la riqueza real. Dado que nadie puede acumular dinero para el uso particular o la explotación ajena, la retribución real que se percibiría se correspondería con el trabajo realizado, pues es el dinero que se destinaría a mejorar la calidad de vida de los y las habitantes de manera racional y colectiva, sería un salario diferido: mejorar las instalaciones públicas, la vías de transporte, inversión en sanidad y educación, asegurar el abastecimiento de productos básicos, crear reservas económicas, financiar el desarrollo para el aumento de la productividad y, en definitiva, para todas aquellas finalidades que el pueblo solicite y gestione desde las asambleas locales y regionales.

Todas estas distintas partidas estarían incluidas en un fondo de acumulación social compuestas, por ejemplo de las siguiente forma: reproducción y reposición de maquinaria u otros medios productivos; seguridad social y seguros médicos; investigación tecnológica; fondos para el trabajo individual al servicio de la comunidad libertaria; y otros fines.

Tal excedente, como hemos dicho, se genera tras restar los costes de producción y los ingresos del conjunto de trabajadores y trabajadoras. Así pues, dado que una de sus principales finalidades es la de invertir en investigación y desarrollo para el aumento de la productividad de sus bienes y servicios, implica que tales costes de producción irían decreciendo de manera lineal a lo largo del tiempo. Este efecto tendría una consecuencia positiva directa sobre el excedente, ya que al reducirse los costes de producción aumenta el capital social acumulado y, por lo tanto, el bienestar global del conjunto de la población porque se dispone de más unidades monetarias para invertir en el bien común y las necesidades de todas y todos.

Este efecto es directamente inverso al que nos encontramos en el sistema capitalista ya que el excedente generado gracias a la mano de obra explotada, va directamente a las arcas del patrón o la patrona, el cual lo gestiona según sus preferencias. Al tratarse de una sociedad fuertemente individualista las primeras necesidades que éste o ésta cubrirá son las que le afecten a su propia persona y, después, dedicará el sobrante a la mejora del núcleo productivo que le pertenece. Para evitar que la acumulación de capital capitalista se estanque intentará reducir los costes productivos, pero en vez de hacerlo vía aumento de productividad como proponemos en el modelo de división social del trabajo lo hará vía reducción del mayor de los costes en el sistema neo-liberal: los salarios. Así, pues, en el capitalismo nos topamos con un sistema en el que se pretende aumentar el excedente global (el cual no es un global común, sino una suma de particulares) no para el beneficio común – incrementando el bienestar de todas y todos, como antes comentábamos – sino para el beneficio de unos pocos; prescindiendo de dedicar recursos y esfuerzos a factores positivos para la colectividad.

Un ejemplo claro sobre la importancia que tiene el excedente en la economía autogestionada lo muestra el balance de la Colectividad de Xàtiva del 1937, un referente en el estudio de las colectividades del estado español de la época:
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.

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Joreg
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 04 Oct 2015, 17:49

(Me salto el balance económico, porque viene en una tabla, y no tengo ganas de tabularlo)

Podemos observar cómo el excedente representa el 63,12% del valor total neto de la producción de la Colectividad de Xàtiva, en el ejercicio de 1937, debido a que los habitantes del municipio recibían sólo el 36,78% restante en concepto de ingresos. Esto permitió una fuerte inversión en concepto de bienes comunes. Según las cuentas de ese mismo año, en la propia localidad de invirtió en obras de riego para mejorar la productividad de los campos de regadío y permitió mejorar las tierras fértiles, en infraestructuras, en financiación de la educación, en gastos varios referentes a la sanidad – partos, operaciones, etc. – por un valor de 26.000 ptas., 11.882 ptas. en concepto de mobiliario para las viviendas y se abonó el valor del alquiler de tales viviendas de los colectivistas.

Dado tan alto volumen de inversión en la reproducción ampliada del capital de un ejercicio para el otro, es fácil de imaginar que si el modelo de división social del trabajo implantado en Xàtiva se hubiera extendido al largo de los años, el progreso económico en la agricultura habría sido mucho más acelerado que en el sistema capitalista con el que convivía, provocando un aumento exponencial de la productividad de la explotación de la tierra vía tecnología.

El mercado en la economía libertaria

"El “laissez-faire”, o libre mercado anarquista, es simplemente la forma económica de la ética libertaria. El libre mercado radical abarca la noción de que los hombres deben intercambiar bienes y servicios, sin regulación, únicamente sobre la base del valor por el valor. Reconoce la actividad sin fin de lucro y las empresas comunitarias como versiones voluntarias de esta misma ética. Económicamente, este sistema es la anarquía, y con orgullo". 
Karl Hess

Hablar de mercado en un economía libertaria no debe asustarnos. No podemos percibir que una economía con tales potenciales se encierre en sus propios límites y pretenda crecer como autarquía. Las posibilidades que tiene un modelo como éste son muy amplias, tal y como lo pueden ser la propias capacidades de los seres humanos que lo conforman. Los habitantes de las colectividades son el centro de tal sistema económico – rompiendo, así, la ley capitalista, donde el dinero es el epicentro de la tormenta, y la ley estatalista, donde lo es el Estado opresor –. Son los colectivistas como sujetos libres quienes deciden cuál será el progreso económico, productivo, distributivo y de cambio.

Este atributo les coloca como únicos gestores lícitos para las empresas cooperativas y colectivas, ya que les pertenece la propiedad comunal de su fuerza de trabajo y su tiempo de producción social.

Estas empresas son las que conforman el entramado de federaciones productivas, engranaje básico para la coordinación a un nivel geográfico más amplio.

Que serán a su vez las piezas que conformarán el gran Consejo de Producción y Economía como centro de decisiones a nivel global, y donde serán los propios representantes de esas pequeñas fuentes de producción de bienes y servicios locales los que decidirán cual será el porvenir de su futuro como miembros de este gran puzzle.

Esta configuración federativa y organizativa de la economía a niveles macro puede prever y organizarse para evitar posibles desajustes o efectos negativos que puedan producirse en la economía en un futuro próximo o lejano.
Esta posibilidad no se vive en la economía dominante en la actualidad, pues sufre muchos efectos externos fruto de la avaricia y la especulación de agentes económicos que buscan su propio lucro. Así es como el Estado español viene sufriendo, desde que estalló la actual y permanente crisis económica en 2008.

Debemos darle un giro al concepto de MERCADO. Tal y como se ha inculcado en el sistema capitalista, se entiende como un sistema de fuerzas que regulan el intercambio de bienes y servicios para beneficiar al lucro de unos y someter a la pobreza a los otros. Los primeros se servirán de la competencia, la crueldad y la avaricia para que los segundos vivan en un estado perpetuo de ruina, sometimiento y opresión. Funciona así el sistema para poder mantener a las clases medias y bajas en un estado constante de necesidad y así poder planificar estrategias socio-económicas que permita a las élites mantener sus niveles de vida: la existencia eterna del paro les permite mantener los sueldos bajos; a los trabajadores se les infunde el miedo a los cambios productivos para que se mantengan fieles a las empresas y al sistema; y la escasez de productos o la existencia de productos de lujo permite que los precios se mantengan altos y que el crédito sea una fuente natural de financiación familiar.

De este modo nos encontramos viviendo en una necesidad constante de consumo como una única vía para llegar a la supuesta felicidad. Y este consumo siempre dependerá de los intereses de las fuerzas económicas hegemónicas: todo el conglomerado formado por estados, monopolios, holdings y otros grupos de poder. Nos convertimos en meros seres consumidores olvidando nuestro papel básico en la sociedad y respondemos a simples estímulos consumistas inculcados por la publicidad gestionada desde esos núcleos de dominación.

Así, en la economía libertaria cambian todos estos conceptos para que el individuo libre sea el sujeto principal en la administración, gestión y ejecución del circuito de producción, consumo, intercambio y distribución.
Se deshace desde un principio de la cualidad de simple medio de producción, al que le conduce el salario; el siguiente paso es el de independizarse de los hábitos de consumo impuestos por los intereses de terceros y cuartos sujetos, a los cuales no les interesa cuáles son las necesidades del resto de humanos.
Y esto gracias a un sistema de intercambio libre donde las únicas premisas válidas son las de las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, que aportan sus capacidades para el correcto funcionamiento del trabajo dividido socialmente.

Todas estas ideas no son simples ideas surgidas de la nada, sino son los principios creados a partir de leyes de intercambio que responden a cualidades que deberían ser básicas en cualquier tipo de mercado.
La primera es la Ley de Cooperación Social, que se refiere a la interrelación que debe haber entre los distintos sectores y sujetos de la cadena producción-consumo. En ella debe haber una repartición de los ingresos y una contribución igualitaria de todos los agentes socio-económicos distribuidos entre los distintos sectores de la economía.

De este modo se busca la colaboración entre todos y todas las participantes en la economía, de forma que se pueda asegurar su subsistencia a lo largo del tiempo. Si entre todos y todas somos capaces de aportar un poco al resto de sectores productivos, repartiendo el excedente generado por nuestra trabajo, podremos asegurar su progreso, de manera que haya suficientes recursos para que sea más eficiente y productiva.

En el caso que tal sector esté en horas bajas se puede invertir para que evolucione hasta su justo equilibrio en el mercado libertario, gracias a las aportaciones de los y las demás.

De tal manera que en cuánto deje de ser un sector residual y su transformación le permita aportar tanto como recibe, podrá ser otro sector el que reciba este apoyo social.

Este desarrollo de las distintas fuentes productivas solo será si se asegura la reproducción de las fuerzas productivas consumidas. Para que se pueda crecer como sistema productivo, los recursos consumidos deben ser generados por otras vías. Habrá, pues, dos agentes activos en tal sistema de intercambio: el trabajo vivo (obrero) y el trabajo pasado (recursos acumulados), los cuales deberán vivir en concordancia para evitar la dependencia de unos hacia el otro.

Para que la cooperación social exista en su plenitud hace falta que los intercambios se efectúen con total igualdad y no haya desajustes en los canjes, es decir, deben cumplir la Ley de equivalencia de intercambios, de la que ya hemos hablado con anterioridad. Igual que defendíamos el equilibrio entre trabajo vivo y trabajo pasado, hay que defender la equidad del valor de los intercambios, pues de lo contrario se desajustarían los precios de ambos factores.

Efectos como la inflación y la deflación son los culpables de tales desequilibrios, respondiendo siempre a los intereses de las clases dominantes, que imponen sus reglas vía gobiernos y grupos económicos de poder.

Con una moneda socialmente justa, como la H-T, se asegura la estabilidad y se impide que aparezcan factores desequilibrantes como las fluctuaciones de precios, los cuales solo deberían responder a la libertad de la que disfrutaría el sistema de intercambio, pues serían los propios miembros de las comunidades quienes, vía consumo, fijarían los precios de los productos. Los de mayor consumo y necesidad más básico deberían responder a precios más bajos y asequibles, frente a los productos considerados como de uso secundario, los cuales deberían ser adquiridos tras un pequeño esfuerzo monetario.

La estabilidad de los precios debería ser uno de los principales objetivos de la organización económica global, ya que la inflación puede ser la causante de un fuerte empobrecimiento de la población, pues baja su poder de adquisición y empeora su nivel de vida, provocando, incluso, que la compra de productos básicos implique un esfuerzo económico a la unidad de consumo.

Éste ha sido, a lo largo de la historia de la imposición del capitalismo como organización económica hegemónica, uno de los hechos más graves que han caracterizado las innumerables crisis que ha protagonizado este sistema enfermo.
No hace falta, empero, rememorar episodios trágicos lejanos, pues nos podemos fijar en la situación actual que vive nuestra economía. Teniendo en cuenta factores que ya hemos repasado – como la elevadísima tasa de paro, el incremento de la población en riesgo de pobreza o el desplome de los ingresos por unidad familiar – el aumento de precios es la guinda del pastel.

Desde que estalló la crisis la cesta de la compra no ha parado de subir y el Índice de Precios de Consumo (IPC) así lo indica: en el primer mes de 2008 se protagonizó un ascenso histórico del 4,3% (el más alto desde 1992); enero de 2009 un fue tan grave, pero se mantuvo en esos niveles, pues se registró un aumento del 0,8%; en 2010 fue parecido y se observó el incremento del 1%; pero la situación se tornó preocupante de nuevo en 2011 al subir los precios un 3,3%; que no ayudó a tranquilizar el 2% correspondiente al 2012; ni el 2,7% del 2013; en 2014, se estabilizaron los precios manteniéndose en el 0,2%; y parece que, por fin, en 2015, la situación empieza a girarse a la inversa, pues descendió un -1,3% (aunque la tendencia deflacionista tampoco es la ideal en una sociedad capitalista, ya que indica que el consumo se desploma).

Los distintos sectores productivos también deberían estar al corriente de este principio básico sobre la equivalencia de intercambios y no solo los consumidores deberían soportar esta responsabilidad. El caso más clásico es la dependencia campo-ciudad: los productos industriales no solo son producidos de manera más intensiva, sino que también son consumidos con mayor asiduidad ya que hay un número de personas que tienen acceso a ellos. Además, al haber, también, más trabajadoras y trabajadores, la aportación de excedente económico es mayor y se correría el peligro de caer en un exceso de progreso tecnológico en la ciudad en detrimento del crecimiento del mismo en el campo.


Miradas hacia el socialismo libertario

“Una economía de este tipo actualmente levantaría a los países pobres de su ruina, acabaría con la deuda artificial, finiquitaría el colonialismo económico y produciría un mundo igualitario y sin escasez producto de intereses particulares. Las guerras, los conflictos armados, los estallidos terroristas carecerían de sentido, y la fraternidad universal sería un hecho”.
Abraham Guillén

Una economía de este estilo solo puede tener un fin, el de poder organizar una sociedad global bajo el socialismo libertario. No hablamos de modelos utópicos ni que estén fuera de lugar, son propuestas reales y realistas. Experiencias conocidas y reconocidas como la sociedad española durante la Guerra Civil (1936-1939) que fue capaz de articular tales principios a niveles regionales, tanto en el campo, como en la ciudad (desde Xàtiva, hasta Barcelona), no quedan tan lejos de experiencias actuales como la de Marinaleda.

El pueblo andaluz de Marinaleda, con 3.000 habitantes, es uno de los principales ejemplos de la posibilidad de vivir bajo los principios de autogestión y cooperación. Desde 1977, cuando se produjo la primera ocupación de tierras, los trabajadores y trabajadoras, apoyados por el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), no han dejado de luchar por sus derechos y sus principios. Aún encarcelamientos y represión por parte de los distintos gobiernos, han conseguido recuperar más tierras para ponerlas en manos del pueblo e, incluso, la recuperación de una fábrica local, que se dedica a la producción en conservas de distintos productos locales. No es ideal, al vivir inscrito en una sociedad capitalista, pero es una experiencia a tener en cuenta.

En las ciudades, por eso, tampoco se está viviendo una excepción es este sentido. En Madrid, distintas asociaciones de barrio están creando procesos para la gestión de los espacios público que les rodean. Bajo la intención de promover la horizontalidad, la transparencia y la igualdad en sus decisiones ponen en práctica principios asamblearios para ganar fuerza frente a la oposición del ayuntamiento a este tipo de iniciativas. Estas asambleas de barrio conviven con otras iniciativas en la capital madrileña como la Red de Colectivos Autogestionados (RCA), que desde el 25 de marzo de 2012, teje una estructura entre distintos colectivos para el apoyo mutuo y económico, bajo una premisas de justicia social y solidaridad; o el Mercado Social de Madrid (MSM), una red que pone en contacto a empresas que producen bajo principios éticos, democráticos, ecológicos y solidarios con consumidores y consumidoras particulares bajo principios de la economía solidaria local.

Pero este tipo de iniciativa tienen una intención de transformación gracias a su acción en un sector concreto de la economía, pues existen otros colectivos que luchan por una transformación a nivel más amplio. Por ejemplo, nos podemos fijar en la Xarxa d'Economia Solidaria (XES), una red de distintos colectivos, cooperativas y asociaciones como Col·lectiu Ronda, Arç, Arrel, Biciclot y ATTAC y su objetivo es impulsar la economía solidaria, la intercooperación y el mercado social, vinculándolo con los movimientos sociales. Para tal fin han creado y promocionado gran cantidad de iniciativas, de las que vale destacar el Balance Social (Balanç Social, en catalán) como herramienta práctica para “medir y describir las prácticas sociales, económicas y ambientales responsables más allá de la legislación vigente” de esas organizaciones (empresas y entidades) que conforman la economía social; o el impulso de una moneda social, el EcoSol, desde 2011 como iniciativa de consumo alternativa en la que ya participan más de 50 entidades.

No hay que olvidar que éste es un modelo práctico al que solo se llegará gracias a la acción. Que, por su parte, ya iniciaron las y los colectivistas del 1936, quienes tenían los objetivos claros:
“si progresivamente aumentamos la productividad por medio de una mejor gestión y por la inversión tecnológica y científica, el valor de la Hora-Trabajo se irá revaluando más y más y en el comercio internacional se convertirá en una moneda fuerte hasta la llegada de la revolución mundial, la ansiada Liquidación Social. A nivel nacional la abundancia de productos hará innecesario el empleo de moneda, ya que la abundancia en la sociedad libertaria conduce a que las mercancías dejen de serlo, pierdan su valor de cambio y solo se empleen como valor de uso, como pasa con el aire. Entonces cada cual recibirá según su necesidad y aportará según su capacidad, y podremos prescindir totalmente del dinero llegando al comunismo libertario”.

Fin
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Super8 » 04 Oct 2015, 20:58

Muchas gracias, Joreg. Ahora toca leerlo y pensarlo.

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Joreg
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 04 Oct 2015, 22:36

A ver a quién se le ocurre como retribuir a las personas que producen intangibles, como salud, conocimiento, ideas y pensamiento y esas cosas. Y de qué manera se intercambia ese producto en HT.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Plaza_Olmedo » 05 Oct 2015, 00:16

Sumamente interesante y clara la ponencia. Un poco como abogado del diablo se podrían hacer las siguientes observaciones.
- Las retribuciones se calcularán en base a las horas trabajadas. No por categoría profesional, ni la posición social del individuo, pues lo importante es lo que se aporta al conjunto,.
- En cuanto a la jornada laboral, cada persona debe poder dedicar las horas que considere conveniente a la actividad productiva que más le plazca, sin que ésta responda a atributos educativos o sociales, aportes directos del sistema capitalista clasista y discriminatorio.
A mí lo de calcular retribuciones en base a las HT me produce bastantes problemas. Me parece una idea muy hija de un sistema industrial y fordista que hoy se ha quedado un poco añejo. La idea de un progreso tecnológico que posibilite la disminución continua de las horas de trabajo presupone una sociedad compuesta por trabajadores intercambiables en las que todos comparten un nivel medio de cualificación. Para dar un ejemplo en mi campo, el I+D no podría sostenerse en jornadas de 4 horas, en las que no se podrían lograr avances significativos.
En lo correspondiente al intercambio, éste se articula vía un mercado social sin intermediarios –figura característica del capitalismo y que sólo perjudica al consumidor final, convirtiéndolo así en la parte más vulnerable del sistema–, y sin burócratas –típicos de sociedades donde el Estado se apropia del trabajo colectivo, y en las que juegan roles privilegiados. Las labores de gestión y administración, las llevarán a cabo los propios trabajadores.
Yo creo que una sociedad libertaria generaría un ejército de administradores, única garantía de que se respeten las decisiones de abajo hacia arriba en un mundo sin poder central. Renegar de la burocracia, en vez de buscar mecanismos que aseguren una rotación justa, creo que llevará sólo a flagelarse una vez que se descubra su necesidad.

Una de las principales funciones que tendría la H-T sería la de representar fielmente el verdadero valor-trabajo. La armonización de ingresos iría también acompañada por la homogeneización de las jornadas laborales y su adaptación a la exigencia del trabajo realizado.

De este modo habría que debatir en cada una de las ramas productivas esta cuestión, pues no exige el mismo esfuerzo, ni implica el mismo desgaste trabajos como la extracción en la industria minera, como trabajos en oficina o de investigación.
Es el mismo problema que tengo más arriba. Encuentro ilusorio considerar que hoy en día la H-T representa fielemente el valor trabajo. De hecho, la primera afirmación es contradictoria con la segunda. No me parece compatible homogeneizar las jornadas de trabajo con la adaptación al trabajo realizado. ¿Acabaremos con críticos de cine currando 8 horas, profesores 4 y mineros 1? Todo esto no lo veo como algo insuperable ni mucho menos, el problema es que el tema de las HT es una de las bases teóricas de la ponencia, y tocarla necesariamente sacude un poco todo el entramado.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 05 Oct 2015, 06:41

Yo tampoco entiendo bien cómo pagar en HT el trabajo de un físico, por ejemplo. ¿Podría emplearse la HT para cosas contabilizables, y otras formas de cálculo para otros trabajos? ¿O dejar fuera del trabajo actividades intelectuales?
Plaza Olmedo escribió:Yo creo que una sociedad libertaria generaría un ejército de administradores, única garantía de que se respeten las decisiones de abajo hacia arriba en un mundo sin poder central. Renegar de la burocracia, en vez de buscar mecanismos que aseguren una rotación justa, creo que llevará sólo a flagelarse una vez que se descubra su necesidad.
Pienso que los administradores pueden funcionar como los de las comunidades de vecinos. Pero hay que tener en cuenta que en los procesos revolucionarios, la burocracia se ha convertido en una nueva "clase" y adueñado de los medios de producción.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Plaza_Olmedo » 05 Oct 2015, 08:31

Yo tampoco entiendo bien cómo pagar en HT el trabajo de un físico, por ejemplo. ¿Podría emplearse la HT para cosas contabilizables, y otras formas de cálculo para otros trabajos? ¿O dejar fuera del trabajo actividades intelectuales?
Las HT me parece un excelente sistema para adoptar en la "transición" hacia una econonomía libertaria: es fácilmente entendible y universablemente aplicable, es una noción claramente justa, y puede ir demostrando empíriciamente los avances de la revolución al ir bajando las horas de trabajo sin que baje la "retribución".

Pero a largo plazo, a medida que se tengan que ir homogeneizando y adaptando el tema como dice la ponencia, no me parece que la HT pueda tener un valor universal, sino que por el contrario. Una alternativa, que me parece más factible, sería medirlo en "jornadas de trabajo", que sí que me parecen más comparables por que permite mayor diversidad.

Ahora bien, esto no arregla el tema del trabajo intelectual o de otros tipo de trabajos. Aquí lo que se me ocurre es ir hacia un modelo de trabajo basado en el destajo. Si el destajo es un símbolo de explotación y competencia en el capital, en una economía colectivizada puede garantizar un margen de autonomía y libertad al trabajador que el carácter "objetivo" de la HT no tiene. En este sentido, podemos definir como escala de medida la producción de un determinado número de unidades socialmente útiles en cada campo, con jornadas reducidas pero normales (6-8 horas) pero recompensando con tiempo de libre disposición tras cada ciclo. Me pongo a mí como ejemplo: digamos que calculamos que a un doctor en historia le toma 3 meses realizar una pequeña investigación con artículo incluido. Se me puede dar libertad para trabajar esos tres meses y una vez cumplido el objetivo se me dan 3 meses para hacer lo que quiera. La gracia sería que si me demoro 5 o 2 meses, igualmente tendría la recompensa de los 3 meses.

Esto también podría servir para superar otro tipo de problemas. Por ejemplo mi tío trabajaba en una mina. Lo venían a buscar a las 6 de la mañana para empezar a currar a las 8. Digamos que un minero currase 4 HT en una sociedad libertaria. Significaría que sólo con ir y volver a la mina ya las cumple. De este modo, podríamos definir un bloque concreto aceptable y continuo y recompensar con tiempo libre: por ejemplo, que el minero suba a la mina un par de semanas cada nosecuantos meses.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Jove Obrer » 05 Oct 2015, 12:49

Tema imprescindible, gracias jorge.
De esta manera se puede llegar a alcanzar el estado de pleno empleo. Pues a medida que una rama productiva llega a su máximo estado de productividad, y es la maquinaria la que va cogiendo protagonismo en el sistema de producción, los trabajadores y trabajadoras pueden ir adquiriendo nuevos conocimientos en otras actividades del sistema, de manera que, poco a poco, cada persona pueda comprender de manera holística como funciona su economía más próxima.
No entiendo porque una economía de libre mercado basado en propiedades cooperativas acabaría con el paro. Si la introducción de maquinaria conlleva menor horas de trabajo, los trabajadores de la empresa pueden perfectamente reducirse la jornada de trabajo y no contratar a nadie más. ¿porque lo harían?. Y porque aun más, porque introducirían maquinaria si hacerlo les lanza al "mercado de trabajo" donde deberían reciclasere holisticamente?

No se si lo e leído bien, pero no e encontrado lo que yo considero que es la primera pregunta ¿a quien pertenece la propiedad?

Por otra parte me parece complicado definir en primer lugar que "solo se producirán cosas útiles" para pasar a defender que "son los trabajadores quienes son propietarios de la empresa". Si son propietarios y autónomos, ellos deciden que producir. Y que sea, util o no, es subjetivo. ¿decidido en asambleas "locales, regionales o nacionales" (si esque es posible una asamblea operativa en los tres supuestos)?
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 05 Oct 2015, 15:07

Jove Obrer escribió: No entiendo porque una economía de libre mercado basado en propiedades cooperativas acabaría con el paro.
A mí también me cuesta imaginarme el funcionamiento de ese enredo, no creas.

No son cooperativas. La propiedad no es de los trabajadores. Es de la comunidad en su conjunto. Hay dos tipos de control sobre ellas. Por un lado los organismos políticos, por ejemplo, un consejo de vecinos que tiene su sección de sanidad, y está en contacto con el ambulatorio. Tienen voz y voto para determinadas cuestiones que les atañan, no sé, un servicio de rayos, un fisioterapeuta... Por otro lado está el organismo sindical, en el que están representados los trabajadores, que dirigen el proceso de producción, por decirlo de alguna manera. Controlan sus horas de trabajo, el horario de los servicios, uniformes... Y todo ello está metido en un presupuesto.

Se contabiliza cuanto cuesta el servicio, y la comunidad lo paga si puede, y si no se saca de un fondo de compensación para zonas más deprimidas. Si, por ejemplo, en otro ambulatorio meten un aparato que hace radiografías a destajo, no hace falta imprimirlas, y las manda por correo, y están disponibles en el acto para el médico, y la maneja un solo técnico frente a los cuatro habituales... Es muy difícil que por mucha resistencia que opongan los trabajadores al cambio, no les metan el aparato en cuanto lo puedan financiar. Los primeros que lo querrán poner en funcionamiento, serán los fabricantes. Luego los consejos de sanidad. también lo profesionales. Y sobraría gente en RX, tres concretamente. Pues tendrían que reciclarse, o la comunidad tendría que mantener a personal cesante. O bajarles la jornada y poner cuatro turnos. No lo sé. Así que por la cuenta que le trae a todo el mundo, se les reubicaría. Se les pueden dar otros programas de formación y reciclaje que no conlleven mucho estrés para que la resistencia sea menor.

Además, el programa colectivista debería coexistir, al menos así se ha visto en diversos congresos anarquistas del siglo XX, con formas de propiedad mutualista o individualistas. Si cuatro profesionales se juntan, consiguen financiación y se ponen a hacer radiografías, y digo radiografías por decir una cosa, y las hacen más baratas... O si un fisioterapeuta prefiere montárselo por su cuenta y cobrar por su servicio, pues puede hacerlo. Y si el servicio que prestan es mejor que los del ambulatorio, el consejo comunal puede echarle la bulla tranquilamente a los del organismo laboral, a ver qué está pasando, si es que hay ineficacia en el sistema, o se está dedicando excedente a I+D. El asunto es ver quién es más eficaz, y hay que ser optimistas en cuanto a la capacidad colectiva de los trabajadores a la hora de ofrecer un producto. Por ejemplo Joan Ferrer, en la colectividad de Igualada, contaba cómo se cargaron a los productores de leche particulares, mejorando la calidad de la leche, que de manera tradicional era aguada.

La diferencia con respecto a la colectivización soviética, por ejemplo, es que esta manera de gestionar, permite competencia de algún tipo, y obliga a buscar rentabilidad, a ajustar el gasto, y a no quedarse obsoleto. Uno de los problemas de la colectivización forzosa en la URSS y China, fueron las crisis de subproducción. Procesos similares se dieron en la autogestión yugoslava. Aquí lo que se procura es que no haya un organismo centralizador de la planificación, si no que cada unidad tenga su peso en la planificación. Y aunque parezca mentira, los trabajadores interesados y conocedores de un proceso, suelen captar al vuelo cuando algo se queda obsoleto y cuándo no.

No sé qué os parece esto. Yo no soy economista, conste, y todo esto me resulta complicado.

Además, me gustaría que hubiese algún tipo de conflicto entre los trabajadores sindicados, y los responsables comunales. Que se pusiesen por el nombre del puerco y rodasen por los pasillos tirándose por los pelos mientras gritan "¡el puto reciclaje lo vas a hacer tú a pico y pala!. Pero eso debe de ser, por haber estado siempre en la oposición.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Jove Obrer » 05 Oct 2015, 19:41

Si, yo lo veo más o menos como tú, sobretodo sobre lo ultimo xD.

En mi opinión un sistema factible sería aquel formado por una propiedad pública, fundamentado en grandes empresas sectoriales donde todo ciudadano es propietario, y al mismo tiempo, beneficiario. Sería aquel que cubre los sectores estratégicos y los derechos humanos (sanidad, educación, vivienda y su confort, medio ambiente, alimentación, energía, etc). Se aporta al mismo con trabajo, y se es beneficiario de las cuestiones básicas que permiten una vida autónoma. Con pocas HT se podría sustentar un sistema así, y no veo impedimentos físicos o económicos para que no pudiera comenzar a aplicarse en 10 años.

Si no se quiere no se forma parte pero no se usan sus servicios, o se usan pagando.

Todo lo demás "iniciativa privada", regulado por leyes respecto a democracia empresarial (limitación al tamaño de empresas que no son cooperativas, por ejemplo si una empres upera los 20 trabajadores solo puede ser cooperativa), respecto al comercio, o respecto al medio ambiente. Regulación sobre el capital, y sobretodo propiedad inmobiliaria.

En un contexto en el que toda persona nace siendo propietaria real, de un sistema publico que le garantiza una vida digna, nadie se vendería barato en el mercado de trabajo, con lo que los salarios y condiciones serían altas. Este modelo permitiría mantener un sistema colectivista donde incluso a día de hoy existe un amplio consenso de "necesidades básicas" o una vida digna, y el cual podría gestionarse mediante Cámaras de representantes territoriales y económicas, enriquecido con mecanismos de participación directa y de revocación. Y al mismo tiempo te evitas crear un monstruo insostenible que regule toda la vida socioeconómica, ya que a nadie le prohibes montarse una peluquería canina o un Pub irlandés o irse a Calcuta de viaje cada dos años, pero tampoco el sistema colectivo tiene que asumirlo, ni decir sobre si eso es "util" o no, debate imposible y absurdo.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por boiffard » 05 Oct 2015, 20:12

Me ha parecido muy interesante. Muy bien traidas las citas de Karl Hess y Chomsky.

¿a quien pertenece la propiedad?¿la propiedad de la tierra y los recursos naturales?¿la de los medios de produccion?¿la del fruto del trabajo de uno?¿el sistema de hora-trabajo funcionará solo porque es más justo es un poco l'oreal: porque yo lo valgo. Y vendrá el reino de los cielos del socialismo libertario y comeremos perdices. Ok. Ni la HT, ni el patrón oro, el bitcoin, ni el coño de la bernarda, el problema es que no hay que desviar el debate excesivamete hacia allí. No es quizá "cómo contabilizar" sino "dejar de contabilizar" las transacciones humanas. Ni la Hora-Trabajo ni el Oro pueden ser tomados en serio como "medida de intercambio"; porque el problema de "fondo", el objetivo "final" debería ser dejar de "contabilizar" todo. Hay sitios donde hay que organizar y trabajar, está claro; pero habría que intentar sacar la cabeza un poco del agujero histórico en el que nos encontramos nosotros y las tantas generaciones que nos preceden, y pensar más allá. No me canso de poner éste video, pero es que es cojonudo. "Invest in kindness" :lol:
https://www.ted.com/talks/pam_warhurst_ ... anguage=es

Aquí lo tenemos todo: acción directa sin pedir permiso, voluntariedad absoluta, ver como un "mercado" abajo-arriba puede y es beneficioso localmente. No se declaran anarquistas ni son sindicalistas con galones; es anarquia en estado puro, es una SEÑORA PONIENDOSE A PLANTAR. Las señoras decididas son imbatibles, Brassens lo sabía, tu y yo lo sabíamos Hay que dejarlas a ellas encabezar la revolución.

Me mola mucho como lo plantea Miguel Brieva, que viñetistas tan buenos valen por dos mil catedráticos de filolosofía económica. Porque el problema lo tenemos todos identificado, está claro:
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AHORA BIEN, la economía colectivista y libertaria es otra película.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por Joreg » 05 Oct 2015, 21:40

boiffard escribió: Ni la HT, ni el patrón oro, el bitcoin, ni el coño de la bernarda, el problema es que no hay que desviar el debate excesivamete hacia allí. No es quizá "cómo contabilizar" sino "dejar de contabilizar" las transacciones humanas. Ni la Hora-Trabajo ni el Oro pueden ser tomados en serio como "medida de intercambio"; porque el problema de "fondo", el objetivo "final" debería ser dejar de "contabilizar" todo.
El problema de ese planteamiento, es que habemos unos cuantos que nos negamos a trabajar así. A mí me gusta ser remunerado por lo que hago, y que se me suelte la mosca. Si esas señoras quieren plantar acelgas en los jardines públicos, no pongo impedimento. Si alguien quiere convocar al comunismo, no hay problema de ningún tipo por mi lado. Si se quiere montar la economía del don a gran escala, por mí estupendo. Pero yo quiero ser retribuido hasta el día de mi muerte, o por lo menos hasta que alguien me demuestre que una economía a gran escala puede funcionar sin que uno haga su cálculo de costes. Este programa está planteado, así como la ponencia, para los que somos un tanto escépticos respecto a las bondades del comunismo.
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por boiffard » 05 Oct 2015, 21:57

Cuando se habla de "iniciativa privada" uno se imagina obligatoriamente un inversor de bolsa parte de un holding de inversores internacionales con tres cuentas en las islas Caiman; pero hasta qué punto la "iniciativa privada" no son señoras poniendose a plantar. Creo que también cuando desde el liberalismo más vetusto se habla de "iniciativa privada" tampoco es que hablen de señoras como ésta, pero sí de algo más "emprendedor" en el sentido "adecentado" del término que un millonetis que tiene fresco el dinero del rescate de la banca.

El mercado es necesario porque hace falta intecambiar piezas para la bicicleta, semillas, gallinas y un sin fin de cosas. Autogestión sí, pero diluida, como nodos de red que se apoyan e intercambian libremente; o por qué no, se regalan y se hacen favores en amistad sin contabilizarlo. El problema no es el "mercado" sino el privilegio del aparato estatal: quién puede hace esfumar sus deudas facilmente y quién no, quién puede acceder al dinero público regalado y quién no, quien puede pagarse el abogado caro y quién no. También hay que tener en cuenta que cosas como la red electrica, la red de comunicaciones, el alcantarillado o el agua corriente son fruto del estado y no de la "iniciativa privada". Entonces tenemos a) organizaciones complejas fruto de la organización capitalista/industrial, como pueden ser los monopolios naturales en genereal, que no son producto del mercado sino del estado y el aparato burocrático; y b) organizaciones espontáneas como el mercado. Donde si a ti te mola tocar la guitarra hay un tio que fabrica guitarras porque ha conocido el oficio; y si a mí me mola montar en skate hay un tio que hace skates; y al otro le molan los libros y quiere que haya un tio que escriba cosas contemporáneas de un género u otro. Y eso no lo va a poder gestionar un "comité federal" con planificación económica de ningún tipo sin coartar libertades. Por un lado está claro que "privatizar" algo que no se ha concebido jamás desde la iniciativa privada, como ha demostrado la era tatcherita, pues no ha sido más que una cacicada. Pero como tantas otras desde el "despotismo ilustrado" desde el que venimos. El problema no es tanto el mercado sino la usura; y en una sociedad libertaria pues lo mismo de lo pagas más tarde o hay un espacio donde hay guitarras o espacios comunes donde se maximice el uso; pero un bazar (permantente o temporal) o un mercadillo donde la gente venda y compre, bien lo que hace con sus manos, bien lo que no use, no use tampoco es algo como para echarse las manos a la cabeza.

¿A dónde queremos ir realmente? A la abolición del trabajo y al descanso para todos, yo por lo menos. Creo que aunque la posibilidad de un catacroquer está ahí, el rollo cuasi newage de algunos colectivos de la "economía de la abundancia" tampoco van desencaminados. Es cierto, como dicen muchos lumbreras de éstos que les hacen imágenes en facebook con una cita, si se gastasen todo lo que se gastan en lo militar y en los jueguitos de guerra de unos obedientes soldaditos, se podían erradicar bastantes problemas.

Está claro ay que relarse y trabajar menos y repartir el trabajo: hay que colectivizar los medios de producción y el trabajo en los mismos a la par, porque la burocracia es absurda. Así como seguir ignorando el trabajo en el hogar como "trabajo" contabilizable. Pero vamos, la burocracia era absurda en tiempos de kafka. Era absurda hace medio siglo cuando Goscinny dibujó Las 12 pruebas de Astérix y su casa de los locos. Llamadme lo que querais prefiero un mercadillo y unos buenos hortelanos con sus sandías a grito pelado a cualquier basura burocrática y las siglas rimbombantes; y su trabajo me parece más digno que el de cualquier burócrata. Y las señoras de la limpieza que se han dejado la espalda trabajando en b deberían tener una pensión máxima y no los putos notarios o grandes burócratas que ya han cobrado del erario público un pastizal. La burocracia para mí definitivamente sobra en una sociedad libertaria: todo el mundo sabe las normas, estas son las mínimas para que todo el mundo las sepa; si no puede haber justicia. Por tanto el "Derecho" rimbombante que se vaya junto con la Teología al rincón de gente que estudia "científicamente" la verborrea producida por la humanidad; pero que cierren el chiringuito. El casino financiero y su burocracia asociada (creeré que "desregulan" el día que cierren todos los buffetes y gestorías) es otro circo que también sobra. Lo cual afecta al mundo de las maquinotas con las que juegan éstos, y todos los puestos de informáticos en consultoras de mierda. Y así, fulminando uno detrás de otro cada uno de los trabajos que realmente hacen falta con la intención de abolirlo, llegamos a un punto de qué es lo realmente necesario.

Y esto así en mi nube me lo planteo un poco como desde la pirámide de maslow de las necesidades del individuo. Si aspiramos a una sociedad que todos los individuos tengan unos derechos, unos mínimos de vida digna y unas libertades y oportunidades "maximizadas" para todos por igual; no es mala idea aspirar a cómo, partiendo de donde estamos, deberíamos plantearnos a dónde ir para mejorar las condiciones que favorecen estas necesidades. Algunos planteamientos del siglo XIX creo que se fundamentan en una visión donde los problemas eran otros y la globalización y el armamento de la guerra de las galaxias de los imperialistas no estaban ahí y las posibilidades en una revolución violenta eran otras. Primero está la batalla de las necesidades básicas que es una cuestión principalmente ecológica:

La batalla del AIRE: Hay que dejar de echar mierda porque, aún siendo todavía un bien no mercantilizable, acabaran vendiéndnos el puro cuando privaticen para un amiguete los parques naturales, a éste paso. Como en Spaceballs. No se hasta qué punto de alarmismo detenerme,. pero está claro que si nuestros gobernantes directamente cambian los sensores de sitio es que la cosa tiene que ser tal y como se ve cuando ves Mordor desde la sierra. Pero bueno, también las grandes ciudades capitalistas / megalópolis como Madrit son inconcebibles en una economia colectivista y libertaria porque han nacido dentro del dominio capitalista. Pero como ya están ahí, imagino que municipalizar en barrios para descentralizar y usar las terrazas para plantar y fomentar la bici y el skate y los patines y seguir usando trenes, metro y autobuses y camiones para transporte de comida y medicinas con prioridad para consumir petroleo hasta que la dependencia de éste desaparezca, bien porque se controla el consumo con respecto a la producción, bien porque quede obsoleto.

La batalla del AGUA: Hay que mantener las infraestructuras existentes y lo mismo ponerse a desalar agua y investigar por ahí, porque la cosa se va a poner chunga. Aquí evidentemente se necesita organización e I+D, pero tampoco es que en general sean millones de puestos.

La batalla de la COMIDA: Soberanía alimentaria es imprescindible., producción en la medida y colectivización de las comidas, todo el rollo éste de la Pam Warhust de los huertos urbanos y de abandonar las plantas decorativas por plantas comestibles me parece la rehostia. Invitar a la gente a picar, revertir toda esta furia de masterchefs en dar de comer a la gente. Está claro que el consumo de carne es descontrolado en occidente, y debería promoverse un consumo responsable y un trato mejor a los animales, que además incide directamente en lo anterior. Está claro que el cereal y la gran producción distribuida que da el mercado internacional llevan con sus inercias dandonos de comer bastante tiempo ya, pero si poco a poco se descentraliza la producción y el consumo se podrá hacer más democrático, a la vez que se reducen las emisiones lo cual es beneificioso para (1) y (2)

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boiffard
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Re: Planteamiento para una economía Colectivista y Libertari

Mensaje por boiffard » 05 Oct 2015, 22:18

Joreg escribió:
boiffard escribió: Ni la HT, ni el patrón oro, el bitcoin, ni el coño de la bernarda, el problema es que no hay que desviar el debate excesivamete hacia allí. No es quizá "cómo contabilizar" sino "dejar de contabilizar" las transacciones humanas. Ni la Hora-Trabajo ni el Oro pueden ser tomados en serio como "medida de intercambio"; porque el problema de "fondo", el objetivo "final" debería ser dejar de "contabilizar" todo.
El problema de ese planteamiento, es que habemos unos cuantos que nos negamos a trabajar así. A mí me gusta ser remunerado por lo que hago, y que se me suelte la mosca. Si esas señoras quieren plantar acelgas en los jardines públicos, no pongo impedimento. Si alguien quiere convocar al comunismo, no hay problema de ningún tipo por mi lado. Si se quiere montar la economía del don a gran escala, por mí estupendo. Pero yo quiero ser retribuido hasta el día de mi muerte, o por lo menos hasta que alguien me demuestre que una economía a gran escala puede funcionar sin que uno haga su cálculo de costes. Este programa está planteado, así como la ponencia, para los que somos un tanto escépticos respecto a las bondades del comunismo.
A mí me gusta ser remunerado por lo que hago, en el aquí y ahora de la sociedad capitalista. Pero creo que sobra trabajo. El trabajo es artificial: La burocracia, el casino financiero, son chiringuitos montados en torno al derecho y la economía como en la edad media lo estaba en torno a la religión. El consumismo de usar y tirar, de obsolescencia programada, de hipoteca y pelotazo inmobiliario; suma y sigue. No se, podríamos estar todos viviendo más relajadamente, como dice Bob Black o el David Graeber aquí, nos han timado.

En cualquier caso, creo que lo verdaderamente libertario en el tema de la moneda sería usar distintas monedas en distintos ámbitos. Si nos mola el h-t, que por qué no, pues distintas "bancas de tiempo" y leyes que permitan "desfederarse" o crear mercados locales y que la gente si quiere tenga monedas de todos los tipos, etc. Mientras que la gente esté al loro de que no haya especuladores que fomenten un mercado de divisas, y que estas se intercambien de manera 1:1 o se conviertan en un mercado en común. La cuestión es ¿cómo de libertario es el sistema si no permite escindirse, emanciparse, divorciarse, desfederarse en el tema monetario? Y esto es lo mismo para los ancaps con su patrón oro que para cualquier sistema h-t.

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