¿son inevitables los procesos de jerarquización social?
Publicado: 05 Mar 2014, 16:14
Bueno, pues este año ya estoy en tercero de grado de historia y creo que he visto suficiente prehistoria-protohistoria como para sentirme, desde un punto de vista anarquista, muy abatido. Los procesos históricos que han desembocado en sociedades complejas parecen seguir un patrón invariable de jerarquización y diferenciación social, que conduce a la formación de élites y a un acceso desigual a los medios y recursos materiales disponibles.
Parece existir un proceso de creación de una élite guerrera hacia el calcolítico, bastante violento y brutal, con jefes-matones cachas armados de mazas (así, por ejemplo, el predinástico en Egipto) que, con el tiempo, irán sofisticándose hasta la formación de un modelo aristocrático, donde la élite justifica su superioridad a través de la cultura y las creencias, y no tiene que estar rompiendo cráneos todo el rato para hacerse respetar y obdecer. Esto se acaba por aceptar colectivamente. Por supuesto, el jefe y/o la élite tienen una responsabilidad hacia el colectivo, y debe, hasta cierto punto, cuidar y proteger al rebaño humano (función distribuidora, etc.), o al menos parecer que lo hace. Ninguna convulsión desemboca en la formación de una sociedad distinta, siempre se repite el mismo esquema. La paulatina sedentarización humana se verifica siempre en ambientes hostiles y de amenaza por parte de unos grupos humanos hacia otros. Incluso la expresión artística o el nacimiento de la escritura se asocian a este proceso que parece universal y en el que unos se hacen más ricos y viven más y mejor que otros (que la mayoría). Es muy triste.
El semestre pasado hice un trabajo sobre la India en la Edad del Hierro. Tuve que abordar, a cierto nivel de profundidad, la cuestión de la extinción de la cultura de Harapa (o Harappa) en el valle del Indo. Hasta hace poco, esta cultura era una especie de «último reducto» para los que seguían soñando en la posibilidad de que, en algún lugar del mundo, pudiera haber existido una sociedad compleja sin diferencias sociales ni distribución o acceso desigual a los bienes y los recursos, por lo demás equilibrada y pacífica. Harapa parecía ser un buen candidato, ya que no se han encontrado las típicas construcciones megalomaníacas de una élite deseosa de mostrar su poder y que aparecen en todas las culturas a partir de un momento determinado (templos, palacios, pirámides, tumbas repletas de bienes lujosos y exclusivos, etc.).
Tampoco se había apreciado diferenciación social deducible de los ajuares hallados en los enterramientos individuales. Sin embargo, una arqueóloga forense norteamericana ha demostrado, con un nuevo análisis de los esqueletos desenterrados en el siglo pasado, que existía diferenciación social al menos en el acceso al cuidado médico y, sobre todo, que había un elevadísimo nivel de violencia por lo menos en los individuos del denominado Cementerio H de Harapa. El “Reino de Paz” (Peace Realm) del que se había hablado hasta hace poco para la cultura del Indo se desmorona. En fin, que seguimos con un tremendo hiato desde el Paleolítico Superior hasta Bakunin y Kropotkin… (por así decirlo).
Parece existir un proceso de creación de una élite guerrera hacia el calcolítico, bastante violento y brutal, con jefes-matones cachas armados de mazas (así, por ejemplo, el predinástico en Egipto) que, con el tiempo, irán sofisticándose hasta la formación de un modelo aristocrático, donde la élite justifica su superioridad a través de la cultura y las creencias, y no tiene que estar rompiendo cráneos todo el rato para hacerse respetar y obdecer. Esto se acaba por aceptar colectivamente. Por supuesto, el jefe y/o la élite tienen una responsabilidad hacia el colectivo, y debe, hasta cierto punto, cuidar y proteger al rebaño humano (función distribuidora, etc.), o al menos parecer que lo hace. Ninguna convulsión desemboca en la formación de una sociedad distinta, siempre se repite el mismo esquema. La paulatina sedentarización humana se verifica siempre en ambientes hostiles y de amenaza por parte de unos grupos humanos hacia otros. Incluso la expresión artística o el nacimiento de la escritura se asocian a este proceso que parece universal y en el que unos se hacen más ricos y viven más y mejor que otros (que la mayoría). Es muy triste.
El semestre pasado hice un trabajo sobre la India en la Edad del Hierro. Tuve que abordar, a cierto nivel de profundidad, la cuestión de la extinción de la cultura de Harapa (o Harappa) en el valle del Indo. Hasta hace poco, esta cultura era una especie de «último reducto» para los que seguían soñando en la posibilidad de que, en algún lugar del mundo, pudiera haber existido una sociedad compleja sin diferencias sociales ni distribución o acceso desigual a los bienes y los recursos, por lo demás equilibrada y pacífica. Harapa parecía ser un buen candidato, ya que no se han encontrado las típicas construcciones megalomaníacas de una élite deseosa de mostrar su poder y que aparecen en todas las culturas a partir de un momento determinado (templos, palacios, pirámides, tumbas repletas de bienes lujosos y exclusivos, etc.).
Tampoco se había apreciado diferenciación social deducible de los ajuares hallados en los enterramientos individuales. Sin embargo, una arqueóloga forense norteamericana ha demostrado, con un nuevo análisis de los esqueletos desenterrados en el siglo pasado, que existía diferenciación social al menos en el acceso al cuidado médico y, sobre todo, que había un elevadísimo nivel de violencia por lo menos en los individuos del denominado Cementerio H de Harapa. El “Reino de Paz” (Peace Realm) del que se había hablado hasta hace poco para la cultura del Indo se desmorona. En fin, que seguimos con un tremendo hiato desde el Paleolítico Superior hasta Bakunin y Kropotkin… (por así decirlo).